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Mensaje por Admin Vie Nov 27, 2009 8:04 pm

¿Que es la Francmasonería?

Introducción

El presente documento intenta ofrecer información objetiva sobre la francmasonería en general y la Respetable Logia Simbólica Via Hermeticae Collegia en particular, así como brindar a la curiosidad de aquellos que se interrogan sobre sus actividades los elementos de una reflexión fecunda y esclarecedora. Pedimos al lector un gran esfuerzo, pues, la objetividad de su lectura, seguramente puede estar influenciada por aquellas imágenes inconscientes y casi míticas que los prejuicios sociales y religiosos han impreso sobre la francmasonería y los masones.

La verdad es que escasean lamentablemente las fuentes fidedignas de información sobre lo que es y lo que no es la francmasonería y esta deficiencia no siempre se puede subsanar por medio de la interrogación directa, pues lo más probable es que se reciban contestaciones contradictorias y vagas por el temor de muchos francmasones a “decir más de la cuenta”, a riesgo de violar las normas de discreción que recomienda la Orden. Tampoco se sale de apuros leyendo obras de consulta de filosofía francmasónica, o aún los rituales (si se consiguen), pues en toda la literatura que se publica se supone que el lector es masón y, por lo tanto, se omite todo aquello que le ha de ser bien conocido; pero que es precisamente lo que más interesaría al que tiene deseos de investigar la conveniencia o inconveniencia de iniciarse en la Masonería.

Las páginas que siguen, son sólo un intento de presentar a la Orden francmasónica, a los lectores que buscan una información sobre la misma, no para juzgar, sino para comprender. Por ello, esperamos una actitud mental abierta. La información recopilada es un resumen de diferentes escritos de hermanos masones de nuestra Logia y otras Logias y Grandes Logias, como citas de diferentes autores.


Definición Moderna de Francmasonería

La masonería es, primero, cierta idea de la humanidad y del lugar del individuo en una comunidad que desea ser fraterna. En este punto, los historiadores están de acuerdo; pero la dificultad comienza cuando se trata de definir esta “idea”.

Christian Jacq. La Masonería: Historia e Iniciación.

La Francmasonería o Masonería llamada coloquialmente es una institución autodenominada de carácter iniciático, filantrópico, filosófico e intelectual. Busca la Verdad y en consecuencia mejorar a la vez al ser humano y a la sociedad. La Masonería considera el Trabajo como el medio más eficaz del desarrollo interno y externo del ser humano, por lo tanto, lo exalta en sus más elevadas significaciones y lo impone a sus adeptos. Está compuesta por hombres y mujeres libres, ingresados a ella mediante la Iniciación. Los masones, tanto hombres como mujeres, se organizan en estructuras de base denominadas logias, que a su vez pueden estar agrupadas en una organización de ámbito superior normalmente denominada "Gran Logia", "Gran Oriente", “Obediencia” o "Gran Priorato".

En otras palabras, un masón es un individuo, hombre o mujer, que trabaja en perfeccionarse y en evolucionar, tanto en sus conocimientos como en su comportamiento moral y para ello sigue los caminos que le indica la antigua asociación que se nombra Masonería, o más correctamente, Francmasonería.

En todas las épocas, la propia masonería se ha designado como una “sociedad iniciática”. Esta expresión nos lleva de inmediato a precisar el contenido del término “iniciación”. Estar iniciado, en la óptica de los antiguos constructores, es entrar en una orden que se consagra al estudio de los misterios de la vida y propone al hombre medios de evolución espiritual. Si consideramos la arquitectura social de las antiguas civilizaciones donde albañiles y arquitectos desempeñaban un papel fundamental, veremos que las asociaciones iniciáticas formaban la base de cualquier reino. En Egipto, por ejemplo, una de las instancias superiores de la nación se componía del faraón como maestro de obras, de sus más íntimos consejeros y de los patrones de las distintas corporaciones artesanales.

El hecho más destacado, en las épocas antiguas, es que la iniciación constituye un verdadero oficio y permite al iniciado integrarse en el cuerpo social. Nadie puede convertirse en rey sin haber sido iniciado; lo mismo ocurre con la obtención de los puestos de sumo sacerdote y de maestro de obras. No había, pues, antes de la era cristiana, sociedades “secretas” en el sentido que nosotros les damos; los grupos iniciáticos participaban en el gobierno del reino y, sobre todo, mantenían las verdades religiosas. (Christian Jacq. La Masonería: Historia e Iniciación)

Acerca de la Iniciación, el autor Joseph Campbell, en su libro El Poder del Mito, dice lo siguiente:

“Los Ritos de iniciación en las sociedades tribales primitivas: un joven es obligado a renunciar a su infancia y a hacerse adulto; a morir, podría decirse. Evolucionar de esta posición de inmadurez psicológica hasta el valor de la responsabilidad y la seguridad en sí mismo exige una muerte y una resurrección. Si comprendes cual es el verdadero problema (perderte a ti mismo, entregarte a algún fin superior), comprender que eso es en sí mismo, es la prueba definitiva. Cuando dejamos de pensar en primer lugar en nosotros y en nuestra supervivencia, sufrimos una transformación realmente heroica de la conciencia. Y de eso tratan los mitos, de la transformación de una especie de conciencia en otra.”

Ante la deshumanización de nuestra sociedad moderna, la cual ha establecido como canon, el esquema materialista científico económico, la sociedad busca respuestas en la antigüedad, por lo cual se ha puesto de moda la palabra Esoterismo, entendido como una panacea de supercherías, o una moda. Revisemos su sentido original, Esotérico viene del griego “Esotérikos” o “Eisotheo” “del interior o hago entrar”. Según la escuela de Aristóteles Esotérico se refiere a las filosofías muy complicadas, que solo los eruditos, o los “de adentro” podían entender. Exoterikos con la “X”, nos conlleva a la raíz “afuera”, refiriéndose a las filosofías simples, que hasta los de afuera las comprenden. La Masonería ha sido el medio de conservación del conocimiento esotérico de occidente, de esta sabiduría codificada, para abrirse con la llave del Símbolo.

La palabra Franc-Masonería, deriva de varias etimologías, del germánico “Franc”, “Libre” o “Quien dice lo que piensa”, (así se denominaron los Francos, habitantes de la zona oriental del Rin en el siglo II), emparentada con la palabra alemana “Frei”, en ingles “Free”. En las lenguas romances se conservó su significado como persona libre de expresión o directo. Masón, del latín Machio o Matio, (algo así como el que usa el martillo), del alemán Metz, (cortador de piedras), del francés Maçon, o Albañil.

Los masones se congregan en pequeños grupos formados con algunas decenas de miembros, que se denominan “Logias”, y se reúnen una vez por semana en un local adecuado que recibe el nombre de “taller”, dando a entender con ello que se congregan para trabajar.

Históricamente se habla de la evolución de la Masonería, dividiéndola en dos acepciones:

Francmasonería Operativa; con su origen en los Gremios Medievales de Albañiles, todavía practicada en Francia por la Cofradía del Compañerasgo.

Francmasonería Especulativa; se establece como la organización netamente con miembros que no eran albañiles o constructores, derivado del termino Masón Aceptado, el equivalente a Miembro Honorario. Estos miembros siempre estuvieron presentes en la orden masónica, ya que se necesitaba maestros de obra que crearan el plan abstracto de las futuras catedrales, de aquí viene el termino “especulativo”. Esta renovación de la Orden es la que podemos ver en todo el mundo.

Orígenes de la Masonería Operativa

Compañero en la torre: ¿Qué haces día tras día?

Un Compañero en la torre, contesta: Tomo de la naturaleza entera

la innumerable y ruda materia,

y con mi corazón y mis manos,

sujetando la herramienta que canta y suena,

la transformo y la modelo

y trabajo para todos los humanos.

Diálogo del estado de ánimo entre Masones medievales; Compañero, La Gaieté-de-Ville-bois.

En el siglo III, durante decadencia del Imperio Romano, las Cofradías Latinas de constructores subsisten, heredando sus conocimientos a los Bretones, combinando su arte con el simbolismo Celta. En el 406 se forma la Cofradía de los Culdeos, monjes cristianos constructores que guardan el secreto de sus técnicas y reuniones, permiten el matrimonio y no reconocen al Papa como máxima autoridad, de lo cual se reconoce como el origen más antiguo y verificado de los Gremios Masónicos.

El siglo V es una época tempestuosa, muchos albañiles emigran a Bizancio. Con la protección del Emperador Justiniano se les otorgan libertades y privilegios, y se construye la Catedral de Santa Sofía. Las influencias cosmopolitas enriquecen el estilo de los constructores, se especula que por su cercanía con Oriente, en este periodo pudo haberse tomado la palabra Logia (del Sanscrito Hindú, Loka o plano de existencia). Hacia los siglos VI y VII los constructores regresan, se habla en Italia de Maestros Constructores, con organizaciones independientes. En Alemania, en 713, se establece la leyenda del nacimiento de la Masonería. Los reyes Merovingios en Francia tienen a los orfebres en muy alta estima, son remunerados y respetados. Con el nacionalismo de Carlos Martel, y su ímpetu por unificar al pueblo franco, los primeros masones fueron alentados a ser independientes de la vía eclesiástica. Se sigue construyendo, y se forman educadores, arquitectos y administradores. Los monjes copian infinidad de libros en la letra carolingia, aportando estos conocimientos a las cofradías de albañiles. Con esas condiciones se formaría la primera gran escuela de canteros en el Mont-Saint-Michel.

El documento físico más antiguo existente donde se establece formalmente a la agrupación de constructores como Masones, es en la Constitución de York, de 926. Su titulo es: “Leyes u obligaciones prescritas a los hermanos masones por el Príncipe Edwin”. Sus disipaciones se centran en honrar a Dios, sus leyes y ser fieles al Rey; regula la concordia y comportamiento entre sus miembros, y en el inciso XVI dice: “Ni los maestros ni los compañeros deben dar entrada a las logias al que no haya sido recibido masón; ni debe enseñarle el arte de la forma, ni dejarle trabajar la piedra, ni utilizar la escuadra, ni indicarle su uso.”

Se busca una elite, y este sentimiento religioso desemboca en el concepto de Dios como arquitecto, el trabajo por ende es sagrado, el hombre trabaja u opera para comulgar con la divinidad.

Desde 1275 inicia el congreso masónico de Estrasburgo, que comenzaría los trabajos de la Catedral del mismo nombre, conocida en el futuro como Notre Dame. En 1459 se redactarían las constituciones de Estrasburgo, con muchas similitudes a los anteriores documentos, aglutinando a muchas otras Logias. Resalta el hecho histórico de la Hermana Savina Von Steinback, hija del Maestro Masón de la Catedral de Estrasburgo, Erwin von Steinbach. De las obras reconocidas de Savina destaca la representación de la Sinagoga y de San Juan Evangelista, a los pies de la estatua se puede leer: “Gracias al sostenimiento y piedad de esta mujer, Savina, me ha dado forma, de esta piedra dura”. Muchos autores masónicos posteriormente, ignorarían las pruebas de la mujer como parte de la Masonería, pero están bien documentadas las agrupaciones de hilanderas, tapiceras, costureras y vidrieras.

Poco después de su nacimiento, en 1118, la orden del Temple tuvo una gran actividad arquitectónica; recurrió a los albañiles y los protegió de un modo constante. En cada comandancia había un maestro arquitecto que velaba por los derechos de franquicia concedidos a todos los obreros que solicitaban la hospitalidad del Temple. En 1268, maese Fouques del Temple, es, a la vez, templario, francmasón y maestro carpintero del rey; es el vivo símbolo de una unión total. Además, en 1155, casi todas las logias inglesas eran administradas por el Temple. Posteriormente la Masoneria seria afectada por la disolución de la Orden del Temple. Los gremios comienzan a escribir sus estatutos antes orales, para en cierta manera hacerlos públicos y quitar las sospechas de su organización discreta. En los siglos subsecuentes la Iglesia Católica los atacaría y condenaría de formas muy variadas.

Entre 1410 y 1420 se escribe, el ahora llamado Manuscrito Cooke, el cual añade las leyendas bíblicas al origen de la Masonería, junto con la Geometría y las Artes Liberales.

El Renacimiento

El nacimiento de la burguesía, pestes y hambrunas comienzan a cambiar el orden social en el siglo XIV. Los excesos de papas y sacerdotes comienzan a quebrar la fe de muchos. Las grandes catedrales dejan de construirse, los Masones comienzan aceptar en mayor número a personas ajenas al arte de la construcción, llamados “especulativos”, nobles menores, burgueses, sacerdotes y pensadores del Renacimiento. Este fenómeno que marcó el paso al mundo moderno también influiría en las cofradías de artistas y arquitectos, como Andrea del Verrochio, Benvenuto Cellini, Filiberto Delorme, Ghirlandaio, Miguel Ángel Buonarroti, y claro está, Leonardo da Vinci. Todos ellos influidos por el conocimiento recuperado de la antigüedad, donde científicos y pensadores como Paolo Toscanelli, Américo Vespucio, entre otros, buscaban la formación de la Academia Florentina, con ideales muy avanzados para su época, en su espíritu laico. La Familia Medicis apoyó todas estas vertientes, para utilizarlas en su provecho, aunado a su predilección por las ciencias ocultas; incluso Cosimo de Medicis fue el traductor del Corpus Hermeticum. En 1512 en Florencia nace la Compañía de la Llana, mezclando a estos filósofos con los arquitectos donde también se puede ver la participación de Pico della Mirandola especializado en Hermética, Alquimia y Cábala.

Posteriormente las ideas de Da Vinci comenzaron a confrontarse con las de los Médicis, esto motivó su alianza con Ludovico Sforza, desembocando en la Academia de Milán. Tras la invasión de Francia en 1499, Leonardo emigra a Paris, donde tendrían eco sus ideales, sobre todo en Francisco I, un humanista con interés en la alquimia y otras ciencias ocultas. Este influjo del Renacimiento Italiano generaría la formación del Colegio de Francia.

Aquí comienza la división entre los masones operativos y especulativos, el ejemplo de esto se ve en la Asamblea General de Paris del año 1523, en donde se menciona en el articulo cuarto: “Es costumbre antigua, firme e inviolable, no admitir como francmasones a sus enemigos naturales que son: los clérigos, los poseedores de títulos y privilegios de las castas de la nobleza y los hombres que tienen convicciones contrarias a los principios básicos de la Francmasonería, salvo en los casos de rebeldía de éstos contra la ideología de los grupos mencionados”.

Pero la realidad rebaso cualquier ideología, la Masonería Especulativa, precisamente con Nobles y Burgueses tomaría una fuerza mundial. Ya no se hablaba de construir catedrales, sino sociedades.


Masonería Especulativa

El proceso tradicional de la iniciación masónica es la enseñanza por el silencio: nada de palabras que puedan faltar a la verdad, sino solamente actos cuya finalidad es invitarnos a la investigación. No encontramos aquí una doctrina explícita, sino únicamente un ritual por medio del cual vivimos lo que debemos aprender. Ningún dogma y solamente unos símbolos.

El Ideal Iniciático. Oswald Wirth.

En Inglaterra la masonería siempre fue relacionada con el rey, por ende también con el poder. Hacia el siglo XV se atribuye su difusión en otros ámbitos a Tomás Moro y posteriormente Oliver Cromwell, tomando varios principios democráticos de la Orden para su gobierno. Francis Bacon estableció una sinergia entre los intelectuales y científicos con la Masonería, organizando desde 1640 un grupo conocido como El Colegio Invisible, en donde varios filósofos y científicos se reunían par intercambiar ideas y resultados de experimentos. En 1661 cambiaria al nombre a The Royal Society, teniendo el apoyo del Rey Carlos II, el cual por tradición de los Estuardo estaba iniciado. En 1710 la sociedad tiene una sede fija con la presidencia de Sir. Isaac Newton. En el futuro la Royal Society se conformaría con miembros netamente científicos y tendría una independencia total.

El cambio en la Orden vendría con el Doctor James Anderson, quien ingresa a la logia de San Pablo en 1710, con el título de Hermano de Aceptado, fungiendo como capellán y médico para los hermanos operativos. Al poco tiempo comenzó a cambiar las reglas causando su expulsión en 1715; sin embargo James ya contaba con siete “candidatos”, entre los cuales se contaban miembros de la Royal Society. En 1717 reúne a su grupo y se declaran a sí mismos como Logias Masónicas, fundando la Gran Logia de Londres. Su principio fue modesto pero a lo largo de los años tomó una considerable importancia. En 1738 se le encomienda a Anderson investigar acerca de los usos de la masonería para formar un canon “moderno” a seguir, tomando los documentos denominados Old Charges (Antiguos Deberes), llamados por él “las viejas constituciones góticas”. Sus escritos serían llamados en el futuro Las Constituciones de Anderson. Entre sus interpretaciones se niega el paso a las mujeres, esclavos y ateos; no fue precisamente por chovinismo que se le negara espacio a ellas, sino por política, al evitar dar el título de Gran Maestro a la Reina, como en el caso de los masones escoceses, que iniciaron y tenían como Gran Maestra, a la Reina María Estuardo.

La francmasonería comienza a extenderse por el mundo; en 1727-1728 se crean logias en España, donde topan casi de inmediato con la Inquisición. Inglaterra abre talleres en sus posesiones coloniales y, en 1730, una logia ve la luz en Calcuta. Aquel mismo año, Montesquieu es iniciado en Londres.


Antiguos y Modernos

Las situaciones políticas, intelectuales y religiosas de la Europa del Siglo XVII derivaron en una separación de tendencias, las cuales se fueron haciendo en administración más marcadas con el tiempo. Este es un tema histórico que hasta la fecha sigue en discusión y estudio por autores masones como ajenos a la orden.

En esta renovación de la Masonería, se habla de las tendencias “Antigua” y “Moderna”, anecdóticamente las dos son modernas, pero la primera establece una cuestión supuestamente más apegada a los usos operativos. Normalmente en diferentes libros y programas televisivos se habla de la Masonería Anglosajona, con sus pugnas entre la Gran Logia de Londres y la Gran Logia de Inglaterra, ubicada en York, que inmediatamente desconoce a la de Londres, por no tener un origen netamente operativo legitimo. En 1813 ambas instituciones se unieron formando la Gran Logia Unida de Inglaterra. La constitución de la nueva obediencia, atendiendo en parte a los valores propugnados por la Gran Logia de los "antiguos", introdujo en su constitución un matiz teísta al afirmar la necesidad de la creencia en Dios y en su voluntad, revelada a través de la Biblia o Volumen de la Ley Sagrada, además de prohibir la iniciación a la mujer.

Por otro lado en Escocia los masones seguían siendo operativos, al seguir construyendo los edificios con piedras, en vez de ladrillos como en Inglaterra; seguían funcionando perfectamente las Logias de Edimburgo, Kilwinning, Dundee, Glasgow, entre muchas otras. Los especulativos eran aceptados, pero el control seguía con los artesanos. Esta sinergia evito el cisma interno, pero existió otra separación de índole político, la que se llamo la Masonería Jacobita o Estuardista, por el exilio del Rey Jacobo II de Inglaterra en 1688 hacia Francia. Dentro de los regimientos escoceses e irlandeses comenzaron a gestarse las primeras logias militares de esta tendencia, alimentados por las tradiciones y suposiciones de la leyenda de los templarios refugiados en Escocia y ahora su linaje emigraba hacia Francia. Los Estuardo y sus fieles jacobitas y estuardistas al conocer el carácter noble y caballeresco de los franceses y el romántico idealismo que en esa época existía acerca de la Caballería en general y de la Orden del Templo.

La masonería inglesa andersoniana llegó al continente en 1721 y en 1725 se instaló la primera logia parisiense de este origen, posiblemente fundada por el masón estuardista Lord Derventwater. Pero solo en 1732 levantó columnas la "Loge de Bussy", la primera logia dependiente de Inglaterra. De esta masonería de origen inglés surgió en 1738 la Gran Logia Inglesa de Francia, cuyo primer Gran Maestro parece fue Lord Harnouester, aunque otras fuentes consignan como Gran Maestro en el año 1738 al Duque de Antin. Esta obediencia se desarrolló pese a la prohibición real de la masonería, a la que se llamaba el "veneno inglés".

Los Ritos

La multiplicación de logias, dio origen a una tormenta de ideas e influencias, desde los racionalistas, esotéricos y nobles que buscaban darle una razón más romántica a la orden. En las antiguas costumbres, aunque se hablaba de tres grados, en la practica se utilizaban sólo dos en ceremonias, Aprendiz y Compañero, por lo cual se decidió aumentarlo a tres, con el Maestro Masón.

La palabra rito en Masonería tiene dos sentidos diferentes, según se escriba con mayúscula o minúscula. Se designa Rito a una rama particular de la Francmasonería, de la misma forma que dentro de la Iglesia hay diversos Ritos, como el Rito Maronita, el Rito Copto, el Rito Latino..., etc. De esta forma se podría definir el Rito como una presentación particular de la Francmasonería cuyo carácter se distingue del de los otros Ritos por la forma. Esto derivó directamente en la creación de Ritos, o formas de cómo se practicaba la masonería para conservar su simbolismo. La Francmasonería usa, pues, este término sin darle ninguna dimensión sacramental.

Se denomina rito (con minúscula) los diversos actos ceremoniales de iniciación (como el rito de despojar de metales al iniciado) o de desarrollo de los trabajos dentro de la Logia, cuyo formalismo está regulado según su finalidad iniciática.

El Caballero Andrew Michael Ramsay (1686?-1743), ardiente jacobita y preceptor de los hijos del Pretendiente (Jacobo III), en sus discursos de 1736, 1737 y 1738  los cuales parecen ser un mismo texto modificado por distintas razones y circunstancias. Base estos discursos idearía los llamados Altos Grados, buscando el origen masónico en los templarios y anécdotas religiosas, dando títulos pomposos y principescos como “Sublime Príncipe del Real Secreto”, “Gran Juez Inquisidor Comendador”, “Caballeros Kadosh”, etc.

Hoy en día existen en el mundo 154 Ritos, dividiéndose entre los llamados “Antiguos” y “Modernos” con influencias esotéricas variopintas; los ritos más difundidos en el mundo son: Rito de Emulación, Rito Escocés, Rito Escocés Rectificado, Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Rito Francés (con sus modalidades Tradicional, Moderno Restablecido y Simplificado), Rito Oriental de Memphis, Rito Egipcio Antiguo y Primitivo Memphis-Misraim, Rito de York, Rito de Swedenborg, Rito de los Caballeros de Oriente, Rito Schroeder, Rito de Heredom y el Rito Primitivo en sus diferentes variantes. También se consolidaron los modos nacionalistas que tuvieron mucho impacto en la política durante el siglo XIX, como el Rito Brasilero, Rito Ecléctico Lusitano y el Rito Nacional Mexicano.

Cabe destacar que la Masonería sin importar en que Rito se practique, contiene la universalidad de los tres grados, y un Mason puede practicar cualquier Rito. Normalmente las Logias o Grandes Logias deciden que Rito practicar para enfocarse en un aspecto especifico de las escuelas iniciáticas.

La Ilustración

En Abril de 1738 reserva a los masones una sorpresa desagradable; por medio de una bula, el papa Clemente XII, de 85 años de edad, excomulga a los francmasones porque son herejes y admiten en su seno a personas de cualquier religión. El texto se glosó mucho y los católicos francmasones estimaron que no se trataba de herejía propiamente dicha sino, más bien, de cierta “molestia” de la Iglesia producida por el secreto masónico que parecía incompatible con los dogmas de la religión revelada. Puesto que Clemente XII

añade que condena a la masonería “por otras causas justas y razonables que nos son conocidas”, muchos historiadores han procurado descubrirlas.

En 1747 tres escritores están de moda, Montesquieu, autor de El Espíritu de las Leyes, y notorio miembro de la Orden; Voltarie se encuentra en la corte masónica de Luneville, pero no se iniciaría hasta casi el final de sus días. Y Diderot, por su definición de masonería en su enciclopedia.

En 1756 la que hasta ese momento se había llamado Gran Logia Inglesa de Francia, pasó a llamarse Gran Logia de Francia, la cual es disuelta en 1772. La reemplaza oficialmente, el 26 de junio de 1775, el Gran Oriente de Francia. En adelante será el único poder legislativo francés y la única instancia superior que agrupe todos los talleres. Entre las modificaciones se incluyo la revocabilidad del mandato y la preeminencia de cuerpos colegiados logiales o de la obediencia sobre éstas autoridades, que tienen carácter de mandatarios, es decir que reciben un mandato de sus electores. Es así como en 1775 el Gran Oriente emitió una circular que sostenía que "la ley es la voluntad de la mayoría", lo que sería recogido dieciséis años más tarde, en la Declaración de los Derechos del Hombre.

De los cambios que fueron apoyados, realizados y culminados enteramente por Francmasones, se cuenta la Independencia de Estados Unidos. Benjamín Franklin en 1778 visitó Francia durante dos años hace una gran propaganda en las logias de la causa americana. Es alentado en todas partes y obtiene armas y dinero. Los masones se entusiasman ante esa noble lucha en la que se distingue el hermano La Fayette.

La Revolución Francesa

Fue visible el profundo malestar que sintió el cuerpo masónico durante toda la Revolución. Los nobles que dirigen la masonería se ven superados por los acontecimientos, los monárquicos sinceros no aceptan la decadencia de la monarquía. Tras la toma de la Bastilla, el 17 de julio de 1789, Luis XVI va al ayuntamiento. Cuando llega al pie de la gran escalinata, los oficiales de la guardia nacional, que son casi todos francmasones, desenvainan su espada. Luis XVI reacciona retrocediendo, teme ser asesinado. De hecho, los oficiales forman una bóveda de acero con sus armas y el marqués de Nesles le dice al rey: «Sire, no temáis nada.» Luis XVI pasa bajo aquella bóveda, símbolo reservado a los más altos dignatarios masones, y entra en el Ayuntamiento.

La batalla de Valmy (20 de septiembre de 1792) devuelve al ejército trances la plena confianza en sus medios. De hecho, prácticamente no ha habido combate y los regimientos prusianos se han doblegado sin entablar una lucha encarnizada, El masón Goethe exclama: ¡De este día data una nueva era para la historia del mundo!. Ciertamente, Danton y Dumouriez son masones, el duque de Brunswick, comandante en jefe de los austriacos, está rodeado de masones y, sin duda, también el lo es. ¿Hay que concluir por ello que los hermanos decidieron de común acuerdo no librar batalla tras una intervención del masón Choderlos de Lacios, presente en el campo de operaciones? Aunque haya parte de verdad en esta hipótesis, no por ello los revolucionarios sentirán el más leve agradecimiento por la masonería. Durante el Terror, numerosos hermanos son guillotinados; cruel ironía, Guillotin era francmasón. Ninguna Logia puede trabajar normalmente en Paris, pues se suceden encarcelamientos y ejecuciones.

El fenómeno revolucionario es demasiado complejo para ser obra de una sola comunidad; aunque sea exacto que varios masones fueron cabecillas revolucionarios, no olvidemos que actuaban en nombre propio, sin ser enviados por la Orden. No olvidemos tampoco que numerosísimos masones fueron guillotinados y que, al día siguiente de la Revolución, la francmasonería, en vez de estar en el poder, era sospechosa de monarquismo.

La Revolución francesa es la culminación de un proceso intelectual social del que la mayoría de los masones solo tenia una muy relativa conciencia. La Orden, por lo demás, no dio consignas unitarias, ya hemos visto que los dos principales dirigentes de la masonería tenían teorías radicalmente opuestas. El hecho más importante es, sin duda, este: antes de la Revolución, la orden masónica conoce las mismas divisiones que la sociedad. No hay doctrina política coherente alguna capaz de unir a los hermanos a favor o en contra de un cambio social. El hermano La Fayette está a la cabeza de la multitud que abuchea a los guardias suizos cuyo jefe es el hermano masón D'Aumont; los hermanos monárquicos no comprenden a los hermanos revolucionarios, que tratan a los primeros de traidores a la República. Es seguro que algunas logias sirvieron de base a manejos revolucionarios; que la masonería entera alentara la Revolución es una flagrante mentira.

Francmasonería Liberal Francesa

Después de la Revolución el Gran Oriente de Francia reanudo sus trabajos, de lo cual fue apoyado tanto por Napoleón, el cual fue iniciado en la pirámide de Giza, como de su hijo Napoleón II. Desde sus reformas de 1775 y el siguiente análisis, rectificación e investigación del Ritual Francés que tardo trece años, comenzaron varias reformas democráticas, respondiendo a un proceso de evolución, que tuvo su cúspide en 1871 cuando se suprimió el poder omnipresente del Gran Maestro, substituyéndolo con el Consejo de la Orden, al que correspondió elegir anualmente su presidente. Esta característica democrática del Rito Francés Moderno lo contrapone principalmente con el Rito Inglés, que tiene una concepción monárquica del poder, la que otorga a los Venerables Maestros y especialmente al Gran Maestro, preeminencias, inmunidades y prerrogativas muy grandes y lo que es más grave, les confiere una autoridad inviolable e irresponsable, dado que no rinden cuenta de sus actos o lo hacen teóricamente ante autoridades distintas a sus electores. Pero también lo contrapone al Rito Escocés Antiguo y Aceptado y su organización y concepción del poder aristócrata.

En el Convento del Gran Oriente del año 1877, el pastor Frederic Desmons presenta una síntesis de todos los estudios realizados y se pronuncia a favor de la supresión del Gran Arquitecto. “Solicitamos la supresión de esta fórmula”, declara, “porque nos parece del todo inútil y ajena al fin de la masonería. Cuando una sociedad de sabios se reúne para estudiar una cuestión científica, ¿Se siente obligada a poner en la base de sus estatutos una formula teológica cualquiera? No, ¿verdad? ¿Y no debe ocurrir lo mismo con la masonería?”.

Posteriormente el Rito Primitivo de Francia el ejemplo y cambiaria al Gran Arquitecto por el lema: “Por el Triunfo de la Verdad Científicamente Demostrable". A su vez el Rito Nacional Mexicano, el cual fue conformado por masones del Rito de York, Rito Escocés Antiguo y Aceptado y Rito Primitivo establecerían como su lema “Al Triunfo de la Verdad y al Progreso del Genero Humano”.

Anti masonería

Gabriel Jogand-Pagés alias Leo Taxil era un escritor amarillista y soplón de la policía. Que entre otras cosas redactó el libro Los Amantes del Papa, produciéndole una demanda de parte de la iglesia dejándolo en la miseria. Tal vez eso lo llevó a escribir en 1885 Los Misterios de la Francmasonería, con delirantes descripciones de Lucifer como el Gran Maestro Secreto de la Orden, los sacrificios al maligno, rituales para ganar dinero y poder, todo acompañado con dibujos exóticos. Los católicos se llenan de júbilo, pero el sentido común desprestigia sus alocadas disertaciones, años después confesaría su broma por la ingenuidad humana, pero el daño estaba hecho, sus cuentos son creídos por muchos hasta nuestros días.

También ha sido perseguida la Masonería por religiones y por gobiernos teocráticos a pesar de que la masonería no se define a sí misma como una religión. Del otro lado, en la historia, una parte de los francmasones no solamente han profesado el laicismo pero también el anticlericalismo, oponiéndose filosóficamente, doctrinalmente y políticamente al cristianismo. En estas mezclas existen grupos que practican el “secretismo” como los Caballeros de Colon, el Opus Dei y en México “el Yunque”, los cuales por una cuestión fundamentalista persiguen por consigna a la Masonería.

Cabe hacer presente, que el principal enemigo formal y expreso de la masonería, es la Iglesia Católica Romana, ya que al parecer ha sido la única religión cristiana que ha marginado a sus fieles por el sólo hecho de ingresar a una Logia Masónica. Al menos cinco Pontífices han impuesto expresamente en sus Encíclicas el anatema (anaiema = separación), o excomunión generalizada a un número indeterminado de individuos que se encuentren en una determinada posición o jurisdicción, ya que los Papas pueden imponer la sanción del anatema a una ciudad, región o país.

Diversos Pontífices, tales como: Clemente XII en1738 dicta la primera encíclica antimasónica “In Eminentis”, más tarde Benedicto XIV en 1751 en ”Providas” condena el secreto masónico y recomienda a Arzobispos y Obispos procurar extinguir a las Sociedades Masónicas; setenta años después, Pío VII en 1821 en “Ecclesiam a Jesu Christo”; en 1825 León XII emite “Quo Graviora” condena al Rito de la Universidad por blasfemos y otro tanto hace, Pío VIII en “Iraditi” “pide a Patriarcas, Primados y Obispos que se fijen en “esas asociaciones secretas de hombres facciosos enemigos de Dios y de los príncipes que emplean todos sus esfuerzos en desolar la Iglesia, trastornar los estados, en perturbar todo el universo y que rompiendo el freno de la verdadera fe, abren el camino a todos los crímenes”…. Gregorio XVI en “Mirari vos” califica a la Masonería como “causa de todas las calamidades de la tierra, de los reinos y como sumidero de todas las sectas anteriores”. León XIII en 1884 mediante “Humanun Genus” señala que como consecuencia del pecado el género humano quedó dividido en dos ciudades: la de Dios y la de Satanás, en segundo término señala que la Masonería es un auxiliar poderoso del Reinado de Satanás. En tercer lugar señala, refiriéndose al supuesto modo de disimular los planes de los masones: “Buscan hábilmente subterfugios tomando la máscara de literatos, y sabios que se reúnen para fines científicos, hablan continuamente de su empeño por la civilización, de su amor por la ínfima plebe, que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuántos más puedan las ventajas de la vida civil”. En lo que concierne a los juramentos, promesas y castigos simbólicos se califica a los masones, de monstruosidad que condena la razón. A continuación señala que los Frutos de la Masonería son dañosos pues la libertad conduce a una indiferencia de la real existencia de Dios, lo que implica una corrupción de las costumbres y basados en un naturalismo se niegan las verdades más fundamentales como lo son la Existencia de Dios, la espiritualidad y la inmortalidad del alma. Mas su santidad da los remedios contra los supuestos daños causados por la masonería. Ellos se resumen en Cinco “infalibles” recetas:

1- Renueva las proposiciones de sus antecesores.

2- Recomienda a los obispos que procuren quitar la máscara a la Masonería de modo que los masones sean conocidos como son y que “nadie por ningún título dé su nombre a la secta Masónica… Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida.

3- La instrucción religiosa de todos, el fomento de la Venerable Orden Tercera de San Francisco y de la Sociedad de San Vicente de Paul.

4- Acentuar el desvelo por la educación de jóvenes y niños y procurar en ellos el horror que merecen las sociedades prohibidas por la Iglesia. Y finalmente en

5- lugar exhorta a la oración y la suplica divina sin la cual serían infructuosos los remedios señalados anteriormente.

Aunque pareció que bajo el mandado de Juan Pablo II, con el nuevo Código Canónico no se mencionaba la censura a la Masonería, tampoco se levanto ex profeso. De lo cual si una Bula Papal o Encíclica u otro documento no es referido directamente, no se ha levantado el anatema hacia la Masonería, ya que según el concilio Vaticano de 1870 los Papas, son “infalibles en materia de fe y costumbres”.

Numerosos Cardenales y Obispos han escrito malintencionados documentos calificando la masoneria como paracticas de Satanismo, resalta el del monseñor León Meurin, Arzobispo de Pory-Louis, Mauritius, quien publico en 1893 una obra titulada “La Francmasonería, sinagoga de Satán” en la cual sostiene que la masonería es judía, satánica y por tanto anticristiana.

Debemos aclarar, no debemos, confundir algunos contenidos ritualísticos masónicos en hebreo, ya que no hacen del masón un judío, de la misma manera que el judío es cristiano por adorar la esencia divina de Adonai, o por el sólo hecho de ser Cristo un Judío.

La Anti masonería es una temática muy popular en las teorías conspirativas actuales que relacionan la masonería al Nuevo Orden Mundial y no se relaciona de manera obligatoria con la teoría de la Conspiración Judeo-Masónico-Comunista-Internacional que se aproxima de una temática política de extrema derecha.


El problema histórico de la Regularidad

Habitualmente los textos del Pastor James Anderson, de 1738, son la referencia para el canon moderno. Antes de entrar en polémicas, debemos entender que dichos textos no fueron realizados con el enfoque histórico de hoy, sino como una apología, y a veces de manera simbólica, de los antiguos documentos llamados por él “las antiguas constituciones góticas”, enfocadas al origen de la masonería desde una perspectiva cristiana. En los escritos de Anderson se definen las particularidades de la Masonería por Ancient Landmarks, o Antiguos Linderos, reglas pasadas oralmente para explicar en cualquier tiempo el reconocimiento del ritual masónico y sus miembros. De aquí se despega el termino “Regularidad” para definir la coherencia masónica.

En 1856 se publican en la Revista Fundations of Masonic Law, y luego en la Encyclopedia of Freemasonry, las interpretaciones de los Landmarks por el Doctor Albert Gamaniel Mackey (prominente miembro de la Gran Logia de Carolina del Sur en Estados Unidos), quien las enumera en 25 incisos. El primer punto de discusión fue el poder que se le dio a la figura de Gran Maestro y Gran Logia, la cual administraba y gobernaba a las Logias adheridas a ella, esto generó mucho autoritarismo, pues menguaba la libertad en las decisiones de los miembros y talleres. En el apartado 17, se prohibía a “las mujeres, cojos, lisiados, esclavos, mutilados, menores de edad y ancianos ser iniciados”, y en el 18, era obligatoria la creencia en Dios para ser masón. Estos dos puntos fueron y han sido irreconciliables hasta hoy en la Masonería, ya que la vertiente progresista, normalmente representada por la Masonería Francesa y la Primitiva, permite la entrada a Mujeres, Homosexuales y personas con capacidades diferentes, además de haber suprimido en 1877 la imposición de creencia en Dios o un ser superior. Así, los términos “Regular” e “Irregular”, están matizados por la intolerancia religiosa y de género.
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QUE ES LA FRANCMASONERIA Empty Re: QUE ES LA FRANCMASONERIA

Mensaje por Admin Vie Nov 27, 2009 8:10 pm

Recuperación del Simbolismo Francmasónico

Separaras la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, con gran inteligencia

-Hermes Trismegisto, La Tabla Esmeralda.

En los siglos XVII y XVIII la Masonería se extendería por todo el mundo, teniendo su semillero en los clubes de caballeros burgueses y nobles, donde la política y los ideales se combinaban con los antiguos ideales de los masones operativos. Esto generó declive y poca seriedad en los rituales, los cuales eran modificados y utilizados de manera laxa. Como respuesta a esta decadencia, varios estudiosos y eruditos comenzaron a surgir, buscando el verdadero significado de la masonería. Entre los primeros se cuenta al esotérista francés Alphonse Louis Constant, mejor conocido como Eliphas Lévi. Seminarista en su juventud, Lévi se dedicó a leer los antiguos evangelios y documentos gnósticos, para después dejar el sacerdocio y adentrarse de lleno en el ocultismo. Al poco tiempo entró al rosacrucismo y no tardó en iniciarse en la Masonería. Entre todos sus libros resaltan Dogma y Ritual de la Alta Magia, Historia de la Magia y los libros de los sabios y esplendores, en donde vertía su tesis de que la Cábala era el origen de todo el simbolismo masónico. Su discípulo Papus sería posteriormente el propagador de su conocimiento.

Otro de los grandes teóricos de la masonería fue René Guénon, matemático, filósofo y metafísico francés. Son innumerables sus artículos publicados acerca del simbolismo esotérico y masónico; en sus libros manejaba un lenguaje lúcido pero extremadamente complejo en su riqueza intelectual y simbólica. Siempre recomendó la restauración de los rituales masónicos sobre sus verdaderas bases operativas, pero Guénon era un fuerte detractor de otra de las tendencias de simbolismo de ese tiempo: la Teosofía con la figura representativa de la gran ocultista Madame Blavatsky.

Blavatsky fue iniciada en la masonería y escribió Isis sin velo y La Doctrina Secreta, junto con Annie Besant; fue feminista y partidaria de la independencia de Irlanda y la India, además de Gran Maestra del Consejo Supremo Masónico del Derecho Humano.

Otra teórica prominente fue Alice Bailey, quien fundó las bases para vincular las enseñanzas de la masonería, Cábala, Gnosis, filosofía de Medio Oriente e India, sentando el precedente para el actual movimiento de la Nueva Era.

En el terreno de la erudición práctica, pero sin fama, se cuenta a Oswald Wirth; él criticó tanto el formalismo y autoritarismo de la masonería inglesa como el abandono de la masonería francesa. Su opinión como masón se vierte en innumerables libros, los cuales por su profundidad permanecen tan actuales como hace 80 años. En su obra El Ideal Iniciático menciona que “La característica de la iniciación, es su absoluta sinceridad: no engañar a nadie. Por eso mismo resulta amarga y desilusionante. Quien la posee comprende que no sabe nada; el sabio observa un silencio modesto y se guarda de erigirse en pontífice. Si el Iniciado pide la luz es tan sólo para poder cumplir mejor con la tarea que le incumba”.

Albert Pike fue otro de los visibles francmasones estadounidenses, que por sus textos fue una guía para la interpretación del simbolismo del orden, desgraciadamente su trabajo fue utilizado por sectores antimasónicos, sin embargo también inspiraron a los teosóficos y a Aleister Crowley, quien fue iniciado en 1898 en la orden hermética de la Aurora Dorada, una vertiente de la masonería que intentaba recuperar su carácter esotérico y mágico.

Desde el principio Crowley fue considerado un brillante estudiante del simbolismo y el ritual masónico; en 1900 viaja a México y forma parte del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, donde le es conferido el grado 33, aunque él describe la masonería mexicana como “un lugar caótico, en donde las logias se forman y desaparecen en cosa de días”. En 1904 siguió su carrera masónica en la Logia Anglosajona No. 343 de la Gran Logia Nacional Francesa en Paris, por lo cual en Inglaterra no es reconocido como masón, por su afiliación a un cuerpo “irregular”. Crowley escribió más de 80 libros y fundó la OTO (Ordo Templis Orientis). Sin lugar a dudas la genialidad de Crowley es innegable y su locura fue el precio a pagar por intentar llegar a los conocimientos más profundos. Décadas después figuras del Rock, como Lennon, David Bowie, Joy Divition, Led Zeppelin, etc., serían inspirados en su obra.

Las Mujer y la Francmasonería

Como fue comentado anteriormente en los “antiguos deberes” a los que se refiere Anderson, existen un sinnúmero de párrafos donde se hablaba de “hermanas” como parte del gremio masónico. En Francia las damas formaron el Gran Oriente de Francia, en 1744 las Logias de Adopción, o Masonería de Damas, las cuales trabajaban con tutela y supervisión de hermanos varones con ritos muy parecidos a los ya establecidos. En el mismo año, en Irlanda, se iniciaría a Elizabeth Aldworh en la Logia No. 95 de County Cork; ella era la hija del vizconde de Doneraile y se cuenta que durante mucho tiempo espiaba las reuniones de su padre, celebradas en su casa, pero un día fue descubierta, y al constatar su aprendizaje decidieron iniciarla y darle los tres grados masónicos el mismo día.

Otro caso emblemático es el de la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, notoria protectora de las logias masónicas de York, de donde eran miembros la mayoría de los independentistas de México. También varios historiadores masones hablan de la fundación del Rito Nacional Mexicano, en donde eran aceptados hombres y mujeres. El problema de corroborar estos datos es la quema de sus archivos a finales en el siglo XIX por orden de Porfirio Díaz.

En 1882 la Logia Los Libres Pensadores del Pecq, en las cercanías de Paris, decidió iniciar a la periodista María Deraisme, este acto de insubordinación y la polémica generada hizo que fuera expulsada María, pero 11 años después, junto con otros masones crearía la Gran Logia Mixta “El Derecho Humano”.

Esta discriminación no sólo es contra mujeres, también hay racismo en algunas logias de Suecia, Alemania, y EUA, donde no se deja entrar a judíos, afroamericanos, indígenas y ateos. Paradójicamente existe en Estados Unidos la Gran Logia Prince Hall, compuesta en su mayoría por negros, ahí participaron personajes como Louis Armstrong, Nat King Cole, Duke Ellington y Martin Luther King, entre otros.

La Francmasonería en el Siglo XX

El libro Los Protocolos de los Sabios de Sión fue usado como propaganda antisemita y para difundir el odio a la francmasonería, pues se le creía parte del complot judío. Años después, junto con las ideas del pangermanismo, serían la base para la ideología nazi. Los enemigos del tercer Reich fueron los comunistas, los judíos y los masones. En una ocasión mencionó Hitler: “Lo peligroso en esas gentes es el secreto de su secta, ¡y fue justamente lo que les quité! Forman una especie de aristocracia eclesiástica. Se reconocen entre sí por signos especiales, han desarrollado una doctrina esotérica que no está formulada en términos lógicos, sino en símbolos que revelan gradualmente a los iniciados. ¿Qué no se dan cuenta de que nuestro partido debe constituirse exactamente como su secta?” (del libro, “Hitler me dijo” de Hermann Rauschning).

Por esto último se habla normalmente de la última batalla ganada por la masonería al haber derrotado a Hitler, ya que tanto Roosevelt, Churchill y Patton eran masones. La masonería en Francia fue reconstruida después de la guerra, reestructurando sus esfuerzos por la libertad de conciencia y en franca oposición al racismo y los enemigos de la democracia, contando años después con miles de miembros, y en general las organizaciones llamadas como “irregulares” crecen rápidamente, mientras sus contrapartes “regulares” siguen cayendo en la decadencia.

La Francmasonería en la Actualidad

No aspiremos a formar buenos Masones… Eso es demasiado…

Aspiremos a formar buenos hombres y mujeres…

Unos años antes de que el francmasón Aldrin fuera el segundo hombre en poner el pie en el suelo lunar, el francmasón Marius Lepage escribía: “La masonería actual intenta, nos dicen, preparar un mundo mejor. Estamos en un error total. La masonería no debe preparar un mundo mejor. Debe preparar a hombres y mujeres que, luego, tal vez, harán un mundo mejor”. Podríamos citar muchas otras opiniones de francmasones que van de una ferviente creencia en la Orden hasta la duda más crítica. De cualquier modo que sea, ya sólo quedan en Occidente dos órdenes tradicionales de orígenes muy antiguos: el Compañerismo y la Francmasonería. Si no pueden negarse las peleas y divergencias que dividen a sus miembros, cierto es sin embargo que estamos ante cuerpos constituidos que merecen todavía atención. Hacer el balance de las corrientes masónicas en el mundo es descubrir una multiplicidad de tendencias.

Expulsemos primero algunos fantasmas. La masonería contemporánea no es, en ningún país, una secta muy cerrada que se rodea del mayor misterio. En todas partes donde existe, es una asociación legalmente registrada y sus dirigentes hacen declaraciones públicas. Ninguna obediencia masónica desea ya ser una contra-Iglesia y la Orden no tiene voluntad ni posibilidad de convertirse en un contra gobierno a escala mundial. Además, las obediencias no disponen de fondos secretos y tesoros ocultos; sólo subsisten por las cotizaciones de sus miembros.

Quien desea entrar en la Orden masónica debe escribir una carta a un responsable que forme parte de la asociación hacia la que se siente más atraído. Registrada la petición, tres masones son designados por el Venerable de la logia que, eventualmente, acogerá al postulante; tras discusiones referentes a los más variados temas, los tres “investigadores” hacen un informe positivo o negativo a los demás masones de su logia. Se procede luego a una votación para admitir o no al candidato. Si la decisión es favorable, el profano es iniciado durante una ceremonia solemne.

En el caso de las Logias que practica el Ritos Liberales Latinos, la admisión de profanos tiene una secuencia distinta a la de los Ritos anglosajones, es mucho más rigurosa, ya que se considera el peligro de admitir a profanos cuya honorabilidad no fuere perfecta y sus intenciones no fueren puras, debiendo rechazarse la admisión de quien no fuere un hombre y mujer sincero y probo. En votación, solo se acepta para Iniciación a un Profano, por el voto unánime de los masones de la Logia.

No se impone límite de tiempo alguno; en algunas logias, el proceso de admisión será rápido, en otras será muy largo. El masón que desea abandonar su logia nada tiene que temer; presenta su dimisión con una carta expresa, paga sus aportaciones pendientes y listo. La leyenda de las “venganzas” masónicas es del todo difamatoria; es una de las últimas secuelas de los falaces escritos que redactaron Leo Taxil y sus semejantes. Sólo se le pide, bajo su palabra de honor, que no revele los secretos de la Institución, y si no lo cumple, el único que se perjudica es él verdadero y más preciado secreto masónico que es inviolable por naturaleza.

La casi totalidad de las asociaciones masónicas exige de los candidatos un detallado curriculum vitae y un certificado de antecedentes penales virgen. Buscan, en efecto, cierta dignidad del hombre o mujer que, por lo demás, no se basa sólo en estos documentos administrativos.

Hoy como ayer es preciso diferenciar la Orden masónica que tiene un carácter universal y las obediencias nacionales cuya historia está vinculada a factores religiosos, políticos y sociales. Cada obediencia agrupa varias logias o talleres que son las células básicas de la masonería. En el plano material, dependen de algunos altos dignatarios que se encargan del destino material de la asociación. En el plano iniciático, en cambio, las logias disponen de cierta independencia siempre que respeten las reglas generales de la masonería tal como la concibe la obediencia de la que forman parte o universales si están bajo la bóveda celeste.

La mayor nación masónica es, indiscutiblemente, América del Norte. Toda su historia muestra la huella del ideal masónico que inspiro, en gran parte, la primera Constitución de los Estados Unidos. La mayoría de los presidentes americanos perteneció a la Orden. Los masones americanos se ocupan sobre todo de beneficencia; financian la construcción de guarderías, hospitales, residencias de ancianos. Su principal preocupación es mantener una cálida camaradería y preservar una especie de gran familia donde los hermanos entablan sólidos vínculos afectivos y materiales.

Tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, acceder a la masonería es un honor. Felipe de Edimburgo y el arzobispo de Canterbury son francmasones y avalan así, de un modo oficial, la existencia de la asociación. De hecho, la masonería anglosajona forma un bloque coherente en el que, ante todo, cuenta la respetabilidad de los miembros; sus talleres intentan formar masones fraternales y perpetuar el tipo del “hombre honesto” respetuoso de la sociedad circundante. El masón anglosajón está perfectamente integrado en su nación y forma parte de uno de los organismos más honorables que sólo es criticado muy raramente.

El caso francés presenta notables particularidades. Según recientes sondeos, habría en Francia unos cincuenta mil masones. Se reparten en tres obediencias principales: el Gran Oriente de Francia, la Gran Logia de Francia, la Gran Logia Nacional Francesa. Deben añadirse a ello cuatro asociaciones: la Gran Logia Nacional Francesa Ópera, la Federación Mixta del Derecho Humano, la Gran Logia Femenina de Francia y la Orden de Memphis Misraim.

Para el profano, esta simple enumeración pone de relieve una gran complejidad, intentemos verlo más claro examinando el ideal de las tres grandes obediencias.

El Gran Oriente de Francia tendría, al menos, veinte mil miembros. En el plano numérico, es la obediencia más importante. También es la más conocida e intenta seguir penetrando más aún en la actualidad gracias a sus publicaciones y a las emisiones radiofónicas o televisivas. El Gran Oriente es dirigido por un Consejo de la Orden que elige a un presidente; a su entender, la masonería no es ya una sociedad secreta sino un organismo discreto que permite a sus miembros abordar todos los temas que les preocupan. Deseando abrirse al máximo a la vida cotidiana, predica la tolerancia, la libertad de conciencia y el anti dogmatismo. Por ello acoge de buena gana a profanos en los coloquios, reuniones informativas, cenas-debate y seminarios. La calidad de la vida social le parece el problema esencial que la masonería moderna debe contribuir a resolver.

Entre los matices de la Masonería, se encuentra su forma fraternal en la que se hace hincapié en la calidad de las relaciones humanas; en principio, la notoriedad, el oficio y la fortuna de los masones deben desvanecerse ante el sentimiento de fraternidad que les une. Les permite desarrollar una amistad profunda gracias a una global ayuda mutua.

La masonería con la filantropía, que utiliza el dinero de la asociación para ayudar, en la medida de sus medios, a los masones en dificultades y a los grupos sociales desfavorecidos. Esta preocupación se traduce en fundaciones caritativas y manifestaciones públicas donde los masones expresan su deseo de justicia social.

El humanismo en la Masonería, que se vincula a la definición de los valores humanos, a la comprensión del progreso económico y de las leyes de una sociedad armoniosa. Desarrolla una cultura donde los sentimientos y el pensamiento del hombre son estudiados sin pasión, para engendrar una mejor fraternidad entre todos los humanos.

La masonería en la política o comprometida que intenta participar en la buena marcha de la nación. Algunas obediencias se sitúan más bien a la izquierda, más bien en el centro, o simplemente la prohíben de una manera oficial, más no de un carácter personal. La tendencia anglosajona es bastante conservadora mientras que el Gran Oriente de Francia, para citar sólo un ejemplo entre otros, desearía profundos cambios.

Existen masones teístas que desean aproximarse a la Iglesia y mostrar la importancia de la creencia en Dios. Sin ser una iglesia en sentido estricto, rechaza el ateísmo y el anticlericalismo en todas sus formas.

Hay, por fin, una tendencia de masonería iniciática y esotérica cuya principal preocupación es el estudio del simbolismo y de su transmisión a través de las edades y entre los iniciados. Estima que la iniciación sólo puede realizarse realmente en un marco comunitario, donde la conciencia del hombre florece poco a poco.

En todas las obediencias, por lo demás, estas diversas tendencias están representadas según variadas proporciones. En función de estas circunstancias, el historiador no puede declarar de un modo perentorio “esa tendencia de la masonería es la auténtica”, “ese tipo de masonería es falso”. Pronunciar una sentencia de ese estilo no suprimiría, por ello, las asociaciones masónicas que se excomulgaran intelectualmente. Algunos masones lamentan esa diversidad que, a su entender, debilita el poder de la Orden y desnaturaliza su coherencia institucional. Otros la consideran favorable y piensan que así se respeta la tolerancia.

Obligaciones y Derechos de un Francmasón

“Cuanto mayor es la recompensa, mayores son las responsabilidades”.

-Nogarola, Del Pecado igual o Desigual de Adán y Eva.

Toda sociedad tiene el derecho de exigir de sus miembros el cumplimiento de ciertas obligaciones y, a la vez le hace partícipe de los beneficios que ofrece. La Masonería no es una excepción, por lo que es justo y necesario que antes de contraer las obligaciones de un masón, se sepa cuáles son estas obligaciones y cuáles los derechos y cuáles que se adquieren.

La primera de las obligaciones consiste en guardar un silencio absoluto de los asuntos tratados en las reuniones o “tenidas” (como se les designa masónicamente). La Masonería no es, propiamente, una sociedad secreta, pero sí es discreta. En los varios siglos de actuación que lleva recorridos ha podido probar que sólo con reserva, sigilo y discreción se puede estar a salvo de los ataques que nacen de la incomprensión, del fanatismo y de la envidia. A los que comentan que: “¡Algo de malo habrá en ello, puesto que se esconden para hacerlo!”, les contestaremos que nunca las nuevas ideas han encontrado el camino sembrado de comprensión, buena voluntad y aliento. Por el contrario, recordemos a Sócrates acusado de pervertir a la juventud, a Galileo torturado por blasfemo, a Spinoza excomulgado por ateo, y tantos que han seguido igual o peor suerte. Y si hay quien diga que esos tiempos ya pasaron y que en los tiempos actuales hay libertad de expresión y respeto hacia las ideas nuevas, les diremos que están en su derecho para creerlo así; pero que la Masonería está estructurada de modo tal que pueda seguir funcionando aunque impere un régimen de opresión política y económica y de coartación de la libertad. Por tanto, no necesita justificar su exigencia de que los miembros guarden cuidadosamente sus secretos, puesto que ello es parte de su naturaleza, y la sabiduría de este proceder ha sido constatada en tiempos buenos y malos.

La segunda de las obligaciones de un buen masón es la de trabajar intensamente en pro de su propia perfección interna. Deberá corregir sus propios defectos, combatir sus pasiones y prodigarse en el servicio para con los demás. En esto consiste el trabajo masónico, que es, como se dijo antes un trabajo personal de evolución y labrado de la personalidad. No es buen masón quien solamente se dedica a reunir abundantes conocimientos sobre filosofía, historia, ciencia ritualistica, sociología, etc., si esta ilustración no va acompañada de un auténtico fraternal que le impulse a correr en auxilio de todo hombre o mujer que necesite de sus servicios. Tampoco podrá calificarse de masónica la labor de quien está animado de grandes deseos de hacer el bien, pero que carezca de la ilustración y capacidad suficientes para reconocer la forma más eficaz y provechosa de hacerlo. El verdadero masón cohonesta sus conocimientos con un comportamiento altruista y virtuoso, y pone en juego ambas cualidades en trabajo infatigable, para que sus buenos deseos se transformen en realidades palpables.

La tercera obligación es la de cumplir con los Estatutos Generales de la Orden, las Constituciones de la Gran Logia a que pertenezca y los Reglamentos particulares de su logia. Aunque no sería posible dar a conocer en esta obra este cuerpo de disposiciones legales, bastara explicar que su objeto único es el de fijar las normas de gobierno y funcionamiento interno de las logias, y que todo masón sabe que estas órdenes tienen como mira el bien común y jamás pueden contravenir los principios de honor y virtud que proclama la Orden.

Entre las obligaciones que se desprenden de los Reglamentos particulares de las logias están incluidos los de asistir puntualmente a las “tenidas” semanales, estar al corriente en los pagos de las cuotas personales, o “capitas”, y conducirse siempre con decoro y orden.

Pasamos ahora a lo que ofrece, en cambio, la Masonería. En primer lugar, ofrece su conjunto de enseñanzas sistematizadas, las cuales va impartiendo a cada cual, según los méritos alcanzados por su esfuerzo personal.

Otorga a todos sus miembros el derecho de recibir ayuda y amor fraternal en cualquier lugar del mundo en que se encuentren. El masón tiene amigos en todas partes, siempre dispuestos a correr en su auxilio en el momento en que los llame. Sin importar las diferencias de Rito que practique ni la jurisdicción con todos los demás masones del mundo.

En otras partes del mundo, existen organizaciones masónicas que dan ventajas, de un ámbito de filantropía social a sus agremiados. Debemos hacer notar, sin embargo, que no es en estos servicios asistenciales donde radican los beneficios de la Masonería, sino en la oportunidad que brinda a sus miembros para estudiarse a sí mismos y ponerse a prueba dentro de los trabajos de la logia, alcanzado un mejoramiento constante, gracias a las sabias normas y disciplinas de la Orden.

Finalmente, la Francmasonería brinda a quienes evolucionan dentro de ella, la oportunidad de ampliar su campo de acción en el mundo externo y desarrollar una actividad de mayores alcances y trascendencia. Esto se logra como resultado de la cohesión que se establece entre los masones y que después trasciende a los diversos campos de acción en que se encuentran profesionalmente. No es esto el producto de un plan de acción premeditado por la Institución Masónica y que aconseje colocar a fulano aquí y a zutano allá, como piezas de un ajedrez en que se juegue alguna trascendental partida política; es más bien la polarización espontánea de todos los hombres y mujeres en quienes se ha sublimado el amor a la libertad, a la justicia social y al progreso, cuando con ocasión de un acontecimiento que viola los derechos del hombre y obstaculiza la marcha ascendente de la humanidad, convergen al unísono, impelidos por sus ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

El Secreto Francmasónico

Este mundo es como una antecámara antes del Mundo por Venir. Prepárate en la antecámara antes de entrar en el palacio… Este bien (el Mundo Futuro) no se entrega como recompensa, si no como resultado directo del vínculo de una persona con el bien. Una persona alcanza aquello a lo que se vincula.

Sefer Yetzirah, Traducción de Aryeh Kaplan.

Entre la masonería antigua y la masonería moderna existe un punto común fundamental: el símbolo. Las dos instituciones siguieron vías distintas, opuestas a veces, basaron sus reclutamientos en criterios muy variados, pero preservaron la sustancia simbólica de la Orden y su contenido iniciático, aunque algunas obediencias renegaron, más o menos, de él. En su obra Los auténticos Hijos de la Luz, el masón Pierre Mariel nos explica en estos términos el carácter eterno de la francmasonería: “El símbolo es la esencia misma, la razón de ser de la masonería. Lo visible es el reflejo de lo invisible. Ahora bien, nosotros, los masones, nos expresamos por símbolos no para distinguirnos de los demás seres humanos sino, simplemente, por una necesidad inherente a cualquier conocimiento verdadero... El objetivo de los símbolos no debe ocultarse. Su objetivo es seleccionar a quienes, integrándolos, se muestran dignos de la Verdad”.

El gran secreto de la francmasonería, que no puede ser traicionado por nadie, es el del significado profundo de sus símbolos. El caballero Ramsay lo afirmaba aun en el siglo XVIII “Tenemos secretos, son signos figurativos y palabras sagradas, que componen un lenguaje mudo a veces, muy elocuente otras, para comunicarlo a la mayor distancia y para reconocer a nuestros hermanos, sean de la lengua que sean”. La francmasonería moderna ha sabido conservar, pues, la riqueza esencial de las sociedades iniciáticas de la Edad Media, a saber, el mundo simbólico que permite, efectivamente, a algunos hermanos llegar mas allá de la expresión racional, de la raza, de la cultura y del conjunto de los condicionamientos humanos.

Por ello, Oswald Wirth insistía tanto en la diferencia capital entre la francmasonería definida como una organización material y administrativa y el espíritu masónico, al que resumía así: “Aprender a construir corresponde, en la iniciación, al gran arte de la Vida». La vida construye sin cesar, es una obra en perpetuo devenir que los masones intentan llevar hasta el más alto grado de perfección. La masonería primitiva ofrecía a sus miembros, sobre todo, una concepción sagrada del trabajo y una experimentación permanente de la espiritualidad por medio de la inteligencia y de la mano.”

Estamos en el meollo del secreto masónico; por un lado, hay un organismo humano con sus debilidades y sus errores. Por el otro, una Orden verdadera basada en la iniciación y en el simbolismo, una Orden que sólo revela sus riquezas a quienes cruzan la puerta de los grandes misterios y pasan de una iniciación ceremonial a una iniciación real. Así, Hermann Hesse escribía sobre el juramento masónico: “Aunque me conceda la más entera libertad en lo que se refiere al relato de mis propias aventuras, me prohíbe cualquier revelación referente al propio secreto de la Orden”. Según los testimonios de masones que “vivieron” el símbolo, este secreto en espíritu solo se hace accesible a los adeptos que practican con asiduidad la vía iniciática. Los libros que anuncian grandes revelaciones sobre los secretos masónicos sólo pueden ser imposturas, puesto que el Conocimiento último de las verdades de la Orden se alcanzan en el interior de una Logia y no podría verse comprometido sin haber sido vivido. Este “secreto”, considerado de este modo por vanos escritores masónicos, es innegablemente uno de los valores inmortales que tiene la francmasonería. No reside en el edificio de las logias, creadas por imaginaciones delirantes, sino en el espíritu del masón que integra en su vida y en su pensamiento el mensaje del simbolismo milenario que encuentra en su taller.

Seamos partidarios o adversarios de la francmasonería, o sencillamente nos resulte indiferente, podemos advertir que representa una no desdeñable corriente de ideas. Tras varios siglos durante los que esta Fraternidad provocó pasiones, parece entrar ahora en un período más sereno en el que simbolistas, historiadores y sociólogos la estudian como expresión del deseo de sacralización inherente al hombre. El más seguro medio de traicionar la verdad es hablar de una sola y única francmasonería, de una Orden rigurosa con un ideal bien definido. De hecho, aunque exista una francmasonería primordial, una Orden iniciática fundamental, la situación actual demuestra claramente que estamos ante varias corrientes masónicas.

Naturalmente, no nos corresponde formular un juicio cualquiera. Observamos simplemente que la antigua francmasonería tradicional afirmaba un ideal de perfección basado en el simbolismo y que esta visión del hombre sólo se encuentra de un modo muy fragmentario en la francmasonería moderna. Sin embargo, más allá de los errores humanos, de los intentos de adoctrinamiento, de los más diversos extravíos, quedan los rituales, los símbolos y la dimensión iniciática. A pesar de notables desviaciones, los rituales iniciáticos de la masonería han conservado una fuerza de sacralización que el mundo moderno busca cada vez más.

En el momento en que descubrimos los tesoros espirituales de las tradiciones orientales, tenemos también la posibilidad de estudiar la tradición esotérica de Occidente por medio de los símbolos masónicos que han preservado la herencia de las más antiguas civilizaciones.

¿Por qué, en estas condiciones, no observar a la francmasonería con completa serenidad? Los desgarrones históricos de la francmasonería moderna tienen sólo un interés anecdótico frente a la prodigiosa arquitectura simbólica de la antigua Orden de los Albañiles Libres que ha superado la prueba de los siglos.

Una vez más, conviene olvidar las palabras humanas y escuchar la voz de los símbolos. Sólo ellos guardan su pureza de origen, sólo ellos nos permiten acceder a una vida consciente sin ser esclavos de un prejuicio. Los antiguos constructores no erigían edificios por su placer sino para celebrar la Obra que, como escribe el maestro Eckhart, no está sometida al tiempo ni al espacio. Siempre que los ritos masónicos sean una de las vías hacia esa obra oculta en el corazón de nuestro espíritu, merecen nuestro respeto y nuestra atención.
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