En el siglo XVIII se presenta una variación del Mandil que usaban los Masones, sobre el que no existen dudas de su uso a partir de el de los trabajadores de la construcción en la Edad Media y el Renacimiento. Igualmente hay evidencias de que el Mandil operativo estaba elaborado con la piel de un animal, probablemente de oveja, y de que era lo bastante grande como para cubrir al Masón de pies a cabeza.