FANJUL Y MI TÍO EL SOLDADO *** Por: Lic. María del Carmen Carro

por **Admin** Mar Feb 18, 2014 10:50 am

FANJUL Y MI TÍO EL SOLDADO

Posted on 02/16/2014 by Nuevo Accion

Por: Lic. María del Carmen Carro

El tiempo es inexorablemente el mejor hacedor de verdades e indicador de timadores de la historia. Un pasito para adelante y otro para atrás y dale fuerte que a nadie ya le importa mucho. Así, nos subestiman los que hoy en coqueteo abierto con el Régimen de los Castro se afilan y reparten la Isla de Cuba a mordidas y de un solo tragón.

-¿Y por qué nos importa y molesta que Fanjul invierta en Cuba y se afile en punta para la Nueva Ley para la Inversión Extranjera? Es su capital, sin dudas y está en su derecho de emplearlo como estime de acuerdo a su experiencia en multiplicar sus riquezas y es posible que firme acuerdos para la ampliación de la industria azucarera cubana y ayude al desarrollo de refinado de alcoholes finos para bebidas que hasta quizás digan por fuera “Ron Fanjul” o construyan infinidades de paneles con bagazo de caña que ayuden a desarrollar esta renglón en Cuba? Y hasta se exhiban grandes programas para formar a los trabajadores dentro de la Isla en una nueva tecnología para los cubanos desconocida. Los que inviertan también contemplarán estas inconveniencias y se invertirá también en planes de adiestramiento.
Ya sucedió también en una etapa en Cuba cuando los ex soviéticos llegaban con tecnologías poco usadas por los cubanos y esa vez no era precisamente por atraso tecnológico. Los tecnólogos cubanos tenían suficiente capacidad para las industrias heredadas de la otra Cuba. (Antes de 1959). Una válvula rusa parecía un platillo volador y los especialistas cubanos también en aquella oportunidad quedaron bajo el mando de extranjeros por debajo de sus capacidades. Aquellos especialistas cubanos también trabajaron en ampliaciones de otras industrias y el resultado nunca llegó.

He visto a un amigo, al que considero uno de los mejores patriotas cubanos de Miami, preocupado y con documento en mano, preparado cuidadosamente para manifestar su inconformidad con estos nuevos inversionistas que antes deee…. se proclamaban anticastristas y ahora van a lamerle la economía al degastado sistema económico cubano. Claro, hay que tener un nivel de comprensión exquisito: “Todo sea por la familia cubana”.

”No puedo quedar callado”. -afirmaba Saavedra. “Si Fanjul invierte en Cuba sentirá el rechazo de muchos exiliados que no aceptamos ningún arreglo, ni convenio con la tiranía de los Castro.

“El nombre de Vigilia Mambisa estará dentro de los que no aprobamos este tipo de contubernios, mientras estén los Castro en el Poder”,- repetía uno de los líderes más famosos del exilio cubano, que siempre nos señala desde las calles, “algo está pasando con Cuba.” ¡Al machete que Vigilia Mambisa está en las calles miamenses! Y ya lo dije una vez, a los que subestiman la capacidad popular de Miguel Saavedra. Nadie quiere verse debajo de la aplanadora.

Y escuchando a Saavedra de camino para la casa, lo veía al volante de su ya gastada camioneta, firme y seguro, mientras tomaba el documento que había preparado para un programa en Radio Mambí (no realizado). Yo seguía el ritmo de sus manos indicándome aquellas letras y argumentos preparado para su intervención radial y algo en aquellas palabras y aquella indignación me recordó a un cubano muy sencillo, que predijo lo que pasaría con Cuba si Castro estaba en el poder. El esposo de mi tía (ya fallecido).

El esposo de mi tía había sido soldado de Batista. Un soldado de escuela que rechazaba las últimas posturas de Batista y buscaba el espacio exacto para salir del Ejército al que ya no quería servir.

La indignación Saavedra, su seguridad sobre el futuro cubano y su rechazo hacia cualquier cambio con los Castro en el Poder, me recordó a mi tío- el soldado -, quien con la misma firmeza repetía tras el triunfo revolucionario. ¡Con ese barbudo no quiero nada! ¡Esto es comunismo!

Mi tía se había casado con aquel noble hombre. Militar de oficio e incapaz de dañar ni a una cucaracha de las que ella temía. Trabajador y honesto. Reconocido por todos. Y anti fidelista también. De Castro, ni la voz. Tras el triunfo revolucionario de 1959, se encerró en su mundo de espiritismo y se le oía en medio de la calle de camino a la casa: “CONVIÉRTETE EN LO QUE ERES.” Nunca nos expresó con quien hablaba en medio de la oscuridad de la noche. Algunas veces para clamar nuestra curiosidad nos respondió. Es un cable que se me atraviesa y lo siento como me asfixia.

Ellos, (mis tíos) se habían conocido ya un poco pasaditos en años. A mi tía siempre le colgaba el cartelito de la “solterona de la familia”, pero al fin encontró a su príncipe y vestido de militar. Se casaron luego de haber construido con muchísimo esfuerzo una casita en un Reparto de Guanabacoa llamado Pomo de Oro. Un reparto humilde, de obreros, donde los vecinos se desplazaban de una casa a otra sin reparos, ni estirar la nariz.

Una tabla para hoy y otra mañana. La casa era de madera. Le hizo un portalito a su casa. Dos cuartos para cuando llegaran los niños, cocina y un jardín hecho con las manos de ambos, donde habían regado todas sus esperanzas. Un patio para las gallinitas de mis tíos. Y aquella fue su casita. El olor a madera le daba un encanto especial. Me fascinaba ir a pasar allí mis vacaciones de verano.

Llegó, la Revolución de Castro y a mi tío como tenía testigos que a pesar de haber sido soldado de Batista había ayudado al 26 de julio, le dejaron en libertad. Lo sacaron de la Cabaña y el quedó desamparado y con una familia por mantener.

No tenía trabajo, ya tenían dos niñas y decidieron ir para casa de mi abuela y dejar la casa que habían construido para alquilarla. Era una entrada que le ayudaba con esta nueva situación. Un tiempo después Castro, aprueba la Ley de Reforma Urbana y les quitan la casita.

No había opción. Sin poderla recuperar a pesar de todos los esfuerzos que hizo mi tía. Yo la acompañaba y ella al hablar en la Reforma Urbana le temblaba la voz. Todos la enviaban de buro para otro. Siempre la misma respuesta, es la nueva ley.

Su esposo había tomado una decisión:

“No tengo nada que rogar”. ” sa casa es mía”. ”No la robé, ni la quité a nadie”, repetía en alta voz hasta que ponía a mi tía en un estado de nervios que no se le quitaba ni con la mejor pastilla, ni cocimiento.

Casi se me caen los pies acompañando a mi tía de aquí para allá y hasta le rogó a los inquilinos que le devolvieran su casa, que ellos la necesitaban para vivir. Sin arreglo, nunca recuperaron la casita construida con tanto amor.

“Sra. siga su camino, que llegó el Comandante y mandó a parar”, así le gritó la antigua inquilina, ahora con una bandera cubana y otra del 26 de julio en la puerta de la casa. ¡Siquitrillados…siquitrillados! “Se les acabó la comparsa”.” Esta casa ahora es nuestra”, ratificó la inquilina

Ya en la humilde casa de mi abuela, casi al derrumbarse y que todos los hermanos habían decidido dejarla como recuerdo porque allí vivieron mis abuelos y habíamos nacido mi hermana y yo, mi tía lloraba sin parar y mi tío la miraba con disgusto: “Mira, no quiero que le aceptes ni un centavo de la casa al ‘barbudo ese”. Le requería el antes soldado, quien nunca se refirió a Fidel Castro como Gobernante, ni tirano. El solo lo reconocía como el “barbudo ese”.

Les enviaban cartas de la Reforma Urbana para darles una risible suma por la casa. Nunca aceptaron la humillación de arreglos con la que era su única propiedad, lograda con muchos sacrificios.

“Si me entero, que aceptas algo vamos a tener un problema serio”, vociferaba en tono amenazante. “No quiero ni un centavo de esos sinvergüenzas”. ”Nos vamos de Cuba”.

Mi tía se cosió abrigos, para ella y las niñas que ya eran tres. Y se consiguió guantes, “nosotros nos vamos para Miami, allí hace mucho frio” y con aquella ilusión vivieron algunos años”.

Tiempo más tarde cerraron los vuelos para EEUU y nunca viajaron. Los dos fallecieron en Cuba. La muerte de una de sus hijas aceleró sus enfermedades y se despidieron de la vida sin obtener lo que era de ellos. Nunca más entraron a la casita construida con tanto amor.
Sus hijas crecieron con la sombra de “son las hijas del soldado de Batista”. Nunca usaron pañoletas, ni participaron en ninguna comparsa de los Castro.

Pasaban por la casita, ya destruida y siempre decían. “esa era la casita de mis padres”. Nunca aceptaron ningún tipo de convenio de las miserias que les proponía la Reforma Urbana.

Aquella casita ubicada en un lugar humilde, con una construcción nada de lujo, la perdieron dos humildes cubanos y nunca titubearon para decir: “con ustedes de negocio ni una palabra”.

Es solo un ejemplo de los recuerdos que debían revisar los nuevos inversionistas, los nuevos compradores de la Isla Cubana. Aunque que con cada mordida que le den al sufrido trabajador cubano vaya el delirio de libertad de muchos dignos cubanos.

¿Esta historia de una familia cubana no está incluida en la mesa de negociaciones, ni en la Agenda sentimental de los nuevos inversionistas?

No es una historia contada por contar, ni para hacer llorar. Es una historia con un SOS de alerta, que por acá andamos de pie y cabalgando.

Ya en mi casa, miré a Saavedra y pensé, mientras existan cubanos como tú y como mi tío, yo pensaré en el futuro de una Cuba con decoro y sin migajas. Seguro, no hay otra opción. Si usted querido lector conoce la fórmula de borrar hágala llegar sin retrasos.

http://nuevoaccion.com/fanjul-y-mi-tio-el-soldado/

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