SAN MARTIN
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SAN MARTIN
Su Nacimiento el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, Gobierno de las Misiones Guaraníes en el Virreinato del Río de la Plata, lo que nos compromete reflexionar doblemente y trabajar inspirados en sus designios, para lograr una Corrientes mejor.
José Francisco de San Martín (1778-1850) fue un militar cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de Argentina, Chile y el Perú.
Junto con Simón Bolívar es considerado el libertador más importante de Sudamérica de la colonización española.
En la Argentina se lo reconoce como el Padre de la Patria y se lo considera un héroe y prócer nacional.
En el Perú, se lo reconoce como libertador de aquel país, con los títulos de «Fundador de la Libertad del Perú», «Fundador de la República» y «Generalísimo de las Armas».
En Chile su ejército le reconoce el grado de Capitán General.
Su padre, Juan de San Martín y Gómez, había nacido en la villa de Cervatos de la Cueza, en la provincia de Valencia (España), y era teniente gobernador del departamento.
Sirvió como militar a la Corona española y fue el primer teniente gobernador de la Gobernación de las Misiones Guaraníes con sede en Yapeyú, creada para administrar las treinta misiones jesuíticas guaraníes, luego de que la orden fuera expulsada de América por el rey Carlos III en 1767.
Su madre, Gregoria Matorras del Ser, también había nacido en la provincia de Valencia, España, concretamente en Paredes de Nava.
Era sobrina de un gobernador de la provincia colonial del Tucumán y conquistador del Chaco.
Fue la menor de cinco hermanos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín Rafael y Justo Rufino.
En 1781, cuando San Martín tenía tres años, la familia se trasladó de Yapeyú a Buenos Aires.
Luego se mudaron a España, embarcando rumbo a Cádiz el 6 de diciembre de 1783.
San Martín comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786.
Allí aprendió castellano, latín, francés, alemán, baile, dibujo, poética, esgrima, retórica, matemática, historia y geografía.
En 1789, a los once años de edad, comenzó su carrera militar en el regimiento de Murcia, mientras estallaba la Revolución Francesa.
Luchó en la campaña del norte de África combatiendo a los moros en Melilla y Orán.
En 1797 fue ascendido a subteniente, por sus acciones en los Pirineos frente a los franceses, en 1793.
En agosto de ese año su regimiento, que había participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el Mediterráneo, se rindió.
Durante el período que sigue luchó con el grado de capitán 2.º de infantería ligera en diferentes acciones, en la guerra de las Naranjas contra Portugal (1802) y en Gibraltar y Cádiz contra los ingleses (1804).
En 1808 las tropas de Napoleón invadieron la Península y el rey Fernando VII fue hecho prisionero.
Poco después estalló la rebelión contra el emperador y contra su hermano José Bonaparte, que había sido proclamado rey de España.
Se estableció una Junta Central de Gobierno, que actuó primero en Sevilla y luego en Cádiz.
San Martín fue ascendido por la Junta al cargo de ayudante 1.º del regimiento de Voluntarios de Campo Mayor.
Distinguido por sus acciones contra los franceses, fue ascendido a capitán del regimiento de Borbón.
Su principal actuación fue en la gran victoria de la batalla de Bailén, del 19 de julio de 1808, en que tuvo una actuación destacada como ayudante del general Coupigny.
Esta victoria fue la primera derrota importante de las tropas de Napoleón, y permitió al ejército de Andalucía recuperar Madrid.
En premio por su actuación, San Martín recibió el grado de teniente coronel y una condecoración con una medalla de oro.
Continuó luchando contra los franceses en el ejército de los aliados: España, Portugal e Inglaterra.
En la batalla de Albuera combatió a las órdenes del general William Carr Beresford (el mismo que dos años antes había invadido Buenos Aires ).
En esas campañas conoció a Lord Macduff, un noble escocés que lo introdujo a las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur.
Fue allí que hizo contacto por primera vez con círculos de liberales y revolucionarios, que simpatizaban con la lucha por la independencia americana.
Mandil que perteneciera al Gral José de San Martin. Hoy dia se encuentra en exhibicion en el Museo Historico de Lima Peru.
La primera acción militar de San Martín y su recién creado regimiento de granaderos a caballo estuvo dirigida a frenar las incursiones de los realistas en las costas del río Paraná, principal afluente del Río de la Plata y vía de comunicación estratégica para la región.
San Martín se instaló con sus tropas en el convento de San Carlos, posta de San Lorenzo, en el sur de la provincia de Santa Fe.
El 3 de febrero de 1813 y ante el desembarco de 300 españoles, se libró el Combate de San Lorenzo, casi frente al Convento, a orillas del río.
Dado que existían aún sospechas acerca de la fidelidad a la causa independentista por parte del recién llegado San Martín, él decidió avanzar al frente de la reducida tropa de granaderos a caballo.
Al estar así expuesto, su caballo fue mortalmente herido y San Martín, aprisionado bajo su cabalgadura, casi fue ultimado por un realista.
Le salvó la vida un soldado raso Juan Bautista Cabral —correntino como San Martín— que antepuso su cuerpo a dos bayonetazos.
San Martín le ascendió post mórtem, por lo que actualmente es conocido como el Sargento Cabral.
Esta batalla, que por la cantidad de combatientes de ambos bandos podría parecer secundaria, permitió alejar para siempre a la flotas realistas que merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones.
Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte, donde debió reemplazar al general Manuel Belgrano.
Según la tradición, el encuentro entre los dos próceres se efectuó en la posta de Yatasto, en la provincia de Salta.
Este hecho es conocido como «el abrazo de Yatasto».
Desde su reciente cargo de mayor general del Ejército Auxiliar del Perú debía reorganizar un ejército deshecho por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, llegó a la conclusión de que era imposible llegar por el camino del Alto Perú hasta Lima, que en ese momento era el centro del poder realista.
Cada vez que un ejército realista descendía del altiplano hacia los valles de la provincia de Salta era derrotado, y cada vez que un ejercito patriota ingresaba en el Alto Perú, era también aniquilado.
Fue entonces que el general concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la Cordillera de los Andes y atacar la ciudad de Lima desde el mar.
Para mantener segura la frontera del norte, pensaba San Martín, bastaban las tropas irregulares salteñas al mando del general Martín Miguel de Güemes, a quien encargó la defensa de la frontera norte y comenzó a preparar una futura estrategia militar.
Dejó brevemente el mando del ejército al general Francisco Fernández de la Cruz, retirándose a Saldán (provincia de Córdoba), para reponerse de una úlcera estomacal.
Allí mantendría conversaciones con su amigo Tomás Guido, en las que lo convencería de la necesidad de independizar la región desde Chile.
En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró gobernador de Cuyo, con sede en Mendoza.
Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la campaña al Perú.
Al poco tiempo de asumir, llegó allí el coronel Juan Gregorio de Las Heras, que había comandado fuerzas argentinas en Chile, y que se había retirado por las desinteligencias de los patriotas.
Lo envió de regreso, para intentar ayudar a los patriotas chilenos contra la ofensiva realista, pero éste llegó poco después del desastre de Rancagua, en el que se perdió la independencia chilena.
Sólo alcanzó a proteger el cruce hacia Mendoza de miles de refugiados chilenos.
Los chilenos venían divididos en dos bandos irreconciliables, los conservadores bajo el mando de Bernardo O’Higgins (pronunciado ojíguins), y los liberales bajo el de José Miguel Carrera.[5]
San Martín decidió que debía tomar partido rápidamente, y se decidió por O’Higgins.
Carrera fue arrestado y luego expulsado de Mendoza.
El plan de San Martín había sido pensado para ser llevado a cabo desde un Chile patriota; con la caída de este país en manos enemigas, el plan parecía destinado a ser desechado.
Pero San Martín tomó la decisión de seguir adelante; sólo que primero tendría que liberar Chile.
El 23 de agosto de 1816 nació en Mendoza su única hija, Mercedes Tomasa, quien lo acompañaría en el exilio.
A pesar de la oposición del nuevo director supremo, Carlos María de Alvear, a quien había conocido en Cádiz y que lo había acompañado hasta entonces, se dedicó a organizar el Ejército de los Andes.
Reunió en un solo ejército a los refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran cantidad de voluntarios de su provincia, y varios oficiales del Ejército del Norte.
También pidió y obtuvo que los batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo, desperdigados en varios destinos, le fueran enviados a Cuyo.
Como el director Alvear intentara someterlo a su autoridad, le envió su renuncia.
Alvear envió a reemplazarlo al coronel Gregorio Perdriel, pero los mendocinos lo rechazaron airadamente.
De modo que San Martín fue confirmado como gobernador por elección popular.
El 20 de mayo de 1816, Tomás Guido presentaría un documento, su célebre Memoria, a Juan Martín de Pueyrredón (director supremo de aquel entonces), en el que exponía con detalles el plan.
Pueyrredón aprobaría y mandaría a ejecutar dicho plan.
Cuando se formó el Congreso de Tucumán, presionó a los diputados cuyanos para declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, objetivo conseguido el 9 de julio de 1816.
Para financiar su campaña, además de los cuantiosos aportes de Pueyrredón, obligó a pagar «contribuciones obligatorias» a todos los comerciantes y hacendados.
A cambio se les extendía un vale, para cobrarlo «cuando las circunstancias lo permitan».
En cambio, tuvo muy pocos miramientos para confiscar los bienes de todos los españoles que no se destacaran en la ayuda a la causa de la Independencia.
Formó un gran campamento militar en El Plumerillo, en el noroeste de Mendoza, donde actualmente se encuentra el aeropuerto de la ciudad.
Allí formó a sus soldados y oficiales, fabricó armas (sables, fusiles, cañones, municiones y pólvora) y uniformes.
Tuvo que ocuparse de engordar mulas y caballos, y fabricar y colocarles herraduras.
El jefe de sus talleres, fray Luis Beltrán, inventó un sistema de poleas para pasar los precipicios con los cañones y otro de puentes colgantes, ambos transportables.
La sanidad del ejército estaba en manos del cirujano inglés James Paroissien.
El coronel Álvarez Condarco se encargó de realizar los planos de los distintos cruces de la Cordillera de los Andes.
Antes de iniciar la marcha, reunió a los caciques mapuches y les pidió permiso para invadir Chile a través de sus tierras.
Alguno de estos caciques le hizo confidencias de esto al gobernador realista en Chile, Casimiro Marcó del Pont, por lo que éste creyó que el grueso del ataque sería por el sur, lo que le llevó a dividir sus fuerzas.
Contrariamente a lo pretendido por Pueyrredón y sus partidarios, entró en correspondencia con José Gervasio Artigas y dedicó el esfuerzo bélico a las campañas emancipadoras en Chile y en Perú.
Por este motivo los unitarios, en particular Bernardino Rivadavia, llegaron a acusarle de «traidor».
El 12 de enero de 1817 se inició el Cruce de los Andes en dirección aChile.
El Ejército de los Andes fue uno de los dos grandes cuerpos militares que la provincia de Cuyo desplegó en la Guerra de Independencia Hispanoamericana; contó inicialmente con 4.000 hombres y1.200 milicianos de tropa de auxilio para conducción de víveres y municiones.
El Ejército se dividió en seis columnas: cuatro secundarias, cuyo objetivo era distraer a las fuerzas enemigas y provocar movimientos favorables a la Revolución en zonas alejadas de la capital, Santiago de Chile, entre ellas la dirigida por Ramón Freire hacia Chillán, que llegó unos días antes que las demás y convenció al gobernador realista que el ataque principal sería por el sur.
Las dos columnas principales, que concentraban el grueso del Ejército, eran comandadas por el capitán general San Martín.
Para acometer contra las tropas realistas asentadas en el actual territorio chileno, la primera debía atravesar la Cordillera por el paso de Los Patos, al mando del general O’Higgins.
La segunda columna estaba bajo el mando del general Las Heras, y debía marchar por el paso de Uspallata (actual Paso de la Cumbre), conduciendo todo el parque y la artillería, cuyo transporte era considerado imposible por el camino más escabroso de Los Patos.
Las dos debían reunirse en el valle del Aconcagua, mientras que efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas, induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación principal.
Las dos columnas principales estaban formadas por 3.500 soldados, cien baqueanos, mil caballos, diez mil mulas (de las que llegaron cuatro mil), treinta cañones, casi un millón de cartuchos de fusil, varias toneladas de pólvora, y alimento para todos los hombres y animales para un mes de marcha.
El cruce fue verdaderamente épico: no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del mundo (Las Heras registró que cruzó el paso de la Cumbre, de 3.500 metros, ¡a las tres de la mañana!), sino que lo hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera agua.
El único medio día de descanso que tuvieron fue durante una tormenta de granizo que los obligó a detenerse.
Varias pequeñas batallas jalonaron el avance: Potrerillos, Achupallas y Las Coimas.
Vuelto a Mendoza en enero de 1823, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma.
Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad.
Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.[11]
No obstante, como la salud de su esposa empeoraba, decidió viajar a Buenos Aires, donde a su llegada ya ella había fallecido, el 3 de agosto de1823.
La lápida de su sepultura, que aún puede leerse en el Cementerio de la Recoleta, reza: «Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín».
Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador.
Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela.
El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre (Francia).
Tenía 45 años y era generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París.
Su única obsesión era la educación de su hija Mercedes.
En 1825 redactó las Máximas para Merceditas, donde sintetizaba sus ideales educativos.
Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.
En marzo de 1829 intentó regresar a Buenos Aires, aunque no llegó a desembarcar: al saber que había vuelto a estallar la guerra civil, permaneció a bordo de incógnito, aunque fue descubierto.
El general Juan Lavalle, antiguo subordinado suyo, había derrocado y fusilado al gobernador Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, le ofreció la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
San Martín juzgó que la situación a que había llevado el enfrentamiento sólo se resolvería por la destrucción de uno de los dos partidos.[12]
Entonces respondió a Lavalle que «el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos».
Luego se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.
Durante los años en que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país.
En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París.
Por esos años tiene lugar su afortunado encuentro con su ex-compañero de armas, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus menores hijos, con una generosa paga.
Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, San Martín se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.
Recibió la visita de varios personajes argentinos, en general jóvenes románticos y liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi (en 1843) y Domingo Faustino Sarmiento (entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por encargo del gobierno de Chile y se encontró con San Martín en Grand Bourg en varias oportunidades.
Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien le mantenía informado sobre la situación política en Argentina y América.
Fechó su testamento ológrafo en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce (quien se desempeñaba como embajador argentino en París).
Entre sus claúsulas establecía:
En 1861 sus restos fueron trasladados a la bóveda de la familia González Balcarce, ubicada en el cementerio de Brunoy (Francia).
Posteriormente hubo varios intentos de repatriarlos.
Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se creó la «Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador», hecho que finalmente se produjo el 28 de mayo de 1880.
Una teoría sostiene que la Iglesia Católica se habría opuesto a que se depositaran sus restos en la Catedral de la ciudad de Buenos Aires, frente a la Plaza de Mayo, que es donde descansan actualmente.
Según la versión, la Iglesia Católica, apoyándose en los cánones apostólicos romanos y en virtud de la supuesta filiación masónica del general San Martín no podría consentir la petición, pues la Iglesia sancionaba la pertenencia a la masonería con la excomunión.
Por este motivo no podría ser alojado en un templo consagrado.[15]
Tras largas negociaciones se habría alcanzado un acuerdo, en virtud del cual el féretro descansa actualmente en un mausoleo fuera de la planta principal de la catedral, e inclinado con su cabeza hacia abajo.
Se cree que esta posición es un símbolo de la supuesta condena infernal a la que —según la iglesia—estarían expuestos los masones.
Esta teoría ha sido negada por importantes autoridades sobre el tema, tal es el caso de Jorge Estol, presidente del Instituto Sanmartiniano, que al respecto de la inclinación que presenta el cajón ha dicho que: «El espacio fue construido con menor espacio al que correspondía y cuando llegó el ataúd desde Francia, que tenía doble cobertura, no pudo ser acostado totalmente por un simple error de cálculo».
Esto explica la posición inclinada, pero no explica por qué se colocaron los pies de San Martín hacia arriba, y la cabeza hacia abajo.
Reconocido como libertador de tres naciones, los americanos recuerdan de él, lo que está escrito en su tumba: «Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador».
"Otero, ob. cit., t. I, p. 716. –Alguien, posiblemente Víctor Hugo, ha expresado esta gradación de profundidades: la ingente extensión del mar, la aparente infinitud del espacio y la eterna espiritualidad del alma humana.
El Andes. verdadero de la grandeza heroica de San Martín, para nosotros, no es precisamente ésa que el Libertador escaló y venció a fuerza de maravillosa eslinga.
Hay en su vida algo mucho más empinado, mucho MAS DIFICIL DE DOMAR.
Ese algo es su alma, y sobre su alma ejerció su más difícil mando que pueda ser ejercido.
Por eso, nosotros, antes de llamarle “domador de lo ciclópeo”, aludiendo a la anonadante impotencia vertical de la montaña, le llamamos DOMADOR DE SI MISMO.
Y el meridiano de esa culminación no fue la cordillera, sino el RENUNCIAMIENTO INMORTAL DE GUAYAQUIL.
En el primer caso, el triunfo fue sensible, por sobre todo fue material; en el segundo, bajo la aparente objetividad de la derrota, esplende su gloria.
Aquí está “la raíz de las supremas victorias humanas” en que tan luminosamente repara el magistral Jordán B. Genta, en su obra “El filósofo y los sofistas”, Bs. As., 1949, p. 43."
Juan Carlos Raffo
Re: SAN MARTIN
Carta a Bolívar
Lima, septiembre 10 de 1822
“He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos”.
Vuelto a Mendoza en enero de 1824, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma.
Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad.
Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.
No obstante, como la salud de su esposa empeoraba, decidió viajar a Buenos Aires, donde a su llegada ya ella había fallecido, el 3 de agosto de 1823.
Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador.
Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela.
El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre, Francia.
Tenía 45 años y era Generalísimo del Perú, Capitán General de la República de Chile y General de las Provincias Unidas del Río de la Plata; luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París.
Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.
Durante los años en que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país.
En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París.
Su ex compañero de armas, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus menores hijos, con una generosa paga.
Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, San Martín se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.
Fechó su testamento en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce, embajador argentino en París.
Entre sus cláusulas establecía:
-Que Mercedes otorgue a su tía María Elena una pensión hasta su fallecimiento.
-Que a la muerte de María Elena le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila.
-Que su sable corvo favorito, el de Chacabuco y Maipú, fuera entregado al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, "como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla.".
-Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, "pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires."
-Declaraba como su primer título el de Generalísimo del Ejército del Perú.
En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año en París, se traslada a la ciudad costera de Boulogne-sur- Mer, y se establece en una habitación alquilada.
Allí falleció a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno.
Reconocido como Libertador de tres naciones, los americanos recuerdan y recordarán siempre de él, lo que está escrito en su tumba:
"Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador."
El historiador Emilio J Corbiere, señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la masonería iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a formar parte de la Logia Caballeros Racionales Nº 3, donde, el 6 de Mayo de 1808, le será otorgado el 3º Grado de la masonería simbólica, accediendo de este modo al título de Maestro Masón.
Tras renunciar a su carrera militar en España, viajó a Inglaterra donde se reunió con Carlos María de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos.
En una de las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que allí se habría gestado.
Mientras tanto, Simón Bolívar era iniciado por Francisco de Miranda.
Al poco tiempo, San Martín, Alvear y Zapiola obtenían el Grado 5º.
Poco después de su llegada, en 1812, junto a sus Hermanos Masones Carlos María de Alvear y José Matías Zapiola funda un Triángulo Masónico que constituiría la base de la futura Logia Lautaro.
En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una importante influencia de la masonería española y no así de la inglesa, como se creyó en un momento.
Con el mismo nombre, Independencia, se funda en 1810 una nueva Logia, bajo las órdenes del doctor Julián Alvarez que colaboraría enormemente en los comienzos de la Lautaro.
Siguiendo la antigua tradición de adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco.
En una carta dirigida al General Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires, San Martín escribe:
"No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados".
La Logia de Buenos Aires, de acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico Albert Gallatin Mackey, sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las decisiones políticas que deberían ser implementadas.
El General Tomás de Iriarte en sus memorias declara que tanto la Logia Lautaro como la Logia de Julián Álvarez eran masónicas.
En 1825, en Bruselas, San Martín recibe una medalla masónica con su efigie por parte de la Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución americana.
Esta medalla suele ser utilizada para demostrar la pertenencia de San Martín a la masonería.
Lima, septiembre 10 de 1822
“He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos”.
Vuelto a Mendoza en enero de 1824, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma.
Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad.
Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.
No obstante, como la salud de su esposa empeoraba, decidió viajar a Buenos Aires, donde a su llegada ya ella había fallecido, el 3 de agosto de 1823.
Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador.
Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela.
El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre, Francia.
Tenía 45 años y era Generalísimo del Perú, Capitán General de la República de Chile y General de las Provincias Unidas del Río de la Plata; luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París.
Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.
Durante los años en que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país.
En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París.
Su ex compañero de armas, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus menores hijos, con una generosa paga.
Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, San Martín se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.
Fechó su testamento en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce, embajador argentino en París.
Entre sus cláusulas establecía:
-Que Mercedes otorgue a su tía María Elena una pensión hasta su fallecimiento.
-Que a la muerte de María Elena le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila.
-Que su sable corvo favorito, el de Chacabuco y Maipú, fuera entregado al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, "como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla.".
-Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, "pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires."
-Declaraba como su primer título el de Generalísimo del Ejército del Perú.
En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año en París, se traslada a la ciudad costera de Boulogne-sur- Mer, y se establece en una habitación alquilada.
Allí falleció a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno.
Reconocido como Libertador de tres naciones, los americanos recuerdan y recordarán siempre de él, lo que está escrito en su tumba:
"Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador."
El historiador Emilio J Corbiere, señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la masonería iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a formar parte de la Logia Caballeros Racionales Nº 3, donde, el 6 de Mayo de 1808, le será otorgado el 3º Grado de la masonería simbólica, accediendo de este modo al título de Maestro Masón.
Tras renunciar a su carrera militar en España, viajó a Inglaterra donde se reunió con Carlos María de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos.
En una de las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que allí se habría gestado.
Mientras tanto, Simón Bolívar era iniciado por Francisco de Miranda.
Al poco tiempo, San Martín, Alvear y Zapiola obtenían el Grado 5º.
Poco después de su llegada, en 1812, junto a sus Hermanos Masones Carlos María de Alvear y José Matías Zapiola funda un Triángulo Masónico que constituiría la base de la futura Logia Lautaro.
En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una importante influencia de la masonería española y no así de la inglesa, como se creyó en un momento.
Con el mismo nombre, Independencia, se funda en 1810 una nueva Logia, bajo las órdenes del doctor Julián Alvarez que colaboraría enormemente en los comienzos de la Lautaro.
Siguiendo la antigua tradición de adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco.
En una carta dirigida al General Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires, San Martín escribe:
"No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados".
La Logia de Buenos Aires, de acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico Albert Gallatin Mackey, sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las decisiones políticas que deberían ser implementadas.
El General Tomás de Iriarte en sus memorias declara que tanto la Logia Lautaro como la Logia de Julián Álvarez eran masónicas.
En 1825, en Bruselas, San Martín recibe una medalla masónica con su efigie por parte de la Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución americana.
Esta medalla suele ser utilizada para demostrar la pertenencia de San Martín a la masonería.
EL SECRETO LAUTARO: JOSE DE SAN MARTIN Y LA HERMANDAD
Por el Q:.H:. Juan Orrego -M:.M:. -R:.L:.S:. Fenix No. 137
Gran Logia Constitucional del PERU
José Francisco de San Martín y Matorras, el militar criollo oriundo de Virrreynato de La Plata, estando en España combate contra los franceses en diversas campañas con el ejército aliado de España, Portugal e Inglaterra. Bajos las ordenes del General Bereford en la Batalla de Albuera conocerá al Lord Macduff, noble escoses, que lo introduce a las logias secretas que complotaban por la independencia de Indoamerica.
También es necesario señalar que la Ciudad española de Cádiz, era el principal centro las actividades de las logias masónicas y ellas eran un polo de atracción para los jóvenes militares que veían en Francia al enemigo principal de la entonces débil España. Allí es donde toma preeminencia la influencia de los masones británicos, aliados necesarios para la lucha contra los “afrancesados” y contra el absolutismo Borbón.
La referencia histórica señala que corria ano de 1808, siendo Venerable Maestro Francisco María Solano, Marques de Socorro, Capitán de Andalucía y Gobernador Civil y Militar de Cádiz, es iniciado José de San Martin, en la logia masónica INTEGRIDAD No. 07 de Cádiz, esta logia tenia Carta Constitutiva o Patente otorgada por la Gran Logia de los Antiguos y figura con el No. 07 en el llamado Gran Oriente Regional de Sevilla.
Anótese que existían en ese momento en Inglaterra de comienzos del siglo XIX dos Grandes Logias en Conflictos y que luego de luchas consolidaron su unión fraternal en 1813. La Primera Gran Logia se constituyó en 24 de junio de 1717, cuando cuatro logias de Londres se reunieron en la taberna Goose and Gridiron y formaron la que denominaron Gran Logia de Londres y Westminster. En 1723 se publicaron las Constituciones de Anderson conteniendo sus reglas de organización y principios.
En1 751 un grupo de francmasones formó una Gran Logia rival. La Gran Logia de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra, argumentando que la Gran Logia creada en Londres había introducido innovaciones y se había apartado de los antiguos linderos de la Masonería, mientras que ellos trabajaban de acuerdo con las antiguas reglas dadas por el Príncipe Eduardo en York en el año 926 d. C. Por este motivo terminará siendo informalmente denominada como la Gran Logia de los Antiguos, en contraposición a la Primera Gran Logia que, paradójicamente, será conocida como la de los Modernos. Y esta Gran Logia la de los ANTIGUOS sera quien impulsaría la formación y funcionamiento de la hermandad Lautaro.
Posteriormente se afiliara a la Logia Caballeros Racionales No. 03, en Cádiz, donde recibe el Sublime Grado de M:.M:., esta logia fue creada por el ilustre peruano Pablo de Olavide, el primero de concebir la ideas de la emancipación americana. Esta logia fue creada según fuentes en la ciudad de Madrid y ante el avance de los franceses pasa a Sevilla y luego Cádiz, donde conto con 63 miembros, que se distinguieron por sus talentos y por su centrado patriotismo y claro sus interés por lai ndependencia.
La logia Caballeros Racionales conto con similares en Madrid, Sevilla, Cádiz, Bogotá, Caracas. Filadelfia, México, Buenos Aires, Uruguay, Londres, etc….
Tres argentinos presidieron la logia Caballeros Racionales No. 03 de Cádiz, José Moldes, Carlos María de Alvear y el Sacerdote Ramón Anchoris.
Este es el origen de la adhesión de San Martín a los Caballeros Racionales, logia de Cádiz, y luego la subordinación a la Gran Reunión Americana de Londres. Esta última auspició y promovió el viaje del núcleo de militares que llegó en la fragata “George Canning” a Buenos Aires. Entre ellos se encontraban los masones San Martín, Carlos Alvear, José Matías Zapiola, Francisco de Vera, Francisco Chilavert, Antonio Arellano y el Baron de Holmberg.
En Londres, San Martin, obtuvo ayuda de uno de los jefes del ejercito ingles, Sir Charles Stuart, quien consiguió un pasaporte y cartas de recomendación para Lord Mac Duff, mas tarde Conde de Fife y quien había pertenecido a la Logia creada en Londres por el insigne precursor masónico Francisco de Miranda.
Yaen Buenos Aires, puesto en contacto con el V:.M:. Julián Álvarez de la Logia Independencia, la primera actividad masónica de San Martin fuef ormar un triangulo conjuntamente con Alvear y Zapiola y ya para Junio de 1812 el triangulo había afiliado a casi la totalidad de miembros de la Fragata y que según las ultimas investigaciones el nombre asignado para este Triangulo y posterior taller masonico fue "Caballeros Racionales" No. 08 y no Lautaro, denominación que recibieran recién 1815, con motivo de la reorganización que inspira San Martin.
San Martin y Alvear fueron por mucho tiempo los árbitros de la Logia y esta de los destinos de la nación. De los 55 miembros del Taller masónico, 3 pertenecían al poder ejecutivo, 28 de sus miembros eran representantes en la Asamblea Constituyente. Su objetivo declarado era trabajar por un sistema y un plan para consolidar la independencia de America y claro esta su felicidad y prosperidad, obrando con honor y procediendo conj usticia.
Los hechos a partir del 8 de octubre de 1812 entonces, no tuvo otro objeto que asegurar el gobierno a la influencia del grupo masón, el que a partir de la Logia Lautaro dominó por períodos intermitentes las riendas del Estado o Gobierno de la naciente república de Argentina. Det odas maneras, el único líder que se mantuvo fiel al objetivo inicial fue San Martín. El mismo nombre de Lautaro implicaba, en código masón, el destino final: la expedición libertadora a Chile. (Lautaro es el héroe nativo del poema “La Araucana” donde Alonso de Ercilla y Zuñiga relata la conquista de los territorios chilenos en el siglo XVI).
Este era el paso inicial para atacar Lima, corazón del poder realista, plan que San Martín traía desde Londres.
Sin embargo, después del 8 de octubre éste se desilusiona ante la inexplicable demora de la declaración de la Independencia por parte del gobierno de la logia. Con la caída de Alvear y la asunción después de otro masón, Juan Martín de Pueyrredón – que paradójicamente fuera desplazado en la revolución el 8 de octubre del gobierno – quien, dándose a conocer como tal, lo apoya en forma incondicional, el Libertador recupera el terreno perdido.
San Martin le dio un valor que seria la clave del éxito futuro en la campana del Sur a las logias, que las estableció en todas partes adonde se dirigía. Todas ellas denominadas Lautaro y manteniendo entre si activa coordinación y cooperación, mientras preparaba las fuerzas que irían hacia el Perú, para destruir el foco mas poderoso de la resistencia colonial y donde también habrían de fundar LA LAUTARO de Lima. Pero su actividad en la fundación de sociedades secretas no quedo hay, también fundo la logia del Ejercito del Norte, donde Gnrl. Belgrano fue iniciado y que a su vez creo la Logia Argentina de Tucumán.
Sin embargo, su desobediencia a las órdenes de la logia de Buenos Aires en 1819 – que le urgía a volver con su ejército para defender al gobierno– lo sumió en la situación embarazosa que debió soportar hasta concluir su campaña en el Perú y que determinó su renunciamiento en Guayaquil.
Solo su manejo de las logias chilenas – con el apoyo de Bernardo O´Higgins - lo preservó de contratiempos mayores.
Fuente:
1.¡Oh! Masones Admirables del R:.H:. Claudio Torres Chávez, Lima-Perú 2007
2.El Historiador, Biografía de José de San Martin por Felipe Pigma, Cronología
3.El Secreto Lautaro por Ricardo E. Brizuela
San Martín y la masonería
Con el sello de las logias
Rogelio Alaniz
San Martín ingresó a la masonería en 1808. En Cádiz, para ser más precisos. Lo inició el general Francisco María Solano, su maestro, y la persona a la que San Martín honró toda su vida. Su primera tenida la celebró en la Logia Integridad y luego pasó a la de Caballeros Racionales Nº 3. Todos sus amigos de entonces participaban de la masonería. Es lo que dicen los documentos y es lo que aseguran los católicos españoles a la hora de reprocharle a la masonería haber alentado a los militares a sumarse a la causa de las revoluciones hispanoamericanas.
En el contexto del derrumbe de la monarquía y las guerras napoleónicas, San martín decide con otros militares trasladarse al Río de la Plata para continuar la lucha emancipatoria. Todas estos cabildeos se tratan en el interior de las logias. El pasaje de España a Gran Bretaña se realiza en este marco. En Londres, San Martín es recibido por lord Mac Duff, venerable con grado superior. Allí, junto con Alvear, Zapiola, Holmberg, Chilabert y Andrés Bello se integran a la Logia de Caballeros Racionales Nº 7. También en Londres los amigos y conocidos de San Martín son masones. Quien en el futuro habrá de ser su principal amigo, la persona con la que compartirá desventuras y placeres del exilio -me refiero a Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir-, es ya para entonces un activo partícipe de las tenidas masónicas y lo seguirá siendo hasta el fin de sus días.
No hay certezas de que el plan de liberación americana se haya elaborado en Londres. O en Cádiz. Lo seguro es que estos temas se conversaban en las logias que, por concepción ideológica e intereses políticos, tenían una visión internacionalista sobre los acontecimientos históricos de su tiempo. Hijos de la ilustración, amantes de la libertad y partidarios de las revoluciones burguesas y anticolonialistas, los miembros de las logias no pensaban exactamente lo mismo, no respondían a idénticos intereses, pero estaban unidos por un conjunto de certezas y de ritos.
La relación de San Martín con las logias inglesas dieron lugar a imputaciones acerca de su sometimiento a la diplomacia británica. Lo mismo se dijo de Miranda y Bolívar. Reducir la actividad de San Martín a la de un agente secreto de los ingleses, es tan falso como desconocer sus compromisos con las logias masónicas de su tiempo, el instrumento político operativo para llevar adelante los planes de emancipación. Por más que a ciertos nacionalistas el tema les moleste, a fines del siglo XVIII y a principios del XIX no se podía hacer política al margen de Gran Bretaña o desconociendo la gravitación e influencia de la Rubia Albión.
Sabemos que San Martín llegó a Buenos Aires en la fragata George Canning en enero de 1812. Una de sus primeras entrevistas fue con Julián Alvarez, titular de la principal logia porteña. El primer triángulo constitutivo de la flamante logia estuvo integrado por él, Alvear y Zapiola. Contra lo que se cree habitualmente, la primera logia que San Martín crea en Buenas Aires no fue la Lautaro sino la de Caballeros Racionales Nº 8. La Logia Lautaro empieza a existir como tal a partir de 1815, cuando las diferencias con el grupo liderado por Alvear se hacen insostenibles.
La Logia de Caballeros Racionales y la Lautaro tenían objetivos políticos manifiestos. Se trataba de incidir en el curso de los acontecimientos. Y de ser posible, dirigirlos. La primera actividad política trascendente es el “golpe de Estado” contra el Primer Triunvirato en octubre de 1812. La movilización militar y las debidas presiones políticas permiten la constitución de un segundo triunvirato y la convocatoria a la Asamblea del año XIII. La Logia dispone en ese momento de una decisiva cuota de poder. Los tres integrantes del triunvirato, Álvarez Jonte, Nicolás Rodríguez Peña y Juan José Paso, eran “hermanos”; también lo eran la mayoría de los miembros de la Asamblea Constituyente, aunque ya en su interior las diferencias entre los seguidores de San Martín y los de Alvear se hacían cada vez más visibles.
Los logistas están comprometidos a actuar de común acuerdo. Todos se han comprometido a que las principales iniciativas políticas se decidan en el interior de la Logia, y todos los integrantes están obligados por juramento masónico a hacerlas cumplir. Los funcionarios políticos saben que toda decisión trascendente debe tomarse consultando previamente a la Logia. Así pensada la Logia, es como una suerte de partido secreto, centro de poder intelectual, moral y operativo que funciona en las sombras y decide sobre las cuestiones del poder, “obrando con honor y procediendo con justicia”.
Todos los movimientos emancipatorios de signo liberal de la última mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX, se realizaron en este contexto, el de la actividad secreta de las logias, instrumentos políticos aptos para conspirar, establecer y ampliar contactos e influir y decidir en el poder. ¿Por qué, secretos? Por elementales razones de seguridad.
Se dice que la Logia Lautaro no era masónica porque no estaba reconocida por la Logia de Londres. Para 1813 y en las condiciones de las guerras emancipatorias, ésta no era una condición excluyente. Su funcionamiento, su reglamentación interna, su carácter secreto y discreto se corresponde con la preceptiva masónica. Como en la célebre fábula del león, San Martín se portaba como un masón, se juntaba con masones, hablaba como un masón, se vestía como un masón, a cada lugar que iba se relacionaba con alguna logia pero, según los católicos integristas, no era masón.
La Logia Lautaro dio lugar a las “lautarinas”, logias extendidas en las principales ciudades de este territorio que empezaba a llamarse Argentina. También hay actividades masónicas en el Congreso de Tucumán, al punto que muy bien podría escribirse la historia de ese congreso atendiendo no a las reuniones públicas sino a las reuniones secretas que realizaban los “hermanos”. Belgrano, por ejemplo, fue el que brindó el informe decisivo sobre al situación internacional una semana antes del 9 de julio. Esa reunión se realizó en secreto y allí fue donde se decidió promover la declaración de la Independencia que, San Martín por su lado, promueve desde Mendoza. La correspondencia que sostuvo con el “hermano” Pueyrredón está jalonada por claves masónicas, incluido los famosos puntos que acompañan la firma.
En Mendoza, Santiago de Chile y Lima la participación de San Martín en las logias está probada. Sus principales y más notorios colaboradores -O’Higgins, Las Heras, Monteagudo y Guido, entre otros- son masones de reconocida trayectoria. La controvertida conferencia de Guayaquil, su carácter secreto y “misterioso”, sólo se puede descifrar a través de la disciplina masónica. En el exilio, San Martín continúa en la misma senda. En su corta estadía en Bélgica, se integra a la logia La Perfecta Amistad y en reconocimiento a su trayectoria le obsequian una medalla con su rostro, diseñada por el “hermano” Henri Simons.
En Londres, en Escocia y luego en París, San Martín se mantiene leal a lo que constituye su principal disciplina interior. Como lo dijera en la nota anterior, sus últimos textos trascendentes -las “Máximas” a su hija y el testamento- revelan la cultura masónica de alguien a quien muy bien se lo podría definir en su relación con la fe como deísta. Es decir, alguien que cree en la existencia de un ser superior, que no niega a Jesús, es más lo reivindica como el “filósofo de Nazareth”, pero considera que el principal atributo que Dios -el Gran arquitecto universal- nos ha dado es la libertad; y particularmente, la libertad de pensamiento, esa libertad de pensamiento que San Martín ejerció durante toda su vida en su condición de hombre libre.
Rogelio Alaniz
San Martín ingresó a la masonería en 1808. En Cádiz, para ser más precisos. Lo inició el general Francisco María Solano, su maestro, y la persona a la que San Martín honró toda su vida. Su primera tenida la celebró en la Logia Integridad y luego pasó a la de Caballeros Racionales Nº 3. Todos sus amigos de entonces participaban de la masonería. Es lo que dicen los documentos y es lo que aseguran los católicos españoles a la hora de reprocharle a la masonería haber alentado a los militares a sumarse a la causa de las revoluciones hispanoamericanas.
En el contexto del derrumbe de la monarquía y las guerras napoleónicas, San martín decide con otros militares trasladarse al Río de la Plata para continuar la lucha emancipatoria. Todas estos cabildeos se tratan en el interior de las logias. El pasaje de España a Gran Bretaña se realiza en este marco. En Londres, San Martín es recibido por lord Mac Duff, venerable con grado superior. Allí, junto con Alvear, Zapiola, Holmberg, Chilabert y Andrés Bello se integran a la Logia de Caballeros Racionales Nº 7. También en Londres los amigos y conocidos de San Martín son masones. Quien en el futuro habrá de ser su principal amigo, la persona con la que compartirá desventuras y placeres del exilio -me refiero a Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir-, es ya para entonces un activo partícipe de las tenidas masónicas y lo seguirá siendo hasta el fin de sus días.
No hay certezas de que el plan de liberación americana se haya elaborado en Londres. O en Cádiz. Lo seguro es que estos temas se conversaban en las logias que, por concepción ideológica e intereses políticos, tenían una visión internacionalista sobre los acontecimientos históricos de su tiempo. Hijos de la ilustración, amantes de la libertad y partidarios de las revoluciones burguesas y anticolonialistas, los miembros de las logias no pensaban exactamente lo mismo, no respondían a idénticos intereses, pero estaban unidos por un conjunto de certezas y de ritos.
La relación de San Martín con las logias inglesas dieron lugar a imputaciones acerca de su sometimiento a la diplomacia británica. Lo mismo se dijo de Miranda y Bolívar. Reducir la actividad de San Martín a la de un agente secreto de los ingleses, es tan falso como desconocer sus compromisos con las logias masónicas de su tiempo, el instrumento político operativo para llevar adelante los planes de emancipación. Por más que a ciertos nacionalistas el tema les moleste, a fines del siglo XVIII y a principios del XIX no se podía hacer política al margen de Gran Bretaña o desconociendo la gravitación e influencia de la Rubia Albión.
Sabemos que San Martín llegó a Buenos Aires en la fragata George Canning en enero de 1812. Una de sus primeras entrevistas fue con Julián Alvarez, titular de la principal logia porteña. El primer triángulo constitutivo de la flamante logia estuvo integrado por él, Alvear y Zapiola. Contra lo que se cree habitualmente, la primera logia que San Martín crea en Buenas Aires no fue la Lautaro sino la de Caballeros Racionales Nº 8. La Logia Lautaro empieza a existir como tal a partir de 1815, cuando las diferencias con el grupo liderado por Alvear se hacen insostenibles.
La Logia de Caballeros Racionales y la Lautaro tenían objetivos políticos manifiestos. Se trataba de incidir en el curso de los acontecimientos. Y de ser posible, dirigirlos. La primera actividad política trascendente es el “golpe de Estado” contra el Primer Triunvirato en octubre de 1812. La movilización militar y las debidas presiones políticas permiten la constitución de un segundo triunvirato y la convocatoria a la Asamblea del año XIII. La Logia dispone en ese momento de una decisiva cuota de poder. Los tres integrantes del triunvirato, Álvarez Jonte, Nicolás Rodríguez Peña y Juan José Paso, eran “hermanos”; también lo eran la mayoría de los miembros de la Asamblea Constituyente, aunque ya en su interior las diferencias entre los seguidores de San Martín y los de Alvear se hacían cada vez más visibles.
Los logistas están comprometidos a actuar de común acuerdo. Todos se han comprometido a que las principales iniciativas políticas se decidan en el interior de la Logia, y todos los integrantes están obligados por juramento masónico a hacerlas cumplir. Los funcionarios políticos saben que toda decisión trascendente debe tomarse consultando previamente a la Logia. Así pensada la Logia, es como una suerte de partido secreto, centro de poder intelectual, moral y operativo que funciona en las sombras y decide sobre las cuestiones del poder, “obrando con honor y procediendo con justicia”.
Todos los movimientos emancipatorios de signo liberal de la última mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX, se realizaron en este contexto, el de la actividad secreta de las logias, instrumentos políticos aptos para conspirar, establecer y ampliar contactos e influir y decidir en el poder. ¿Por qué, secretos? Por elementales razones de seguridad.
Se dice que la Logia Lautaro no era masónica porque no estaba reconocida por la Logia de Londres. Para 1813 y en las condiciones de las guerras emancipatorias, ésta no era una condición excluyente. Su funcionamiento, su reglamentación interna, su carácter secreto y discreto se corresponde con la preceptiva masónica. Como en la célebre fábula del león, San Martín se portaba como un masón, se juntaba con masones, hablaba como un masón, se vestía como un masón, a cada lugar que iba se relacionaba con alguna logia pero, según los católicos integristas, no era masón.
La Logia Lautaro dio lugar a las “lautarinas”, logias extendidas en las principales ciudades de este territorio que empezaba a llamarse Argentina. También hay actividades masónicas en el Congreso de Tucumán, al punto que muy bien podría escribirse la historia de ese congreso atendiendo no a las reuniones públicas sino a las reuniones secretas que realizaban los “hermanos”. Belgrano, por ejemplo, fue el que brindó el informe decisivo sobre al situación internacional una semana antes del 9 de julio. Esa reunión se realizó en secreto y allí fue donde se decidió promover la declaración de la Independencia que, San Martín por su lado, promueve desde Mendoza. La correspondencia que sostuvo con el “hermano” Pueyrredón está jalonada por claves masónicas, incluido los famosos puntos que acompañan la firma.
En Mendoza, Santiago de Chile y Lima la participación de San Martín en las logias está probada. Sus principales y más notorios colaboradores -O’Higgins, Las Heras, Monteagudo y Guido, entre otros- son masones de reconocida trayectoria. La controvertida conferencia de Guayaquil, su carácter secreto y “misterioso”, sólo se puede descifrar a través de la disciplina masónica. En el exilio, San Martín continúa en la misma senda. En su corta estadía en Bélgica, se integra a la logia La Perfecta Amistad y en reconocimiento a su trayectoria le obsequian una medalla con su rostro, diseñada por el “hermano” Henri Simons.
En Londres, en Escocia y luego en París, San Martín se mantiene leal a lo que constituye su principal disciplina interior. Como lo dijera en la nota anterior, sus últimos textos trascendentes -las “Máximas” a su hija y el testamento- revelan la cultura masónica de alguien a quien muy bien se lo podría definir en su relación con la fe como deísta. Es decir, alguien que cree en la existencia de un ser superior, que no niega a Jesús, es más lo reivindica como el “filósofo de Nazareth”, pero considera que el principal atributo que Dios -el Gran arquitecto universal- nos ha dado es la libertad; y particularmente, la libertad de pensamiento, esa libertad de pensamiento que San Martín ejerció durante toda su vida en su condición de hombre libre.
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