EL PADRE JOSE CONRADO RODRIGUEZ APOYA EL DIALOGO CON LA IGLESIA
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EL PADRE JOSE CONRADO RODRIGUEZ APOYA EL DIALOGO CON LA IGLESIA
Por JUAN CARLOS CHAVEZ
jcchavez@elnuevoherald.com
Padre Jose Conrado Rodriguez Alegre
El sacerdote José Conrado Rodríguez, una de las figuras católicas más críticas del gobierno cubano, dijo que el diálogo entre el gobernante Raúl Castro y la jerarquía de la Iglesia arroja una esperanza sobre las condiciones de los presos políticos.
"No quiero adelantarme a los resultados, pero sí, ciertamente quiero expresar mi alegría y cauta esperanza de que todo este esfuerzo logre que, el fin que se presenta, se concrete'', afirmó Conrado el viernes a El Nuevo Herald.
Conrado, de 58 años y párroco de la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús, en Santiago de Cuba, recibió el sábado el Premio Geremek en la ciudad polaca de Cracovia. El prestigioso galardón es otorgado por la sociedad civil y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia a personalidades que se destacan por su compromiso con la paz y la participación ciudadana.
Conrado también saludó la iniciativa del ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, quien llegará a Cuba el lunes para abogar por los prisioneros de conciencia, y encontrar nuevas vías de solución a la crisis de los derechos humanos en la isla.
"Me parece bien y me alegra. Los problemas éticos que vinculan las necesidades de los seres humanos son responsabilidad de todos'', afirmó Conrado. "No hay problema que no sea internacional cuando se toca el tema de los derechos humanos y la solución de los problemas que afectan a las personas''.
La Iglesia Católica y el gobierno cubano iniciaron un diálogo el 19 de mayo cuando Raúl Castro se reunió con el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de La Habana, y el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, monseñor Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba, para tratar el tema de los presos políticos.
Como resultado de los encuentros, 12 prisioneros han sido trasladados a cárceles cercanas a sus lugares de origen y fue liberado Ariel Sigler Amaya, que está parapléjico y confinado a una silla de ruedas.
"La Iglesia está en la más seria y firme actitud de ayudar'', indicó Conrado.
En febrero del 2009 Conrado envió una carta abierta a Castro para reclamar cambios que pusieran fin a la grave situación de la isla. En septiembre de 1994 igualmente se dirigió al entonces gobernante Fidel Castro pidiendo espacios de discusión y la celebración de un referendo electoral.
Conrado comentó que espera que el diálogo que ahora fluye al más alto nivel sobre los presos genere más excarcelaciones.
"Rezo mucho para que esta situación encuentre una salida que sea para bien de todos'', subrayó. "No podemos pasar de largo esa realidad. La Iglesia apoya a las familias y ha dado apoyo a los prisioneros en la medida en que se han ido abriendo las posibilidades de visitarlos y acompañarlos espiritualmente''.
Sin embargo, muchos disidentes en la isla consideran que los frutos de este diálogo deben verse con mayor abundancia y rapidez. A su vez, critican que la disidencia no haya sido incluida en las negociaciones.
El 17 de junio, el disidente Oswaldo Payá, coordinador del Movimiento Cristiano de Liberación, insistió en un comunicado titulado Transparencia para Cuba en que la oposición merece ser escuchada y que, a pesar de que el catolicismo cubano ha madurado en circunstancias de pobreza y persecución, "nadie debe pretender ser actor político desde la Iglesia''.
Conrado rechazó los argumentos que apuntan a que la Iglesia no ha sido incluyente en este acercamiento, al tiempo que señaló que "los espacios no sólo están, sino se hacen''. Agregó que había que ser pacientes considerando que se está iniciando algo ‘‘donde antes no existía nada''.
"La Iglesia está propiciando entendimiento e iniciando un proceso. No es fácil en una situación como la de Cuba, donde no existe el reconocimiento oficial a estas organizaciones y grupos intermedios'', puntualizó. "La Iglesia está conciente de que no es la única que va a dialogar porque eso sería suplantar al verdadero protagonista que tiene que ser el pueblo''.
Conrado aseveró que los problemas que enfrenta Cuba deben ser abordados y resueltos ‘‘de acuerdo a los niveles de competencia que cada cual pueda aportar y ofrecer''.
"El Estado no lo va a resolver todo porque evidentemente no puede y queda sobredimensionado'', señaló. "Y al final, acaba por no resolver nada''.
También dijo que decidió apoyar la carta que recientemente envió un grupo de 74 disidentes cubanos al Congreso de Estados Unidos solicitando la liberación de los viajes de los ciudadanos estadounidenses a la isla y la flexibilización del embargo.
La carta indicaba que un giro en la política exterior estadounidense aceleraría una transición y sensibilizaría a la opinión pública sobre la necesidad de cambios.
"Más que una manifestación puntual y concreta era una forma de decir que todo aquello que abra o ayude a la participación, a las personas y al derecho internacional, debe ser apoyado'', precisó Conrado.
El reclamo no dejó de causar polémica. Cientos de disidentes y ex presos políticos pidieron inmediatamente a Washington que mantuvieran las restricciones, señalando que una apertura sólo beneficiaría a la elite gobernante.
Añadió Conrado que en estos momentos de dificultades el objetivo supremo es apoyar situaciones que beneficien a la mayoría para superar la crisis económica y las carencias diarias.
"No podemos renunciar a esa responsabilidad'', dijo.
************************************************************************
Carta abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba.
Estimado Señor Presidente:
Hace quince años me atreví a escribirle al entonces jefe del Estado cubano, Doctor Fidel Castro Ruz, por aquel entonces Presidente de nuestro país. La gravedad de aquella hora me lo impuso como un deber para el bien de la Patria. La gravedad de esta hora me impone escribirle a Ud. para hacerle partícipe de mis preocupaciones actuales.
¿Debo acaso describirle la situación de nuestro país? La crisis económica afecta a todos los hogares y hace que las personas vivan angustiosamente preguntándose: ¿qué voy a comer o con qué me voy a vestir? ¿Cómo conseguiré lo más elemental para los míos? Las dificultades de cada día se tornan tan aplastantes que nos mantienen sumidos en la tristeza y la desesperanza. La inseguridad y el sentimiento generalizado de indefensión provocan la amoralidad, la hipocresía y la doble cara. Vale todo porque nada vale, más que la sobrevivencia a todo precio, que luego descubrimos que es “a cualquier precio”.
De ahí que el sueño de los cubanos, en especial de los más jóvenes, sea abandonar el país. Parecería que nuestra patria está ante un callejón sin salida. C omo hombre de fe, sin embargo, yo creo que Dios jamás nos pone ante situaciones absolutamente desesperadas. Creo firmemente que nuestro camino como nación y como pueblo, no acaba en un precipicio ineluctable, en una realidad de desgracia irreversible. Siempre hay una solución, pero se necesita audacia para buscarla y encontrarla. En sus recientes y urgidos llamamientos a trabajar con tesón incansable creo reconocer una peculiar y certera percepción de la gravedad del momento, pero también, que Ud. considera que la solución depende de nosotros.
Pero como decía aquel slogan convertido en chiste… “No basta decir pa’lante, hay que saber pa’ dónde”.Hemos vivido culpando de nuestra realidad al enemigo, o incluso a los amigos: la caída del bloque de países comunistas en Europa del Este, junto con el embargo comercial de los Estados Unidos se han convertido en el totí que carga con todas nuestras culpas.
Y esa es una cómoda pero engañosa salida ante el problema. Como decía Miguel de Unamuno, “solemos entretenernos en contarle los pelos que la esfinge tiene en su cola, porque nos da miedo mirarla a los ojos”.
No basta, General, con resolver los problemas, ciertamente graves y urgentes, de la comida, o del techo, que en los recientes huracanes, tantos compatriotas acaban de perder “con sus pobres enseres: miedos, penas”. Estamos en un momento tan crítico que debemos plantearnos una pr ofunda revisión de nuestros criterios y de nuestras prácticas, de nuestras aspiraciones y de nuestros objetivos.
Y aquí cabría, con todo respeto, recordar aquellas palabras que nuestro Apóstol nacional José Martí le escribió al Generalísimo Gómez en una situación en cierto modo semejante: “No se funda un pueblo, general, como se manda un campamento”.
El mundo está cambiando. La reciente elección de un ciudadano negro para ocupar la primera magistratura de un país antiguamente reconocido como racista y violador de los derechos civiles de los negros, nos dice que algo está cambiando en este mundo. La encomiable y fraternal preocupación de nuestros hermanos del exilio ante los fenómenos meteorológicos que recientemente han golpeado a nuestro pueblo, y su ayuda generosa, desinteresada e inmediata, son el signo de que algo está cambiando entre nosotros.
El gobierno cubano que Ud. hoy encabeza, debe tener la audacia de encarar esos cambios con nuevos criterios y nuevas actitudes. Nuestro país ha reaccionado con valor cuando un gobierno foráneo ha querido inmiscuirse en nuestros problemas nacionales. Sin embargo, cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, no solo los gobiernos, sino hasta las personas individuales, los simples ciudadanos, de dentro o fuera del país, tienen algo que decir. En su Carta desde la Cárcel de Birminghan, Martin Luther King dijo: “La injustici a particular es una amenaza a la justicia universal. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, unidos en un único tejido del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente”.
Tenemos que tener la enorme valentía de reconocer que en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos, que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades: de expresión, información, prensa y opinión, y serias limitaciones a la libertad religiosa y política. El no reconocer estas realidades, para nada favorece nuestra vida nacional, y nos hace perder el respeto por nosotros mismos, a nuestros ojos y a los ojos de los demás, amigos o enemigos.La causa de la paz, interna y externa, y la prosperidad misma de la nación, se enraízan en el respeto incondicional a esos derechos que expresan la suprema dignidad del ser humano como hijo de Dios.
Y guardar silencio sobre esta realidad, pone sobre mi conciencia un peso tal, que no me siento capaz de soportar. Y ésta es para mí, mi manera de servir a la verdad y de ser consecuente con el amor que siento por mi pueblo.Le confieso, general, el disgusto y la tristeza que me ha causado saber que nuestro gobierno ha rechazado, al parecer por razones ideológicas o de diferencias políticas, la ayuda que querían enviar EEUU y varias naciones europeas,=2 0para los damnificados por los ciclones que azotaron nuestra tierra.
Cuando uno cae en desgracia, (y eso le puede suceder a cualquiera, también a los poderosos), es la hora de aceptar la ayuda que se brinda, porque esa ayuda revela un fondo de buena voluntad ante el dolor, de solidaridad humana, incluso en aquellos que considerábamos nuestros enemigos. Darle la oportunidad al oponente de ser bueno y de hacer lo justo, puede sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, y del otro, haciéndonos cambiar viejas actitudes y curar resentimientos dañinos.
Nada contribuye más a la paz y la reconciliación entre los pueblos que este saber dar y recibir. La frase de San Francisco de Sales, válida en las relaciones interpersonales, también lo es entre países: “más moscas se cazan con una gota de miel, que con un barril de vinagre”. Como dijo su Santidad Juan Pablo II en su visita a nuestro país: “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Pero si seguimos con las puertas cerradas nadie podrá entrar, por más que lo desee.
Un signo de esperanza para mí es la participación y mayor espacio que se le ha dado a CARITAS para ayudar a nuestro pueblo. Eso merece un especial reconocimiento y es un cambio positivo y esperanzador.
Créame, Señor Presidente, no le escribo para presentarle una lista de quejas y agravios sobre nuestra realidad nacional, aunque si así lo hiciera esa lista podría ser mu y, muy larga. La verdad, he querido hablarle de cubano a cubano, de corazón a corazón. Un gran amigo mío sacerdote, ya fallecido, solía decirme: “un hombre vale lo que vale su corazón”.
En el entierro de su esposa, al verlo a Ud. rodeado de sus hijos y nietos, conmovido hasta las lágrimas, yo percibí que es Ud., un hombre sensible. Y yo pienso que mayor sabiduría hay en el corazón de un hombre bueno que en todos los libros y bibliotecas de este mundo, pues como dice la canción: “lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más alto proceder, ni el más ancho pensamiento…âu. Por eso apelo a su sentido de responsabilidad, a su bondad, para decirle que no tenga miedo, que sea audaz en emprender un nuevo camino diferente en un mundo que está dando tantas señales de cambiar a mejor.
Como le dije a su hermano hace 15 años, todos los cubanos somos responsables del futuro de la patria, pero por el cargo que Ud. ocupa, por el poder que ahora tiene, esa responsabilidad recae de manera especial en Ud. Si Ud. decide emprender ese camino de esperanza, cuente conmigo, general. Me tendrá en primera fila, para ofrecerle a Cuba, una vez más, lo único que tengo: mi corazón; y a Ud. mi mano franca y mi colaboración desinteresada. Asà haremos realidad el sueño martiano de hacer una patria “con todos y para el bien de todos”.Quiero ter minar con unas palabras que dijo nuestro actual Papa, Benedicto XVI en 1968: “Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica, se haya la propia conciencia, a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica”. Si eso vale para la autoridad eclesiástica cuyo origen considero divino, vale para toda otra autoridad humana, por poderosa que ésta pueda ser.
Con mis mejores votos,
José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro.
Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús
jcchavez@elnuevoherald.com
Padre Jose Conrado Rodriguez Alegre
El sacerdote José Conrado Rodríguez, una de las figuras católicas más críticas del gobierno cubano, dijo que el diálogo entre el gobernante Raúl Castro y la jerarquía de la Iglesia arroja una esperanza sobre las condiciones de los presos políticos.
"No quiero adelantarme a los resultados, pero sí, ciertamente quiero expresar mi alegría y cauta esperanza de que todo este esfuerzo logre que, el fin que se presenta, se concrete'', afirmó Conrado el viernes a El Nuevo Herald.
Conrado, de 58 años y párroco de la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús, en Santiago de Cuba, recibió el sábado el Premio Geremek en la ciudad polaca de Cracovia. El prestigioso galardón es otorgado por la sociedad civil y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Polonia a personalidades que se destacan por su compromiso con la paz y la participación ciudadana.
Conrado también saludó la iniciativa del ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, quien llegará a Cuba el lunes para abogar por los prisioneros de conciencia, y encontrar nuevas vías de solución a la crisis de los derechos humanos en la isla.
"Me parece bien y me alegra. Los problemas éticos que vinculan las necesidades de los seres humanos son responsabilidad de todos'', afirmó Conrado. "No hay problema que no sea internacional cuando se toca el tema de los derechos humanos y la solución de los problemas que afectan a las personas''.
La Iglesia Católica y el gobierno cubano iniciaron un diálogo el 19 de mayo cuando Raúl Castro se reunió con el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de La Habana, y el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, monseñor Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba, para tratar el tema de los presos políticos.
Como resultado de los encuentros, 12 prisioneros han sido trasladados a cárceles cercanas a sus lugares de origen y fue liberado Ariel Sigler Amaya, que está parapléjico y confinado a una silla de ruedas.
"La Iglesia está en la más seria y firme actitud de ayudar'', indicó Conrado.
En febrero del 2009 Conrado envió una carta abierta a Castro para reclamar cambios que pusieran fin a la grave situación de la isla. En septiembre de 1994 igualmente se dirigió al entonces gobernante Fidel Castro pidiendo espacios de discusión y la celebración de un referendo electoral.
Conrado comentó que espera que el diálogo que ahora fluye al más alto nivel sobre los presos genere más excarcelaciones.
"Rezo mucho para que esta situación encuentre una salida que sea para bien de todos'', subrayó. "No podemos pasar de largo esa realidad. La Iglesia apoya a las familias y ha dado apoyo a los prisioneros en la medida en que se han ido abriendo las posibilidades de visitarlos y acompañarlos espiritualmente''.
Sin embargo, muchos disidentes en la isla consideran que los frutos de este diálogo deben verse con mayor abundancia y rapidez. A su vez, critican que la disidencia no haya sido incluida en las negociaciones.
El 17 de junio, el disidente Oswaldo Payá, coordinador del Movimiento Cristiano de Liberación, insistió en un comunicado titulado Transparencia para Cuba en que la oposición merece ser escuchada y que, a pesar de que el catolicismo cubano ha madurado en circunstancias de pobreza y persecución, "nadie debe pretender ser actor político desde la Iglesia''.
Conrado rechazó los argumentos que apuntan a que la Iglesia no ha sido incluyente en este acercamiento, al tiempo que señaló que "los espacios no sólo están, sino se hacen''. Agregó que había que ser pacientes considerando que se está iniciando algo ‘‘donde antes no existía nada''.
"La Iglesia está propiciando entendimiento e iniciando un proceso. No es fácil en una situación como la de Cuba, donde no existe el reconocimiento oficial a estas organizaciones y grupos intermedios'', puntualizó. "La Iglesia está conciente de que no es la única que va a dialogar porque eso sería suplantar al verdadero protagonista que tiene que ser el pueblo''.
Conrado aseveró que los problemas que enfrenta Cuba deben ser abordados y resueltos ‘‘de acuerdo a los niveles de competencia que cada cual pueda aportar y ofrecer''.
"El Estado no lo va a resolver todo porque evidentemente no puede y queda sobredimensionado'', señaló. "Y al final, acaba por no resolver nada''.
También dijo que decidió apoyar la carta que recientemente envió un grupo de 74 disidentes cubanos al Congreso de Estados Unidos solicitando la liberación de los viajes de los ciudadanos estadounidenses a la isla y la flexibilización del embargo.
La carta indicaba que un giro en la política exterior estadounidense aceleraría una transición y sensibilizaría a la opinión pública sobre la necesidad de cambios.
"Más que una manifestación puntual y concreta era una forma de decir que todo aquello que abra o ayude a la participación, a las personas y al derecho internacional, debe ser apoyado'', precisó Conrado.
El reclamo no dejó de causar polémica. Cientos de disidentes y ex presos políticos pidieron inmediatamente a Washington que mantuvieran las restricciones, señalando que una apertura sólo beneficiaría a la elite gobernante.
Añadió Conrado que en estos momentos de dificultades el objetivo supremo es apoyar situaciones que beneficien a la mayoría para superar la crisis económica y las carencias diarias.
"No podemos renunciar a esa responsabilidad'', dijo.
************************************************************************
Carta abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba.
Estimado Señor Presidente:
Hace quince años me atreví a escribirle al entonces jefe del Estado cubano, Doctor Fidel Castro Ruz, por aquel entonces Presidente de nuestro país. La gravedad de aquella hora me lo impuso como un deber para el bien de la Patria. La gravedad de esta hora me impone escribirle a Ud. para hacerle partícipe de mis preocupaciones actuales.
¿Debo acaso describirle la situación de nuestro país? La crisis económica afecta a todos los hogares y hace que las personas vivan angustiosamente preguntándose: ¿qué voy a comer o con qué me voy a vestir? ¿Cómo conseguiré lo más elemental para los míos? Las dificultades de cada día se tornan tan aplastantes que nos mantienen sumidos en la tristeza y la desesperanza. La inseguridad y el sentimiento generalizado de indefensión provocan la amoralidad, la hipocresía y la doble cara. Vale todo porque nada vale, más que la sobrevivencia a todo precio, que luego descubrimos que es “a cualquier precio”.
De ahí que el sueño de los cubanos, en especial de los más jóvenes, sea abandonar el país. Parecería que nuestra patria está ante un callejón sin salida. C omo hombre de fe, sin embargo, yo creo que Dios jamás nos pone ante situaciones absolutamente desesperadas. Creo firmemente que nuestro camino como nación y como pueblo, no acaba en un precipicio ineluctable, en una realidad de desgracia irreversible. Siempre hay una solución, pero se necesita audacia para buscarla y encontrarla. En sus recientes y urgidos llamamientos a trabajar con tesón incansable creo reconocer una peculiar y certera percepción de la gravedad del momento, pero también, que Ud. considera que la solución depende de nosotros.
Pero como decía aquel slogan convertido en chiste… “No basta decir pa’lante, hay que saber pa’ dónde”.Hemos vivido culpando de nuestra realidad al enemigo, o incluso a los amigos: la caída del bloque de países comunistas en Europa del Este, junto con el embargo comercial de los Estados Unidos se han convertido en el totí que carga con todas nuestras culpas.
Y esa es una cómoda pero engañosa salida ante el problema. Como decía Miguel de Unamuno, “solemos entretenernos en contarle los pelos que la esfinge tiene en su cola, porque nos da miedo mirarla a los ojos”.
No basta, General, con resolver los problemas, ciertamente graves y urgentes, de la comida, o del techo, que en los recientes huracanes, tantos compatriotas acaban de perder “con sus pobres enseres: miedos, penas”. Estamos en un momento tan crítico que debemos plantearnos una pr ofunda revisión de nuestros criterios y de nuestras prácticas, de nuestras aspiraciones y de nuestros objetivos.
Y aquí cabría, con todo respeto, recordar aquellas palabras que nuestro Apóstol nacional José Martí le escribió al Generalísimo Gómez en una situación en cierto modo semejante: “No se funda un pueblo, general, como se manda un campamento”.
El mundo está cambiando. La reciente elección de un ciudadano negro para ocupar la primera magistratura de un país antiguamente reconocido como racista y violador de los derechos civiles de los negros, nos dice que algo está cambiando en este mundo. La encomiable y fraternal preocupación de nuestros hermanos del exilio ante los fenómenos meteorológicos que recientemente han golpeado a nuestro pueblo, y su ayuda generosa, desinteresada e inmediata, son el signo de que algo está cambiando entre nosotros.
El gobierno cubano que Ud. hoy encabeza, debe tener la audacia de encarar esos cambios con nuevos criterios y nuevas actitudes. Nuestro país ha reaccionado con valor cuando un gobierno foráneo ha querido inmiscuirse en nuestros problemas nacionales. Sin embargo, cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, no solo los gobiernos, sino hasta las personas individuales, los simples ciudadanos, de dentro o fuera del país, tienen algo que decir. En su Carta desde la Cárcel de Birminghan, Martin Luther King dijo: “La injustici a particular es una amenaza a la justicia universal. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, unidos en un único tejido del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente”.
Tenemos que tener la enorme valentía de reconocer que en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos, que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades: de expresión, información, prensa y opinión, y serias limitaciones a la libertad religiosa y política. El no reconocer estas realidades, para nada favorece nuestra vida nacional, y nos hace perder el respeto por nosotros mismos, a nuestros ojos y a los ojos de los demás, amigos o enemigos.La causa de la paz, interna y externa, y la prosperidad misma de la nación, se enraízan en el respeto incondicional a esos derechos que expresan la suprema dignidad del ser humano como hijo de Dios.
Y guardar silencio sobre esta realidad, pone sobre mi conciencia un peso tal, que no me siento capaz de soportar. Y ésta es para mí, mi manera de servir a la verdad y de ser consecuente con el amor que siento por mi pueblo.Le confieso, general, el disgusto y la tristeza que me ha causado saber que nuestro gobierno ha rechazado, al parecer por razones ideológicas o de diferencias políticas, la ayuda que querían enviar EEUU y varias naciones europeas,=2 0para los damnificados por los ciclones que azotaron nuestra tierra.
Cuando uno cae en desgracia, (y eso le puede suceder a cualquiera, también a los poderosos), es la hora de aceptar la ayuda que se brinda, porque esa ayuda revela un fondo de buena voluntad ante el dolor, de solidaridad humana, incluso en aquellos que considerábamos nuestros enemigos. Darle la oportunidad al oponente de ser bueno y de hacer lo justo, puede sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, y del otro, haciéndonos cambiar viejas actitudes y curar resentimientos dañinos.
Nada contribuye más a la paz y la reconciliación entre los pueblos que este saber dar y recibir. La frase de San Francisco de Sales, válida en las relaciones interpersonales, también lo es entre países: “más moscas se cazan con una gota de miel, que con un barril de vinagre”. Como dijo su Santidad Juan Pablo II en su visita a nuestro país: “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Pero si seguimos con las puertas cerradas nadie podrá entrar, por más que lo desee.
Un signo de esperanza para mí es la participación y mayor espacio que se le ha dado a CARITAS para ayudar a nuestro pueblo. Eso merece un especial reconocimiento y es un cambio positivo y esperanzador.
Créame, Señor Presidente, no le escribo para presentarle una lista de quejas y agravios sobre nuestra realidad nacional, aunque si así lo hiciera esa lista podría ser mu y, muy larga. La verdad, he querido hablarle de cubano a cubano, de corazón a corazón. Un gran amigo mío sacerdote, ya fallecido, solía decirme: “un hombre vale lo que vale su corazón”.
En el entierro de su esposa, al verlo a Ud. rodeado de sus hijos y nietos, conmovido hasta las lágrimas, yo percibí que es Ud., un hombre sensible. Y yo pienso que mayor sabiduría hay en el corazón de un hombre bueno que en todos los libros y bibliotecas de este mundo, pues como dice la canción: “lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más alto proceder, ni el más ancho pensamiento…âu. Por eso apelo a su sentido de responsabilidad, a su bondad, para decirle que no tenga miedo, que sea audaz en emprender un nuevo camino diferente en un mundo que está dando tantas señales de cambiar a mejor.
Como le dije a su hermano hace 15 años, todos los cubanos somos responsables del futuro de la patria, pero por el cargo que Ud. ocupa, por el poder que ahora tiene, esa responsabilidad recae de manera especial en Ud. Si Ud. decide emprender ese camino de esperanza, cuente conmigo, general. Me tendrá en primera fila, para ofrecerle a Cuba, una vez más, lo único que tengo: mi corazón; y a Ud. mi mano franca y mi colaboración desinteresada. Asà haremos realidad el sueño martiano de hacer una patria “con todos y para el bien de todos”.Quiero ter minar con unas palabras que dijo nuestro actual Papa, Benedicto XVI en 1968: “Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica, se haya la propia conciencia, a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica”. Si eso vale para la autoridad eclesiástica cuyo origen considero divino, vale para toda otra autoridad humana, por poderosa que ésta pueda ser.
Con mis mejores votos,
José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro.
Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús
Re: EL PADRE JOSE CONRADO RODRIGUEZ APOYA EL DIALOGO CON LA IGLESIA
Bueno lo ultimo que se dice aqui en España, es que habrá liberacion de presos pero que no podran quedarse en Cuba, que Moratinos habria hecho gestiones en algunos paises europeos para que aceptaran algunos.
De ser cierto esto, que esta por ver, porque Moratinos no ha dicho nada de forma oficial, las informaciones la obtienen los periodistas de forma extraoficial, pues será un problema añadido, porque me imagino que muchos desidentes no estaran por la labor de abandonar su pais, poque esto con lleva adaptarse a una nueva vida, en algunos casos a paises de los que desconocen costumbres e idioma.
Moratinos tenia que haber dicho: ESto es lo que ofrece la UE y estas son las condiciones o las tomais o las dejais, y dejarse ya de conteplaciones, porque el regimen no esta en condiciones de exigir.
Suponiendo que todo esto sea cierto, los problemas en Cuba van a continuar, porque los problemas no son los presos, el problema es ELy su banda, minetras suene la misma música todo seguira igual.
De ser cierto esto, que esta por ver, porque Moratinos no ha dicho nada de forma oficial, las informaciones la obtienen los periodistas de forma extraoficial, pues será un problema añadido, porque me imagino que muchos desidentes no estaran por la labor de abandonar su pais, poque esto con lleva adaptarse a una nueva vida, en algunos casos a paises de los que desconocen costumbres e idioma.
Moratinos tenia que haber dicho: ESto es lo que ofrece la UE y estas son las condiciones o las tomais o las dejais, y dejarse ya de conteplaciones, porque el regimen no esta en condiciones de exigir.
Suponiendo que todo esto sea cierto, los problemas en Cuba van a continuar, porque los problemas no son los presos, el problema es ELy su banda, minetras suene la misma música todo seguira igual.
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