EL AZOTE DE MEDIO SIGLO DE INMOVILISMO

El azote de medio siglo de inmovilismo. Por Liborio.

Agosto 3, 2010


por Zoé Valdés

Comprendo el aburrimiento. Creo que es el mismo cansancio, el perenne tedio, el constante fastidio de medio siglo de inmovilismo, que nos azota sin compasión ni aparente final.

La Cuba que conocí, la que viví y disfruté (y padecí) sólo se queda intacta en el recuerdo. No es ‘nostalgia caduca’, es ‘pasión desconsolada y dolida’. Es la pérdida definitiva de lo que existió y ya no existe, ni existirá. Lo que queda en el fondo del alma, es el pozo de las vivencias, usos, costumbres y gentes que conformaron una raza, que ya ‘no es’ (salvo escasísimas y honrosas excepciones). Habría que partir de cero y lavar las ennegrecidas y empercudidas ‘conciencias’ con el jabón de la dignidad y el decoro. Para todo lo que necesita una nación, como lo fue nuestra isla, hace falta ‘empuje, valor, sentimientos nobles y excelencia en humanidad’, y ya se encargó el ‘jefe tribal’ de ‘abolir’ al ‘hombre bravo’ para ‘fabricar’ al ‘hombre nuevo’, un ser anodino, falto de las cualidades que hacen que una nación se pueda poner orgullosamente en pie con el sólo espíritu combativo de todo un pueblo. El pueblo de ahora mismo, no es capaz de salir en bloque a las calles y adueñarse de su propia tierra para expulsar a los causantes de tantas desdichas. Nosotros (los ‘intransigentes’, los ‘intolerantes’) lo intentamos y nos traicionaron. Nos traicionó un pueblo que estaba ‘aletargado’ por los ‘cantos de sirena’ del maldito tirano, nos traicionaron los gobiernos foráneos que no nos apoyaron y no nos creyeron, nos traicionó un presidente que inmovilizó todo un ejército que estaba preparado para continuar el combate dentro del territorio isleño porque (ya por entonces) ‘no era políticamente correcto’ que fuésemos a luchar dentro de nuestra propia tierra partiendo de ‘costa ajena’. No tuvimos buena suerte, y aquellos que ‘pagaron al tirano’, lo apoyaron en todo, y fueron sus mecenas ‘en el arte de la política corrupta y torticera’, continuaron y continúan esa especie de ‘suicidio colectivo’ en aras de una ‘histeria’ también ‘colectiva’ propia de los ‘tarados, cobardes e ilusos’’re-involucionarios’ que, ante la grandeza de una contienda por ‘el bien de todos y para todos’, prefieren rendirse ‘enamoradamente’ ante el déspota y continúan ‘promoviendo’ la esclavitud y la tortura que, finalmente, a ellos también les alcanzará en las múltiples y denodadas ‘cabezas de hidra’ de las ‘purgas interminables’ de los regímenes comunistas y que terminarán por caer, víctimas de su propia estupidez y estulticia, ante la paranoia del decrépito tirano de turno. Los millonarios que ‘abonan’ el fértil campo de concentración del comunismo y que sufren de una ceguera congénita, feroz, cómplice, despiadada e invalidante, suelen ‘despertar y ver la realidad’ cuando ya es ‘muy tarde’, pero como han repartido sus bienes entre diversos puntos geográficos del globo, suelen escapar hacia sus ‘paraísos’ y desde allí, continúan en el estúpido empeño de ‘propagar’ el veneno que les devorará, tarde o temprano, cuando ya no puedan correr hacia ningún lugar, porque todo esté bajo el ‘dominio y la esclavitud’ que representa el comunismo, ‘el gran hermano’ de ‘1984’ que se ha quedado como un pálido reflejo de la realidad perniciosa del sistema.

El suicidio no es la solución, es parte del problema. Por eso he gritado siempre ‘Libertad y Vida’ contra ‘Patria o Muerte’, porque entendí desde hace mucho que, la Patria necesita de la Vida y de la Libertad, y que la ‘Muerte’ es sólo un riesgo que se debe asumir cuando se sale a la calle con ‘piedras y palos’ a luchar por todo aquello por lo que vale la pena vivir. Es cierto que ‘en cadenas vivir, es vivir en afrenta y oprobio sumido’, pero el pueblo no ‘escucha el sonido de la Libertad’ ni se lanza ‘a las armas’, ‘valientes’, corriendo en pos de un destino pleno de vida e independencia. El ‘hombre nuevo’ quiere que ‘le saquen las castañas del fuego’, mientras se va muriendo de hambre y esclavitud ineluctable e insensiblemente (como el montañista que muere por congelación mientras se duerme sobre la nieve). El ‘hombre nuevo’ quiere que le den las castañas peladas y sin tener que ‘quemarse las manos’. El ‘hombre nuevo’ es un ‘monigote’ que no alcanza a la categoría de ‘ser’ ‘persona’ y que, en su anonadación, actúa como los polluelos recién salidos de un cascarón, ‘esperando’ que un hipotético ‘Godot’ venga ‘mañana’ al ‘nido’ y traiga protección y alimentos en el ‘pico’, pero ese odioso, absurdo, ineficaz y horrendo ‘personaje’ no llega nunca y si lo hiciera sólo traería una sierpe que devoraría a los que le esperan, retorciéndolos en su constrictor aparato digestivo-represivo. Esa es la sinrazón y el ‘sinsentido’ del ‘hombre nuevo’.

Entiendo el cansancio físico, mental y hasta espiritual. Pero una vez dicho esto, debo decir que: Si tiramos la toalla, después de tanto tiempo y tanta lucha, si abandonamos el esfuerzo y la perseverancia, no seríamos mejores que el ‘hombre nuevo’ que ha ‘parido’ el monstruo de Birán y su cohorte ‘burguesa, resentida y envidiosa’. Estaríamos renunciando a la denuncia del mal, estaríamos volviendo la espalda a nuestros propios hijos dejándoles en un mundo perverso y en plena ignorancia. La experiencia, el conocimiento, nos ha hecho libres para escoger, pero si renunciamos a nuestro libre albedrío, no seremos mejores que esos ‘mercenarios’ que han instituído este sistema atroz (recordemos que Engels, Marx y Lenin no eran ‘clase obrera’ ni pobres, sino ‘burgueses descastados e infames’, ‘frustrados, defraudados y resentidos’ contra una aristocracia que no les daba el ‘estatus’ al que aspiraban, por más ‘oro’ que tuviesen en sus bien provistas arcas).

Cuando el dolor de la transformación haya pasado, con un traje nuevo, con esos remos vigorosos, con esas garras potentes y ese pico pétreo, haremos un vuelo rasante donde todo mal bicho será elevado por los aires y con majestuoso verbo y espléndida claridad los lanzaremos desde lo alto para que caigan despeñados, al foso de los condenados al infierno eterno.

Liborio.

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