“”’ LA REVOLUCION HOMOSEXUAL “””

Queda poco por venderle al mundo de aquella sonada potencia azucarera, médica, cultural, deportiva, “revolucionaria”. Todo lo fabuloso de aquellas escandalosas campañas vendidas al exterior se ha reducido a simples fábulas, vulgares quimeras, extravagante utopía, ridículos mitos que solo sirven de carnada a idiotas fosforescentes que se encandilan con el brillo de sus mentiras. Nada queda por exportar en una isla donde todo ha sido destruido, muy poco sirve de consigna para enardecer o exacerbar los sentimientos nacionales. Su temido ejército no puede mover sus chatarras a otras tierras y medio siglo esperando una invasión es demasiado tiempo. Las viejas trincheras y refugios antiaéreos han sido sepultadas por la miseria y los edificios caídos junto a las hojas arrancadas de la longeva libreta de racionamiento. Sin embargo, allí, donde el éxito y el futuro son metáforas, siempre aparece algo para lanzar al mercado.
Consignas, himnos, murales, aviones, tanques de guerras y viejas escopetas, se convierten de la noche a la mañana en un ejército de clítoris y anos. La revolución abandona aquella vieja y radical postura de macho empedernido mantenida durante media centuria, se transforma como los más bellos travestís en una revolucionaria maricona.
La princesa Mariela Castro es la embajadora de esta nueva cruzada, viaja sin descanso con el fin de promover y vender el nuevo producto. Curiosamente, su mercado ha estado enfocado en países desarrollados donde, la homosexualidad vive en perfecta armonía con el resto de su mundo y la vida se rige por normas de tolerancia equilibradas. ¿Qué viene a exponer esta representante de la corona cubana?
Todo un amplio teatro viene montándose desde hace unos años en torno a la figura de esta pieza de la corte cubana, donde entre otras intenciones, ocultas para los perfectos idiotas, se encuentra la de brindar una imagen de apertura por parte del régimen. No es accidental y considero, ha sido utilizado inteligentemente el mismo escenario donde décadas atrás, los abuelos y tíos de esos homosexuales que acudieron moviendo alegremente el culito a su llamado, fueran reprimidos, humillados y encarcelados. La Rampa habanera se rindió al paso de una nueva bandera recién importada, mientras decenas de desmemoriados se movían al ritmo de la conga que les imponía el gobierno, llámese CENESEX a esas instancias.
¿Qué viene a exponer esta representante de la corona cubana? Precisamente aquí, donde la homosexualidad es respetada y la discriminación prohibida por ley. ¿Por qué no se dirige a un público tercermundista? Allí puede exponer todos los brillantes logros obtenidos por su nueva revolución, sin dudas que ellos la aplaudirán. Su dulce voz servirá de carnada para seducirlos, los convencerá con facilidad cuando les hable de sus proyectos, programas, propuestas de leyes, trasplantes, posibilidad de adopciones, ¡ah!, y no puede faltar esa eterna acusación a la sociedad cubana por todos los sufrimientos transitados por los viejos homosexuales de la isla.
Hurta con descaro la palabra “Gay” para endulzar un poco ese viejo epíteto muy usado por su tío, padre y dinosaurios que forman su gobierno. Mariconzón, pato, yegua, pájaro, mula, mariquita y otras muchas que corresponden a nuestro diccionario, se sustituirán ahora por tres letras con un sonido más suave. ¿Se repartirá equitativamente? Por supuesto que no y de ello ha dejado constancia en varias intervenciones. ¡Todo dentro del marco de la revolución! Esas palabras no las comprenderán o se harán los sordos los perfectos idiotas fosforescentes, pero el cubano las conoce perfectamente. ¡Con la revolución, todo, hasta el culo! El que no sea revolucionario, no podrá aspirar a convertirse en “Gay”, continuará siendo lo que es para ellos.
En la última intervención de la princesa en Suecia, un homosexual cubano le pregunta si habrá un pedido de perdón público por parte del gobierno cubano hacia todos los que sufrieron sus atropellos. No fue exactamente con estas palabras, pero es la esencia de aquella pregunta. Su respuesta no abandonó las posiciones demagógicas de sus parientes cercanos y trató de venderse como humanista y defensora de esa sufrida capa de nuestra sociedad, pero en el fondo, se mantiene vigente la misma posición intransigente de siempre, el homosexual que no comulgue con sus ideas continuará siendo un vulgar maricón.
Para los expertos cubanólogos, sociólogos, politólogos, especuladores, analistas, comentaristas y cuanto estudioso forman parte del espectro político cubano, no quedarán dudas. Existen cambios en Cuba desde que Raúl Castro, el pragmático, familiar y realista hermanísimo heredó la corona. El cambio que ellos pronosticaron se encuentra ante nuestros ojos, la revolución dejó de ser machista y se ha convertido en maricona, ahora pretenderán que nos convirtamos todos los cubanos, revolucionariamente, claro.