CUBA Y LA MASONERÍA


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Mensaje por Admin Vie Feb 18, 2011 3:51 pm

Escrito por: masoneria en Masonería , Febrero,3,2011

FERNANDO FIGUEREDO SOCARRAS.- Apuntes de un ejemplo de Patriota y Masón

Por: Lic. Cayetano Toledo Cabrera



A mi Madre Logia “CUBA” cuyo patronímico se debe a Don Fernando.

A la R.L “Fernando Figueredo Socarrás” de Nuevitas.



…”Con el alma destrozada, lejos de ti, madre mía, por esta difícil vía

Voy siguiendo mi jornada: con la ropa desgarrada y los pies

Ensangrentados, marcho con otros soldados de la Santa

Independencia, castigando la insolencia de tiranos y malvados”…



Fernando Figueredo Socarrás, 1872

(del poema “El Combate de Báguanos”)



Bayamés nacido en Camagüey el 9 de febrero de 1846, aclaramos este detalle ya que toda su extensa familia es oriunda de la hermosa ciudad del caudaloso Cauto donde el apellido Figueredo brillaba dentro de lo más selecto de aquella sociedad que pugnaba por cultivarse en los mejores exponentes de la cultura, la ciencia y sobretodo en los más altos valores sociales y patrióticos.

Su niñez transcurre en el inquieto y pujante Bayamo donde recibe la enseñanza elemental. En 1862 lo envían a estudiar a La Habana para cursar la enseñanza media. En 1864 con 18 años cumplidos, viaja a los Estados Unidos para tomar la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad de Troy en New York.

Transcurriendo el año 1865 el numeroso grupo de estudiantes cubanos de la Universidad de Troy recibe la visita de un emisario del patriota cubano Manuel de Quesada, cuñado de Carlos Manuel de Céspedes, quien trabajaba en los preparativos de la guerra que se avecinaba.

Quesada, que se había destacado en las luchas revolucionarias de México ostentaba el grado de General y venía con el prestigio bien ganado de patriota que comenzaba a organizar a los cubanos para iniciar la lucha por la independencia.

En la Universidad de Troy se organiza un Club Patriótico a instancias del general Manuel de Quesada y, a su vez forman un Contingente para incorporarse, tan pronto sean llamados, a la futura guerra. El Joven Fernando Figueredo estaba entre los más entusiastas y dispuestos para la lucha. Con sus propios recursos compra un fusil ligero de combate (carabina) así como los pertrechos de guerra más necesarios.

Paralelo a las actividades patrióticas comienza a tener los primeros contactos con la francmasonería que lo hacen tomar la sabia decisión de ingresar en la fraternidad en julio de 1867. Apenas cumplidos los 21 años de edad, recibe la Iniciación Masónica.

Los tres grados de la masonería los recibe en la R.L “Salomón King” de New York.

En los primeros días de enero de 1868 recibe una carta de su padre que le escribe desde el convulso Bayamo, que ya se encontraba inmerso en el fragor patriótico, informándole de los preparativos para el levantamiento contra España, donde la familia tenía una participación de primer orden.

Le informaba que muchos de los patriotas bayameses habían dejado de pagar contribuciones a España, incluso se habían pronunciado contra el sistema colonial, incluyendo al tío Luís que ya se encontraba en estado de beligerancia en su finca “El Migial”. (Luís Figueredo llegó a alcanzar el grado de Mayor General en el Ejército Mambí).

Verdadera medida del Patriota y Masón que comenzaba a dar sus primeros pasos en aquellos días definitorios, lo deja plasmado años después, al referirse al día en que recibió el grado de Maestro Masón.

“No olvidaré jamás aquella noche helada de enero de 1868 en que tomaba yo el grado de Maestro Masón, nunca se borrará de mi imaginación el efecto que me hizo la carta que recibiera de mi padre y como a la vez, en un mismo instante, la patria y la masonería dominaban para mientras viva, mis sentimientos, mis gustos y bien puede decirse, mi propia existencia.”

Apenas iniciada la gesta heroica de La Demajagua ya Figueredo se encuentra en Cuba, sacrificando su carrera de ingeniero, casi al concluirla, y se incorpora, portando su carabina, a las huestes de Carlos Manuel de Céspedes en el asedio y toma de Bayamo. De inmediato la preclara visión de Céspedes prevé, en el joven Figueredo al hombre de excelente formación y de grandes potencialidades y lo retiene como su ayudante personal y posteriormente su secretario privado con el cargo de Jefe del Cuerpo de Ayudantes. Desde el primer momento se convirtió en la “sombra de Céspedes” tanto por su dedicación en atender al Jefe de La Revolución como por la eficacia en el cumplimiento de los diversos trabajos que le asignó.

Fernando Figueredo Socarrás no se separaría de Carlos Manuel de Céspedes en los próximos cinco años, hasta que la muerte heroica del Padre de la Patria en San Lorenzo, en las estribaciones de “La Sierra Maestra”, situaría al Héroe de Yara, en el lugar que le correspondía, en el panteón sagrado de los padres fundadores de la nación cubana.

Al producirse la deposición de Céspedes como Presidente de la República en Armas a Figueredo lo asignan a otras funciones y tan pronto se entera de la épica muerte del “Padre de la Patria” parte de inmediato junto con un grupo de patriotas y realizan la primera peregrinación al lugar sagrado de su caída en combate, colocando la Primera Cruz en el lugar donde cayera combatiendo. En la actualidad en ese mismo lugar se erigió un monumento que es sitio de peregrinaje y de veneración patriótica de los cubanos.

El 29 de septiembre de 1870 Carlos Manuel de Céspedes funda en las Lomas de Najasa en Camagüey la Logia “Independencia”. Fernando Figueredo ocupa el cargo de Primer Vigilante y Secretario.

Fue tal la influencia de Carlos Manuel de Céspedes en el joven Fernando Figueredo Socarrás, que puede decirse justamente, que fue su mentor en la formación de su pensamiento patriótico-revolucionario así como su mentor masónico por las enseñanzas que le transmitió tanto en el orden ritualístico como de los más profundos principios de la fraternidad.

En el mundo solamente han existido dos casos de fundación de logias masónicas en plena guerra de independencia, la primera fue una logia fundada por George Washington en 1775 y la Logia fundada por Carlos Manuel de Céspedes en 1870.

Figueredo continuó la guerra a las órdenes del general Calixto García Iñiguez, Calvar y del general Antonio Maceo y Grajales, ocupando el cargo de Jefe del Estado Mayor, ya con el grado de Teniente Coronel.

Fue Diputado a la Cámara de Representantes de la República en Armas.

Fue elegido para el cargo de secretario del Gobierno de la República bajo la presidencia de Juan Bautista Spotorno.

Mención especial, requiere la participación de Fernando Figueredo en los acontecimientos que rodearon a la tregua conocida como “El Pacto del Zanjón” y la viril respuesta de “La Protesta de Baraguá”, encabezada por el general Antonio Maceo y Grajales.

El 10 de febrero de 1878 se acordó el Tratado del Zanjón, siendo aceptado por el Gobierno, encabezado entonces, por el Presidente de la República en Armas, general, Vicente García, lo cual deja escrito en carta al Capitán General español Arsenio Martínez Campos con el que tiene una entrevista previa.

El 28 de febrero se firma la Capitulación en un lugar conocido por El Zanjón en Camagüey, a la cual se acogen los patriotas de Las Villas y el Camagüey incluyendo una parte de las fuerzas de Oriente. Con la firma del Pacto del Zanjón desaparece el Gobierno de la República en Armas.

Desde diciembre de 1887 se había acordado un Armisticio que duró dos meses y que sirvió de preparación a la firma del Pacto del Zanjón.

En desacuerdo Maceo con lo acordado en el Pacto del Zanjón, por no llevar los principales objetivos que dieron lugar al inicio de la guerra: La Independencia de Cuba y la Libertad de los Esclavos, convoca a todos los Jefes y Oficiales que aún se mantenían en pie de guerra para una conferencia que acordara la respuesta correspondiente a tal estado de cosas. La respuesta de las fuerzas cubanas de Oriente no se hizo esperar y todos votaron por la continuación de la guerra hasta lograr los objetivos de esa contienda.

Previamente se había acordado una entrevista entre el General Antonio Maceo y el Capitán General Español Arsenio Martínez Campos que se efectuaría el 15 de marzo de 1878 en un lugar conocido como Los Mangos de Baraguá, punto central de la actual provincia de Holguín.

A Fernando Figueredo le correspondió el honor de redactar, en su carácter de secretario de la Junta de Jefes convocada por Maceo, el documento base de la protesta y que la historia lo recoge como LA PROTESTA DE BARAGUA.

El histórico encuentro se produjo el día 15 de marzo. Justo a las 6 de la mañana hacía su entrada en el campamento de Maceo el Capitán General Arsenio Martínez Campos con su comitiva a la cual se le rindieron los honores militares correspondientes.

El teniente coronel Fernando Figueredo Socarrás fue el oficial que recibió al Capitán General al momento de desmontarse de su caballo y después de los saludos de rigor lo llevó ante el General Antonio Maceo quien continuó el curso de la entrevista.

Los resultados de esta famosa entrevista no fueron otros que los acordados por el general Antonio Maceo con su Ejército: Obtener la Independencia de Cuba o continuar la guerra hasta lograrla. Por supuesto que el representante de España no aceptó, por lo que se acordó que las hostilidades se reanudarían una semana después, o sea, el 23 de marzo.

Al conocerse la fecha de la continuación de la guerra fue acuñada una famosa frase que surgió del clamor popular de aquella aguerrida tropa: “¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!”, así se rechazaba la paz firmada en El Zanjón.

Se acuerda ese mismo día 15 dejar conformada las bases de la continuación de la guerra así como elegir a los hombres que tendrían la difícil misión de dirigir aquella desigual epopeya que se avecinaba.

Se nombró una Comisión de cinco miembros que se encargara de redactar las bases constitutivas por las que se regiría la continuación de la guerra. Fueron elegidos para esta delicada misión: Fernando Figueredo Socarras, quien presidiría dicha Comisión, Pedro Martínez, Modesto Fonseca, Félix Figueredo y Juan Ríus Rivera.

El documento elaborado quedó registrado en la historia de Cuba como La Constitución de Baraguá

A tenor de esta constitución fue elegido el Gobierno que regiría los destinos de la República en Armas. Se propusieron a cuatro oficiales que sometidos a balotaje secreto resultó lo siguiente:

Teniente Coronel, Fernando Figueredo Socarrás 102 votos

“ “ Pablo Beola 95 “

Mayor General, Manuel Calvar 89 “

Coronel Leonardo de Mármol 83 “

La primera medida del Gobierno fue acordar su organización interna, quedando como sigue:

Presidente de la República en Armas General, Manuel Calvar

Secretario Teniente Coronel, Fernando Figueredo Socarrás

Vocal Coronel, Leonardo de Mármol

Vocal Teniente Coronel, Pablo Beola

El Ejército quedó al mando del Mayor General Vicente García y el Mayor General Antonio Maceo sería el Jefe del ejército en Oriente.

El gobierno acordó también ascender al grado inmediato superior a todos los jefes y oficiales que se encontraban de operaciones y dirigir una proclama al Ejército aplaudiendo su proceder y admirando su valor y patriotismo.

Fernando Figueredo es ascendido al grado de Coronel.

No obstante el obstinado esfuerzo de estos patriotas que cargaron sobre sus hombros toda la dignidad de los cubanos, el mal estaba hecho y las presentaciones al enemigo aumentaban por días, los bravos patriotas eran perseguidos muy de cerca por los españoles y les faltaban los recursos de todo tipo, incluyendo el parque de guerra que prácticamente desaparecía. A todos estos males debe agregarse que la táctica de Martínez Campos en los primeros días de reanudarse las hostilidades fue de no responder militarmente al ataque de los cubanos. La respuesta de los españoles fue responder a las descargas de los mambises con gritos de ¡Viva la Paz! ¡Viva Cuba! Por supuesto que esa táctica causó un ambiente desmoralizador en la tropa y las presentaciones y deserciones aumentaron. En esas condiciones el Gobierno decide enviar al Mayor general Antonio Maceo al exterior para que recabase de la emigración la ayuda necesaria para continuar la guerra. También el gobierno temía por la vida de Maceo pues Martínez Campos tuvo tiempo suficiente para concentrar gran número de efectivos sobre las fuerzas cubanas, llegándolas a superar en más de diez a uno y en cualquier momento comenzarían a contraatacar. Maceo aceptó la decisión del Gobierno con la condición de que no capitulara hasta tanto no recibieran respuesta de él, en cuanto a regresar con ayuda y refuerzos. Maceo pidió un plazo de un mes y partió hacia Jamaica el 9 de mayo de 1878 en el buque de guerra “Fernando el Católico”, facilitado por Martínez Campos.

Acompañaban a Maceo cinco oficiales: general, Rius Rivera; coronel, Leyte Vidal y sus dos ayudantes Lacret y Pacheco. El quinto designado fue el ya Coronel Fernando Figueredo Socarras quien rehusó a marcharse y su lugar lo ocupó el Dr. Félix Figueredo.

El recibimiento de Maceo en Kingston, Jamaica no pudo ser peor, llegaron hasta apostrofarlo de traidor, no obstante, el general Ríus Rivera ripostó enérgicamente y pudo explicar la situación de los que decidieron continuar la guerra y del porqué ellos estaban allí.

Se convocó a un meeting para explicar la situación en los campos de Cuba y solicitar la ayuda que se requería para continuar la guerra. Resultado: La emigración de Jamaica contribuía con cinco hombres y siete Chelines. Era evidente que la causa estaba perdida.

Maceo decide enviar a Cuba al Teniente Coronel Lacret para que explicara la situación de la emigración en Jamaica lo cual no iba a diferir mucho de la de los demás lugares donde se asentaba la emigración cubana.

En vista de los acontecimientos Maceo insta al Gobierno a Capitular alegando “que no había esperanzas de recursos y que era necesario que el Gobierno se esforzara por evitar más sacrificios inútiles de vidas humanas”.

El 19 de mayo de 1878 se reúne el Gobierno Provisional y acuerda solicitar un armisticio al Capitán General español Arsenio Martínez Campos.

El 28 de mayo se produce la última entrevista con Martínez Campos.

Por la parte cubana asistieron el Presidente Manuel Calvar, el secretario Fernando Figueredo y el vocal Leonardo de Mármol.

Para que se tenga una idea de la dignidad y el respeto que supieron ganarse los cubanos en los largos años de lucha por la Independencia y en especial, los hombres de La Protesta de Baraguá, baste solo citar las palabras del Capitán general español, Arsenio Martínez Campos:

“Comprendo lo penoso que es para ustedes el paso que dan, pero yo soy el primero en manifestar que nunca un ejército se ha rendido con más honor que ustedes, y pocas veces puede levantarse la frente con el orgullo que ustedes pueden y deben hacerlo. Han hecho ustedes más de lo que humanamente es dable al hombre…”

El último gobierno de la Guerra de los 10 Años se disuelve y deja libre a todos sus miembros y hombres que los siguen a tomar la decisión que consideren.

Es justo destacar que Jesús Rabí en la zona de Jiguaní y Leocadio Bonachea en Sancti-Spíritus fueron los únicos jefes que continuaron en la manigua por un tiempo más.

En el Cristo, camino de Santiago de Cuba, Figueredo y sus acompañantes son despedidos en la estación del ferrocarril por el propio Martínez Campos al cual Figueredo le recordó la promesa de poner en libertad a Estrada Palma y al general Calixto García todavía presos en las cárceles españolas. El pedido fue cumplido en pocos días.

En Santiago de Cuba se le unen la esposa de Figueredo, la manzanillera Juana Antúnez y su hijo. El matrimonio había perdido tres hijos en la manigua. Viajan en el vapor “Manuelita y María” con rumbo a Santo Domingo. Comienza una larga emigración que se prolongaría por más de 20 años.

En Santo domingo hace contacto con Maceo y otros cubanos independentistas y se afilia a la R.L “Restauración” donde ocupa los cargos de Primer vigilante y Orador. Continúa las actividades conspirativas contra España por lo que es expulsado de éste país.

Comienza a colaborar en el Plan Gómez-Maceo con los cuales había formado una fuerte amistad personal, combativa y también masónica, cuyo objetivo era llevar de nuevo la guerra a Cuba.

Se refugia en Las Bahamas donde se incorpora a la R.L “Unión “de Nassau.

En 1881 se traslada definitivamente a los Estados Unidos, estableciéndose en Cayo Hueso donde se incorpora a la R.L “Félix Varela”. En “El Cayo” hace muy buenas relaciones y comienza a desarrollarse en la vida social y política. En 1885 fue elegido Representante a la Cámara por el Condado de Monroe, ocupando un escaño en la Legislatura del Estado. Es el primer cubano elegido para un legislativo americano.

En 1890 es Jefe de la Emigración cubana en Cayo Hueso y más tarde de la ciudad de West Tampa de la que es su fundador. Es elegido su primer Alcalde, cargo que rehúsa ocupar debido a sus actividades revolucionarias en favor de la independencia cubana lo que no es aceptado y permanece en el cargo.



En West Tampa funda la R.L. “Francisco Vicente Aguilera” de la que fue su Venerable Maestro hasta su regreso a Cuba en 1898.

Destacamos que la labor organizativa de Fernando Figueredo en el Estado de La Florida fue una de las más destacadas de toda la emigración cubana, solamente por la vía de la recaudación monetaria aportó más 750 mil dólares a la causa de la Independencia.

En 1892 es llamado por José Martí para que trabajase en la creación y organización del Partido Revolucionario Cubano, es uno de los cuatro patriotas que es llamado para tal fin y con quien Martí discute la Bases y Estatutos del Partido.

Al comenzar la Guerra de 1895 solicita en varias ocasiones permiso para incorporarse a la guerra pero esta solicitud se le niega con el argumento que su presencia en la emigración es imprescindible.

Veamos testimonios elocuentes que hablan por sí solos:

Figueredo le escribe a Estrada Palma, ya nombrado Delegado del Partido Revolucionario Cubano a la muerte de Martí para que se le permita marchar a la guerra y éste le ordena que tiene que permanecer en su puesto donde es más útil. Le escribe a Calixto García y el General le responde “No, tu puesto está allí donde tus servicios son indispensables”.

No convencido aún, apela a todos sus antiguos compañeros de la guerra: Bartolomé Masó, Pedro Díaz, Máximo Gómez, Alejandro Rodríguez y otros tantos.

Una repuesta conmovedora le envía el Mayor General Alejandro Rodríguez que es definitoria. Transcribimos un extracto de la misma:

“Se por el Marqués (se refiere a Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía) y el mismo Mayor General, Máximo Gómez que no querían que vinieras a la Isla, porque ambos creen que en la emigración eres insustituible.

¿Acaso no se puede prestar allí tan buenos servicios como aquí con las armas en la mano? Comprendo tus deseos de compartir con tus compañeros y amigos las fatigas y peligros de la guerra; pero ¿avergonzarte porque estés lejos de nosotros, cuando ocupas un puesto de honor para el que has sido designado, no solo por tus superiores, sino por la voz unánime de tus compañeros de destierro? Desecha, amigo mío, esos escrúpulos: Yo creo que por patriotismo uno debe ocupar el puesto que se le designe”.

Al finalizar la Guerra en 1898 regresa a Cuba donde de inmediato es nombrado por el Gobernador Provisional norteamericano como Jefe Colector de la rica aduana de Cienfuegos, en aquellos momentos la segunda del País. En esa ciudad se afilia a la R.L “Fernandina de Jagua”.

El 1ro de enero de 1900 el gobernador provisional americano nombra a Figueredo Sub secretario de Estado y Gobernación (actualmente sería Vice ministro del Interior y de Relaciones Exteriores).

Paralelo a estos cargos en el Gobierno Provisional es elegido Diputado a la Asamblea Constituyente que dotó a Cuba de su primera Constitución republicana. Este documento es conocido como La Constitución de 1901.

Establecida La República, el gobierno de Estrada Palma (1902-1906) lo nombra Jefe de la Dirección de Comunicaciones. (en la actualidad, equivaldría a Ministro)

También Estrada Palma lo nombra Interventor General del Estado.

La iniciativa creadora y fundacional de don Fernando Figueredo en la vida fraternal hace su aporte en:

El 29 de abril de 1900 funda la R.L “Cuba” de la que fue 17 años su Venerable Maestro. A la ceremonia de inauguración de la Logia “CUBA” fue invitado especialmente el generalísimo Máximo Gómez Báez, quien usó de la palabra en tan memorable acto.

Funda un capítulo para señoras llamado “La Estrella de Oriente” “Mercedes Sosa”. Este Capítulo sería el primer antecedente en Cuba de organizar a las mujeres en una Orden para-masónica y que se materializaría años después en la respetada y querida Orden “Hijas de la Acacia” creada en 1936 por el Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba de AL y AM, el IPH, DR Gabriel García Galán. La sede central de esta Orden radica, en el propio edificio de la Gran Logia de Cuba.

Es creador del Capítulo “Amor Fraternal”, perteneciente al Consejo Supremo del Grado 33 para la República de Cuba.

En el segundo Gobierno Provisional norteamericano de 1906 a 1909 (dos años y ocho meses) es nombrado Tesorero General de la República, cargo que continuó ocupando durante 12 años consecutivamente y que abarcó también los gobiernos de José Miguel Gómez, Mario García- Menocal y Alfredo Zayas.

Se cuenta que el estado de las finanzas de Cuba se podía saber por la expresión del rostro de Figueredo, tal era el celo y pulcritud conque desempeñaba su cargo.

Fue Representante ante la Gran Logia de la Isla de Cuba de las Grandes Logias de Carolina del Sur e Indiana y Gran Representante de la Región Norte de los Estados Unidos.

El Supremo Consejo de Colón lo nombró Miembro Meritísimo.

En la Gran Logia de la Isla de Cuba fue electo, como:

Diputado Gran Maestro en los años 1901, 1903 y 1906.

Gran Maestro de la Gran Logia de la Isla de Cuba en 1907. En esa época los Grandes Maestros se elegían por un año.

Gran Tesorero desde 1910 a 1929, año de su muerte. (19 años)

La Gran Logia le otorgó el título de Gran Tesorero de Honor Ad-Vitam.

El 16 de agosto de 1907, el Supremo Consejo de Colón lo coronó al grado 33 Supernumerario.

Fue Miembro Honorario y Venerable Maestro de Honor de la mayoría de las Logias de jurisdicción.

La Sociedad Económica de Amigos del País, en la sesión del 15 de abril de 1918 lo proclamó “Socio de Mérito”

Fue Presidente de la Academia de Historia de Cuba.

Otro hecho que nos da el gran prestigio del Ilustre y Poderoso Hermano Fernando Figueredo Socarrás es que el 26 de febrero de 1924 los masones de Nuevitas en la provincia de Camagüey deciden fundar su Respetable Logia y poner como patronímico “Fernando Figueredo Socarrás”, téngase en cuenta que Don Fernando, aún vivía en esos momentos, por lo que este acontecimiento, constituye un homenaje inusual y extraordinario que sirvió de epílogo brillante a una vida dedicada a nuestra Augusta Institución.

Al morir el 13 de abril de 1929 había cumplido como los grandes hombres la máxima de su vida:

“LA PATRIA Y LA MASONERIA SON LOS DOS GRANDES AMORES DE MI VIDA”

Mención especial merece el aporte trascendental que hace a la Historia de Cuba con su Libro, “LA REVOLUCIÓN DE YARA” 1868-1878. Donde como protagonista de primer orden de esa gesta, nos pinta hechos y personajes con todo el dramatismo que la cruel realidad impuso a todos los involucrados.

Podemos afirmar, sin temor a equivocaciones ni apasionamientos de ningún tipo que el libro “La Revolución de Yara” es el testimonio más importante, amplio y detallado de aquella gesta.

Al decir de Pedro Martínez Freire, su compañero de armas y realizador del Prólogo en 1902, “es el libro más completo que se ha escrito de la formidable contienda de 1868”.

“Figueredo, en esta obra escrita en 1885 quiso edificar y no destruir. Se proponía, por lo que se ve, levantar el espíritu de la nueva generación y presentarle, con maestría incomparable, todas las excelsas glorias que debían servirle de estímulo el día que sonase de nuevo el clarín de guerra convocando a los patriotas a recoger la bandera que enarboló en Yara el brazo vigoroso de Carlos Manuel; y le señalaba por otro lado, los males que en la Revolución se entronizaron, para que se huyese de ellos y se salvase Cuba de caer, tal vez para siempre en el mar sin fondo de las iniquidades humanas”.

En mayo de 1883, el general Calixto García le escribió a Figueredo desde Madrid, instándolo en la obra que se proponía:

…“Nadie está en mejor situación que V. para escribir la historia de nuestra Revolución. Tan pronto en la presidencia, como al lado de los jefes militares, y querido por todos, vio V. formarse el nublado que destruyó en un día nuestros esfuerzos de tantos años”…

…“No tema V. acusarnos y pintarnos como fuimos, con nuestros grandes defectos y nuestras pequeñas virtudes. La posteridad dispensará los primeros y solo recordará las segundas, teniendo en cuenta que hemos sufrido bastante para merecer el perdón”…

Como se ha dicho el libro fue concluido en 1885 y lo integran: Nueve Conferencias y el Epílogo dedicado a los acontecimientos que rodearon La Protesta de Baraguá. Figueredo le agrega un agradecimiento y dedicación que titula AL LECTOR donde encomia la labor patriótica del Club “Hijas de la Libertad” de Cayo Hueso que alentaron al autor.

El Prólogo fue escrito por Pedro Martínez Freyre en agosto de 1902, cuando por fin fue publicado el libro.

Como se ha mencionado, el eje central del libro lo constituyen las Nueve Conferencias y el Epílogo que fueron impartidas en los clubes revolucionarios y centros de trabajo donde la emigración cubana esperaba por el nuevo llamado a la guerra, a lo largo de los años, entre 1883 y 1885, Figueredo buscaba explicar la epopeya cubana de 1868 a 1878 haciendo hincapié en los errores que dieron al traste de aquella gesta.

Ya se preparaba la nueva asonada libertaria, esta vez organizada por el que sería, a la postre el Apóstol de la Independencia, José Martí, quien apreció en el libro, aún sin publicar, el manantial ideológico donde debían nutrirse los viejos y nuevos soldados de la patria.

No existe mejor epílogo para esta Reseña que la carta enviada por Martí a Figueredo y que a continuación exponemos:

New York, febrero 25 de 1894

…Pronto pondrá Sotero manos a la publicación de su Historia de la Revolución. Está terminando trabajos de carácter urgente de Centro América.

No tema V., se hará una cosa que no deje nada que desear. Me prometo publicarla en dos tomos y hacer una edición dedicada a la Revolución que propagamos: quiero formar el alma del nuevo Ejército al calor de las enseñanzas del viejo. Uniré los dos libros por una correa y me esforzaré porque cada soldado lleve consigo esta obra, con la misma fe que el creyente guarda la Biblia. Que aprenda tanta lección patriótica como los buenos nos han legado y sepa apartarse del camino que, con sus errores, sembraron los que, en mal hora, abandonaron la senda de la felicidad de Cuba.

Que el viejo Ejército y sus obras sean los cimientos en que, no solo descansen los bisoños libertadores, sino que sobre ellos se levante airoso el edificio de la Patria.

Volveré a escribirle con detalles, más tarde, sobre este importante asunto.

José Martí



BIBLIGRAFÍA

La Revolución de Yara Fernando Figueredo Socarrás, 1902

Los Poetas de la Guerra José Martí. New York, 1893

Hombres del 68 Vidal Morales y Morales

Obras Completas José Martí

Crónicas de la Guerra José Miró Argenter

Por: Lic. Cayetano Toledo Cabrera


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