Historia de la TV Cubana "I"

1950, CUBA: Llegó la Televisión. / Mayra Cue

Durante la primera mitad de la década del 40 en el siglo XX norteamericano, se inauguraron varias cadenas de Televisión comerciales en EE. UU., hecho que muy pronto repercutió en Cuba por la existencia de un fuerte, vasto y exitoso sistema radial con objetivos comerciales, que ya incluso alcanzaba una incipiente concentración de emisoras en los que serian después importantes grupos multimedios nacionales, potenciado además por las excelentes relaciones entre las firmas electrónicas estadounidenses y los principales ejecutivos y empresas radiales radicadas en La Habana, reflejo de la íntima relación política desde el propio Gobierno.

Paradójicamente, el azar quiso que la primera demostración de Televisión realizada en nuestro suelo fuera llevada a cabo por un matrimonio de cubanos, en forma independiente a toda la estructura de poder radiofónico existente, quienes devinieron, sin pensarlo, en patrocinadores y protagonistas de este suceso histórico. La historia comenzó para ellos al viajar a New York por su luna de miel. Allí se deslumbraron con este invento y tomaron la decisión de dar los primeros pasos con ejecutivos de televisoras estadounidenses, para realizar una exhibición de Televisión en La Habana.

La pareja en cuestión eran la actriz y cantante Maria de los Ángeles Santana (Premio Nacional de Televisión 2003) y su esposo, el empresario y también actor Julio Vega, quienes financiaron toda la operación y lograron en Diciembre de 1946, durante una semana completa, mostrar a los asombrados habaneros los misterios de esta tecnología, con breves espectáculos improvisados por artistas cubanos y estadounidenses y las rondas de espectadores que querían verse reflejados en esa pequeña caja.

De esta forma nuestra querida Maria de los Ángeles, fue la primera artista cubana que apareció en una pantalla de TV en Cuba.

El intento duró muy poco, no solo por la escasez de recursos financieros del matrimonio, sino también por el malestar que el suceso creó entre los principales ejecutivos radiofónicos, quienes desataron una campaña contra ellos acusándoles de timadores al anunciar una tecnología que no tendría éxito. La arremetida llegó al punto de que Amado Trinidad Velasco, el propietario de la entonces poderosa cadena radial "RHC Cadena Azul", después de tratar de disuadir a Maria, le rescindió el contrato.

Paradójicamente, después de esta clarinada precursora, muchos de estos empresarios se volcaron de lleno a los proyectos de invertir en serio en la Televisión, pero esta vez con pretensiones mayores pues se proponían la fundación de una televisora comercial que transmitiera programación regular.

Todos querían el titulo de fundador de la Televisión en el país, pero con un sistema comercial televisivo sustentado en el Patrocinio y en la Publicidad de los anunciantes, nadie quería pagar el costo y el riesgo inicial, ni los ejecutivos que sabían que su negocio estaba en el aumento de la tenencia de equipos receptores, ni la mayoría de los anunciantes que titubeaban en invertir en un medio de comunicación, donde aun no era rentable el segmento de los televidentes potenciales, promisorios consumidores habituales de la programación regular, dentro de la que se insertarían sus mensajes comerciales.

De esta forma, en la segunda mitad de la 40, se desencadenó la carrera por esta primacía mediática, en un ambiente donde todos aseguraban que serian los primeros. Algunos daban pasos concretos, mientras otros se limitaban a estudiar las posibilidades y peculiaridades de la novedosa Televisión dando a tiempo que el mercado permitiera invertir en serio en el negocio, porque de eso se trataba precisamente, de un negocio.

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1950, CUBA: Llegó la Televisión. / Mayra Cue

Así las cosas, como muchas otras veces sucedería en la historia mediática cubana, el ansia de revancha de algunos de los empresarios radiales hacia otros, potenció la proyección de uno de estos hombres y la ejecución de muchos proyectos, entre ellos los vinculados a la Televisión. Nos referimos al español Gaspar Pumarejo Such, quien había comenzado como locutor y corresponsal, antes de alcanzar el puesto de Director de programación en CMQ Radio, el mayor y mas poderoso sistema radial nacional, liderado por los hermanos Goar y Abel Mestre Espinosa quienes desde 1943 habían ingresado al universo mediático cubano y que para 1949 poseían múltiples negocios en otros sectores de la economía cubana, que le garantizaban un respaldo financiero perenne devenido liquidez, garantía y fortaleza empresarial, estatus muy lejano al que poseían la mayoría de los propietarios radiofónicos.

Por todo ello, todos los pronósticos indicaban que serian los Mestre Espinosa quienes iniciarían la Televisión cubana. En este panorama de forma súbita, la primacía de este emporio les fue arrebatada de las manos por Pumarejo, quien años después les repitió al dosis al quitarle la posibilidad de inaugurar la Televisión a color en nuestro país.

Cuentan algunos de sus contemporáneos, que Pumarejo, disgustado con Goar Mestre luego de la fundación de Radio Reloj por el Circuito CMQ, había reclamado la paternidad de la idea, y por supuesto los beneficios económicos derivados de ello, y al no lograrlo, abandonó a CMQ y en 1947, fundó en La Habana su propia emisora denominada Unión Radio, homónima a una emisora española.

Todo indica que no contaba con el capital propio necesario para la compra y operación de una emisora y menos aun de una televisora con los riesgos antes mencionados, pero si es evidente que poseía la habilidad de nuclear como socios a quienes aportarían las finanzas precisas para tales empeños, esto lo hizo en reiteradas ocasiones. De esta manera un día tomó la decisión de fundar la primera televisora y en muy pocos meses realizó acciones concretas apoyado por la firma electrónica RCA Victor que garantizó un equipamiento tecnológico mínimo, desactivado en televisoras estadounidenses y que otorgó gratuito a cambio de la primacía de las ventas de sus equipos receptores en el mercado habanero.

La audacia llegó al punto de que, ante la carencia del local adecuado para este proyecto, Pumarejo convenció a la familia de su esposa para convertir la residencia particular de sus suegros, en televisora ubicada en Mazón y San Miguel en el Vedado habanero. Al lograrlo convirtió cada área de la casa, de la noche a la mañana, en sets improvisados sin acústica adecuada, expuestos a los ruidos ambientales y a las inclemencias del tiempo donde se alternaban tres cámaras de televisión y otras áreas para el control maestro y el transmisor.

Desde el 15 de Agosto de 1950, llegaron los equipos a suelo cubano, y comenzó una carrera contra reloj que obligó al uso de la aviación para lograr que el 24 de Octubre de 1950, se inaugurara oficialmente nuestra primera televisora. Similar necesidad tenían los representantes de los productores de equipos electrónicos norteamericanos radicadas en La Habana, que usaron también los aviones para trasladar a La Habana los receptores de TV, que en otras condiciones pudieran haberse transportado a un costo menor por vía marítima, considerando que a nuestros dos países, solo los separan 90 millas en su distancia mas corta. Entre Octubre y Diciembre de 1950, varios vuelos pusieron en pocas horas, miles de equipos, fundamentalmente de las marcas Hallicrafters y General Electric en nuestra capital y la ciudad de Cienfuegos, para su expendio en los centros comerciales, a los potenciales televidentes.

El proceso fue tan precipitado, que al ejecutarse las primeras pruebas de transmisión de las señales televisivas e incluso cuando la inauguración del Canal 4, muy pocos cubanos tenían receptores en sus casas. La mayoría observo las primeras imágenes de TV del primer canal regular cubano frente a las pantallas de los equipos ubicados en los establecimientos comerciales y a través de las vidrieras de cristal, como transeúntes curiosos.

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1950, CUBA: Llegó la Televisión. / Mayra Cue

Así surgió el Canal 4, Unión Radio Television, nuestra primera televisora, inaugurada el 24 de Octubre de 1950, en el Palacio Presidencial, por el entonces Presidente de la Republica, Carlos Prio Socarras.

La operación regular de este canal televisivo fue un proyecto atractivo que tentó a hombres y mujeres de las más disímiles procedencias y profesiones. Todos ellos como pioneros, aprendieron día a día los misterios de una novedosa tecnología y desde sus inicios asumieron el reto de lograr su empeño en condiciones limitadas de recursos y tecnologías. Pese a su diversidad tuvieron en común el privilegio de los fundadores pues como artesanos materializaron un proyecto que abonó el surgimiento de otras televisoras.