Mi “Socio” Carlitos *** Por Esteban Fernández
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Mi “Socio” Carlitos *** Por Esteban Fernández
por Zoé Valdés ¡Libertad y Vida!
Mi “Socio” Carlitos
por Esteban Fernández
Yo soy el campeón metiendo la pata en el teléfono. Mi lista de errores garrafales y de equivocaciones es enorme, sobre todo cuando los cubanos me llaman e inmediatamente después del saludo me preguntan: “¿Ya sabes quién te habla?”…
Pero la historia que más me gusta – y a lo mejor ya usted la conoce porque la he contado muchas veces- de todos mis fallos, fue algo que me sucedió cuando vivía en Miami en la legendaria casa de Carlos Zárraga junto a Vicente Méndez, Edel Montiel, Jorge Riopedre, Humberto Solís y los guajiros ex combatientes del Escambray. La casa era visitada por el Comandante Nino Díaz. De médico nos servía un hermano del “Colorado”, León Lemus. Por las noches se reunían en el portal cuatro eruditos de la causa cubana: Zárraga, Tony Santiago, Pepe Iglesias y Charles Simeón.
Una mañana suena el teléfono y yo lo contesto. Me dice la persona: “Hola ¿puedo hablar con Zárraga?” y le respondo: “¿De parte de quién?”, y me dice: “Por favor, dígale que de parte de Carlos”…Le digo: “Zárraga no se encuentra, llámelo más tarde”…
Pero durante una semana las llamadas infructuosas del tal Carlos se convirtieron en cotidianas, y yo siempre era el que contestaba el teléfono. Un día el señor me preguntó: “Chico y ¿cuál es tu nombre?” y yo le respondí: “Yo soy Estebita”, y comenzó a llamarme “Estebita”, y por ende, yo enseguidita pasé a llamarlo ”Carlitos”…
Y, poco a poco, fui cogiendo más confianza y me fui envalentonado porque “mi nuevo amigo” parecía disfrutar enormemente de la forma irrespetuosa en que yo lo trataba. Ya le conocía la voz, y enseguida que lo oía le soltaba: “¿Que pasó, Carlitos, como tú estás mi socio?” y el solo hecho de decirle eso le producía tremenda risa a mi “socio” Carlitos…
Ya, aunque Carlos Zárraga estuviera en la casa, yo no le pasaba la llamada. La verdad es que ya estaba convencido de que Carlitos ”al que llamaba era a mí” porque ya ni me preguntaba por Zárraga. Yo pensaba, “este debe ser un viejo aburrido de Hialeah que está loco por hablar con cualquiera” y yo le daba por la vena del gusto.
Ya Carlitos conocía casi toda mi corta vida en Güines; sabía el nombre de mis padres y hasta la calle donde nací. En cambio, yo no sabía nada de él, y cuando le preguntaba, me decía: “Oh, mi vida no tiene importancia, ha sido una vida muy simple, te aburrirías si te la contara”…
Y yo, EN EL COLMO DE LOS ATREVIMIENTOS, le ripostaba: “No fastidies Carlitos, que tú suenas más viejo que Matusalén y algo tendrás que contarme; dime aunque sea una mentira”.
Y riéndose me decía: “Estás equivocado, yo solamente soy unos poquitos años mayor que tú”. Y yo le decía: “No seas mentiroso, viejo, que tú debes tener más de 60 años”. Y me decía: “Bueno, tú me pediste que te dijera una mentira y ya te la dije”…
Una mañana me dice: “¿Tú eres de Güines, no?… Yo le contesto que “sí” y me pregunta: “¿Por casualidad conociste allí al Alcalde Jaime Quintero?” y le respondo: “Claro que sí, Jaime era mi primo y padrino”… Y contento me dijo: “Muchacho, pues Jaime fue muy buen amigo mío”. Y eso me acercó un poco más “al simpático y cordial anciano”…
Normalmente, a las personas mayores no les gustan los atrevimientos de los jóvenes, pero este viejo parecía encantado de la vida con mis cosas. Me pregunta un día: “Chico y ¿a qué tú te dedicas?” y le respondo: “En este momento solamente a tumbar a Castro” y riéndose me dice: “Pues fíjate, que ese es mi oficio también”. Y lo único que se me ocurrió decirle fue: “Bueno, entonces al igual que yo, tú debes estar comiéndote un cable”… Soltó una carcajada.
Pero un buen día (cuando yo estaba de lo más feliz entreteniendo “al pobre viejo aburrido de Hialeah”) se me acercó Carlos Zárraga y me preguntó: “¿Esa llamada es para mi?” No me quedó más remedio que contestarle, y tapando el auricular le dije: “Sí, chico, es un viejo que te ha llamado como 20 veces. Es Carlitos, y es de lo más chévere”… Carlos agarró el teléfono y se puso a hablar un largo rato con “mi amigo”. Cuando Zárraga colgó, me llamó y me miró fijamente esperando ver mi reacción al mismo tiempo que me decía: ”Sí, tú tienes mucha razón, el ex Presidente CARLOS PRÍO SOCARRÁS es de lo más chévere”.
(Amabilidad del autor)
http://zoevaldes.net/
Mi “Socio” Carlitos
por Esteban Fernández
Yo soy el campeón metiendo la pata en el teléfono. Mi lista de errores garrafales y de equivocaciones es enorme, sobre todo cuando los cubanos me llaman e inmediatamente después del saludo me preguntan: “¿Ya sabes quién te habla?”…
Pero la historia que más me gusta – y a lo mejor ya usted la conoce porque la he contado muchas veces- de todos mis fallos, fue algo que me sucedió cuando vivía en Miami en la legendaria casa de Carlos Zárraga junto a Vicente Méndez, Edel Montiel, Jorge Riopedre, Humberto Solís y los guajiros ex combatientes del Escambray. La casa era visitada por el Comandante Nino Díaz. De médico nos servía un hermano del “Colorado”, León Lemus. Por las noches se reunían en el portal cuatro eruditos de la causa cubana: Zárraga, Tony Santiago, Pepe Iglesias y Charles Simeón.
Una mañana suena el teléfono y yo lo contesto. Me dice la persona: “Hola ¿puedo hablar con Zárraga?” y le respondo: “¿De parte de quién?”, y me dice: “Por favor, dígale que de parte de Carlos”…Le digo: “Zárraga no se encuentra, llámelo más tarde”…
Pero durante una semana las llamadas infructuosas del tal Carlos se convirtieron en cotidianas, y yo siempre era el que contestaba el teléfono. Un día el señor me preguntó: “Chico y ¿cuál es tu nombre?” y yo le respondí: “Yo soy Estebita”, y comenzó a llamarme “Estebita”, y por ende, yo enseguidita pasé a llamarlo ”Carlitos”…
Y, poco a poco, fui cogiendo más confianza y me fui envalentonado porque “mi nuevo amigo” parecía disfrutar enormemente de la forma irrespetuosa en que yo lo trataba. Ya le conocía la voz, y enseguida que lo oía le soltaba: “¿Que pasó, Carlitos, como tú estás mi socio?” y el solo hecho de decirle eso le producía tremenda risa a mi “socio” Carlitos…
Ya, aunque Carlos Zárraga estuviera en la casa, yo no le pasaba la llamada. La verdad es que ya estaba convencido de que Carlitos ”al que llamaba era a mí” porque ya ni me preguntaba por Zárraga. Yo pensaba, “este debe ser un viejo aburrido de Hialeah que está loco por hablar con cualquiera” y yo le daba por la vena del gusto.
Ya Carlitos conocía casi toda mi corta vida en Güines; sabía el nombre de mis padres y hasta la calle donde nací. En cambio, yo no sabía nada de él, y cuando le preguntaba, me decía: “Oh, mi vida no tiene importancia, ha sido una vida muy simple, te aburrirías si te la contara”…
Y yo, EN EL COLMO DE LOS ATREVIMIENTOS, le ripostaba: “No fastidies Carlitos, que tú suenas más viejo que Matusalén y algo tendrás que contarme; dime aunque sea una mentira”.
Y riéndose me decía: “Estás equivocado, yo solamente soy unos poquitos años mayor que tú”. Y yo le decía: “No seas mentiroso, viejo, que tú debes tener más de 60 años”. Y me decía: “Bueno, tú me pediste que te dijera una mentira y ya te la dije”…
Una mañana me dice: “¿Tú eres de Güines, no?… Yo le contesto que “sí” y me pregunta: “¿Por casualidad conociste allí al Alcalde Jaime Quintero?” y le respondo: “Claro que sí, Jaime era mi primo y padrino”… Y contento me dijo: “Muchacho, pues Jaime fue muy buen amigo mío”. Y eso me acercó un poco más “al simpático y cordial anciano”…
Normalmente, a las personas mayores no les gustan los atrevimientos de los jóvenes, pero este viejo parecía encantado de la vida con mis cosas. Me pregunta un día: “Chico y ¿a qué tú te dedicas?” y le respondo: “En este momento solamente a tumbar a Castro” y riéndose me dice: “Pues fíjate, que ese es mi oficio también”. Y lo único que se me ocurrió decirle fue: “Bueno, entonces al igual que yo, tú debes estar comiéndote un cable”… Soltó una carcajada.
Pero un buen día (cuando yo estaba de lo más feliz entreteniendo “al pobre viejo aburrido de Hialeah”) se me acercó Carlos Zárraga y me preguntó: “¿Esa llamada es para mi?” No me quedó más remedio que contestarle, y tapando el auricular le dije: “Sí, chico, es un viejo que te ha llamado como 20 veces. Es Carlitos, y es de lo más chévere”… Carlos agarró el teléfono y se puso a hablar un largo rato con “mi amigo”. Cuando Zárraga colgó, me llamó y me miró fijamente esperando ver mi reacción al mismo tiempo que me decía: ”Sí, tú tienes mucha razón, el ex Presidente CARLOS PRÍO SOCARRÁS es de lo más chévere”.
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