ABOGADO EN DESGRACIA

Posted October 25th, 2011 by Reinaldo Escobar



Con su sonrisa de éxito, su costoso traje y su indiscutible catolicismo, el abogado se apresura para entrar al gris edificio administrativo donde se discute desde lejos el problema cubano, no de forma oficial, sino entre chistes en ingles y tacitas de café fuerte. Sus amigos insisten en que el seria un buen presidente de una Cuba libre de comunistas, mas americana y mas pragmática en eso de controlar masas.


Para nadie es un secreto que el auge económico y político de Miami comenzó en 1959. Desde entonces, los ricos y clases medias cubanas ayudaron a convertirla en la capital de todas las derechas latinoamericanas, pero también vinieron demócratas de Cuba, ortodoxos, y hasta socialistas. No había mucho espacio para derechos civiles en Cuba en medio de bloqueos, amenazas nucleares y paredones de fusilamiento. Un movimiento de masas apoyo al Ejercito Rebelde y lo entronizó como máxima expresión de una democracia sin libertad de partidos políticos, así que Miami se convirtió en la oposición. En la contrarrevolución.


La contrarrevolución tenia estatutos de derecha y culpaba en voz baja a las masas revolucionarias. Hace unos días un pariente muy cercano y antiguo militar al servicio de Batista (que vive en Miami) me confesó: primero yo perdono a Fidel Castro, que al pueblo cubano…No me asombró esa cortante honestidad. Mucho de los rencores que sobreviven en el exilio tradicional están dirigidos a esas masas populares que protagonizaron el radicalismo en Cuba. Este es el sentimiento típico de las clases medias en latinoamerica cuando se sienten amenazadas por los movimientos populares, y si no es menos cierto que detrás de las masas siempre están los agitadores anarquistas, comunistas y sindicalistas opuestos a la burguesía, también es un hecho que se hace muy poco por ganar a esas masas desde la derecha. En Cuba solo los Ortodoxos lograron arrastrar masas, y frente a esa fuerza popular se levantaban partidos de cuadros, grupos de abogados y profesionales de la política, como una forma de frenar la democracia participaría y como expresión de desconfianza que hacia las masas tienen los partidos de cuadros burgueses.

En el exilio se repite la historia y multitud de organizaciones compiten por un protagonismo que no logra arrastrar a los obreros cubanos de la humilde Hialeah o de la Pequeña Habana, porque la estructura de esas agrupaciones conserva la antigua naturaleza de los partidos de cuadros, divorciados del interés de la masa, en este caso de la masa exiliada. La imagen clásica es ese exiliado de corbata y yugo costoso, de arrogante mirada y confiada aptitud profesional mas apoyada en su título universitario que en su pueblo. Ese abogado esta en desgracia, y no lo sabe.