CUBA Y LA MASONERÍA


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Mensaje por Admin Jue Ago 01, 2013 8:44 am

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN???


julio 23, 2013Uncategorizedgustavo1941


I. H. RUBÉN EVARISTO GUTIERREZ TORRES
M. R. G. M. GRAN LOGIA DE CUBA DE A. L. Y A. M.

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Internet-p-todos

Gran Maestro, me dirijo a usted con el objetivo de darle un punto de vista de un humilde masón cubano que desea para su masonería el lugar que le corresponde en el mundo actual como institución de progreso e integrada por hombres virtuosos y de buena voluntad.

Los masones cubanos estamos predestinados a grandes obras, no por un sentimiento de arrogancia y vanidad sino porque el tiempo y las circunstancias que nos ha tocado vivir así nos lo exigen. El ser escuchado es un paso de avance y el ser interpretado a la luz de lo que somos es lo único que le pido sin poner prejuicios por delante.

En un mundo víctima de profundos cambios, la construcción de cualquier obra supone para el hombre masón, inevitablemente, una ocasión de interrogarse sobre su actualidad. De no conocerse cuales son los problemas actuales que interesan a la masonería como institución en sí, y los elementos que obstaculizan el camino al cual estamos destinados a recorrer, entonces la inevitable evolución con su consecuente pragmatismo parecerá destinar a la institución a convertirse, en poco tiempo, en un objeto del pasado.

ES TIEMPO DE ANDAR EN CAMPO ABIERTO

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Castro-millonario

Los momentos actuales por los que transita la institución masónica en cuba, de acuerdo a lo que se observa en su dinámica de intereses reclaman humildad, altura de espíritu y mucha vocación. Cualquier institución, aún más la masónica, que tenga como norte la convivencia saludable y fraternal, está obligada a reconocer la heterogeneidad de sus miembros y por tanto la diversidad de criterios en el enfrentamiento a coyunturas comunes. La política, como arte de gobernar y la capacidad de dirigir hacia fines concretos, es el factor indispensable para articular a los actores en escena. De acuerdo a la forma en que esta se aplique puede facilitar el buen convivir o la tendencia al enfrentamiento entre hermanos. Pero la política, al estilo masónico, es necesaria, con ella podemos poner orden a las aspiraciones como seres humanos.

Pero para lograr tal fin, se hace necesario que esa articulación sea mediante el diálogo y el consenso de todos los actores, única vía posible para lograr los objetivos que nos proponemos. El bien general como denominador común debe dirigir todos nuestros actos, ese bien común que a veces trasciende nuestras individualidades, deseos particulares y ambiciones mundanas.

Sin embargo, y para nadie es un secreto, una cosa es querer y otra poder. En algunos momentos de nuestra historia institucional nos ha faltado eso, humildad, altura de espíritu y vocación. Un ejemplo fue el tiempo y las energías empleadas en buscar la unificación de la masonería en Cuba cuando, en cada etapa en la que se transitó, existieron hombres con la energía, capacidad y deseo para haberlo logrado en menor espacio de tiempo. Méritos, talento y capacidad tuvieron Aurelio Almeida, Antonio Góvín y Andrés Puente Badell, sin embargo trabajaron durante cierto tiempo con concepciones diferentes, pero pretendían una misma finalidad, cuando las condiciones propiciaron la unión sus ideas se hicieron realidad, su masonismo se antepuso por encima de sus ricas individualidades. No todo es cuestión de querer. A partir del año 1820 se produjo la unión de la Gran Logia Española del Rito de York, en 1880, surge otra, la de la Gran Logia de Colón y la Isla de Cuba. Cuarenta y un años más tarde, un 8 de junio se firma la unidad entre la Gran Logia de la Isla de Cuba y el Gran Oriente Nacional. Cuando todo parecía ir bien surge un mes más tarde la Gran Logia Oriental de Cuba, todos querían y decían lo mismo, lo mejor para la Masonería Cubana, pero no fue cuestión de pocos días y de hombres capaces sino de condiciones creadas y política eficaz. Por tal motivo el que más hizo por la unificación en un determinado momento histórico no pudo verla concretada, pero fue el político eficaz. Gonzalo García Pedroso creó las condiciones necesarias, soñó con ser el hombre de la unificación, pero le correspondió a otro el mérito un 25 de agosto de 1946 la firma en Ciego de Ávila de la tan ansiada unión. No obstante el Gran Maestro que lo ejecutó es solo citado cuando se aborda este tema, a Gonzalito lo recuerda la historia, y se recuerda no por el acto en sí sino por el empeño en que se manifestara como querían todos. No había alternativa, fuera de la Gran Logia de Cuba, difícil ser reconocidos, por lo tanto el Decreto 229 de fecha 14 de julio de 1947 puso fin a una larga etapa de encuentros y desencuentros para mantenerse como un solo organismo hasta el presente.

Solo el diálogo franco, la búsqueda inteligente de un consenso basado en el respeto a todos articulará una política eficaz que promueva el buen actuar. Mientras haya hermanos a la espera de cualquier acción que provenga de la Gran Maestría para pasarle la cuenta, habrá como respuesta la política del que se atrinchera y no es momento para tales fines, es momento de trabajar en campo abierto, de madurez política digna del tiempo que hemos necesitado para crecer. Pero se necesita también recobrar la confianza en quienes nos dirigen.


EL PODER DE LA DEMOCRACIA MASÓNICA

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Ramoncito-a
Ramón

Todo conflicto que genera en crisis da la posibilidad de que emerjan a la superficie una serie de elementos que de otra manera no pudieran ser percibidos. Al respecto deseo advertir un elemento importante y ha sido la evidente falta de habilidad política, en los últimos tiempos, en la previsión de acontecimientos potencialmente delicados y susceptibles para la comunidad masónica, dando la posibilidad de salir a flote como una realidad lacerante la endeble democracia en la que está sustentada la masonería cubana a la hora de solucionar sus conflictos. La democracia institucional no es una simple cuestión de actualidad; constituye un largo aprendizaje, un proceso acumulativo y los masones cubanos deben interiorizar en esta etapa de su desarrollo la fragilidad de un proceso que se muestra indiscutiblemente débil a la hora de la toma de decisiones, al no dirigirse, como debería ser, constantemente hacia el futuro.

El poder, entiéndase en masonería la posibilidad de dirigir los destinos institucionales, está responsabilizado histórica y moralmente para construir y no para destruir, para unir, no para desunir, para dialogar, no para hostilizar. En mi condición de implicado hace tres años en un proceso del cual voy a abordar como fenómeno al que hay que solucionar, la crítica al mismo podría levantar suspicacias respecto a mis intenciones y a la objetividad en el enfoque a los actuales acontecimientos. Es una página que hace mucho tiempo le hemos dado vuelta, particularmente pienso que cada cual actuó en ese momento como entendió e interpretó que debía actuar y jamás me ha pasado por la mente que existió mala fe para con mi persona, pues siendo masón como me creo no puedo albergar pensamiento negativo hacia ningún hermano. Por lo tanto deseo analizar el fenómeno como un todo y aportar humildemente mi visión y no detenerme en cuestiones evidentemente conocidas, aunque no en toda su magnitud.

Con los acontecimientos suscitados hace algún tiempo y los actores que han salido a escena se ha destapado nuevamente una realidad en la que se ha evidenciado las necesidades de hacerse reconocer y que su voz sea tenida en cuenta por parte de tendencias dentro y fuera de Cuba en relación a masones que se deben reconocer, es la única salida posible, como un solo grupo que desarrollan su trabajo dentro de circunstancias diferentes. Me refiero a las relaciones entre los masones cubanos fuera de la isla y los masones cubanos de la isla.

Al analizar con ojo crítico y observar como se han desencadenado y desarrollado los acontecimientos entonces podemos advertir la fragilidad de un mecanismo con que cuenta la institución y que es bandera que se enarbola a la hora de mostrarnos al mundo profano, hago referencia al elemento fraternal y tolerante que debe acompañar cada una de nuestras acciones y a la Democracia masónica. En el tratamiento que se la ha dado a tan necesario y delicado tema, la democracia que está presente en la forma y el contenido a tratar, como es el caso que nos ocupa no debe salir golpeada. En este caso, la solución de nuestros conflictos, como contenido y la democracia masónica cubana como forma para darle solución, deben emprender tres vías fundamentales: el reconocimiento de los derechos de unos y otros, la apertura hacia otras formas de pensar en la materia, sin que por ello se padezcan castigos draconianos y la participación de todos los masones en la maduración de grandes decisiones evitando a toda costa que haga acto de presencia la intolerancia y la hostilidad que se ha evidenciado en el pasado. Si los dirigentes masónicos cubanos eligieran esta opción evidenciarían prudencia política y una inquietud positiva por evitar a su masonería los desórdenes que se han agitado en este sentido y que si no han salido a flote en toda su magnitud es porque esta punta del iceberg que apenas es percibida no le ha llegado su momento. Ningún cuerpo flotante deja ver todo su volumen en la superficie.

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Comunismo-y-religion

Pues en la actualidad la primera necesidad de la masonería cubana es consagrarse a tareas constructivas y conjugar, con este fin, todas sus capacidades. Puesto que en toda empresa humana las divergencias son inevitables, hagamos que las mismas se inscriban en una dinámica positiva. Enriquezcámonos de nuestras mutuas diferencias.

En noviembre de 1960 es fundada la masonería de cubanos en el exterior. Este acontecimiento corona varios momentos y coyunturas entre todos los componentes políticos y actores tanto protagonistas como secundarios en la escena masónica cubana. Hoy se impone a fuerza de ser justos con nosotros mismos el reconocimiento de los que han tenido que vivir fuera de la dinámica institucional masónica dentro de Cuba pero que en realidad son parte de ella. Hoy, la aplicación de una ley de reconocimiento a los masones cubanos que se encuentran en suelo norteamericano y que han fundado logias con la impronta de lo cubano se hace inevitable y debe avanzar normalmente a la par de la exigencia de los tiempos. Dicha ley discutida por todos y a todos los niveles debe ser debatida sobre la base de la más amplia democracia y llevada a nuestro Parlamento con inteligencia para que acabe de ser promulgada. Entonces callaríamos muchas voces y los hoy marginados participarían cada vez más como debe ser en nuestro ámbito masónico. Jamás hemos visto que un localismo niegue la trascendencia y mucho menos la categórica huella cifrada en la memoria histórica. De ahí que es necesario conocer y reconocer méritos y sacrificios que se han hecho del otro lado de la orilla. Este acto, ampliamente positivo, vendrá a disipar el escepticismo con el que se observa la acción social de la masonería cubana.

El segundo eje del esfuerzo democrático reside en la apertura y bienvenida hacia otras formas de visión de potencialidades frescas que se impondrán en poco tiempo, por necesidad y compromiso-ojala que no sea a sangre y fuego-, y que por intereses individuales o de recelo la dirigencia los mantiene alejados del liderazgo actual. Debemos abandonar la idea de un grupo que monopolice el poder. ¿Qué ventaja representaría vivir en desacuerdo? Debemos dar prueba de lo que definió en su momento el Pasado Gran Maestro Rivera Maldonado: mostrar un auténtico masonismo que sitúa el interés general por encima de todo. Preocupados por movilizar a todas las fuerzas vivas de la masonería cubana, exhortar a todos los que se preocupan por una renovación con evolución para que entierren viejas querellas y se consagren a objetivos comunes.

La democratización en la masonería cubana debe alcanzar por fin una dimensión popular, no populista, sin la cual estaría vacía de todo contenido. Dar la idea de la importancia de la participación en la toma de decisiones del masón común, ese humilde hermano que se sienta en una butaca desde una posición contemplativa para hacerlo actuar y convocarlo a la consulta, en especial cuando se trata de hacer madurar las decisiones de las que depende el destino de nuestra masonería.

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Collera-vento-placa-2

Pero ¿es preciso decirlo? Esta política de apertura a la que hoy invoco desde mi humilde posición no place a los partidarios de un poder que no comprende como actuar para todos y con todos. La evocación de un cambio, una apertura, una renovación que tienda hacia una evolución bien pensada son términos que asustan para quien no sabe cual es el camino a transitar, por eso intuyo que a este tipo de hermano le seré incomprendido, buscador de protagonismo o tal vez en el mejor de los casos tildado por un soñador de pensamiento poco pragmático.

Quisiera abordar ahora un segundo punto: la importancia de evitar la confusión entre conceptos distintos. La diferencia circunstancial entre masones de la isla y masones cubanos fuera de la isla no debe difuminarse hasta el punto de hacer posible su confusión. Asimismo debemos evitar otro error posible: considerar a los masones de la isla representados por el poder dirigente actual, por medio de sus órganos constitucionales partes de un conflicto al creer estos en su proyección de acción que los masones cubanos fuera de la isla representan la parte adversa de un fenómeno tan fácil y tan necesario de solucionar.

Este sería un error de conceptos, ya que la dirigencia actual se tendría que considerar, desde la perspectiva institucional, como debiera ser, tanto en la teoría como en la práctica, como el guía de todos los masones cubanos, esté donde estén y no puede verse solamente como el representante de la institución dentro del país. Las circunstancias en la que se practica la masonería cubana no son las circunstancias del resto de la masonería a nivel mundial. Eso nos exige un enfoque desprejuiciado y sin ataduras a esquemas tradicionales. Naturalmente en la actualidad estos fines se limitan a la jurisdicción territorial.

La masonería en Cuba existe y no fue eliminada como pasó en otros países que tenían el comunismo como ideología social, pero muchos masones cubanos por causas de todo tipo y conocidas han tenido que hacer vida en otro lugar donde también por circunstancias nada favorables para ellos en el territorio de asentamiento no han podido integrarse al medio masónico norteamericano, porque económicamente, ideológicamente y éticamente piensan y viven como cubanos, por lo que la vida les ha deparado el más difícil de los destinos, ser integrantes de una nueva tierra pero con raíces muy profundas de otra.

Un pensador dijo una vez que: Hay un pasado vivo y activo en lo presente. En nuestro caso este pasado determina gran parte de nuestro presente, levantando barreras y determinando distancias que incluye a las nuevas generaciones de masones con que contamos. Barreras y distancia que debemos sepultar. Es precisamente esa cruda realidad la que les dejaremos como herencia espiritual, si no somos capaces de llegar a la conciliación que estamos obligados a buscar. Los masones deben entender que no puede ser posible, moralmente, traspasar a las futuras generaciones la fatalidad de nuestros desencuentros del presente o del pasado.

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Collera-joven
Collera Vento

Considero que viene siendo hora que la dirigencia actual y la futura, esa que asume el poder de representatividad no se considere únicamente, a través de sus órganos constitucionales, como el poder de los masones dentro de la isla sino como el representante de la voluntad tanto de éstos como los que están fuera de nuestra jurisdicción territorial y que desean, impedidos hasta el presente por ciertas circunstancias, trabajar junto a nosotros, es decir, la voluntad de todos los que se consideren masones cubanos sin importar el lugar donde practiquen los principios masónicos. Aquí entra a jugar el uso de un concepto utilizado en circunstancias atípicas y es el de la jurisdicción funcional, utilizada en otros momentos históricos y proyectados por la Gran Logia Unida de Inglaterra cuando ha tenido que hacer uso del mismo. Concepto utilizado también por Jorge Luís Cuervo Calvo en el tema que estamos tratando en un determinado momento histórico que cuestionaba sobre que hacer en una sociedad que cambia a un ritmo acelerado que quiere establecerse ideológicamente utilizando conceptos y principios contrarios en algunos aspectos a los que la ideología que sustenta esa sociedad masónica les dicta a sus miembros como una institución social que desea prevalecer a pesar de estar en contra de los ideólogos de turno. Por supuesto habría que ampliar nuestro radio de acción a otras jurisdicciones y otros actores masónicos como elementos de consulta y aprobación.

Al respecto, es inconcebible que el poder representativo actual se halle en un conflicto en el que la otra parte, creada por nosotros mismos según la historia, fuese la parte adversa.

El tercer punto a tratar en el proyecto de reconocimiento que propongo es que este aunque se presente bajo formulación jurídica como la determinación de trabajar juntos en proyectos comunes pero en circunstancias diferentes debe concernir por su valor histórico en principio de reconocimiento a todos, siempre y cuando el diálogo que se establezca para el mismo sea de interés de las partes interesadas.


LA OTRA PARTE


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Gran Logia de Cuba en el Exterior

El domingo 14 de noviembre de 2010 tres fuerzas masónicas de cubanos que viven en los Estados Unidos de Norteamérica dieron una evidente muestra de buena voluntad y masonismo al unirse en un solo frente y celebrar los cincuenta años de haberse fundado la masonería cubana en lo que ellos denominan el exilio, esto nos debe de llevar a la interpretación que los tiempos han ido cambiando y que la masonería cubana debe trabajar en función de estar a tono con esos tiempos que en su esencia evoluciona como un ente vivo. Pero todavía tienen que aprender a trabajar unidos, mientras existan en el sur de la Florida tres Grandes Logias de cubanos, además otro grupo constituido en Federación, difícilmente podrá entablarse un diálogo serio, solo la unión de todos llevará a vías de hecho un acto de amor.

Nunca antes Gran Maestro se ha dado las condiciones objetivas para llevar a efecto el tan ansiado reconocimiento, solo hay que trabajar sobre el elemento subjetivo. Desde hace un año ha asumido la gran maestría de un grupo de masones que hoy no reconocemos un hermano capaz y nada prejuiciado líder de los hermanos cubanos radicados en la Florida y a la par, en estos momentos, representa los destinos de la masonería regular un Gran Maestro de la Gran Logia de la Florida que comprende mejor nuestros propósitos. Todo está dispuesto para concretar lo que tanto deseamos, el reconocimiento de nuestros hermanos y lo más importante: la unión de los masones cubanos.

Propender a que las acciones que se acometan se ajusten al principio de una fraternidad con todos y para el bien de todos, doctrina lanzada por nuestro Apóstol José Martí es un compromiso moral.

Pero sea cual sea el esfuerzo realizado para la elección de la fórmula jurídica y constitucional más apropiada para expresar este reconocimiento, el problema fundamental sigue siendo la pregunta que siempre se presenta cuando se acometen este tipo de acciones: ¿cuál es la solución que deberá adoptarse si los puntos de vista de unos y otros divergen sobre el establecimiento de la formulación? La solución, una vez aclarado lo básico del problema, será evidente. Y lo esencial es esto: existe una masonería cubana, la nuestra, constituida por dos grupos principales: los de adentro y los de afuera- descarto a otros grupos de afuera que sería imposible un diálogo por sus posturas en materia política y no podrían traicionar la retórica con que han asumido las diferentes posturas en la materia- todos viven de acuerdo a nuestras raíces institucionales. El principio de base que establecerá esta realidad es el reconocimiento en los planos psicológicos, jurídicos y constitucionales y la adopción de una actitud conforme a esta realidad.

Pero aún hay otro punto importante: el masón fuera de la isla debe mostrar el mismo entusiasmo y la misma fe que el masón de adentro en su campo de acción social, intelectual y fraternal, en relación a los derechos que se discutan. Al fanatismo se opondrá la apertura; al sectarismo, la amplitud de espíritu; a las tendencias que arriesguen la pérdida de equilibrio del poder, el dominio de sí. He aquí el método que conducirá a buen puerto el navío que estamos encargados de dirigir hacia las orillas del diálogo, el entendimiento y el trabajo conjunto. Este es el único método.

Desde hace algún tiempo partimos de un principio que he tenido la oportunidad de exponer en la tribuna masónica de la Logia y que consideramos irrebatible: el error es humano. Nada de lo que el hombre crea es perfecto en absoluto. Todos los tratados elaborados por los hombres, ya se presenten bajo formas de leyes o de decretos, no hacen sino representar el punto de vista de aquellos que lo han elaborado, expresando de este modo su opinión sobre un caso particular y en el marco de una etapa de desarrollo determinada. Quisiera recordar que es el hombre quien crea las leyes y las constituciones y que, en consecuencia, éstas evolucionan según las necesidades de todos y en función de las diferentes etapas por las que transitamos. Por eso cuando una ley se promulga contrariando este sentido el que la ejecuta se convierte en verdugo y solo será justo quien se oponga a su cumplimiento, lo cual si no se desarrolla con urgencia y se aplique una ley que respondan a intereses comunes estaremos dando la posibilidad y el derecho a otros a que se sientan incómodos contra lo que creen injusto. Y lo más importante, como responder a la historia cuando nos pida cuentas en un futuro por no haber hecho lo que nos correspondía hacer en un determinado momento de la misma.

Debe recordarse aquella regla de interpretación de las normas jurídicas, según la cual “ubi lex voluit, dixit; ubi noluit ,tacuit ” (cuando la ley quiere, lo dice; cuándo no quiere, calla).

Los que consideran ahora como una realidad en el marco de las formas actuales, es decir, la constitución, poner en marcha dicho proyecto, tienen que crear las bases jurídicas en la misma, por necesidad coyuntural, siendo susceptible ésta de revisión, prestando especial atención a fin de que la revisión se haga siguiendo el proceso que las instituciones modernas utilizan para progresar, la elaboración con la participación de todos y no por parte de una supuesta élite que piense por la gran mayoría.

Teniendo en cuenta que no pueden exigirse distintas interpretaciones de una equivalencia absoluta entre las realidades de base y las realidades particulares, es natural que se consulte a otros masones para todo asunto sometido a estudio, pero en un debate bien dirigido y moderado, en particular cuando se trata de problemas de los que depende nuestro destino, como ocurre con el que ahora nos ocupa.

Hablamos de democracia, al estilo masónico, para los masones cubanos. Pero, ¿cómo concretar este concepto? ¿Cómo traducir en los hechos la noción de madurez de las decisiones que comprometen nuestro destino? Se expresará por medio de la consulta a todos los implicados. Se definirá discutiéndolo en las logias, en sesiones culturales conjuntas, en reuniones aquí y allá si es posible, en el Parlamento Masónico. Es lógico que se busque los mejores medios que, por sí mismos, harán madurar nuestra experiencia de tomar decisiones. Preferimos que se llegue al reconocimiento conociendo la opinión de todos. No puede haber reconocimiento a los masones cubanos que laboran en suelo norteamericano si no existe una integración al proceso de los mecanismos regionales que legitimasen tal acción, como la Confederación Masónica Interamericana (CMI) y La Gran Logia de La Florida.

El masón de afuera deberá poner especial atención en cuanto a su pertenencia a la masonería cubana, así como a la necesidad de ser reconocido. A su vez, el masón de adentro deberá representar su punto de vista y el punto de vista del hermano que desea ser reconocido como parte integrante de la masonería cubana. Este espíritu, tiene la propiedad de hacer de nosotros una masonería cubana única, dispuesta a trabajar en conjunto y afrontando nuestros propios problemas con espíritu fraterno.

En este proceso los masones cubanos no pueden tener prejuicio contra nadie ni tener la intención de aislar a ningún grupo o minoría. Hasta los más humildes y sencillos masones de butaca nos son hoy necesarios. La masonería cubana necesita hasta el extremo la participación de todos los hombres de buena voluntad. No es por debilidad la expresión que hasta los más humildes y sencillos nos son necesarios, sino porque es hora que nos propongamos estudiar la confrontación de nuestros grandes objetivos como masones cubanos que somos en su conjunto. Esto exige de todos la utilización de unos principios que estén a la altura de nuestras aspiraciones; exige un trabajo tenaz. Es para ese fin para lo que necesitamos la colaboración de cada uno de los elementos de nuestra institución. Se trata de una necesidad de principio que no es ni provisional ni contingente.

Si se intentara monopolizar el debate sobre el proyecto de reconocimiento con los factores que le interesen a la dirigencia actual o futura, en realidad no se establecería ninguna discusión legítima. Y si se intentase amordazar a cualquier grupo interesado entonces levantaría mucha suspicacia y recelo por parte de los marginados en el proyecto y a la larga se producirían errores de procedimiento y de puesta en práctica. En el ámbito masónico no pensamos que sea justo juzgar inadecuadamente a nadie en virtud de sus legítimas opiniones. Quisiera hacer saber que todas las opiniones, tanto aquellas que pueden clasificarse de extremistas como moderadas, siempre y cuando estén basadas en el respeto y en el amor a nuestra institucionalidad, son bienvenidas. De cualquier forma, lo que exigimos es que las discusiones lleven el fin de proteger nuestra unidad y nuestro porvenir, de reforzar nuestra confianza y de fundir nuestras aspiraciones, siguiendo una vía elegida en función de nuestros intereses presentes y futuros al mismo tiempo.La claridad ahuyenta el mal como la vela la oscuridad.

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Evaristo

Evaristo

La llamada Gran Logia representa cuantitativamente poca cosa en relación al conjunto de toda la masonería (no deseo que se me malinterprete el término). Ella es pues una minoría, pero puede también, a veces, ser una mayoría. Es minoritaria cuando no cuenta más que con los habituales simpatizantes e incondicionales y cuando su visión no concuerda con la gran generalidad. Pero es una mayoría cuando refleja el ideal de todos en sus aspiraciones y proyecciones, teniendo en cuenta el presente y el futuro, y actuando de conformidad con objetivos fijados.

El poder dirigente tendrá que vigilar el carácter democrático de cualquier proceso por gravitación de las propias acciones que se realizan si los masones saben como llevar el proceso en su aplicación. Los masones cubanos deben trabajar con visión de futuro, trazando líneas de trabajo a corto y largo plazo comprometiéndonos con las exigencias del mundo actual y desarrollando un programa para un diálogo directo y metódico con todos los involucrados. Y es precisamente por estas razones que la masonería cubana debe necesariamente abrirse un nuevo camino en el movimiento institucional dentro de nuestro ámbito, en el ámbito regional ocupando posiciones de liderazgo y con una presencia fuerte hacerse oír en el concierto de las grandes logias del mundo.

Este es un tema espinoso del cual muchos prefieren evadirse, pero la realidad no puede ser ignorada, soy de la opinión que hay que encararlo con espíritu fraterno, valentía y voluntad al más alto nivel, de otra manera al no hacerlo nos colocaría al nivel de la política del avestruz. Lamentablemente en los últimos tiempos hubo un actor que se erigió en líder de opinión sobre el tema que ahora abordamos y observando la forma en que acabó su vida masónica y los intereses a los que respondía, volver sobre este tema, provoca un recelo palpable por parte de muchos y con razón, pues siempre se desconfiaría de cualquier hermano que defienda nuevamente lo que en su momento defendió quien ha provocado en nuestro seno que el hermano desconfíe del hermano. Pero entendemos que actuar sobre este tema es una loable iniciativa sin otro interés en el presente que ser justos y consecuentes. Por tal motivo debemos apartar del proceso el subjetivismo que paraliza y corroe el espíritu colectivo, pues dejemos a la historia desempeñar su papel.


CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Gran-log-unida-de-cuba-y-las-antillas
Gran Logia Unida de Cuba y las Antillas



Nuestra institución en Cuba debe trazarse una política institucional y una política de gobierno masónico. La primera, a largo plazo, dentro del poder legislativo y la segunda corresponderá a cada Gran Maestro de acuerdo a su creatividad y empuje. El reconocer a los hermanos cubanos, en su totalidad, que se encuentran esparcidos en suelo norteamericano nos convierte en hacedores de Patria. Una Patria donde convivan todos, sin excepción de ninguno. Sí, Patria, para el masón y el cubano actual es idea de unidad, de fuerza, de acciones colectivas, es concepto individual y social, es íntima relación de alma y cuerpo, de territorio, de buena voluntad. La institución masónica cubana tiene que estar destinada como misión histórica a construir ese puente entre unos y otros y trazar esa línea divisoria entre un pasado desgarrador y un futuro deseado, no podemos dejarle ese trabajo a otros. Hacer Patria para los masones cubanos, como he leído por ahí, es como sembrar y cultivar esos árboles centenarios que nos compensan las fatigas con sus frutos y follajes, de sus raíces engarzadas a lo profundo de la tierra extraer sus alimentos a fin de que a través de sus frutos se renueve sin términos el bosque, a pesar del tiempo y de las hachas.

He conocido que en su momento, como fórmula para hacer ver que se ha hecho algo al respecto en relación al tema que hoy abordo se creó una comisión presidida por nuestro Presidente de la Comisión Permanente de Relaciones Exteriores y emitió un informe sobre el mismo, llegando a conclusiones, que en este caso no corresponde a una comisión-la cual respeto su trabajo y su actual Presidente- pues formé hace algún tiempo parte de la misma en dos periodos de gobierno masónico y he tenido la oportunidad de observar la capacidad y entrega a la institución de su actual Presidente. No funciona la solución dependiendo de lo que exprese un grupo de élite y minoritario, que además está indisolublemente ligado al poder ejecutivo decidir lo que corresponde a todos en su conjunto, pues es mucho lo que está en juego. Por lo delicado y necesario de este tema, el estudio y trabajo para llegar a una fórmula de reconocimiento no debe corresponderle a una Comisión, sea cual fuere el contenido y propósitos de la misma y por muy respetable que sea creada por la máxima autoridad representativa de nuestra masonería, sino debe ser trabajo conjunto de todos los masones y la fórmula debe venir desde la base, la Logia, siempre liderada por usted quien puede direccionar la forma en un plano más amplio no así su contenido. En este caso, la Comisión, anteriormente mencionada actuaría en el proceso como un mecanismo de consulta y asesoría de aspectos que pudieran ser ignorados por falta de la tan necesaria información.

No es momento de llegar a conclusiones si los hermanos que hacen masonería cubana en suelo norteamericano son regulares o irregulares, y quedarse en la mitad del camino, esa no es la vía. Imaginemos por un momento que estos hermanos fueran irregulares, particularmente tengo otra apreciación, pero la explicación sería muy extensa en este texto y compleja de entender, lo que nos toca hacer es preguntarnos ¿qué puede hacer la masonería en Cuba para regularizar a esos hermanos y traerlos a nuestro seno y al seno de la masonería regular y reconocida de habla hispana? Ese es nuestro trabajo, hacía esa dirección deben estar encaminadas todas nuestras energías, capacidad y esfuerzos. Sería una de las acciones que caracterizaría la madurez de la masonería cubana. ¿Es tan difícil de reconocerlo Gran Maestro?

Una sociedad masónica que por pasividad, inactividad, inmovilismo o desconocimiento no pueda asumir responsabilidades históricas es una sociedad que se atenta a sí misma. Por tanto, nadie puede eludir desde el punto de vista individual y colectivo lo que le toca hacer.

El destacado escritor, ensayista, guionista y periodista cubano recién nombrado Premio Nacional de literatura 2012, Leonardo Padura escribió una obra que considero vital para interpretar aristas del desarrollo de nuestra historia nacional, se trata de La novela de mi vida. Siempre a lo largo de nuestro aprendizaje histórico hemos tenido a un Domingo del Monte y a un José María Heredia, a un Félix Varela y a un José Antonio Saco, a un Aldama y a un Tacón, es hora ya que personalidades de nuestra historia, nuestra particular historia, no tengan que sufrir la añoranza por vivir y actuar en la tierra y en la institución que los vio nacer, porque existen unas personas que se lo impiden. La historia que nos está tocando, esa que ha sido rehén de las circunstancias, la que ahora se presenta ante nuestros ojos debe quedar solo como un pasaje del pasado. No podemos hacer fraternidad a cabalidad bajo los presupuestos de leyes que aparten e incomprensibles rótulos que marginen, no con decretos que no respondan a los tiempos que se viven, sino con actos que unan y dignifiquen.

CARTA ABIERTA AL GRAN MAESTRO, PERO … DE QUIEN??? Simbolos-comunistas-12

Partiendo del concepto de que la Cubanidad es la Cuba pensada y la Cubanía la Cuba sentida lo invito mi Gran Maestro que, desde lo más íntimo y noble de la alta sensibilidad humana que estoy seguro su persona posee, haga usted en el tema que nos ocupa un ejercicio de Cubanidad en demostración palpable de lo que considero su Cubanía.
Gran Maestro, nunca me han detenido las incomprensiones ni las barreras humanas. El hombre, y más el hombre masón, debe ser un soñador incurable, ese que sabe interpretar las claves de su época, ese que es capaz de decir siempre lo que piensa, ese que en lo más íntimo de su conciencia sabe que tenemos la obligación de ser buenos. Un sueño que se hace solo es solo un sueño, un sueño que se hace en conjunto se convierte en realidad. Por tal motivo le escribo estas líneas.

Finalmente debemos fijar bien claro nuestra posición con relación al tema que tratamos y se basa en que no reconocemos y amamos a nuestros hermanos que se encuentran al norte de nuestra jurisdicción porque ellos hayan formado o quieran formar parte de nuestra masonería; les tenemos apego y los defenderemos siempre porque una buena parte de nuestra masonería vive y se practica allí, al norte de nuestra jurisdicción. Es porque amo y defiendo a mi masonería por lo que defendemos a los hermanos de allá. No tenemos otra motivación. Entiendo que no se puede querer a la masonería cubana marginando con nuestro pensamiento y acción una buena parte de ella.
Termino con esta cita de Eugenio Scalfari:

Reconozcamos el valor moral del bien común y de la caridad en el sentido más alto del término; practiquémoslo hasta el final, no para merecer premios o escapar de castigos, sino, sencillamente, para seguir el instinto que proviene de nuestra común raíz humana y del común código genético que está inscrito en cada uno de nosotros.

Fraternalmente
Ariel Pérez Lago


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