PRINCIPIOS ANTICASTRISTAS *** Por Esteban Fernández

por **Admin** Mar Dic 17, 2013 10:35 am

El anticastrismo sincero debe ser una convicción y sinónimo de principios inquebrantables. Jamás un modus vivendi puede obstaculizar nuestra creencia firme. Por ejemplo, yo tuve dos grandes empleos a los cuales les dediqué 40 años. Gracias a ellos pude vivir tranquilamente. Nada de riquezas, pero sobrevivíamos perfectamente bien. Uno fue la "AT&T" y después fui encargado de una casa de cambios de cheques. Y gracias a mi anticastrismo casi salgo como bola por tronera de ambos.

Es decir que los dos magníficos trabajos los puse en peligro y casi estuve a un tilín de ser botado a cajas destempladas por mis firmes ideales anticastristas. Les cuento que un día el supervisor de la Compañía de Teléfonos me dijo: “Vamos a tener una exposición de computadoras y equipos electrónicos en Century City y como tú eres bilingüe te he escogido para que ayudes allá”.

Todo iba muy bien, me encantó la idea de hacer algo fuera de mi rutina diaria de trabajo y cada vez que llegaba algún hispano parlante me llamaban y yo -a pesar de que de computadoras no sabía nada en ese momento- iba y los ayudaba. Sinceramente al segundo día ya hubiera querido que eso durara largo tiempo porque me encantaba lo que estaba haciendo que era mucho más agradable que estar cargando cajas de teléfonos en mi trabajo regular en Los Ángeles.

Todo se vino al suelo cuando se formó un alboroto, gente rodeando a unos mastodontes vestidos con camisetas rojas. Corriendo llegó a mi lado el encargado de aquella exhibición y me dijo: “¡Ven, ven, ahí llegó el campeón de tu país, por favor habla con él!”.

Me llevaron a regañadientes a donde estaba Teófilo Stevenson y le dije de sopetón: “Yo no tengo nada que hablar con usted mientras usted represente a la tiranía castrista, ahí está mi camión de la "AT&T.", si quieres te vas conmigo, logramos tu asilo político y somos hermanos de lucha, mientras tanto tú por tú lado y yo por el mío”. Por unos minutos tuve temor de que me pulverizara de una trompada pero no me contestó una sola palabra, me viró las espaldas y se fue a ser atendido por un compañero de trabajo méxico-americano.

Al otro día estaba de regreso realizando mis labores cotidianas en el edificio de la calle Formosa donde gracias a Dios el jefe principal era el cubano Rudy Castillo que era tan anticastrista como yo. Y si se enteró de mi exabrupto no me regañó. Al pasar por mi lado se detuvo, se sonrió y simplemente me dijo: "¿Tienes un periódico 20 de Mayo que me regales?

Años más tarde todo me iba muy bien como supervisor en una casa de cambios de cheques. De pronto me llaman a una reunión con el dueño de la compañía y este me dice muy contento: “La Western Union ha decidido que tus compatriotas pueden enviar dinero mediante esta empresa y tú que eres cubano nos puedes ser muy útil en esa labor”.

Y le contesté: “Bueno, pues desde el lugar donde yo dirijo no se va a mandar ni un solo centavo a la Isla”... Era prácticamente una insubordinación. Se quedó estupefacto, incrédulo, frío, pero le expliqué que “eso iba contra mis principios”. Yo pensaba que iba a despedirme inmediatamente pero por haber sido un empleado ejemplar se hizo de la vista gorda. Me imagino que fue a un diccionario a buscar la palabra "principios".

Todos los días me llamaban de la Western Union para orientarme en lo que debía hacer al respecto, pero después dejaron de hacerlo para evitar tener que escuchar una larga y tediosa descarga de mi parte.

Los altos ejecutivos de la Western Union con los cuales tuve que hablar se enteraron que “al final de la jornada todo el dinero que se enviara terminaría en las arcas de los Castro”... Y los que eran judíos tenían que escuchar la pregunta: “¿A ustedes le gustaría enterarse que sus abuelos les enviaron dinero a Hitler?

Menos mal que alrededor del “Check Cashing” no vivían muchos cubanos, solamente dos vinieron a enviar dinero y tuve la gentileza de dirigirlos a una Western Union que quedaba en Topanga y Sherman Way... Creo que me escucharon cuando salían por la puerta y yo dije en alta voz: "¡Llévatelos viento de agua!"

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