MEMORIA HISTORICA BAJO ELECTROSHOCK

Posted January 20th, 2010 by Reinaldo Escobar




Balcón del segundo piso del Museo Ignacio Agramonte en Camagüey.


Manuel iba feliz aquella mañana de domingo con su hijita de la mano, hacia el museo Ignacio Agramonte ( en Camagüey ) , allí cuando niño el disfrutaba de aquellos óleos tan cubanos y tan académicamente virtuosos, también gozaba viendo la enorme colección de mariposas y escarabajos, las tortugas gigantes y aquel enorme gorila que parecía estar vivo, el talentoso taxidermista que jamas había podido restaurar al elefante invadido por los hongos, seguía trabajando en una pequeña habitación al fondo del pasillo que rodeaba el agradable patio colonial del museo Ignacio Agramonte, lugar donde los camagüeyanos aprendían disfrutando de la variada colección de objetos y documentos históricos, que eran la base de un orgullo sano y de una identidad cultural muy bien definida.

Manuel llegado como balsero en el 94 a la ciudad de Miami, ahora quería mostrar luego de 15 años de ausencia, algo memorable a su pequeña hija de 8 años, al llegar al museo una muchacha con mirada triste le pide 5 cuc por cada uno (por no tener un carnet de identidad de residente en Cuba) al subir por los alfombrados escalones le va contando a su niña sobre los óleos que recuerda, una señora se le acerca y le dice que no puede tomar fotos de las pinturas, el aprovecha y le pregunta por aquella pintura de un niño negro con un coco en sus manos, y la empleada le dice que hacia dos años lo habían retirado para restaurarlo, pero que nunca lo habían regresado. Manuel se entristece confirmando en su interior las dudas sobre el destino de tantos óleos de propiedad pública que desaparecen como por arte de magia, cada vez que pregunta por pinturas que recuerda, recibe la misma respuesta, de manera que bastante frustado baja por las escaleras en dirección a la sala donde recuerda cientos de insectos y rarezas marinas, y allí ni le dejan entrar. La sala completamente cerrada al publico solo puede ser espiada por una ventana de sucios cristales, pero una empleada se le acerca y le advierte que no tome fotos a través de los cristales. Solo puede mostrar a su hija, un canguro , tres monos disecados y un gato montes sin iluminación. Cuando finalmente se dirige a la sala histórica donde recuerda las cadenas y el cepo usado contra los esclavos, además de los sables, documentos y uniformes de los héroes de la independencia, se encuentra un gran letrero que dice: cerrado por reparación por tiempo indefinido. Manuel recuerda que solo cuando niño podía entrar a esta sala, y que luego de adolescente solo pudo entrar un par de veces, sus amigos le decían al lugar "la sala misteriosa" y es curioso como durante tantos años está sección histórica, tan indispensable a la memoria colectiva de los cubanos se había convertido en un lugar prohibido.

Los regímenes totalitarios, a lo largo de la historia han lanzado contra los museos no solo a saqueadores oficiales que roban y sacan del país obras de inmenso valor, para venderlas en el mercado exterior, sino agresivas agendas para destruir la memoria histórica de los pueblos sometidos. El pasado preocupa a los usurpadores de la soberanía tanto , como la libertad de expresión, y es que en el pasado descansa la verdad ideológica que siempre sugiere subversión en la gente oprimida.

Las nuevas generaciones nacidas en una Cuba llena de miserias materiales y morales, no pueden mirar hacia el pasado buscando sus raíces cautivas por la censura y los museos prohibidos. La gran tarea de los nacionalistas es rescatar la memoria histórica, ya que ella es suficiente para llenar el vacío creado por los destructores de la nación.

¡Sumate al nacionalismo!