AGRESION ELECTRICA CONTRA IDEAS POLITICAS EN CUBA

Posted January 28th, 2010 by Reinaldo Escobar




Carlos Palacio junto a un amigo cubano en el muro de los lamentos en Jerusalén (Israel)


Le llamaron por su numero, y el se incorporó junto a su cama, la reja se abrió, y allí estaba el guardia Mateo sonriendo con crueldad:


-Vamos a dar un paseito a una planta eléctrica- le dijo entre dientes…

Carlos con las manos sujetas a las esposas en su espalda, caminó por el oscuro pasillo hasta que el guardia se le adelantó y abrió con brusco gesto la puerta hacia la luz. Palacio quedo deslumbrado por la luz que no veía desde hacia tres meses, en realidad le golpeó la luminosidad de aquel paisaje que no pudo disfrutar a plenitud por la ceguera momentánea, mientras lo metían con violencia dentro de aquel lada blanco del temible G-2, en el asiento trasero y con un guardia a cada lado le cambiaron las esposas, esta vez le sujetaron por delante, mientras el lada a toda marcha tomaba el camino hacia el psiquiatrico, que situado en las afueras de la ciudad de Camagüey, guardaba entre sus paredes el abominable secreto de como golpear con choques eléctricos a las cabezas de los cubanos rebeldes.

Sujeto con fuertes correas a una sucia camilla sentía el zumbido terrible del equipo eléctrico que a sus espaldas preparaba un técnico sin alma, para aplicar la temible arma sobre el cerebro que no aceptaba la voluntad del régimen. A Carlos le pareció una especie de audifonos lo que aquel corpulento enfermero acercaba a sus sienes, la pieza que habían puesto en su boca para que no se mordiera la lengua le sabia a metal, aún siendo de madera. Apretó los puños esperando el ataque, y no supo más de el. Cuando despertó sentía dolor en todo el cuerpo, la mente confusa y la visión algo borrosa no le permitía saber donde se encontraba, a los pocos minutos una voz algo amable le dijo, no te preocupes muchacho, que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Un enfermero compasivo le acompaño en casi todas las recuperaciones posteriores a los terribles electro-choques (electroshock ). Carlos Palacio contó hasta 26 secciones, hasta que perdió la cuenta.

Los choques eléctricos para anular la militancia política de los oponentes al régimen se camuflajaba tras la supuesta dolencia psiquiatrica severa que debía ser tratada en estos hombres y mujeres de la resistencia heroica, y formaba parte en aquellos años del tratamiento aconsejado por los servicios de inteligencia del mundo totalitario dominante en Asia y Europa.

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