Germán Pinelli
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Germán Pinelli
Jorge Luis Labarta Pena
Un personaje polémico, amante de Fidel y la revolución. Esta es parte de la entrevista de Luis Baez en el libro "Los que se quedaron".
LB: - ¿Cuánto ganabas antes del triunfo de la Revolución?
GP: - Llegué a ganar 3 500 pesos mensuales. Eso era lo que valía en el capitalismo.
LB: -. ¿En el socialismo cuánto vales?
GP: - Mucho más de lo que pueda aspirar un hombre. Vale ver unas calles de niños limpios, alegres, no hay niños miserables.
Voy a los asilos y veo aquellos viejos que esperan la muerte con una sonrisa en los labios.
Antes no. Antes era un rictus de desesperación, de angustia, de dolor de morir en un portal tapado por un periódico. Soy un tipo romántico, quizás un poco lírico, y me expreso de esa forma.
LB: -. ¿Por qué té quedas en Cuba?
GP: - No me fui de Cuba porque, primeramente nací aquí. Creo que el hombre debe nacer, crecer, fructificar en un solo lugar, y morir en un solo lugar: su patria, bajo su bandera. Ese fue el motivo por el que no me fui de Cuba.
Si me hubiera ido no habría tenido la posibilidad de vivir las alegrías y tristezas de todos estos años de Revolución. Tampoco hubiese tenido hoy la oportunidad de recibirte en mi casa, demostrarte mi admiración, que te la tengo. Acabo de leer tu libro Los que se fueron. Muy inteligente, no es insultante. Llevaste muy bien las entrevistas. Lo manejaste muy hábilmente.
LB: -. ¿Tuviste ofertas para irte del país?
GP:- Bueno, le mandé a Fidel en un sobre certificado - nunca supe si le llegó - 12 contratos que me enviaron desde Costa Rica, New York, Puerto Rico, Venezuela y México. Algunos hasta estaban en blanco y se aclaraba que podía poner la cantidad deseada en dólares.
LB:- Es decir, que fuera de Cuba no hubieras tenido problemas económicos.
GP: - No, habría vivido bien. Con bastante dinero pero no con la dicha que tengo actualmente. Además, no podía de ninguna manera traicionar a mis hijos que son revolucionarios. Ellos soñaban, pensaban en esto. Dieron su aporte, mínimo o ninguno, pero su presencia al menos en la Revolución se las tenía que respetar. No soy quien para traicionar el ideal de ellos.
LB: -. ¿Qué te ató más: los hijos o la Patria?
GP: - Me atan los hijos, la patria y Fidel, por el cual siempre he sentido una devoción extraordinaria.
No soy de los que se incorporaron al carro de la Revolución y se arrastraron en la vorágine que llevaba tras de sí. La Revolución la soñaba siempre. Aquí siempre fue necesaria una revolución.
LB: -. ¿Por qué afirmas esto?
GP: - Porque sí. La inmoralidad era muy grande. La pobreza, enorme. El improvisado surgía de la miseria a la riqueza. De la noche a la mañana se convertían en millonarios. El robo de los fondos públicos estaba en el orden del día. La palabra honestidad había desaparecido del vocabulario de los altos funcionarios administrativos.
LB: -. ¿Y ahora?
GP: - Ahora el que trabaja lo tiene todo. Eso se ha dicho mucho, pero de una forma no la encuentro bien, se dicen las cosas como una consigna. A eso hay que hacerle un anecdotario. Enseñarles a los muchachos Moral y Cívica, una asignatura que ha desaparecido de las escuelas. Creo que la van a volver a poner, porque enseña al ser humano cuáles son sus obligaciones, sus deberes, qué es lo que puede exigir de acuerdo con lo que da.
LB: -. ¿Qué hubiera sido Cuba si no triunfa la Revolución?
GP:- Pues un enorme chiquero, sin duda alguna. Esto, si tú lo escribes, los que lo lean y se sientan aludidos comprenderán cuán grande fue su culpa. Algunos acumularon millones.
Tienes el ejemplo de José Manuel Alemán, ministro de Educación (1946 - 1948) en el gobierno de Ramón Grau San Martín. Este señor creó acápites especiales a los cuales iban todos los créditos que se daban a dicho ministerio y que no se empleaban. Había uno para una escuela en la montaña, para un instituto, y no se fabricaba. Ese dinero iba a ese fondo y, entonces, como zar de todas las economías, Alemán repartía miles de miles de pesos.
LB: -. ¿En cuánto se estima lo robado por Alemán?
GP: -. En unos 170 millones de pesos.
LB: -. ¿A ti te dió algo?
GP: - Recuerdo que una vez le dije que le quería hacer una entrevista y me preguntó: "¿Cuánto me cuesta?". Le respondí que nada. Me manifestó "que raro que a mí no me cueste nada".
En otra ocasión fui a entrevistarlo a su casa, en el reparto Kohly. Iba en el pisicorre de la CMQ, al llegar a la entrada del puente Almendares el vehículo se ponchó. Recuerdo que me acompañaba Juanito Pineda, grabador técnico. La cita era a las 3 y llegué a las 3 y 10 todo sofocado, sudado.
Me mandó a decir que no me recibía porque había llegado 10 minutos tarde. Le expliqué que el automóvil se me había ponchado; entonces accedió.
Al terminar la entrevista me preguntó si tenía automóvil, le respondí que no. Mandó a llamar a Sante - representante de una agencia vendedora de autos - y le dijo que el Cadillac azul que él tenía ahí para la Primera Dama de la República lo pusiera a nombre de Pinelli.
LB: -. ¿Se lo aceptaste?
GP:- En ese momento no le comenté nada, pero al día siguiente le escribí una carta en la que le agradecía el gesto, pero no le aceptaba el regalo pues mi tiempo era yo quién lo vendía y le ponía precio. Mi precio no era un automóvil.
LB: - ¿Pensaste alguna vez que Fidel sería capaz de hacer una Revolución Socialista?
GP: - Francamente, no. Pero siempre tuve una gran fe y esperanza en él.
LB: -. ¿Por qué?
GP: - Conocí a Fidel desde joven. Sabía de su ímpetu, de su audacia y de su talento. Él siempre ha tenido la rara visión de saber el final de las cosas. No todos los hombres saben el final de las cosas. Saben el principio, el final lo piensan, pero no tienen certeza de cuál va a ser. Fidel sí tiene esa certeza. Siempre ha tenido un poder extraordinario de captación. Es capaz de convencer a la Esfinge. La Esfinge habla si él se lo manda, por el poder de persuasión que tiene.
LB: -. ¿Tu momento más triste?
GP: - El día en que a mi hija Alina, de nueve años, su madre se la llevó para Canadá.
LB: -. ¿Más emotivo?
GP:- Nueve años después, cuando viajé al Canadá a ver a mi hija. Al encontrarnos y abrazarnos ninguno de los dos pudo hablar. Nada mas que llorábamos.
Esto es algo que agradeceré hasta después de muerto a Celia Sánchez, quien fue la que hizo posible este reencuentro. Una mujer que era el ángel guardián de la Revolución. Solo sabía sumar y multiplicar, no restaba. ¡Qué falta nos hace!
LB:- Ya que has hablado de tu hija, ¿cómo pudiste superar esa separación, esa ausencia?
GP:- A base de muchas lágrimas y a base de muchas esperanzas. Las lágrimas de la ausencia y la esperanza de un futuro mejor.
LB: -. ¿Tu mejor amigo?
GP: -. Yo mismo.
LB: -. ¿Tu mayor enemigo?
GP: - Yo mismo. No he tenido amigos ni enemigos carnales. Son "yo" espirituales que alimenté, quizás por masoquismo, quizás por ver cuál de los dos vencía.
LB: - ¿Cuál venció?
GP: -. No venció ninguno. Están en stand by, en reposo.
LB: - ¿Es cierto que tuviste un incidente con el Che en los días iniciales del triunfo de la Revolución?
GP: - No. Eso fue una villanía del periodista José Ramón González Regueral. Yo jamás conversé con el Che. Jamás. El día que estuve más cerca de él fue a 10 metros. Esa infamia ha quedado, sé que ha quedado. Pero la verdad histórica es que yo respeto y admiro mucho al comandante Ernesto Guevara.
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