CUBA Y LA MASONERÍA


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Mensaje por Admin Vie Oct 31, 2014 4:04 pm

QUINTÍN BANDERAS pertenecia a la Logia de Guaimaro. Honorado del Grado 33, el mas alto de la Logia Masonica, aqui exhibido se observan sus espejuelos, su Grado 33 y el manuscrito Masonico de luto a su memoria firmado por su mujer y hermanos masones.

Articulos conservados porhttps://www.facebook.com/HistoricoMuseoCubano

El presidente Estrada Palma se negó a que le entregaran el cadáver a la viuda y cuidó muy bien de que no se le rindieran honores. Lo trasladaron al cementerio en el carro de la lechuza, que se destinaba a los pobres de solemnidad, y sobre su tumba, abierta en la tierra, no se pudo colocar su nombre. La orden del asesinato del general José Quintino Bandera Betancourt —Quintín— salió del propio Palacio Presidencial.

Corría el mes de agosto de 1906 cuando los liberales se alzaron contra el gobierno de don Tomás. El glorioso mambí tenía entonces 73 años de edad y a su casa de la calle Esperanza entre Suárez y Factoría, en La Habana, fue a buscarlo el comandante Desiderio Piloto, uno de sus ayudantes en la manigua. No lo pensó dos veces. Caminó hasta el café Marte y Belona para beber una copita de ginebra y desde allí, en coche, partió a la guerra, la llamada guerrita de agosto. Participó en el asalto del tren Habana-Guanajay y en requisas de armas y víveres en las zonas de El Cano, Wajay y Arroyo Arenas, y al considerar fracasada la revuelta procuró un salvoconducto que le permitiera volver junto a su familia o salir de la Isla. Aguardaba por el documento cuando una partida de la Guardia Rural, mandada por el capitán Ignacio Delgado, a quien Bandera ascendió durante la guerra del 95, le dio caza en la finca de Manuel Silveira, en Arroyo Arenas. Fue horriblemente macheteado.


¡TE ÑAMABAS!


Dos veces lo degradaron y las dos volvió a recuperar sus estrellas de General. Combatió en las tres guerras de independencia y estuvo junto a Maceo en la Protesta de Baraguá. Fue albañil y marinero y aprendió a leer y a escribir cuando frisaba los 50 años. Se dice que en plano personal podía mantener amistad sincera con un español, pero era implacable con los cubanos que servían a España. De ahí el célebre diálogo que sostenía con los traidores: ¿Cómo te ñamas? ¡Te ñamabas!

En 1895 Maceo le confía la jefatura de la infantería de la columna invasora y en ese mismo año Gómez lo designa al frente de la Primera División del Cuarto Cuerpo de Ejército que abarcaba los distritos de Sancti Spíritus, Remedios y Trinidad. Se desplaza después hacia la región de Sagua la Grande hasta reencontrarse con Maceo en Matanzas. Después del ataque a Batabanó cruza la trocha de Mariel a Majana para sumarse a la segunda campaña de Pinar del Río. Allí Maceo lo destituye, pero Quintín continúa combatiendo y Maceo se ve obligado a felicitarlo por el éxito de su ataque a San Cristóbal. Entre el 18 de marzo y el 13 de junio de 1896 interviene en unos 11 combates de significación.

Otra vez vuelve a designársele jefe de la Primera División del Cuarto Cuerpo, con la misión de reagrupar tropas en la zona villareña y conducirlas a occidente. Cruza de nuevo la trocha y se asienta en la región de Trinidad, pero Calixto García le encomienda crear la División de Voluntarios de Oriente para que operara con ella en la parte occidental del país. Con cien orientales de infantería, Quintín cruza la trocha de Júcaro a Morón el 23 de marzo de 1897 para establecerse nuevamente en Trinidad y se niega a trasladarse a su destino hasta que no se le suministren los pertrechos que estima necesarios.


Por eso, en julio, Gómez lo destituye y un consejo de guerra lo procesa por desobediencia, insubordinación, sedición e inmoralidad entre otras razones por sus manifestaciones abiertas contra los jefes y su carácter mujeriego. Se le priva de todos sus derechos políticos y militares, pero se le permite mantener una escolta de 12 hombres y dos ayudantes, con los que sigue peleando por su cuenta. Concluyó la guerra en calidad de jefe excedente y con grados de General de División.

SIN EMPLEO

En la paz Quintín Bandera fue víctima de la discriminación y el desempleo. Pidió en cierta ocasión ayuda a Estrada Palma y el mandatario quiso librarse de él con cinco pesos que el bravo guerrero rechazó indignado.

Enterado del incidente el jabonero Sabatés dispuso que cada vez que el General pasara por las oficinas de su fábrica se le entregara un luis de oro. Pero Quintín, que tenía cuatro hijos que mantener, quería trabajo y no limosnas, y Sabatés tuvo que decirle que para su alta jerarquía era inapropiada la única plaza disponible en su establecimiento, la de sereno.

Otro jabonero, Ramón Crusellas, acudió en su auxilio. Lo contrató como propagandista de sus productos, y se asegura que Quintín andaba contento por La Habana con la promoción de los artículos de Crusellas, mientras que, “para ilustrarme”, decía, asistía a la academia del después periodista Miguel Ángel Céspedes. En eso lo sorprendió la guerrita de agosto.

ASESINATO PREMEDITADO

Tras combatir en Arroyo Arenas, Quintín acampó en las inmediaciones de la laguna de Ariguanabo. Su campamento fue dispersado por la Guardia Rural y el General, a fin de no ser apresado, se tiró al agua y permaneció en ella hasta la retirada del enemigo. Decidió entonces separarse de sus ayudantes de siempre, Piloto y Evaristo Estenoz, y en compañía de cuatro hombres buscó la finca de Manuel Silveira. Este simpatizaba con los liberales, pero el encargado de su predio no mostró entusiasmo alguno con la presencia de los sublevados. El encargado dijo que iría a La Habana y Quintín, desoyendo a sus acompañantes que le recomendaron no lo dejara salir, le confió una carta en la que pedía a Silveira que le gestionara el salvoconducto.


Silveira llevó la carta a Palacio, pero don Tomás, deseoso del escarmiento, ordenó que se copara al viejo mambí y las tropas fueron conducidas por el encargado de la finca.


Quintín las vio acercarse y pensó que le traían el salvoconducto, mientras que sus compañeros lo dejaban solo y buscaban refugio donde podían; dos debajo del piso de la casa de vivienda y los otros en unos matorrales cercanos. La avanzada de la Guardia Rural se acercó al General y quedó paralizada ante su figura venerable. Dijo Quintín, sonriente:

—¡Muchachos, esto se acabó! Yo sabía que ustedes venían a buscarme con el papel del gobierno. ¡Yo tengo muchos amigos!

En eso se acercó el capitán Delgado e increpó a sus hombres por no haber cumplido las órdenes que llevaban. Cuando los rurales sacaron sus armas Quintín Bandera comprendió que sus minutos estaban contados.

—¿Van a matarme así? —dijo y buscó con la vista, como quien espera ayuda, a los hombres ocultos en la casa.

Sonó un tiro y el General se desplomó. Entonces lo machetearon. De un solo tajo le arrancaron de raíz la oreja izquierda. Igual muerte tuvieron los dos hombres que buscaron refugio en la vivienda.


El propio día de los hechos aseguraba el periódico La Lucha: “Marianao, 6 am. Acaba de llegar el capitán Delgado conduciendo el cadáver de Quintín Bandera y dos más. En Palacio ha causado un magnífico efecto dicha noticia, dirigiéndose a Columbia, inmediatamente de conocerse el hecho, los secretarios de Hacienda y de la Presidencia, y el general Boza. Efectuaron el viaje en automóvil...”

Diría el general Enrique Loynaz del Castillo, otro de los sublevados de la guerrita de agosto, que al saberse de la muerte de Quintín personeros del gobierno comentaron: Ese no pasa más trochas.

EL CAPELLÁN

Solo un carruaje siguió al carro de la lechuza en su recorrido hasta el cementerio de Colón. Lo ocupaba la viuda de Quintín. Felipe Augusto Caballero, capellán de la necrópolis, le dijo: Vuelva pasado mañana; tendré algo para usted. Cuando la señora acudió a la cita, el cura la llevó al lugar donde inhumaron al guerrero y se había colocado una cruz en la que se leía: E. P. D. Felipe Augusto Caballero. El sacerdote quiso evitar así que los restos de Quintín Bandera fueran profanados o se perdieran para siempre.

(Fuente: Diccionario enciclopédico de historia militar de Cuba y Doce muertes famosas. El autor desea agradecer a la lectora Josefina Valdés, de Ciego de Ávila, el obsequio de un ejemplar de esa última obra)



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30 de octubre de 1834 - Nace Quintín Banderas en Santiago de Cuba.

Su infancia transcurrió en la mayor pobreza en la Villa de El Cobre, donde aprendió a trabajar en disímiles oficios. Apenas tuvo tiempo de asistir a una de las nueve escuelitas para niños negros que había en el país por aquella época. En su juventud conoció a varios jóvenes que se encontrarían después como mambises en el escenario de la guerra: los Maceo, Flor, Guillermón y otros. 


Saltó a la madurez y la guerra lo arrastró desde su primer ascenso a cabo, en tan solo los primeros ocho días de combate, hasta los grados de General de División, ganados machete a machete hasta el 95. Su mayor éxito político fue el de estar con su “compadre”, el General Antonio Maceo, en la Protesta de Baraguá. En cuanto a lo militar, su participación en las tres guerras con cientos de combates, y en la última, estuvo Quintín a cargo de la principal Arma del Cuerpo de Infantería del Ejército Libertador, constituyendo la médula de la Invasión a Occidente.


Después de la guerra, cuando los norteamericanos escamotearon la victoria, comprendió que entregaban nuestra Isla a los Estados Unidos, y se indignó por las carboneras y el apéndice bochornoso de la Enmienda Platt, marchando en 1906 de nuevo a la manigua para seguir la Guerra necesaria de Martí contra el gobierno entreguista. Fue traicionado y asesinado por el presidente Estrada Palma, según los designios de Washington.

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QUINTÍN BANDERAS  Empty QUINTIN BANDERA *** por D. Jácome

Mensaje por Admin Jue Nov 13, 2014 1:45 pm

QUINTIN BANDERA



(Publicado por D. Jácome)




José Quintino Bandera Betancourt fue un patriota cubano más conocido como Quintín Bandera. La fecha de su nacimiento al parecer no está definida para los historiadores, aunque la mayoría coincide que fue en 1834, aunque de diferentes dia y mes. Nació en la casa de sus padres, José Sabás Bandera y María de la Caridad Betancourt, ambos negros libertos, en el número 6 de la calle Rastro entre San Antonio y San Ricardo, muy cerca del barrio de Los Hoyos en Santiago de Cuba, Oriente


Con 11 años y solo un par de grados cursados en la enseñanza primaria, se enroló en el vapor “Gonzalo” de la Trasatlántica Española, donde lo cogieron como grumete. Cuando el carguero llegó a Santander, escapó y poco tiempo más tarde se integró a la fragata “Ignacita”, con la autorización del capitán Juan Rabala. En 1847 los padres conocieron su paradero y establecieron la reclamación legal ya que aún era menor de edad. Semanas más tarde regresó a tierra cubana en el bergantín “Pilar”.


El 2 de mayo de 1850 se involucró en actividades conspirativas, demostrando ya su postura contra la dominación colonial. Se alzó contra España en la guerra de 1868-78, sumándose a las fuerzas de Donato Mármol en Palma Soriano en enero de 1969.


Estando bajo el mando del entonces capitán Limbano Sánchez, recibe el grado de Cabo, participando en la toma de El Cobre y apoyando a la expedición del vapor Perrit. Poco después recibió el ascenso a sargento de 1ra.


En 1870, ya con grado de alférez, se le nombra comisionado en las costas de Santiago de Cuba y sus alrededores. Interviniendo en varios combates. En 1872 fue ascendido a teniente y en 1873 a capitán. Se destacó en los combates de Tubacao, Sábalo, La Yaya, Hongolosongo, así como en el ataque a Guisa.


En noviembre de 1875 llegó a Las Villas como jefe de infantería de un contingente de orientales, marchando a esa provincia para reforzar a las tropas invasoras del general Máximo Gómez. El 2 de marzo de 1876 obtuvo el grado de comandante. De regreso a la provincia oriental, se puso bajo las órdenes del coronel Leonardo Mármol, quien le confió la misión de asegurar las comunicaciones entre Santiago de Cuba y el Cuartel General del Ejército Libertador.
Para 1878 ya ostentaba el cargo de Teniente Coronel y el general Antonio Maceo lo destina al Regimiento de Infantería de Santiago, participando en la “Protesta de Baraguá”. Después del “Pacto del Zanjón” se presentó al general español Francisco Ochande, rechazando la paga estipulada para los insurrectos presentados.


En el período de entreguerras protagonizó, junto con Guillermón Moncada y José Maceo, los sucesos del 26 de agosto de 1879 en las calles de Santiago de Cuba, que dieron inicio a la Guerra Chiquita.


Concluida la contienda partió en junio de 1880 para Jamaica, junto a Guillermón y José Maceo, violando las garantías ofrecidas por el régimen español. Fueron detenidos en el vapor en que viajaban, conducidos a Puerto Rico y posteriormente a España. De Cádiz, fue enviado al castillo de Mahón, en las Islas Baleares, junto con otros patriotas. Lo indultaron en 1886. En 1890 participó en la fallida conspiración conocida como la Paz del Manganeso.
En 1895, con 61 años, se alza de nuevo contra España, y como Comandante de la infantería oriental participa en la Invasión de Occidente, motivo por lo que es ascendido a General de División, pero por un incumplimiento de órdenes durante el combate de Galope, Antonio Maceo lo envía de vuelta a Oriente.


El 10 de octubre de 1895 partió de Mangos de Baraguá al frente de la infantería de la columna invasora, bajo las órdenes de Antonio Maceo, destacándose por sus cargas al machete. Al mes siguiente, ya en territorio villareño, se separó con unos 400 infantes del resto de la columna para dirigirse al sur. Dos semanas más tarde fue nombrado provisionalmente jefe de la primera División, en los distritos de Sancti Spíritus, Remedios y Trinidad. Reagrupada su infantería oriental, emprendió la marcha hacia Occidente, pues tenía la orden de unirse a Maceo.
El 8 de febrero de 1896 se encontró con Máximo Gómez, continuando la marcha con su maltrecha infantería presentándose ante Maceo, en El Galeón, Matanzas. Al mes siguiente, bajo su mando, atacó a Batabanó, en La Habana. Dos días después cruzó la Trocha de Mariel a Majana tomando parte en la Segunda Campaña de Pinar del Río. Concluido el combate del Galope, Maceo lo destituyó del mando por haber confundido su misión quedando arrestado en un campamento llamado Manuelita.


El 23 de marzo de 1897 cruzó la Trocha de Júcaro a Morón, en dirección a Sancti Spíritus, al frente de cien orientales de infantería, para asentarse de nuevo en la región de Trinidad, desde donde se niega a marchar a Occidente si no se le garantizaban los pertrechos necesarios, quedándose prácticamente inactivo.


Por ese motivo, y otras indisciplinas, Gómez dispuso su destitución a comienzos de julio de 1897 y ordenó procesarlo jurídicamente. Fue acusado de desobediencia, insubordinación, sedición e inmoralidad. Los dos últimos cargos se debieron a sus manifestaciones abiertas contra los jefes y a sus relaciones con varias mujeres de Trinidad. Fue sancionado a la pérdida de sus derechos militares y políticos por tiempo indefinido, aunque se le permitió mantener una escolta de doce hombres y dos ayudantes con los cuales continuó combatiendo, por su cuenta, durante el último año de la guerra. Concluyó la guerra en calidad de excedente, con grado de general de división.
El 15 de febrero de 1899 la Comisión Ejecutiva de la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana acordó reconocerle el grado de coronel con fecha de antigüedad del 11 de julio de 1897, y el de general de brigada desde el 21 de enero de 1895 y le reconoció, en sesión celebrada una semana más tarde, la antigüedad en el grado de general de división desde el 11 de noviembre de 1896.


Al concluir la Guerra de Independencia se radicó en La Habana y formó familia. El 27 de junio de 1901, con 68 años de edad, contrajo nupcias con la joven Virginia Zuaznábar y de dicha unión nacieron cinco hijos.


Con 73 años y contrario a la reelección del presidente Tomás Estrada Palma, de nuevo se alza, siendo sus principales acciones el asalto al tren Habana-Guanajay y la requisa de armas y víveres en las zonas de El Cano, Wajay y Arroyo Arenas.


Posteriormente, sumido en la pobreza, fue a ver al presidente Estrada Palma en busca de un trabajo y este sólo le ofreció un ofensivo puesto en los servicios de Recogida de Basura de la capital. Una firma jabonera (propiedad del industrial Ramón Crusellas) le ofreció trabajo como "imagen corporativa", ya que se suponía que al ser la mayoría de las lavanderas negras y mulatas, se identificarían con el general negro. Su retrato de general apareció en carteles y publicaciones, incluso el propio mambí viajaba a pueblos y ciudades para promocionar la venta del producto. Recibió un sueldo decoroso y eso le ayudó a mantener su familia.


Desengañado de todo, se refugió en la finca El Garro, entre Arroyo Arenas y El Cano, propiedad de Manuel Silveira. Sus ayudantes, Evaristo Estenoz, quien años depués protagonizara el alzamiento del Partido Indepediente de Color, y Desiderio Piloto, le insistieron en abandonar el lugar, pero el combatiente de las tres guerras de independencia no quiso abandonar, pues esperaba respuesta a su solicitud. Los ayudantes se marcharon y se quedó solo con dos soldados de su escolta.


Guiados por un trabajador de la finca, las fuerzas del Gobierno rodearon el sitio. Tras escuchar la orden de darle muerte se encaró con ellos y les recordó que venía luchando por la libertad de Cuba desde 1851. Entonces le dieron un tiro y lo cubrieron a machetazos. Luego dispararon tiros al aire para poder simular un combate.


Los soldados se negaron a entregar sus restos a Virginia Zuaznábar, su viuda. Le comunicaron que el señor presidente había ordenado que no se le pusieran flores y se le entierrara en una fosa común. En un carromato de cargar carbón lo llevaron al Cementerio de Colón en la capital.


Un cura rescató sus restos y los depositó en la tumba que supuestamente reservaba para sí. Diez años después, ya gobernando los liberales de José Miguel Gómez, en la misma necrópolis se le construyó un panteón.




CUBA EN LA MEMORIA 13/11/2014


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QUINTÍN BANDERAS  Empty FUE QUINTIN BANDERAS MASON?

Mensaje por Admin Jue Nov 13, 2014 1:51 pm

FUE QUINTIN BANDERAS MASON?


Publicado el 10/06/2009 por Gustavo Pardo

¿FUE QUINTIN BANDERAS MASON?

Tomado de Quintín Banderas; Ingenuidad y destino, de Emilio Jorge Reyna. La Habana, 1975.
 
A finales del liberador siglo diez y nueve, existió en esta ciudad[i], la Logia “Caballeros del Progreso número 10”, bajo los auspicios de la Soberana Gran Logia Nacional de Cuba. Era una logia integrada por hombres y mujeres. Tenía su templo en Vives número 55. En 1899 son sus principales los funcionarios: Venerable Maestro, Luis Higinio Valdés, era natural de la Habana, tenía 47 años de edad, era soltero, mecánico y vivía en San Joaquín número 5. Ostentaba el grado 33, y tenía por nombre simbólico Salomón; Primer Vigilante Enrique Soler Díaz, grado 12, n.s. Diógenes; Segundo Vigilante, Francisco Hernández Dávila, grado __, n.s.Sal; Secretario Oscar Martín del Corral, n.s. Esperanza; Tesorero Ficasio Vadell, grado 30, n.s. Israel; Limosnera América Vázquez _________, natural de la Habana, de 21 años de edad, soltera, de los quehaceres de su casa, vecina de Figuras número 24, era maestra masón, y tenía como nombre simbólico Minerva.

En febrero de 1900 la Logia Caballeros del Progreso tuvo diez altas. Afilió a los hermanos Vicente Luzuriaga y Tomás Franco, y a los hermanos Manuel Martínez, natural de Guanajay, de treinta y dos años edad, ________________________
Se iniciaron seis mujeres: Catalina Mauri, natural de la Habana, de cuarenta años de edad, viuda, ocupada en los quehaceres de su hogar, tomó el nombre simbólico de Siria; Belén Valdés, natural de la Habana, de 29 años, soltera, ocupación su hogar, n.s. Violeta; Sofía Miranda, María J. Valdés; Amparo Valdés y Carolina Castillo, la cual tomó por nombre simbólico el de Esperanza, por lo que, el Secretario que lo ostentaba optó por el de 24 de febrero.

También eran miembros Sebastián Azcano García, 18o, n.s. Agramonte; Andrés Padilla, 18o, n.s. Centella; Juan Gallego; José Sánchez García.

En junio 10 de 1900 habían sido aprobados los expedientes de los señores Isidoro Fernández Lorenzo, Facundo Nobo González, José Gómez Barronde, españoles los tres. Andrés Padilla juró el cargo de Venerable Maestro el propio mes de junio de 1900, el día 29.
A esta Logia de “Caballeros del Progreso” pertenecía el General Quintín Bandera Betancourt; ingenuo y honestamente creía que esa era la verdadera y regular masonería. Con entusiasmo y alto sentido de la fraternidad y responsabilidad prestó su valioso concurso y nombre glorioso a la institución que se honraba con su presencia y sus prestigios.


En esta ciudad, el día seis de abril de mil novecientos uno, se reunieron los Venerables hermanos Vicente Ruiz de Luzunaga, Julián I. Zárraga, Aurelio Betancourt, Narciso Mayola Rafael Valdés, Aurelio Quintero y Federico Aguilar Rodríguez. El primero había sido iniciado en la Logia “Jehová número 49”, de la cual fue durante dos años Secretario. Era Logia regular, constituyente del Gran Oriente de Colón, más tarde sería la famosa Logia Plus Ultra que presidiera el ilustre Rafael Montoro Valdés; los otros seis procedía tres de la Logia Caballeros de la Luz, dos de “Constancia”, y uno de “Esperanza”, pidieron dispensa a la Gran Logia de la Isla de Cuba para trabajar en el templo de Vives número 55. Surgía Logia regular. Se denominaría “Caballeros del Progreso”.

Esto se presta a confusión, todo parece que se trata de la misma Logia que entraba a la regularidad, y como era lógico, dejó de ser mixta.
Esta Logia irregular tenía más de ochenta miembros, Aurelio Miranda Álvarez, reorganizador de la Institución, cuando la fundación de la República, conoce la existencia de esa Logia y le hace un llamado a la legalidad, a la regularidad, La legislación masónica no contemplaba el caso de regularización de logias, sino de masones, y Miranda Álvarez, sugirió que esa Logia buscara siete Maestros Masones regulares, se constituyera en Logia regular y entonces la misma regularizara a los miembros de la irregular. Era buena y masónica solución. Y así se hizo. Al eliminar las mujeres, algunos miembros no quisieron regularizarse y se marcharon. Pero la mayoría pidió y obtuvo regularización.
La carta dispensa le fue entregada el 22 de Mayo de 1901. En Junio 14 del propio año, trece maestros, dos compañeros y tres aprendices de Caballeros del Progreso irregular, solicitaron regularización en Caballeros del Progreso con dispensa de la Gran Logia de las Isla de Cuba. Fueron aceptados en principio y más tarde ingresaron.
En el acta número dos, de fecha 20 de Junio de 1901, consta la petición de regularización de cuatro maestros masones: Quintín Bandera natural de Santiago de Cuba, casado, de 67 años de edad, Albañil, vecino de Velasco número 3; los otros maestros eran Antonio Piris Cartalla; José Casanova Armenteros y Ramón Arribas; también se conoció en la propia sesión de la regularización de un compañero masón, Francisco Jordán de la Peña y de cinco aprendices: Francisco Borrell González, Juan Boufanting Abad, José MenéndezMagnan, Ángel de la Fé, Claudio Cartalla, todos procedentes de la Logia irregular “Caballeros del Progreso”. Aprobadas en principios y correr los trámites de ley. En la Circular Semanal número 114, fechada en 22 de Junio de 1901, de la Gran Logia, consta la solicitud de regularización de Quintín Bandera y de los otros hermanos, procedentes de la Logia irregular Caballeros del Progreso No. 1.
En la sesión del 13 de Agosto de 1901 se discutieron los expedientes. El acta dice:

“Fue dado cuenta en la Cámara del Medio el expediente del profano Quintín Bandera, siendo rechazado por siete balas negras”.
En Diciembre de ese triste año de 1901 se efectuaron elecciones, resultando electo como Venerable Maestro quien lo había sido desde la fundación, es decir, El Vh. Vicente Ruiz de Luzurraga (este apellido otra veces aparece como Luzunaga); Primer Vigilante Rafael Valdés; Segundo Vigilante Eugenio Carmichit, Secretario, Froilán González; Tesorero Narciso Mayol; Diputado a la Gran Logia Julián J. Zárraga. Con fecha 28 de Agosto de 1902, la Logia “Caballeros del Progreso” le dice al Gran Secretario que con fecha 22 de Agosto del propio año, en sesión efectuada, ha pedido regularización Quintín Bandera. Ahora es vecino de Revillagigedonúmero 115. Luego esta calle llevaría su nombre.
En la Circular Semanal número 177, de seis de Septiembre de 1902, consta que ha pedido regularización en la Logia “Caballeros del Progreso” Quintín Bandera, natural de Santiago de Cuba, 69 años de edad, casado Albañil, vecino de Revillagigedo No. 115 y maestro masón de la extinguida Logia Caballeros del Progreso.
El expediente termina con esta segunda solicitud de regularización. ¿Sería admitido Quintín Bandera? Es posible que no. A lo mejor fue aceptado, pero es muy extraño que siendo un General del Ejército Libertador y Maestro Masón, el órgano oficial nuestro, al morir Quintín no dijera nada, ni una nota. Es posible que algún día aparezcan documentos en relación con este problema y todo quede aclarado en lo que parece ser tremenda injusticia.
Hace años, en el Noviembre 18 de 1960 y en Mayo 19 de 1962, la Gran Logia de Cuba de A.L. y A.M. recibió dos interesantes comunicaciones, procedentes de Washington, en relación con antecedentes de una carta patente expedida al hermano John A. Bell, con residencia en Michigan, EE.UU., alrededor de los años 1901 ó 1902, para que formara una Logia en territorio norteamericano. Lo interesante del caso es que las comunicaciones afirman que la carta estaba autorizada por Quintín Bandera, grado 33 como Gran Maestro y Alfredo Regos, grado 33 como Gran Secretario. Nueva búsqueda para los investigadores.
Quintín Bandera siempre cumplió con sus deberes de cubano y de masón, y era lógico que pensara que el porvenir estaría de su lado, que la suerte le sonreiría, pero no fue así. Su ingenuidad no tenía límites. Todavía no se ha apagado el eco de la victoria cubana sobre las armas españolas, cuando con fecha seis de Julio de 1899, ya Quintín Bandera le escribe al notable Enrique José Varona, Director de Patria, participándole la fundación de una agrupación de carácter nacional, con el propósito de fundar un partido político. Quintín Bandera recorre la Isla, en la paz, como lo hizo durante la guerra, pues está entre los cubanos que pelearon en todo el territorio nacional. Y ahora Quintín lo mismo está en Oriente que en Pinar del Río. Se ocupa de diversos problemas: políticos, sociales, veteranistas, periodísticos, industriales.

El 22 de Enero de 1901, Bandera lanzó una proclama al pueblo de la Habana:

“Por tercera vez me encuentro en el seno de esta patriótica y culta sociedad a la que debo demasiados favores y no pocas atenciones. Deseo demostrar a este pueblo una vez más, de un modo palpable, mi agradecimiento. He determinado fijar definitivamente mi residencia en esta ciudad, y siendo mi propósito fundar un periódico cuyas columnas ocuparé, publicando ciertos episodios político-militares de la guerra de Cuba desde el año 1851 hasta la fecha, espero que, todos aquellos que me creyeron útil aun para algo por la patria, me ayudarán en esta laudable empresa, toda vez que creo será beneficiosa para todos”.
Hay varias carta de Quintín Bandera al magnífico republicano Juan Gualberto Gómez y Ferrer. Diversos asuntos se trata, pero una, que pudiera calificarse de testamento cívico, dice:

Santiago de Cuba, Octubre 21, 1904.



Señor Juan G. Gómez

La Habana.

Estimado Amigo:


Nadie mejor que usted está enterado de que cuando me lancé al campo de la Revolución, no me guió el mezquino interés. Jamás pensé en los provechos que me proporcionaría la guerra, sólo la libertad dirigió mis pasos, y, a su logro he consagrado mi juventud, mis comodidades, mi vida entera…

Deseo descansar e irme a mi finca, trabajar y olvidar a la lumbre del hogar y en el seno de mi familia, las amargas decepciones de esta vida agitada, tan combatida por el infortunio. Usted sabe que la Comisión Revisora y Liquidadora de los haberes del Ejército al practicar la mía lo hizo no teniendo en cuenta mis servicios y mi historia militar, sino con las bilis de las pasiones y con el interés mezquino de hacerme daño, como que dicha comisión la componen esa trinidad; Gómez, María y Miró, mis enemigos gratuitos, por lo que me rebajaron $ 6,000 y pico, con desdoro de la justicia y menoscabo de mis intereses”.
Quintín Bandera sin economía iba de mal en peor, sin embargo su honestidad no lo traicionaba. Su entereza de carácter era inconmovible. Casado en segundas nupcias, con hijos pequeños y el apremio de los problemas económicos, Quintín no sabe qué hacer. De un modesto puesto público se le separa por su carácter independiente. Ve cerradas todas las puertas en la república que ayudó a fundar. Es el combatiente más antiguo, está defendiendo la libertad desde 1851, por lo que pasando hambre no hace concesión al deber, ni a la libertad, ni a la verdad. Está viejo, pero éticamente está en sus mejores y más firmes y robustos días. Los señores Sabatés, luego Crusellas, industriales, prestan atención al héroe y le ayudan. En Enero de 1905 tiene que organizarse una función homenaje:
“Si con su presencia se digna usted honrar mi función de beneficio y acepta la adjunta localidad, habrá contribuido a hacer menos aflictiva mi situación y la de mis hijos…”

Los sucesos políticos del año 1906, la intransigencia y empecinamiento dieron al traste con la naciente república, y ocasionó la muerte, por medio del asesinato político, de un cubano ingenuo y bueno que creyó en los hombres, a los que quería como hermanos y que tuvo por destino la libertad.
Quintín Bandera fue muerto en Agosto 23 de 1906, al tener noticias del crimen el General Enrique Collazo se conmovió, luego declararía:

“Su asesinato produjo asco, no pánico”.

Quintín Bandera Betancourt contrajo matrimonio en dos oportunidades. La primera, con la señorita Francisca Zayas, 1863, en El Cobre, en la querida y formidable provincia oriental; más tarde con la señorita Zuaznabar.

Descendientes de Quintín están sus hijos Juan Bautista, José Quintín, virtuoso músico que reside en París y José Bandera Zuaznabar. Este último masón. Es posible que otros hijos de Quintín también lo sean. José Bandera es médico y dentista; creo que el General sólo tuvo una hembra: la doctora Dulce Virginia Bandera.

Masón fue hasta su sensible fallecimiento José Bandera Cordoví, Ilustre Gran Inspector General de la Orden; masón es el Vh. Nicolás Rafael Bandera Izaguirre, y pertenecieron a la institución Rafael y Jorge Bandera Ramos, todos hermanos valiosos y amigos excepcionales. Es posible que otros Bandera sean masones, ellos honran el apellido. Son dignos familiares del incansable peleador. También está entre los miembros de la fraternidad el doctor Amador Bandera, ilustre médico. La república está en deuda muy profunda con Quintín Bandera Y la masonería también.

La presente generación no conoce a Quintín Bandera, sólo conoce los aspectos desfavorables del santiaguero, pero Bandera fue superior a todo eso, porque fue un carácter, un símbolo. Muchas veces el Comandante Desiderio Piloto, Ayudante de Quintín Bandera, con cuya amistad me honré, me expresaba que Bandera era un cubano de verdad, con sentimientos muy nobles y muy limpios.
A pocos días del hecho tristísimo, el poeta y escritor José Manuel Carbonell rendía tributo al caído, dedicando a su perdurable memoria unos versos, los cuales tituló

C  R  E  S  P  O  N  E  S

Cayó en la lid heroica por la traición herido,
el viejo tigre airado de legendaria historia,
cuyo recuerdo ahora, venciendo del olvido,
se abre surcos de oro y horizontes de gloria.
Cayó en la lid rebelde; mas no como él soñara
con su acero de llamas levantado en lo alto,
al enemigo noble mirando cara a cara,
y a los suyos, resuelto, convidando el asalto.
Cayó el viejo caudillo sorprendido en el sueño,
bajo el hacha infamante de senil tiranía,
su trágico martirio dio vida a nuestro empeño,
e inflamó el fuego santo de la audaz rebeldía.
Aun muerto, de los déspotas que fue espanto y asombro
en la muerte vencía, y en su pueblo triunfaba,
que con la espada al cinto y el Relámpago al hombro,
bajo el palio de luto su nombre congregaba…
¡Ay!, cuando en él pensamos le vemos aun jinete,
en su corcel de glorias atravesar el llano.
blandiendo enardecido su fúlgido machete
que como un haz de rayos fulguraba en la mano.
Como el héroe romántico de atrevida leyenda
su memoria despierta aventuras y hazañas,
fue un Don Juan de las trochas en la brava contienda
que asaltó los castillos y escaló las montañas.
Intimando el peligro que con arrojo abate
le imprimía su sello a la voluble suerte,
y cruzaba en las filas, como un Dios del combate,
arengando a los suyos, en un reto a la muerte.
Bajo los férreos cascos de su bidón de guerra
las rosas de la fama sus pétalos abrían,
y los verdes laureles de nuestra fértil tierra,
las ramas inmortales a su frente ceñían…
Al desgranar sus notas los clarines de oro,
los pechos sin larigas, los brazos sin rodelas
repercutió en su alma el preludio sonoro,
y al viejo airado se calzó las espuelas.
SSSu visión y campesinos
Sólo brilló un instante su luminoso acero,
como fugaz relámpago en su nervuda diestra,
hasta que del destino desiguio traicionero
lo hizo rodar sin gloria en la ruda palestra.
Evocando en su vida la memoria se pierde;
se ve pasar al héroe, surgir la acometida,
desechar un barranco, y el agrio laurel verde
ceñir su negra frente gloria por la audacia encendida.
Ya duerme bajo la tierra el pobre Ayax vencido,
que asesinó la furia en cobarde celada,
mas su inmortal recuerdo venciendo del olvido
vivirá vida eterna bajo el sol de su espada.

http://www.desdecuba.com/mason/?p=881
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