LOS SEFARADITAS
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LOS SEFARADITAS
Este artículo consta de una explicación de quienes son los Sefaraditas, algunas diferencias con los Askenazitas, su cultura e historia entre otras cosas.
Los Sefaraditas
La presencia judía en los distintos confines de la tierra, resultante de movimientos migratorios cuyo empuje principal se remonta a la conquista romana de Judea finales del milenio pasado, cristalizó en la aparición de diversas comunidades con patrones culturales singulares, y con su propio estilo de vida, pero con el bagaje cultural y religioso judío como denominador común.
Ashkenazitas Y Sefaraditas: Diferencias Y Similitudes
Como respuesta a un deseo humano muy natural de unirse a aquellos que comparten circunstancias similares, los sefaraditas (de España y Portugal) vivieron aislados de los ashkenazitas (del este y centro de Europa) durante siglos y mantuvieron sus propias comunidades religiosas y sociales. Los sefaraditas se unían entre si por sus rasgos étnicos, por los lazos definibles intangibles de una experiencia histórica común, por una lengua vernácula particular y por una serie de costumbres y tradiciones distintas a las de los ashkenazitas.
Sin embargo, ambas corrientes comparten las mismas raíces en cuanto a leyes rabínicas y se basan en los preceptos establecidos en el Talmud de Babilonia, por lo que sus diferencias se refieren más a las practicas cotidianas que a la legislación religiosa. En realidad, sus divergencias reflejan simplemente las variaciones en cuanto a costumbres e interpretaciones. Por ejemplo, hay diferencias en la pronunciación del hebreo y los servicios sinagogales son considerablemente distintos entre sí. Tanto los ashkenazitas como los sefaraditas conservan estas características hasta la fecha, mismas que les facilitan la preservación de su identidad.
A pesar de las divergencias, ninguna de las dos corrientes ha permanecido totalmente aislada de la otra. A través de los viajes comerciales, se inició entre ambos un estrecho contacto que se tradujo en un intercambio cultural constante. Los ashkenazitas y los sefaraditas comparten una herencia y un destino histórico común y han dejado huellas profundas entre sí.
Historia
La palabra sefaraditas significa literalmente "habitantes de Sefarad". La primera referencia concreta al respecto aparece en la Tora, en Ovadías 1-20: "Y los cautivos de Jerusalem que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev". Sefarad es identificada como Ispamia o Península Ibérica por los comentadores rabínicos de la Edad Media.
Los sefaraditas son descendientes de los judíos que vivían en España y Portugal hasta las expulsiones de 1492 y 1497, respectivamente. Diversos autores afirman que la presencia judía en la Península data de los tiempos del rey Salomón. Otros historiadores indican que los judíos arribaron a suelo español desde 587 a.e.c. a raíz de la destrucción del primer Templo de Jerusalem. Sin embargo, las primeras pruebas objetivas que demuestran la presencia judía, se encontraron en Adra (Granada) y datan del siglo III a.e.c.
Con la destrucción del segundo Templo de Jerusalem en 70 e.c. y las persecuciones antijudías del emperador Adriano, después de la rebelión de los zelotes bajo el mando de Bar Kojba en 135 e.c., aumentó el flujo migratorio. Los judíos se establecieron en Mérida, centro de dominación romana, así como en Toledo, Granada y Sevilla, en donde formaron importantes núcleos.
Siglos después, sufrieron de las invasiones de los bárbaros. La constante hostilidad, la persecución compulsiva y las conversiones forzadas bajo el dominio visigodo cesaron cuando en 711 los musulmanes conquistaron la Península. La comunalidad étnica y lingüística entre árabes y judíos contribuyó al mejoramiento de la posición social de estos últimos.
Gracias a que los musulmanes fueron tolerantes en materia religiosa, se crearon escuelas y centros de cultura hebrea, lo que impulso el espíritu creativo en todos los ámbitos.
Durante esta Edad de Oro, que abarca del siglo XX hasta el XV, se compilaron las principales leyes rituales y se logró el máximo desarrollo en asuntos religiosos. Poetas, médicos, exégetas y literatos como Ibn Ezra, Ibn Gabirol, Najmánides y Maimónides -entre otros- fueron reverenciados por árabes y cristianos de toda Europa. Destacaron, además, grandes estadistas y dignatarios judíos en las cortes ibero-musulmanas.
La poesía hebreo-española alcanzó sus más sublimes acentos logrando, de este modo, que la cultura sefaradita jugara un papel importante en el desarrollo de las letras y de las ciencias universales.
El principio del fin
El año de 1391 marcó una fecha clave en la historia del judaísmo español; Se produjeron una serie de atroces persecuciones en varias ciudades de dominio cristiano, con lo que se inició la era de la intolerancia que culminaría, un siglo después, con la expulsión de los judíos.
Para escapar al clima de terror, algunos judíos abrazaron fingidamente el cristianismo. A éstos se les llamó "nuevos conversos" o "marranos", del hebreo maranus que significa amargado converso . Gradualmente, los marranos fueron cultivando las letras y ciencias y se insertaron en la sociedad española.
Sin embargo, su situación se fue deteriorando, y los marranos se convirtieron en uno de los principales objetivos de la Inquisición, cuyos procesos continuaron hasta su abolición en el siglo XIX.
En 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, se hizo público el Edicto de Expulsión de los Judíos de España, mismo que continuó vigente hasta 1968. En el decreto se les otorgaba un plazo de cuatro meses para abandonar su país. Más de 250 mil exiliados se diseminaron por la cuenca del Mediterráneo, principalmente en el vasto imperio turco, en busca de un nuevo hogar.
Para los sefaraditas, la expulsión constituyó una catástrofe nacional. Después de siglos de intensa labor espiritual y material, comunidades enteras fueron desmembradas y sus tradiciones desintegradas. Los judíos salieron de la Península Ibérica y dejaron tras de sí sus hogares, pertenencias y recuerdos. Abandonaron su obra, las memorias de sus hombres y el testimonio de sus sabios. Emigraron con su estimulante caudal espiritual, sus escasas pertenencias y la lengua y las canciones de España que preservan con fidelidad hasta el día de hoy.
La expulsión de España dio nacimiento a una diáspora sefaradita, una diáspora dentro de otra dispersión. Este éxodo judío represento no sólo un poderoso desplazamiento demográfico, sino también una incontenible corriente cultural que se vertió en los países que brindaron asilo. Los exiliados encontraron refugio en nuevas tierras, en sitios donde gozaron por temporadas de libertad religiosa y cultural.
El puerto de Salónica, en Grecia, se convirtió en un importante núcleo judío y Amsterdam, se transformó en el máximo centro de la diáspora sefaradita. Además, en países del Norte de Africa, de Asia, en Turquía, Francia, Italia e Inglaterra, los judíos conformaron nuevas comunidades que se integraron a las colectividades ya existentes.
La creatividad en la diáspora sefaradita fue mas restringida que en la Península por haberse desarraigado de su fuente natural. No obstante, continuaron produciendo numerosas obras así como valiosas interpretaciones y traducciones de las Escrituras Sagradas:
A mediados del siglo XVII se produjo una importante contracción en el elemento sefaradita en relación con el resto del judaísmo. Después de haber conformado casi el 50% de la población judía y de haber tomado parte activa en su desenvolvimiento, los sefaraditas disminuyeron sus números. El decremento demográfico vino acompañado, inevitablemente, de una contracción en la producción intelectual y cultural.
Para el siglo XIX, las celebres comunidades sefaraditas de Europa Occidental y de Estados Unidos, establecidas desde los siglos XVI y XVII, fueron sobrepasadas numérica y culturalmente por las ashkenazitas, cuyos miembros llegaron a constituir el 90% de la población judía mundial. No obstante, a pesar de su disminución, los sefaraditas continuaron manteniendo su homogeneidad y el orgullo en su herencia histórica.
A principios del siglo XX, a través del colonialismo europeo, las ideas antisemitas tradicionales se extendieron a los países del norte de Africa y de Asia. La situación en los Estados Arabes, particularmente, se vio seriamente deteriorada, y los sefaraditas de Asia, emigraron o fueron aniquilados casi por completo. De los países del Mediterráneo oriental viajaron hacia Inglaterra, Francia y Estados Unidos.
Durante la segunda guerra mundial, las persecuciones nazis y las masacre en los campos de exterminio provocaron una ola migratoria de cientos de miles de judíos, incluyendo a sefaraditas. Un gran número de estos se estableció en el centro y sur de América, en donde la similitud de idiomas, favoreció su integración.
Los nuevos inmigrantes comenzaron una búsqueda por ahondar en sus raíces sefaraditas, por estudiar el rico caudal de su creación y por crear conciencia de su potencial. Se organizaron seminarios y cursos y se inició una importante producción literaria sobre el tema.
El rápido crecimiento de las comunidades sefaraditas en América Latina tuvo como resultado que, en 1972, se creará la FESELA (Federación Sefaradita Latinoamericana), la que, además de buscar la divulgación del rico acervo cultural sefaradita, se dedica a promover el intercambio permanente con otras colectividades.
Cultura
Los judíos sefaraditas forjaron un acervo cultural que ha iluminado el pensamiento mundial y que se ha insertado, indisolublemente, dentro de la civilización hispano-portuguesa.
Uno de los principales elementos de esta corriente, es el idioma. El español, como lo preservaron los sefaraditas, fue llamado djudezmo y mantuvo muchos de los rasgos del lenguaje original, que con el paso de los años, se convirtió en un español arcaico.
El djudezmo se enriqueció con términos del hebreo, griego, turco entre otros, como resultado del contacto cotidiano con otras culturas y la influencia de los idiomas de las regiones en donde se establecieron los sefaraditas.
En la actualidad, el djudezmo aun es hablado por algunos judíos en Turquía, Grecia y países adyacentes, así como por los inmigrantes sefaraditas a Israel.
En los últimos años, se ha manifestado un creciente interés por el djudezmo. Diversas organizaciones como la Universidad Hebrea de Jerusalem, el Instituto Ben Zvi de Israel, la Yeshiva University de Nueva York y el Instituto Arias Montano de Madrid, han iniciado una serie de estudios para revitalizar este idioma.
Por otra parte, el importante caudal cultural que legaron los sefaraditas se compone de múltiples obras.
Su literatura se puede dividir en tres:
1.Escritos en hebreo. Consisten principalmente en comentarios bíblicos, literatura polémica y poesía. Se distinguen los trabajos de Isaac Abrabanel y de Yosef Caro, quien con su Shuljan Aruj se convirtió en la autoridad indiscutible en materia legal.
2.Trabajos en djudezmo. Incluyen los escritos elaborados antes de la expulsión de los judíos en 1492. Son notables los proverbios que tienden a ser controvertidos. Se incluyen también adaptaciones de importantes obras de la literatura hebrea de la Edad de Oro judía, como las de Yehuda Halevi.
3.Literatura folklórica en djudezmo. Esta formada por un enorme cuerpo lírico de baladas conocidas como Romanceros que se preservan en diversos manuscritos y que reflejan el sentir íntimo de los sefaraditas.
Se genero también una importante producción musical. La canción española heredada de la Península ingresó al folklore sefaradita. En su esencia, es palaciega, romántica, humorística y abarca una temática universal.
La cultura sefaradita se vio enriquecida por los aportes de las civilizaciones con las que entró en contacto. El intercambio constante tuvo como consecuencia que se produjeran diversas variantes culturales. Sin embargo, a casi 500 años de la expulsión de los judíos de España y pese a todas sus ramificaciones, la cultura sefaradita constituye una sola unidad. En años recientes, España e Israel establecieron relaciones y con ello los sefaraditas han encontrado un nuevo estímulo para ahondar en sus raíces. En 1992, fecha que conmemora el Encuentro entre Dos Mundos, el gobierno español -en conjunto con diversas organizaciones judías -ha declarado a Toledo capital Sefarad 1992. Se preparan numerosos festejos con los que se pretende recrear la existencia judía en suelo español.
Bibliografía
Tomado de Tribuna Israelita
Atienza G. Juan
Guía Judía de España
Ed. Altalena, España, 1981
Ausbel, Natan
The Book of Jewish Knowledge
Crow, Publ. Inc., USA, 1981.
Dimont, I. Max
Jews, God and History
Signet Books, USA, 1962
Elnecavé, Nessim
Los Hijos de Ibero-Franconia
Ediciones La Luz, Buenos Aires, 1981
Enciclopaedia Judaica
Keter Publ. Co., Israel, 1981
Newman, Yacov y Siván, Gabriel
Judaísmo A-Z
Depto. de Educación y Cultura Religiosa para la Diás-
pora, OSM, Jerusalem, 1983
Nudelstejer, Sergio
Los Sefaraditas en la Historia de España
Soc. Mexicana de Geografía y Estadística,
co, 1987
Travesía de la Judería
Secretaria General de Turismo, Madrid, 1985
TOMADO DE JINUJ.NET
Los Sefaraditas
La presencia judía en los distintos confines de la tierra, resultante de movimientos migratorios cuyo empuje principal se remonta a la conquista romana de Judea finales del milenio pasado, cristalizó en la aparición de diversas comunidades con patrones culturales singulares, y con su propio estilo de vida, pero con el bagaje cultural y religioso judío como denominador común.
Ashkenazitas Y Sefaraditas: Diferencias Y Similitudes
Como respuesta a un deseo humano muy natural de unirse a aquellos que comparten circunstancias similares, los sefaraditas (de España y Portugal) vivieron aislados de los ashkenazitas (del este y centro de Europa) durante siglos y mantuvieron sus propias comunidades religiosas y sociales. Los sefaraditas se unían entre si por sus rasgos étnicos, por los lazos definibles intangibles de una experiencia histórica común, por una lengua vernácula particular y por una serie de costumbres y tradiciones distintas a las de los ashkenazitas.
Sin embargo, ambas corrientes comparten las mismas raíces en cuanto a leyes rabínicas y se basan en los preceptos establecidos en el Talmud de Babilonia, por lo que sus diferencias se refieren más a las practicas cotidianas que a la legislación religiosa. En realidad, sus divergencias reflejan simplemente las variaciones en cuanto a costumbres e interpretaciones. Por ejemplo, hay diferencias en la pronunciación del hebreo y los servicios sinagogales son considerablemente distintos entre sí. Tanto los ashkenazitas como los sefaraditas conservan estas características hasta la fecha, mismas que les facilitan la preservación de su identidad.
A pesar de las divergencias, ninguna de las dos corrientes ha permanecido totalmente aislada de la otra. A través de los viajes comerciales, se inició entre ambos un estrecho contacto que se tradujo en un intercambio cultural constante. Los ashkenazitas y los sefaraditas comparten una herencia y un destino histórico común y han dejado huellas profundas entre sí.
Historia
La palabra sefaraditas significa literalmente "habitantes de Sefarad". La primera referencia concreta al respecto aparece en la Tora, en Ovadías 1-20: "Y los cautivos de Jerusalem que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev". Sefarad es identificada como Ispamia o Península Ibérica por los comentadores rabínicos de la Edad Media.
Los sefaraditas son descendientes de los judíos que vivían en España y Portugal hasta las expulsiones de 1492 y 1497, respectivamente. Diversos autores afirman que la presencia judía en la Península data de los tiempos del rey Salomón. Otros historiadores indican que los judíos arribaron a suelo español desde 587 a.e.c. a raíz de la destrucción del primer Templo de Jerusalem. Sin embargo, las primeras pruebas objetivas que demuestran la presencia judía, se encontraron en Adra (Granada) y datan del siglo III a.e.c.
Con la destrucción del segundo Templo de Jerusalem en 70 e.c. y las persecuciones antijudías del emperador Adriano, después de la rebelión de los zelotes bajo el mando de Bar Kojba en 135 e.c., aumentó el flujo migratorio. Los judíos se establecieron en Mérida, centro de dominación romana, así como en Toledo, Granada y Sevilla, en donde formaron importantes núcleos.
Siglos después, sufrieron de las invasiones de los bárbaros. La constante hostilidad, la persecución compulsiva y las conversiones forzadas bajo el dominio visigodo cesaron cuando en 711 los musulmanes conquistaron la Península. La comunalidad étnica y lingüística entre árabes y judíos contribuyó al mejoramiento de la posición social de estos últimos.
Gracias a que los musulmanes fueron tolerantes en materia religiosa, se crearon escuelas y centros de cultura hebrea, lo que impulso el espíritu creativo en todos los ámbitos.
Durante esta Edad de Oro, que abarca del siglo XX hasta el XV, se compilaron las principales leyes rituales y se logró el máximo desarrollo en asuntos religiosos. Poetas, médicos, exégetas y literatos como Ibn Ezra, Ibn Gabirol, Najmánides y Maimónides -entre otros- fueron reverenciados por árabes y cristianos de toda Europa. Destacaron, además, grandes estadistas y dignatarios judíos en las cortes ibero-musulmanas.
La poesía hebreo-española alcanzó sus más sublimes acentos logrando, de este modo, que la cultura sefaradita jugara un papel importante en el desarrollo de las letras y de las ciencias universales.
El principio del fin
El año de 1391 marcó una fecha clave en la historia del judaísmo español; Se produjeron una serie de atroces persecuciones en varias ciudades de dominio cristiano, con lo que se inició la era de la intolerancia que culminaría, un siglo después, con la expulsión de los judíos.
Para escapar al clima de terror, algunos judíos abrazaron fingidamente el cristianismo. A éstos se les llamó "nuevos conversos" o "marranos", del hebreo maranus que significa amargado converso . Gradualmente, los marranos fueron cultivando las letras y ciencias y se insertaron en la sociedad española.
Sin embargo, su situación se fue deteriorando, y los marranos se convirtieron en uno de los principales objetivos de la Inquisición, cuyos procesos continuaron hasta su abolición en el siglo XIX.
En 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, se hizo público el Edicto de Expulsión de los Judíos de España, mismo que continuó vigente hasta 1968. En el decreto se les otorgaba un plazo de cuatro meses para abandonar su país. Más de 250 mil exiliados se diseminaron por la cuenca del Mediterráneo, principalmente en el vasto imperio turco, en busca de un nuevo hogar.
Para los sefaraditas, la expulsión constituyó una catástrofe nacional. Después de siglos de intensa labor espiritual y material, comunidades enteras fueron desmembradas y sus tradiciones desintegradas. Los judíos salieron de la Península Ibérica y dejaron tras de sí sus hogares, pertenencias y recuerdos. Abandonaron su obra, las memorias de sus hombres y el testimonio de sus sabios. Emigraron con su estimulante caudal espiritual, sus escasas pertenencias y la lengua y las canciones de España que preservan con fidelidad hasta el día de hoy.
La expulsión de España dio nacimiento a una diáspora sefaradita, una diáspora dentro de otra dispersión. Este éxodo judío represento no sólo un poderoso desplazamiento demográfico, sino también una incontenible corriente cultural que se vertió en los países que brindaron asilo. Los exiliados encontraron refugio en nuevas tierras, en sitios donde gozaron por temporadas de libertad religiosa y cultural.
El puerto de Salónica, en Grecia, se convirtió en un importante núcleo judío y Amsterdam, se transformó en el máximo centro de la diáspora sefaradita. Además, en países del Norte de Africa, de Asia, en Turquía, Francia, Italia e Inglaterra, los judíos conformaron nuevas comunidades que se integraron a las colectividades ya existentes.
La creatividad en la diáspora sefaradita fue mas restringida que en la Península por haberse desarraigado de su fuente natural. No obstante, continuaron produciendo numerosas obras así como valiosas interpretaciones y traducciones de las Escrituras Sagradas:
A mediados del siglo XVII se produjo una importante contracción en el elemento sefaradita en relación con el resto del judaísmo. Después de haber conformado casi el 50% de la población judía y de haber tomado parte activa en su desenvolvimiento, los sefaraditas disminuyeron sus números. El decremento demográfico vino acompañado, inevitablemente, de una contracción en la producción intelectual y cultural.
Para el siglo XIX, las celebres comunidades sefaraditas de Europa Occidental y de Estados Unidos, establecidas desde los siglos XVI y XVII, fueron sobrepasadas numérica y culturalmente por las ashkenazitas, cuyos miembros llegaron a constituir el 90% de la población judía mundial. No obstante, a pesar de su disminución, los sefaraditas continuaron manteniendo su homogeneidad y el orgullo en su herencia histórica.
A principios del siglo XX, a través del colonialismo europeo, las ideas antisemitas tradicionales se extendieron a los países del norte de Africa y de Asia. La situación en los Estados Arabes, particularmente, se vio seriamente deteriorada, y los sefaraditas de Asia, emigraron o fueron aniquilados casi por completo. De los países del Mediterráneo oriental viajaron hacia Inglaterra, Francia y Estados Unidos.
Durante la segunda guerra mundial, las persecuciones nazis y las masacre en los campos de exterminio provocaron una ola migratoria de cientos de miles de judíos, incluyendo a sefaraditas. Un gran número de estos se estableció en el centro y sur de América, en donde la similitud de idiomas, favoreció su integración.
Los nuevos inmigrantes comenzaron una búsqueda por ahondar en sus raíces sefaraditas, por estudiar el rico caudal de su creación y por crear conciencia de su potencial. Se organizaron seminarios y cursos y se inició una importante producción literaria sobre el tema.
El rápido crecimiento de las comunidades sefaraditas en América Latina tuvo como resultado que, en 1972, se creará la FESELA (Federación Sefaradita Latinoamericana), la que, además de buscar la divulgación del rico acervo cultural sefaradita, se dedica a promover el intercambio permanente con otras colectividades.
Cultura
Los judíos sefaraditas forjaron un acervo cultural que ha iluminado el pensamiento mundial y que se ha insertado, indisolublemente, dentro de la civilización hispano-portuguesa.
Uno de los principales elementos de esta corriente, es el idioma. El español, como lo preservaron los sefaraditas, fue llamado djudezmo y mantuvo muchos de los rasgos del lenguaje original, que con el paso de los años, se convirtió en un español arcaico.
El djudezmo se enriqueció con términos del hebreo, griego, turco entre otros, como resultado del contacto cotidiano con otras culturas y la influencia de los idiomas de las regiones en donde se establecieron los sefaraditas.
En la actualidad, el djudezmo aun es hablado por algunos judíos en Turquía, Grecia y países adyacentes, así como por los inmigrantes sefaraditas a Israel.
En los últimos años, se ha manifestado un creciente interés por el djudezmo. Diversas organizaciones como la Universidad Hebrea de Jerusalem, el Instituto Ben Zvi de Israel, la Yeshiva University de Nueva York y el Instituto Arias Montano de Madrid, han iniciado una serie de estudios para revitalizar este idioma.
Por otra parte, el importante caudal cultural que legaron los sefaraditas se compone de múltiples obras.
Su literatura se puede dividir en tres:
1.Escritos en hebreo. Consisten principalmente en comentarios bíblicos, literatura polémica y poesía. Se distinguen los trabajos de Isaac Abrabanel y de Yosef Caro, quien con su Shuljan Aruj se convirtió en la autoridad indiscutible en materia legal.
2.Trabajos en djudezmo. Incluyen los escritos elaborados antes de la expulsión de los judíos en 1492. Son notables los proverbios que tienden a ser controvertidos. Se incluyen también adaptaciones de importantes obras de la literatura hebrea de la Edad de Oro judía, como las de Yehuda Halevi.
3.Literatura folklórica en djudezmo. Esta formada por un enorme cuerpo lírico de baladas conocidas como Romanceros que se preservan en diversos manuscritos y que reflejan el sentir íntimo de los sefaraditas.
Se genero también una importante producción musical. La canción española heredada de la Península ingresó al folklore sefaradita. En su esencia, es palaciega, romántica, humorística y abarca una temática universal.
La cultura sefaradita se vio enriquecida por los aportes de las civilizaciones con las que entró en contacto. El intercambio constante tuvo como consecuencia que se produjeran diversas variantes culturales. Sin embargo, a casi 500 años de la expulsión de los judíos de España y pese a todas sus ramificaciones, la cultura sefaradita constituye una sola unidad. En años recientes, España e Israel establecieron relaciones y con ello los sefaraditas han encontrado un nuevo estímulo para ahondar en sus raíces. En 1992, fecha que conmemora el Encuentro entre Dos Mundos, el gobierno español -en conjunto con diversas organizaciones judías -ha declarado a Toledo capital Sefarad 1992. Se preparan numerosos festejos con los que se pretende recrear la existencia judía en suelo español.
Bibliografía
Tomado de Tribuna Israelita
Atienza G. Juan
Guía Judía de España
Ed. Altalena, España, 1981
Ausbel, Natan
The Book of Jewish Knowledge
Crow, Publ. Inc., USA, 1981.
Dimont, I. Max
Jews, God and History
Signet Books, USA, 1962
Elnecavé, Nessim
Los Hijos de Ibero-Franconia
Ediciones La Luz, Buenos Aires, 1981
Enciclopaedia Judaica
Keter Publ. Co., Israel, 1981
Newman, Yacov y Siván, Gabriel
Judaísmo A-Z
Depto. de Educación y Cultura Religiosa para la Diás-
pora, OSM, Jerusalem, 1983
Nudelstejer, Sergio
Los Sefaraditas en la Historia de España
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