TRABAJO FORZADO. METODO MARXISTA.

Posted December 27th, 2011 by Reinaldo Escobar


Fabrica de cemento (Nuevitas) donde trabaje de forma forzosa por mas de un año.


A finales de los 80 una orden judicial me envió a muchos kilómetros de mi residencia en Camagüey, y me vi forzado a trabajar por mas de un año lejos de mi esposa (Graciela) e hija (Yadira) supuestamente como una medida para inculcar en mi sentimientos de pertenencia a la clase trabajadora cubana, ya que me había convertido en un sujeto inquieto con ideas burguesas y hostiles a la revolución socialista según Seguridad del Estado.

En el sectorial de cultura en Camagüey, ya me habían repudiado como "enemigo del pueblo". Era yo instructor de artes plásticas por aquellos tiempos, pero los oficiales del Ministerio del Interior consideraron que debían proletarizarme y me llevaron personalmente en un auto lada con las letras "G2" hasta la mismísima oficina de los jefes de esa industria en la ciudad de Nuevitas. En la fabrica de cemento hice muchos tipos de trabajo, algunos con peligro evidente, como golpear tornillos con un pesado martillo a muchos metros de altura y sobre la curvada superficie del tubo-tambor donde se cocina el cemento. Un joven trabajador se me asignó como ideólogo; de el guardo un grato recuerdo a pesar de ser un convencido marxista, pues nunca demostró maldad de ningún tipo, y era bastante respetuoso. En cambio el que me vigilaba en el albergue por las noches y dormía al lado de mi litera era la prueba viviente de porque el comunismo como sistema es malo. Era un sujeto movido por todo tipo de sentimientos bajos, que de vivir en un estado de derecho quizás desarrollaría una vida mediocre e inmoral en lo privado sin afectar a los demás, pero que al confiarsele mi custodia y probar el poder que tenia sobre mi se convirtió en un esbirro de bajo perfil, pero muy desagradable. Un día, ya terminada por ley mi obligación de estar fuera de mi ciudad, este sujeto se percató de que yo estaba enojado porque la policía política no me liberaba del pesado trabajo, y me insinuó que un informe favorable de el podría ayudarme a ser libre, pero que el necesitaba un favor mio, una transfusión de sangre en concreto. No supe en ese momento el destino de mi sangre, pero una semana mas tarde el joven marxista que me atendía en el taller me confesó que el esbirro del albergue había tenido dificultades con la salud de su esposa debido a un aborto en estado muy avanzado de embarazo, la repugancia que sentí a saber porque me había chantajeado para resolver con mi sangre su problema privado fue algo que reforzó en mi el anhelo por una Cuba mejor, tuve que regalarle 500 gramos de sangre porque el gobierno cubano puso mi libertad en estado condicional, en manos de un delincuente.



Oficinas en ruinas donde controlaban mi actividad laboral dentro de la fabrica de cemento.