El Sijú: ave bella y apreciable

El Sijú: ave bella y apreciable 


Las tropas insurrectas que en el siglo XIX enfrentaron al ejército español por la independencia de Cuba, utilizaron una argucia segura de correo: el canto imitado de sijú.
De esta forma, entre pintoresca y heroica, penetró esa criatura de la avifauna criolla a las páginas de nuestra historia.
El cu-cu-cu se-se si-si del pájaro sirvió a menudo para enlazar a patriotas en la oscuridad de la noche o para advertir la proximidad inminente del enemigo.
Constituye una de las joyas mas preciadas de la familia ornitológica de la nación, a causa de la preciosa maquinaria biológica que es y también por su exclusiva y antigua residencia en montes y maniguas del archipiélago cubano.
Se ha establecido que la primavera da comienzo aquí cuando por primera vez en el año, el sijú macho levanta la cola como parte del cortejo amoroso y se apresta a la conquista galante de la hembra.
Este gesto recurrente de su actividad sexual, llena de sinfonías el bosque y pone en movimiento un nuevo ciclo de vida y reproducción.
Tal acontecimiento se repite cada año, aproximadamente en los meses de abril y mayo, tiempo en el cual también millares de especies vegetales abren los pétalos de sus flores.
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Son dos los sijúes endémicos de Cuba: el llamado platanero (Glaucidium sijú) y el que apodan cotunto (Gymnoglaux Lawrenci).
Ambos se alimentan den insectos y larvas, en abundancia; además de que, respectivamente, unos incluyen en sus dietas lagartijas y los otros mariposas nocturnas y hasta pequeñas aves, pues disponen de garras y picos relativamente poderosos.
El sijú platanero encuentra vivienda en los bosques, jardines, arboledas y árboles altos de ciudades, y su horario de actividades incluye horas del día y la noche.
La hembra del platanero, luego del acoplamiento de la pareja, deposita entre tres y cuatro huevos, casi siempre en un viejo hueco abandonado que perforó un pájaro carpintero en alguna otra primavera del pasado.
La cotunta, tras el acto amoroso, esconde un par de huevitos dondequiera que encuentre soledad y resguardo, y luego vela por ellos con notable ternura.
Los sijúes son fácilmente domesticables, gracias a su mansedumbre, pero en cambio viven una corta vida lejos de las fuentes naturales de alimento.
La voracidad del sijú lo convierte en un gran adversario de dañinos insectos, de lo cual salen beneficiados la agricultura y los bosques.
No todo está dicho. Pero lo que sabemos es suficiente para considerar estas aves como trofeos vivos que adornan el paisaje. Son invaluables piezas palpitantes del gran patrimonio que la civilización humana debería tener seriamente bajo su custodia.
Tomado de El Sijú: ave bella y apreciable[/font][/color]