Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
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Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
Prólogo
Existe una raza de hombres en vías de extinción. El honor, la lealtad, el valor, el amor a la tierra que los vio nacer forman su carácter, condición y estilo de vida.
Esta especie humana, de la que todavía quedan algunos raros ejemplares, viven en un hábitat hostil. La falsedad, la hipocresía, la cobardía, la traición del mundo que los rodea, no pueden contra la decisión inquebrantable de luchar por sus ideales.
Estos hombres no temen a las prisiones ni a la muerte, no se rinden, no claudican en sus principios. Nadie ni nada los puede apartar de sus metas.
A esta raza en extinción pertenece el autor, Luis Posada Carriles.
Conocí a Posada a finales de los años 60. Venía de Cuba como asilado de la Embajada de Argentina, donde buscó refugio político después de haber protagonizado una espectacular fuga de un carro del G-2 cubano, donde lo llevaban detenido.
Desde el principio quedé impresionado por su valor, generosidad y profundo amor a Cuba. Su conocimiento, preparación y don de mando lo hacen un líder indiscutible para la acción en el proceso cubano.
Luis ha dedicado 35 años de su vida, integrado en cuerpo y alma, a la consecución de la libertad y el restablecimiento de la democracia en su patria.
Su causa, a través de los años, lo ha hecho sufrir prisión y heridas mortales. Sus enemigos lo han acosado y perseguido, atentando contra su vida en dos ocasiones. El valor y la decisión al enfrentar los eventos que han acaecido en su larga vida de lucha y sacrificio, le han abierto las puertas de su injusta prisión y salir maltrecho, pero vivo, de los intentos de asesinato que se han propuesto contra su persona.
Desde nuestro primer encuentro se generó una hermandad que no ha sido entibiada por el tiempo, ni por las múltiples vicisitudes que el exilio nos ha deparado durante este Interminable bregar por el regreso a la patria.
Fuimos juntos al primer campamento de Naranja, Florida. Después coincidimos en el mismo grupo que iba para los campamentos de la Brigada 2506, en Guatemala. Posteriormente, ingresamos en la Escuela de Oficiales del Ejército de los Estados Unidos, en Fort Benning, Georgia, licenciándonos también al mismo tiempo.
Lo acompañé en la estructuración y desarrollo del campamento para el fallido viaje de Manolo Ray a Cuba, el 20 de mayo de 1964.
Luis siguió su epopeya en países tan distantes como Venezuela, República Dominicana, El Salvador y Guatemala.
Su lucha constante y sus aciertos contra la expansión castro-comunista lo hicieron merecedor del odio de sus enemigos.
En Venezuela, donde ocupó altos cargos en la policía política, combatió y prácticamente aniquiló la guerrilla comunista que azotaba el país. En Trinidad y Tobago dirigió a un grupo (le policías venezolanos que apoyaron al primer ministro Erick Williams a enfrentar un golpe de Estado que intentó el grupo radical de izquierda "Black Power". En El Salvador tomó parte en las operaciones de suministro a los contras nicaragüenses que, desde Washington dirigía el asesor presidencial de Reagan, Oliver North.
Su trabajo con la Agencia Central de Inteligencia y todo lo acontecido en su vida, siempre tuvieron que ver con la causa de la liberación (le Cuba.
En este libro, Luis relata tres hechos de relevancia en su vida, que tuvieron repercusión internacional y todos estrechamente ligados al intento de expansión castro-comunista.
El relato del secuestro del industrial venezolano. Carlos Domínguez Chávez, y el desmantelamiento de los cuadros guerrilleros, incluyendo un grupo guerrillero entrenado en Cuba y enviado a subvertir el orden constitucional en el país, toman la primera parte del libro.
Le sigue el involucramiento que le hizo el ex-presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, amigo de Castro, en la voladura de un avión de la línea aérea Cubana de Aviación. Por este hecho fue procesado, cumpliendo largos años de prisión, pese a que el fiscal del tribunal militar que lo juzgó pidió su absolución y el consejo de guerra lo declaró inocente. Sus enemigos, utilizando el poder de un general venezolano, amigo de Castro, a través de artimañas procesales, lo mantuvieron en prisión hasta que Luis obtuvo su libertad, protagonizando una fuga espectacular.
De aquí en adelante, prófugo de la justicia venezolana, no abandona su larga, silenciosa y decidida lucha.
Jamás se rinde, jamás claudica, jamás abandona su epopeya. Sólo la muerte o la liberación de Cuba lo detendrán.
Syla Cuervo
Existe una raza de hombres en vías de extinción. El honor, la lealtad, el valor, el amor a la tierra que los vio nacer forman su carácter, condición y estilo de vida.
Esta especie humana, de la que todavía quedan algunos raros ejemplares, viven en un hábitat hostil. La falsedad, la hipocresía, la cobardía, la traición del mundo que los rodea, no pueden contra la decisión inquebrantable de luchar por sus ideales.
Estos hombres no temen a las prisiones ni a la muerte, no se rinden, no claudican en sus principios. Nadie ni nada los puede apartar de sus metas.
A esta raza en extinción pertenece el autor, Luis Posada Carriles.
Conocí a Posada a finales de los años 60. Venía de Cuba como asilado de la Embajada de Argentina, donde buscó refugio político después de haber protagonizado una espectacular fuga de un carro del G-2 cubano, donde lo llevaban detenido.
Desde el principio quedé impresionado por su valor, generosidad y profundo amor a Cuba. Su conocimiento, preparación y don de mando lo hacen un líder indiscutible para la acción en el proceso cubano.
Luis ha dedicado 35 años de su vida, integrado en cuerpo y alma, a la consecución de la libertad y el restablecimiento de la democracia en su patria.
Su causa, a través de los años, lo ha hecho sufrir prisión y heridas mortales. Sus enemigos lo han acosado y perseguido, atentando contra su vida en dos ocasiones. El valor y la decisión al enfrentar los eventos que han acaecido en su larga vida de lucha y sacrificio, le han abierto las puertas de su injusta prisión y salir maltrecho, pero vivo, de los intentos de asesinato que se han propuesto contra su persona.
Desde nuestro primer encuentro se generó una hermandad que no ha sido entibiada por el tiempo, ni por las múltiples vicisitudes que el exilio nos ha deparado durante este Interminable bregar por el regreso a la patria.
Fuimos juntos al primer campamento de Naranja, Florida. Después coincidimos en el mismo grupo que iba para los campamentos de la Brigada 2506, en Guatemala. Posteriormente, ingresamos en la Escuela de Oficiales del Ejército de los Estados Unidos, en Fort Benning, Georgia, licenciándonos también al mismo tiempo.
Lo acompañé en la estructuración y desarrollo del campamento para el fallido viaje de Manolo Ray a Cuba, el 20 de mayo de 1964.
Luis siguió su epopeya en países tan distantes como Venezuela, República Dominicana, El Salvador y Guatemala.
Su lucha constante y sus aciertos contra la expansión castro-comunista lo hicieron merecedor del odio de sus enemigos.
En Venezuela, donde ocupó altos cargos en la policía política, combatió y prácticamente aniquiló la guerrilla comunista que azotaba el país. En Trinidad y Tobago dirigió a un grupo (le policías venezolanos que apoyaron al primer ministro Erick Williams a enfrentar un golpe de Estado que intentó el grupo radical de izquierda "Black Power". En El Salvador tomó parte en las operaciones de suministro a los contras nicaragüenses que, desde Washington dirigía el asesor presidencial de Reagan, Oliver North.
Su trabajo con la Agencia Central de Inteligencia y todo lo acontecido en su vida, siempre tuvieron que ver con la causa de la liberación (le Cuba.
En este libro, Luis relata tres hechos de relevancia en su vida, que tuvieron repercusión internacional y todos estrechamente ligados al intento de expansión castro-comunista.
El relato del secuestro del industrial venezolano. Carlos Domínguez Chávez, y el desmantelamiento de los cuadros guerrilleros, incluyendo un grupo guerrillero entrenado en Cuba y enviado a subvertir el orden constitucional en el país, toman la primera parte del libro.
Le sigue el involucramiento que le hizo el ex-presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, amigo de Castro, en la voladura de un avión de la línea aérea Cubana de Aviación. Por este hecho fue procesado, cumpliendo largos años de prisión, pese a que el fiscal del tribunal militar que lo juzgó pidió su absolución y el consejo de guerra lo declaró inocente. Sus enemigos, utilizando el poder de un general venezolano, amigo de Castro, a través de artimañas procesales, lo mantuvieron en prisión hasta que Luis obtuvo su libertad, protagonizando una fuga espectacular.
De aquí en adelante, prófugo de la justicia venezolana, no abandona su larga, silenciosa y decidida lucha.
Jamás se rinde, jamás claudica, jamás abandona su epopeya. Sólo la muerte o la liberación de Cuba lo detendrán.
Syla Cuervo
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
Capítulo 1: Cómo llegué a Venezuela El Contrato
Miami, septiembre de 1969
Estoy en la barra del restaurante Centro Vasco. Tengo por costumbre tomar un daikiri antes de almorzar. Es temprano y no ha llegado ninguno de mis amigos. El restaurante está vacío. Mis pensamientos se centran en las actividades que sólo hace un mes cesaron. Las operaciones tendientes a la liberación de Cuba que efectuaba la Agencia Central de Inteligencia estaban muy disminuidas, llegando al punto que ya no se hacía prácticamente nada. Atrás habían quedado las operaciones paramilitares, los contactos dentro de la isla, los enterramientos de armamento, las infiltraciones y toda esa actividad que mantenía viva la esperanza de los cubanos que trabajábamos para la Agencia. Gradual e inexorablemente se iban cerrando las bases de los cayos en La Florida y gradual e inexorablemente estaban desmovilizando a todos los cubanos que trabajaban para la CIA. A mí me había llegado el turno hacía muy poco tiempo.
Todavía no me acostumbraba al cese del viaje casi diario de ochenta millas de recorridos desde Miami hasta la base de operaciones, los aburridos y frecuentes entrenamientos, casi siempre nocturnos, con las lanchas rápidas de 23 pies de eslora, equipadas con potentes motores out-board in-board y un radar de doce millas que siempre se rompía. Hacía mucho tiempo, fuera y dentro de Cuba, que no veía ni siquiera las armas de protección de las embarcaciones, una ametralladora calibre .50 o un recoiless (cañón sin retroceso) de 57 mm. ¿Habían los americanos abandonado todo esfuerzo para recuperar nuestra amada patria? El exilio había también caído en su peor momento. Muchos hombres valientes y decididos habían abandonado la lucha y, resignados ante la impotencia, se dedicaban a negocios particulares o a trabajar para obtener el sustento de sus familias. Me tomé el resto del daikiri y pedí otro.
Aquel día tomé una resolución que afectaría decisivamente a mi familia y a mi propia vida: jamás abandonaría la lucha, jamás me daría por vencido.
El restaurante comienza a llenarse. Un hombre elegantemente vestido se sienta en la banqueta contigua a la mía. Pide un whisky de marca en las rocas y, sin más preámbulo, me pregunta:
-¿Es usted Luis Posada?
Le contesté que sí y, a continuación me dice:
-Me llamo Erasto Fernández, soy venezolano y pronto seré nombrado Jefe de la Policía Política en mi país. Ando en busca de algunos elementos que me ayuden a tecnificar el Cuerpo y me aseguraron que usted tenía conocimientos y que podría trabajar con nosotros. Defendemos la misma causa, el comunismo trata de tomar el poder por la fuerza de las armas en Venezuela, ya ha habido desembarcos de cubanos en nuestras costas y tenemos informaciones de que se están preparando otros más. Ademas, sé que usted está sin trabajo.
-¿Quién le dijo eso?
-Un mutuo amigo, que trabaja en la Agencia, me dijo que estaba bien calificado y que seguramente podía contar con usted.
-Le dijo bien, pues estoy interesado en su proposición.
Dos semanas después, me encontraba rumbo a Caracas, en un avión de la línea aérea Viasa. Mi esposa Nieves y mi pequeño hijo Jorge se me unirían en Venezuela dos meses más tarde.
Ami llegada me incorporé a mi trabajo. Me encontré con una policía represiva, mal pagada, con poco o ningún conocimiento de su trabajo, con patrullas viejas, malas comunicaciones y armamento inadecuado, enfrentando a un enemigo decidido y dispuesto a todo, que había recibido entrenamiento en las escuelas de subversión cubanas. Sólo la alta moral combativa del Cuerpo y el apoyo que recibía del gobierno, de los militares y del poder judicial, que autorizaba cientos de allanamientos diarios y no se preocupaba mucho por los derechos legales de los detenidos, hacían posible los éxitos de la policía contra las guerrillas comunistas que azotaban el país. La guerrilla secuestraba, asesinaba y utilizaba todo tipo de terrorismo para desestabilizar al gobierno. La policía, cuya fuerza principal estaba en los delatores, detenía, allanaba e interrogaba utilizando los métodos más duros de persuasión. Como dice el dicho: "Se estaba jugando al duro y sin careta".
Los encuentros entre la DIGEPOL (Dirección General de Policía) y la guerrilla urbana eran frecuentes. Casi todos los días había tiroteos con el inevitable saldo de muertos. A los cinco días de háberme incorporado al Cuerpo, hubo un tiroteo en la Urbanización Chacaíto, donde murió un guerrillero de nombre Félix Farías y se capturó a un cubano llamado Manuel Espinoza Díaz; por delación del cubano se ubicó en Petare una casa donde estaban escondidos Luis Vera Betancourt y el Loco Fabricio, que también murieron al enfrentar a la policía. En la casa donde se capturó a Espinoza Díaz se incautó un lote de armas, placas de carros y uniformes militares. Entre las armas incautadas había dos subametralladoras M-3 con silenciador que, en seguida. reconocí como armas de la Agencia. Envié los seriales de las mismas a Miami y pude saber que éstas habían sido requisadas por el gobierno de Cuba a un equipo de infiltración de cubanos agentes de la CIA, y enviadas con los cubanos que se habían introducido en el país. Las clases que impartía en la improvisada academia me dejaban tiempo para incorporarme a las operaciones policiales en contra de los subversivos. La captura de un jefe guerrillero, de nombre Lino Martínez, auxiliado por dos cubanos que trabajaban conmigo, Gustavo Ortiz Fáez y Rafael Tremols, me dio cierta fama entre los funcionarios. Formamos un pequeño grupo de captura, al que se nos incorporó Iván Sánchez, que tuvo bastante éxito.
Los Servicios Especiales
De la DIGEPOL pasé a formar parte de un equipo especializado en el Ministerio de Relaciones Interiores, conocido como Servicios Especiales. Este equipo, dirigido por el Dr. Remberto Uzcátegui, rivalizaba con la DIGEPOL, aunque su misión era la de efectuar investigaciones especiales para el Ministerio. Al grupo, formado por doce funcionarios, se le conoció más tarde con el sobrenombre de "los doce apóstoles".
Con el cambio de gobierno, asume la Presidencia de la República Rafael Caldera; contratan especialistas franceses y norteamericanos para instruir a los funcionarios de los Servicios Especiales, que ya alcanzan el número de unos 150. Se adquieren equipos sofisticados para interceptar teléfonos y otros auxiliares de la investigación como cámaras, micrófonos, equipos de comunicación, etc. Nuestros efectivos se tecnifican.
La DISIP
La DIGEPOL es sustituida por un Cuerpo más investigativo y menos represivo denominado DISIP (Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención) cuyo director era José Gabriel Lugo.
Al principio, todo marcha bien; pero surge la rivalidad entre la DISIP y los SE (Servicios Especiales).
Por fin, el Ministro del Interior decide fundir los dos Cuerpos y todos los funcionarios de los SE se incorporan a la DISIP. De nuevo, cursos de capacitación para desarrollar con más profesionalismo nuestras posiciones. Esta vez son los Servicios Secretos de Israel los que imparten enseñanza sobre operaciones defensivas. Se tecnifica la Policía, disminuyen los interrogatorios "duros". Se crean departamentos especializados para manipular y controlar informantes, departamentos de analistas. El Dr. Gabriel Gazzo, subdirector del Cuerpo y el hombre más capacitado con que cuenta la policía venezolana, me encarga que desarrolle los grupos de vigilancia estática y dinámica. Este departamento, que siempre estuvo a cargo del comisario Hernán Reyes, creció y progresó prestando un excelente servicio a las investigaciones y a la búsqueda de información. Las intercepciones telefónicas, la instalación de micrófonos ocultos, la cerrajería y la fotografía operativa, servían de apoyo tanto a la investigación, como a las operaciones. La adquisición de vehículos y motos, así como redes de comunicación, sirvieron para desarrollar un patrullaje eficiente sobre todo por la ciudad de Caracas. Se exigía a los funcionarios un aspecto presentable y vestimenta adecuada. Se fundó una academia de adiestramiento y era necesario aprobar los cursos para las promociones y ascensos.
Operaciones Especiales
Después de los cursos se me nombró Comisario. Siempre estuve a cargo de divisiones operativas y, la mayor parte del tiempo que permanecí en la DISIP, estuve trabajando en contra de la subversión de izquierda, a excepción de algunos trabajos especializados en contra de los funcionarios de la Embajada Soviética, recién instalada en Venezuela. Como ejemplo de estos trabajos especiales puedo citar cuando se me envió a Trinidad y Tobago, en plena revolución, para apoyar al gobierno de Erick William en contra de un intento de golpe militar con ramificaciones del "Black Power", movimiento infiltrado por el comunismo internacional. Otro suceso digno de resaltar, que también clasifica dentro de las operaciones especiales, fue el trabajo que realizamos en contra de los colombianos en Roma, Italia. Desde hacía muchos años había una disputa territorial entre Venezuela y Colombia sobre los límites del Golfo de Venezuela. Las delegaciones de ambos países se reunieron en Roma para discutir sobre la limitación del golfo. El vicecanciller Zambrano Velazco fue el encargado de dirigir el grupo de negociadores venezolanos. Los colombianos habían tratado, con éxito relativo, de obtener información en la Embajada de Venezuela en Roma, reclutando a un informante que pronto fue detenido por nosotros. Después de controlar la fuga de información y desarrollar un sistema de seguridad de los documentos que pasaban por la Embajada y que debían ser transmitidos a la Cancillería de Caracas, me trasladé a Roma con un grupo de diez funcionarios especialistas. Interceptamos los teléfonos de la Embajada de Colombia, de las habitaciones de los negociadores en el hotel King y en el hotel Ambassatore. También instalamos micrófonos ocultos, que nos permitían obtener información sensible sobre este tópico. Los funcionarios de la División de Medios realizaron el trabajo vistiendo uniformes de la SIP (Compañía de Teléfonos de Italia). Con anterioridad habíamos enviado un funcionario a hacer una pasantía en los servicios telefónicos italianos y así pudimos saber cómo eran las operaciones de la empresa. El Inspector Jefe, Camilo Cuzzatti, cuyos padres eran italianos, hablaba perfectamente el idioma y nos fue de mucha ayuda. Los subcomisarios Hernán Reyes, Arnoldo y Alí participaron en esta operación, que se prolongó por varios meses.
Mi trabajo
Venezuela es un país muy rico y el dinero bien empleado trae tecnicismo y adelanto. La policía había mejorado increíblemente. Cursos en el exterior, instructores bien pagados, más la adquisición de costosos pero altamente eficientes equipos para interceptar teléfonos, para "sonorizar" habitaciones con transmisores ocultos, la adquisición de patrullas, motos y, sobre todo suficientes recursos económicos para establecer redes de colaboradores en hoteles, restaurantes, vehículos de alquiler, etc., apoyaban nuestras operaciones, situando a determinado "cliente" en una habitación de hotel previamente "sonorizada" o dirigiéndolo a una mesa "trabajada" en el restaurante. El más costoso, pero también el más fructífero de los departamentos, era el de "control y manipulación de fuentes vivas" o informantes. Las áreas de interés del Cuerpo, como eran los grupos subversivos de izquierda, los militares de tendencia golpista, grupos políticos y financieros, determinados personajes y cualquier sector de la población que resultara interesante para el gobierno, eran penetrados e infiltrados por nuestros agentes que reclutaban, la mayoría de las veces, personas cercanas o en íntimo contacto con nuestro objetivo.
Muchas de estas operaciones estuvieron bajo mi control. Un grupo de mujeres bellas e inteligentes y también muy bien pagadas, conocidas en nuestro medio como "Operación Jardín" porque todas tenían nombre clave de flores, como Rosa, Azucena, Margarita, etc., infiltraron los lugares más increíbles en la búsqueda de información. Había suficientes recursos para que, cuando la información requerida lo ameritara, se realizaran viajes y se celebraran costosas fiestas y recepciones, donde el licor y la camaradería bajaba la guardia y soltaba la lengua.
Sin embargo, una idea fija ocupaba mi mente: combatiría hasta el final a los enemigos de mi patria, en aquel tiempo los cubanos castristas y sus aliados los rusos. Con la capacidad operativa y financiera que me daba mi alta posición en el Cuerpo, pude desarrollar operaciones de captura contra Arnoldo Ochoa Sánchez y Leopoldo Cintra Frías; contra Tomasevich, en la actualidad general, y otros cubanos que habían penetrado el país y que, junto a los guerrilleros venezolanos, esparcieron el odio, sangre y terror tratando de derrocar el gobierno legalmente constituido. Mandé a interceptar los teléfonos de la agencia noticiosa cubana Prensa Latina, de su director y agente de la DGI (Dirección General de Inteligencia) cubana, un chileno de apellido Pineda y pude clasificar a algunos periodistas venezolanos que le hacían la corte al régimen de La Habana.
También trabajé con intensidad y ardor contra los rusos recién instalados en el país. Bajo mi control estuvieron las operaciones que se efectuaron contra el oficial de inteligencia de la Embajada, Gravichenko. Este oficial estuvo penetrado por un agente nuestro por más de dos años. Por esta penetración pude saber la petición de información sobre mis actividades y un estudio sobre mis costumbres que le hicieron al ruso los servicios de inteligencia cubanos: éste se lo transmitió a nuestro agente venezolano, quien a su vez me lo transmitió a mí.
Solamente hay una razón para que un servicio de inteligencia como el cubano solicite información sobre la "rutina" o "costumbres" de determinada persona: una "operación de castigo": es decir, un atentado con miras a la eliminación física.
Muchos esfuerzos había puesto Cuba en el entrenamiento e infiltración del grupo subversivo Punto 0.
Poco duró la esperanza cubana, cuando sus efectivos fueron muertos o encarcelados al enfrentar nuestras fuerzas, con la consecuente eliminación de la unidad guerrillera. Ahora, Cuba pretendía pasarme el recibo de mi actuación en estos sucesos, atentando contra mi vida.
La DISIP se estructuraba en Divisiones: el Cuerpo se hacía más efectivo y cada vez las operaciones eran más profesionales. Los funcionarios policiales adquirían destreza y experiencia. También el enemigo había mejorado, Las guerrillas eran más reducidas y, por lo tanto, más difíciles de detectar. Su arma principal era la emboscada a las fuerzas del ejército y operaciones con fines económicos, como los secuestros de ganaderos. Los principales jefes guerrilleros, como Douglas Bravo y Carlos Betancourt, bajaron de las montañas a las ciudades. Maestros del clandestinaje, habían sobrevivido a la persecución y al asedio de los cuerpos de seguridad por varios años. Los lugares donde vivían y sus traslados eran conocidos por pocos y escogidos elementos, cuya lealtad estaba a toda prueba.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
2: Bandera Roja baja de las montañas para formar sus cuadros urbanos
Enero de 1972
Después de varios años, Bandera Roja decidió formar cuadros tácticos de combate para desarrollar la guerrilla urbana. El frente guerrillero "Antonio José de Sucre", seguiría operando en las montañas de Anzoátegui y Monagas. Su jefe sería Américo Silva y su lugarteniente el guerrillero Miguel Salas Suárez.
Américo era un guerrillero experimentado y fue entrenado en Cuba. Desde hace varios años combatía en las montañas y era muy respetado por sus compañeros. Aunque tenía más de 40 años de edad, pocos eran los guerrilleros que lo podían seguir cuando se trasladaban de un sitio a otro de las montañas, subiendo y bajando cerros y pendientes. Su conocimiento táctico superaba al de todos sus compañeros de lucha.
Carlos Betancourt, alias Gerónimo, que se encontraba al mando del frente rural y Gabriel Puerta Aponte alias Otilio, su lugarteniente, bajaban de las montañas para iniciar operaciones que les permitieran desarrollar la guerrilla urbana.
Gerónimo seguiría siendo el j efe de todo el movimiento, pero ahora sus actividades se trasladarían a las ciudades. Nadie sabría su domicilio ni de sus movimientos, a excepción de Otilio y su hermano Argenis Betancourt, alias Florindo. Su labor estaría limitada a la administración y planificación de las operaciones más importantes. También tendría a su cargo la propaganda y su distribución. Siempre estaría rodeado de un sistema de seguridad y compartimentación, que haría muy difícil su detección. No participaría en operativos.
Otilio, en cambio, tendría que permanecer en contacto con sus efectivos, y dirigir personalmente las operaciones, lo cual haría más vulnerable y peligrosa su misión.
La aspiración de Gerónimo era constituir una integración de los grupos subversivos que operaban en el país. Quería crear el Comité de Integración Revolucionaria (CIR) y, para tal efecto, debería entrevistarse con Douglas Bravo, jefe del Partido de la Revolución- Frente Armado de Liberación Nacional (PRV-FALN).
El PRV-FALN tenía una bien organizada guerrilla urbana. Su grupo, aunque pequeño, se movía con mucha efectividad; lo llamaban la "Unidad Móvil" y su comandante, Armando Daza Zurita (a) El Chino Daza, había sido perseguido por todas las policías de Venezuela durante varios años, sin éxito alguno. De él solamente se tenía una fotografía vieja de una cédula de identidad, que quedó en manos del policía que mató cuando trató de detenerlo. Su grupo estaba formado por veteranos de la guerrilla urbana: El Gago, El Españolito, El Policía y Larry, que formaban su unidad táctica de combate. Todos eran expertos en clandestinaje, sabotaje y, sobre todo, en atentados. Todos los "ajusticiamientos" ocurridos últimamente habían sido ejecutados por "la Unidad Móvil". El PRV-FALN tenía también otro grupo de guerrilleros urbanos que, aunque no pertenecían a la Unidad Móvil, no dejaban de ser menos peligrosos: El Catire Morales, El Catire Larralde, Alí Rodríguez Araque, eran usados para misiones más especializadas como traslados, secuestros, propaganda, reclutamientos, organización del clandestinaje y la subversión, etc. Estos hombres formaban la jefatura de la organización y estaban muy cerca de Douglas Bravo.
Bandera Roja no tenía efectivos en la ciudad. Para los pocos operativos que había realizado, tuvo que bajara sus guerrilleros de las montañas para ejecutarlos. Sin retaguardia, sin casas seguras ni organización, sus operaciones habían sido muy limitadas. Citaremos el caso del secuestro de Enrique Dao, a quien una vez secuestrado, trasladaron a la montaña, con el riesgo que implicaba la movilización de áreas urbanas a rurales y viceversa.
Puerta Aponte, alias Otilio, tendría que organizar y adiestrar un grupo capaz de ejecutar operaciones en la ciudad. Las primeras tendrían que ser "económicas", para recabar fondos y emplearlos en las casas de seguridad, vehículos, armamentos y todo lo necesario para desarrollar el plan propuesto. Los primeros pasos fueron los más difíciles. Contactó a un guerrillero que había bajado de la montaña, al que llamaban Brito, y le encargó la misión de reclutar a un pequeño grupo, seleccionando mmuy bien al personal, que sería usado como la unidad de combate para operar en las áreas urbanas.
El Ciego Montilla, Segundo, El Ciego Alto, Pancho, Regis, Track, Raúl, Sonia, Florindo y Anzoátegui, formaron la Unidad "Hugo Jaramillo Guzmán". Otilio era su comandante y Brito su lugarteniente. Algunos de ellos eran combatientes sin experiencia; otros, en cambio, viejos guerrilleros. Otilio manejó esta situación auxiliado por los veteranos, a fin de entrenar y poner en capacidad operativa a los novatos.
El Ciego Montilla, cuyo verdadero nombre es Iván Montilla Cedeño, vivía con su madre y otro hermano en la calle El Carmen, Letra B, entre las calles Santa Teresita y Real del Prado de María, en Caracas. Tendría unos 25 años, bajo de estatura, usaba lentes y hablaba muy poco; su mejor cualidad era la responsabilidad y la minuciosidad con la cual realizaba las misiones que se le encomendaban. Pronto se ganó la confianza de Brito y le encomendaron misiones cada vez más delicadas. Se le encargó que alquilara una casa en las afueras de Caracas. La consigue en el Barrio Olivé del Junquito, donde se celebrarían reuniones. Se debía mudar allí con su madre, y así lo hizo.
Los combatientes que todavía no habían sido detectados por los cuerpos policiales como El Ciego, Segundo, Regis y Pancho, hacían vida legal y vivían con su familia. Los viejos combatientes que estaban siendo "solicitados". vivían en casas alquiladas, con fondos de la organización y bajo nombres falsos. Otilio era el único que conocía la ubicación de todos ellos; en cambio, ninguno de ellos, a excepción de Brito, sabía dónde localizar a Otilio.
3: El grupo Punto O asalta el destacamento de Ocumare del Tuy
4 de enero de 1972
Un comando guerrillero del movimiento Punto 0 llegó a la población de Ocumare del Tuy a las 01:15 de la madrugada. Una camioneta Ford blanca, modelo 68, con cuatro hombres en su interior, atravesó la calle principal del pequeño pueblo. Previamente, habían llegado un Plymouth verde, modelo 69 y un Rambler azul claro, modelo 66; cada carro con cuatro guerrilleros. Cada vehículo se había estacionado en un lugar previamente seleccionado, como a cinco cuadras de la calle principal. Los ocupantes de los vehículos iban fuertemente armados con subametralladoras, pistolas y granadas.
La camioneta Ford se detuvo al final de la avenida principal. Desde hacía quince minutos los esperaba ahí Gilberto Hernández (a) El Nené. El Nené vivía en esa población desde hace varios años; todo el mundo lo conocía. Hacía sólo cuatro meses que se había unido a los guerrilleros y ésta era su primera acción.
Ocumare del Tuy es una pequeña población rodeada de valles y montañas, con unos 50 mil habitantes, que se dedican a la agricultura y la ganadería y trabajan en pequeñas industrias situadas cerca del pueblo. Está como a una hora de camino a Caracas.
Como a dos kilómetros, en las afueras del pueblo, se encontraba un destacamento de la Guardia Nacional, donde estaba ubicado el segundo pelotón de la Tercera Compañía del Destacamento 56 de las Fuerzas Armadas de Cooperación (FAC). La dotación estaba compuesta de unos 30 efectivos, aproximadamente.
El edificio del destacamento estaba situado en la calle principal del sector El Rodeo, cruce con la Calle Machillaiga. El edificio era de una sola planta, construido en un área de unos 1.200 metros cuadrados y rodeado por una cerca metálica. Como a unos 100 metros del cuartel está el Hospital "Simón Bolívar". La cerca que rodeaba el perímetro de las instalaciones era como de tres metros y medio de altura, con alambrada de protección en su parte superior.
El Nené había entrado al cuartel muchas veces. Un pariente suyo, sargento de la Guardia Nacional, le había permitido el acceso. No le fue difícil conocer bien el lugar; sabía de la ubicación de la armería, las barracas donde dormía el personal y había averiguado que, en aquella época del año, del 23 de diciembre al 6 de enero, le daban vacaciones a gran parte de la tropa para que pasara navidad con su familia y quedaba debilitada la protección del cuartel.
Con toda esa información los guerrilleros, comandados por Ramón Antonio Olivares (a) Rubén, elaboraron un plan de acción para apoderarse de las armas que había en el cuartel.
El día anterior, a las 05:30 de la tarde, Rubén y tres guerrilleros más asaltaron un estacionamiento de vehículos de nombre Boleita, situado en la avenida Las Palmas, Urbanización Las Palmas en Caracas. Allí sometieron a uno de los dueños, Antón Silverio, y se llevaron tres carros: una camioneta ranchera Ford, blanca, modelo 1968, placas IK-6590; un Rambler azul claro, modelo 1966, placas IP-8955; y un Plymouth verde, modelo 69, placas IG-4090. También, en el pueblo de Ocumare del Tuy, días antes se habían apoderado de un Hillman placas IW-9888, que pertenecía a una oficinista que trabajaba en un organismo gubernamental.
Hacía más de un año que Rubén había llegado de Cuba donde, junto con unos 40 venezolanos, había sido entrenado en las escuelas de subversión.
En el año 1969, un grupo de venezolanos salieron de Puerto Cabello en una goleta pesquera y desembarcaron en la costa sur de la Provincia de Oriente, en Cuba. Recibirían entrenamiento en actividades terroristas, para regresar a Venezuela, donde tratarían de organizar grupos de guerrilla urbana y rural, con el fin de derrocar el entonces gobierno legítimamente constituido del Presidente Rafael Caldera.
Los venezolanos fueron trasladados de Oriente a La Habana por el Comandante Piñeiro (a) Barbarroja.
Después del recibimiento fueron trasladados a casas de seguridad en La Habana y, posteriormente, a la Provincia de Pinar del Río, a un campo de entrenamiento llamado Punto 0; aquí realizaron la mayor parte del entrenamiento. El oficial cubano que estaba a cargo del grupo venezolano era el capitán Almeida, más conocido con el sobrenombre de Araña. El contacto más directo del grupo y que les servía de enlace para resolver sus necesidades, era un hombre alto, de más de seis pies de estatura, de la raza negra, conocido como el teniente Drake.
El entrenamiento que recibieron abarcaba vários tópicos como guerra subversiva, clandestinaje, comunicaciones clandestinas, preparación política, sabotaje, explosivos, atentados personales, secuestro y confinamiento de prisioneros, reclutamiento de personal y uso de armas cortas y largas. También se les instruyó en las técnicas de guerrilla rural: lectura de mapas, caminata, orientación con el mapa y con las estrellas, emboscadas, evasión y escape, etc.
Los venezolanos sostuvieron una serie de discusiones y peleas entre ellos por celos de liderazgo y muchos regresaron a Venezuela, sin completar el entrenamiento. El que más se distinguió y fue reconocido como líder entre sus compañeros fue Ramón Antonio Olivares (a) Rubén.
Un joven de unos veinte años, de apellido Debona, integrante del grupo y conocido con el seudónimo de Wladimir, se quedó en Cuba cuandoel resto del grupo regresó. Antes de su partida, Rubén ya había formado un pequeño grupo y en seguida hizo contacto con él. Posteriormente, Wladimir tomaría un papel relevante en los acontecimientos que se sucederían.
El grupo, al que Rubén había denominado "Punto 0" en honor a la escuela subversiva del mismo nombre, había realizado varios trabajos "económicos", para procurarse armas y dinero; ése fue el caso del asalto al depósito de la Cervecería Polar, en la ciudad de Valencia, donde obtuvieron 80.mil bolívares ($20.000.00, aproximadamente).
El Nené salió de las sombras y se acercó a la camioneta estacionada en la avenida. Rubén, sentado en al asiento al lado del conductor, lo vio acercarse. Pensaba que la mitad de sus hombres, incluyendo al Nené, no habían recibido el entrenamiento adecuado para la operación que iban a realizar. Al aproximarse al vehículo, el Nené notó que su camisa blanca resaltaba en la oscuridad de la noche. Sin decir nada y dispuesto a todo, aceptó sus limitaciones. Su mente fría calculaba rápidamente las situaciones.
-algún cambio? -preguntó sin saludar.
-No, todo está igual. Hace quince minutos pasé frente al cuartel.
-Bueno, entra al carro, iremos a avisar a los otros.
Al entrar a la camioneta, uno de los guerrilleros, sin decir palabra, le entregó una pistola 45. Se sentó, escuchando cómo el vehículo arrancaba, daba la vuelta y tomaba de nuevo la avenida principal en dirección contraria.
El cerebro alerta de Rubén captó inmediatamente la posibilidad de que cinco hombres en un carro resultarían sospechosos. Sin embargo, pensó, estamos en navidad y no es extraño ver un vehículo atestado de pasajeros. Observó la velocidad a la que se desplazaban y la encontró correcta. El conductor lucía sereno. Miró hacia atrás, no podía ver los rostros de sus hombres, pero podía sentir la tensión y el silencio en la oscuridad. Avanzó dos cuadras por una calle lateral. Todas las casas estaban cerradas y no se notaba actividad alguna. Los vehículos donde estaban los otros guerrilleros se encontraban aparcados y con las luces apagadas.
La camioneta siguió hasta el final de la avenida y dobló a la izquierda. Rubén ordenó al conductor que se estacionara como a unos 50 metros. Se bajó y caminó hasta el otro vehículo. Miró la hora; era exactamente la 01:35. Aproximándose a la ventanilla delantera izquierda del carro estacionado, habló con sus ocupantes y dijo:
-Debemos esperar hasta las 02:00 para comenzar la operación, ya les avisaré.
Volvió a la camioneta y se sentó a esperar los 25 minutos que faltaban para las 02:00. Repasó mentalmente la operación. Le preocupaba no sólo la falta de entrenamiento de algunos de sus hombres, sino que toda la operación estaría basada en la información obtenida por el Nené. ¿Se le habría escapado algún detalle de importancia? ¿Estarían en realidad fuera del cuartel la mayor parte de los soldados? Estas y otras preguntas llegaban a su mente atropelladamente. Hacía esfuerzos para no dejarse llevar por la angustia y la inseguridad. Repasó cuidadosamente el plan y le pareció factible; de pronto, llegó la hora.
Ordenó al conductor que pusiera en marcha el vehículo, le recordó que debería ir despacio; pasó por delante de los vehículos estacionados e hizo señas para que lo siguieran. Conocía bien el camino, pues lo había recorrido varias veces, cuando estaba preparando la operación días antes.
Los carros, separados uno del otro como unos veinte metros, avanzaron y se estacionaron en el lugar previamente establecido, desde donde se divisaba el destacamento brillantemente iluminado. Desde allí, las barracas donde dormían los soldados ofrecían una buena vista. Las luces interiores estaban apagadas, indicando que los guardias ya dormían.
Los guerrilleros, con las armas en la mano, protegidos por la oscuridad, bajaron de los vehículos. Solamente quedó en su puesto el conductor de la camioneta. Se dividieron en dos grupos. Tres hombres se acercaron sigilosamente, bien pegados a la cerca de protección que marcaba el perímetro del destacamento. Su objetivo: dominar al guardia que cuidaba la puerta de entrada. El resto se dirigió a la parte posterior, donde abrirían un agujero, en la alambrada, con una cizalla.
El soldado de la puerta de entrada, de nombre Luis Felipe Durán, estaba somnoliento. El Fal (fusil automático ligero) le pesaba y lo había recostado en la pared. De repente, se encontró encañonado por dos pistolas 45; rápidamente calculó sus posibilidades y vio que eran casi nulas, pero su instinto de soldado lo hizo tratar de levantar el rifle para enfrentar a sus atacantes. Estos no dispararon, pues sus órdenes eran dominar la posta de entrada haciendo el menor ruido posible. Se le abalanzaron y entablaron una lucha cuerpo a cuerpo con él. El soldado peleó bravamente pero los guerrilleros, después de golpearlo varias veces con sus armas, lograron dominarlo.
Mientras esto ocurría, el grupo que había ido por la parte posterior ya había abierto un gran agujero en la alambrada. Penetraron y, orientados por el Nené, se dirigieron hacia las barracas. El perímetro de las instalaciones estaba iluminado y no ofrecía ningún tipo de ocultamiento. Corrieron directamente hacia las barracas y llegaron sin ser vistos. El Nené mantenía su rostro cubierto con una capucha, pues temía que algún soldado lo reconociera. Al llegar a las barracas se detuvieron y ocuparon sus posiciones a ambos lados de la puerta del dormitorio. Rubén recordaba su entrenamiento en las escuelas cubanas: "La sorpresa desconcierta al enemigo, y esos segundos de desconcierto deben ser aprovechados, de ellos depende muchas veces el éxito o el fracaso de una misión". Recordaba al comandante Piñeiro (a) Barbarroja, cuando lo mandó a buscar con el capitán Almeida (a) Araña, poco antes de regresar a Venezuela.
-Rubén -le dijo- pronto regresarás y pondrás en ejecución todo lo que te hemos enseñado. No te daremos armas ni dinero, ambas cosas están en Venezuela. Te hemos instruido y entrenado para que te procures lo necesario. Toma el dinero y las armas (le los ricos y poderosos que subyugan tu país. Organízate y demuestra que eres capaz... entonces recibirás nuestra ayuda para que se desarrollen y combatan.
Rubén sabía que el paso que estaba dando era decisivo para consolidar el movimiento Punto 0. Ya tenían algún dinero y algunas armas, pero el armamento a capturar en este asalto no sólo les daría renombre, sino que los pondría en capacidad de organizar una guerrilla rural.
Las luces de la barraca estaban apagadas y en su interior no se escuchaba ningún ruido, como no fuera la respiración acompasada de los soldados. Rubén tocó la puerta dos veces: los guerrilleros, a ambos lados de la puerta, mantenían sus armas listas para cualquier eventualidad. Unos segundos de espera. Cuando se disponía a tocar de nuevo se escuchó una voz, que desde el interior dijo: un momento, ya abro. El sargento Eufrasio Echenique, quien se encontraba durmiendo con los soldados, pensó que era algún guardia que regresaba tarde de sus vacaciones. Sin sospechar nada, franqueó la puerta; de repente, se vio encañonado por la subametralladora de Rubén. Levantó los brazos y dio paso a varios guerrilleros que entraron rápidamente. Allí estaba el cabo Oscar Chacoa Ramos, quien resistió y recibió varios golpes, hasta ser dominado. Rubén preguntó al sargento por las llaves del depósito de las armas.
Mientras esto sucedía, el comando que tenía como misión tomar la puerta de entrada del destacamento, había tenido éxito. Una vez dominado el guardia de la puerta lo ataron, dejando un guerrillero armado con el Fal del guardia en la puerta: el resto, con el prisionero, se dirigieron hacia el interior del cuartel para encontrarse con Rubén y su comando.
Fuera del destacamento, como a unos 80 metros y protegida por la oscuridad, la camioneta Ford esperaba la señal convenida. El conductor mantenía la vista fija en la puerta de entrada. Estaba al tanto de los acontecimientos que se habían sucedido allí y sabía que la posta estaba dominada, pero no sabía nada de lo ocurrido en el interior. Habían pasado 9 minutos y no se había oído disparos, lo que era una buena señal. La tensión se hacía insoportable. Por fin, una linterna le hizo señales desde la puerta del destacamento; puso en marcha el vehículo y fue directamente hacia la entrada. Dos de sus compañeros le abrieron las grandes puertas de hierro, penetró al patio de las instalaciones y, orientado por los guerrilleros, llegó hasta el lugar donde se encontraban Rubén y sus hombres.
La situación estaba dominada; los comandos mantenían bajo control al soldado, al cabo y al sargento. Rubén preguntó al sargento si no había más personal en las instalaciones y éste respondió negativamente. El sargento comprendió que no tiene ninguna posibilidad de acción en contra de sus captores y optó por no poner ninguna resistencia; así salvaría la vida de sus soldados y la suya propia. Ante la petición de Rubén, lo condujo al depósito donde se guardaba el armamento; abrió el depósito y operó el conmutador de la luz, quedando así iluminada la habitación. Descansando, sobre unos estantes de madera, había 12 fusiles M-14 (7.62 Nato); también había 15 subametralladoras Madsen, cajas de municiones 7.62 y 9 mm., una caja de granadas de fragmentación M-26, equipo militar de campaña, cantimploras, fornituras, etc. Rubén ordenó a la camioneta que, dando marcha atrás, se acercara a la puerta del depósito. Rápidamente trasladaron las armas, las granadas y varias cajas de municiones al vehículo. Todo fue cubierto con una lona. El conductor y cuatro guerrilleros, armados con subametralladoras, abordaron el vehículo, salieron del cuartel y se dirigieron hacia el lugar donde habían dejado el otro carro. Uno de los guerrilleros se bajó y se puso al volante del automóvil estacionado: la camioneta se detuvo y apagó las luces; el otro carro se dirigió al cuartel y penetró por la puerta principal, aún abierta.
Rubén y sus hombres habían amarrado al sargento y a cada uno de los soldados y los encerraron en la barraca, pasándole llave y candado.
Al llegar el Plymouth, lo abordaron y salieron de las instalaciones hacia donde estaba estacionada la camioneta y el Rambler. El Nené se bajó allí, se quitó la capucha utilizada para la operación y se fue caminando hacia su casa.
La camioneta salió despacio hacia la carretera, seguida por los dos vehículos que le daban protección. Como a un kilómetro, y para tomar la autopista que va de Caracas a Valencia, había una estación donde se pagaba peaje. Dos guardias nacionales revisaron los carros que pasaban por la estación. Al acercarse, Rubén advirtió a sus hombres:
-Quítenle el seguro a sus armas: si los guardias del cuartel ya se liberaron pueden haber llamado y avisado.
La camioneta llegó primero a la estación, todo estaba normal y los guardias estaban medio dormidos; no la revisaron. Inmediatamente después pasó el otro carro, sin ser revisado tampoco, y después el otro.
Los tres vehículos siguieron la carretera de unos 4 kilómetros que se cruza con la autopista; la carretera estaba desierta y no se notaba actividad alguna. Eran las 02:45 a. m.
Al llegar al cruce con la autopista, tomaron la bifurcación que conducía a la ciudad de Valencia. Los vehículos iban 50 metros separados unos del otro.
En el kilómetro 52, los esperaban dos guerrilleros en un vehículo Ford Fairlane, azul oscuro, modelo 69. Eran los hermanos Peña, hijos de un coronel del ejército. Hacía varios meses que se habían incorporado a Punto 0 y formaban parte de sus cuadros de acción.
Cuando llegaron, la camioneta y los dos carros, Rubén inmediatamente ordenó al comando que se desplegara para proteger la operación que se iba a realizar: rápidamente las armas y municiones fueron trasladadas al Ford, llenando el maletero y el asiento posterior.
Rubén, Wladimir y los hermanos Peña continuaron con el arsenal. Los demás miembros del comando, distribuidos en los tres carros, se dirigieron a una finca cercana para pasar el resto de la noche y regresar al día siguiente a Caracas.
Tres días antes del golpe, Rubén había contactado a un guerrillero apodado el Jorobado Brizuela. Este tenía un tío de nombre Apolinar Ceballos, que vivía en una pequeña finca como a unos 10 kilómetros de la autopista. Para llegar a ella había que tomar un camino de penetración y andar unos 10 kilómetros.
Dos días antes, Rubén y Brizuela, ayudados por su tío, habían cavado un agujero de metro y medio de largo por medio de ancho y dos de profundidad. Allí dejaron potes de grasa, cuerdas y varias bolsas de nylon grueso; todo lo necesario para enterrar las armas y preservarlas por un tiempo.
El Ford tomó el camino de penetración hacia la finca de Apolinar, rodó diez kilómetros y se desvió, llegando a la casa. Eran cerca de las 03:30 de la madrugada cuando tocaron la puerta del campesino.
Entre los cuatro transportaron las armas y municiones hasta el agujero cavado previamente. De la casa al sitio de enterramiento había unos 200 metros de terreno escarpado. Lo que más pesaba eran las cajas de municiones y las granadas; en varios viajes lo trasladaron todo.
Rubén y Wladimir habían aprendido en Cuba cómo enterrar y preservar armas y municiones. Todo, excepto 12 subametralladoras, fue preservado y embalado. Después colocaron varias tablas encima y cubrieron con tierra y ramas. Era la época de sequía; no llovería hasta finales de abril. Para esa fecha ya habrían sacado las armas y las habrían transportado a las montañas para el frente de la guerrilla rural.
Las subametralladoras pasarían a manos de un guerrillero llamado Rafael Guzmán Grim (a) Roberto, para reforzar la guerrilla urbana.
Era la madrugada del 5 de enero de 1972. Punto 0 tenía en su poder las armas necesarias para abrir un frente guerrillero rural y reforzar su grupo urbano.
Enero de 1972
Después de varios años, Bandera Roja decidió formar cuadros tácticos de combate para desarrollar la guerrilla urbana. El frente guerrillero "Antonio José de Sucre", seguiría operando en las montañas de Anzoátegui y Monagas. Su jefe sería Américo Silva y su lugarteniente el guerrillero Miguel Salas Suárez.
Américo era un guerrillero experimentado y fue entrenado en Cuba. Desde hace varios años combatía en las montañas y era muy respetado por sus compañeros. Aunque tenía más de 40 años de edad, pocos eran los guerrilleros que lo podían seguir cuando se trasladaban de un sitio a otro de las montañas, subiendo y bajando cerros y pendientes. Su conocimiento táctico superaba al de todos sus compañeros de lucha.
Carlos Betancourt, alias Gerónimo, que se encontraba al mando del frente rural y Gabriel Puerta Aponte alias Otilio, su lugarteniente, bajaban de las montañas para iniciar operaciones que les permitieran desarrollar la guerrilla urbana.
Gerónimo seguiría siendo el j efe de todo el movimiento, pero ahora sus actividades se trasladarían a las ciudades. Nadie sabría su domicilio ni de sus movimientos, a excepción de Otilio y su hermano Argenis Betancourt, alias Florindo. Su labor estaría limitada a la administración y planificación de las operaciones más importantes. También tendría a su cargo la propaganda y su distribución. Siempre estaría rodeado de un sistema de seguridad y compartimentación, que haría muy difícil su detección. No participaría en operativos.
Otilio, en cambio, tendría que permanecer en contacto con sus efectivos, y dirigir personalmente las operaciones, lo cual haría más vulnerable y peligrosa su misión.
La aspiración de Gerónimo era constituir una integración de los grupos subversivos que operaban en el país. Quería crear el Comité de Integración Revolucionaria (CIR) y, para tal efecto, debería entrevistarse con Douglas Bravo, jefe del Partido de la Revolución- Frente Armado de Liberación Nacional (PRV-FALN).
El PRV-FALN tenía una bien organizada guerrilla urbana. Su grupo, aunque pequeño, se movía con mucha efectividad; lo llamaban la "Unidad Móvil" y su comandante, Armando Daza Zurita (a) El Chino Daza, había sido perseguido por todas las policías de Venezuela durante varios años, sin éxito alguno. De él solamente se tenía una fotografía vieja de una cédula de identidad, que quedó en manos del policía que mató cuando trató de detenerlo. Su grupo estaba formado por veteranos de la guerrilla urbana: El Gago, El Españolito, El Policía y Larry, que formaban su unidad táctica de combate. Todos eran expertos en clandestinaje, sabotaje y, sobre todo, en atentados. Todos los "ajusticiamientos" ocurridos últimamente habían sido ejecutados por "la Unidad Móvil". El PRV-FALN tenía también otro grupo de guerrilleros urbanos que, aunque no pertenecían a la Unidad Móvil, no dejaban de ser menos peligrosos: El Catire Morales, El Catire Larralde, Alí Rodríguez Araque, eran usados para misiones más especializadas como traslados, secuestros, propaganda, reclutamientos, organización del clandestinaje y la subversión, etc. Estos hombres formaban la jefatura de la organización y estaban muy cerca de Douglas Bravo.
Bandera Roja no tenía efectivos en la ciudad. Para los pocos operativos que había realizado, tuvo que bajara sus guerrilleros de las montañas para ejecutarlos. Sin retaguardia, sin casas seguras ni organización, sus operaciones habían sido muy limitadas. Citaremos el caso del secuestro de Enrique Dao, a quien una vez secuestrado, trasladaron a la montaña, con el riesgo que implicaba la movilización de áreas urbanas a rurales y viceversa.
Puerta Aponte, alias Otilio, tendría que organizar y adiestrar un grupo capaz de ejecutar operaciones en la ciudad. Las primeras tendrían que ser "económicas", para recabar fondos y emplearlos en las casas de seguridad, vehículos, armamentos y todo lo necesario para desarrollar el plan propuesto. Los primeros pasos fueron los más difíciles. Contactó a un guerrillero que había bajado de la montaña, al que llamaban Brito, y le encargó la misión de reclutar a un pequeño grupo, seleccionando mmuy bien al personal, que sería usado como la unidad de combate para operar en las áreas urbanas.
El Ciego Montilla, Segundo, El Ciego Alto, Pancho, Regis, Track, Raúl, Sonia, Florindo y Anzoátegui, formaron la Unidad "Hugo Jaramillo Guzmán". Otilio era su comandante y Brito su lugarteniente. Algunos de ellos eran combatientes sin experiencia; otros, en cambio, viejos guerrilleros. Otilio manejó esta situación auxiliado por los veteranos, a fin de entrenar y poner en capacidad operativa a los novatos.
El Ciego Montilla, cuyo verdadero nombre es Iván Montilla Cedeño, vivía con su madre y otro hermano en la calle El Carmen, Letra B, entre las calles Santa Teresita y Real del Prado de María, en Caracas. Tendría unos 25 años, bajo de estatura, usaba lentes y hablaba muy poco; su mejor cualidad era la responsabilidad y la minuciosidad con la cual realizaba las misiones que se le encomendaban. Pronto se ganó la confianza de Brito y le encomendaron misiones cada vez más delicadas. Se le encargó que alquilara una casa en las afueras de Caracas. La consigue en el Barrio Olivé del Junquito, donde se celebrarían reuniones. Se debía mudar allí con su madre, y así lo hizo.
Los combatientes que todavía no habían sido detectados por los cuerpos policiales como El Ciego, Segundo, Regis y Pancho, hacían vida legal y vivían con su familia. Los viejos combatientes que estaban siendo "solicitados". vivían en casas alquiladas, con fondos de la organización y bajo nombres falsos. Otilio era el único que conocía la ubicación de todos ellos; en cambio, ninguno de ellos, a excepción de Brito, sabía dónde localizar a Otilio.
3: El grupo Punto O asalta el destacamento de Ocumare del Tuy
4 de enero de 1972
Un comando guerrillero del movimiento Punto 0 llegó a la población de Ocumare del Tuy a las 01:15 de la madrugada. Una camioneta Ford blanca, modelo 68, con cuatro hombres en su interior, atravesó la calle principal del pequeño pueblo. Previamente, habían llegado un Plymouth verde, modelo 69 y un Rambler azul claro, modelo 66; cada carro con cuatro guerrilleros. Cada vehículo se había estacionado en un lugar previamente seleccionado, como a cinco cuadras de la calle principal. Los ocupantes de los vehículos iban fuertemente armados con subametralladoras, pistolas y granadas.
La camioneta Ford se detuvo al final de la avenida principal. Desde hacía quince minutos los esperaba ahí Gilberto Hernández (a) El Nené. El Nené vivía en esa población desde hace varios años; todo el mundo lo conocía. Hacía sólo cuatro meses que se había unido a los guerrilleros y ésta era su primera acción.
Ocumare del Tuy es una pequeña población rodeada de valles y montañas, con unos 50 mil habitantes, que se dedican a la agricultura y la ganadería y trabajan en pequeñas industrias situadas cerca del pueblo. Está como a una hora de camino a Caracas.
Como a dos kilómetros, en las afueras del pueblo, se encontraba un destacamento de la Guardia Nacional, donde estaba ubicado el segundo pelotón de la Tercera Compañía del Destacamento 56 de las Fuerzas Armadas de Cooperación (FAC). La dotación estaba compuesta de unos 30 efectivos, aproximadamente.
El edificio del destacamento estaba situado en la calle principal del sector El Rodeo, cruce con la Calle Machillaiga. El edificio era de una sola planta, construido en un área de unos 1.200 metros cuadrados y rodeado por una cerca metálica. Como a unos 100 metros del cuartel está el Hospital "Simón Bolívar". La cerca que rodeaba el perímetro de las instalaciones era como de tres metros y medio de altura, con alambrada de protección en su parte superior.
El Nené había entrado al cuartel muchas veces. Un pariente suyo, sargento de la Guardia Nacional, le había permitido el acceso. No le fue difícil conocer bien el lugar; sabía de la ubicación de la armería, las barracas donde dormía el personal y había averiguado que, en aquella época del año, del 23 de diciembre al 6 de enero, le daban vacaciones a gran parte de la tropa para que pasara navidad con su familia y quedaba debilitada la protección del cuartel.
Con toda esa información los guerrilleros, comandados por Ramón Antonio Olivares (a) Rubén, elaboraron un plan de acción para apoderarse de las armas que había en el cuartel.
El día anterior, a las 05:30 de la tarde, Rubén y tres guerrilleros más asaltaron un estacionamiento de vehículos de nombre Boleita, situado en la avenida Las Palmas, Urbanización Las Palmas en Caracas. Allí sometieron a uno de los dueños, Antón Silverio, y se llevaron tres carros: una camioneta ranchera Ford, blanca, modelo 1968, placas IK-6590; un Rambler azul claro, modelo 1966, placas IP-8955; y un Plymouth verde, modelo 69, placas IG-4090. También, en el pueblo de Ocumare del Tuy, días antes se habían apoderado de un Hillman placas IW-9888, que pertenecía a una oficinista que trabajaba en un organismo gubernamental.
Hacía más de un año que Rubén había llegado de Cuba donde, junto con unos 40 venezolanos, había sido entrenado en las escuelas de subversión.
En el año 1969, un grupo de venezolanos salieron de Puerto Cabello en una goleta pesquera y desembarcaron en la costa sur de la Provincia de Oriente, en Cuba. Recibirían entrenamiento en actividades terroristas, para regresar a Venezuela, donde tratarían de organizar grupos de guerrilla urbana y rural, con el fin de derrocar el entonces gobierno legítimamente constituido del Presidente Rafael Caldera.
Los venezolanos fueron trasladados de Oriente a La Habana por el Comandante Piñeiro (a) Barbarroja.
Después del recibimiento fueron trasladados a casas de seguridad en La Habana y, posteriormente, a la Provincia de Pinar del Río, a un campo de entrenamiento llamado Punto 0; aquí realizaron la mayor parte del entrenamiento. El oficial cubano que estaba a cargo del grupo venezolano era el capitán Almeida, más conocido con el sobrenombre de Araña. El contacto más directo del grupo y que les servía de enlace para resolver sus necesidades, era un hombre alto, de más de seis pies de estatura, de la raza negra, conocido como el teniente Drake.
El entrenamiento que recibieron abarcaba vários tópicos como guerra subversiva, clandestinaje, comunicaciones clandestinas, preparación política, sabotaje, explosivos, atentados personales, secuestro y confinamiento de prisioneros, reclutamiento de personal y uso de armas cortas y largas. También se les instruyó en las técnicas de guerrilla rural: lectura de mapas, caminata, orientación con el mapa y con las estrellas, emboscadas, evasión y escape, etc.
Los venezolanos sostuvieron una serie de discusiones y peleas entre ellos por celos de liderazgo y muchos regresaron a Venezuela, sin completar el entrenamiento. El que más se distinguió y fue reconocido como líder entre sus compañeros fue Ramón Antonio Olivares (a) Rubén.
Un joven de unos veinte años, de apellido Debona, integrante del grupo y conocido con el seudónimo de Wladimir, se quedó en Cuba cuandoel resto del grupo regresó. Antes de su partida, Rubén ya había formado un pequeño grupo y en seguida hizo contacto con él. Posteriormente, Wladimir tomaría un papel relevante en los acontecimientos que se sucederían.
El grupo, al que Rubén había denominado "Punto 0" en honor a la escuela subversiva del mismo nombre, había realizado varios trabajos "económicos", para procurarse armas y dinero; ése fue el caso del asalto al depósito de la Cervecería Polar, en la ciudad de Valencia, donde obtuvieron 80.mil bolívares ($20.000.00, aproximadamente).
El Nené salió de las sombras y se acercó a la camioneta estacionada en la avenida. Rubén, sentado en al asiento al lado del conductor, lo vio acercarse. Pensaba que la mitad de sus hombres, incluyendo al Nené, no habían recibido el entrenamiento adecuado para la operación que iban a realizar. Al aproximarse al vehículo, el Nené notó que su camisa blanca resaltaba en la oscuridad de la noche. Sin decir nada y dispuesto a todo, aceptó sus limitaciones. Su mente fría calculaba rápidamente las situaciones.
-algún cambio? -preguntó sin saludar.
-No, todo está igual. Hace quince minutos pasé frente al cuartel.
-Bueno, entra al carro, iremos a avisar a los otros.
Al entrar a la camioneta, uno de los guerrilleros, sin decir palabra, le entregó una pistola 45. Se sentó, escuchando cómo el vehículo arrancaba, daba la vuelta y tomaba de nuevo la avenida principal en dirección contraria.
El cerebro alerta de Rubén captó inmediatamente la posibilidad de que cinco hombres en un carro resultarían sospechosos. Sin embargo, pensó, estamos en navidad y no es extraño ver un vehículo atestado de pasajeros. Observó la velocidad a la que se desplazaban y la encontró correcta. El conductor lucía sereno. Miró hacia atrás, no podía ver los rostros de sus hombres, pero podía sentir la tensión y el silencio en la oscuridad. Avanzó dos cuadras por una calle lateral. Todas las casas estaban cerradas y no se notaba actividad alguna. Los vehículos donde estaban los otros guerrilleros se encontraban aparcados y con las luces apagadas.
La camioneta siguió hasta el final de la avenida y dobló a la izquierda. Rubén ordenó al conductor que se estacionara como a unos 50 metros. Se bajó y caminó hasta el otro vehículo. Miró la hora; era exactamente la 01:35. Aproximándose a la ventanilla delantera izquierda del carro estacionado, habló con sus ocupantes y dijo:
-Debemos esperar hasta las 02:00 para comenzar la operación, ya les avisaré.
Volvió a la camioneta y se sentó a esperar los 25 minutos que faltaban para las 02:00. Repasó mentalmente la operación. Le preocupaba no sólo la falta de entrenamiento de algunos de sus hombres, sino que toda la operación estaría basada en la información obtenida por el Nené. ¿Se le habría escapado algún detalle de importancia? ¿Estarían en realidad fuera del cuartel la mayor parte de los soldados? Estas y otras preguntas llegaban a su mente atropelladamente. Hacía esfuerzos para no dejarse llevar por la angustia y la inseguridad. Repasó cuidadosamente el plan y le pareció factible; de pronto, llegó la hora.
Ordenó al conductor que pusiera en marcha el vehículo, le recordó que debería ir despacio; pasó por delante de los vehículos estacionados e hizo señas para que lo siguieran. Conocía bien el camino, pues lo había recorrido varias veces, cuando estaba preparando la operación días antes.
Los carros, separados uno del otro como unos veinte metros, avanzaron y se estacionaron en el lugar previamente establecido, desde donde se divisaba el destacamento brillantemente iluminado. Desde allí, las barracas donde dormían los soldados ofrecían una buena vista. Las luces interiores estaban apagadas, indicando que los guardias ya dormían.
Los guerrilleros, con las armas en la mano, protegidos por la oscuridad, bajaron de los vehículos. Solamente quedó en su puesto el conductor de la camioneta. Se dividieron en dos grupos. Tres hombres se acercaron sigilosamente, bien pegados a la cerca de protección que marcaba el perímetro del destacamento. Su objetivo: dominar al guardia que cuidaba la puerta de entrada. El resto se dirigió a la parte posterior, donde abrirían un agujero, en la alambrada, con una cizalla.
El soldado de la puerta de entrada, de nombre Luis Felipe Durán, estaba somnoliento. El Fal (fusil automático ligero) le pesaba y lo había recostado en la pared. De repente, se encontró encañonado por dos pistolas 45; rápidamente calculó sus posibilidades y vio que eran casi nulas, pero su instinto de soldado lo hizo tratar de levantar el rifle para enfrentar a sus atacantes. Estos no dispararon, pues sus órdenes eran dominar la posta de entrada haciendo el menor ruido posible. Se le abalanzaron y entablaron una lucha cuerpo a cuerpo con él. El soldado peleó bravamente pero los guerrilleros, después de golpearlo varias veces con sus armas, lograron dominarlo.
Mientras esto ocurría, el grupo que había ido por la parte posterior ya había abierto un gran agujero en la alambrada. Penetraron y, orientados por el Nené, se dirigieron hacia las barracas. El perímetro de las instalaciones estaba iluminado y no ofrecía ningún tipo de ocultamiento. Corrieron directamente hacia las barracas y llegaron sin ser vistos. El Nené mantenía su rostro cubierto con una capucha, pues temía que algún soldado lo reconociera. Al llegar a las barracas se detuvieron y ocuparon sus posiciones a ambos lados de la puerta del dormitorio. Rubén recordaba su entrenamiento en las escuelas cubanas: "La sorpresa desconcierta al enemigo, y esos segundos de desconcierto deben ser aprovechados, de ellos depende muchas veces el éxito o el fracaso de una misión". Recordaba al comandante Piñeiro (a) Barbarroja, cuando lo mandó a buscar con el capitán Almeida (a) Araña, poco antes de regresar a Venezuela.
-Rubén -le dijo- pronto regresarás y pondrás en ejecución todo lo que te hemos enseñado. No te daremos armas ni dinero, ambas cosas están en Venezuela. Te hemos instruido y entrenado para que te procures lo necesario. Toma el dinero y las armas (le los ricos y poderosos que subyugan tu país. Organízate y demuestra que eres capaz... entonces recibirás nuestra ayuda para que se desarrollen y combatan.
Rubén sabía que el paso que estaba dando era decisivo para consolidar el movimiento Punto 0. Ya tenían algún dinero y algunas armas, pero el armamento a capturar en este asalto no sólo les daría renombre, sino que los pondría en capacidad de organizar una guerrilla rural.
Las luces de la barraca estaban apagadas y en su interior no se escuchaba ningún ruido, como no fuera la respiración acompasada de los soldados. Rubén tocó la puerta dos veces: los guerrilleros, a ambos lados de la puerta, mantenían sus armas listas para cualquier eventualidad. Unos segundos de espera. Cuando se disponía a tocar de nuevo se escuchó una voz, que desde el interior dijo: un momento, ya abro. El sargento Eufrasio Echenique, quien se encontraba durmiendo con los soldados, pensó que era algún guardia que regresaba tarde de sus vacaciones. Sin sospechar nada, franqueó la puerta; de repente, se vio encañonado por la subametralladora de Rubén. Levantó los brazos y dio paso a varios guerrilleros que entraron rápidamente. Allí estaba el cabo Oscar Chacoa Ramos, quien resistió y recibió varios golpes, hasta ser dominado. Rubén preguntó al sargento por las llaves del depósito de las armas.
Mientras esto sucedía, el comando que tenía como misión tomar la puerta de entrada del destacamento, había tenido éxito. Una vez dominado el guardia de la puerta lo ataron, dejando un guerrillero armado con el Fal del guardia en la puerta: el resto, con el prisionero, se dirigieron hacia el interior del cuartel para encontrarse con Rubén y su comando.
Fuera del destacamento, como a unos 80 metros y protegida por la oscuridad, la camioneta Ford esperaba la señal convenida. El conductor mantenía la vista fija en la puerta de entrada. Estaba al tanto de los acontecimientos que se habían sucedido allí y sabía que la posta estaba dominada, pero no sabía nada de lo ocurrido en el interior. Habían pasado 9 minutos y no se había oído disparos, lo que era una buena señal. La tensión se hacía insoportable. Por fin, una linterna le hizo señales desde la puerta del destacamento; puso en marcha el vehículo y fue directamente hacia la entrada. Dos de sus compañeros le abrieron las grandes puertas de hierro, penetró al patio de las instalaciones y, orientado por los guerrilleros, llegó hasta el lugar donde se encontraban Rubén y sus hombres.
La situación estaba dominada; los comandos mantenían bajo control al soldado, al cabo y al sargento. Rubén preguntó al sargento si no había más personal en las instalaciones y éste respondió negativamente. El sargento comprendió que no tiene ninguna posibilidad de acción en contra de sus captores y optó por no poner ninguna resistencia; así salvaría la vida de sus soldados y la suya propia. Ante la petición de Rubén, lo condujo al depósito donde se guardaba el armamento; abrió el depósito y operó el conmutador de la luz, quedando así iluminada la habitación. Descansando, sobre unos estantes de madera, había 12 fusiles M-14 (7.62 Nato); también había 15 subametralladoras Madsen, cajas de municiones 7.62 y 9 mm., una caja de granadas de fragmentación M-26, equipo militar de campaña, cantimploras, fornituras, etc. Rubén ordenó a la camioneta que, dando marcha atrás, se acercara a la puerta del depósito. Rápidamente trasladaron las armas, las granadas y varias cajas de municiones al vehículo. Todo fue cubierto con una lona. El conductor y cuatro guerrilleros, armados con subametralladoras, abordaron el vehículo, salieron del cuartel y se dirigieron hacia el lugar donde habían dejado el otro carro. Uno de los guerrilleros se bajó y se puso al volante del automóvil estacionado: la camioneta se detuvo y apagó las luces; el otro carro se dirigió al cuartel y penetró por la puerta principal, aún abierta.
Rubén y sus hombres habían amarrado al sargento y a cada uno de los soldados y los encerraron en la barraca, pasándole llave y candado.
Al llegar el Plymouth, lo abordaron y salieron de las instalaciones hacia donde estaba estacionada la camioneta y el Rambler. El Nené se bajó allí, se quitó la capucha utilizada para la operación y se fue caminando hacia su casa.
La camioneta salió despacio hacia la carretera, seguida por los dos vehículos que le daban protección. Como a un kilómetro, y para tomar la autopista que va de Caracas a Valencia, había una estación donde se pagaba peaje. Dos guardias nacionales revisaron los carros que pasaban por la estación. Al acercarse, Rubén advirtió a sus hombres:
-Quítenle el seguro a sus armas: si los guardias del cuartel ya se liberaron pueden haber llamado y avisado.
La camioneta llegó primero a la estación, todo estaba normal y los guardias estaban medio dormidos; no la revisaron. Inmediatamente después pasó el otro carro, sin ser revisado tampoco, y después el otro.
Los tres vehículos siguieron la carretera de unos 4 kilómetros que se cruza con la autopista; la carretera estaba desierta y no se notaba actividad alguna. Eran las 02:45 a. m.
Al llegar al cruce con la autopista, tomaron la bifurcación que conducía a la ciudad de Valencia. Los vehículos iban 50 metros separados unos del otro.
En el kilómetro 52, los esperaban dos guerrilleros en un vehículo Ford Fairlane, azul oscuro, modelo 69. Eran los hermanos Peña, hijos de un coronel del ejército. Hacía varios meses que se habían incorporado a Punto 0 y formaban parte de sus cuadros de acción.
Cuando llegaron, la camioneta y los dos carros, Rubén inmediatamente ordenó al comando que se desplegara para proteger la operación que se iba a realizar: rápidamente las armas y municiones fueron trasladadas al Ford, llenando el maletero y el asiento posterior.
Rubén, Wladimir y los hermanos Peña continuaron con el arsenal. Los demás miembros del comando, distribuidos en los tres carros, se dirigieron a una finca cercana para pasar el resto de la noche y regresar al día siguiente a Caracas.
Tres días antes del golpe, Rubén había contactado a un guerrillero apodado el Jorobado Brizuela. Este tenía un tío de nombre Apolinar Ceballos, que vivía en una pequeña finca como a unos 10 kilómetros de la autopista. Para llegar a ella había que tomar un camino de penetración y andar unos 10 kilómetros.
Dos días antes, Rubén y Brizuela, ayudados por su tío, habían cavado un agujero de metro y medio de largo por medio de ancho y dos de profundidad. Allí dejaron potes de grasa, cuerdas y varias bolsas de nylon grueso; todo lo necesario para enterrar las armas y preservarlas por un tiempo.
El Ford tomó el camino de penetración hacia la finca de Apolinar, rodó diez kilómetros y se desvió, llegando a la casa. Eran cerca de las 03:30 de la madrugada cuando tocaron la puerta del campesino.
Entre los cuatro transportaron las armas y municiones hasta el agujero cavado previamente. De la casa al sitio de enterramiento había unos 200 metros de terreno escarpado. Lo que más pesaba eran las cajas de municiones y las granadas; en varios viajes lo trasladaron todo.
Rubén y Wladimir habían aprendido en Cuba cómo enterrar y preservar armas y municiones. Todo, excepto 12 subametralladoras, fue preservado y embalado. Después colocaron varias tablas encima y cubrieron con tierra y ramas. Era la época de sequía; no llovería hasta finales de abril. Para esa fecha ya habrían sacado las armas y las habrían transportado a las montañas para el frente de la guerrilla rural.
Las subametralladoras pasarían a manos de un guerrillero llamado Rafael Guzmán Grim (a) Roberto, para reforzar la guerrilla urbana.
Era la madrugada del 5 de enero de 1972. Punto 0 tenía en su poder las armas necesarias para abrir un frente guerrillero rural y reforzar su grupo urbano.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
4: Punto O recluta a un funcionario de la DISIP
Federico y Rafael Bottini andaban siempre con Rubén. Los tres, junto con Brenda, vivían en un pequeño apartamento, en un edificio de la Urbanización El Marqués, al este de Caracas. El apartamento tenía dos habitaciones. Un cuarto lo ocupaban Rubén y Brenda, el otro Federico y Rafael.
Federico era buscado por la policía por su participación en el secuestro de las hijas de un conocido animador de televisión, llamado Reni Ottolina, en el que se pagó un rescate de 750.000.00 bolívares (unos $ 350.000.00). Federico tenía algún dinero y estaba sufragando los gastos.
Rubén tenía planificado un asalto a una cervecería en Valencia y estaba ultimando los detalles para su ejecución.
Federico tenía un amigo en la DISIP. Un funcionario de nombre Régulo Calzadilla Carballo, quien trabajaba en la Policía de Seguridad del Estado desde hacía varios años. En ese tiempo ocupaba un cargo en la Jefatura de Cuartel. Trabajaba en una pequeña oficina situada a la derecha, como a seis o siete metros de la entrada. Los funcionarios de la Jefatura de Cuartel se encargaban de la seguridad del edificio y llevaban control sobre la entrada de los visitantes.
Calzadilla era un funcionario de baja jerarquía y vivía con su concubina en un barrio pobre del oeste de Caracas. No tenían hijos.
Federico conocía a Calzadilla desde hacía varios años. Lo visitaba en su casa y gradualmente comenzó a reclutarlo. Le presentó a Rubén y le propusó un plan. Calzadilla se comprometió a conseguirle credenciales de la DISIP. Ellos le regalaron algún dinero y le explicaron que estaban formando una organización invitándolo a pertenecer a ella. Calzadilla los mantendría al tanto de cualquier movimiento, operación o cualquier otro tipo de información que obtuviera y que pudiera ser de utilidad para la organización.
Mientras tanto, compraron un Ford Fairlane modelo 67 de color gris. Este tipo de vehículo era usado por la DIGEPOL (Dirección General de Policía) nombre que tenía anteriormente la DISIP. La ciudadanía, cuando veía un carro con esas características, creía que era de la policía.
Calzadilla no tenía acceso a la oficina donde expedían las credenciales: sin embargo, consiguió unas credenciales en blanco del antiguo Cuerpo, DIGEPOL que, aunque no estaban vigentes, servían como identificación para hacerse pasar por funcionario de la DISIP con cualquier autoridad excepto, desde luego, con la misma DISIP que conocía las nuevas credenciales.
Rubén y los Bottini circulaban tranquilamente por la ciudad. Llevaban dos subametralladoras que no se molestaban en ocultar, pues la vista de las armas reforzaba más su cubierta de funcionarios de policía. Cualquiera que los veía no podía menos que pensar que eran de un cuerpo policial. Por otro lado, tenían listo el armamento para cualquier eventualidad.
Se descubre la infiltración
Federico Bottini perdió su carnet. Se le cayó en la calle y un ciudadano lo encontró y lo recogió. Decidió llevarlo a la sede de la DISIP en los Chaguaramos, pensando que pertenecía a un funcionario del cuerpo.
Calzadilla no estaba de guardia ese día. El ciudadano entregó las credenciales en la oficina de Jefatura de Cuartel y de aquí la enviaron al comisario Rafael Guzmán, jefe de esa división. El comisario reconoció de inmediato a Bottini y llevó las credenciales al director. Al momento se dieron cuenta que eran viejas credenciales de la DIGEPOL, pero también reconocieron los sellos de goma que decía Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, y sospecharon que habían sido sellado con un sello de la Jefatura de Cuartel. Trajeron los sellos de goma de esa oficina y, con lentes de aumento, hicieron las comparaciones. Inmediatamente se dieron cuenta de que los sellos eran idénticos.
El director reunió a los jefes de divisiones y les explicó todo lo acontecido. El comisario Guzmán se puso a cargo de un gran operativo para detener a todos los funcionarios que trabajaban en la Jefatura de Cuartel. Sin decir nada, se situaron guardias armados en la puerta que no dejarían abandonar el edificio a ningún funcionario de esa división. Al siguiente día, según fueran llegando los funcionarios de relevo, serían detenidos. Se organizó también un grupo para interrogar a cada uno de los detenidos.
En el primer interrogatorio, Calzadilla entró en contradicciones, se "quebró" y contó todo lo sucedido. También manifestó su deseo de cooperar.
5: La DISIP recupera las armas
11 de febrero de 1972
Wladimir, el joven venezolano que había recibido adiestramiento en las escuelas de subversión, durante su estancia en Cuba se enamoró y se casó con una cubana. Desde su estatus de "invitado" del gobierno cubano, pudo apreciar de cerca el "Paraíso Fidelista". La libreta de racionamiento, las colas para adquirir ropa y alimentos, los comités de vigilancia y todos los controles que configuran la vida del cubano, fueron experiencias que lo hicieron desencantarse poco a poco de la revolución. Todo este sistema de vida, comparado con la libertad que había dejado en Venezuela, lo llevaron a pensar que quizás se había equivocado en su lucha por implantar un régimen similar en su país.
Llegó el día de la partida y del regreso a su país. Su mujer le acompañó al aeropuerto. La promesa del pronto regreso se contradijo con su pensamiento. Nunca regresaría a Cuba, no quería vivir como vivían los cubanos. Trataría de llevar a su mujer a Venezuela. Pero primero estaba el deber contraído.
Lucharía junto con sus compañeros para derrocar el gobierno de su país, pero ¿para implantar qué? ¿un sistema estilo cubano?
A los pocos días, Rubén lo visitó en su casa. Le expuso sus planes y le habló con el entusiasmo de un revolucionario convencido. Wladimir le dice que ya no cree en el marxismo. Rubén lo rebate, le discute y, por fin, llegan a un acuerdo. Wladimir lo ayudará a organizarse y después se retirará.
Comienzan las "operaciones económicas", atracos y asaltos para recabar fondos. A los pocos meses se da la primera operación de importancia: el asalto al depósito de Cerveza Polar, en la ciudad de Valencia.
Ya están organizados, ya tienen armas, dinero y vehículos: ya se empieza a hablar de Punto 0, después del asalto al destacamento de la Guardia Nacional en Ocumare delTuy. Aquí el botín de guerra es cuantioso.
El general Gustavo Pardi Dávila, director de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), utiliza todos sus efectivos para la investigación. También se movilizó la DISIP. El comisario Nieves Zarco y yo nos apersonamos en el lugar de los hechos y comenzamos las investigaciones. Detuvimos al soldado que estaba de posta en la puerta y lo sometimos a interrogatorio.
Comenzó una lucha de poderes entre el DIM y la DISIP. El general Pardi Dávila obtuvo el permiso para realizar la investigación del propio Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera. El Dr. Remberto Uzcátegui, director de la DISIP, ordenó a sus comisarios apartarse de la investigación y nos prohibió terminantemente mezclamos con los trabajos que realizaba la DIM. Pero no nos prohibió trabajar sobre el nuevo grupo subversivo llamado Punto 0. En ese momento nadie relacionó a Punto 0 con el asalto. El día 6 de febrero, estando en mi despacho, recibí una llamada del comisario Cristóbal. Un confidente suyo le dio a dirección donde podía ser localizado un guerrillero de Punto 0. Decidimos allanar la casa esa misma noche, a las 2 a. m., después de una larga espera y de haber enviado a nuestros funcionarios a revisar la dirección y a familiarizarse con el área. Llegó el momento del allanamiento. Una casa humilde, encima de un cerro. Rodeamos la casa, cada uno de nosotros portaba subametralladoras y escopetas. Cristóbal y yo llamamos a la puerta. A los pocos minutos, una voz de mujer:
-¿Quién es?
-Abra, señora, es la policía. La casa está completamente rodeada.
Silencio. A los pocos minutos volvemos a llamar, con las armas listas para cualquier eventualidad. Una señora de unos 45 años nos abre. Preguntamos por un joven a quien llaman Wiadimir y se nos presentó un joven alto, delgado y bien parecido; nos dijo que él era el único hombre de la casa, pero que no se llamaba Wladimir. Lo esposamos y lo llevamos a la patrulla. Los funcionarios registran la casa buscando armas o papeles comprometedores. Nada se encuentra.
Trasladamos al detenido a las oficinas y comenzamos a interrogarlo, sería una larga noche. Cristóbal y yo nos turnamos.
-¿Nombre y apellido?
-Saúl Debona.
-¿Lugar y fecha de nacimiento?
-16 de febrero de 1951, en Caracas.
-¿Dónde cursaste estudios?
-En el Liceo "Andrés Bello".
-¿Has estado detenido alguna vez?
-No, ninguna.
-¿Has pertenecido a alguna organización de izquierda? -No, a ninguna.
-¿Dónde trabajas?
-No tengo trabajo fijo.
-Llevas buena ropa y zapatos, ¿dónde los compraste? -No recuerdo.
-¿Quién te dio el dinero para comprarlas? -Unos trabajos que hice en Valencia.
-¿Para quién trabajaste?
-No recuerdo el nombre del que me contrató. -¿Qué clase de trabajo hiciste?
-Albañilería.
-No recuerdo.
-¿Recuerdas la dirección y el nombre de alguno de los que trabajaron contigo?
-Recuerdo algunos nombres: Raúl, Pedro; pero no sé dónde localizarlos.
-Dime ¿qué hiciste en los tres últimos días, lugares que frecuentaste, personas con quiénes te relacionaste?
A medida que se prolongaba el interrogatorio, nos dábamos cuenta que teníamos al hombre indicado. Preguntas directas, respuestas evasivas.
A las 8 de la mañana lo enviamos de nuevo a su celda y nos fuimos a descansar. Yo me quedé durmiendo en mi habitación de la DISIP.
A las 12 del mediodía me despertaron; el prisionero quería hablar con nosotros. Tomé un baño, me rasuré, pedí a mi secretaria queme trajera una taza de café negro sin azúcar, bebí el café y luego bajé a la oficina de Cristóbal. Un piso más abajo estaban los calabozos, unas pequeñas celdas mal iluminadas, donde los detenidos permanecen mientras se les interroga y se decide si serán enviados o no a "Justicia Militar". Según las leyes venezolanas, teníamos ocho días para acumular pruebas y levantar un expediente. Si las pruebas acumuladas eran, a juicio nuestra y del consultor jurídico, en aquel tiempo el Dr. Oswaldo Domínguez, suficientes y convincentes, el detenido y el expediente pasaban a manos de la jurisdicción militar, la que consideraba si se debía o no seguir un juicio militar.
Ordené que me trajeran al prisionero; inmediatamente él reconoció que era Wladimir, querrillero de Punto 0. Me propuso un trato. Mandé a llamar a Cristóbal. Wladimir empezó a hablar. Una grabadora Uher, con cinta de ocho horas de duración, recogió su confesión. Cuando llegó Cristóbal, ya tenía más de dos horas de estar hablando. Contó su viaje a Cuba, sus contactos con Rubén y con su lugarteniente el Loco Bottini; los vehículos y armamentos que poseían, las operaciones que habían realizado y, lo más importante, su participación en el asalto al destacamento de la Guardia Nacional en Ocumare del Tuy, y en el posterior enterramiento de las armas. También nos dijo que estaba desencantado de la lucha y de las actividades que estaba desarrollando. Ofreció trabajar para nosotros de agente doble.
Cristóbal y yo cambiamos impresiones y decidimos que podíamos correr el riesgo de utilizarlo. Sabíamos que tenía experiencia y conocimiento adquirido en Cuba.
Nos entrevistamos con el director Remberto Uzcátegui, le entregamos la cinta grabada y pedimos su autorización para aceptar la propuesta de Wladimir. Oyó la cinta que tenía más de seis horas de grabación. En ella se demostró una vez más la intervención de Cuba en los asuntos venezolanos. Accedió a nuestra petición y esa misma tarde llevó la cinta ante el Ministro del Interior, Dr. Lorenzo Fernández, quien a su vez la llevó al Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera.
Antes de dejar regresar a Wladimir a su casa, le exigimos que nos diera la ubicación de los guerrilleros de Punto 0. Esa misma noche nos señaló la casa de habitación de Luis Palma (a) El Maute, entrenado en Cuba; de los hermanos Peña, de un guerrillero a quien conoce como Horacio, entrenado en Cuba; de otro apodado Saúl. Sabía que El Nené se llamaba Gilberto Hernández y que vivía en Ocumare del Tuy. No conocía la dirección de Rubén y el Loco Bottini, quienes jamás lo habían llevado a sus casas de seguridad o "conchas"; cuando hacían contacto con él, se aparecían en sú casa, siempre a altas horas de la noche.
Lo dejamos ir, esperando que Rubén hiciera contacto con él y nos diera su ubicación para capturarlo. Wladimir comenzó de nuevo a hacer su vida normal. Nadie, excepto su hermana y su madre, sabían que había sido detenido.
El día 10 por la mañana se celebró una reunión en la DISIP para analizar los pasos a seguir en relación a Wladimir. A la reunión asistieron los comisarios Cristóbal, Nieves Zarco, Martínez Guerra y yo. Decidimos que Cristóbal establecería contacto con Wiadimir. Resolvimos tratar de recuperar las armas y detener a los guerrilleros que teníamos ubicados. El comisario Nieves Zarco y yo, auxiliados por el inspector jefe Camilo Cusatti, nos trasladaríamos con Wladimir al sitio donde estaban enterradas las armas. Cristóbal y Martínez Guerra prepararían un operativo de captura para detener a los guerrilleros ubicados.
La madrugada del 11 de febrero, una comisión formada por el comisario Nieves Zarco y por mí, llevando unos diez funcionarios fuertemente armados, nos dirigimos hacia la zona donde, según Wiadimir, estaban enterradas las armas. Nos dirigía el propio Wladimir. Mientras partíamos, varias comisiones dirigidas por el comisario Martínez Guerra, salían a distintos sitios de la ciudad de Caracas para capturar a los guerrilleros de Punto 0, señalados y ubicados por Wladimir.
Nuestra comisión tomó 19 autopista Caracas-Valencia; al pasar por el kilómetro 52, Wladimir señaló el lugar donde se había hecho el transbordo de las armas de la camioneta al carro de los hermanos Peña. De aquí los carros siguieron unos cuantos kilómetros, hasta encontrar un desvío en la autopista que nos conducía a la carretera de tierra. Estaba amaneciendo cuando llegamos a la carretera. Wladimir lo recordaba todo hasta allí.
Avanzamos unos 10 kilómetros y no aparecía el desvío para llegar a la finca donde habían enterrado las armas. Por cinco horas recorrimos la carretera de arriba a abajo sin encontrar el desvío. El sol y el polvo nos tenían agotados, y empezábamos a perderla confianza en Wladimir. Ordené a los funcionarios que, no se apartaran de él ni un segundo y que lo mantuvieran bajo estrecha vigilancia.
Decidimos ir hasta Valencia para almorzar y tomar un descanso. Fuimos hasta la delegación de la DISIP, donde nos recibió el jefe de la zona, subcomisario Ramírez. Cambiamos impresiones y elaboramos un plan de acción para seguir la búsqueda. Ese mismo día, a la una de la tarde, después de almorzary refrescarnos un poco en la oficina del sube omisionado Ramírez, salimos de nuevo; esta vez divididos en varios grupos y auxiliados por unos diez funcionarios de la delegación de Valencia. Wladimir explicó para todos cómo era el desvío que conducía a la finca donde estaba el enterramiento. El desvío era angosto, apenas cabía un vehículo. A unos 100 metros de la entrada y como a 200 metros de la casa que buscábamos y había una pequeña quebrada que ofrecía dificultad para cruzarla con los carros.
Los funcionarios, tres en cada vehículo, revisarían todos los desvíos de la carretera, desde el kilómetro 7 hasta el kilómetro 14. La búsqueda se prolongaría mientras hubiera visibilidad suficiente. Wladimir iría en el vehículo del inspector Cusatti.
Los campesinos de la zona veían pasar en ambos sentido los carros con hombres armados en su interior, sin saber lo que estaba ocurriendo.
A las cuatro de la tarde todavía no habíamos encontrado nada. El calor era muy intenso y el polvo se hacía insoportable.
Wladimir le dijo al Inspector Cusatti que detuviera el vehículo; éste lo hizo sin mucha esperanza, pues ya se habían detenido y revisado desvíos del camino muchísimas veces.
Wladimir le dijo:
-Inspector, usted sabe que era de noche cuando trajimos las armas y yo no podía ver bien el sitio. Pero creo reconocer esta entrada; por favor, entre por aquí y avancemos unos 100 metros; Cusatti hizo señas a sus funcionarios para que estén alerta y desvió el vehículo por la pequeña entrada. Como a 100 metros descubrieron la quebrada. Wladimir estaba seguro de que era el camino correcto. Cusatti ordenó salir del auto y continuar a pie hasta encontrar la casa, avanzaron cautelosamente por los lados del camino, tratando de no ser vistos. Las armas listas para entrar en acción si era necesario. Después de avanzar unos 150 metros se vio la casa; era una pequeña construcción tipo campesino. Observaron durante corto tiempo y notaron actividad. Wladimir estaba seguro de que era la vivienda de Apolinar Ceballos, el campesino que les ayudó a enterrar las armas. Le dijo a Cusatti que tomara algunas precauciones: "Pueden haber algunos guerrilleros en la casa, yo sé que allí se enconchaba El Jorobado Brizuela".
Cusatti se retiró, llegó hasta el vehículo y dio marcha atrás hasta llegar a la carretera; allí se estacionaron y detuvieron a los carros de los funcionarios que pasaban. En cada carro iban tres hombres, lo que hacía un total de ocho hombres armados, descontando a Wladimir que no estaba armado.
Ocultaron los vehículos y dejaron un hombre en la carretera para que avisara a los demás carros y a las otras comisiones que pasaran. Avanzaron hasta la casa y rápidamente la rodearon. La puerta de la vivienda estaba abierta y por ella penetraron los funcionarios armados de subametralladoras, prestos a disparar. No habían guerrilleros; solamente Apolinar Ceballos descansando, en una hamaca, dos niños pequeños y una señora como de unos 40 años eran los únicos habitantes de la casa.
Sacaron a Apolinar y comenzaron a interrogarlo auxiliados por Wladimir. No tardó en "quebrarse" y condujo a los funcionarios hasta el lugar del entierro. Inmediatamente, como a unos 200 metros de la casa, Wladimir reconoció el sitio. Con un pico y dos palas que había en uno de los carros, comenzaron a excavar; un metro y medio de tierra, después unas tablas y debajo, los bultos envueltos en nylon. Allí estaban los fusiles M14, las subametralladoras Madsen, las granadas y las municiones, que eran más de 5.000 cartuchos 7.62 Nato y equipo militar variado.
En Caracas, la madrugada de ese día había sido fructífera. En un operativo de captura a cargo del comisario Luis Martínez Guerra, habían sido detenidos los guerrilleros Orlando José Palma (a) El Maute, José Rafael Zamora (a) Saúl y los dos hermanos Peña. En el sitio del entierro, una finca situada entre las poblaciones de Canderios y Manaure, Municipio Negro Primero, Distrito Valencia, Estado Carabobo, fue detenido el campesino colaborador Apolinar Ceballos (a) El Viejo y, en Ocumare del Tuy, se detuvo a Gilberto Hernández (a) El Nené.
Días antes se habían recuperado los vehículos utilizados por los guerrilleros que fueron abandonados después del asalto. La Ranchera Ford apareció en la Autopista Coche Tejerías, el Hillman a 5 kilómetros de Quebrada Seca y el Plymouth, cerca de Ocumare del Tuy.
Después de la recuperación de las armas y de la detención de varios de sus efectivos, Punto 0 recibió un duro golpe; pero su jefe Rubény su lugarteniente, el Loco Bottini, no habían sido capturados. Sabíamos que se reorganizarían, planearían e intentarían nuevos golpes.
Federico y Rafael Bottini andaban siempre con Rubén. Los tres, junto con Brenda, vivían en un pequeño apartamento, en un edificio de la Urbanización El Marqués, al este de Caracas. El apartamento tenía dos habitaciones. Un cuarto lo ocupaban Rubén y Brenda, el otro Federico y Rafael.
Federico era buscado por la policía por su participación en el secuestro de las hijas de un conocido animador de televisión, llamado Reni Ottolina, en el que se pagó un rescate de 750.000.00 bolívares (unos $ 350.000.00). Federico tenía algún dinero y estaba sufragando los gastos.
Rubén tenía planificado un asalto a una cervecería en Valencia y estaba ultimando los detalles para su ejecución.
Federico tenía un amigo en la DISIP. Un funcionario de nombre Régulo Calzadilla Carballo, quien trabajaba en la Policía de Seguridad del Estado desde hacía varios años. En ese tiempo ocupaba un cargo en la Jefatura de Cuartel. Trabajaba en una pequeña oficina situada a la derecha, como a seis o siete metros de la entrada. Los funcionarios de la Jefatura de Cuartel se encargaban de la seguridad del edificio y llevaban control sobre la entrada de los visitantes.
Calzadilla era un funcionario de baja jerarquía y vivía con su concubina en un barrio pobre del oeste de Caracas. No tenían hijos.
Federico conocía a Calzadilla desde hacía varios años. Lo visitaba en su casa y gradualmente comenzó a reclutarlo. Le presentó a Rubén y le propusó un plan. Calzadilla se comprometió a conseguirle credenciales de la DISIP. Ellos le regalaron algún dinero y le explicaron que estaban formando una organización invitándolo a pertenecer a ella. Calzadilla los mantendría al tanto de cualquier movimiento, operación o cualquier otro tipo de información que obtuviera y que pudiera ser de utilidad para la organización.
Mientras tanto, compraron un Ford Fairlane modelo 67 de color gris. Este tipo de vehículo era usado por la DIGEPOL (Dirección General de Policía) nombre que tenía anteriormente la DISIP. La ciudadanía, cuando veía un carro con esas características, creía que era de la policía.
Calzadilla no tenía acceso a la oficina donde expedían las credenciales: sin embargo, consiguió unas credenciales en blanco del antiguo Cuerpo, DIGEPOL que, aunque no estaban vigentes, servían como identificación para hacerse pasar por funcionario de la DISIP con cualquier autoridad excepto, desde luego, con la misma DISIP que conocía las nuevas credenciales.
Rubén y los Bottini circulaban tranquilamente por la ciudad. Llevaban dos subametralladoras que no se molestaban en ocultar, pues la vista de las armas reforzaba más su cubierta de funcionarios de policía. Cualquiera que los veía no podía menos que pensar que eran de un cuerpo policial. Por otro lado, tenían listo el armamento para cualquier eventualidad.
Se descubre la infiltración
Federico Bottini perdió su carnet. Se le cayó en la calle y un ciudadano lo encontró y lo recogió. Decidió llevarlo a la sede de la DISIP en los Chaguaramos, pensando que pertenecía a un funcionario del cuerpo.
Calzadilla no estaba de guardia ese día. El ciudadano entregó las credenciales en la oficina de Jefatura de Cuartel y de aquí la enviaron al comisario Rafael Guzmán, jefe de esa división. El comisario reconoció de inmediato a Bottini y llevó las credenciales al director. Al momento se dieron cuenta que eran viejas credenciales de la DIGEPOL, pero también reconocieron los sellos de goma que decía Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, y sospecharon que habían sido sellado con un sello de la Jefatura de Cuartel. Trajeron los sellos de goma de esa oficina y, con lentes de aumento, hicieron las comparaciones. Inmediatamente se dieron cuenta de que los sellos eran idénticos.
El director reunió a los jefes de divisiones y les explicó todo lo acontecido. El comisario Guzmán se puso a cargo de un gran operativo para detener a todos los funcionarios que trabajaban en la Jefatura de Cuartel. Sin decir nada, se situaron guardias armados en la puerta que no dejarían abandonar el edificio a ningún funcionario de esa división. Al siguiente día, según fueran llegando los funcionarios de relevo, serían detenidos. Se organizó también un grupo para interrogar a cada uno de los detenidos.
En el primer interrogatorio, Calzadilla entró en contradicciones, se "quebró" y contó todo lo sucedido. También manifestó su deseo de cooperar.
5: La DISIP recupera las armas
11 de febrero de 1972
Wladimir, el joven venezolano que había recibido adiestramiento en las escuelas de subversión, durante su estancia en Cuba se enamoró y se casó con una cubana. Desde su estatus de "invitado" del gobierno cubano, pudo apreciar de cerca el "Paraíso Fidelista". La libreta de racionamiento, las colas para adquirir ropa y alimentos, los comités de vigilancia y todos los controles que configuran la vida del cubano, fueron experiencias que lo hicieron desencantarse poco a poco de la revolución. Todo este sistema de vida, comparado con la libertad que había dejado en Venezuela, lo llevaron a pensar que quizás se había equivocado en su lucha por implantar un régimen similar en su país.
Llegó el día de la partida y del regreso a su país. Su mujer le acompañó al aeropuerto. La promesa del pronto regreso se contradijo con su pensamiento. Nunca regresaría a Cuba, no quería vivir como vivían los cubanos. Trataría de llevar a su mujer a Venezuela. Pero primero estaba el deber contraído.
Lucharía junto con sus compañeros para derrocar el gobierno de su país, pero ¿para implantar qué? ¿un sistema estilo cubano?
A los pocos días, Rubén lo visitó en su casa. Le expuso sus planes y le habló con el entusiasmo de un revolucionario convencido. Wladimir le dice que ya no cree en el marxismo. Rubén lo rebate, le discute y, por fin, llegan a un acuerdo. Wladimir lo ayudará a organizarse y después se retirará.
Comienzan las "operaciones económicas", atracos y asaltos para recabar fondos. A los pocos meses se da la primera operación de importancia: el asalto al depósito de Cerveza Polar, en la ciudad de Valencia.
Ya están organizados, ya tienen armas, dinero y vehículos: ya se empieza a hablar de Punto 0, después del asalto al destacamento de la Guardia Nacional en Ocumare delTuy. Aquí el botín de guerra es cuantioso.
El general Gustavo Pardi Dávila, director de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), utiliza todos sus efectivos para la investigación. También se movilizó la DISIP. El comisario Nieves Zarco y yo nos apersonamos en el lugar de los hechos y comenzamos las investigaciones. Detuvimos al soldado que estaba de posta en la puerta y lo sometimos a interrogatorio.
Comenzó una lucha de poderes entre el DIM y la DISIP. El general Pardi Dávila obtuvo el permiso para realizar la investigación del propio Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera. El Dr. Remberto Uzcátegui, director de la DISIP, ordenó a sus comisarios apartarse de la investigación y nos prohibió terminantemente mezclamos con los trabajos que realizaba la DIM. Pero no nos prohibió trabajar sobre el nuevo grupo subversivo llamado Punto 0. En ese momento nadie relacionó a Punto 0 con el asalto. El día 6 de febrero, estando en mi despacho, recibí una llamada del comisario Cristóbal. Un confidente suyo le dio a dirección donde podía ser localizado un guerrillero de Punto 0. Decidimos allanar la casa esa misma noche, a las 2 a. m., después de una larga espera y de haber enviado a nuestros funcionarios a revisar la dirección y a familiarizarse con el área. Llegó el momento del allanamiento. Una casa humilde, encima de un cerro. Rodeamos la casa, cada uno de nosotros portaba subametralladoras y escopetas. Cristóbal y yo llamamos a la puerta. A los pocos minutos, una voz de mujer:
-¿Quién es?
-Abra, señora, es la policía. La casa está completamente rodeada.
Silencio. A los pocos minutos volvemos a llamar, con las armas listas para cualquier eventualidad. Una señora de unos 45 años nos abre. Preguntamos por un joven a quien llaman Wiadimir y se nos presentó un joven alto, delgado y bien parecido; nos dijo que él era el único hombre de la casa, pero que no se llamaba Wladimir. Lo esposamos y lo llevamos a la patrulla. Los funcionarios registran la casa buscando armas o papeles comprometedores. Nada se encuentra.
Trasladamos al detenido a las oficinas y comenzamos a interrogarlo, sería una larga noche. Cristóbal y yo nos turnamos.
-¿Nombre y apellido?
-Saúl Debona.
-¿Lugar y fecha de nacimiento?
-16 de febrero de 1951, en Caracas.
-¿Dónde cursaste estudios?
-En el Liceo "Andrés Bello".
-¿Has estado detenido alguna vez?
-No, ninguna.
-¿Has pertenecido a alguna organización de izquierda? -No, a ninguna.
-¿Dónde trabajas?
-No tengo trabajo fijo.
-Llevas buena ropa y zapatos, ¿dónde los compraste? -No recuerdo.
-¿Quién te dio el dinero para comprarlas? -Unos trabajos que hice en Valencia.
-¿Para quién trabajaste?
-No recuerdo el nombre del que me contrató. -¿Qué clase de trabajo hiciste?
-Albañilería.
-No recuerdo.
-¿Recuerdas la dirección y el nombre de alguno de los que trabajaron contigo?
-Recuerdo algunos nombres: Raúl, Pedro; pero no sé dónde localizarlos.
-Dime ¿qué hiciste en los tres últimos días, lugares que frecuentaste, personas con quiénes te relacionaste?
A medida que se prolongaba el interrogatorio, nos dábamos cuenta que teníamos al hombre indicado. Preguntas directas, respuestas evasivas.
A las 8 de la mañana lo enviamos de nuevo a su celda y nos fuimos a descansar. Yo me quedé durmiendo en mi habitación de la DISIP.
A las 12 del mediodía me despertaron; el prisionero quería hablar con nosotros. Tomé un baño, me rasuré, pedí a mi secretaria queme trajera una taza de café negro sin azúcar, bebí el café y luego bajé a la oficina de Cristóbal. Un piso más abajo estaban los calabozos, unas pequeñas celdas mal iluminadas, donde los detenidos permanecen mientras se les interroga y se decide si serán enviados o no a "Justicia Militar". Según las leyes venezolanas, teníamos ocho días para acumular pruebas y levantar un expediente. Si las pruebas acumuladas eran, a juicio nuestra y del consultor jurídico, en aquel tiempo el Dr. Oswaldo Domínguez, suficientes y convincentes, el detenido y el expediente pasaban a manos de la jurisdicción militar, la que consideraba si se debía o no seguir un juicio militar.
Ordené que me trajeran al prisionero; inmediatamente él reconoció que era Wladimir, querrillero de Punto 0. Me propuso un trato. Mandé a llamar a Cristóbal. Wladimir empezó a hablar. Una grabadora Uher, con cinta de ocho horas de duración, recogió su confesión. Cuando llegó Cristóbal, ya tenía más de dos horas de estar hablando. Contó su viaje a Cuba, sus contactos con Rubén y con su lugarteniente el Loco Bottini; los vehículos y armamentos que poseían, las operaciones que habían realizado y, lo más importante, su participación en el asalto al destacamento de la Guardia Nacional en Ocumare del Tuy, y en el posterior enterramiento de las armas. También nos dijo que estaba desencantado de la lucha y de las actividades que estaba desarrollando. Ofreció trabajar para nosotros de agente doble.
Cristóbal y yo cambiamos impresiones y decidimos que podíamos correr el riesgo de utilizarlo. Sabíamos que tenía experiencia y conocimiento adquirido en Cuba.
Nos entrevistamos con el director Remberto Uzcátegui, le entregamos la cinta grabada y pedimos su autorización para aceptar la propuesta de Wladimir. Oyó la cinta que tenía más de seis horas de grabación. En ella se demostró una vez más la intervención de Cuba en los asuntos venezolanos. Accedió a nuestra petición y esa misma tarde llevó la cinta ante el Ministro del Interior, Dr. Lorenzo Fernández, quien a su vez la llevó al Presidente de la República, Dr. Rafael Caldera.
Antes de dejar regresar a Wladimir a su casa, le exigimos que nos diera la ubicación de los guerrilleros de Punto 0. Esa misma noche nos señaló la casa de habitación de Luis Palma (a) El Maute, entrenado en Cuba; de los hermanos Peña, de un guerrillero a quien conoce como Horacio, entrenado en Cuba; de otro apodado Saúl. Sabía que El Nené se llamaba Gilberto Hernández y que vivía en Ocumare del Tuy. No conocía la dirección de Rubén y el Loco Bottini, quienes jamás lo habían llevado a sus casas de seguridad o "conchas"; cuando hacían contacto con él, se aparecían en sú casa, siempre a altas horas de la noche.
Lo dejamos ir, esperando que Rubén hiciera contacto con él y nos diera su ubicación para capturarlo. Wladimir comenzó de nuevo a hacer su vida normal. Nadie, excepto su hermana y su madre, sabían que había sido detenido.
El día 10 por la mañana se celebró una reunión en la DISIP para analizar los pasos a seguir en relación a Wladimir. A la reunión asistieron los comisarios Cristóbal, Nieves Zarco, Martínez Guerra y yo. Decidimos que Cristóbal establecería contacto con Wiadimir. Resolvimos tratar de recuperar las armas y detener a los guerrilleros que teníamos ubicados. El comisario Nieves Zarco y yo, auxiliados por el inspector jefe Camilo Cusatti, nos trasladaríamos con Wladimir al sitio donde estaban enterradas las armas. Cristóbal y Martínez Guerra prepararían un operativo de captura para detener a los guerrilleros ubicados.
La madrugada del 11 de febrero, una comisión formada por el comisario Nieves Zarco y por mí, llevando unos diez funcionarios fuertemente armados, nos dirigimos hacia la zona donde, según Wiadimir, estaban enterradas las armas. Nos dirigía el propio Wladimir. Mientras partíamos, varias comisiones dirigidas por el comisario Martínez Guerra, salían a distintos sitios de la ciudad de Caracas para capturar a los guerrilleros de Punto 0, señalados y ubicados por Wladimir.
Nuestra comisión tomó 19 autopista Caracas-Valencia; al pasar por el kilómetro 52, Wladimir señaló el lugar donde se había hecho el transbordo de las armas de la camioneta al carro de los hermanos Peña. De aquí los carros siguieron unos cuantos kilómetros, hasta encontrar un desvío en la autopista que nos conducía a la carretera de tierra. Estaba amaneciendo cuando llegamos a la carretera. Wladimir lo recordaba todo hasta allí.
Avanzamos unos 10 kilómetros y no aparecía el desvío para llegar a la finca donde habían enterrado las armas. Por cinco horas recorrimos la carretera de arriba a abajo sin encontrar el desvío. El sol y el polvo nos tenían agotados, y empezábamos a perderla confianza en Wladimir. Ordené a los funcionarios que, no se apartaran de él ni un segundo y que lo mantuvieran bajo estrecha vigilancia.
Decidimos ir hasta Valencia para almorzar y tomar un descanso. Fuimos hasta la delegación de la DISIP, donde nos recibió el jefe de la zona, subcomisario Ramírez. Cambiamos impresiones y elaboramos un plan de acción para seguir la búsqueda. Ese mismo día, a la una de la tarde, después de almorzary refrescarnos un poco en la oficina del sube omisionado Ramírez, salimos de nuevo; esta vez divididos en varios grupos y auxiliados por unos diez funcionarios de la delegación de Valencia. Wladimir explicó para todos cómo era el desvío que conducía a la finca donde estaba el enterramiento. El desvío era angosto, apenas cabía un vehículo. A unos 100 metros de la entrada y como a 200 metros de la casa que buscábamos y había una pequeña quebrada que ofrecía dificultad para cruzarla con los carros.
Los funcionarios, tres en cada vehículo, revisarían todos los desvíos de la carretera, desde el kilómetro 7 hasta el kilómetro 14. La búsqueda se prolongaría mientras hubiera visibilidad suficiente. Wladimir iría en el vehículo del inspector Cusatti.
Los campesinos de la zona veían pasar en ambos sentido los carros con hombres armados en su interior, sin saber lo que estaba ocurriendo.
A las cuatro de la tarde todavía no habíamos encontrado nada. El calor era muy intenso y el polvo se hacía insoportable.
Wladimir le dijo al Inspector Cusatti que detuviera el vehículo; éste lo hizo sin mucha esperanza, pues ya se habían detenido y revisado desvíos del camino muchísimas veces.
Wladimir le dijo:
-Inspector, usted sabe que era de noche cuando trajimos las armas y yo no podía ver bien el sitio. Pero creo reconocer esta entrada; por favor, entre por aquí y avancemos unos 100 metros; Cusatti hizo señas a sus funcionarios para que estén alerta y desvió el vehículo por la pequeña entrada. Como a 100 metros descubrieron la quebrada. Wladimir estaba seguro de que era el camino correcto. Cusatti ordenó salir del auto y continuar a pie hasta encontrar la casa, avanzaron cautelosamente por los lados del camino, tratando de no ser vistos. Las armas listas para entrar en acción si era necesario. Después de avanzar unos 150 metros se vio la casa; era una pequeña construcción tipo campesino. Observaron durante corto tiempo y notaron actividad. Wladimir estaba seguro de que era la vivienda de Apolinar Ceballos, el campesino que les ayudó a enterrar las armas. Le dijo a Cusatti que tomara algunas precauciones: "Pueden haber algunos guerrilleros en la casa, yo sé que allí se enconchaba El Jorobado Brizuela".
Cusatti se retiró, llegó hasta el vehículo y dio marcha atrás hasta llegar a la carretera; allí se estacionaron y detuvieron a los carros de los funcionarios que pasaban. En cada carro iban tres hombres, lo que hacía un total de ocho hombres armados, descontando a Wladimir que no estaba armado.
Ocultaron los vehículos y dejaron un hombre en la carretera para que avisara a los demás carros y a las otras comisiones que pasaran. Avanzaron hasta la casa y rápidamente la rodearon. La puerta de la vivienda estaba abierta y por ella penetraron los funcionarios armados de subametralladoras, prestos a disparar. No habían guerrilleros; solamente Apolinar Ceballos descansando, en una hamaca, dos niños pequeños y una señora como de unos 40 años eran los únicos habitantes de la casa.
Sacaron a Apolinar y comenzaron a interrogarlo auxiliados por Wladimir. No tardó en "quebrarse" y condujo a los funcionarios hasta el lugar del entierro. Inmediatamente, como a unos 200 metros de la casa, Wladimir reconoció el sitio. Con un pico y dos palas que había en uno de los carros, comenzaron a excavar; un metro y medio de tierra, después unas tablas y debajo, los bultos envueltos en nylon. Allí estaban los fusiles M14, las subametralladoras Madsen, las granadas y las municiones, que eran más de 5.000 cartuchos 7.62 Nato y equipo militar variado.
En Caracas, la madrugada de ese día había sido fructífera. En un operativo de captura a cargo del comisario Luis Martínez Guerra, habían sido detenidos los guerrilleros Orlando José Palma (a) El Maute, José Rafael Zamora (a) Saúl y los dos hermanos Peña. En el sitio del entierro, una finca situada entre las poblaciones de Canderios y Manaure, Municipio Negro Primero, Distrito Valencia, Estado Carabobo, fue detenido el campesino colaborador Apolinar Ceballos (a) El Viejo y, en Ocumare del Tuy, se detuvo a Gilberto Hernández (a) El Nené.
Días antes se habían recuperado los vehículos utilizados por los guerrilleros que fueron abandonados después del asalto. La Ranchera Ford apareció en la Autopista Coche Tejerías, el Hillman a 5 kilómetros de Quebrada Seca y el Plymouth, cerca de Ocumare del Tuy.
Después de la recuperación de las armas y de la detención de varios de sus efectivos, Punto 0 recibió un duro golpe; pero su jefe Rubény su lugarteniente, el Loco Bottini, no habían sido capturados. Sabíamos que se reorganizarían, planearían e intentarían nuevos golpes.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
6: Se forma el Comité de Integración Revolucionaria (CIR) y surge un nuevo proyecto: el secuestro de Carlos Domínguez
Febrero de 1972
Maracaibo es la capital de la industria petrolera, la segunda ciudad de Venezuela. situada como a 400 millas de Caracas. Bandera Roja había planeado y tratado de ejecutar un secuestro en esa ciudad: su objetivo, Samuel Belloso, uno de los hombres más ricos del país.
La operación se trató de realizar utilizando efectivos de BR v algunos guerrilleros del FALN. Era la primera misión que intentaban las dos organizaciones coordinadamente. La operación fracasó y los guerrilleros regresaron a Caracas.
Cuidadosamente se planificó una reunión entre Douglas Bravo y Carlos Betancourt (a) Gerónimo. La casa la proporcionó el FALN en la urbanización El Cementerio. Se tomaron medidas de extrema seguridad.
A la reunión asistieron por BR: Gerónimo, Otilio y un guerrillero a quien llamaban El Motilón. Por el PRV-FALN: Douglas Bravo, Alí Rodríguez y El Catire Larralde.
Discutieron ampliamente sobre la integración de las dos organizaciones en el CIR y aprobaron realizar varias operaciones coordinadas. Se analizó el fracaso de la operación de Maracaibo.
Bandera Roja tenía un nuevo proyecto: el secuestro del industrial Carlos Domínguez Chávez, hombre de negocios con fábricas de envases de metal y conocido como el "Rey de la Hojalata". Tenía 70 años y salía siempre solo, conduciendo su propio vehículo; frecuentemente visitaba a sus amistades en horas de la noche, lo que lo hacía un blanco fácil para la operación propuesta.
Los miembros del CIR se pusieron de acuerdo y encargaron a Otilio la planificación del secuestro. Empezaría la vigilancia de Domínguez para observar y establecer su rutina.
Los demás pormenores los discutirían Otilio por BR y All Rodríguez por el FALN; en futuros contactos serán los hombres encargados por sus organizaciones para planificar y ejecutar la operación.
Seguimiento y vigilancia de Carlos Domínguez
Para el seguimiento de Domínguez, Otilio responsabilizó a Raúl, un combatiente veterano de nombre Pedro Vélez Acuña. Desde muy temprana edad comenzó su vida como guerrillero; a los dieciséis años, en su pueblo natal, mató a sus dos primeros policías. Experto en operaciones urbanas, vivía en Caracas desde hacía más de un año. Hacía vida marital con una conocida guerrillera, Emperatriz Cordero Guzmán (a) Sonia. Ella había estado largo tiempo en la montaña con el Frente "Antonio José de Sucre", en el Oriente del país. Participó en varias emboscadas y acciones contra las fuerzas armadas. Se había enamorado de Raúl y compartían un apartamento de una habitación en un edificio situado en la avenida principal de la urbanización El Llanito, en el Este de la ciudad.
Otilio había dado a Raúl la dirección de Domínguez, la quinta Anácar, en la urbanización El Paraíso, cruce con avenida Páez y Washington. También le entregó una foto y sus señas fisonómicas: 1.70 de estatura, piel blanca, contextura normal, cabello blanco y escaso, edad aproximada 70 años, conduce un Cadillac azul, modelo reciente.
Con todos estos datos Raúl organizó la operación de seguimiento. Haría contacto con el Ciego Montilla, guerrillero recién reclutado y de poca experiencia; este sería su primer trabajo de importancia. Se reunió con Sonia en una cafeteria de la urbanización La California Norte. Allí Raúl encargó a Sonia y al Ciego, la vigilancia de Domínguez.
Previamente a esta reunión, Raúl había revisado la residencia de Domínguez y sus alrededores. Frente a la quinta Anácar había un pequeño parque, desde donde se observaban todas las actividades de la vivienda.
La mañana siguiente a la reunión, a las 07:00 a. m., Raúl conduciendo un Fiat 2300, color rojo oscuro, con Sonia a su lado, recogieron al Ciego Montilla y se dirigieron al sitio de la vigilancia: Raúl permaneció en el carro. Sonia y El Ciego se bajaron y se sentaron en un banco del parque, desde donde podrían observar la casa. A las 8:30 a. m., salió Domínguez conduciendo su Cadillac azul; tomó la avenida principal de El Paraíso, llegando a su oficina de trabajo. Durante todo el trayecto los guerrilleros lo vigilaron a una distancia prudencial. Domínguez conducía despacio y era fácil seguirlo. Cuando llegó a la oficina, Raúl buscó un lugar donde estacionarse y montar la vigilancia sin parecer sospechosos. Domínguez regresó a su casa a las 12:00 m. y volvió a salir de ella a las 2:30 p. m.: regresó a su oficina, de donde salió a las 5:00 p. m. para su casa.
Así se mantuvo la vigilancia, de lunes a viernes, durante tres semanas. Ni un solo día varió la rutina. Solamente una vez, en el camino al trabajo, detuvo su carro en una farmacia. Sonia se bajó del Fiat y saliendo Domínguez, penetró en el local; compró unas aspirinas y, con suma habilidad, y sin levantar sospechas, entabló conversación con el empleado, enterándose de las medicinas que compró Domínguez. Es así como se supo que padecía de una enfermedad coronaria y de los medicamentos que tenía prescritos.
Después de un tiempo cambiaron las horas de vigilancia. Ahora lo vigilaban por la tarde y por la noche. Raúl había incorporado a la vigilancia a Marco Antonio Ludeña (a) Segundo, un joven de 1.90 de estatura, de 24 años, quien hacía poco tiempo se había incorporado a la Unidad. No tenía experiencia y Raúl lo inició y adiestró. Era buen conductor de motocicletas y tenía una moto Yamaha 350.
Durante varias semanas, Domínguez fue vigilado; salía, generalmente, entre las 6:30 y7:00 p. m., de la casa. Todas las noches visitaba viejas amistades. Su primera visita era siempre a casa de una "amiga", situada en el callejón Monteverde con calle Miranda, a pocas cuadras de su residencia. La visita a esta casa era diaria. Allí permanecía siempre como una hora, y luego salía a visitar otras amistades. Durante la vigilancia, los guerrilleros iban estableciendo la rutina de la víctima. Siempre la misma, siempre a la misma hora. En los meses siguientes, Raúl, Sonia, El Ciego y Segundo habían aprendido muchas cosas de su vigilado. Lo veían visitar ocasionalmente una casa de venta de discos en Chacaito, llamada Don Disco; allí compraba discos, se le aproximaron y vieron los títulos que compraba. Así supieron que Domínguez era fanático de la música clásica ligera. Conocieron sus relaciones, amistades, ubicaron a sus amigos más íntimos y anotaron cuidadosamente su dirección. Semanalmente, Raúl informó por escrito, haciendo un reporte de las actividades de su "objetivo". Los informes fueron analizados por Otilio. Poco apoco se conformó un perfil de amista des, costumbres, lugares que visitaba, etc. El conocimiento de todos estos datos ayudaría a Otilio a elaborar el plan del secuestro. Era tal el profesionalismo con el que ejecutaban la misión, que ni una sola vez fueron detectados por Domínguez.
Construcción del sitio de reclusión: la baticueva Marzo y abril de 1972
Mientras la vigilancia progresaba, Otilio se dió cuenta de que no se había equivocado en la elección del objetivo.
Se reunió de nuevo con los guerrilleros del PRV-FALN y decidieron seguir adelante con el plan del secuestro.
Ahora deberían procurarse un buen lugar para la reclusión de la víctima mientras permaneciera secuestrada.
Otilio encargó de la búsqueda del sitio adecuado a un viejo guerrillero llamado Erebo de Jesús Ruiz (a) Track, constructor de obras. Militaba desde hacía varios años con los grupos subversivos, pero nunca había sido detectado y no se le buscaba.
Trabajaba haciendo labores de construcción con un camión de volteo Fargo. Su zona de operaciones era el poblado de Los Teques, a unos 40 kilómetros de Caracas, en la carretera Panamericana. Allí lo conocía mucha gente. Alto, delgado, con un fino bigote, siempre vistiendo ropa de trabajador y siempre trabajando, nada lo hacía sospechoso.
Otilio se reunió con Track y le dijo lo que quería: una pequeña vivienda, preferentemente comprada, para poder hacerle las adaptaciones necesarias para internar a una persona que permanecería secuestrada por tiempo indefinido.
Inmediatamente Track se puso a la búsqueda del inmueble. Corría la primera quincena del mes de abril.
Una semana después, encontró una pequeña casa en malas condiciones que necesitaba reparación y que le pareció adecuada. Estaba situada en el caserío El Trabuco, como a unos 7 u 8 kilómetros del poblado Los Teques. La casa era de tipo campesino, alargada y distribuida de la siguiente forma: una sala, inmediatamente después dos cuartos, el comedor y la cocina al final de la vivienda. La cocina tenía salida a un pequeño patio de tierra, donde estaba una ducha y un servicio sanitario. Estaba ubicada en una pequeña loma, que la situaba por encima de las demás casas. A su derecha, como a unos 6 ó 7 metros, pasaba la carretera Panamericana, que en ese tramo sube en pendiente pronunciada. A la izquierda pasaba la única carretera pavimentada del caserío El Trabuco. También en frente, más abajo y dando al fondo de la casa, se podía ver una pequeña bodega, donde los pocos habitantes del poblado hacían sus compras.
Track sabía que la casa estaba en venta, se interesó y se informó del precio y de todos los pormenores. Se reunió y habló con Otilio y, entre ambos, prepararon la operación de compra del inmueble.
Rubén Ricardi (a) Alcides, un guerrillero rural, oriundo de La Morrocoya, Estado Monagas, hacía tiempo que estaba siendo buscado por las autoridades. Su hermano, guerrillero también, fue muerto en un encuentro con la fuerza pública.
Alcides vivía con su mujer, que estaba en avanzado estado de gestación, en el campo, donde realizaba labores agrícolas. Era utilizado esporádicamente por la organización. Bajo de estatura.
de escasa instrucción, pero de clara inteligencia, había sobrevivido, participando en varias acciones. Era hombre de confianza de Otilio, quien lo conocía desde hacía varios años.
Otilio realizó los contactos y le envió dinero para que se trasladara a Caracas. Llegó en autobús a la terminal del Nuevo Circo, donde lo esperó Argenis Betancourt (a) Florindo, hermano de Carlos Betancourt que le proporcionaría alojamiento. Al día siguiente se entrevistó con Otilio, quien le explicó lo que debía hacer. Lo puso en contacto con Track, que estaba encargado de la compra de la casa.
Se le proporcionó una cédula de identidad falsa. La compra se realizó sin ninguna dificultad y pagaron 4 mil bolívares por la casa (unos dos mil dólares).
Alcides se trasladó de nuevo a su casa de La Morrocoya, recogió sus pertenencias y regresó con su mujer; inmediatamente ocuparon la vivienda que acababan de comprar. El tipo, las vestimentas y todo lo que se relaciona con la pareja, no desentonaba con el ambiente del lugar.
Rápidamente Alcides y su mujer se mezclaron con la pequeña población rural de la zona y pasaron desapercibidos, como una pareja más. Compraban en la bodega, pero siempre limitando sus compras a pequeñas cantidades para no levantar ninguna sospecha.
A los pocos días de estar establecidos, llegó Track en su camión Fargo, con dos obreros y comenzaron a construir una pequeña obra en el inmueble. Nada era sospechoso en el ambiente que rodeaba la operación. Track era conocido constructor y los habitantes de la zona estaban acostumbrados a verlo trabajar construyendo pequeñas obras. Tampoco despertaba sospechas cuando compraba en Los Teques: cemento, arena, ladrillos, clavos, láminas de zinc, un lavamanos, un inodoro, malla, alambre, dos extractores de aire y demás materiales de construcción, trasladándolos en su camión. Era muy conocido entre los vendedores de materiales.
Los obreros no eran otros que Otilio y el guerrillero Alí, de las FALN. Ellos, junto con Alcides y Track, pondrían la mano de obra para la construcción del sitio de reclusión del secuestrado.
La obra comenzó de inmediato. Track adquirió los materiales en Los Teques y los trasladaba en su camión, descargándolos en el patio de la casa. Alcides le sirvió de ayudante. En tres o cuatro viajes todo el material fue transportado y comenzó la construcción.
Empezaron por levantar una pared de ladrillos que dividía en dos el comedor y habilitaba para construir una pequeña habitación de unos 3 x 3 metros. Allí instalaron el lavamanos, la poceta o inodoro, los dos extractores de aire y se construyó un pequeño túnel que salía a la parte oeste de la Panamericana y que se usaría como vía de escape en caso de ser detectados por la policía.
Los obreros no tenían experiencia en este tipo de trabajo y la obra se desarrollaba lentamente. Comenzaban todos los días a las siete de la mañana. A las doce, almorzaban; la mujer de Alcides les preparaba los alimentos; un breve descanso y continuaban trabajando hasta las cinco de la tarde. A esa hora, Otilio y Alí regresaban a Los Teques en el camión de Track, donde tomaban un carro que dejaban allí y volvían a Caracas.
En pocos días el. trabajo quedó terminado; la pared separaba el espacio del resto de la casa. Dejaron una abertura de 80 x 80 cms., que servía de comunicación y de entrada a la habitación construida. La pared quedó frisada y pintada; la abertura, situada a un metro de altura, era cubierta por un mueble; dentro del espacio que ellos llamaron "la baticueva", habían introducido, antes de hacer la pared, una cama de hierro individual, pequeña, con su colchón, dos literas, una mesa con tres sillas y habían separado un espacio de un metro de ancho con una rejilla de acero. Allí guardaban las armas, 5 AH-47, que habían traído de Cuba hacía unos cinco años, cuando el grupo de guerrilleros cubanos y venezolanos desembarcaron en Venezuela.
El resto de la baticueva estaba distribuido de la siguiente forma: adyacente a la cama, el lavamanos y la poceta; una cortina de nylon dividía en dos el espacio, aislando la mesa con las sillas del resto de la baticueva. En ese pequeño sector estaba instalado un panel con dos luces que establecía un sistema de comunicaciones con el resto de la casa. Las luces de colores (blanca y roja) servían para comunicarse de adentro hacia afuera y viceversa, indicando cuando solicitaban alimentos, alguna comunicación verbal, etc. En caso de peligro, la baticueva se iluminaría de rojo para alertar a los guerrilleros. Las luces estaban conectadas de tal forma que, al encender la luz de la cocina, se activaba la luz roja y, al encenderse la luz de la sala, se activaba la luz blanca. Dos extractores purificaban el aire de la habitación.
En el exterior de la casa había un excusado y un pequeño baño con su ducha para ser utilizado porAlcides y su mujer. En el patio de la casa, gallinas y conejos completaban el aspecto de vivienda humilde de tipo rural, muy parecida a las casas tipo campesino que se encontraban en el barrio El Trabuco.
Poco a poco, sin despertar sospechas, fueron llevando alimentos secos que almacenaron en la cocina y que les permitían tener reservas para varios días. Sin embargo, para no resultar sospechoso, Alcides realizaba pequeñas compras en la bodega de la esquina, como lo hacían los habitantes de la zona.
Muerte del guerrillero Honorio José Navarro (a) Colina
14 de marzo de 1973
Las actividades de Honorio José Navarro (a) Colina se desarrollaron con la guerrilla rural de la FALN, llegando a ser lugarteniente de Elegido Sibado (a) Magoya.
Con el grupo que comandaba Magoya y que actuaba en el triángulo montañoso de los Estados Lara, Yaracuy y Falcón, en el occidente del país, Colina participó en emboscadas y secuestros de ganaderos. Podemos citar el secuestro de Cándido Farnataro, en el Paují, Estado de Lara; el del Dr. Luis Infante Betancourt, en el Estado Yaracuy, y el de Armando Javier Mogoyón, también en el Estado de Lara.
Colina había alquilado una habitación en la casa de una señora llamada Evangelina Arrieta, en el barrio Panamericano, en el kilómetro 27 de la carretera de Los Teques.
A la una de la tarde llegó a su casa. Una comisión del DIM lo estaba esperando y al verlo le dieron el alto. Colina extrajo su anea y le hizo varios disparos a la comisión que respondió el fuego, dándole muerte.
Muere el guerrillero Antonio Parra 1 de mayo de 1973
A las dos de la tarde del día primero de mayo, murió en combate con la DISIP el guerrillero urbano de Bandera Roja, Antonio Parra; el hecho ocurrió en los bloques del 23 de Enero.
Muerte de Américo Silva 1 de abril de 1972
En diciembre de 1971, el comandante de la guerrilla rural de BR, Américo Silva, había bajado de las montañas y se encontraba en Puerto Ordaz, población situada como a unos 600 kilómetros de Caracas, en el sur del país. Esta es una zona rica donde se encuentran las concentraciones mineras y las industrias metalúrgicas. La región no es montañosa, pero tiene grandes extensiones selváticas, lo que permite las operaciones guerrilleras.
Américo Silva estaba haciendo, desde hacía varios meses, los contactos necesarios para organizar un nuevo frente guerrillero rural. En las montañas de Oriente la guerrilla había quedado al mando de Miguel Salas Suárez.
Aquella noche del día 1 de abril, Américo regresó de San Félix, población cercana a Puerto Ordaz. Ocupó el asiento delantero, al lado del conductor, en un Chevrolet Impala, modelo 69, que conducía un guerrillero llamado Centeno. Eran las once de la noche y la carretera tenía poco tránsito. Iban confiados, pues en los últimos meses habían recorrido ese tramo de carretera varias veces y nunca habían tenido problemas. Ambos poseían identidades falsas y no tenían ningún temor de ser descubiertos.
El carro avanzaba a velocidad moderada. En el kilómetro 27 había una alcabala de la Guardia Nacional. Detienen el carro y los guardias les pidieron sus identificaciones; los guerrilleros se las muestran, como lo han hecho en ocasiones anteriores.
El soldado José Raúl Alcalá notó algo sospechoso y los mandó a bajar del vehículo. Américo tenía una pistola 45 en las manos y disparó contra el soldado, quien cayó muerto al recibir un balazo en el pecho y otro en la cabeza. Los guerrilleros abandonaron el auto, disparando contra los guardias de la alcabala, quienes respondieron al fuego. Américo recibió una ráfaga de Fal y cayó acribillado. Centeno logró escapar y se internó en el monte. Meses después, también moriría en un encuentro con el ejército.
Ultima reunión del CIR antes del secuestro
A fines del mes de mayo la baticueva estaba lista. Alcides se había mudado a la casa con su mujer y empezaba a hacer una vida normal y tranquila. Mientras tanto, se familiarizaba con la zona y recogía "inteligencia" de la misma. Por ejemplo: sabía que la bodega de enfrente, frecuentada por los habitantes del sector, cerraba a las 6:30 p. m. Después de que la bodega cerraba, las actividades disminuían y casi nadie salía de su casa. Por otro lado, a finales del mes de mayo, la vigilancia de Domínguez había concluido y había sido analizada por Otilio. Una vez establecida la rutina y los itinerarios del objetivo, sólo faltaba escoger el sitio y la hora más conveniente para efectuar el secuestro.
En la última reunión entre BR y el FALN decidieron los últimos puntos de importancia:
1. La intercepción de Domínguez la realizarían tres miembros del FALN, acompañados por un miembro de BR.
2. La hora escogida sería entre las 6:30 y 7:30 de la noche.
3. El lugar seria el callejón Monteverde, cruce con calle
Miranda, El Paraíso
4. La protección de la intercepción y el traslado del secuestrado al sitio de reclusión estaría a cargo de BR. De esta forma, si alguno de los participantes en la intercepción era capturado, no podría decir el lugar donde tenían recluido a Domínguez.
5. La reclusión estaría controlada por BR. Los guerrilleros que habían participado en la construcción del sitio de reclusión serían quienes custodiarían a Domínguez durante su cautiverio. Solamente los constructores de la baticueva conocerían la ubicación de la misma y siempre estarían con Domínguez. Además, no tomarían parte en la intercepción ni en el cobro del rescate.
6. El día fijado para el secuestro fue el 1 de junio de 1972.
Captura y liberación de Oswaldo Alcalá en Turmero 26 de mayo, 1972
El 26 de mayo, uno de los guerrilleros de Punto 0, llamado Oswaldo Alcalá, es detenido en el poblado de La Encrucijada por la Guardia Nacional, después de recibir un tiro en el tobillo; lo trasladan a la población de Turmero y lo internan en el cuartel de la policía. Turmero es un pueblo de unos 40,000 habitantes, situado a 80 kilómetros de Caracas.
Dos horas después, Rubén y Bottini, acompañados por un guerrillero conocido como Coco Liso, salen de La Victoria y llegan a Turmero. Viajan en un jeep color rojo.
Llegan al cuartel de la policía mostrando credenciales y portando armas largas; se hacen pasar por funcionarios de la DISIP y piden hablar con el prisionero. Una vez adentro, encañonan y desarman a los efectivos policiales, liberan al prisionero y se llevan el armamento consistente en 2 subame-tralladoras y 3 carabinas M-1, además de las armas cortas de los policías. En el camino los guerrilleros detienen un vehículo, lo toman y, abandonando el jeep color rojo, toman la autopista hacia Valencia.
La policía de Turmero se comunica con la DISIP en Caracas y Ie informa del suceso. Inmediatamente sale una comisión al mando del comisario Cristóbal, compuesta de 40 funcionarios en diez vehículos. La persecución se concentra en Valencia. Se pide cooperación estatal al ejército para montar alcabalas que impidan la salida (le los guerrilleros de la ciudad. Todos los puntos de salida son controlados. Mientras tanto, los f uncionarios de la DISIP registran todos los hoteles y casas de huéspedes, sin ningún resultado. Se constituye un comando de operaciones en las oficinas de la DISIP en Valencia y todas las comisiones deberán emanar de ese comando.
Los guerrilleros son vistos en un barrio, en las afueras de Valencia.
Sin coordinar con el comando, una comisión de la Policía Estatal en un vehículo marca VW se dirigen al sitio. En el vehículo van 4 policías. En la acera hay un hombre sentado con una bolsa en la mano. La policía pasa despacio por su lado. Es Rubén, quien se levanta, saca la subametralladora de la bolsa y abre fuego. Rafael Bottini sale cíe su escondite y también dispara sobre el vehículo que recibe el fuego cruzado; todos sus ocupantes resultan muertos o heridos. El balance: Freddy Moreno Urbina y Juan Reyes, muertos; Pedro Alvarez y Alberto Mendoza, heridos.
Rubén y Bottini sacan a los moribundos del vehículo, los rematan en el suelo e inmediatamente abordan el VW y se marchan. Con el carro agujereado por los proyectiles, los vidrios destrozados y lleno de sangre, no podrán circular por mucho tiempo. Saben su situación: así no podrán pasar las alcabalas. A Rubén se le ocurre una idea y la pone en práctica.
Se dirigen a las oficinas de la Policía Técnica Judicial (PTJ) de Valencia. Todos los guerrilleros con sus armas abandonan el VW como a tres cuadras de la PTJ y caminan a pie hacia allá. Coco Liso y Alcalá esperan en una calle cercana, Rubén y el Loco Bottini se sitúan como a cincuenta metros de las oficinas, portan sus subametralladoras. Cualquiera que los vea pensará que son funcionarios de la PTJ. A las 5:00 p. ni., un funcionario de policía, conduciendo un jeep con las siglas de la PTJ, sale de la Central. Cincuenta metros más allá los dos hombres portando armas largas le hacen señas para que se detenga. El funcionario detiene su vehículo. Cree que son compañeros suyos. Rubén y Bottini lo amenazan con sus armas y abordan el vehículo. Piden que conduzca despacio; tres cuadras más adelante le están esperando Coco Liso y Alcalá, quienes también se introducen en el jeep. Con el vehículo de la PTJ y las credenciales del funcionario que llevan prisionero logran pasar, sin levantar sospecha. la alcabala que conduce a la carretera que va a Tinaco. Es así como los guerrilleros, después de libertar a Gilberto Alcalá y de enfrentar a la policía, ocasionándole dos muertos y dos heridos graves, logran romper el cerco y escapar.
Secuestro y reclusión de Carlos Domínguez
1 de junio, 1972
Llega el día programado para efectuar el secuestro. A la 1:00 p. ni. se reúnen en una casa de la urbanización El Cementerio, los cuatro miembros del PRV-FALN que tomarán parte en la primera fase: la intercepción del secuestrado. Son ellos: El Chino Daza, Larry, El Policía y el Negro Jimmy. Los tres primeros ejecutarán la intercepción y el Negro Jimmy actuará de apoyo al operativo.
BR también tiene listo su personal: El Ciego, Sonia y Segundo no tornarán parte en la primera fase, pero han sido, con anterioridad, entrenados por Raúl para intervenir en las fases subsecuentes.
Raúl, Pancho, Regis, Brito, Anzoátegui y Track realizarán una serie de traslados y cambios de vehículos que concluirán con la reclusión del secuestrado en la baticueva.
Las dos organizaciones sitúan las arreas y los carros que vana utilizarse. Previamente, los vehículos y el armamento han sido revisados, para asegurar que están en perfectas condiciones. A cada guerrillero, según su misión, se le ha asignado el armamento adecuado. Subametralladoras a los más expuestos, pistolas y revóleres al resto. Los carros han sido revisados, cauchos, baterías, encendido en general y los tanques de gasolina llenos.
Los hombres también estarán agrupados en "casas seguras" a las 4:00 p. ni. Si alguno de los secuestradores fallara, habría tiempo para sustituirlo. Ningún grupo sabe la misión de los otros. Solamente conocerá la parte que le toca. Todas las operaciones han sido minuciosamente ensayadas y no hay lugar a confusiones ni equivocación.
Otilio revisa de nuevo el operativo y no encuentra falla, ni nada qué cambiar. Una vez que se cerciora que todo está según lo programado y que no falta ningún combatiente, toma la carretera Panamericana y se dirige a la baticueva donde esperará al secuestrado... si todo sale bien.
Siete de la tarde. Domínguez, como de costumbre, sale de su casa. Viste pantalón beige claro, zapatos negros y su tradicional camisa blanca de mangas cortas. En su muñeca izquierda un reloj Rólex de oro. Conduce su Cadillac azul. Sin desviarse, ni detenerse en ningún lacio se dirige al callejón Monteverde a visitar a su amiga. Allí está montado todo el operativo BR-FALN para secuestrarlo.
Son las 7:15 p. ni. y ya casi es (le moche; el callejón Monteverde, cruce con calle Miranda es un sitio con muy poca actividad. Un vecindario de clase media. Los guerrilleros saben que Domínguez llega siempre allí cíe 7:00 a 7:30. Desde las 6:45 se encuentra estacionada una camioneta Chevrolet verde, modelo reciente; en su interior se encuentran El Chino Daza y El Policía; al volante Larry. A unos 15 metros están Raúl y El Catire Larralde en un Hillman blanco.
Los dos carros forman parte del grupo de intercepción; todos los integrantes son guerrilleros experimentados, veteranos de la guerrilla urbana con muchos años de clandestinaje y de operaciones subversivas.
Entra el Cadillac azul en el callejón Monteverde, Larry prende el motor y enciende las luces largas de carretera, las que dan de frente a Domínguez, dejándolo encandilado. La camioneta se le atraviesa obligándolo a frenar y detenerse. Se bajan El Chino Daza y El Policía y se aproximan al Cadillac. El Chino Daza, portando una subametralladora encañona a Domínguez por la puerta izquierda del carro, mientras El Policía lo hace por la parte derecha. Se identifican como fuuncionarios del DIM y, abriendo las puertas, hacen que Domínguez quede entre los dos, ocupando el asiento del medio. El Chino torra el volante y conduce hasta el callejón Miranda, por la calle Miranda, donde se encuentra un Chevrolet Impala. modelo 1966, color verde, con techo de vinyl negro. robado en la ciudad de Valencia para la operación. En éste esperan Pancho, Regis y Brito. Introdricen a Domínguez en el asiento posterior del vehículo. El Chino y el Policía se llevan el Cadillac y lo abandonan en la subida de Los Laureles, en El Paraíso, cerca de la Universidad Santa María.
El Chevrolet, conduciendo a Domínguez, sigue por la calle Miranda y toma la autopista "Francisco Fajardo", vía Petare. Para este transbordo sirve de protección el Fiat 2300, color rojo oscuro, donde viajan Segundo, el negro Jimmy y Raúl, quien se ha cambiado de vehículo.
En ese momento el pánico se apodera de Domínguez, quien ya se da cuenta de que va secuestrado. Trata de serenarse y de observar todo lo que está ocurriendo. Siente un pinchazo en el brazo izquierdo: el guerrillero Regis le ha inyectado una fuerte droga que comienza a surtir efecto casi de inmediato. Nada se habla, nada se pregunta. Observa los carteles luminosos de la autopista que comienzan a distorsionarse en luces de distintos colores, y se percata de que lo conducen vía Petare. Todo empieza a desaparecer de su vista, oye voces lejanas y entra en un estado de sueño agradable. Pierde el conocimiento...
A la altura de San Agustín, en el hombrillo de la autopista, efectúan un cambio de personal: Raúl pasa al Chevrolet Impala acompañado de Domínguez en el asiento trasero. Regis baja y se va en el Fiat 2300 el cual, al llegar al distribuidor de Valle Abajo, se desyía y cesa la protección al carro donde va el secuestrado.
El Chevrolet Impala, donde va Domínguez, sigue la ruta de la autopista hacia la vía Valle-Coche y sube por la entrada de la carretera Panamericana. En la bomba de gasolina que se halla del lado derecho de la vía lo están esperando Track y Anzoátegui, dentro de un Ford Fairlane 500, color verde botella.
El Chevrolet Impala es conducido por la carretera de Los Teques, seguido del Ford Fairlane 500 el cual, al recorrer 7 kilómetros aproximadamente, se pone delante del Chevrolet. Cuando faltan 2 kilómetros para llegar a la alcabala de Los Teques, ambos vehículos son desviados hacia un cruce al lado izquierdo de la Panamericana, por un camino de penetración muy angosto. Una vez recorridos 3 kilómetros, se detienen e introducen a Domínguez en una furgoneta VW de color beige, acondicionada para esconderlo.
Mientras se realiza este transbordo, Track en el Ford Fairlane verde, efectúa vigilancia: regresa a la autopista por el mismo camino de penetración y sale de nuevo a la Panamericana, como a 2 kilómetros rumbo a Los Teques. Allí retorna al sitio donde está la furgoneta y acompañado de Anzoátegui bordean la alcabala por el camino de penetración y salen de nuevo a la Panamericana. Allí, en la Plaza Bolívar, encuentran el camión de volteo de Track y efectúan el tercer y último cambio, colocando a Domínguez en la parte posterior del camión, tapándolo con una lona. De aquí se dirigen al caserío El Trabuco, donde se encuentra el sitio de reclusión.
Al llegar a la baticueva es noche cerrada y hay muy poca actividad en el sector. Ha llovido y la entrada de tierra de la casa está empantanada. Domínguez empieza a sentir que se le está pasando el efecto de las drogas. Sin embargo, sus piernas no lo sostienen y su visión es nebulosa. Lo sacan del camión y tienen que hacer grandes esfuerzos para ayudarlo a subir la pendiente de 6 ó 7 metros que conduce a la entrada de la casa. Otilio ayuda y dirige la operación. Una vez en la casa, lo llevan a la habitación donde está el agujero que conduce a la baticueva y lo introducen en él con muchísimo trabajo. Otilio y Alí penetran con Domínguez en el sitio de reclusión, le quitan su reloj Rólex de pulsera, sus lentes y sus zapatos. Le ponen unas zapatillas y lo acuestan en la pequeña cama.
En Caracas, los guerrilleros tomarán rutas y destinos diferentes. Esconden las armas y los vehículos y ellos mismos permanecerán escondidos, a excepción de los que tornarán parte en las fases siguientes de la operación: negociación con los familiares del secuestrado, cobro del rescate y liberación de Domínguez.
Una vez concluida la operación, los vehículos y las armas son trasladados de esta manera: Pancho se marcha en el Chevrolet Impala a Maracaibo. Regis entrega en San Bernardino a Brito el Fiat 2300 y un revólver calibre 32, un revólver calibre 38 y una subametralladora Uzi. Raúl continúa en el Ford Fairlane 500, donde lleva una subametralladora Madsen y una pistola Browning calibre 9 mm. y regresa a su escondite en las Minas de Baruta.
Mensaje de los secuestradores
En Caracas, la señora Domínguez recibe una llamada telefónica de los secuestradores, comunicándole que su esposo ha sido secuestrado, que avise a su hijo Carlitos para que recoja un mensaje que se encuentra cerca de la casa en un pote de jugos Yukery. También le advierten que no se comunique con la policía.
La señora, muy nerviosa, se da cuenta de que no es una broma. No hace preguntas. Inmediatamente se comunica con Carlitos y le transmite la petición de los secuestradores. Este se traslada a la residencia de sus padres y procede a buscar el pote de jugo, donde está el mensaje. La noche es oscura y tarda algún tiempo en hallarlo. Cerca de la entrada, pegado a la pared, hay un pote de jugo abierto, limpio; en su interior, un papel cuidadosamente doblado. Trata de leerlo en la oscuridad, pero le es imposible. Penetra de nuevo a la casa y rápidamente lee su contenido. El mensaje escrito a máquina explica con claridad las exigencias de los secuestradores. Al principio Carlitos se encuentra muy nervioso, no asimila lo que está pasando y no entiende bien, Lee el mensaje varias veces, dándose cuenta de los pasos que deberá seguir para salvar la vida de su padre.
Carlitos es un j oven de 36 años, alto, bien parecido, casado, con dos hijas; es el único hijo legal de Carlos Domínguez, quien tiene varios hijos de distintos amoríos, a los cuales atiende, mantiene y quiere: pero su preferido es el hijo de su matrimonio, Carlitos. Este a su vez profesa gran cariño a su padre y está muy unido a él.
Inmediatamente procede a poner un trapo rojo en las ventanas frontales de la casa, para indicar así a los secuestradores que sus condiciones y exigencias son aceptadas.
A continuación, copia textual del original del mensaje de los secuestradores:
Señora Domínguez, informamos a Usted, que hemos secuestrado al Señor Carlos Domínguez para exigir un rescate de Bs. 5.000.000 (Cinco Millones). De no cumplirse con este rescate, procederemos a ejecutarlo, así que dejamos en vuestras manos la decisión sobre la vida o muerte de su marido.
A continuación precisaremos algunas condiciones y recomendaciones. Las no previstas en esta carta, las haremos llegar en futuras correspondencias.
1. Deben comprometerse a no avisar a la policía y a manejar estas negociaciones en secreto. Si violan esta condición, su familiar corre riesgo de morir. Afirmamos categóricamente que de llegar el ejército al sitio donde lo tenemos, no tendrá ninguna oportunidad de sobrevivir. Por otra parte, en la medida en que ustedes ayuden a resolver rápido el problema, habrá mayores posibilidades de que logren rescatar a su familiar. Vean cómo en casos anteriores la policía argentina dificultó el pago para rescatar a Salustro y las consecuencias que ello tuvo.
2. Pueden inventar para todos los conocidos la excusa (le que el Señor Domínguez está enfermo o anda de viaje para el interior o cualquier otra excusa que ustedes consideren conveniente y que justifique su ausencia.
3. La obtención del dinero y su retiro deben hacerlo también en secreto y sólo enterando a los familiares cíe mayor confianza que sean imprescindibles para ello.
4. No vamos a admitir excusas fabricadas de acuerdo con la policía, tales como que no tienen el dinero (sabemos bien de las posibilidades), que no encontraron las estafetas, etc., y todas las tácticas dilatorias que acostumbra aconsejar la policía. Le recomendamos que no intenten jugar con nosotros, por cuanto ante el descubrimiento de que ustedes están colaborando con la policía, procederemos sin vacilaciones de ningún tipo, a ejecutar al secuestrado. Igualmente si por colaboración de ustedes llegara a caer alguno de nosotros en manos de la policía o si llegaran a entrabarse las negociaciones de tal manera que no fuera posible obtener el rescate en el tiempo previsto. Estaremos preparados para cualquier trampa. No nos confiaremos. Intentar engañarnos es condenar a muerte a su familiar. No vamos a extendernos en explicaciones, pero quede claro que dominamos a perfección los procedimientos de la policía y no van a lograr desbaratar esta operación. Su familiar permanecerá fuertemente vigilado y con toda la zona minada. No vayan después a lamentarse, ni cargar a nuestra cuenta el muerto. Están advertidos.
5. El dinero deben retirarlo y ubicarlo en la casa de un amigo de confianza y de relaciones poco conocidas con ustedes. Esto para facilitar los trámites del rescate. A dicha casa no deben ustedes llamar por teléfono ni tampoco a la inversa. Tampoco deben visitarse. Ese señor debe tener una fórmula (contraseña) para que le entregue el dinero a alguien que ustedes envíen. Ese alguien lo indicaremos en futura oportunidad y a él le indicaremos día, forma y hora de entregar el dinero.
6. El dinero debe estar listo en un plazo no mayor de 72 horas. Debe estar fraccionado así: 3.000.000 (tres millones) en billetes de 100: 1.000.000 (un millón) en billetes de 500 y 1.000.000 (un millón) en billetes de 50 dólares. Deben hacerse pacas de 100.000 Bs. Este dinero no debe estar marcado ni seriado. Procederemos antes de soltar al rehén a probar su convertibilidad y reactivaremos en busca de marcas o de cualquier indicio que pueda orientar a la policía a nuestra captura. Dominamos todos los procedimientos usuales y tenemos los activantes a mano. Les precisamos que sólo después de 5 (cinco) días de recibido el dinero pondremos en libertad a su esposo.
7. Al tener el dinero listo y estar en condiciones de entregarlo, deben derramar un pote de pintura blanca que manche parte de la calle y de la acera de la avenida Páez del Paraíso exactamente frente al Pedagógico. Esta pintura debe ser regada entre las 7 y 9 horas pasado meridiano; esto es para agilizar los tratos y tiene su razón en la posibilidad de que consigan el dinero antes de las 7 horas.
8. El plazo de 72 horas no es prorrogable, ni tampoco negociable el monto del rescate. Sabemos que ustedes lo pueden obtener en ese tiempo.
Nuestros mensajes irán acompañados de cartas del Sr. Domínguez o de efectos personales que lleve en el momento de la captura. Le decimos esto para evitar que la policía trate de enredar las cosas haciéndose pasar por nosotros.
9. 1 a correspondencia deberá ser recogida rápidamente.
10. Para las llamadas por teléfono, nos identificaremos como Júpiter; igual para las cartas. No debe comentar con nadie sobre este aspecto.
11. Caso de que por razones de la operación la policía estuviere ya enterada, antes de ustedes recibir la carta, deben exigirle al gobierno públicamente, que no controlen ninguno de sus teléfonos, que le suspendan la vigilancia a todas sus casas y sitios de trabajo y que no hagan ninguna gestión por localizar al secuestrado. Es decir, deben exigir que se les permita cumplir con las condiciones aquí señaladas para pagar el rescate.
12. Le recomendamos que para las cuestiones relativas al rescate no hablen por teléfono, ni siquiera en el caso de que la policía no está enterada. De la discreción de ustedes depende que todo sea más rápido y seguro.
13. Una vez recibida esta carta y aceptadas las condiciones deben poner un trapo rojo en las ventanas frontales de su casa.
14. Cumplidos los trámites arriba señalados, esperen por nuevas instrucciones.
Asignan el caso al comisario Luis Posada 2 de junio de 1972
Carlitos pasa la noche sin dormir. No sabe qué hacer y necesita comunicarse con alguien de confianza para que lo aconseje. Antes de que amanezca se comunica con Carlos Gasperi Landaeta, íntimo amigo de su padre. Lo cita en su casa, le enseña el mensaje y lo pone en conocimiento de los pasos dados. También llama al odontólogo Héctor Lemoine y a Carlos Guillermo Maneiro Rivero, ambos amigos de confianza de la familia.
Todos están de acuerdo en que lo más importante es salvar la vida de Carlos Domínguez y, por lo tanto, seguir las exigencias de los secuestradores.
A las 12:00m., Carlitos va al Banco Venezuela, se entrevista con Carmelo Lauria, Héctor Domínguez García e Idilio Sosa Martín. Les expone el caso. Los banqueros acceden a proporcionarle el dinero requerido, pero tienen dificultad en conseguir la cantidad en dólares que piden. Le aconsejan que se comunique con la policía. Del banco, Carlitos sale para el Ministerio del Interior, donde pide una entrevista con el Ministro. Dr. Nectario Andrade Labarca. Le dice que su padre ha sido secuestrado. El Ministro de inmediato llama a su Jefe de Policía, Dr. Remberto Uzcátegui. Escuchan el relato de todo lo ocurrido y prometen mantener absoluta discreción, limitando la acción policíaca al mínimo, hasta tanto no esté liberado el secuestrado.
El secuestro, sobre todo el secuestro político, lo realizan las organizaciones subversivas con doble fin; el propagandístico y el económico. Cuando hay un secuestro en el país, se movilizan y agrupan todas las fuerzas policíacas para combatirlo. Se crea un comando antisecuestro al mando de un funcionario de alta jerarquía de la DISIP, generalmente un comisario jefe de división general. Las demás policías se ponen a sus órdenes y atienden sus requerimientos. Por ejemplo, la policía encargada de los delitos criminales, la PTJ, pondrá a disposición y bajo requerimiento los departamentos de dactilocospía, grafología, homicidio, etc., realizará encuestas, pesquisas e investigaciones.
También los jefes de divisiones del cuerpo se pondrán a disposición del comisario asignado.
El Dr. Uzcátegui regresa a la DISIP e inmediatamente convoca a una junta de jefes de división. Acuerda que se me asigne el caso del Secuestro de Carlos Domínguez. En aquel tiempo ocupo el cargo de Jefe de la División General de Seguridad, a la que están adscritas la División de Vigilancia Estática y Dinámica, la de Medios Técnicos, la División de Armamentos, la de Protección de Personalidades y la División de Seguridad Interna.
Llamo a mi adjunto, el subcomisario Hernán, comenzamos a analizar lo sucedido y a programar una serie de operaciones.
Recibimos copia del mensaje de los secuestradores y estamos al tanto de que esa misma tarde, de 7:00 a 9:00 p. m., Carlitos derramará un pote de pintura blanca que manche parte de la calle y la acera de la avenida Páez del Paraíso, exactamente frente al Centro Pedagógico; de esta forma indicará a los secuestradores que se siguen todas sus instrucciones y que el dinero será conseguido en el plazo estipulado. Tenemos muy poco tiempo para planificar una operación discreta para cuando la pintura sea derramada.
La División General de Inteligencia, a cargo del comisario Ernesto y la División General de Operaciones pondrán sus divisiones y sus efectivos a disposición de la División General de Seguridad, encargada del caso. Es así cómo tendré la cooperación de la División de Fuentes Vivas (Informantes), a cargo del comisario Arnoldo y la División de Análisis, a cargo del comisario Francisco.
También pido la cooperación de la Policía Técnica Judicial, que me envía a los comisarios Tito Vera Ruiz, Rafael Fragachan, Luis Leal Colón, Dimas Oliveros y José Antonio González, y alrededor de 30 funcionarios.
Establezco el comando antisecuestro en el tercer piso de la sede de la DISIP, donde está instalada la Dirección General de Seguridad.
La actividad que se desarrolla no puede mantenerse con la discreción que deseamos. Tampoco existe secreto entre tantas personas y pronto se filtrará en los medios de comunicación que el industrial Domínguez ha sido secuestrado.
Señalo una reunión para el siguiente día en mi oficina a las 8:00 de la mañana, a la que deberán asistir los jefes de divisiones y los comisarios de PTJ, para discutirlas acciones a seguir y asignar responsabilidades en las distintas áreas que cubrirá la investigación.
Apresuradamente preparamos la primera operación para cubrir los acontecimientos que tendrán lugar esa misma tarde dentro de muy pocas horas,
Rubén y el Loco Bottini mueren en combate contra la DISIP
2 de junio de 1972
Frente a la Quinta Anácar, propiedad del industrial Domínguez, se encuentra el Banco del Centro Consolidado. Se ha recibido información de que los guerrilleros de Punto 0, específicamente su jefe Rubén y su lugarteniente, el Loco Bottini, tenían un contacto en el banco (un empleado) y planeaban efectuar un asalto.
Se establece una vigilancia estacionaria. Cuatro funcionarios se encuentran en los alrededores, haciéndose pasar por vendedores ambulantes.
El secuestro de Domínguez, efectuado la noche anterior, todavía no ha salido en la prensa, más, la noticia ya se filtraba en los medios de comunicación y los alrededores de la residencia de Domínguez se encuentran llenos de periodistas.
A la 1:00 p. m. se acerca un Hillman blanco, placas 20.5683 y se dispone a estacionar frente al banco. En su interior, los funcionarios reconocen a Rubén y Bottini, quien conduce el auto. En el piso del carro llevan un maletín abierto con una subametralladora Beretta, con varios cargadores, dos granadas de fragmentación M-26 y una pistola 45. Los funcionarios les dan el alto apuntándolos con sus armas. Rubén levanta la subametralladora y trata de hacer fuego, pero no puede accionarla. Ambos guerrilleros reciben fuego cruzado de los funcionarios de la DISIP y mueren al recibir numerosos impactos; al registrar sus bolsillos, se encuentran los recibos de alquiler de dos casas: una en Caracas y la otra en La Victoria, ambos alquileres fueron pagados el día anterior. Una comisión se dirige a la casa de Caracas, situada en la urbanización Petare; está vacía, pero se encuentran dos fusiles Fal, propaganda subversiva y varios documentos.
Al día siguiente otra comisión de la DISIP, auxiliada por funcionarios de la PTJ, sale para La Victoria para allanar la otra casa.
Con la muerte de Rubén y el Loco Bottini, Punto 0 sufre un rudo golpe. Sus cuadros andan en desbandada. Próximamente se sucederán otros enfrentamientos y detenciones, que dejarán prácticamente aniquilada su unidad guerrillera. Un fracaso más del dictador cubano al intentar, esta vez con guerrilleros venezolanos, derrocar por la fuerza de las armas, el gobierno legalmente constituido del Presidente Rafael Caldera.
Combate con Punto O en La Victoria
Mueren cinco guerrilleros
2 de junio de 1972
En los bolsillos de Rubén aparece un papel con una dirección: Calle Norte, Dr. Anselmo Cerro entre las Páez y Félix María Paredes, en La Victoria, que es 1-111 pueblo de unos 40 mil habitantes, situado a unos 50 kilómetros de Caracas.
Al día siguiente, como a las cuatro de la tarde, una comisión compuesta por tres patrullas de la PTJ y dos carros de la DISIP salen de Caracas hacia La Victoria para allanar la casa. Entre los funcionarios que ocupan las unidades hay cuatro subametralladoras y dos escopetas, sin mucho parque adicional. No van preparados para un combate de gran magnitud, sino para un allanamiento y una posible detención.
La comisión llega a La Victoria alas 5:15. ubican la casa que tienen el número 15-17. El inmueble se encuentra como a unos veinte metros del Hospital "Pedro Lazo". Es una casa vieja de mampostería, con grandes Ventanales, con puertas de madera y un jardín estrecho que la rodea. Está en un barrio antiguo de casas viejas, construidas una al lado de otra sin uniforumidad. La acera es muy estrecha y la calle que separa una acera de la otra es angosta, con capacidad para dos vehículos. La casa no tiene salida por detrás, solamente por la puerta de enfrente. Tiene dos ventanas al lado izquierdo, que dan al jardín.
La comisión estaciona las unidades en las cercanías de la casa, se bajan los funcionarios y se dirigen a la puerta de entrada.
Dentro de la casa hay cinco hombres y una mujer con un niño pequeño, de meses. La mujer es Brenda Esquivel, la concubina de Rubén, que tiene al niño durmiendo en una cuna portátil de lona y aluminio. Los guerrilleros se encuentran "enconchados", pues ya saben de la muerte, el día anterior, de su jefe Rubén y de su lugarteniente Rafael Bottini. Consideran la casa segura; sin embargo, han llevado al escondite dos fusiles Fal y dos subametralladoras; también tienen varias granadas de fragmentación M-26. Hay alimentos para permanecer en la casa por varios días.
Los funcionarios tocan la puerta y una voz pregunta:
-¿Quién es?
-Abran que es la policía.
Desde la ventana, que está medio abierta, lanzan dos granadas y los funcionarios se cubren detrás de las patrullas.
Una de las granadas explota debajo de una patrulla y sus fragmentos hieren a tres policías de la PTJ. Comienza un nutrido tiroteo. Los guerrilleros disparan ráfagas de Fal: los proyectiles 7.62 mm. rebotan en el asfalto y en las paredes, haciendo insostenible y peligrosa cualquier cubierta. Las balas 9 mm. de las subametralladoras de la policía no tienen efecto contra las paredes de la casa; solamente penetran en la puerta de entrada y las ventanas con puertas de madera, pero hacen imposible la salida de los guerrilleros. Se oyen gritos desde dentro del inmueble pidiendo la tregua. Cesan los disparos y se escucha una voz que dice:
-Hay una mujer y un niño, déjenla salir.
Se da permiso para que salga la mujer, a la vez que se les pide que se rindan. Sale Brenda con el niño en los brazos y corre a refugiarse al hospital. De nuevo disparan los guerrilleros rechazando la rendición y de nuevo comienza el tiroteo. Se abre la puerta y un guerrillero, disparando un Fal, trata de salir, pero es alcanzado por varios proyectiles y cae herido, con la mitad del cuerpo fuera de la casa; sus compañeros lo recogen y lo meten en la casa. Las municiones de la policía comienzan a escasear y se ordena economizarlas para utilizarlas en cualquier intento de salida de los guerrilleros.
Por la carretera, que pasa como a unos ,150 metros de la contienda, va un camión lleno de soldados. Al mando de la tropa está el teniente Marco Tulio Meneguerre. Un funcionario de DISIP ve que el camión se detiene al escuchar el tiroteo y le hace señas mostrándole el carnet y le explica la situación. El teniente desmonta la tropa.
Lleva los soldados frente a la casa y los sitúa en posición de combate. Los soldados disparan con sus fusiles Fal desde sus posiciones. Los proyectiles penetran las ventanas y las puertas, destruyéndolo todo. Un guerrillero sale al jardín por una de las ventanas y cae acribillado a balazos. Continúa el tiroteo con gran intensidad, pero los guerrilleros ya no contestan el fuego. Se ordena un alto al fuego y se esperan unos minutos. Silencio absoluto. Se decide penetrar al inmueble. El impacto de las balas ha destrozado todo. Hay un guerrillero muerto boca abajo, en su mano sostiene una metralleta. Dos guerrilleros más agonizan y son trasladados al hospital cerca no, donde mueren minutos más tarde. En el mismo hospital se les presta atención a los funcionarios heridos de la Policía Técnica Judicial.
Los guerrilleros muertos fueron identificados como: Luis Eduardo Colls González (a) Jimmy, José Elio Sánchez Romero (a) Freddy, Francisco Edmundo Hernández Cruz (a) Rigoberto; dos guerrilleros más no fueron identificados.
Cómo sucedieron los hechos
3 de junio de 1972
El Comando Antisecuestro queda establecido en mis oficinas del tercer piso. El tercer piso de la DISIP está aislado de los demás departamentos. Una reja de hierro con cerradura especial, limita el acceso, que solamente se le permite a personas autorizadas. La distribución es la siguiente: en un ala del piso se encuentra mi oficina, con un privado para mi secretaria Matilde; en mi oficina tengo un archivador de seguridad, donde guardo papeles y documentos secretos y privados y varias armas personales y deportivas. Al final de la oficina está una habitación con baño y aire acondicionado, donde duermo cuando el trabajo no me permite ir a mi casa o cuando las operaciones se prolongan hasta altas horas de la noche. En esa misma ala se encuentra un salón con un equipo de transmisiones especiales y varias pequeñas mesas con máquinas de escribir. Es la sala de la División de Vigilancia Estática y Dinámica. Aquí, diariamente, los funcionarios se reúnen con el subcomisario Hernán Reyes, que les señala el objetivo a vigilar. Al final del trabajo los funcionarios elaborarán un informe escrito. En la otra ala se encuentra el departamento más secreto de la División General de Seguridad, el recinto de la División de Medios. El comisario Alí guarda celosamente, y auxiliado por sus técnicos, equipos interceptadores de teléfonos, transmisores pequeños incrustados en objetos diferentes como ceniceros, cámaras con lentes gran angular escondidos en maletines. carteras, etc., para tomar fotografías sin ser notado y numeroso equipo sofisticado que ayudará a la investigación. Otra división que está ubicada en el mismo piso y bajo mi control, es la de armamentos. Zavala tendrá el control de las armas del Cuerpo.
Los funcionarios tendrán asignada permanentemente su arma de reglamento y podrán pedir subametralladoras y escopetas según la necesidad de su misión. Cada arma tiene una tarjeta, que será llenada y firmada por el funcionario a quien se le asigne. La Brigada de Explosivos, que también está bajo mi control, por su naturaleza y por poseer vehículos o carros antioombas, está ubicada en los sótanos del edificio. El subcomisario Carlos Fabri tendrá a su cargo la jefatura de la división. Otra división asignada a mi cargo, cuyas oficinas están ubicadas en el tercer piso, es la de Protección a Personalidades, cuyo jefe es el subcomisario Diógenes Castotello. Desde esa oficina, ubicada en el tercer piso, Castotello coordina la protección que se da a dignatarios, políticos, etc. Bajo su control está personal, armamento adecuado y varios vehículos. Como su labor no es secreta, usa las comunicaciones de la central del Cuerpo. Yo quedo al mando de la operación y distribuyo responsabilidades.
Febrero de 1972
Maracaibo es la capital de la industria petrolera, la segunda ciudad de Venezuela. situada como a 400 millas de Caracas. Bandera Roja había planeado y tratado de ejecutar un secuestro en esa ciudad: su objetivo, Samuel Belloso, uno de los hombres más ricos del país.
La operación se trató de realizar utilizando efectivos de BR v algunos guerrilleros del FALN. Era la primera misión que intentaban las dos organizaciones coordinadamente. La operación fracasó y los guerrilleros regresaron a Caracas.
Cuidadosamente se planificó una reunión entre Douglas Bravo y Carlos Betancourt (a) Gerónimo. La casa la proporcionó el FALN en la urbanización El Cementerio. Se tomaron medidas de extrema seguridad.
A la reunión asistieron por BR: Gerónimo, Otilio y un guerrillero a quien llamaban El Motilón. Por el PRV-FALN: Douglas Bravo, Alí Rodríguez y El Catire Larralde.
Discutieron ampliamente sobre la integración de las dos organizaciones en el CIR y aprobaron realizar varias operaciones coordinadas. Se analizó el fracaso de la operación de Maracaibo.
Bandera Roja tenía un nuevo proyecto: el secuestro del industrial Carlos Domínguez Chávez, hombre de negocios con fábricas de envases de metal y conocido como el "Rey de la Hojalata". Tenía 70 años y salía siempre solo, conduciendo su propio vehículo; frecuentemente visitaba a sus amistades en horas de la noche, lo que lo hacía un blanco fácil para la operación propuesta.
Los miembros del CIR se pusieron de acuerdo y encargaron a Otilio la planificación del secuestro. Empezaría la vigilancia de Domínguez para observar y establecer su rutina.
Los demás pormenores los discutirían Otilio por BR y All Rodríguez por el FALN; en futuros contactos serán los hombres encargados por sus organizaciones para planificar y ejecutar la operación.
Seguimiento y vigilancia de Carlos Domínguez
Para el seguimiento de Domínguez, Otilio responsabilizó a Raúl, un combatiente veterano de nombre Pedro Vélez Acuña. Desde muy temprana edad comenzó su vida como guerrillero; a los dieciséis años, en su pueblo natal, mató a sus dos primeros policías. Experto en operaciones urbanas, vivía en Caracas desde hacía más de un año. Hacía vida marital con una conocida guerrillera, Emperatriz Cordero Guzmán (a) Sonia. Ella había estado largo tiempo en la montaña con el Frente "Antonio José de Sucre", en el Oriente del país. Participó en varias emboscadas y acciones contra las fuerzas armadas. Se había enamorado de Raúl y compartían un apartamento de una habitación en un edificio situado en la avenida principal de la urbanización El Llanito, en el Este de la ciudad.
Otilio había dado a Raúl la dirección de Domínguez, la quinta Anácar, en la urbanización El Paraíso, cruce con avenida Páez y Washington. También le entregó una foto y sus señas fisonómicas: 1.70 de estatura, piel blanca, contextura normal, cabello blanco y escaso, edad aproximada 70 años, conduce un Cadillac azul, modelo reciente.
Con todos estos datos Raúl organizó la operación de seguimiento. Haría contacto con el Ciego Montilla, guerrillero recién reclutado y de poca experiencia; este sería su primer trabajo de importancia. Se reunió con Sonia en una cafeteria de la urbanización La California Norte. Allí Raúl encargó a Sonia y al Ciego, la vigilancia de Domínguez.
Previamente a esta reunión, Raúl había revisado la residencia de Domínguez y sus alrededores. Frente a la quinta Anácar había un pequeño parque, desde donde se observaban todas las actividades de la vivienda.
La mañana siguiente a la reunión, a las 07:00 a. m., Raúl conduciendo un Fiat 2300, color rojo oscuro, con Sonia a su lado, recogieron al Ciego Montilla y se dirigieron al sitio de la vigilancia: Raúl permaneció en el carro. Sonia y El Ciego se bajaron y se sentaron en un banco del parque, desde donde podrían observar la casa. A las 8:30 a. m., salió Domínguez conduciendo su Cadillac azul; tomó la avenida principal de El Paraíso, llegando a su oficina de trabajo. Durante todo el trayecto los guerrilleros lo vigilaron a una distancia prudencial. Domínguez conducía despacio y era fácil seguirlo. Cuando llegó a la oficina, Raúl buscó un lugar donde estacionarse y montar la vigilancia sin parecer sospechosos. Domínguez regresó a su casa a las 12:00 m. y volvió a salir de ella a las 2:30 p. m.: regresó a su oficina, de donde salió a las 5:00 p. m. para su casa.
Así se mantuvo la vigilancia, de lunes a viernes, durante tres semanas. Ni un solo día varió la rutina. Solamente una vez, en el camino al trabajo, detuvo su carro en una farmacia. Sonia se bajó del Fiat y saliendo Domínguez, penetró en el local; compró unas aspirinas y, con suma habilidad, y sin levantar sospechas, entabló conversación con el empleado, enterándose de las medicinas que compró Domínguez. Es así como se supo que padecía de una enfermedad coronaria y de los medicamentos que tenía prescritos.
Después de un tiempo cambiaron las horas de vigilancia. Ahora lo vigilaban por la tarde y por la noche. Raúl había incorporado a la vigilancia a Marco Antonio Ludeña (a) Segundo, un joven de 1.90 de estatura, de 24 años, quien hacía poco tiempo se había incorporado a la Unidad. No tenía experiencia y Raúl lo inició y adiestró. Era buen conductor de motocicletas y tenía una moto Yamaha 350.
Durante varias semanas, Domínguez fue vigilado; salía, generalmente, entre las 6:30 y7:00 p. m., de la casa. Todas las noches visitaba viejas amistades. Su primera visita era siempre a casa de una "amiga", situada en el callejón Monteverde con calle Miranda, a pocas cuadras de su residencia. La visita a esta casa era diaria. Allí permanecía siempre como una hora, y luego salía a visitar otras amistades. Durante la vigilancia, los guerrilleros iban estableciendo la rutina de la víctima. Siempre la misma, siempre a la misma hora. En los meses siguientes, Raúl, Sonia, El Ciego y Segundo habían aprendido muchas cosas de su vigilado. Lo veían visitar ocasionalmente una casa de venta de discos en Chacaito, llamada Don Disco; allí compraba discos, se le aproximaron y vieron los títulos que compraba. Así supieron que Domínguez era fanático de la música clásica ligera. Conocieron sus relaciones, amistades, ubicaron a sus amigos más íntimos y anotaron cuidadosamente su dirección. Semanalmente, Raúl informó por escrito, haciendo un reporte de las actividades de su "objetivo". Los informes fueron analizados por Otilio. Poco apoco se conformó un perfil de amista des, costumbres, lugares que visitaba, etc. El conocimiento de todos estos datos ayudaría a Otilio a elaborar el plan del secuestro. Era tal el profesionalismo con el que ejecutaban la misión, que ni una sola vez fueron detectados por Domínguez.
Construcción del sitio de reclusión: la baticueva Marzo y abril de 1972
Mientras la vigilancia progresaba, Otilio se dió cuenta de que no se había equivocado en la elección del objetivo.
Se reunió de nuevo con los guerrilleros del PRV-FALN y decidieron seguir adelante con el plan del secuestro.
Ahora deberían procurarse un buen lugar para la reclusión de la víctima mientras permaneciera secuestrada.
Otilio encargó de la búsqueda del sitio adecuado a un viejo guerrillero llamado Erebo de Jesús Ruiz (a) Track, constructor de obras. Militaba desde hacía varios años con los grupos subversivos, pero nunca había sido detectado y no se le buscaba.
Trabajaba haciendo labores de construcción con un camión de volteo Fargo. Su zona de operaciones era el poblado de Los Teques, a unos 40 kilómetros de Caracas, en la carretera Panamericana. Allí lo conocía mucha gente. Alto, delgado, con un fino bigote, siempre vistiendo ropa de trabajador y siempre trabajando, nada lo hacía sospechoso.
Otilio se reunió con Track y le dijo lo que quería: una pequeña vivienda, preferentemente comprada, para poder hacerle las adaptaciones necesarias para internar a una persona que permanecería secuestrada por tiempo indefinido.
Inmediatamente Track se puso a la búsqueda del inmueble. Corría la primera quincena del mes de abril.
Una semana después, encontró una pequeña casa en malas condiciones que necesitaba reparación y que le pareció adecuada. Estaba situada en el caserío El Trabuco, como a unos 7 u 8 kilómetros del poblado Los Teques. La casa era de tipo campesino, alargada y distribuida de la siguiente forma: una sala, inmediatamente después dos cuartos, el comedor y la cocina al final de la vivienda. La cocina tenía salida a un pequeño patio de tierra, donde estaba una ducha y un servicio sanitario. Estaba ubicada en una pequeña loma, que la situaba por encima de las demás casas. A su derecha, como a unos 6 ó 7 metros, pasaba la carretera Panamericana, que en ese tramo sube en pendiente pronunciada. A la izquierda pasaba la única carretera pavimentada del caserío El Trabuco. También en frente, más abajo y dando al fondo de la casa, se podía ver una pequeña bodega, donde los pocos habitantes del poblado hacían sus compras.
Track sabía que la casa estaba en venta, se interesó y se informó del precio y de todos los pormenores. Se reunió y habló con Otilio y, entre ambos, prepararon la operación de compra del inmueble.
Rubén Ricardi (a) Alcides, un guerrillero rural, oriundo de La Morrocoya, Estado Monagas, hacía tiempo que estaba siendo buscado por las autoridades. Su hermano, guerrillero también, fue muerto en un encuentro con la fuerza pública.
Alcides vivía con su mujer, que estaba en avanzado estado de gestación, en el campo, donde realizaba labores agrícolas. Era utilizado esporádicamente por la organización. Bajo de estatura.
de escasa instrucción, pero de clara inteligencia, había sobrevivido, participando en varias acciones. Era hombre de confianza de Otilio, quien lo conocía desde hacía varios años.
Otilio realizó los contactos y le envió dinero para que se trasladara a Caracas. Llegó en autobús a la terminal del Nuevo Circo, donde lo esperó Argenis Betancourt (a) Florindo, hermano de Carlos Betancourt que le proporcionaría alojamiento. Al día siguiente se entrevistó con Otilio, quien le explicó lo que debía hacer. Lo puso en contacto con Track, que estaba encargado de la compra de la casa.
Se le proporcionó una cédula de identidad falsa. La compra se realizó sin ninguna dificultad y pagaron 4 mil bolívares por la casa (unos dos mil dólares).
Alcides se trasladó de nuevo a su casa de La Morrocoya, recogió sus pertenencias y regresó con su mujer; inmediatamente ocuparon la vivienda que acababan de comprar. El tipo, las vestimentas y todo lo que se relaciona con la pareja, no desentonaba con el ambiente del lugar.
Rápidamente Alcides y su mujer se mezclaron con la pequeña población rural de la zona y pasaron desapercibidos, como una pareja más. Compraban en la bodega, pero siempre limitando sus compras a pequeñas cantidades para no levantar ninguna sospecha.
A los pocos días de estar establecidos, llegó Track en su camión Fargo, con dos obreros y comenzaron a construir una pequeña obra en el inmueble. Nada era sospechoso en el ambiente que rodeaba la operación. Track era conocido constructor y los habitantes de la zona estaban acostumbrados a verlo trabajar construyendo pequeñas obras. Tampoco despertaba sospechas cuando compraba en Los Teques: cemento, arena, ladrillos, clavos, láminas de zinc, un lavamanos, un inodoro, malla, alambre, dos extractores de aire y demás materiales de construcción, trasladándolos en su camión. Era muy conocido entre los vendedores de materiales.
Los obreros no eran otros que Otilio y el guerrillero Alí, de las FALN. Ellos, junto con Alcides y Track, pondrían la mano de obra para la construcción del sitio de reclusión del secuestrado.
La obra comenzó de inmediato. Track adquirió los materiales en Los Teques y los trasladaba en su camión, descargándolos en el patio de la casa. Alcides le sirvió de ayudante. En tres o cuatro viajes todo el material fue transportado y comenzó la construcción.
Empezaron por levantar una pared de ladrillos que dividía en dos el comedor y habilitaba para construir una pequeña habitación de unos 3 x 3 metros. Allí instalaron el lavamanos, la poceta o inodoro, los dos extractores de aire y se construyó un pequeño túnel que salía a la parte oeste de la Panamericana y que se usaría como vía de escape en caso de ser detectados por la policía.
Los obreros no tenían experiencia en este tipo de trabajo y la obra se desarrollaba lentamente. Comenzaban todos los días a las siete de la mañana. A las doce, almorzaban; la mujer de Alcides les preparaba los alimentos; un breve descanso y continuaban trabajando hasta las cinco de la tarde. A esa hora, Otilio y Alí regresaban a Los Teques en el camión de Track, donde tomaban un carro que dejaban allí y volvían a Caracas.
En pocos días el. trabajo quedó terminado; la pared separaba el espacio del resto de la casa. Dejaron una abertura de 80 x 80 cms., que servía de comunicación y de entrada a la habitación construida. La pared quedó frisada y pintada; la abertura, situada a un metro de altura, era cubierta por un mueble; dentro del espacio que ellos llamaron "la baticueva", habían introducido, antes de hacer la pared, una cama de hierro individual, pequeña, con su colchón, dos literas, una mesa con tres sillas y habían separado un espacio de un metro de ancho con una rejilla de acero. Allí guardaban las armas, 5 AH-47, que habían traído de Cuba hacía unos cinco años, cuando el grupo de guerrilleros cubanos y venezolanos desembarcaron en Venezuela.
El resto de la baticueva estaba distribuido de la siguiente forma: adyacente a la cama, el lavamanos y la poceta; una cortina de nylon dividía en dos el espacio, aislando la mesa con las sillas del resto de la baticueva. En ese pequeño sector estaba instalado un panel con dos luces que establecía un sistema de comunicaciones con el resto de la casa. Las luces de colores (blanca y roja) servían para comunicarse de adentro hacia afuera y viceversa, indicando cuando solicitaban alimentos, alguna comunicación verbal, etc. En caso de peligro, la baticueva se iluminaría de rojo para alertar a los guerrilleros. Las luces estaban conectadas de tal forma que, al encender la luz de la cocina, se activaba la luz roja y, al encenderse la luz de la sala, se activaba la luz blanca. Dos extractores purificaban el aire de la habitación.
En el exterior de la casa había un excusado y un pequeño baño con su ducha para ser utilizado porAlcides y su mujer. En el patio de la casa, gallinas y conejos completaban el aspecto de vivienda humilde de tipo rural, muy parecida a las casas tipo campesino que se encontraban en el barrio El Trabuco.
Poco a poco, sin despertar sospechas, fueron llevando alimentos secos que almacenaron en la cocina y que les permitían tener reservas para varios días. Sin embargo, para no resultar sospechoso, Alcides realizaba pequeñas compras en la bodega de la esquina, como lo hacían los habitantes de la zona.
Muerte del guerrillero Honorio José Navarro (a) Colina
14 de marzo de 1973
Las actividades de Honorio José Navarro (a) Colina se desarrollaron con la guerrilla rural de la FALN, llegando a ser lugarteniente de Elegido Sibado (a) Magoya.
Con el grupo que comandaba Magoya y que actuaba en el triángulo montañoso de los Estados Lara, Yaracuy y Falcón, en el occidente del país, Colina participó en emboscadas y secuestros de ganaderos. Podemos citar el secuestro de Cándido Farnataro, en el Paují, Estado de Lara; el del Dr. Luis Infante Betancourt, en el Estado Yaracuy, y el de Armando Javier Mogoyón, también en el Estado de Lara.
Colina había alquilado una habitación en la casa de una señora llamada Evangelina Arrieta, en el barrio Panamericano, en el kilómetro 27 de la carretera de Los Teques.
A la una de la tarde llegó a su casa. Una comisión del DIM lo estaba esperando y al verlo le dieron el alto. Colina extrajo su anea y le hizo varios disparos a la comisión que respondió el fuego, dándole muerte.
Muere el guerrillero Antonio Parra 1 de mayo de 1973
A las dos de la tarde del día primero de mayo, murió en combate con la DISIP el guerrillero urbano de Bandera Roja, Antonio Parra; el hecho ocurrió en los bloques del 23 de Enero.
Muerte de Américo Silva 1 de abril de 1972
En diciembre de 1971, el comandante de la guerrilla rural de BR, Américo Silva, había bajado de las montañas y se encontraba en Puerto Ordaz, población situada como a unos 600 kilómetros de Caracas, en el sur del país. Esta es una zona rica donde se encuentran las concentraciones mineras y las industrias metalúrgicas. La región no es montañosa, pero tiene grandes extensiones selváticas, lo que permite las operaciones guerrilleras.
Américo Silva estaba haciendo, desde hacía varios meses, los contactos necesarios para organizar un nuevo frente guerrillero rural. En las montañas de Oriente la guerrilla había quedado al mando de Miguel Salas Suárez.
Aquella noche del día 1 de abril, Américo regresó de San Félix, población cercana a Puerto Ordaz. Ocupó el asiento delantero, al lado del conductor, en un Chevrolet Impala, modelo 69, que conducía un guerrillero llamado Centeno. Eran las once de la noche y la carretera tenía poco tránsito. Iban confiados, pues en los últimos meses habían recorrido ese tramo de carretera varias veces y nunca habían tenido problemas. Ambos poseían identidades falsas y no tenían ningún temor de ser descubiertos.
El carro avanzaba a velocidad moderada. En el kilómetro 27 había una alcabala de la Guardia Nacional. Detienen el carro y los guardias les pidieron sus identificaciones; los guerrilleros se las muestran, como lo han hecho en ocasiones anteriores.
El soldado José Raúl Alcalá notó algo sospechoso y los mandó a bajar del vehículo. Américo tenía una pistola 45 en las manos y disparó contra el soldado, quien cayó muerto al recibir un balazo en el pecho y otro en la cabeza. Los guerrilleros abandonaron el auto, disparando contra los guardias de la alcabala, quienes respondieron al fuego. Américo recibió una ráfaga de Fal y cayó acribillado. Centeno logró escapar y se internó en el monte. Meses después, también moriría en un encuentro con el ejército.
Ultima reunión del CIR antes del secuestro
A fines del mes de mayo la baticueva estaba lista. Alcides se había mudado a la casa con su mujer y empezaba a hacer una vida normal y tranquila. Mientras tanto, se familiarizaba con la zona y recogía "inteligencia" de la misma. Por ejemplo: sabía que la bodega de enfrente, frecuentada por los habitantes del sector, cerraba a las 6:30 p. m. Después de que la bodega cerraba, las actividades disminuían y casi nadie salía de su casa. Por otro lado, a finales del mes de mayo, la vigilancia de Domínguez había concluido y había sido analizada por Otilio. Una vez establecida la rutina y los itinerarios del objetivo, sólo faltaba escoger el sitio y la hora más conveniente para efectuar el secuestro.
En la última reunión entre BR y el FALN decidieron los últimos puntos de importancia:
1. La intercepción de Domínguez la realizarían tres miembros del FALN, acompañados por un miembro de BR.
2. La hora escogida sería entre las 6:30 y 7:30 de la noche.
3. El lugar seria el callejón Monteverde, cruce con calle
Miranda, El Paraíso
4. La protección de la intercepción y el traslado del secuestrado al sitio de reclusión estaría a cargo de BR. De esta forma, si alguno de los participantes en la intercepción era capturado, no podría decir el lugar donde tenían recluido a Domínguez.
5. La reclusión estaría controlada por BR. Los guerrilleros que habían participado en la construcción del sitio de reclusión serían quienes custodiarían a Domínguez durante su cautiverio. Solamente los constructores de la baticueva conocerían la ubicación de la misma y siempre estarían con Domínguez. Además, no tomarían parte en la intercepción ni en el cobro del rescate.
6. El día fijado para el secuestro fue el 1 de junio de 1972.
Captura y liberación de Oswaldo Alcalá en Turmero 26 de mayo, 1972
El 26 de mayo, uno de los guerrilleros de Punto 0, llamado Oswaldo Alcalá, es detenido en el poblado de La Encrucijada por la Guardia Nacional, después de recibir un tiro en el tobillo; lo trasladan a la población de Turmero y lo internan en el cuartel de la policía. Turmero es un pueblo de unos 40,000 habitantes, situado a 80 kilómetros de Caracas.
Dos horas después, Rubén y Bottini, acompañados por un guerrillero conocido como Coco Liso, salen de La Victoria y llegan a Turmero. Viajan en un jeep color rojo.
Llegan al cuartel de la policía mostrando credenciales y portando armas largas; se hacen pasar por funcionarios de la DISIP y piden hablar con el prisionero. Una vez adentro, encañonan y desarman a los efectivos policiales, liberan al prisionero y se llevan el armamento consistente en 2 subame-tralladoras y 3 carabinas M-1, además de las armas cortas de los policías. En el camino los guerrilleros detienen un vehículo, lo toman y, abandonando el jeep color rojo, toman la autopista hacia Valencia.
La policía de Turmero se comunica con la DISIP en Caracas y Ie informa del suceso. Inmediatamente sale una comisión al mando del comisario Cristóbal, compuesta de 40 funcionarios en diez vehículos. La persecución se concentra en Valencia. Se pide cooperación estatal al ejército para montar alcabalas que impidan la salida (le los guerrilleros de la ciudad. Todos los puntos de salida son controlados. Mientras tanto, los f uncionarios de la DISIP registran todos los hoteles y casas de huéspedes, sin ningún resultado. Se constituye un comando de operaciones en las oficinas de la DISIP en Valencia y todas las comisiones deberán emanar de ese comando.
Los guerrilleros son vistos en un barrio, en las afueras de Valencia.
Sin coordinar con el comando, una comisión de la Policía Estatal en un vehículo marca VW se dirigen al sitio. En el vehículo van 4 policías. En la acera hay un hombre sentado con una bolsa en la mano. La policía pasa despacio por su lado. Es Rubén, quien se levanta, saca la subametralladora de la bolsa y abre fuego. Rafael Bottini sale cíe su escondite y también dispara sobre el vehículo que recibe el fuego cruzado; todos sus ocupantes resultan muertos o heridos. El balance: Freddy Moreno Urbina y Juan Reyes, muertos; Pedro Alvarez y Alberto Mendoza, heridos.
Rubén y Bottini sacan a los moribundos del vehículo, los rematan en el suelo e inmediatamente abordan el VW y se marchan. Con el carro agujereado por los proyectiles, los vidrios destrozados y lleno de sangre, no podrán circular por mucho tiempo. Saben su situación: así no podrán pasar las alcabalas. A Rubén se le ocurre una idea y la pone en práctica.
Se dirigen a las oficinas de la Policía Técnica Judicial (PTJ) de Valencia. Todos los guerrilleros con sus armas abandonan el VW como a tres cuadras de la PTJ y caminan a pie hacia allá. Coco Liso y Alcalá esperan en una calle cercana, Rubén y el Loco Bottini se sitúan como a cincuenta metros de las oficinas, portan sus subametralladoras. Cualquiera que los vea pensará que son funcionarios de la PTJ. A las 5:00 p. ni., un funcionario de policía, conduciendo un jeep con las siglas de la PTJ, sale de la Central. Cincuenta metros más allá los dos hombres portando armas largas le hacen señas para que se detenga. El funcionario detiene su vehículo. Cree que son compañeros suyos. Rubén y Bottini lo amenazan con sus armas y abordan el vehículo. Piden que conduzca despacio; tres cuadras más adelante le están esperando Coco Liso y Alcalá, quienes también se introducen en el jeep. Con el vehículo de la PTJ y las credenciales del funcionario que llevan prisionero logran pasar, sin levantar sospecha. la alcabala que conduce a la carretera que va a Tinaco. Es así como los guerrilleros, después de libertar a Gilberto Alcalá y de enfrentar a la policía, ocasionándole dos muertos y dos heridos graves, logran romper el cerco y escapar.
Secuestro y reclusión de Carlos Domínguez
1 de junio, 1972
Llega el día programado para efectuar el secuestro. A la 1:00 p. ni. se reúnen en una casa de la urbanización El Cementerio, los cuatro miembros del PRV-FALN que tomarán parte en la primera fase: la intercepción del secuestrado. Son ellos: El Chino Daza, Larry, El Policía y el Negro Jimmy. Los tres primeros ejecutarán la intercepción y el Negro Jimmy actuará de apoyo al operativo.
BR también tiene listo su personal: El Ciego, Sonia y Segundo no tornarán parte en la primera fase, pero han sido, con anterioridad, entrenados por Raúl para intervenir en las fases subsecuentes.
Raúl, Pancho, Regis, Brito, Anzoátegui y Track realizarán una serie de traslados y cambios de vehículos que concluirán con la reclusión del secuestrado en la baticueva.
Las dos organizaciones sitúan las arreas y los carros que vana utilizarse. Previamente, los vehículos y el armamento han sido revisados, para asegurar que están en perfectas condiciones. A cada guerrillero, según su misión, se le ha asignado el armamento adecuado. Subametralladoras a los más expuestos, pistolas y revóleres al resto. Los carros han sido revisados, cauchos, baterías, encendido en general y los tanques de gasolina llenos.
Los hombres también estarán agrupados en "casas seguras" a las 4:00 p. ni. Si alguno de los secuestradores fallara, habría tiempo para sustituirlo. Ningún grupo sabe la misión de los otros. Solamente conocerá la parte que le toca. Todas las operaciones han sido minuciosamente ensayadas y no hay lugar a confusiones ni equivocación.
Otilio revisa de nuevo el operativo y no encuentra falla, ni nada qué cambiar. Una vez que se cerciora que todo está según lo programado y que no falta ningún combatiente, toma la carretera Panamericana y se dirige a la baticueva donde esperará al secuestrado... si todo sale bien.
Siete de la tarde. Domínguez, como de costumbre, sale de su casa. Viste pantalón beige claro, zapatos negros y su tradicional camisa blanca de mangas cortas. En su muñeca izquierda un reloj Rólex de oro. Conduce su Cadillac azul. Sin desviarse, ni detenerse en ningún lacio se dirige al callejón Monteverde a visitar a su amiga. Allí está montado todo el operativo BR-FALN para secuestrarlo.
Son las 7:15 p. ni. y ya casi es (le moche; el callejón Monteverde, cruce con calle Miranda es un sitio con muy poca actividad. Un vecindario de clase media. Los guerrilleros saben que Domínguez llega siempre allí cíe 7:00 a 7:30. Desde las 6:45 se encuentra estacionada una camioneta Chevrolet verde, modelo reciente; en su interior se encuentran El Chino Daza y El Policía; al volante Larry. A unos 15 metros están Raúl y El Catire Larralde en un Hillman blanco.
Los dos carros forman parte del grupo de intercepción; todos los integrantes son guerrilleros experimentados, veteranos de la guerrilla urbana con muchos años de clandestinaje y de operaciones subversivas.
Entra el Cadillac azul en el callejón Monteverde, Larry prende el motor y enciende las luces largas de carretera, las que dan de frente a Domínguez, dejándolo encandilado. La camioneta se le atraviesa obligándolo a frenar y detenerse. Se bajan El Chino Daza y El Policía y se aproximan al Cadillac. El Chino Daza, portando una subametralladora encañona a Domínguez por la puerta izquierda del carro, mientras El Policía lo hace por la parte derecha. Se identifican como fuuncionarios del DIM y, abriendo las puertas, hacen que Domínguez quede entre los dos, ocupando el asiento del medio. El Chino torra el volante y conduce hasta el callejón Miranda, por la calle Miranda, donde se encuentra un Chevrolet Impala. modelo 1966, color verde, con techo de vinyl negro. robado en la ciudad de Valencia para la operación. En éste esperan Pancho, Regis y Brito. Introdricen a Domínguez en el asiento posterior del vehículo. El Chino y el Policía se llevan el Cadillac y lo abandonan en la subida de Los Laureles, en El Paraíso, cerca de la Universidad Santa María.
El Chevrolet, conduciendo a Domínguez, sigue por la calle Miranda y toma la autopista "Francisco Fajardo", vía Petare. Para este transbordo sirve de protección el Fiat 2300, color rojo oscuro, donde viajan Segundo, el negro Jimmy y Raúl, quien se ha cambiado de vehículo.
En ese momento el pánico se apodera de Domínguez, quien ya se da cuenta de que va secuestrado. Trata de serenarse y de observar todo lo que está ocurriendo. Siente un pinchazo en el brazo izquierdo: el guerrillero Regis le ha inyectado una fuerte droga que comienza a surtir efecto casi de inmediato. Nada se habla, nada se pregunta. Observa los carteles luminosos de la autopista que comienzan a distorsionarse en luces de distintos colores, y se percata de que lo conducen vía Petare. Todo empieza a desaparecer de su vista, oye voces lejanas y entra en un estado de sueño agradable. Pierde el conocimiento...
A la altura de San Agustín, en el hombrillo de la autopista, efectúan un cambio de personal: Raúl pasa al Chevrolet Impala acompañado de Domínguez en el asiento trasero. Regis baja y se va en el Fiat 2300 el cual, al llegar al distribuidor de Valle Abajo, se desyía y cesa la protección al carro donde va el secuestrado.
El Chevrolet Impala, donde va Domínguez, sigue la ruta de la autopista hacia la vía Valle-Coche y sube por la entrada de la carretera Panamericana. En la bomba de gasolina que se halla del lado derecho de la vía lo están esperando Track y Anzoátegui, dentro de un Ford Fairlane 500, color verde botella.
El Chevrolet Impala es conducido por la carretera de Los Teques, seguido del Ford Fairlane 500 el cual, al recorrer 7 kilómetros aproximadamente, se pone delante del Chevrolet. Cuando faltan 2 kilómetros para llegar a la alcabala de Los Teques, ambos vehículos son desviados hacia un cruce al lado izquierdo de la Panamericana, por un camino de penetración muy angosto. Una vez recorridos 3 kilómetros, se detienen e introducen a Domínguez en una furgoneta VW de color beige, acondicionada para esconderlo.
Mientras se realiza este transbordo, Track en el Ford Fairlane verde, efectúa vigilancia: regresa a la autopista por el mismo camino de penetración y sale de nuevo a la Panamericana, como a 2 kilómetros rumbo a Los Teques. Allí retorna al sitio donde está la furgoneta y acompañado de Anzoátegui bordean la alcabala por el camino de penetración y salen de nuevo a la Panamericana. Allí, en la Plaza Bolívar, encuentran el camión de volteo de Track y efectúan el tercer y último cambio, colocando a Domínguez en la parte posterior del camión, tapándolo con una lona. De aquí se dirigen al caserío El Trabuco, donde se encuentra el sitio de reclusión.
Al llegar a la baticueva es noche cerrada y hay muy poca actividad en el sector. Ha llovido y la entrada de tierra de la casa está empantanada. Domínguez empieza a sentir que se le está pasando el efecto de las drogas. Sin embargo, sus piernas no lo sostienen y su visión es nebulosa. Lo sacan del camión y tienen que hacer grandes esfuerzos para ayudarlo a subir la pendiente de 6 ó 7 metros que conduce a la entrada de la casa. Otilio ayuda y dirige la operación. Una vez en la casa, lo llevan a la habitación donde está el agujero que conduce a la baticueva y lo introducen en él con muchísimo trabajo. Otilio y Alí penetran con Domínguez en el sitio de reclusión, le quitan su reloj Rólex de pulsera, sus lentes y sus zapatos. Le ponen unas zapatillas y lo acuestan en la pequeña cama.
En Caracas, los guerrilleros tomarán rutas y destinos diferentes. Esconden las armas y los vehículos y ellos mismos permanecerán escondidos, a excepción de los que tornarán parte en las fases siguientes de la operación: negociación con los familiares del secuestrado, cobro del rescate y liberación de Domínguez.
Una vez concluida la operación, los vehículos y las armas son trasladados de esta manera: Pancho se marcha en el Chevrolet Impala a Maracaibo. Regis entrega en San Bernardino a Brito el Fiat 2300 y un revólver calibre 32, un revólver calibre 38 y una subametralladora Uzi. Raúl continúa en el Ford Fairlane 500, donde lleva una subametralladora Madsen y una pistola Browning calibre 9 mm. y regresa a su escondite en las Minas de Baruta.
Mensaje de los secuestradores
En Caracas, la señora Domínguez recibe una llamada telefónica de los secuestradores, comunicándole que su esposo ha sido secuestrado, que avise a su hijo Carlitos para que recoja un mensaje que se encuentra cerca de la casa en un pote de jugos Yukery. También le advierten que no se comunique con la policía.
La señora, muy nerviosa, se da cuenta de que no es una broma. No hace preguntas. Inmediatamente se comunica con Carlitos y le transmite la petición de los secuestradores. Este se traslada a la residencia de sus padres y procede a buscar el pote de jugo, donde está el mensaje. La noche es oscura y tarda algún tiempo en hallarlo. Cerca de la entrada, pegado a la pared, hay un pote de jugo abierto, limpio; en su interior, un papel cuidadosamente doblado. Trata de leerlo en la oscuridad, pero le es imposible. Penetra de nuevo a la casa y rápidamente lee su contenido. El mensaje escrito a máquina explica con claridad las exigencias de los secuestradores. Al principio Carlitos se encuentra muy nervioso, no asimila lo que está pasando y no entiende bien, Lee el mensaje varias veces, dándose cuenta de los pasos que deberá seguir para salvar la vida de su padre.
Carlitos es un j oven de 36 años, alto, bien parecido, casado, con dos hijas; es el único hijo legal de Carlos Domínguez, quien tiene varios hijos de distintos amoríos, a los cuales atiende, mantiene y quiere: pero su preferido es el hijo de su matrimonio, Carlitos. Este a su vez profesa gran cariño a su padre y está muy unido a él.
Inmediatamente procede a poner un trapo rojo en las ventanas frontales de la casa, para indicar así a los secuestradores que sus condiciones y exigencias son aceptadas.
A continuación, copia textual del original del mensaje de los secuestradores:
Señora Domínguez, informamos a Usted, que hemos secuestrado al Señor Carlos Domínguez para exigir un rescate de Bs. 5.000.000 (Cinco Millones). De no cumplirse con este rescate, procederemos a ejecutarlo, así que dejamos en vuestras manos la decisión sobre la vida o muerte de su marido.
A continuación precisaremos algunas condiciones y recomendaciones. Las no previstas en esta carta, las haremos llegar en futuras correspondencias.
1. Deben comprometerse a no avisar a la policía y a manejar estas negociaciones en secreto. Si violan esta condición, su familiar corre riesgo de morir. Afirmamos categóricamente que de llegar el ejército al sitio donde lo tenemos, no tendrá ninguna oportunidad de sobrevivir. Por otra parte, en la medida en que ustedes ayuden a resolver rápido el problema, habrá mayores posibilidades de que logren rescatar a su familiar. Vean cómo en casos anteriores la policía argentina dificultó el pago para rescatar a Salustro y las consecuencias que ello tuvo.
2. Pueden inventar para todos los conocidos la excusa (le que el Señor Domínguez está enfermo o anda de viaje para el interior o cualquier otra excusa que ustedes consideren conveniente y que justifique su ausencia.
3. La obtención del dinero y su retiro deben hacerlo también en secreto y sólo enterando a los familiares cíe mayor confianza que sean imprescindibles para ello.
4. No vamos a admitir excusas fabricadas de acuerdo con la policía, tales como que no tienen el dinero (sabemos bien de las posibilidades), que no encontraron las estafetas, etc., y todas las tácticas dilatorias que acostumbra aconsejar la policía. Le recomendamos que no intenten jugar con nosotros, por cuanto ante el descubrimiento de que ustedes están colaborando con la policía, procederemos sin vacilaciones de ningún tipo, a ejecutar al secuestrado. Igualmente si por colaboración de ustedes llegara a caer alguno de nosotros en manos de la policía o si llegaran a entrabarse las negociaciones de tal manera que no fuera posible obtener el rescate en el tiempo previsto. Estaremos preparados para cualquier trampa. No nos confiaremos. Intentar engañarnos es condenar a muerte a su familiar. No vamos a extendernos en explicaciones, pero quede claro que dominamos a perfección los procedimientos de la policía y no van a lograr desbaratar esta operación. Su familiar permanecerá fuertemente vigilado y con toda la zona minada. No vayan después a lamentarse, ni cargar a nuestra cuenta el muerto. Están advertidos.
5. El dinero deben retirarlo y ubicarlo en la casa de un amigo de confianza y de relaciones poco conocidas con ustedes. Esto para facilitar los trámites del rescate. A dicha casa no deben ustedes llamar por teléfono ni tampoco a la inversa. Tampoco deben visitarse. Ese señor debe tener una fórmula (contraseña) para que le entregue el dinero a alguien que ustedes envíen. Ese alguien lo indicaremos en futura oportunidad y a él le indicaremos día, forma y hora de entregar el dinero.
6. El dinero debe estar listo en un plazo no mayor de 72 horas. Debe estar fraccionado así: 3.000.000 (tres millones) en billetes de 100: 1.000.000 (un millón) en billetes de 500 y 1.000.000 (un millón) en billetes de 50 dólares. Deben hacerse pacas de 100.000 Bs. Este dinero no debe estar marcado ni seriado. Procederemos antes de soltar al rehén a probar su convertibilidad y reactivaremos en busca de marcas o de cualquier indicio que pueda orientar a la policía a nuestra captura. Dominamos todos los procedimientos usuales y tenemos los activantes a mano. Les precisamos que sólo después de 5 (cinco) días de recibido el dinero pondremos en libertad a su esposo.
7. Al tener el dinero listo y estar en condiciones de entregarlo, deben derramar un pote de pintura blanca que manche parte de la calle y de la acera de la avenida Páez del Paraíso exactamente frente al Pedagógico. Esta pintura debe ser regada entre las 7 y 9 horas pasado meridiano; esto es para agilizar los tratos y tiene su razón en la posibilidad de que consigan el dinero antes de las 7 horas.
8. El plazo de 72 horas no es prorrogable, ni tampoco negociable el monto del rescate. Sabemos que ustedes lo pueden obtener en ese tiempo.
Nuestros mensajes irán acompañados de cartas del Sr. Domínguez o de efectos personales que lleve en el momento de la captura. Le decimos esto para evitar que la policía trate de enredar las cosas haciéndose pasar por nosotros.
9. 1 a correspondencia deberá ser recogida rápidamente.
10. Para las llamadas por teléfono, nos identificaremos como Júpiter; igual para las cartas. No debe comentar con nadie sobre este aspecto.
11. Caso de que por razones de la operación la policía estuviere ya enterada, antes de ustedes recibir la carta, deben exigirle al gobierno públicamente, que no controlen ninguno de sus teléfonos, que le suspendan la vigilancia a todas sus casas y sitios de trabajo y que no hagan ninguna gestión por localizar al secuestrado. Es decir, deben exigir que se les permita cumplir con las condiciones aquí señaladas para pagar el rescate.
12. Le recomendamos que para las cuestiones relativas al rescate no hablen por teléfono, ni siquiera en el caso de que la policía no está enterada. De la discreción de ustedes depende que todo sea más rápido y seguro.
13. Una vez recibida esta carta y aceptadas las condiciones deben poner un trapo rojo en las ventanas frontales de su casa.
14. Cumplidos los trámites arriba señalados, esperen por nuevas instrucciones.
Asignan el caso al comisario Luis Posada 2 de junio de 1972
Carlitos pasa la noche sin dormir. No sabe qué hacer y necesita comunicarse con alguien de confianza para que lo aconseje. Antes de que amanezca se comunica con Carlos Gasperi Landaeta, íntimo amigo de su padre. Lo cita en su casa, le enseña el mensaje y lo pone en conocimiento de los pasos dados. También llama al odontólogo Héctor Lemoine y a Carlos Guillermo Maneiro Rivero, ambos amigos de confianza de la familia.
Todos están de acuerdo en que lo más importante es salvar la vida de Carlos Domínguez y, por lo tanto, seguir las exigencias de los secuestradores.
A las 12:00m., Carlitos va al Banco Venezuela, se entrevista con Carmelo Lauria, Héctor Domínguez García e Idilio Sosa Martín. Les expone el caso. Los banqueros acceden a proporcionarle el dinero requerido, pero tienen dificultad en conseguir la cantidad en dólares que piden. Le aconsejan que se comunique con la policía. Del banco, Carlitos sale para el Ministerio del Interior, donde pide una entrevista con el Ministro. Dr. Nectario Andrade Labarca. Le dice que su padre ha sido secuestrado. El Ministro de inmediato llama a su Jefe de Policía, Dr. Remberto Uzcátegui. Escuchan el relato de todo lo ocurrido y prometen mantener absoluta discreción, limitando la acción policíaca al mínimo, hasta tanto no esté liberado el secuestrado.
El secuestro, sobre todo el secuestro político, lo realizan las organizaciones subversivas con doble fin; el propagandístico y el económico. Cuando hay un secuestro en el país, se movilizan y agrupan todas las fuerzas policíacas para combatirlo. Se crea un comando antisecuestro al mando de un funcionario de alta jerarquía de la DISIP, generalmente un comisario jefe de división general. Las demás policías se ponen a sus órdenes y atienden sus requerimientos. Por ejemplo, la policía encargada de los delitos criminales, la PTJ, pondrá a disposición y bajo requerimiento los departamentos de dactilocospía, grafología, homicidio, etc., realizará encuestas, pesquisas e investigaciones.
También los jefes de divisiones del cuerpo se pondrán a disposición del comisario asignado.
El Dr. Uzcátegui regresa a la DISIP e inmediatamente convoca a una junta de jefes de división. Acuerda que se me asigne el caso del Secuestro de Carlos Domínguez. En aquel tiempo ocupo el cargo de Jefe de la División General de Seguridad, a la que están adscritas la División de Vigilancia Estática y Dinámica, la de Medios Técnicos, la División de Armamentos, la de Protección de Personalidades y la División de Seguridad Interna.
Llamo a mi adjunto, el subcomisario Hernán, comenzamos a analizar lo sucedido y a programar una serie de operaciones.
Recibimos copia del mensaje de los secuestradores y estamos al tanto de que esa misma tarde, de 7:00 a 9:00 p. m., Carlitos derramará un pote de pintura blanca que manche parte de la calle y la acera de la avenida Páez del Paraíso, exactamente frente al Centro Pedagógico; de esta forma indicará a los secuestradores que se siguen todas sus instrucciones y que el dinero será conseguido en el plazo estipulado. Tenemos muy poco tiempo para planificar una operación discreta para cuando la pintura sea derramada.
La División General de Inteligencia, a cargo del comisario Ernesto y la División General de Operaciones pondrán sus divisiones y sus efectivos a disposición de la División General de Seguridad, encargada del caso. Es así cómo tendré la cooperación de la División de Fuentes Vivas (Informantes), a cargo del comisario Arnoldo y la División de Análisis, a cargo del comisario Francisco.
También pido la cooperación de la Policía Técnica Judicial, que me envía a los comisarios Tito Vera Ruiz, Rafael Fragachan, Luis Leal Colón, Dimas Oliveros y José Antonio González, y alrededor de 30 funcionarios.
Establezco el comando antisecuestro en el tercer piso de la sede de la DISIP, donde está instalada la Dirección General de Seguridad.
La actividad que se desarrolla no puede mantenerse con la discreción que deseamos. Tampoco existe secreto entre tantas personas y pronto se filtrará en los medios de comunicación que el industrial Domínguez ha sido secuestrado.
Señalo una reunión para el siguiente día en mi oficina a las 8:00 de la mañana, a la que deberán asistir los jefes de divisiones y los comisarios de PTJ, para discutirlas acciones a seguir y asignar responsabilidades en las distintas áreas que cubrirá la investigación.
Apresuradamente preparamos la primera operación para cubrir los acontecimientos que tendrán lugar esa misma tarde dentro de muy pocas horas,
Rubén y el Loco Bottini mueren en combate contra la DISIP
2 de junio de 1972
Frente a la Quinta Anácar, propiedad del industrial Domínguez, se encuentra el Banco del Centro Consolidado. Se ha recibido información de que los guerrilleros de Punto 0, específicamente su jefe Rubén y su lugarteniente, el Loco Bottini, tenían un contacto en el banco (un empleado) y planeaban efectuar un asalto.
Se establece una vigilancia estacionaria. Cuatro funcionarios se encuentran en los alrededores, haciéndose pasar por vendedores ambulantes.
El secuestro de Domínguez, efectuado la noche anterior, todavía no ha salido en la prensa, más, la noticia ya se filtraba en los medios de comunicación y los alrededores de la residencia de Domínguez se encuentran llenos de periodistas.
A la 1:00 p. m. se acerca un Hillman blanco, placas 20.5683 y se dispone a estacionar frente al banco. En su interior, los funcionarios reconocen a Rubén y Bottini, quien conduce el auto. En el piso del carro llevan un maletín abierto con una subametralladora Beretta, con varios cargadores, dos granadas de fragmentación M-26 y una pistola 45. Los funcionarios les dan el alto apuntándolos con sus armas. Rubén levanta la subametralladora y trata de hacer fuego, pero no puede accionarla. Ambos guerrilleros reciben fuego cruzado de los funcionarios de la DISIP y mueren al recibir numerosos impactos; al registrar sus bolsillos, se encuentran los recibos de alquiler de dos casas: una en Caracas y la otra en La Victoria, ambos alquileres fueron pagados el día anterior. Una comisión se dirige a la casa de Caracas, situada en la urbanización Petare; está vacía, pero se encuentran dos fusiles Fal, propaganda subversiva y varios documentos.
Al día siguiente otra comisión de la DISIP, auxiliada por funcionarios de la PTJ, sale para La Victoria para allanar la otra casa.
Con la muerte de Rubén y el Loco Bottini, Punto 0 sufre un rudo golpe. Sus cuadros andan en desbandada. Próximamente se sucederán otros enfrentamientos y detenciones, que dejarán prácticamente aniquilada su unidad guerrillera. Un fracaso más del dictador cubano al intentar, esta vez con guerrilleros venezolanos, derrocar por la fuerza de las armas, el gobierno legalmente constituido del Presidente Rafael Caldera.
Combate con Punto O en La Victoria
Mueren cinco guerrilleros
2 de junio de 1972
En los bolsillos de Rubén aparece un papel con una dirección: Calle Norte, Dr. Anselmo Cerro entre las Páez y Félix María Paredes, en La Victoria, que es 1-111 pueblo de unos 40 mil habitantes, situado a unos 50 kilómetros de Caracas.
Al día siguiente, como a las cuatro de la tarde, una comisión compuesta por tres patrullas de la PTJ y dos carros de la DISIP salen de Caracas hacia La Victoria para allanar la casa. Entre los funcionarios que ocupan las unidades hay cuatro subametralladoras y dos escopetas, sin mucho parque adicional. No van preparados para un combate de gran magnitud, sino para un allanamiento y una posible detención.
La comisión llega a La Victoria alas 5:15. ubican la casa que tienen el número 15-17. El inmueble se encuentra como a unos veinte metros del Hospital "Pedro Lazo". Es una casa vieja de mampostería, con grandes Ventanales, con puertas de madera y un jardín estrecho que la rodea. Está en un barrio antiguo de casas viejas, construidas una al lado de otra sin uniforumidad. La acera es muy estrecha y la calle que separa una acera de la otra es angosta, con capacidad para dos vehículos. La casa no tiene salida por detrás, solamente por la puerta de enfrente. Tiene dos ventanas al lado izquierdo, que dan al jardín.
La comisión estaciona las unidades en las cercanías de la casa, se bajan los funcionarios y se dirigen a la puerta de entrada.
Dentro de la casa hay cinco hombres y una mujer con un niño pequeño, de meses. La mujer es Brenda Esquivel, la concubina de Rubén, que tiene al niño durmiendo en una cuna portátil de lona y aluminio. Los guerrilleros se encuentran "enconchados", pues ya saben de la muerte, el día anterior, de su jefe Rubén y de su lugarteniente Rafael Bottini. Consideran la casa segura; sin embargo, han llevado al escondite dos fusiles Fal y dos subametralladoras; también tienen varias granadas de fragmentación M-26. Hay alimentos para permanecer en la casa por varios días.
Los funcionarios tocan la puerta y una voz pregunta:
-¿Quién es?
-Abran que es la policía.
Desde la ventana, que está medio abierta, lanzan dos granadas y los funcionarios se cubren detrás de las patrullas.
Una de las granadas explota debajo de una patrulla y sus fragmentos hieren a tres policías de la PTJ. Comienza un nutrido tiroteo. Los guerrilleros disparan ráfagas de Fal: los proyectiles 7.62 mm. rebotan en el asfalto y en las paredes, haciendo insostenible y peligrosa cualquier cubierta. Las balas 9 mm. de las subametralladoras de la policía no tienen efecto contra las paredes de la casa; solamente penetran en la puerta de entrada y las ventanas con puertas de madera, pero hacen imposible la salida de los guerrilleros. Se oyen gritos desde dentro del inmueble pidiendo la tregua. Cesan los disparos y se escucha una voz que dice:
-Hay una mujer y un niño, déjenla salir.
Se da permiso para que salga la mujer, a la vez que se les pide que se rindan. Sale Brenda con el niño en los brazos y corre a refugiarse al hospital. De nuevo disparan los guerrilleros rechazando la rendición y de nuevo comienza el tiroteo. Se abre la puerta y un guerrillero, disparando un Fal, trata de salir, pero es alcanzado por varios proyectiles y cae herido, con la mitad del cuerpo fuera de la casa; sus compañeros lo recogen y lo meten en la casa. Las municiones de la policía comienzan a escasear y se ordena economizarlas para utilizarlas en cualquier intento de salida de los guerrilleros.
Por la carretera, que pasa como a unos ,150 metros de la contienda, va un camión lleno de soldados. Al mando de la tropa está el teniente Marco Tulio Meneguerre. Un funcionario de DISIP ve que el camión se detiene al escuchar el tiroteo y le hace señas mostrándole el carnet y le explica la situación. El teniente desmonta la tropa.
Lleva los soldados frente a la casa y los sitúa en posición de combate. Los soldados disparan con sus fusiles Fal desde sus posiciones. Los proyectiles penetran las ventanas y las puertas, destruyéndolo todo. Un guerrillero sale al jardín por una de las ventanas y cae acribillado a balazos. Continúa el tiroteo con gran intensidad, pero los guerrilleros ya no contestan el fuego. Se ordena un alto al fuego y se esperan unos minutos. Silencio absoluto. Se decide penetrar al inmueble. El impacto de las balas ha destrozado todo. Hay un guerrillero muerto boca abajo, en su mano sostiene una metralleta. Dos guerrilleros más agonizan y son trasladados al hospital cerca no, donde mueren minutos más tarde. En el mismo hospital se les presta atención a los funcionarios heridos de la Policía Técnica Judicial.
Los guerrilleros muertos fueron identificados como: Luis Eduardo Colls González (a) Jimmy, José Elio Sánchez Romero (a) Freddy, Francisco Edmundo Hernández Cruz (a) Rigoberto; dos guerrilleros más no fueron identificados.
Cómo sucedieron los hechos
3 de junio de 1972
El Comando Antisecuestro queda establecido en mis oficinas del tercer piso. El tercer piso de la DISIP está aislado de los demás departamentos. Una reja de hierro con cerradura especial, limita el acceso, que solamente se le permite a personas autorizadas. La distribución es la siguiente: en un ala del piso se encuentra mi oficina, con un privado para mi secretaria Matilde; en mi oficina tengo un archivador de seguridad, donde guardo papeles y documentos secretos y privados y varias armas personales y deportivas. Al final de la oficina está una habitación con baño y aire acondicionado, donde duermo cuando el trabajo no me permite ir a mi casa o cuando las operaciones se prolongan hasta altas horas de la noche. En esa misma ala se encuentra un salón con un equipo de transmisiones especiales y varias pequeñas mesas con máquinas de escribir. Es la sala de la División de Vigilancia Estática y Dinámica. Aquí, diariamente, los funcionarios se reúnen con el subcomisario Hernán Reyes, que les señala el objetivo a vigilar. Al final del trabajo los funcionarios elaborarán un informe escrito. En la otra ala se encuentra el departamento más secreto de la División General de Seguridad, el recinto de la División de Medios. El comisario Alí guarda celosamente, y auxiliado por sus técnicos, equipos interceptadores de teléfonos, transmisores pequeños incrustados en objetos diferentes como ceniceros, cámaras con lentes gran angular escondidos en maletines. carteras, etc., para tomar fotografías sin ser notado y numeroso equipo sofisticado que ayudará a la investigación. Otra división que está ubicada en el mismo piso y bajo mi control, es la de armamentos. Zavala tendrá el control de las armas del Cuerpo.
Los funcionarios tendrán asignada permanentemente su arma de reglamento y podrán pedir subametralladoras y escopetas según la necesidad de su misión. Cada arma tiene una tarjeta, que será llenada y firmada por el funcionario a quien se le asigne. La Brigada de Explosivos, que también está bajo mi control, por su naturaleza y por poseer vehículos o carros antioombas, está ubicada en los sótanos del edificio. El subcomisario Carlos Fabri tendrá a su cargo la jefatura de la división. Otra división asignada a mi cargo, cuyas oficinas están ubicadas en el tercer piso, es la de Protección a Personalidades, cuyo jefe es el subcomisario Diógenes Castotello. Desde esa oficina, ubicada en el tercer piso, Castotello coordina la protección que se da a dignatarios, políticos, etc. Bajo su control está personal, armamento adecuado y varios vehículos. Como su labor no es secreta, usa las comunicaciones de la central del Cuerpo. Yo quedo al mando de la operación y distribuyo responsabilidades.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
El comisario Ernesto, Jefe de la División General de Inteligencia, tendrá a su cargo el análisis de todo el material proveniente de las investigaciones, pesquisas, información obtenida por medios técnicos como las intercepciones telefónicas, la microfonía, fotografías operativas, etc., operaciones de vigilancia y seguimiento, fuentes vivas (informantes), auxiliado por sus dos jefes de divisiones: el subcomisario Arnoldo, Jefe de la División de Control y Manipulación de Informantes y por el subcomisario Francisco, Jefe de la División de Análisis, Síntesis y Difusión.
El subcomisario Arnoldo se reunirá con sus oficiales del caso, controladores de informantes, pidiéndoles presionar a sus fuentes para que traten de obtener cualquier información relacionada con el secuestro.
El subcornisario Francisco suspenderá los trabajos habituales de los analistas y los pondrá exclusivamente a trabajar en la investigación del secuestro. Cualquier información, mensaje enviado por los secuestradores, grabación de conversaciones telefónicas o cualquier información obtenida por distintos medios, será inmediatamente sometida a análisis, comparada con otras informaciones, evaluada y, posteriormente, enviada al comando antisecuestro.
El subcomisario Hernán Reyes tendría a su cargo las operaciones de vigilancia estática y dinámica. Sus hombres estarán activos las 24 horas. Su labor se extenderá a vigilar a familiares y amigos del secuestrado, posibles sospechosos y cualquier otro objetivo que se derivara de la investigación. Así, por ejemplo, cuando por el teléfono intervenido de la familia Domínguez, se recibía una llamada de los secuestradores, pidiendo la movilización de Carlitos a recoger mensajes, inmediatamente se le comunicaba a Hernán, quien ponía en movimiento a sus hombres para seguirlo a prudencial distancia. Tomaban nota de todas las actividades del sitio donde se recogía el mensaje: placas de los carros en circulación, carros estacionados, etc., con la esperanza de detectar algún vehículo o sujeto cuya presencia se repitiera en dos o más ocasiones.
El comisario Rafael Fragachan, de la PTJ, era el encargado de oír las grabaciones de las interceptaciones telefónicas provenientes del teléfono de la familia Domínguez hechas por los secuestradores.
Se le había acondicionado una oficina a prueba de ruido. Oía una y otra vez la cinta grabada, tratando de detectar algo en la voz del secuestrador y los ruidos que lo rodeaban cuando hablaba, que lo condujera a identificar al sujeto o al lugar de donde se hacían las llamadas; el tono de la voz, el estado anímico, la fraseología usada, poco a poco iban ayudando a formar un perfil del que realizaba las llamadas.
A los comisarios de la PTJ, Luis Leal Colón, Tito Vera Ruiz y José Antonio González correspondería la labor de pesquisas. Su tarea se iniciaría cuando se pagara el rescate. Utilizando los funcionarios de PTJ que habían sido asignados al caso, iniciarían una serie de investigaciones y pesquisas sobre los recaudos y las informaciones obtenidas.
El subcomisario Alí, Jefe de la División de Medios Técnicos, serviría de apoyo a las operaciones e investigaciones realizadas por las divisiones operativas e investigativas, proporcionando técnicos y equipos en microfonía, cerrajería, telefonía, fotografía operativa, etc. La instalación de micrófonos ocultos, la intercepción de teléfonos, abrir candados y cerraduras, tomar fotografías con cámaras ocultas y en condiciones críticas o especiales, eran los trabajos que realizaban sus operadores y especialistas.
Cualquier información de importancia seria transmitida al director Dr. Remberto Uzcátegui. También tendría dos reuniones diarias y reuniones con el director para informar del progreso de las investigaciones y todo lo relacionado con el secuestro.
Operación Pintura Blanca 2 de junio de 1972
La avenida Páez del Paraíso, donde Carlitos derramará la pintura blanca para indicar a los secuestradores que está dispuesto a pagar el rescate, es una avenida ancha de dos vías, con un tránsito muy intenso. Los secuestradores habían escogido las horas comprendidas entre las 7:00 y 9:00 de la noche para que la pintura fuera derramada. Se pidió a Carlitos que lo hiciera exactamente a las 8:00 p. m.
A las 7:30 fueron situados estratégicamente, sin llamar la atención, 5 hombres en cada vía de la avenida. El comisario Cristóbal en persona se ocuparía de esta parte de la operación. Los funcionarios, dos por vía, auxiliados por grabadoras, tomarían las placas de todos los vehículos que pasaban frente al sitio. Cada quince minutos eran relevados. A las 8:00 llegó Carlitos y derramó la pintura según lo convenido. La operación se prolongó de 7:30 a 8:30. 0 sea, media hora antes de derramar la pintura y media hora después de derramada. Se tomaron las placas de unos 800 vehículos.
Mientras el grupo dirigido por Cristóbal tomaba las placas en la avenida Páez del Paraíso, Francisco disponía todo lo necesario para la segunda parte de la operación. Las oficinas de Tránsito habían sido habilitadas y un grupo de funcionarios trabajarían hasta altas horas de la noche, identificando en sus archivos las placas de los vehículos reportados.
A las 9:00 llegó Cristóbal a la DISIP e inmediatamente ordenó pasar a máquina los números de las placas obtenidas: la lista es enviada a Francisco quien, junto con su personal, se traslada a las oficinas de Tránsito y proceden a la identificación de cada una de las placas.
Al identificar las placas se puede obtener: nombre y apellido del propietario, así como su número de cédula de identidad y dirección. También se obtendrá marca, tipo, color, añoy modelo del vehículo. En cuatro horas se identificaron todas las placas de la lista. De las oficinas de Tránsito, Francisco se traslada a las oficinas de Identificación y Extranjería (IDENTEX), que también han sido previamente habilitadas para trabajar durante la noche y la madrugada. Lleva 800 nombres con sus cédulas de identidad y procederá a completar su identificación y correspondiente fotografía de cada uno de ellos. La operación se prolonga desde la 1:00 hasta las 9:00 de la mañana.
Con los vehículos y sus propietarios identificados se procedió a compararlos con los archivos de la DISIP, PTJ, DIM y del Ministerio de Relaciones Exteriores, tratando de encontrar algún nombre con antecedentes o asociado a los grupos subversivos. Se hizo una eliminación de nombres conocidos, mujeres de cierta edad y ancianos y se trabajó sobre unas 200 personas ubicando sus direcciones, vehículos y descartado á los menos sospechosos. La operación, con todo su esfuerzo, no arrojó ningún resultado positivo.
Operación Beeper 2 de junio de 1972
Carlitos coopera con la policía. A pesar de todo, lo mantenemos bajo estrecha vigilancia. También son vigilados algunos de sus familiares y su íntimo amigo Carlos Gasperi. Los equipos de vigilancia, dirigidos por el subcomisario Hernán trabajan con eficiencia en jornadas agotadoras de 12 horas, evitando ser detectados tanto por las personas a quienes siguen y vigilan, como por los secuestradores.
Esa noche, a las 8:30 en el Hotel Caracas Hilton, se celebra una reunión a la que asistimos Carlitos, el Dr. Uzcátegui y yo. Se han tomado todas las medidas de seguridad. Nos reunimos en una habitación del hotel.
Tenemos en nuestro poder dos maletas traídas de Estados Unidos con potentes transmisores (beeper) incorporados. Están escondidos de tal manera, que se hace imposible detectarlos. Emitirá una señal que puede ser captada desde un vehículo o helicóptero a varios kilómetros de distancia.
Le entregamos las maletas a Carlitos; le mostramos cómo activar la batería del transmisor que tiene 8 días de duración y, después de muchos discutir, conviene en enviar el dinero del rescate dentro de las maletas.
De esta forma, una vez pagado el rescate y liberado el secuestrado, la policía podría ubicar a los secuestradores por la señal emitida a través del transmisor que llevan las maletas.
Los secuestradores piden a Carlos Gasperi que sirva de mediador para el pago del rescate
3 de junio de 1972
A las 7:00 p. m., Carlos Gasperi, amigo íntimo de Carlos Domínguez, cuyo teléfono está intervenido por la policía, recibe una llamada telefónica de los secuestradores. Una voz grave, pausada, le indica el lugar donde hay un mensaje para él. En una plaza pequeña cerca del Automercado Central Madelrense, en la urbanización El Marqués, recoge un pote vacío de jugos Yukery, en cuyo interior hay un mensaje; en éste le piden que sirva de intermediario para el pago del rescate. Regresa a su casa y a las 7:30 p. m., después de haber leído el mensaje, recibe una nueva llamada de los secuestradores. Carlos Gasperi accede.
La cinta grabada con la conversación telefónica es enviada a la DISIP. El comisario Fragachan, en su oficina a prueba de ruidos, trabaja sobre ella. La voz grave del secuestrador tiene lo que parece ser un ruido de fondo. Se escucha como si fueran olas batiendo sobre la playa.
Durante varias horas, Fragachan trata de identificar el sonido, es necesario comprar un equipo más sofisticado que reproduzca con mucha fidelidad la grabación. El sonido es identificado como un defecto en la respiración de secuestrador.
Carlos Gasperi se pone en contacto con Carlitos y lo informa de todo lo sucedido. Le entrega las dos maletas conteniendo los cinco millones de bolívares. Le ayuda a montarlas en su camioneta y lo acompaña hasta su casa. Esa noche el dinero dormiría en su casa. La intercepción telefónica y el seguimiento que se le hace a Carlitos, nos pone al tanto de todos los pormenores. Se establece una vigilancia desde el apartamento de un edificio que queda enfrente de la quinta donde vive Carlos Gasperi. Personalmente paso largas horas en vigilancia. Tememos que los secuestradores, o alguien que sepa que el dinero está allí, sin protección, asalte la casa. además de la vigilancia establecida, le damos protección al dinero... voy varias veces al puesto de observación a recoger novedades.
5 de junio de 1972
A las 11:00 a. m. Carlos Gasperi recibe otra llamada de los secuestradores, y le indican que recoja otro mensaje en el mismo sitio. En el mensaje le piden que se dirija a la ciudad de Maracaibo, donde se le darán nuevas instrucciones para el pago del rescate. El mensaje es muy detallado y muy complicado. Carlos Gasperi tiene miedo de las instrucciones tan difíciles de seguir.
A continuación copia del mensaje enviado por los secuestradores:
Sr. Carlos Gasperi: en ésta van las instrucciones que Ud. debe seguir meticulosamente para efectuar el pago del rescate:
1. Usted debe colocar el dinero en tres maletas de un mismo conjunto, bien ajustadas las maletas para que no se mueva dentro de ellas. Sobre las bolsas, cubriendo el dinero, colocará alguna ropa ligera de forma que no aumente excesivamente el peso de cada maleta. Las maletas deben ser de material resistente y con muy buenos dispositivos de cierre; existen algunas a las cuales se les pueden colocar candados de seguridad. Esto con el fin de evitar que se abran accidentalmente o que cualquier maletero la abra clandestinamente. En todo caso, usted es el responsable por la seguridad del dinero, así que puede aplicar otras medidas adicionales a las que aquí le indicamos.
2. Usted debe tomar el primer vuelo que sale para Maracaibo el día martes 6 de los corrientes. Partirá del aeropuerto de Maiquetía. Previamente debe tomarlas máximas precauciones para evitar seguimientos, etc., para no delatarse en los seguimientos tenga esto en cuenta. Igualmente, debe investigar previamente la ruta hasta el aeropuerto de forma que no estén registrando maletas. Lo mismo debe hacer en el propio aeropuerto.
3. Los pasajes debe comprarlos previamente; no los compre personalmente; mande a su hija u otra persona de su absoluta confianza.
4. En su traslado hasta el aeropuerto puede ir acompañado de familiares y amigos de absoluta confianza.
5. Para esto movimientos no utilice vehículos propios o de amigos conocidos.
6. Lleve un pantalón de color gris claro y una guayabera del mismo color. Su señora debe llevar un traje color verde.
7. Al llegara Maracaibo, hospédese en el Hotel D'Ascoli, cuya tarjeta le enviamos, el cual está situado en la avenida 17 (Rafael Maria Baralt), N° 76-40, Tf. 71304. Allí debe registrarse a su nombre.
8. En el hotel debe permanecer en condiciones de salir inmediatamente, pues se le hará una llamada telefónica a las 19 hs. (7 p. m.), preguntando por usted. Tan pronto tome el teléfono diga: "hola, es Carlucho". Nosotros responderemos: "hola, es de parte de Domingo". De inmediato se le indicará el lugar preciso al cual usted debe trasladarse inmediatamente para recoger un mensaje nuestro. Mientras menor sea el tiempo que gaste en apoderarse de nuestra nota, tanto más seguro será el procedimiento.
9. Apenas llegue a Maracaibo, proceda a alquilar un automóvil Volkswagen de color amarillo o azul. Esta operación debe hacerla en Zuvuca, cuyo tf. es: 22233. El automóvil usted lo debe estacionar frente al hotel donde se va a hospedar.
10. En Maracaibo debe cerciorarse también de que no es seguido.
11. En el hotel usted debe mantener bajo permanente control las maletas.
12. Cuando salga a recoger nuestro mensaje, deje a su señora con las maletas y con las habitaciones bien cerradas con llave y una señal especial para cuando usted regrese de forma que su señora sepa que es usted quien llega.
13. Tan pronto usted reciba este mensaje, el señor Carlos Domínguez hijo debe convocar a los periodistas y declarar que "ya el dinero fue entregado a los secuestradores, quienes lo exigieron ea dólares, libras esterlinas y pesos colombianos. No podemos revelar absolutamente ningún otro detalle pues estamos en espera de que nuestro padre sea puesto en libertad muy pronto".
14. Si ya el "compinche" del Sr. Carlos Domínguez recibió algunas cartas que le enviamos, utilicen de todas formas las claves que son indicadas allí. La referencia al Sr. John Pickereng tiene también validez para usted, en el caso de que las medidas aquí indicadas resulten improcedentes. Esta clave consiste en los siguiente: si todas las vías para establecer enlaces entre ustedes •y nosotros resultan interceptadas, ustedes pondrán por Noti-Rumbos y Radio Continente, un anuncio que debe repetirse en la mañana, a mediodía y en la tarde con el siguiente texto: "Se agradece al Sr. John Pickereng llamar al teléfono xxxxx para asunto que le concierne". Las xxxxxx serán sustituidas por un teléfono completamente seguro.
15. En el mensaje que se le dejará en Maracaibo, se anexará una nota del Sr. Domínguez, donde dice textualmente:
"Todo listo para pagar", y firmado con sus dos firmas (la normal y la de conforme).
16. En caso de que se presente algún retardo en la llamada, usted debe permanecer en el Hotel D'Ascoli por lo menos hasta el miércoles 7 por la noche.
17. Le informamos que la salud y el estado de ánimo del Sr. Carlos Domínguez, son bastante buenos. Ha superado la afección gripal y tan sólo lo molesta ocasionalmente su tos crónica. No deben preocuparse mucho por la atención que él requiere, pues estamos en capacidad de prestársela tan pronto como la necesite.
Díganle al "compinche" del Sr. Domínguez que esté pendiente pues de un momento a otro le puede llegar un mensaje que le enviamos por otra vía.
Les informamos que enviamos un primer mensaje por intermedio del médico de la familia. Creemos que fue interceptado así que desahuciamos esa vía. El mensaje constaba de una nota nuestra y otra del Sr. Domínguez para Héctor y la Sra. Ana, acompañado de una fotografía que cargaba en su cartera. Esto deben tomarlo en cuenta pues dentro de la policía abundan los que tienen apetencias por el cobro.
El Sr. Domínguez aspira a que en el curso de esta semana como máximo, sea todo resuelto. Igualmente nosotros aspiramos a que todo se resuelva con prontitud. Pinto.
Nota importante: al realizar la entrega del dinero, entregue también las llaves de las maletas pues tan pronto se haga y se conforme el conteo, se enviará un mensaje para que se ponga en libertad, luego de unas 72 horas, al señor Domínguez. El será ubicado en lugar seguro de forma que pueda llegar sano y salvo hasta su casa. El único inconveniente que tiene actualmente es la pérdida de sus lentes.
Vale Pinto.
A la mayor brevedad posible se envía una comisión a Maracaibo al mando del subcomisario Amoldo para que se alojen con mucha discreción en el Hotel D'Ascoli. Allí se prepara un operativo de observación. Arnoldo, auxiliado por dos funcionarios, observará todos los movimientos del hotel, tratando de detectar algo que lo ponga tras la pista de los plagiarios. Tanto Arnoldo como sus auxiliares pasan lo más desapercibidos posible, tratando de identificar a huéspedes y empleados del
hotel. Toman fotografías desde maletines o paquetes con cámaras ocultas.
6 de junio de 1972
Mientras, en Caracas, Carlos Gasperi recibe a las 8:30 a. m. una llamada de los secuestradores. Noel Rodríguez (a) Beltrán, identificándose como William Houston, le pregunta sobre el mensaje del día anterior: Gasperi le dice que le digan al Sr. Domínguez que se busque otro mediador, pues él no quiere seguir actuando como intermediario. Beltrán lo presiona para que acepte, pero éste se rehusa en firme. Se rompe la transacción. Inmediatamente termina la conversación telefónica; Carlos Gasperi llama a Carlitos y le comunica su decisión.
A las 12:00 m. recibe llamada de Héctor Lemoine y Nelson Domínguez, diciéndole que lleve el dinero de nuevo a casa de Carlitos. Al día siguiente, Carlos Gasperi sale con su hijo en la camioneta y lleva las dos maletas. Desde la vigilancia establecida en el apartamento del frente, se observan todos los movimientos; los grupos de vigilancia que se encuentran en el área son alertados por los radiotransmisores. Siguen a la camioneta durante todo el trayecto hasta la casa de Carlitos y ven bajar de nuevo las maletas.
Los secuestradores inician un receso en las negociaciones y ya no se comunicarán más con los familiares del secuestrado en los próximos días. Pasará una semana hasta que se restablezca la comunicación.
7 de junio de 1972
Mientras tanto, en la baticueva, Domínguez lleva seis días secuestrado. A pesar de que lo han despojado de sus anteojos y de su reloj Rolex de oro, Domínguez se las ingenia para observar y percibir inteligentemente muchas cosas. Se da cuenta de que los días pasan, por las horas en las que le sirven las comidas. La baticueva está iluminada siempre y no puede distinguir si es de día o de noche; pero sabrá, por la frecuencia y tipo de comida, cuándo comienza y termina el día. En el desayuno dan siempre jugo, café y huevos hervidos. Cinco horas después llevan el almuerzo, el que puede pedir a la orden y escoger entre varios alimentos. Prefiere, generalmente, el pescado. Le llevan dos ruedas de carite recién frito, arroz blanco, ensalada de vegetales y un vaso de leche. Seis horas más tarde llega la cena, compuesta frecuentemente de jamón frito, mermelada y jugo de pera. El jamón siempre está caliente, como acabado de freír. Esto le indicará a Domínguez que ha pasado un nuevo día. También le dirá que muy cerca del sitio de reclusión hay una cocina donde preparan sus alimentos. Al pedir las comidas, los guerrilleros encienden la luz del tablero y, media hora más tarde, cuando se la entregan, la baticueva se ilumina con una potente luz blanca, accionada desde fuera. Esta iluminación corresponde al sistema de señales que establece la comunicación de dentro hacia afuera y viceversa. Domínguez nota que está en un lugar húmedo, posiblemente bajo tierra.
Sus zapatos comienzan a adquirir moho. También notará el zumbido de un extractor de aire. Nota que el espacio es muy reducido y que está separado de otro por una cortina de nylon. En esa otra sección, reducida también, casi siempre se encuentran sus captores, quienes usan máscaras todo el tiempo. El que más conversa con él, es Otilio; éste le administra diariamente sus medicinas, las mismas que tomaba en su vida normal. Domínguez se pregunta: ¿cómo sabrán las medicinas que yo debo tomar? Otilio le habla sobre sus afecciones coronarias; tanto sabe sobre el particular, que Domínguez cree que es un médico o un estudiante adelantado de medicina. Oye ruidos externos que le permitirán saber que está cerca de una carretera con gran fluidez de vehículos. El sábado y el domingo cruzan de 500 a 600 vehículos por hora. Nota también que se encuentra en una curva o pendiente, porque los vehículos pesados tienen que cambiar velocidades para impulsarse. Se pasa el día acostado y oyendo música de un radio que le han entregado sus captores. Trata de cambiar las estaciones, pero no lo consigue. El radio ha sido acondicionado para que sintonice una sola estación de música clásica ligera, el tipo de música que le gusta a Domínguez. La estación no tiene anuncios ni noticias de ninguna clase. Cómo sabrán que éste es el tipo de música que me gusta? ¿Habrá alguien muy cercano a mí, quien ha dado estas informaciones a los secuestradores?
Por Otilio se entera de la negativa de Carlos Gasperi a seguir actuando como mediador. deciden que él, de su puño y letra, haga una carta a su familia pidiéndole que obedezcan cuanto piden sus captores, pues de lo contrario pondrían en peligro su vida. Otilio sigue conversando con ély le explica que ellos no son delincuentes, sino que patriotas que luchan por cambiar las condiciones políticas en Venezuela.
Conversan y hacen chistes. Domínguez le dice que también él fue obrero y que su fortunaes producto de duro trabajo. Llegan a simpatizar. Otilio le muestra sus armas; entre ellas un AK-47 de fabricación soviética. Le enseña una serie de nombres para que seleccione un nuevo mediador. Escoge al Dr. Héctor Lemoine. Ha pasado una semana desde que se paralizaron las negociaciones. Carta de Domínguez a sus familiares Sea leído por todos mis familiares.
Es lamentable que mis familiares, a quienes tanto quiero. me causen tantos perjuicios por su cantidad de comentarios, divulgando todo el proceso a que está sometido el problema que confronto. No sé cómo sabiendo todos que mi libertad depende de la discreción, hayan hecho tantos comentarios hasta hacer imposible que se haya llegado a un acuerdo entre mis cautivadores y el esfuerzo tan grande que ha hecho (imagino que Héctor y San Martí) para conseguir el dinero del rescate vigente, demostrando con ello la gran preocupación y el cariño que sienten por mí: y todo entorpecido por la cantidad de comentarios y divulgación de los secretos de todo un proceso que tenía que mantenerse en el mayor secreto. Todos esos amigos que me imagino que lo hacen inconscientemente -por no creer a ninguno de ellos capaz de desearme mal cuando sólo les he dado siempre cariño- ponen en serio peligro mi vida pues me afecta más el creer que haya alguien que me desee mal que todo el daño material que me puedan hacer mis captores. Por tal motivo les ruego a todos mantenerse prudentemente al margen de los acontecimientos y dejar que solamente ... sin excepción, se ocupe de manejar mis asuntos, sin hacerle ninguna clase de comentario de cómo marchan las cosas o en qué forma las está ejecutando. Tomen en cuenta que de no haber sido por la cantidad de indiscreciones, ya estuviera yo en libertad hace varios días. En el momento, Dios me ha dado bastante fortaleza en esto y confio en El para que pueda salir con felicidad de este trance de mi vida. Si desean hacer algún bien por mí, es unirse todos y pedir a las autoridades que cesen por completo la vigilancia policial, pues mientras ésta continúe no será posible que se llegue a ninguna transacción. Han de saber que mis captores forman una organización con ideales capaces de defenderlos hasta lo último, cuentan con bastante información como para saber cuándo están sometidos a vigilancia policial y, no sé por cuál vía logran informarse de muchos detalles e indiscreciones que se cometen allá. Les advierto que los mencionados secuestradores actúan en una forma que demuestra como único deseo, obtener el rescate y hasta han estado obrando con bastante magnanimidad. No quisiera que esta situación dure más de lo que ya se ha prolongado pues nunca se sabe hasta dónde es posible aguantarse este tipo de situaciones. Hasta el presente, a pesar de que me puse enfermo cuando vine aquí, me han prestado toda clase de atenciones, medicinas y están constantemente conmigo, me cuentan cuentos y hacen todo lo posible para hacer más llevadera mi situación. Los saludo a todos y reciban los mejores deseos de quien los recuerda con mucho cariño, me hacen mucha falta. La bendición para los morochitos, María Eugenia y Nora:
Carlos S. Domínguez Ch.
Nora: no te imaginas cuánto sufro pensando lo que debes estar padeciendo: espero, Dios mediante, que muy en breve termine esta situación para estar allí. Recibe mis cariñosos y afectuosos abrazos de tu esposo:
Carlos
07-72
Operación teléfonos monederos
Desde el Centro de Control Telefónico, donde hay un grupo de funcionarios que trabajan 24 horas, tratan de ubicar el teléfono desde donde los secuestradores hacen llamadas. Se logra ubicar la zona desde donde hicieron los últimos telefonemas: la Urbanización El Llanto; se sabe también que los realizaron desde teléfonos públicos. Se programa una operación para tratar de detectar a los secuestradores en el momento en que efectúan llamadas telefónicas y así seguirlos con la esperanza de que nos lleven al sitio donde tienen secuestrado a Domínguez.
En cada teléfono monedero se pondrían dos hombres que se situarían como a unos setenta metros del teléfono; tendrían un vehículo y un transmisor portátil. El teléfono de la familia Domínguez estaba intervenido por la Oficina de Control Telefónico. Así, si se producía una llamada de los secuestradores, la Central de Control, donde también había un equipo de transmisiones, llamaría y alertaría a los funcionarios que estaban en la operación telefónica; éstos seguirían a la persona que en esos momentos hacía llamada desde uno de los teléfonos monederos de la zona vigilada.
La dificultad era que en El Llanito había 23 teléfonos monederos. Si ponían dos hombres por cada teléfono en turnos de 7:00 a. m. a 4:00 p. m. y de 4:00 a 12:00 p. m., se necesitarían 46 hombres por turno. Es decir, un total de 92 funcionarios. También usarían 30 vehículos, entre autos y motos y 23 equipos de transmisiones. La operación era dificil para la cantidad de hombres y equipo disponible en la policía. Muchos funcionarios estaban en otras actividades; además, para no echar a perder la operación, se necesitaban hombres experimentados en el dificil arte del seguimiento y la vigilancia. Había una alternativa: reducir el número de teléfonos; fueron dañados diez teléfonos, reduciéndolos a trece. La operación se mantuvo por cuatro días, sin resultado alguno.
El único incidente fue cuando la central captó una llamada al teléfono de la familia Domínguez, en la que una mujer decía que era novia de uno de los secuestradores y que deseaba cooperar con la familia para ayudar con la liberación del secuestrado. La central telefónica alertó en seguida al equipo de vigilancia cercano al teléfono de donde se hacía la llamada, procediendo de inmediato a seguir a una mujer joven, de unos 23 años, que estaba hablando en ese momento desde uno de los teléfonos monederos. La mujer fue seguida a su domicilio, que resultó ser uno de los edificios cercanos al teléfono. Se le montó vigilancia estacionaria. Al día siguiente, a las 8:00, la mujer salió de su apartamento y, tomando su carro, se dirigió a una barbería situada en la Urbanización Chacaíto.
Después de una serie de investigaciones que no conducían a nada se decidió detener a la mujer para interrogarla. Resultó ser una sicópata, de esas que siempre aparecen en los casos sensacionales. Todo el esfuerzo de investigación y vigilancia resultó en vano.
12 de junio, 7:00 a. m.
Sr. Carlos Domínguez, hijo:
1) Empezamos señalándole que lo que aquí se dice sólo debe
ser de conocimiento suyo. esperamos que al leer las cartas cíe su padre quede convencido de que tenemos información de que la policía piensa meter dentro de las pacas de billetes un diminuto transmisor plano; revise bien las pacas -porque de encontrar algo anormal en los billetes procederemos a hacer justicia. Ratificamos aquí las amenazas que hacíamos en la primera carta.
2) Este es el último intento de cobro. No puede fallar. Así es que usted mismo va a escoger una persona de su absoluta confianza y no sospechoso para la policía. Debe exigirle estricta discreción.
3) Su papá sugiere que usted hable con una de las siguientes personas para que acepten el encargo de entregar el dinero: Héctor Lemoine, que tiene su clínica en el edificio Mara Av. Liora, El Paraíso, en la planta baja. A nosotros nos parece que éste sería buen candidato; otro sugerido es el Sr. Maneiro (gerente Banco). Con cualquiera de ellos usted debe comunicarse para hacerle saber ésto. Sugerimos que usted mejor les escriba una amplia carta explicándoles las condiciones y las formas de efectuar el pago. Lo otro sería que usted utilizara al propio Sr. Maneiro para que le sirviera para hablar con esta gente.
4) En cualquier caso el pagador deberá estar con el dinero a partir de las 6 y 00 p. m. de hoy lunes 12 (a las 18 horas) en la clínica del Dr. Héctor Lemoine, allí recibirá una llamada. Preguntaremos por Héctor Lemoine y a éste le diremos que es de parte de Diego Martinelli y le daremos una dirección que debe anotar y donde encontrará una nota con la ruta que debe seguir para entregar el dinero. Esa nota debe ir a recogerla directamente el "pagador", ya con el dinero dentro del carro. Debe ir rápidamente. El Dr. Lemoine, al decirles nosotros que es Diego Martinelli, debe decir: "lo estaba esperando".
5) El dinero debe sacarse secretamente de donde está y colocarlo en la maleta del carro del "pagador". Debe estar dentro de dos cajas con igual cantidad. Cuando el pagador llegue a esperar donde el Dr. Lemoine, ya debe llevar el dinero dentro. Debe esperar allí desde las 6 y 00 p. m. hasta las 10 p. m.
6) El pagador debe ir vestido de pantalón azul y camisa blanca. El carro al llegar a la dirección para recoger la nota debe prender la luz de cruce izquierda, cerrar los vidrios y trancar el carro, debe dejar la luz baja encendida. Al regresar al carro, apaga la luz de cruce y enciende la luz de adentro y procede allí a leer la nota. Debe ir solo y debe cumplir las instrucciones al pie de la letra.
7) Ustedes deberán advertir directamente al Dr. Lemoine de la naturaleza de la misión que va a cumplir. A) Si es que va a ser simplemente el receptor de la llamada que debe trasmitir al pagador que estaría allí; y B) si además de recibir la llamada él va a proceder a pagar. Cualquiera que sea el pagador debe dominar bien su papel y hacerlo con serenidad.
No use las claves que le pone el Viejo, ya resultan sospechosas. Use ésta: "Estoy dispuesto a entregar personalmente los 5.000.000 en Europa en la moneda que quieran los plagiarios".
Esto indica que todo está listo y que va a cumplirse de acuerdo a los planes. Declare por Rumbos y Continente. No se olvide de que hay muchos policías tras este caso y muchas caras están chequeadas y muchos de sus amigos están vigilados; por eso todo debe hacerlo discretamente, bien pensado e ingeniándose para burlar a la policía. Ellos están dispuestos a impedir que se pague, necesario es despistarlos.
10) Una vez hecho el pago usted debe seguir manteniendo que no ha hecho contacto, hoy mismo usted debe mantener eso. Su padre quedará en libertad 72 horas después de entregado el rescate. Nada debe informar a la policía de donde se entregó el rescate. De esto lo hacemos responsable a usted y al pagador.
11) Como despiste declare usted públicamente: "Nombré como mediadora a una religiosa que está dispuesta a entregar el dinero a los secuestradores"; esto indicará solamente que usted recibió el mensaje y lo hace tan pronto el mensaje llegue a sus manos.
12) Si usted descubriera que la policía está al tanto del plan debe declarar en rueda de prensa: "Informo a la radio que recibí un mensaje de los secuestradores donde dicen que mi padre está gravemente enfermo". En este caso usted debe enviar a una persona desconocida por la policía que ponga un aviso por "Rumbos", diciendo: "al Sr. tal (nombre) se le perdieron dos perritas pekinesas, se agradece a quien las encuentre llamar al teléfono tal (número), será gratificado con Bs. 100". Así nos indica nombre y teléfono de persona que podamos usar de mediadora posteriormente. Utilizaremos el mismo nombre de Diego Martinelli.
13) Con la primera nota del pago del rescate va a encontrar como seña un documento cíe identidad de su padre. Puede ver también una tarjeta de él con dos firmas. Si no encontrara ninguna de estas señales, no siga.
ESPERAMOS QUE TODO SE CUMPLA CON DISCRECION.
Diego Martinelli Venezuela 72
Cobro del rescate 12 de junio de 1972
A las 10:45 a. ni., José Rafael Arévalo Méndez, amigo íntimc de Domínguez, recibe una llamada telefónica en el negocio de su propiedad: "Su Repuesto". Le dicen que encontrará un paquete de cartas, cerca de su negocio. El paquete contenía unsobre para Carlitos, uno para J. R. Arévalo y un sobre para Carlos Maneiro, Gerente del Banco Latinoamericano de Venezuela, sucursal San Martín.
Mientras los guerrilleros hacían los preparativos para el cobro del rescate, en el comando antisecuestro la policía estaba interrogando a una persona que se presentó voluntariamente para decir que un grupo de amistades suyas la habían llevado a una casa en El Paraíso, donde tenían secuestrado al industrial Domínguez, para que ella, enfermera, le pusiera dos inyecciones. No sabía con exactitud la localización de la casa, pero sí la zona. Después de perder dos días con la enfermera y haberla sometido a la prueba del detector de mentiras (polígrafo) se llegó a la conclusión de que era otra sicópata. Sin embargo, la información que dio señalaba una casa, donde se reunían habitualmente elementos de izquierda; por lo tanto, se estableció vigilancia estacionaria desde una apartamento de enfrente, desde donde se tomarían fotografías operativas de todos los visitantes y de las personas que allí vivían. La casa estaba situada en San Rafael de La Florida, como a cincuenta metros de una escalinata que comunicaba esa calle con otra que pasaba por arriba. Como coincidencia inexplicable los secuestradores, entre tantos lugares de la ciudad, escogieron este sitio vigilado por la policía para cobrar el rescate. La policía presenció todas las actividades del cobro del rescate, pero no lo notó sospechoso. solamente cuando el Dr. Lemoine dijo el sitio exacto donde se había pagado el rescate fue cuando los funcionarios vigilantes supieron que las actividades presenciadas habían sido el cobro del rescate.
12 de junio de 1972
Después que José Arévalo Menéndez encontró los mensajes que le enviaron los guerrilleros, los entregó a los destinatarios. En el mensaje de Carlitos se le daban instrucciones para que escogiera un intermediario entre varios nombres.
Héctor Lemoine le parece el más indicado. El Dr. Lemoine es un odontólogo de unos 37 años, bien parecido, discreto y muy amigo de la familia; tiene la ventaja de que es piloto y posee su propia avioneta.
Desde un teléfono público, Carlitos lo llama a su consultorio. Le explica someramente la petición de los secuestradores y Lemoine accede a servir de intermediario.
En estos momentos, y debido a las demás circunstancias y demora de comunicación de los secuestradores, Carlitos decide que se pague el rescate sin comunicárselo a la policía. No muestra el mensaje que le han enviado. Dentro del garaje de su casa pasa el dinero de las maletas a dos cajas de cartón, poniendo en cada una de ellas Bs. 2.500.000 y las cierra aseguradas con soga. Las introduce en el maletero de su carro y, sabiendo que está sujeto a vigilancia, penetra con su carro en la residencia de Lemoine; las paredes que hacen de cerca y rodean el jardín no permitirán ver desde fuera cuando baja de su carro las dos cajas y se las entrega a Lemoine.
Le muestra la nota de los secuestradores y ultima los detalles para proceder al pago del rescate. Son las 4 p. m.
Mientras, los guerrilleros tienen a su personal en alerta para efectuar el cobro del rescate, si todo se presenta sin dificultades.
El lugar ha sido escogido cuidadosamente y la operación ensayada con minuciosidad. De nuevo será una operación conjunta FALN-BR. Han tenido buen cuidado de que ninguno de los participantes del, cobro del rescate sepa dónde se encuentra Carlos Domínguez. Así, si son capturados en el momento del cobro, que siempre es la parte más débil de una operación de secuestro, no podrán decir el paradero del secuestrado.
El lugar seleccionado es la calle San Rafael de La Florida, donde están las escalinatas que descienden hasta la calle Maturín. La escalinata que une las dos calles tiene unos 70 peldaños. Es una escalinata de concreto muy pronunciada. El sitio escogido es ideal, pero lo que los guerrilleros no saben es que a unos 50 metros del lugar escogido, la DISIP tiene montado un operativo de vigilancia. Dentro de un apartamento, cuatro funcionarios vigilan una casa, que erróneamente suponen tiene conexiones con el secuestro. Es la casa que la enfermera sicópata ha denunciado como lugar de reunión de los secuestradores.
Sonia y El Ciego Bonilla serán los encargados de poner las estafetas para que el pagador las recoja y siga las instrucciones. Las estafetas han sido previamente escritas, limpiadas de huellas digitales y puestas en potes de jugos y cajetillas vacías de cigarrillos. Los lugares donde se pondrán han sido seleccionados con anterioridad. La operación ha sido ensayada.
Raúl será responsable de toda la operación del cobro del rescate. Florindo, Segundo, Brito y Regis formarán el grupo de BR; el Catire Morales, el Negro Jimmy y una mujer no identificada, actuarán por el FALN. Las actuaciones de cada uno han sido cuidadosamente ensayadasy cada uno conoce sus responsabilidades.
Los carros han sido revisados y puestos en óptimas condiciones. Un Ford Fairlane 500 verde botella, modelo 1969, recogerá el rescate. Un Fiat 125, blanco special modelo 1971; un Ford Cortina, azul y un Fiat 2300 rojo oscuro, serán los carros que actuarán de protección a la entrega y posterior movilización del dinero. Un Mercedes Benz azul oscuro, también participará en la operación.
El armamento, subametralladoras y pistolas, ha sido distribuido. Los guerrilleros esperan la orden de Raúl para movilizarse a sus posiciones.
Algunos de los guerrilleros que participarán en el cobro del rescate tomaron parte en la captura de Domínguez.
13 de junio de 1972
6:00 p. m. Carlitos, según las instrucciones recibidas, declara por Radio Rumbos que está dispuesto a pagar el rescate en cualquier país de Europa. Estas declaraciones tienen un doble motivo: primero, es la señal de que se acepta lo indicado en el mensaje y, segundo, tiene la finalidad de despistar a la policía. La declaración desata la operación de los guerrilleros destinada al cobro.
6:40 p. m. Los secuestradores se comunican con el Dr. Lemoine y le dicen dónde encontrará una estafeta con instrucciones. En cuentra las instrucciones. Le indican que se dirija a la Plaza "Rubén Darío"; allí, al pie de la estatua encontrará nuevas instrucciones dentro de una caja de fósforos medio aplastada. Hace todo lo que le indican. Mientras, es vigilado por una mujer del FALN que conduce un Mercedes Benz azul oscuro. La mujer deja el sitio de observación y la relevan de la vigilancia Florindo y Sonia, en un Ford Cortina azul. Lo siguen hasta la avenida Las Acacias. Al comprobar que el Dr. Lemoine sigue las instrucciones al pie de la letra, el Ford Cortina lo adelanta y se dirige a la avenida Las Palmas a la altura de la línea de taxis, para dar aviso que todo va bien y que el pagador llegará al lugar donde pagará el rescate.
En la calle Maracaibo de La Florida, el Catire Morales y Brito ocupan un Ford Fairlane 500 modelo 1969, color verde botella. Lo acompaña Regis. Cerca del sitio, actuando como carro de protección, está un Fiat 2300 rojo oscuro, ocupado por Raúl, Segundo y el Negro Jimmy. Los guerrilleros portan pistolas y subametralladoras para proteger la operación.
Llega el Dr. Lemoine y estaciona su carro en la parte de abajo de las escalinatas que dan a la calle Maturín. Al llegar enciende las luces, según lo convenido. Bajan las escaleras, ametralladora en mano, Brito y el Catire Morales, que ayudan al Dr. Lemoine a subir las cajas que contienen el dinero. Introducen las cajas en el Ford Fairlane. Después de recibirlas, se desplazan por la calle Maracaibo, vía avenida Boyacá, hacia el este. Bajan por el distribuidor de Altamira y, antes de llegar a las dos plazas, frente al cine Don Bosco, le entregan a la mujer del FALN (no identificada) una de las dos cajas. La introduce en el Mercedes Benz y se marcha. En la Plaza, cerca de la clínica Avila, esperan Anzoátegui y un miembro de BR (no identificado) en un Fiat 125 Special, modelo 1971. Allí le entregan la otra caja.
Después de la' distribución del dinero, Regis y Raúl, en el Ford Fairlane verde, se dirigen a un garaje en la California Norte. A Brito lo espera Florindo en el Ford Cortina azul para dirigirse a la casa del primero.
Una vez escondidos los carros y guardadas las armas, todos los miembros de BR y del FALN recibieron la orden de "enconcharse"; es decir, no salir a la calle por un tiempo.
Después de haber pagado el rescate, el Dr. Lemoine acude a la DISIP donde se le entrevistó y relató los pormenores de la operación. Entrega las estafetas e inclusive los potes y las cajas de fósforos que las contenían.
Liberación de Domínguez 15 de junio de 1972
Han pasado dos días del pago del rescate. Los familiares de Domínguez esperan con impaciencia. También en la policía se espera que aparezca el secuestrado para iniciar una serie de operaciones, pesquisas e investigaciones. El verdadero trabajo comenzará cuando se produzca la liberación del plagiado. Entonces se podrán procesar una serie de pistas y, lo más importante, interrogar al testigo principal: Carlos Domínguez. Después, la gran operación para esclarecer el hecho y capturar a los culpables.
En las dos últimas semanas sólo he ido dos veces a mi casa. Cuando he dormido lo he hecho con un transmisor al lado de mi cama. En la DISIP, en el tercer piso tengo una habitación amueblada, con aire acondicionado; allí descanso, me baño y me cambio de ropa.
A las 3:00 p. m. del día 15, los preparativos para liberar a Domínguez se han puesto en marcha.
Los captores informan a Domínguez desde el mismo día que se pagó el rescate, que será liberado. El primer día lo pasa esperanzado, bien de ánimo y conversa animadamente con Otilio: se han hecho amigos y se cuentan chistes. Este le dice que lo liberarán al día siguiente. Domínguez almuerza con apetito, sonríe y le dice a Otilio que en los 14 días de cautiverio, comiendo tres veces diarias y pagando por el "motel" 5 millones de bolívares, cada comida le sale a Bs. 119.047.01 (unos $
29.700). En dos ocasiones ha visto a los guerrilleros sin máscara, pero como no tiene lentes, le es imposible captar sus rasgos fisonómicos.
El día programado para la liberación, Domínguez está deprimido, sin deseos de comer; teme que lo vayan a matar. ¿No ha sucedido así en otros secuestros? Sin embargo, trata de apartar estos pensamientos de su mente. Cuando habla con los guerrilleros muestra buen espíritu. Pide afeitarse y le llevan jabón de afeitar y hojitas nuevas. Se afeita y se asea un poco en el lavamanos. Vuelve a acostarse en su pequeña cama y trata de dormir. El día pasa monótono y lleno de malos presagios. Llega la noche y nada sucede. Toma sus pastillas y vuelve a dormir. A las 2:30 de la madrugada lo despiertan, lo inyectan con un coctel de drogas muy fuerte. ¿Vendrá la libertad o la muerte? Sus pensamientos se nublan por efecto de la droga. Observa los preparativos de los guerrilleros, los ve entrar y salir de su cautiverio. Empieza a flotar y todo comienza a distorsionarse. Pierde el conocimiento.
Raúl, responsable de la operación, llega a la baticueva acompañado de Track. Ya no importa que Raúl conozca la ubicación del sitio de reclusión. Las operaciones de intercepción y cobro del rescate donde ha participado han salido bien. Ahora Otilio lo había encargado de la liberación del secuestrado y le había revelado la ubicación de la baticueva.
Entre Otilio, Track y Raúl cargan a Domínguez: lo sacan del agujero de la pared con mucha dificultad, pues está completamente inconsciente. Bajando la pendiente lo llevan y lo introducen en el Ford Fairlane verde 500; lo sientan en el asiento de atrás. En el maletero del carro llevan una colchoneta vieja y también la cortina de nylon que dividía en dos secciones la baticueva.
Llegan a Los Teques y siguen por la carretera Panamericana. A esta hora el tránsito es muy escaso; casi no se ve ningún vehículo. Llegan ál desvío que conduce a la carretera que bordea la alcabala, lo toman y pasan por detrás de la misma, rodeándola. Unos kilómetros más adelante salen de nuevo a la Panamericana rumbo a Caracas. En Caracas, llegan a Valle Abajo, frente a un taller mecánico. Este sitio se divisa desde un penthouse, en el que vive el guerrillero Ramón Omar Gutiérrez, desde donde se vigila la operación.
Domínguez sigue inconsciente. Los guerrilleros echan el colchón al suelo y lo acuestan en él; por último, lo cubren con el nylon y abandonan rápidamente el lugar. La operación secuestro ha terminado para los guerrilleros.
Domínguez tarda media hora en despertarse. Está sucio, mareado y no sabe exactamente donde se encuentra. Son las 4:30 a. m. y no circulan carros. Trata de detener a los pocos vehículos que transitan, pero ninguno para: por su aspecto, piensan que es un borracho. Por fin, uno se detiene. El chofer le pregunta si se siente bien; le contesta que sí, pero que necesita ayuda. Le dice que él es Domínguez, el secuestrado. El chofer lo reconoce por las fotografías de la prensa, lo invita a subir y lo lleva a una línea de taxis: los guerrilleros han puesto 20 bolívares en uno de sus bolsillos. Domínguez se identifica con el taxista y le da su dirección. El taxista le conduce hasta la Quinta Anácar, en El Paraíso; llega a su casa a las 5:00 a. m.
Mientras esto sucede, yo me encuentro durmiendo en la DISIP; a las 6:00 a. m. recibo llamada del director, Dr. Remberto Uzcátegui, comunicándome que Domínguez ha sido liberado por sus captores. Inmediatamente me visto y me dirijo hacia la residencia de Domínguez, en El Paraíso. Al llegar, me recibe Carlitos, quien no me deja hablar con su padre, alegando que está muy cansado y se encuentra durmiendo. Cruzamos unas palabras y fuertemente le reclamo el derecho que tengo a interrogar al secuestrado. Por último, acuerdo que tan pronto Domínguez descanse y se recupere se trasladará a la DISIP para ser entrevistado.
El subcomisario Arnoldo se reunirá con sus oficiales del caso, controladores de informantes, pidiéndoles presionar a sus fuentes para que traten de obtener cualquier información relacionada con el secuestro.
El subcornisario Francisco suspenderá los trabajos habituales de los analistas y los pondrá exclusivamente a trabajar en la investigación del secuestro. Cualquier información, mensaje enviado por los secuestradores, grabación de conversaciones telefónicas o cualquier información obtenida por distintos medios, será inmediatamente sometida a análisis, comparada con otras informaciones, evaluada y, posteriormente, enviada al comando antisecuestro.
El subcomisario Hernán Reyes tendría a su cargo las operaciones de vigilancia estática y dinámica. Sus hombres estarán activos las 24 horas. Su labor se extenderá a vigilar a familiares y amigos del secuestrado, posibles sospechosos y cualquier otro objetivo que se derivara de la investigación. Así, por ejemplo, cuando por el teléfono intervenido de la familia Domínguez, se recibía una llamada de los secuestradores, pidiendo la movilización de Carlitos a recoger mensajes, inmediatamente se le comunicaba a Hernán, quien ponía en movimiento a sus hombres para seguirlo a prudencial distancia. Tomaban nota de todas las actividades del sitio donde se recogía el mensaje: placas de los carros en circulación, carros estacionados, etc., con la esperanza de detectar algún vehículo o sujeto cuya presencia se repitiera en dos o más ocasiones.
El comisario Rafael Fragachan, de la PTJ, era el encargado de oír las grabaciones de las interceptaciones telefónicas provenientes del teléfono de la familia Domínguez hechas por los secuestradores.
Se le había acondicionado una oficina a prueba de ruido. Oía una y otra vez la cinta grabada, tratando de detectar algo en la voz del secuestrador y los ruidos que lo rodeaban cuando hablaba, que lo condujera a identificar al sujeto o al lugar de donde se hacían las llamadas; el tono de la voz, el estado anímico, la fraseología usada, poco a poco iban ayudando a formar un perfil del que realizaba las llamadas.
A los comisarios de la PTJ, Luis Leal Colón, Tito Vera Ruiz y José Antonio González correspondería la labor de pesquisas. Su tarea se iniciaría cuando se pagara el rescate. Utilizando los funcionarios de PTJ que habían sido asignados al caso, iniciarían una serie de investigaciones y pesquisas sobre los recaudos y las informaciones obtenidas.
El subcomisario Alí, Jefe de la División de Medios Técnicos, serviría de apoyo a las operaciones e investigaciones realizadas por las divisiones operativas e investigativas, proporcionando técnicos y equipos en microfonía, cerrajería, telefonía, fotografía operativa, etc. La instalación de micrófonos ocultos, la intercepción de teléfonos, abrir candados y cerraduras, tomar fotografías con cámaras ocultas y en condiciones críticas o especiales, eran los trabajos que realizaban sus operadores y especialistas.
Cualquier información de importancia seria transmitida al director Dr. Remberto Uzcátegui. También tendría dos reuniones diarias y reuniones con el director para informar del progreso de las investigaciones y todo lo relacionado con el secuestro.
Operación Pintura Blanca 2 de junio de 1972
La avenida Páez del Paraíso, donde Carlitos derramará la pintura blanca para indicar a los secuestradores que está dispuesto a pagar el rescate, es una avenida ancha de dos vías, con un tránsito muy intenso. Los secuestradores habían escogido las horas comprendidas entre las 7:00 y 9:00 de la noche para que la pintura fuera derramada. Se pidió a Carlitos que lo hiciera exactamente a las 8:00 p. m.
A las 7:30 fueron situados estratégicamente, sin llamar la atención, 5 hombres en cada vía de la avenida. El comisario Cristóbal en persona se ocuparía de esta parte de la operación. Los funcionarios, dos por vía, auxiliados por grabadoras, tomarían las placas de todos los vehículos que pasaban frente al sitio. Cada quince minutos eran relevados. A las 8:00 llegó Carlitos y derramó la pintura según lo convenido. La operación se prolongó de 7:30 a 8:30. 0 sea, media hora antes de derramar la pintura y media hora después de derramada. Se tomaron las placas de unos 800 vehículos.
Mientras el grupo dirigido por Cristóbal tomaba las placas en la avenida Páez del Paraíso, Francisco disponía todo lo necesario para la segunda parte de la operación. Las oficinas de Tránsito habían sido habilitadas y un grupo de funcionarios trabajarían hasta altas horas de la noche, identificando en sus archivos las placas de los vehículos reportados.
A las 9:00 llegó Cristóbal a la DISIP e inmediatamente ordenó pasar a máquina los números de las placas obtenidas: la lista es enviada a Francisco quien, junto con su personal, se traslada a las oficinas de Tránsito y proceden a la identificación de cada una de las placas.
Al identificar las placas se puede obtener: nombre y apellido del propietario, así como su número de cédula de identidad y dirección. También se obtendrá marca, tipo, color, añoy modelo del vehículo. En cuatro horas se identificaron todas las placas de la lista. De las oficinas de Tránsito, Francisco se traslada a las oficinas de Identificación y Extranjería (IDENTEX), que también han sido previamente habilitadas para trabajar durante la noche y la madrugada. Lleva 800 nombres con sus cédulas de identidad y procederá a completar su identificación y correspondiente fotografía de cada uno de ellos. La operación se prolonga desde la 1:00 hasta las 9:00 de la mañana.
Con los vehículos y sus propietarios identificados se procedió a compararlos con los archivos de la DISIP, PTJ, DIM y del Ministerio de Relaciones Exteriores, tratando de encontrar algún nombre con antecedentes o asociado a los grupos subversivos. Se hizo una eliminación de nombres conocidos, mujeres de cierta edad y ancianos y se trabajó sobre unas 200 personas ubicando sus direcciones, vehículos y descartado á los menos sospechosos. La operación, con todo su esfuerzo, no arrojó ningún resultado positivo.
Operación Beeper 2 de junio de 1972
Carlitos coopera con la policía. A pesar de todo, lo mantenemos bajo estrecha vigilancia. También son vigilados algunos de sus familiares y su íntimo amigo Carlos Gasperi. Los equipos de vigilancia, dirigidos por el subcomisario Hernán trabajan con eficiencia en jornadas agotadoras de 12 horas, evitando ser detectados tanto por las personas a quienes siguen y vigilan, como por los secuestradores.
Esa noche, a las 8:30 en el Hotel Caracas Hilton, se celebra una reunión a la que asistimos Carlitos, el Dr. Uzcátegui y yo. Se han tomado todas las medidas de seguridad. Nos reunimos en una habitación del hotel.
Tenemos en nuestro poder dos maletas traídas de Estados Unidos con potentes transmisores (beeper) incorporados. Están escondidos de tal manera, que se hace imposible detectarlos. Emitirá una señal que puede ser captada desde un vehículo o helicóptero a varios kilómetros de distancia.
Le entregamos las maletas a Carlitos; le mostramos cómo activar la batería del transmisor que tiene 8 días de duración y, después de muchos discutir, conviene en enviar el dinero del rescate dentro de las maletas.
De esta forma, una vez pagado el rescate y liberado el secuestrado, la policía podría ubicar a los secuestradores por la señal emitida a través del transmisor que llevan las maletas.
Los secuestradores piden a Carlos Gasperi que sirva de mediador para el pago del rescate
3 de junio de 1972
A las 7:00 p. m., Carlos Gasperi, amigo íntimo de Carlos Domínguez, cuyo teléfono está intervenido por la policía, recibe una llamada telefónica de los secuestradores. Una voz grave, pausada, le indica el lugar donde hay un mensaje para él. En una plaza pequeña cerca del Automercado Central Madelrense, en la urbanización El Marqués, recoge un pote vacío de jugos Yukery, en cuyo interior hay un mensaje; en éste le piden que sirva de intermediario para el pago del rescate. Regresa a su casa y a las 7:30 p. m., después de haber leído el mensaje, recibe una nueva llamada de los secuestradores. Carlos Gasperi accede.
La cinta grabada con la conversación telefónica es enviada a la DISIP. El comisario Fragachan, en su oficina a prueba de ruidos, trabaja sobre ella. La voz grave del secuestrador tiene lo que parece ser un ruido de fondo. Se escucha como si fueran olas batiendo sobre la playa.
Durante varias horas, Fragachan trata de identificar el sonido, es necesario comprar un equipo más sofisticado que reproduzca con mucha fidelidad la grabación. El sonido es identificado como un defecto en la respiración de secuestrador.
Carlos Gasperi se pone en contacto con Carlitos y lo informa de todo lo sucedido. Le entrega las dos maletas conteniendo los cinco millones de bolívares. Le ayuda a montarlas en su camioneta y lo acompaña hasta su casa. Esa noche el dinero dormiría en su casa. La intercepción telefónica y el seguimiento que se le hace a Carlitos, nos pone al tanto de todos los pormenores. Se establece una vigilancia desde el apartamento de un edificio que queda enfrente de la quinta donde vive Carlos Gasperi. Personalmente paso largas horas en vigilancia. Tememos que los secuestradores, o alguien que sepa que el dinero está allí, sin protección, asalte la casa. además de la vigilancia establecida, le damos protección al dinero... voy varias veces al puesto de observación a recoger novedades.
5 de junio de 1972
A las 11:00 a. m. Carlos Gasperi recibe otra llamada de los secuestradores, y le indican que recoja otro mensaje en el mismo sitio. En el mensaje le piden que se dirija a la ciudad de Maracaibo, donde se le darán nuevas instrucciones para el pago del rescate. El mensaje es muy detallado y muy complicado. Carlos Gasperi tiene miedo de las instrucciones tan difíciles de seguir.
A continuación copia del mensaje enviado por los secuestradores:
Sr. Carlos Gasperi: en ésta van las instrucciones que Ud. debe seguir meticulosamente para efectuar el pago del rescate:
1. Usted debe colocar el dinero en tres maletas de un mismo conjunto, bien ajustadas las maletas para que no se mueva dentro de ellas. Sobre las bolsas, cubriendo el dinero, colocará alguna ropa ligera de forma que no aumente excesivamente el peso de cada maleta. Las maletas deben ser de material resistente y con muy buenos dispositivos de cierre; existen algunas a las cuales se les pueden colocar candados de seguridad. Esto con el fin de evitar que se abran accidentalmente o que cualquier maletero la abra clandestinamente. En todo caso, usted es el responsable por la seguridad del dinero, así que puede aplicar otras medidas adicionales a las que aquí le indicamos.
2. Usted debe tomar el primer vuelo que sale para Maracaibo el día martes 6 de los corrientes. Partirá del aeropuerto de Maiquetía. Previamente debe tomarlas máximas precauciones para evitar seguimientos, etc., para no delatarse en los seguimientos tenga esto en cuenta. Igualmente, debe investigar previamente la ruta hasta el aeropuerto de forma que no estén registrando maletas. Lo mismo debe hacer en el propio aeropuerto.
3. Los pasajes debe comprarlos previamente; no los compre personalmente; mande a su hija u otra persona de su absoluta confianza.
4. En su traslado hasta el aeropuerto puede ir acompañado de familiares y amigos de absoluta confianza.
5. Para esto movimientos no utilice vehículos propios o de amigos conocidos.
6. Lleve un pantalón de color gris claro y una guayabera del mismo color. Su señora debe llevar un traje color verde.
7. Al llegara Maracaibo, hospédese en el Hotel D'Ascoli, cuya tarjeta le enviamos, el cual está situado en la avenida 17 (Rafael Maria Baralt), N° 76-40, Tf. 71304. Allí debe registrarse a su nombre.
8. En el hotel debe permanecer en condiciones de salir inmediatamente, pues se le hará una llamada telefónica a las 19 hs. (7 p. m.), preguntando por usted. Tan pronto tome el teléfono diga: "hola, es Carlucho". Nosotros responderemos: "hola, es de parte de Domingo". De inmediato se le indicará el lugar preciso al cual usted debe trasladarse inmediatamente para recoger un mensaje nuestro. Mientras menor sea el tiempo que gaste en apoderarse de nuestra nota, tanto más seguro será el procedimiento.
9. Apenas llegue a Maracaibo, proceda a alquilar un automóvil Volkswagen de color amarillo o azul. Esta operación debe hacerla en Zuvuca, cuyo tf. es: 22233. El automóvil usted lo debe estacionar frente al hotel donde se va a hospedar.
10. En Maracaibo debe cerciorarse también de que no es seguido.
11. En el hotel usted debe mantener bajo permanente control las maletas.
12. Cuando salga a recoger nuestro mensaje, deje a su señora con las maletas y con las habitaciones bien cerradas con llave y una señal especial para cuando usted regrese de forma que su señora sepa que es usted quien llega.
13. Tan pronto usted reciba este mensaje, el señor Carlos Domínguez hijo debe convocar a los periodistas y declarar que "ya el dinero fue entregado a los secuestradores, quienes lo exigieron ea dólares, libras esterlinas y pesos colombianos. No podemos revelar absolutamente ningún otro detalle pues estamos en espera de que nuestro padre sea puesto en libertad muy pronto".
14. Si ya el "compinche" del Sr. Carlos Domínguez recibió algunas cartas que le enviamos, utilicen de todas formas las claves que son indicadas allí. La referencia al Sr. John Pickereng tiene también validez para usted, en el caso de que las medidas aquí indicadas resulten improcedentes. Esta clave consiste en los siguiente: si todas las vías para establecer enlaces entre ustedes •y nosotros resultan interceptadas, ustedes pondrán por Noti-Rumbos y Radio Continente, un anuncio que debe repetirse en la mañana, a mediodía y en la tarde con el siguiente texto: "Se agradece al Sr. John Pickereng llamar al teléfono xxxxx para asunto que le concierne". Las xxxxxx serán sustituidas por un teléfono completamente seguro.
15. En el mensaje que se le dejará en Maracaibo, se anexará una nota del Sr. Domínguez, donde dice textualmente:
"Todo listo para pagar", y firmado con sus dos firmas (la normal y la de conforme).
16. En caso de que se presente algún retardo en la llamada, usted debe permanecer en el Hotel D'Ascoli por lo menos hasta el miércoles 7 por la noche.
17. Le informamos que la salud y el estado de ánimo del Sr. Carlos Domínguez, son bastante buenos. Ha superado la afección gripal y tan sólo lo molesta ocasionalmente su tos crónica. No deben preocuparse mucho por la atención que él requiere, pues estamos en capacidad de prestársela tan pronto como la necesite.
Díganle al "compinche" del Sr. Domínguez que esté pendiente pues de un momento a otro le puede llegar un mensaje que le enviamos por otra vía.
Les informamos que enviamos un primer mensaje por intermedio del médico de la familia. Creemos que fue interceptado así que desahuciamos esa vía. El mensaje constaba de una nota nuestra y otra del Sr. Domínguez para Héctor y la Sra. Ana, acompañado de una fotografía que cargaba en su cartera. Esto deben tomarlo en cuenta pues dentro de la policía abundan los que tienen apetencias por el cobro.
El Sr. Domínguez aspira a que en el curso de esta semana como máximo, sea todo resuelto. Igualmente nosotros aspiramos a que todo se resuelva con prontitud. Pinto.
Nota importante: al realizar la entrega del dinero, entregue también las llaves de las maletas pues tan pronto se haga y se conforme el conteo, se enviará un mensaje para que se ponga en libertad, luego de unas 72 horas, al señor Domínguez. El será ubicado en lugar seguro de forma que pueda llegar sano y salvo hasta su casa. El único inconveniente que tiene actualmente es la pérdida de sus lentes.
Vale Pinto.
A la mayor brevedad posible se envía una comisión a Maracaibo al mando del subcomisario Amoldo para que se alojen con mucha discreción en el Hotel D'Ascoli. Allí se prepara un operativo de observación. Arnoldo, auxiliado por dos funcionarios, observará todos los movimientos del hotel, tratando de detectar algo que lo ponga tras la pista de los plagiarios. Tanto Arnoldo como sus auxiliares pasan lo más desapercibidos posible, tratando de identificar a huéspedes y empleados del
hotel. Toman fotografías desde maletines o paquetes con cámaras ocultas.
6 de junio de 1972
Mientras, en Caracas, Carlos Gasperi recibe a las 8:30 a. m. una llamada de los secuestradores. Noel Rodríguez (a) Beltrán, identificándose como William Houston, le pregunta sobre el mensaje del día anterior: Gasperi le dice que le digan al Sr. Domínguez que se busque otro mediador, pues él no quiere seguir actuando como intermediario. Beltrán lo presiona para que acepte, pero éste se rehusa en firme. Se rompe la transacción. Inmediatamente termina la conversación telefónica; Carlos Gasperi llama a Carlitos y le comunica su decisión.
A las 12:00 m. recibe llamada de Héctor Lemoine y Nelson Domínguez, diciéndole que lleve el dinero de nuevo a casa de Carlitos. Al día siguiente, Carlos Gasperi sale con su hijo en la camioneta y lleva las dos maletas. Desde la vigilancia establecida en el apartamento del frente, se observan todos los movimientos; los grupos de vigilancia que se encuentran en el área son alertados por los radiotransmisores. Siguen a la camioneta durante todo el trayecto hasta la casa de Carlitos y ven bajar de nuevo las maletas.
Los secuestradores inician un receso en las negociaciones y ya no se comunicarán más con los familiares del secuestrado en los próximos días. Pasará una semana hasta que se restablezca la comunicación.
7 de junio de 1972
Mientras tanto, en la baticueva, Domínguez lleva seis días secuestrado. A pesar de que lo han despojado de sus anteojos y de su reloj Rolex de oro, Domínguez se las ingenia para observar y percibir inteligentemente muchas cosas. Se da cuenta de que los días pasan, por las horas en las que le sirven las comidas. La baticueva está iluminada siempre y no puede distinguir si es de día o de noche; pero sabrá, por la frecuencia y tipo de comida, cuándo comienza y termina el día. En el desayuno dan siempre jugo, café y huevos hervidos. Cinco horas después llevan el almuerzo, el que puede pedir a la orden y escoger entre varios alimentos. Prefiere, generalmente, el pescado. Le llevan dos ruedas de carite recién frito, arroz blanco, ensalada de vegetales y un vaso de leche. Seis horas más tarde llega la cena, compuesta frecuentemente de jamón frito, mermelada y jugo de pera. El jamón siempre está caliente, como acabado de freír. Esto le indicará a Domínguez que ha pasado un nuevo día. También le dirá que muy cerca del sitio de reclusión hay una cocina donde preparan sus alimentos. Al pedir las comidas, los guerrilleros encienden la luz del tablero y, media hora más tarde, cuando se la entregan, la baticueva se ilumina con una potente luz blanca, accionada desde fuera. Esta iluminación corresponde al sistema de señales que establece la comunicación de dentro hacia afuera y viceversa. Domínguez nota que está en un lugar húmedo, posiblemente bajo tierra.
Sus zapatos comienzan a adquirir moho. También notará el zumbido de un extractor de aire. Nota que el espacio es muy reducido y que está separado de otro por una cortina de nylon. En esa otra sección, reducida también, casi siempre se encuentran sus captores, quienes usan máscaras todo el tiempo. El que más conversa con él, es Otilio; éste le administra diariamente sus medicinas, las mismas que tomaba en su vida normal. Domínguez se pregunta: ¿cómo sabrán las medicinas que yo debo tomar? Otilio le habla sobre sus afecciones coronarias; tanto sabe sobre el particular, que Domínguez cree que es un médico o un estudiante adelantado de medicina. Oye ruidos externos que le permitirán saber que está cerca de una carretera con gran fluidez de vehículos. El sábado y el domingo cruzan de 500 a 600 vehículos por hora. Nota también que se encuentra en una curva o pendiente, porque los vehículos pesados tienen que cambiar velocidades para impulsarse. Se pasa el día acostado y oyendo música de un radio que le han entregado sus captores. Trata de cambiar las estaciones, pero no lo consigue. El radio ha sido acondicionado para que sintonice una sola estación de música clásica ligera, el tipo de música que le gusta a Domínguez. La estación no tiene anuncios ni noticias de ninguna clase. Cómo sabrán que éste es el tipo de música que me gusta? ¿Habrá alguien muy cercano a mí, quien ha dado estas informaciones a los secuestradores?
Por Otilio se entera de la negativa de Carlos Gasperi a seguir actuando como mediador. deciden que él, de su puño y letra, haga una carta a su familia pidiéndole que obedezcan cuanto piden sus captores, pues de lo contrario pondrían en peligro su vida. Otilio sigue conversando con ély le explica que ellos no son delincuentes, sino que patriotas que luchan por cambiar las condiciones políticas en Venezuela.
Conversan y hacen chistes. Domínguez le dice que también él fue obrero y que su fortunaes producto de duro trabajo. Llegan a simpatizar. Otilio le muestra sus armas; entre ellas un AK-47 de fabricación soviética. Le enseña una serie de nombres para que seleccione un nuevo mediador. Escoge al Dr. Héctor Lemoine. Ha pasado una semana desde que se paralizaron las negociaciones. Carta de Domínguez a sus familiares Sea leído por todos mis familiares.
Es lamentable que mis familiares, a quienes tanto quiero. me causen tantos perjuicios por su cantidad de comentarios, divulgando todo el proceso a que está sometido el problema que confronto. No sé cómo sabiendo todos que mi libertad depende de la discreción, hayan hecho tantos comentarios hasta hacer imposible que se haya llegado a un acuerdo entre mis cautivadores y el esfuerzo tan grande que ha hecho (imagino que Héctor y San Martí) para conseguir el dinero del rescate vigente, demostrando con ello la gran preocupación y el cariño que sienten por mí: y todo entorpecido por la cantidad de comentarios y divulgación de los secretos de todo un proceso que tenía que mantenerse en el mayor secreto. Todos esos amigos que me imagino que lo hacen inconscientemente -por no creer a ninguno de ellos capaz de desearme mal cuando sólo les he dado siempre cariño- ponen en serio peligro mi vida pues me afecta más el creer que haya alguien que me desee mal que todo el daño material que me puedan hacer mis captores. Por tal motivo les ruego a todos mantenerse prudentemente al margen de los acontecimientos y dejar que solamente ... sin excepción, se ocupe de manejar mis asuntos, sin hacerle ninguna clase de comentario de cómo marchan las cosas o en qué forma las está ejecutando. Tomen en cuenta que de no haber sido por la cantidad de indiscreciones, ya estuviera yo en libertad hace varios días. En el momento, Dios me ha dado bastante fortaleza en esto y confio en El para que pueda salir con felicidad de este trance de mi vida. Si desean hacer algún bien por mí, es unirse todos y pedir a las autoridades que cesen por completo la vigilancia policial, pues mientras ésta continúe no será posible que se llegue a ninguna transacción. Han de saber que mis captores forman una organización con ideales capaces de defenderlos hasta lo último, cuentan con bastante información como para saber cuándo están sometidos a vigilancia policial y, no sé por cuál vía logran informarse de muchos detalles e indiscreciones que se cometen allá. Les advierto que los mencionados secuestradores actúan en una forma que demuestra como único deseo, obtener el rescate y hasta han estado obrando con bastante magnanimidad. No quisiera que esta situación dure más de lo que ya se ha prolongado pues nunca se sabe hasta dónde es posible aguantarse este tipo de situaciones. Hasta el presente, a pesar de que me puse enfermo cuando vine aquí, me han prestado toda clase de atenciones, medicinas y están constantemente conmigo, me cuentan cuentos y hacen todo lo posible para hacer más llevadera mi situación. Los saludo a todos y reciban los mejores deseos de quien los recuerda con mucho cariño, me hacen mucha falta. La bendición para los morochitos, María Eugenia y Nora:
Carlos S. Domínguez Ch.
Nora: no te imaginas cuánto sufro pensando lo que debes estar padeciendo: espero, Dios mediante, que muy en breve termine esta situación para estar allí. Recibe mis cariñosos y afectuosos abrazos de tu esposo:
Carlos
07-72
Operación teléfonos monederos
Desde el Centro de Control Telefónico, donde hay un grupo de funcionarios que trabajan 24 horas, tratan de ubicar el teléfono desde donde los secuestradores hacen llamadas. Se logra ubicar la zona desde donde hicieron los últimos telefonemas: la Urbanización El Llanto; se sabe también que los realizaron desde teléfonos públicos. Se programa una operación para tratar de detectar a los secuestradores en el momento en que efectúan llamadas telefónicas y así seguirlos con la esperanza de que nos lleven al sitio donde tienen secuestrado a Domínguez.
En cada teléfono monedero se pondrían dos hombres que se situarían como a unos setenta metros del teléfono; tendrían un vehículo y un transmisor portátil. El teléfono de la familia Domínguez estaba intervenido por la Oficina de Control Telefónico. Así, si se producía una llamada de los secuestradores, la Central de Control, donde también había un equipo de transmisiones, llamaría y alertaría a los funcionarios que estaban en la operación telefónica; éstos seguirían a la persona que en esos momentos hacía llamada desde uno de los teléfonos monederos de la zona vigilada.
La dificultad era que en El Llanito había 23 teléfonos monederos. Si ponían dos hombres por cada teléfono en turnos de 7:00 a. m. a 4:00 p. m. y de 4:00 a 12:00 p. m., se necesitarían 46 hombres por turno. Es decir, un total de 92 funcionarios. También usarían 30 vehículos, entre autos y motos y 23 equipos de transmisiones. La operación era dificil para la cantidad de hombres y equipo disponible en la policía. Muchos funcionarios estaban en otras actividades; además, para no echar a perder la operación, se necesitaban hombres experimentados en el dificil arte del seguimiento y la vigilancia. Había una alternativa: reducir el número de teléfonos; fueron dañados diez teléfonos, reduciéndolos a trece. La operación se mantuvo por cuatro días, sin resultado alguno.
El único incidente fue cuando la central captó una llamada al teléfono de la familia Domínguez, en la que una mujer decía que era novia de uno de los secuestradores y que deseaba cooperar con la familia para ayudar con la liberación del secuestrado. La central telefónica alertó en seguida al equipo de vigilancia cercano al teléfono de donde se hacía la llamada, procediendo de inmediato a seguir a una mujer joven, de unos 23 años, que estaba hablando en ese momento desde uno de los teléfonos monederos. La mujer fue seguida a su domicilio, que resultó ser uno de los edificios cercanos al teléfono. Se le montó vigilancia estacionaria. Al día siguiente, a las 8:00, la mujer salió de su apartamento y, tomando su carro, se dirigió a una barbería situada en la Urbanización Chacaíto.
Después de una serie de investigaciones que no conducían a nada se decidió detener a la mujer para interrogarla. Resultó ser una sicópata, de esas que siempre aparecen en los casos sensacionales. Todo el esfuerzo de investigación y vigilancia resultó en vano.
12 de junio, 7:00 a. m.
Sr. Carlos Domínguez, hijo:
1) Empezamos señalándole que lo que aquí se dice sólo debe
ser de conocimiento suyo. esperamos que al leer las cartas cíe su padre quede convencido de que tenemos información de que la policía piensa meter dentro de las pacas de billetes un diminuto transmisor plano; revise bien las pacas -porque de encontrar algo anormal en los billetes procederemos a hacer justicia. Ratificamos aquí las amenazas que hacíamos en la primera carta.
2) Este es el último intento de cobro. No puede fallar. Así es que usted mismo va a escoger una persona de su absoluta confianza y no sospechoso para la policía. Debe exigirle estricta discreción.
3) Su papá sugiere que usted hable con una de las siguientes personas para que acepten el encargo de entregar el dinero: Héctor Lemoine, que tiene su clínica en el edificio Mara Av. Liora, El Paraíso, en la planta baja. A nosotros nos parece que éste sería buen candidato; otro sugerido es el Sr. Maneiro (gerente Banco). Con cualquiera de ellos usted debe comunicarse para hacerle saber ésto. Sugerimos que usted mejor les escriba una amplia carta explicándoles las condiciones y las formas de efectuar el pago. Lo otro sería que usted utilizara al propio Sr. Maneiro para que le sirviera para hablar con esta gente.
4) En cualquier caso el pagador deberá estar con el dinero a partir de las 6 y 00 p. m. de hoy lunes 12 (a las 18 horas) en la clínica del Dr. Héctor Lemoine, allí recibirá una llamada. Preguntaremos por Héctor Lemoine y a éste le diremos que es de parte de Diego Martinelli y le daremos una dirección que debe anotar y donde encontrará una nota con la ruta que debe seguir para entregar el dinero. Esa nota debe ir a recogerla directamente el "pagador", ya con el dinero dentro del carro. Debe ir rápidamente. El Dr. Lemoine, al decirles nosotros que es Diego Martinelli, debe decir: "lo estaba esperando".
5) El dinero debe sacarse secretamente de donde está y colocarlo en la maleta del carro del "pagador". Debe estar dentro de dos cajas con igual cantidad. Cuando el pagador llegue a esperar donde el Dr. Lemoine, ya debe llevar el dinero dentro. Debe esperar allí desde las 6 y 00 p. m. hasta las 10 p. m.
6) El pagador debe ir vestido de pantalón azul y camisa blanca. El carro al llegar a la dirección para recoger la nota debe prender la luz de cruce izquierda, cerrar los vidrios y trancar el carro, debe dejar la luz baja encendida. Al regresar al carro, apaga la luz de cruce y enciende la luz de adentro y procede allí a leer la nota. Debe ir solo y debe cumplir las instrucciones al pie de la letra.
7) Ustedes deberán advertir directamente al Dr. Lemoine de la naturaleza de la misión que va a cumplir. A) Si es que va a ser simplemente el receptor de la llamada que debe trasmitir al pagador que estaría allí; y B) si además de recibir la llamada él va a proceder a pagar. Cualquiera que sea el pagador debe dominar bien su papel y hacerlo con serenidad.
No use las claves que le pone el Viejo, ya resultan sospechosas. Use ésta: "Estoy dispuesto a entregar personalmente los 5.000.000 en Europa en la moneda que quieran los plagiarios".
Esto indica que todo está listo y que va a cumplirse de acuerdo a los planes. Declare por Rumbos y Continente. No se olvide de que hay muchos policías tras este caso y muchas caras están chequeadas y muchos de sus amigos están vigilados; por eso todo debe hacerlo discretamente, bien pensado e ingeniándose para burlar a la policía. Ellos están dispuestos a impedir que se pague, necesario es despistarlos.
10) Una vez hecho el pago usted debe seguir manteniendo que no ha hecho contacto, hoy mismo usted debe mantener eso. Su padre quedará en libertad 72 horas después de entregado el rescate. Nada debe informar a la policía de donde se entregó el rescate. De esto lo hacemos responsable a usted y al pagador.
11) Como despiste declare usted públicamente: "Nombré como mediadora a una religiosa que está dispuesta a entregar el dinero a los secuestradores"; esto indicará solamente que usted recibió el mensaje y lo hace tan pronto el mensaje llegue a sus manos.
12) Si usted descubriera que la policía está al tanto del plan debe declarar en rueda de prensa: "Informo a la radio que recibí un mensaje de los secuestradores donde dicen que mi padre está gravemente enfermo". En este caso usted debe enviar a una persona desconocida por la policía que ponga un aviso por "Rumbos", diciendo: "al Sr. tal (nombre) se le perdieron dos perritas pekinesas, se agradece a quien las encuentre llamar al teléfono tal (número), será gratificado con Bs. 100". Así nos indica nombre y teléfono de persona que podamos usar de mediadora posteriormente. Utilizaremos el mismo nombre de Diego Martinelli.
13) Con la primera nota del pago del rescate va a encontrar como seña un documento cíe identidad de su padre. Puede ver también una tarjeta de él con dos firmas. Si no encontrara ninguna de estas señales, no siga.
ESPERAMOS QUE TODO SE CUMPLA CON DISCRECION.
Diego Martinelli Venezuela 72
Cobro del rescate 12 de junio de 1972
A las 10:45 a. ni., José Rafael Arévalo Méndez, amigo íntimc de Domínguez, recibe una llamada telefónica en el negocio de su propiedad: "Su Repuesto". Le dicen que encontrará un paquete de cartas, cerca de su negocio. El paquete contenía unsobre para Carlitos, uno para J. R. Arévalo y un sobre para Carlos Maneiro, Gerente del Banco Latinoamericano de Venezuela, sucursal San Martín.
Mientras los guerrilleros hacían los preparativos para el cobro del rescate, en el comando antisecuestro la policía estaba interrogando a una persona que se presentó voluntariamente para decir que un grupo de amistades suyas la habían llevado a una casa en El Paraíso, donde tenían secuestrado al industrial Domínguez, para que ella, enfermera, le pusiera dos inyecciones. No sabía con exactitud la localización de la casa, pero sí la zona. Después de perder dos días con la enfermera y haberla sometido a la prueba del detector de mentiras (polígrafo) se llegó a la conclusión de que era otra sicópata. Sin embargo, la información que dio señalaba una casa, donde se reunían habitualmente elementos de izquierda; por lo tanto, se estableció vigilancia estacionaria desde una apartamento de enfrente, desde donde se tomarían fotografías operativas de todos los visitantes y de las personas que allí vivían. La casa estaba situada en San Rafael de La Florida, como a cincuenta metros de una escalinata que comunicaba esa calle con otra que pasaba por arriba. Como coincidencia inexplicable los secuestradores, entre tantos lugares de la ciudad, escogieron este sitio vigilado por la policía para cobrar el rescate. La policía presenció todas las actividades del cobro del rescate, pero no lo notó sospechoso. solamente cuando el Dr. Lemoine dijo el sitio exacto donde se había pagado el rescate fue cuando los funcionarios vigilantes supieron que las actividades presenciadas habían sido el cobro del rescate.
12 de junio de 1972
Después que José Arévalo Menéndez encontró los mensajes que le enviaron los guerrilleros, los entregó a los destinatarios. En el mensaje de Carlitos se le daban instrucciones para que escogiera un intermediario entre varios nombres.
Héctor Lemoine le parece el más indicado. El Dr. Lemoine es un odontólogo de unos 37 años, bien parecido, discreto y muy amigo de la familia; tiene la ventaja de que es piloto y posee su propia avioneta.
Desde un teléfono público, Carlitos lo llama a su consultorio. Le explica someramente la petición de los secuestradores y Lemoine accede a servir de intermediario.
En estos momentos, y debido a las demás circunstancias y demora de comunicación de los secuestradores, Carlitos decide que se pague el rescate sin comunicárselo a la policía. No muestra el mensaje que le han enviado. Dentro del garaje de su casa pasa el dinero de las maletas a dos cajas de cartón, poniendo en cada una de ellas Bs. 2.500.000 y las cierra aseguradas con soga. Las introduce en el maletero de su carro y, sabiendo que está sujeto a vigilancia, penetra con su carro en la residencia de Lemoine; las paredes que hacen de cerca y rodean el jardín no permitirán ver desde fuera cuando baja de su carro las dos cajas y se las entrega a Lemoine.
Le muestra la nota de los secuestradores y ultima los detalles para proceder al pago del rescate. Son las 4 p. m.
Mientras, los guerrilleros tienen a su personal en alerta para efectuar el cobro del rescate, si todo se presenta sin dificultades.
El lugar ha sido escogido cuidadosamente y la operación ensayada con minuciosidad. De nuevo será una operación conjunta FALN-BR. Han tenido buen cuidado de que ninguno de los participantes del, cobro del rescate sepa dónde se encuentra Carlos Domínguez. Así, si son capturados en el momento del cobro, que siempre es la parte más débil de una operación de secuestro, no podrán decir el paradero del secuestrado.
El lugar seleccionado es la calle San Rafael de La Florida, donde están las escalinatas que descienden hasta la calle Maturín. La escalinata que une las dos calles tiene unos 70 peldaños. Es una escalinata de concreto muy pronunciada. El sitio escogido es ideal, pero lo que los guerrilleros no saben es que a unos 50 metros del lugar escogido, la DISIP tiene montado un operativo de vigilancia. Dentro de un apartamento, cuatro funcionarios vigilan una casa, que erróneamente suponen tiene conexiones con el secuestro. Es la casa que la enfermera sicópata ha denunciado como lugar de reunión de los secuestradores.
Sonia y El Ciego Bonilla serán los encargados de poner las estafetas para que el pagador las recoja y siga las instrucciones. Las estafetas han sido previamente escritas, limpiadas de huellas digitales y puestas en potes de jugos y cajetillas vacías de cigarrillos. Los lugares donde se pondrán han sido seleccionados con anterioridad. La operación ha sido ensayada.
Raúl será responsable de toda la operación del cobro del rescate. Florindo, Segundo, Brito y Regis formarán el grupo de BR; el Catire Morales, el Negro Jimmy y una mujer no identificada, actuarán por el FALN. Las actuaciones de cada uno han sido cuidadosamente ensayadasy cada uno conoce sus responsabilidades.
Los carros han sido revisados y puestos en óptimas condiciones. Un Ford Fairlane 500 verde botella, modelo 1969, recogerá el rescate. Un Fiat 125, blanco special modelo 1971; un Ford Cortina, azul y un Fiat 2300 rojo oscuro, serán los carros que actuarán de protección a la entrega y posterior movilización del dinero. Un Mercedes Benz azul oscuro, también participará en la operación.
El armamento, subametralladoras y pistolas, ha sido distribuido. Los guerrilleros esperan la orden de Raúl para movilizarse a sus posiciones.
Algunos de los guerrilleros que participarán en el cobro del rescate tomaron parte en la captura de Domínguez.
13 de junio de 1972
6:00 p. m. Carlitos, según las instrucciones recibidas, declara por Radio Rumbos que está dispuesto a pagar el rescate en cualquier país de Europa. Estas declaraciones tienen un doble motivo: primero, es la señal de que se acepta lo indicado en el mensaje y, segundo, tiene la finalidad de despistar a la policía. La declaración desata la operación de los guerrilleros destinada al cobro.
6:40 p. m. Los secuestradores se comunican con el Dr. Lemoine y le dicen dónde encontrará una estafeta con instrucciones. En cuentra las instrucciones. Le indican que se dirija a la Plaza "Rubén Darío"; allí, al pie de la estatua encontrará nuevas instrucciones dentro de una caja de fósforos medio aplastada. Hace todo lo que le indican. Mientras, es vigilado por una mujer del FALN que conduce un Mercedes Benz azul oscuro. La mujer deja el sitio de observación y la relevan de la vigilancia Florindo y Sonia, en un Ford Cortina azul. Lo siguen hasta la avenida Las Acacias. Al comprobar que el Dr. Lemoine sigue las instrucciones al pie de la letra, el Ford Cortina lo adelanta y se dirige a la avenida Las Palmas a la altura de la línea de taxis, para dar aviso que todo va bien y que el pagador llegará al lugar donde pagará el rescate.
En la calle Maracaibo de La Florida, el Catire Morales y Brito ocupan un Ford Fairlane 500 modelo 1969, color verde botella. Lo acompaña Regis. Cerca del sitio, actuando como carro de protección, está un Fiat 2300 rojo oscuro, ocupado por Raúl, Segundo y el Negro Jimmy. Los guerrilleros portan pistolas y subametralladoras para proteger la operación.
Llega el Dr. Lemoine y estaciona su carro en la parte de abajo de las escalinatas que dan a la calle Maturín. Al llegar enciende las luces, según lo convenido. Bajan las escaleras, ametralladora en mano, Brito y el Catire Morales, que ayudan al Dr. Lemoine a subir las cajas que contienen el dinero. Introducen las cajas en el Ford Fairlane. Después de recibirlas, se desplazan por la calle Maracaibo, vía avenida Boyacá, hacia el este. Bajan por el distribuidor de Altamira y, antes de llegar a las dos plazas, frente al cine Don Bosco, le entregan a la mujer del FALN (no identificada) una de las dos cajas. La introduce en el Mercedes Benz y se marcha. En la Plaza, cerca de la clínica Avila, esperan Anzoátegui y un miembro de BR (no identificado) en un Fiat 125 Special, modelo 1971. Allí le entregan la otra caja.
Después de la' distribución del dinero, Regis y Raúl, en el Ford Fairlane verde, se dirigen a un garaje en la California Norte. A Brito lo espera Florindo en el Ford Cortina azul para dirigirse a la casa del primero.
Una vez escondidos los carros y guardadas las armas, todos los miembros de BR y del FALN recibieron la orden de "enconcharse"; es decir, no salir a la calle por un tiempo.
Después de haber pagado el rescate, el Dr. Lemoine acude a la DISIP donde se le entrevistó y relató los pormenores de la operación. Entrega las estafetas e inclusive los potes y las cajas de fósforos que las contenían.
Liberación de Domínguez 15 de junio de 1972
Han pasado dos días del pago del rescate. Los familiares de Domínguez esperan con impaciencia. También en la policía se espera que aparezca el secuestrado para iniciar una serie de operaciones, pesquisas e investigaciones. El verdadero trabajo comenzará cuando se produzca la liberación del plagiado. Entonces se podrán procesar una serie de pistas y, lo más importante, interrogar al testigo principal: Carlos Domínguez. Después, la gran operación para esclarecer el hecho y capturar a los culpables.
En las dos últimas semanas sólo he ido dos veces a mi casa. Cuando he dormido lo he hecho con un transmisor al lado de mi cama. En la DISIP, en el tercer piso tengo una habitación amueblada, con aire acondicionado; allí descanso, me baño y me cambio de ropa.
A las 3:00 p. m. del día 15, los preparativos para liberar a Domínguez se han puesto en marcha.
Los captores informan a Domínguez desde el mismo día que se pagó el rescate, que será liberado. El primer día lo pasa esperanzado, bien de ánimo y conversa animadamente con Otilio: se han hecho amigos y se cuentan chistes. Este le dice que lo liberarán al día siguiente. Domínguez almuerza con apetito, sonríe y le dice a Otilio que en los 14 días de cautiverio, comiendo tres veces diarias y pagando por el "motel" 5 millones de bolívares, cada comida le sale a Bs. 119.047.01 (unos $
29.700). En dos ocasiones ha visto a los guerrilleros sin máscara, pero como no tiene lentes, le es imposible captar sus rasgos fisonómicos.
El día programado para la liberación, Domínguez está deprimido, sin deseos de comer; teme que lo vayan a matar. ¿No ha sucedido así en otros secuestros? Sin embargo, trata de apartar estos pensamientos de su mente. Cuando habla con los guerrilleros muestra buen espíritu. Pide afeitarse y le llevan jabón de afeitar y hojitas nuevas. Se afeita y se asea un poco en el lavamanos. Vuelve a acostarse en su pequeña cama y trata de dormir. El día pasa monótono y lleno de malos presagios. Llega la noche y nada sucede. Toma sus pastillas y vuelve a dormir. A las 2:30 de la madrugada lo despiertan, lo inyectan con un coctel de drogas muy fuerte. ¿Vendrá la libertad o la muerte? Sus pensamientos se nublan por efecto de la droga. Observa los preparativos de los guerrilleros, los ve entrar y salir de su cautiverio. Empieza a flotar y todo comienza a distorsionarse. Pierde el conocimiento.
Raúl, responsable de la operación, llega a la baticueva acompañado de Track. Ya no importa que Raúl conozca la ubicación del sitio de reclusión. Las operaciones de intercepción y cobro del rescate donde ha participado han salido bien. Ahora Otilio lo había encargado de la liberación del secuestrado y le había revelado la ubicación de la baticueva.
Entre Otilio, Track y Raúl cargan a Domínguez: lo sacan del agujero de la pared con mucha dificultad, pues está completamente inconsciente. Bajando la pendiente lo llevan y lo introducen en el Ford Fairlane verde 500; lo sientan en el asiento de atrás. En el maletero del carro llevan una colchoneta vieja y también la cortina de nylon que dividía en dos secciones la baticueva.
Llegan a Los Teques y siguen por la carretera Panamericana. A esta hora el tránsito es muy escaso; casi no se ve ningún vehículo. Llegan ál desvío que conduce a la carretera que bordea la alcabala, lo toman y pasan por detrás de la misma, rodeándola. Unos kilómetros más adelante salen de nuevo a la Panamericana rumbo a Caracas. En Caracas, llegan a Valle Abajo, frente a un taller mecánico. Este sitio se divisa desde un penthouse, en el que vive el guerrillero Ramón Omar Gutiérrez, desde donde se vigila la operación.
Domínguez sigue inconsciente. Los guerrilleros echan el colchón al suelo y lo acuestan en él; por último, lo cubren con el nylon y abandonan rápidamente el lugar. La operación secuestro ha terminado para los guerrilleros.
Domínguez tarda media hora en despertarse. Está sucio, mareado y no sabe exactamente donde se encuentra. Son las 4:30 a. m. y no circulan carros. Trata de detener a los pocos vehículos que transitan, pero ninguno para: por su aspecto, piensan que es un borracho. Por fin, uno se detiene. El chofer le pregunta si se siente bien; le contesta que sí, pero que necesita ayuda. Le dice que él es Domínguez, el secuestrado. El chofer lo reconoce por las fotografías de la prensa, lo invita a subir y lo lleva a una línea de taxis: los guerrilleros han puesto 20 bolívares en uno de sus bolsillos. Domínguez se identifica con el taxista y le da su dirección. El taxista le conduce hasta la Quinta Anácar, en El Paraíso; llega a su casa a las 5:00 a. m.
Mientras esto sucede, yo me encuentro durmiendo en la DISIP; a las 6:00 a. m. recibo llamada del director, Dr. Remberto Uzcátegui, comunicándome que Domínguez ha sido liberado por sus captores. Inmediatamente me visto y me dirijo hacia la residencia de Domínguez, en El Paraíso. Al llegar, me recibe Carlitos, quien no me deja hablar con su padre, alegando que está muy cansado y se encuentra durmiendo. Cruzamos unas palabras y fuertemente le reclamo el derecho que tengo a interrogar al secuestrado. Por último, acuerdo que tan pronto Domínguez descanse y se recupere se trasladará a la DISIP para ser entrevistado.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
7: Operaciones especiales después de la liberación de Domínguez
Al llegar de nuevo a mi oficina, organizo todo para empezar a trabajar. Las dos primeras acciones serán: hacer pesquisas en el área donde los guerrilleros dejaron a Domínguez y en el sitio donde se pagó el rescate. Las primeras pesquisas estarán a cargo del comisario José Antonio González. Las segundas las llevará a cabo el comisario Tito Vera Ruiz, ambos funcionarios de la PTJ.
El comisario González llega al sitio donde dejaron al secuestrado. Por lo temprano de la hora en que lo dejaron, no encuentran ningún testigo. Sin embargo, recuperó la colchoneta donde lo acostaron y el plástico con que lo cubrieron. Trasladaron ambas evidencias al comando para someterlas a experticias y, posteriormente, trabajar sobre ellas. Con la colchoneta no se pudo hacer nada. Era una colchoneta muy vieja, del tipo más corriente y no se halló ninguna pista para conducir la investigación posterior. En cambio, el nylon fue objeto de largas experticias. Tenía un diseño fácilmente identificable por sus fabricantes en Maracay. Estos informaron que habían fabricado 800 metros de ese material, vendidos a varios comercios de los alrededores. Se visitaron todos los negocios pero, como hacía mucho tiempo de su fabricación y venta, no se acordaban de ninguna persona específica a quien se le hubiera vendido un pedazo. Después de muchas horas de trabajo no se llegó a pista positiva.
Pesquisas en el área del cobro del rescate
Mientras tanto, las pesquisas en el área del pago del rescate, hechas por el comisario Vera Ruiz con diez funcionarios de PTJ, sí arrojaron algunas pistas que nos costaron varios meses de trabajo. Todas las casas de la vecindad, en un área de 100 metros a la redonda del sitio donde se pagó el rescate, fueron encuestadas. De las entrevistas a los vecinos de la zona, uno se acordó que el día anterior al pago del rescate, un Ford Fairlane 500, modelo 1969, color verde, en horas de la tarde, había estado estacionado bloqueando la entrada de su garaje. En éste estaban dos personas a quienes les pidió que movieran el auto para poder salir. Ellos accedieron y lo quitaron del paso.
Tres muchachos que vivían cerca del sitio donde se realizó el pago recordaban que la noche del día 13, como a las 8:00, mientras estaban en la parte de arriba de la escalinata de la calle Maturinde la Florida, llegó un Ford Fairlane 500 color verde, modelo 1969, con dos o tres personas en su interior, quienes bajaron las escalinatas y ayudaron a subir unas cajas e introducirlas en el Ford. Los muchachos eran conocedores de autos y observaron bien el vehículo; les llamó la atención unas platinas que tenía el auto, con características muy especiales. Notaron que la pintura verde botella era la pintura original y que estaba bien conservada, como si el vehículo pasara mucho tiempo bajo techo. Ni ellos ni los propietarios del garaje que habían visto el carro el día anterior, pudieron identificar a nadie cuando se les mostraron los álbumes de retratos de guerrilleros en la DISIP. Sin embargo, su ayuda y las informaciones obtenidas sobre el automóvil, nos condujeron a una investigación que se prolongó por seis meses. Inmediatamente después de obtener estos datos, una comisión mixta DISIP-PTJ se trasladó a la ciudad de Valencia y, en la ensambladora Ford revisó los archivosy averiguó cuántos automóviles Ford Fairlane 500, modelo 1969 y de color verde se habían ensamblado y distribuido. Se inició una minuciosa labor de visitas a los distribuidores Ford, en toda Venezuela. Se pudieron localizar cientos de automóviles vendidos de ese tipo, así como a sus propietarios. Se investigó por espacio de seis meses sin resultado alguno. Por otro lado, se alertó a las delegaciones de DISIP y PTJ en toda Venezuela para que detuvieran a todos los vehículos que presentaran sus características e identificaran a las personas que iban en él; en caso de cualquier sospecha, deberían detener a sus ocupantes y llamar al Comando Antisecuestro para trasladarlos e interrogarlos. Esta operación que, como ya dijimos fue larga, tampoco dio resultado.
Mientras estas operaciones marchaban, las personas asignadas al caso Domínguez trabajan sin cesar. Los equipos de seguimiento y vigilancia del subcomisario Hernán, mantenían bajo vigilancia a muchos sospechosos. Los informantes del subcomisario Arnoldo trataban de encontrar informaciones positivas acerca del secuestro. Los analistas del subcomisario Francisco las revisaban y comparaban, tratando de encontrar algo que los condujera a determinadas pistas.
Operación máquina de escribir
El comisario Dimas Olivero, experto en grafología y escritura a máquina, trabajaba sobre la escritura de los mensajes de los secuestradores. Su experiencia arrojó el siguiente resultado:
1. Los mensajes habían sido escritos en una máquina portátil marca "Adler".
2. En todos los mensajes aparecía una "q" superpuesta. La letra podía quedar superpuesta por dos motivos:
a. Que la máquina estuviera defectuosa y no la marcara bien, teniendo el mecanógrafo que remarcarla y en este caso quedaba (vista al microscopio) superpuesta.
b. Que el mecanógrafo tuviera un defecto en el dedo y esto no le permitiera marcar con fuerza la letra, teniendo que remarcarla.
Conocidos estos datos, se inició una operación consistente en recopilar todas las cartas y documentos incautados a guerrilleros por las policías a lo largo de los años, escritos a máquina. Se recogieron cartas y documentos en la DIM (Dirección de Inteligencia Militar) en el MRI (Ministerio de Relaciones de Inteligencia Militar) en los TOA (Teatro de Operaciones Antiguerrilleras) y en los archivos de la DISIP. Estos documentos fueron clasificados por los analistas y enviados al comisario Dimas Olivero, para tratar de encontrar una máquina portátil "Adler", con la "q" superpuesta en la escritura de documentos. Fueron varios miles de documentos sometidos a experticia.
Vigilancias y seguimientos
Las operaciones de los primeros días se hicieron contra reloj. El tiempo de trabajo de los funcionarios, sobre todo de los equipos de seguimiento y vigilancia, no se podían prolongar por mucho tiempo.
Convoqué a una reunión a los jefes de las divisiones generales y se hizo una evaluación de la situación. Se analizó lo que se había logrado y se fijaron los objetivos a alcanzar.
Preparé un plan de trabajo general y se establecieron nuevas responsabilidades.
El subcomisario Hernán, con su equipo de seguimiento y vigilancia seguiría vigilando sospechosos. Sus objetivos principales eran los familiares de los secuestrados. Por las entrevistas efectuadas a Domínguez teníamos la sospecha de que uno de sus familiares más allegados estaba involucrado en el secuestro. Esta sospecha estaba fundada en que los secuestradores sabían exactamente de su enfermedad coronaria y de los medicamentos que debían administrársele.
En interrogatorios que se le hicieron a Domínguez, éste recordó que en una ocasión los secuestradores le preguntaron sobre unas rayas de adorno que él había mandado a pintar en un auto Javelin que le había regalado a una de sus amantes. Este detalle tan preciso sólo lo podía saber la dueña del Javelin y las personas del taller donde se había efectuado el trabajo. El taller era propiedad de su hijo (ilegal) Carlos Bolívar (apellido materno).
Los hombres de Hernán Reyes estuvieron varios meses siguiendo y vigilando a Carlos Bolívar y a varios de los empleados del taller, sin ningún resultado.
- Los teléfonos de los sospechosos seguían intervenidos. La grabación de sus conversaciones era analizada y sus resultados sintetizados. Después de leerlos eran archivados para futuras consultas.
- La operación de la búsqueda del Ford Fairlane 500, verde, modelo 1969, con las platinas especiales, se extendió a nivel nacional. Todas las oficinas de la DISIP y PTJ, a lo largo del país, recibieron la orden de buscar el Ford y detener a sus ocupantes.
- Se detuvieron cientos de carros y una vez, según se supo después, fue detenido el carro buscado. Los funcionarios de la PTJ que efectuaron la detención no notaron sospechosos a los ocupantes y los dejaron continuar.
- El subcomisario Arnoldo hacía una búsqueda permanente de información a través de sus informantes. Toda la información obtenida era enviada a la División de Análisis para compararla con informaciones obtenidas por otros medios y, de esta forma, evaluarlas.
- El comisario Dimas Olivero, experto grafotécnico de la PTJ, seguía haciendo la experticia a los miles de documentos escritos a máquina e incautados a los guerrilleros en otros casos. Buscaba la escritura de una máquina de escribir portátil marca "Adler", cuya letra "q" apareciera superpuesta. Los mensajes enviados por los secuestradores mostraban esta peculiar característica. Diariamente, con pacienciay diligencia, revisaba decenas de documentos.
- Todas las informaciones procedentes de investigaciones, pesquisas, vigilancias, intercepciones telefónicas, etc., se analizaban y se archivaban. Diariamente me enfrascaba en la lectura de los recaudos, con la esperanza de encontrar una pista que me orientara en la investigación.
Interrogatorio a Domínguez y búsqueda de la baticueva
El Comando Antisecuestro era todo actividad. Tenía que organizar el personal y señalar las comisiones para mantener control sobre todo lo que se estaba realizando. Ahora que ya estaba liberado el secuestrado podíamos actuar abiertamente. Contaba con personal experimentado que sabía lo que tenía que hacer y no me fue difícil delegar responsabilidades.
Las pesquisas en el área donde dejaron al secuestrado y en el sitio donde se pagó el rescate comenzaron de inmediato. Comisarios con mucha experiencia, como José Antonio González y Tito Vera Ruiz, comenzaron su labor y, personalmente, dirigieron y organizaron las comisiones.
Relevé momentáneamente al subcomisario Hernán Reyes de su trabajo de seguimiento y vigilancia y lo puse a trabajar directamente conmigo para que me ayudara a organizar las comisiones.
A la 1:30 p. m. llegó Carlos Domínguez a la DISIP, acompañado de su hijo Carlitos. Domínguez viste camisa blanca sport, de manga corta y pantalón gris claro. Por primera vez pongo mi vista en él. Es un hombre de mediana estatura y de fuerte complexión; su cabello blanco y su cara arrugada me dicen que tiene 70 años, pero al conversar con él, luce mucho más joven. Extrovertido y lleno de dinamismo, se expresa con serenidad y aplomo, intercalando chistes y frases humorísticas en su conversación. Su forma de hablar es agradable y da la sensación de franqueza al responder las preguntas que se le formulan.
Lo pasamos a la oficina del director. Allí comenzamos la entrevista preliminar. A la misma asisten el director de la DISIP, Dr. Remberto Uzcátegui, el director de la PTJ, Dr. Juan Martin Echeverría, y yo.
En la entrevista preliminar, en estos casos, se deja al entrevistado que narre la historia libremente, sin presiones ni preguntas; posteriormente se le formulan las preguntas que ampliarán la narración.
Una grabadora Uher con cinta de ocho horas, capta la historia. Domínguez narra su odisea desde la captura hasta su liberación. Se interrumpe varias veces para descansar o para ahogar la emoción que le trae el recuerdo. Habla desde las dos hasta las cinco de la tarde. Tres horas de grabación en su primera entrevista.
Explica cómo fue capturado en el callejón Monteverde, cómo le inyectaron una droga y cómo lo llevaron y lo cambiaron de vehículo varias veces: cómo, al llegar al sitio de reclusión, lo subieron por una pequeña pendiente empantanada porque había llovido. Lo introdujeron en una casa y allí lo metieron por un agujero al lugar que sería su sitio de reclusión durante dos semanas. Describió con bastante fidelidad el sitio donde estuvo recluido, teniendo en cuenta que le quitaron sus lentes y su visión era muy limitada. Describió el plástico que dividía en dos su pequeña habitación. Los extractores de aire, su cama, la mesa en que se sentaban los guerrilleros; la máquina de escribir donde escribían algunos mensajes. Recuerda que es pequeña, portátil y de color gris. Se dio cuenta, por la humedad y el moho de sus zapatos, que estaba bajo tierra y por las paredes recién frisadas, que la habitación está recién construida. Describió sus alimentos y la frecuencia con que se los daban. Explicó que el sitio está cerca de una carretera con tránsito denso, que se intensifica los fines de semana.
Que está situado cerca de una curva o de una pendiente en la carretera, pues los vehículos tienen que cambiar de velocidad para impulsarse. Habló de las luces instaladas para la comunicación. Al mostrársele fotografías de varias armas, reconoció el AK-47 como el arma que le mostró Otilio. Dijo que sus captores siempre tuvieron sus rostros cubiertos por máscaras. Que un guerrillero como de 1.70 metros de estatura, de complexión mediana, que parecía ser el jefe, conversaba mucho con él.
Dijo que el guerrillero estaba en pleno conocimiento de su dolencia cardíaca y de la medicina que se le administraba. Le llamó la atención este detalle y también que el sujeto estaba en conocimiento del trabajo que le había hecho a un carro Javelin que él le había regalado a una de sus "amigas". Habló extensamente sobre todos y cada uno de los tópicos señalados.
Posteriormente le preguntamos sobre dudas que teníamos en algunas partes de su relato y se dio por terminada la primera entrevista.
Domínguez, muy fatigado por el esfuerzo de tan larga conversación, se retiró con su hijo Carlitos. Quedamos en volver a vernos al día siguiente a las 9 a. m.
Inmediatamente me trasladé con la grabadora a mi oficina y pedí no ser molestado para oír la cinta. Mi adjunto, el subcomisario Hernán Reyes, se ocuparía de todo mientras yo trabajaba en la grabación. Despacio, deteniéndome para tomar notas volví a oír todo. Me tomó cinco horas terminarla. Entonces pasé la cinta a la Sección de Análisis con la orden de que la copiaran a máquina lo más pronto posible. El turno de la noche se encargó de la mecanografía y al día siguiente, a las 11 de la mañana, un grueso volumen de 300 páginas contenía la transcripción de toda la entrevista.
Se sacaron tres copias. Una se le envió al director, otra para mí y otra para el archivo que estábamos formando, con todos los recaudos que teníamos del caso.
Al día siguiente, a las 9 llegó Domínguez a la DISIP y subió a mi oficina. Acabo de levantarme pues he estado trabajando gran parte de la noche. Mi secretaria, Matilde, me trae café e invito a Domínguez, quien acepta. Tengo anotadas muchas preguntas para hacerle, pero debo ir despacio. Me concentro en lo referente al sitio de reclusión. Repaso con él todo lo dicho y aclaro mis dudas. Le hago preguntas sobre cosas que ha dicho anteriormente; también sobre cosas que ya sé por los seguimientos y las intercepciones telefónicas. De esta forma evalúo su veracidad y su habilidad para recordar. Sale bien de la prueba. Su habilidad para recordar es satisfactoria y está diciendo la verdad. La entrevista se prolonga por más de tres horas. De nuevo, todo está grabado y la cinta es transcrita. En la entrevista insistí mucho en preguntas sobre detalles que podrían conducirme a encontrar el sitio de la reclusión. Lo dejo ir y lo cito de nuevo al siguiente día por la mañana, a las 9:00.
Inmediatamente ordené varias comisiones para rastrear la zona de Petare y sus alrededores, buscando una casa que tenga una pendiente de tierra sin pavimentar, que esté a 8 ó 10 metros de una carretera, donde circulen vehículos de transporte y se intensifique su tránsito los fines de semana y la carretera aledaña tenga una loma o una curva. Si encuentran una casa con estas características, que la allanen y busquen un sitio o un espacio aislado, reconstruido. La búsqueda deberá extenderse por toda la carretera Petare-Guarenas y cada casa deberá revisarse minuciosamente.
Por otro lado, había planificado y así lo hice, salir con Domínguez a recorrer la autopista "Francisco Fajardo" hacia el Este, con la esperanza de que reconociera algún cartel lumínico o cualquier otra característica del terreno que nos ayudara en la búsqueda.
La operación, tendiente a encontrar el sitio donde mantuvieron al secuestrado, se prolongó por cerca de un mes. En ese tiempo, yo personalmente, salí con Domínguez en varias ocasiones. Unas veces de mañana y otras anocheciendo tomábamos mi carro, acompañados siempre por un carro escolta y recorríamos la carretera Petare-Guarenas-Guatire, tratando de ubicar el sitio donde fue recluido.
Los resultados fueron negativos
Otilio y Raúl dan muerte a un agente de la Policía Metropolitana
13 de octubre de 1972
La patrulla 824 de la Policía Metropolitana se encuentra haciendo su ronda habitual por el sector de la Urbanización de Altamira.
En una frutería y cafetería llamada "La Holandesa", se encuentran cuatro sujetos que se hacen sospechosos a la policía. El policía Rómulo Enrique Gracia Mijares conduce el vehículo. Estaciona la patrulla frente a la acera y su compañero procede a pedir cédulas de identidad a los sospechosos. Otilio le entregó una cédula a nombre de José Félix Calzadilla.
Cuando Raúl le entregó la suya, Otilio sacó una granada de fragmentación MK-2 e intimidó con ella al policía que entregó su arma de reglamento. Otilio se apoderó del arma, un revólver calibre 38. El policía Mijares salió de la patrulla, pero no tuvo tiempo de defenderse. Otilio le hizo varios disparos y el oficial cayó mortalmente herido.
Raúl y Otilio huyen del sitio. Cerca de allí detienen a una mujer que conduce un automóvil Mercedes Benz, la encañonan con el arma y la despojan de su vehículo, en el que se alejan a toda velocidad. El policía, compañero de Mijares, se queda con las cédulas de Otilio y de Raúl. Más tarde, por las fotos, podemos identificar a Gabriel Puerta Aponte y a Pedro Véliz Acuña.
Sigue el trabajo investigativo
Han pasado ya cuatro meses desde el secuestro de Carlos Domínguez. A pesar del intenso trabajo, de las investigaciones realizadas, de los interrogatorios a sospechosos, de las operaciones de seguimiento y vigilancia, de los teléfonos interceptados, de las informaciones aportadas por los informantes, no tenemos nada en concreto, seguímos barajando hipótesis.
Por otro lado, los guerrilleros de BR, con suficiente dinero han adquirido armas, vehículos y han alquilado casas. Sus hombres principales, al mando de Otilio y su lugarteniente Raúl, han formado ya una unidad de combate. Sus efectivos ya son todos veteranos, bien provistos de armas y, sobre todo, de identificaciones falsas. Las identificaciones fueron adquiridas anteriormente en un asalto que efectuó Raúl a las oficinas de identificación y extranjería en la Urbanización Caricuao. Allí, además de cédulas en blanco, se llevaron máquinas de laminar y sellos de goma. Esto les permitía falsificar con gran facilidad las identidades.
El grupo guerrillero urbano había recibido el nombre de Unidad "Américo Silva", en honor a su jefe guerrillero muerto recientemente. La guerrilla rural seguía teniendo como jefe a Miguel Salas Suárez.
Los guerrilleros del PRV-FALN se mantenían bien organizados y muy efectivos. Su guerrilla rural, muy activa en el triángulo montañoso de los Estados Lara, Yaracuy y Falcón, estaba bajo el mando de Elegido Sibada (a) Magoya. Su guerrilla urbana, la famosa "Unidad Móvil", seguía operando en Caracas y Valencia. Su jefe, Armando Daza Zurita (a) El Chino Daza, guerrillero experimentado con varios años de clandestinidad, manejaba un grupo pequeño, pero sumamente eficaz.
El grupo Punto 0, entrenado en Cuba y posteriormente enviado a Venezuela, ha sido diezmado; sus combatientes se encuentran muertos o presos. Los pocos guerrilleros que quedan, están en desbandada, perseguidos por la policía.
Sin el trabajo que se dedicó a Punto 0, nuestros esfuerzos vuelven a concentrarse en el secuestro de Domínguez e intensificamos la búsqueda en BR y el PRV-FALN. Aunque no tenemos nada en concreto, estamos casi seguros de que estas organizaciones están inmiscuidas en el hecho.
Se intensifica el trabajo. Me traslado con un grupo de hombres a la ciudad de Maracaibo, donde le seguimos la pista a un estudiante de Medicina de tendencias izquierdistas y contactos con BR. Pensábamos que podía ser el "médico" que conversó con Domínguez, durante su cautiverio, de sus enfermedades coronarias.
Interrogatorios, pesquisas, investigaciones, más noches sin dormir. Nada, parecía que estábamos como cuando empezamos.
Me dedico toda una semana a leer todos los recaudos archivados sobre el caso. Oigo de nuevo todas las cintas. Trato de encontrar algo que hayamos pasado por alto y que nos conduzca. a una buena pista.
Mientras, funcionarios de Hernán Reyes continúan vigilando y siguiendo sospechosos; continúan interceptando teléfonos; Arnoldo presiona a sus informantes para que sigan buscando información referente al secuestro. Yo sé que, aunque no hayamos encontrado nada, no debemos detener nuestros esfuerzos. Sé que algún día llegará la pista o la información que nos pondrá en el camino correcto. Entonces, todo será inútil para los guerrilleros. Llegaremos al final.
Sigue la operación máquina de escribir Mayo de 1973
Todas las pistas habían sido trabajadas sin resultado. Ningún informante había traído alguna información de importancia. A casi un año del secuestro, parecía que la policía estaba empezando.
El comisario Dimas Olivero seguía revisando y analizando cartas y documentos de guerrilleros. Por sus manos habían pasado miles de documentos descartados.
Una tarde, mientras revisaba papeles, encontró una carta fechada en el año 1969, escrita por un preso de la cárcel de La Pica, en la ciudad de Maturín, al oriente del país. La carta, requisada por las autoridades del plantel, estaba firmada con el seudónimo de Agapito. Al hacerla experticia, Olivero notó que estaba escrita en la misma máquina de los mensajes del secuestro. La carta presentaba idénticas características que los mensajes del secuestro: todas las "q" aparecían superpuestas. Inmediatamente Olivero llamó al comisario José Antonio González, y ambos se comunicaron conmigo para das ene la noticia; disponíamos de una pista. Lo importante era localizar la máquina de escribir.
Al día siguiente, los comisarios Dimas Olivero, José Antonio González y yo, nos trasladamos a la cárcel de La Pica. Allí pedimos revisar los archivos del año 1969. En aquel año había 12 presos en el plantel, de los cuales seis habían obtenido la libertad. Se interrogaron los seis que quedaban, para ver si se acordaban de una máquina de escribir "Adler" y de su dueño. Un preso se acordaba de la existencia de la máquina; también se acordaba de su propietario, quien resultó ser Horacio Wills Olivero. En los archivos del penal encontramos la lista de visitantes de Wills Olivero: una muchacha se nombre Lucrecia, lo visitaba frecuentemente.
Los comisarios y yo regresamos a Caracas y planificamos la siguiente operación: un grupo de funcionarios trataría de ubicar a los seis presos que había sido liberados, incluyendo a Horacio Wills Olivero. Sin detenerlos, averiguarían dónde se encontraban para la fecha del secuestro, o sea los primeros quince días del mes de junio de 1972. Otro grupo ubicaría a la joven amiga de Wills Olivero y la pondría bajo vigilancia.
El primer grupo de funcionarios ubicó a todos los presos liberados, con excepción de Wills Olivero. Se pudo averiguar que para la fecha del secuestro se encontraba en la Isla de Trinidad y Tobago, por lo que también fue descartado como participante. Los otros cinco presos, después de investigaciones minuciosas, fueron descartados.
Algunos no estaban en Caracas para la fecha del secuestro y otro, que sí estaba, se mantuvo bajo vigilancia por quince días, sin arrojar ningún resultado. Este último fue detenido e interrogado y se comprobó que tampoco había participado.
El segundo grupo, dirigido por el subcomisario Hernán Reyes, ubicó a Lucrecia, la joven que visitaba a Wills Olivero, y la mantuvo bajo vigilancia por varios días. La joven vivía en una pensión de estudiantes frente al restaurante chino Ling Nam, en la Urbanización Chaguaramos. La vigilancia a que fue sometida y las investigaciones que se le practicaron arrojaron el siguiente resultado:
- Había sido novia de Wills Olivero, pero no continuaba el noviazgo.
- Mantenía relaciones con los grupos de izquierda en la Universidad Central de Venezuela.
- Era íntima amiga de una funcionaria de la DISIP, cuyo seudónimo era Zoraida. Esta se encontraba en aquellos momentos en París. Cuando el grupo de analistas entregó los resultados de la vigilancia, planifiqué varias acciones a seguir.
1. Mantener bajo vigilancia a los amigos de Lucrecia.
2. Como el director de la DISIP, Dr. Uzcátegui, se encontraba en París, se aprovechó la oportunidad para llamarlo por teléfono para que localizara a Zoraida y la interrogara.
3. Por último, detener e interrogar a Lucrecia.
Los puntos dos y tres no dieron ningún resultado. En cambio, la vigilancia a los amigos de Lucrecia en la Universidad, sí dio resultado. Se estaba sobre la pista de un grupo de BR. Se reunía en la Universidad con dos sujetos; tenía mucha actividad y repartían propaganda de BR. Se decidió mantener bajo vigilancia a los dos; uno resultó ser El Ciego Mantilla y, el otro, Segundo; ambos guerrilleros del BR y participantes en el secuestro de Domínguez.
Descubrimos sus direcciones. Segundo vivía en la avenida San_ Martín, esquina de Albañales N° 153. Parroquia San Juan, Caracas. El Ciego Montilla, en la calle El Carmen, Letra B, entre las calles Santa Teresita y Real del Prado de María, también en Caracas.
Pronto la vigilancia demostró que El Ciego tenía mucha más actividad que Segundo, dentro de la organización. Por lo tanto, se decidió concentrar toda la vigilancia en él. Durante su seguimiento se fotografiaban y ubicaban todas las personas que de una u otra forma tenían contacto con él. Los informes diarios de la vigilancia, así como las fotografías, eran enviadas al Departamento de Análisis para ser procesadas. El Departamento de Análisis aconsejó intensificar la vigilancia de El Ciego, después de sacar las siguientes conclusiones:
- El Ciego era responsable de varias casas de seguridad de la organización.
- Era controlado por un individuo de la organización al que llamaban Brito. Brito tenía contactos con Otilio.
Con estos datos se dejó de vigilar a Segundo y se centró todo el potencial en El Ciego.
Bandera Roja ataca una patrulla de la Policía Metropolitana Mientras, los guerrilleros están activos. En la Urbanización El Cementerio, Otilio y un grupo de sus hombres acechan una patrulla de la Metropolitana que circula por el sector. La patrulla 822 lleva a los agentes Luis Crisántomo Rico y Angel Pablo Adrián Hernández; se desplaza lentamente. Un grupo de hombres, en actitud aparentemente pacífica, conversan en una esquina. Al pasar el carro policial, los guerrilleros sacan sus armas y la atacan a balazos. Los policías, sin oportunidad de repeler la agresión, reciben varios disparos y caen gravemente heridos. La unidad recibe veinticinco impactos de bala.
La vigilancia y el seguimiento al Ciego Montilla
El Ciego Montilla Cedeño ha sido plenamente identificado; se conoce su dirección, los lugares que frecuenta y está fotografiado. Decido que se le monte un operativo de vigilancia y seguimiento con toda la capacidad de la División.
El subcomisario Hernán Reyes, Jefe de la División de Vigilancia y Seguimiento tendrá toda la responsabilidad de la operación. Desde hace varios años trabajo con Hernán y es un funcionario muy eficiente y con gran sentido de la responsabilidad. Juntos recibimos cursos con el Servicio Secreto Israelita, perfeccionándose en seguimiento y vigilancia, con una gran experiencia. Ha formado un equipo bien entrenado, que ha adiestrado personalmente; casi siempre participa en los operativos y supervisa los más mínimos detalles.
La ciudad de Caracas, con casi cinco millones de habitantes, presenta grandes dificultades para el seguimiento. El tránsito es muy intenso; hay gran cantidad de motocicletas circulando; empleamos las motos combinadas con carros en la mayoría de los seguimientos. Estas se desplazan con rapidez entre los vehículos que circulan y, además, pasan desapercibidas entre las miles de motos que circulan.
La vigilancia estacionaria también presenta problemas. La ciudad está rodeada de barrios marginales, donde se desarrolla gran parte de este tipo de trabajo y es muy difícil establecer puestos de vigilancia sin que sean notados: La imaginación juega un gran papel para poder situar estos puestos y mezclarlos con el ambiente sin ser detectados.
El equipo de especialistas de Hernán Reyes está formado por un grupo de funcionarios entre los que destacan: Teobaldo, Fredy, Tobías, Carlos, Sixto, Ricardo, Diego, Raimundo y Alirio. Este grupo lleva mucho tiempo trabajando junto y está bien compenetrado. Todos son expertos en la conducción de vehículos y motos, en comunicación, señales, fotografía operativa, etc. Sobre ellos caerá todo el peso de la operación que va a desarrollarse.
La red de comunicación de la División es un equipo Motorola, con radio-transmisores pequeños y de gran alcance. Tiene una repetidora situada en una zona muy alta que bordea la ciudad, llamada El Avila.
Comienza la vigilancia del Ciego Montilla. Diariamente se le sigue con mucha discreción, tratando de identificar a sus contactos. Se le ve reunirse frecuentemente con Marco Antonio Ludeña, ya identificado y ubicado y con un sujeto conocido como Brito, que posteriormente se le ubicó en el edificio Ulimar, Apto. 16, Colinas de Bello Monte; sus contactos fueron "fijados" por fotografias y seguidos hasta conocer su dirección.
Diariamente los funcionarios hacían un reporte escrito sobre las actividades del sujeto vigilado. El reporte me lo llevaba Hernán todas las mañanas y después de leerlo discutíamos las acciones a seguir. Después se enviaba a la Sección de Análisis para ser procesado. Día a día se acumulaba información valiosa y el Ciego "contaminaba" a más personas y lugares.
El Ciego es seguido hasta una quinta en la calle Occidente de la Urbanización San Bernardino. Penetra en el garaje de la casa y permanece allí por 30 minutos. Dado lo avanzado de la hora, se decide dejar allí la vigilancia.
Vigilancia de la quinta
Al siguiente día se le encarga a la División de Inteligencia que identifique la quinta,su propietario y la relación que existe con el vigilado. Este trabajo se le encarga al inspector jefe Amílcar quien, con un grupo de hombres, obtiene la información sin levantar sospechas. Haciéndose pasar por funcionarios de Catastro, logran averiguar que la quinta es propiedad de una señora llamada Carmen Marchena. La señora alquilaba habitaciones y había rentado el garaje a un señor de nombre Juan Elías Paredes, quien resultó ser el Ciego, que usó una identificación falsa con ese nombre.
Amílcar, auxiliado por personal de Departamento Técnico, al mando del subcomisario Alí, usando cerrajeros, lograron abrir las cerraduras y penetraron en el garaje en horas de la noche. Allí encontraron un Buick Le Sabre, blanco, con techo de vinyl negro modelo 1971, uniformes militares, pelucas, municiones, cacerinas de ametralladoras y gran cantidad de documentos. Posteriores investigaciones indicaron que el Buick había sido robado a un odontólogo en la ciudad de Maracaibo. Omaña, el fotógrafo del Departamento, toma las fotografías.
Con todo lo obtenido, se decide establecer una vigilancia estacionaria en las cercanías del garaje. Hernán Reyes y Teobaldo reconocen el área de la vigilancia para preparar la operación.
El barrio donde está situada la quinta es poco frecuentado. Es un inmueble de dos pisos, rodeado de un jardín con una cerca como de un metro. El garaje es amplio, con una puerta que abre hacia arriba. Está ubicada en la calle Occidente de San Bernardino. Junto a la calle Occidente está la avenida Mariscal Sucre. En esta avenida y cerca de la quinta está una plazoleta bastante grande. Aquí se estaciona un vendedor de salchichas y un vendedor de chicha (bebida en base a agua de arroz). A las 12 del mediodía y a las 5 de la tarde el área es frecuentada por estudiantes que salen de un instituto de segunda enseñanza, que se encuentra en la parte final de la calle Occidente.
No es fácil instalar puestos de observación en el área sin ser detectados. Tampoco la zona ofrece facilidades para mantener desapercibidos a los hombres que harían el seguimiento a las personas que visitaran el garaje.
Hernán, minuciosamente, como era su costumbre, tomó nota de todo y regresó al despacho para preparar la operación. Después de hacer el proyecto de trabajo, me lo mostró y lo discutimos. El plan me pareció bueno y quedamos en que lo pondríamos en ejecución al día siguiente.
Poco a poco, sin llamar la atención, se va estableciendo el puesto de vigilancia estacionaria. Hernán, personalmente, habló con el vendedor de salchichas, le mostró las credenciales y le dijo que están vigilando un contrabando de drogas, cuyos contactos se realizan en la plazoleta. Le pide que le permita poner a uno de sus funcionarios como ayudante suyo en la venta, para que de esta manera pueda observar las actividades del área. El vendedor accede y comienza de inmediato a entrenar a uno de los hombres en preparar y servir salchichas. En dos días el funcionario aprende y hace como un vendedor normal. Desde allí tiene una buena observación de todos los vehículos y personas a pie o en moto que toman la calle Occidente y se dirigen a la quinta. Esconde un transmisor en el carrito de venta y lo mantiene apagado; solamente lo activará para alertar al personal que se encuentra en los alrededores, si alguna persona o vehículo toma la calle vigilada.
La calle Occidente, donde está situada la quinta, es de poca circulación y termina en calle ciega. Hernán, con sus conexiones en el aseo urbano, consigue un carrito de los que usan los barrenderos y pone a uno de sus hombres a barrer las calles y aceras de todo el sector cercano a la quinta.
Uno de sus hombres consigue alquilar una habitación en la quinta y, con el pretexto de que trabaja de noche, pasa todo el día en la habitación como si estuviera durmiendo. Desde ahí puede escuchar todos los movimientos del garaje. Tiene un receptor que capta la emisión de dos pequeños transmisores que posteriormente se instalarán en el garaje. Al escuchar actividad en el garaje, con su radio-transmisor alertará a los funcionarios que vigilan el área. Ya casi está listo el operativo. El inspector Amílcar, de la División de Investigaciones, contacta al subcomisario Alí, de Medios Técnicos y, usando cerrajeros, entran en el garaje en horas avanzadas de la noche. Observan que todo está igual e instalan dos pequeños micrófonos o transmisores en lugares ocultos.
Todo funciona a la perfección. Solamente tienen dificultades los funcionarios esparcidos en la zona con sus motos y autos para seguir a las personas que llegan al garaje. Se detecta fácilmente que existe una actividad inusual en el barrio. Sin embargo, Hernán resuelve esa dificultad esparciendo á algunos de sus hombres en la plazoleta. Allí van sirvientas de las casas cercanas a cuidar los niños mientras juegan. Los funcionarios tratan de entablar amistad con las sirvientas y así no se verá extraña su permanencia en la zona. Los vehículos, con sus conductores, estarán situados estratégicamente a varias cuadras del área vigilada.
El operativo funciona de la siguiente manera: si un carro, moto o persona a pie toma la calle Occidente, el observador del carro de venta de salchichas alerta a todo el personal por medio de su radio-transmisor. Si la persona o personas penetran en el garaje, el funcionario que se encuentra en el puesto de escucha, en el interior de la quinta, también alertará a todo el personal. Todo el equipo de vigilancia alertado esperará la salida de la persona para seguirla con la finalidad de identificar los contactos que pueda tener, "fijándolo", si es posible, con fotografías y ubicando los lugares que visite. Al final de un seguimiento se elaborará un informe escrito. Este pasará al Departamento de Análisis para ser analizado, evaluado y posteriormente enviado a mi División. La identificación de los contactos del sujeto vigilado y la investigación de los sitios por él frecuentados, quedará a cargo de la División General de Inteligencia. Los resultados serán analizados y, por último, enviados a mi oficina, que es el centro de todas las operaciones.
Hace ya diez días que está funcionando el operativo de vigilancia y nada ha ocurrido. La calle Occidente es la vía más limpia de la ciudad: nuestro barrendero la ha limpiado infinidad de veces. El funcionario del carro de venta de salchichas ha preparado y vendido miles; es tanta la habilidad adquirida, que el dueño lo deja solo y se toma unos pequeños descansos. En el puesto de escuchas, Raimundo lee prensa y novelas. Pidió llevar un pequeño televisor y su petición fue negada. Hernán pensó que el televisor distraería su atención. Corre la última quincena del mes de mayo.
Llega el Ciego Montilla
Un sujeto pequeño, delgado, de piel oscura, que usa lentes, toma la calle Occidente a pie. El funcionario del puesto de observación de la venta lo ve y alerta a todo el personal. Camina despacio y, al llegar a la quinta, se detiene y mira en todas las direcciones. Entra y, sacando una llave del bolsillo, abre el garaje. Sus movimientos son escuchados por Raimundo en el interior de la quinta. También alerta al personal de vigilancia. El barrendero lo ha reconocido: es El Ciego Montilla.
Inmediatamente se moviliza todo el operativo. El Ciego permanece en el-garaje durante 30 minutos. En el puesto de escucha Raimundo oye cuando prende el carro; claramente escucha el sonido del motor; alerta a los funcionarios de que saldrá en el vehículo. Falsa alarma. Sólo está calentando el motor del auto para mantenerlo en buenas condiciones.
Sale El Ciego; va a pie hasta la primera esquina, comenzando por la avenida Mariscal Sucre. De aquí sigue bajando, hasta la calle Guaicaipuro. Los hombres lo siguen de lejos para evitar ser detectados. Un hombre por cada acera, siempre a prudencial distancia. Llega a la calle Alameda. Regresa de nuevo a la calle Guaicaipuro, efectuando un chequeo para ver si lo vigilan. Los funcionarios piensan que ha detectado algo anormal, pero no es así. Como lo ven que se dirige hacia la avenida Andrés Bello, se suspende la vigilancia a pie y se envía una orden por los transmisores para que las motos y los vehículos vayan hacia allá.
En los vehículos va el personal de vigilancia a pie que ha sido previamente recogido. Llega a la avenida Andrés Bello, pasando por la calle Arauca, que está antes de llegar a la avenida. Mira en todas las direcciones, pero los funcionarios están alertados sobre su forma de actuar. Se para en una bomba de gasolina. De aquí va a una parada de autobús; toma uno con rumbo al centro de la ciudad. Se baja y antes de que los hombres puedan seguirlo de nuevo, se pierde entre los transeúntes, burlando la vigilancia.
Se suspende la vigilancia por ese día. En el despacho se celebra una reunión y se analiza la actitud del sujeto y de todos los pormenores que llevaron al fracaso del seguimiento. Estoy disgustado y reclamo a Hernán, pero considero y comprendo que siempre existe un porcentaje de que se pierda el objetivo y esto siempre es mejor que ser detectado. Hernán me dice que, teniendo el sitio de su vivienda y de la quinta donde caerá de nuevo, es preferible esperar y poder tener otra oportunidad.
Al llegar de nuevo a mi oficina, organizo todo para empezar a trabajar. Las dos primeras acciones serán: hacer pesquisas en el área donde los guerrilleros dejaron a Domínguez y en el sitio donde se pagó el rescate. Las primeras pesquisas estarán a cargo del comisario José Antonio González. Las segundas las llevará a cabo el comisario Tito Vera Ruiz, ambos funcionarios de la PTJ.
El comisario González llega al sitio donde dejaron al secuestrado. Por lo temprano de la hora en que lo dejaron, no encuentran ningún testigo. Sin embargo, recuperó la colchoneta donde lo acostaron y el plástico con que lo cubrieron. Trasladaron ambas evidencias al comando para someterlas a experticias y, posteriormente, trabajar sobre ellas. Con la colchoneta no se pudo hacer nada. Era una colchoneta muy vieja, del tipo más corriente y no se halló ninguna pista para conducir la investigación posterior. En cambio, el nylon fue objeto de largas experticias. Tenía un diseño fácilmente identificable por sus fabricantes en Maracay. Estos informaron que habían fabricado 800 metros de ese material, vendidos a varios comercios de los alrededores. Se visitaron todos los negocios pero, como hacía mucho tiempo de su fabricación y venta, no se acordaban de ninguna persona específica a quien se le hubiera vendido un pedazo. Después de muchas horas de trabajo no se llegó a pista positiva.
Pesquisas en el área del cobro del rescate
Mientras tanto, las pesquisas en el área del pago del rescate, hechas por el comisario Vera Ruiz con diez funcionarios de PTJ, sí arrojaron algunas pistas que nos costaron varios meses de trabajo. Todas las casas de la vecindad, en un área de 100 metros a la redonda del sitio donde se pagó el rescate, fueron encuestadas. De las entrevistas a los vecinos de la zona, uno se acordó que el día anterior al pago del rescate, un Ford Fairlane 500, modelo 1969, color verde, en horas de la tarde, había estado estacionado bloqueando la entrada de su garaje. En éste estaban dos personas a quienes les pidió que movieran el auto para poder salir. Ellos accedieron y lo quitaron del paso.
Tres muchachos que vivían cerca del sitio donde se realizó el pago recordaban que la noche del día 13, como a las 8:00, mientras estaban en la parte de arriba de la escalinata de la calle Maturinde la Florida, llegó un Ford Fairlane 500 color verde, modelo 1969, con dos o tres personas en su interior, quienes bajaron las escalinatas y ayudaron a subir unas cajas e introducirlas en el Ford. Los muchachos eran conocedores de autos y observaron bien el vehículo; les llamó la atención unas platinas que tenía el auto, con características muy especiales. Notaron que la pintura verde botella era la pintura original y que estaba bien conservada, como si el vehículo pasara mucho tiempo bajo techo. Ni ellos ni los propietarios del garaje que habían visto el carro el día anterior, pudieron identificar a nadie cuando se les mostraron los álbumes de retratos de guerrilleros en la DISIP. Sin embargo, su ayuda y las informaciones obtenidas sobre el automóvil, nos condujeron a una investigación que se prolongó por seis meses. Inmediatamente después de obtener estos datos, una comisión mixta DISIP-PTJ se trasladó a la ciudad de Valencia y, en la ensambladora Ford revisó los archivosy averiguó cuántos automóviles Ford Fairlane 500, modelo 1969 y de color verde se habían ensamblado y distribuido. Se inició una minuciosa labor de visitas a los distribuidores Ford, en toda Venezuela. Se pudieron localizar cientos de automóviles vendidos de ese tipo, así como a sus propietarios. Se investigó por espacio de seis meses sin resultado alguno. Por otro lado, se alertó a las delegaciones de DISIP y PTJ en toda Venezuela para que detuvieran a todos los vehículos que presentaran sus características e identificaran a las personas que iban en él; en caso de cualquier sospecha, deberían detener a sus ocupantes y llamar al Comando Antisecuestro para trasladarlos e interrogarlos. Esta operación que, como ya dijimos fue larga, tampoco dio resultado.
Mientras estas operaciones marchaban, las personas asignadas al caso Domínguez trabajan sin cesar. Los equipos de seguimiento y vigilancia del subcomisario Hernán, mantenían bajo vigilancia a muchos sospechosos. Los informantes del subcomisario Arnoldo trataban de encontrar informaciones positivas acerca del secuestro. Los analistas del subcomisario Francisco las revisaban y comparaban, tratando de encontrar algo que los condujera a determinadas pistas.
Operación máquina de escribir
El comisario Dimas Olivero, experto en grafología y escritura a máquina, trabajaba sobre la escritura de los mensajes de los secuestradores. Su experiencia arrojó el siguiente resultado:
1. Los mensajes habían sido escritos en una máquina portátil marca "Adler".
2. En todos los mensajes aparecía una "q" superpuesta. La letra podía quedar superpuesta por dos motivos:
a. Que la máquina estuviera defectuosa y no la marcara bien, teniendo el mecanógrafo que remarcarla y en este caso quedaba (vista al microscopio) superpuesta.
b. Que el mecanógrafo tuviera un defecto en el dedo y esto no le permitiera marcar con fuerza la letra, teniendo que remarcarla.
Conocidos estos datos, se inició una operación consistente en recopilar todas las cartas y documentos incautados a guerrilleros por las policías a lo largo de los años, escritos a máquina. Se recogieron cartas y documentos en la DIM (Dirección de Inteligencia Militar) en el MRI (Ministerio de Relaciones de Inteligencia Militar) en los TOA (Teatro de Operaciones Antiguerrilleras) y en los archivos de la DISIP. Estos documentos fueron clasificados por los analistas y enviados al comisario Dimas Olivero, para tratar de encontrar una máquina portátil "Adler", con la "q" superpuesta en la escritura de documentos. Fueron varios miles de documentos sometidos a experticia.
Vigilancias y seguimientos
Las operaciones de los primeros días se hicieron contra reloj. El tiempo de trabajo de los funcionarios, sobre todo de los equipos de seguimiento y vigilancia, no se podían prolongar por mucho tiempo.
Convoqué a una reunión a los jefes de las divisiones generales y se hizo una evaluación de la situación. Se analizó lo que se había logrado y se fijaron los objetivos a alcanzar.
Preparé un plan de trabajo general y se establecieron nuevas responsabilidades.
El subcomisario Hernán, con su equipo de seguimiento y vigilancia seguiría vigilando sospechosos. Sus objetivos principales eran los familiares de los secuestrados. Por las entrevistas efectuadas a Domínguez teníamos la sospecha de que uno de sus familiares más allegados estaba involucrado en el secuestro. Esta sospecha estaba fundada en que los secuestradores sabían exactamente de su enfermedad coronaria y de los medicamentos que debían administrársele.
En interrogatorios que se le hicieron a Domínguez, éste recordó que en una ocasión los secuestradores le preguntaron sobre unas rayas de adorno que él había mandado a pintar en un auto Javelin que le había regalado a una de sus amantes. Este detalle tan preciso sólo lo podía saber la dueña del Javelin y las personas del taller donde se había efectuado el trabajo. El taller era propiedad de su hijo (ilegal) Carlos Bolívar (apellido materno).
Los hombres de Hernán Reyes estuvieron varios meses siguiendo y vigilando a Carlos Bolívar y a varios de los empleados del taller, sin ningún resultado.
- Los teléfonos de los sospechosos seguían intervenidos. La grabación de sus conversaciones era analizada y sus resultados sintetizados. Después de leerlos eran archivados para futuras consultas.
- La operación de la búsqueda del Ford Fairlane 500, verde, modelo 1969, con las platinas especiales, se extendió a nivel nacional. Todas las oficinas de la DISIP y PTJ, a lo largo del país, recibieron la orden de buscar el Ford y detener a sus ocupantes.
- Se detuvieron cientos de carros y una vez, según se supo después, fue detenido el carro buscado. Los funcionarios de la PTJ que efectuaron la detención no notaron sospechosos a los ocupantes y los dejaron continuar.
- El subcomisario Arnoldo hacía una búsqueda permanente de información a través de sus informantes. Toda la información obtenida era enviada a la División de Análisis para compararla con informaciones obtenidas por otros medios y, de esta forma, evaluarlas.
- El comisario Dimas Olivero, experto grafotécnico de la PTJ, seguía haciendo la experticia a los miles de documentos escritos a máquina e incautados a los guerrilleros en otros casos. Buscaba la escritura de una máquina de escribir portátil marca "Adler", cuya letra "q" apareciera superpuesta. Los mensajes enviados por los secuestradores mostraban esta peculiar característica. Diariamente, con pacienciay diligencia, revisaba decenas de documentos.
- Todas las informaciones procedentes de investigaciones, pesquisas, vigilancias, intercepciones telefónicas, etc., se analizaban y se archivaban. Diariamente me enfrascaba en la lectura de los recaudos, con la esperanza de encontrar una pista que me orientara en la investigación.
Interrogatorio a Domínguez y búsqueda de la baticueva
El Comando Antisecuestro era todo actividad. Tenía que organizar el personal y señalar las comisiones para mantener control sobre todo lo que se estaba realizando. Ahora que ya estaba liberado el secuestrado podíamos actuar abiertamente. Contaba con personal experimentado que sabía lo que tenía que hacer y no me fue difícil delegar responsabilidades.
Las pesquisas en el área donde dejaron al secuestrado y en el sitio donde se pagó el rescate comenzaron de inmediato. Comisarios con mucha experiencia, como José Antonio González y Tito Vera Ruiz, comenzaron su labor y, personalmente, dirigieron y organizaron las comisiones.
Relevé momentáneamente al subcomisario Hernán Reyes de su trabajo de seguimiento y vigilancia y lo puse a trabajar directamente conmigo para que me ayudara a organizar las comisiones.
A la 1:30 p. m. llegó Carlos Domínguez a la DISIP, acompañado de su hijo Carlitos. Domínguez viste camisa blanca sport, de manga corta y pantalón gris claro. Por primera vez pongo mi vista en él. Es un hombre de mediana estatura y de fuerte complexión; su cabello blanco y su cara arrugada me dicen que tiene 70 años, pero al conversar con él, luce mucho más joven. Extrovertido y lleno de dinamismo, se expresa con serenidad y aplomo, intercalando chistes y frases humorísticas en su conversación. Su forma de hablar es agradable y da la sensación de franqueza al responder las preguntas que se le formulan.
Lo pasamos a la oficina del director. Allí comenzamos la entrevista preliminar. A la misma asisten el director de la DISIP, Dr. Remberto Uzcátegui, el director de la PTJ, Dr. Juan Martin Echeverría, y yo.
En la entrevista preliminar, en estos casos, se deja al entrevistado que narre la historia libremente, sin presiones ni preguntas; posteriormente se le formulan las preguntas que ampliarán la narración.
Una grabadora Uher con cinta de ocho horas, capta la historia. Domínguez narra su odisea desde la captura hasta su liberación. Se interrumpe varias veces para descansar o para ahogar la emoción que le trae el recuerdo. Habla desde las dos hasta las cinco de la tarde. Tres horas de grabación en su primera entrevista.
Explica cómo fue capturado en el callejón Monteverde, cómo le inyectaron una droga y cómo lo llevaron y lo cambiaron de vehículo varias veces: cómo, al llegar al sitio de reclusión, lo subieron por una pequeña pendiente empantanada porque había llovido. Lo introdujeron en una casa y allí lo metieron por un agujero al lugar que sería su sitio de reclusión durante dos semanas. Describió con bastante fidelidad el sitio donde estuvo recluido, teniendo en cuenta que le quitaron sus lentes y su visión era muy limitada. Describió el plástico que dividía en dos su pequeña habitación. Los extractores de aire, su cama, la mesa en que se sentaban los guerrilleros; la máquina de escribir donde escribían algunos mensajes. Recuerda que es pequeña, portátil y de color gris. Se dio cuenta, por la humedad y el moho de sus zapatos, que estaba bajo tierra y por las paredes recién frisadas, que la habitación está recién construida. Describió sus alimentos y la frecuencia con que se los daban. Explicó que el sitio está cerca de una carretera con tránsito denso, que se intensifica los fines de semana.
Que está situado cerca de una curva o de una pendiente en la carretera, pues los vehículos tienen que cambiar de velocidad para impulsarse. Habló de las luces instaladas para la comunicación. Al mostrársele fotografías de varias armas, reconoció el AK-47 como el arma que le mostró Otilio. Dijo que sus captores siempre tuvieron sus rostros cubiertos por máscaras. Que un guerrillero como de 1.70 metros de estatura, de complexión mediana, que parecía ser el jefe, conversaba mucho con él.
Dijo que el guerrillero estaba en pleno conocimiento de su dolencia cardíaca y de la medicina que se le administraba. Le llamó la atención este detalle y también que el sujeto estaba en conocimiento del trabajo que le había hecho a un carro Javelin que él le había regalado a una de sus "amigas". Habló extensamente sobre todos y cada uno de los tópicos señalados.
Posteriormente le preguntamos sobre dudas que teníamos en algunas partes de su relato y se dio por terminada la primera entrevista.
Domínguez, muy fatigado por el esfuerzo de tan larga conversación, se retiró con su hijo Carlitos. Quedamos en volver a vernos al día siguiente a las 9 a. m.
Inmediatamente me trasladé con la grabadora a mi oficina y pedí no ser molestado para oír la cinta. Mi adjunto, el subcomisario Hernán Reyes, se ocuparía de todo mientras yo trabajaba en la grabación. Despacio, deteniéndome para tomar notas volví a oír todo. Me tomó cinco horas terminarla. Entonces pasé la cinta a la Sección de Análisis con la orden de que la copiaran a máquina lo más pronto posible. El turno de la noche se encargó de la mecanografía y al día siguiente, a las 11 de la mañana, un grueso volumen de 300 páginas contenía la transcripción de toda la entrevista.
Se sacaron tres copias. Una se le envió al director, otra para mí y otra para el archivo que estábamos formando, con todos los recaudos que teníamos del caso.
Al día siguiente, a las 9 llegó Domínguez a la DISIP y subió a mi oficina. Acabo de levantarme pues he estado trabajando gran parte de la noche. Mi secretaria, Matilde, me trae café e invito a Domínguez, quien acepta. Tengo anotadas muchas preguntas para hacerle, pero debo ir despacio. Me concentro en lo referente al sitio de reclusión. Repaso con él todo lo dicho y aclaro mis dudas. Le hago preguntas sobre cosas que ha dicho anteriormente; también sobre cosas que ya sé por los seguimientos y las intercepciones telefónicas. De esta forma evalúo su veracidad y su habilidad para recordar. Sale bien de la prueba. Su habilidad para recordar es satisfactoria y está diciendo la verdad. La entrevista se prolonga por más de tres horas. De nuevo, todo está grabado y la cinta es transcrita. En la entrevista insistí mucho en preguntas sobre detalles que podrían conducirme a encontrar el sitio de la reclusión. Lo dejo ir y lo cito de nuevo al siguiente día por la mañana, a las 9:00.
Inmediatamente ordené varias comisiones para rastrear la zona de Petare y sus alrededores, buscando una casa que tenga una pendiente de tierra sin pavimentar, que esté a 8 ó 10 metros de una carretera, donde circulen vehículos de transporte y se intensifique su tránsito los fines de semana y la carretera aledaña tenga una loma o una curva. Si encuentran una casa con estas características, que la allanen y busquen un sitio o un espacio aislado, reconstruido. La búsqueda deberá extenderse por toda la carretera Petare-Guarenas y cada casa deberá revisarse minuciosamente.
Por otro lado, había planificado y así lo hice, salir con Domínguez a recorrer la autopista "Francisco Fajardo" hacia el Este, con la esperanza de que reconociera algún cartel lumínico o cualquier otra característica del terreno que nos ayudara en la búsqueda.
La operación, tendiente a encontrar el sitio donde mantuvieron al secuestrado, se prolongó por cerca de un mes. En ese tiempo, yo personalmente, salí con Domínguez en varias ocasiones. Unas veces de mañana y otras anocheciendo tomábamos mi carro, acompañados siempre por un carro escolta y recorríamos la carretera Petare-Guarenas-Guatire, tratando de ubicar el sitio donde fue recluido.
Los resultados fueron negativos
Otilio y Raúl dan muerte a un agente de la Policía Metropolitana
13 de octubre de 1972
La patrulla 824 de la Policía Metropolitana se encuentra haciendo su ronda habitual por el sector de la Urbanización de Altamira.
En una frutería y cafetería llamada "La Holandesa", se encuentran cuatro sujetos que se hacen sospechosos a la policía. El policía Rómulo Enrique Gracia Mijares conduce el vehículo. Estaciona la patrulla frente a la acera y su compañero procede a pedir cédulas de identidad a los sospechosos. Otilio le entregó una cédula a nombre de José Félix Calzadilla.
Cuando Raúl le entregó la suya, Otilio sacó una granada de fragmentación MK-2 e intimidó con ella al policía que entregó su arma de reglamento. Otilio se apoderó del arma, un revólver calibre 38. El policía Mijares salió de la patrulla, pero no tuvo tiempo de defenderse. Otilio le hizo varios disparos y el oficial cayó mortalmente herido.
Raúl y Otilio huyen del sitio. Cerca de allí detienen a una mujer que conduce un automóvil Mercedes Benz, la encañonan con el arma y la despojan de su vehículo, en el que se alejan a toda velocidad. El policía, compañero de Mijares, se queda con las cédulas de Otilio y de Raúl. Más tarde, por las fotos, podemos identificar a Gabriel Puerta Aponte y a Pedro Véliz Acuña.
Sigue el trabajo investigativo
Han pasado ya cuatro meses desde el secuestro de Carlos Domínguez. A pesar del intenso trabajo, de las investigaciones realizadas, de los interrogatorios a sospechosos, de las operaciones de seguimiento y vigilancia, de los teléfonos interceptados, de las informaciones aportadas por los informantes, no tenemos nada en concreto, seguímos barajando hipótesis.
Por otro lado, los guerrilleros de BR, con suficiente dinero han adquirido armas, vehículos y han alquilado casas. Sus hombres principales, al mando de Otilio y su lugarteniente Raúl, han formado ya una unidad de combate. Sus efectivos ya son todos veteranos, bien provistos de armas y, sobre todo, de identificaciones falsas. Las identificaciones fueron adquiridas anteriormente en un asalto que efectuó Raúl a las oficinas de identificación y extranjería en la Urbanización Caricuao. Allí, además de cédulas en blanco, se llevaron máquinas de laminar y sellos de goma. Esto les permitía falsificar con gran facilidad las identidades.
El grupo guerrillero urbano había recibido el nombre de Unidad "Américo Silva", en honor a su jefe guerrillero muerto recientemente. La guerrilla rural seguía teniendo como jefe a Miguel Salas Suárez.
Los guerrilleros del PRV-FALN se mantenían bien organizados y muy efectivos. Su guerrilla rural, muy activa en el triángulo montañoso de los Estados Lara, Yaracuy y Falcón, estaba bajo el mando de Elegido Sibada (a) Magoya. Su guerrilla urbana, la famosa "Unidad Móvil", seguía operando en Caracas y Valencia. Su jefe, Armando Daza Zurita (a) El Chino Daza, guerrillero experimentado con varios años de clandestinidad, manejaba un grupo pequeño, pero sumamente eficaz.
El grupo Punto 0, entrenado en Cuba y posteriormente enviado a Venezuela, ha sido diezmado; sus combatientes se encuentran muertos o presos. Los pocos guerrilleros que quedan, están en desbandada, perseguidos por la policía.
Sin el trabajo que se dedicó a Punto 0, nuestros esfuerzos vuelven a concentrarse en el secuestro de Domínguez e intensificamos la búsqueda en BR y el PRV-FALN. Aunque no tenemos nada en concreto, estamos casi seguros de que estas organizaciones están inmiscuidas en el hecho.
Se intensifica el trabajo. Me traslado con un grupo de hombres a la ciudad de Maracaibo, donde le seguimos la pista a un estudiante de Medicina de tendencias izquierdistas y contactos con BR. Pensábamos que podía ser el "médico" que conversó con Domínguez, durante su cautiverio, de sus enfermedades coronarias.
Interrogatorios, pesquisas, investigaciones, más noches sin dormir. Nada, parecía que estábamos como cuando empezamos.
Me dedico toda una semana a leer todos los recaudos archivados sobre el caso. Oigo de nuevo todas las cintas. Trato de encontrar algo que hayamos pasado por alto y que nos conduzca. a una buena pista.
Mientras, funcionarios de Hernán Reyes continúan vigilando y siguiendo sospechosos; continúan interceptando teléfonos; Arnoldo presiona a sus informantes para que sigan buscando información referente al secuestro. Yo sé que, aunque no hayamos encontrado nada, no debemos detener nuestros esfuerzos. Sé que algún día llegará la pista o la información que nos pondrá en el camino correcto. Entonces, todo será inútil para los guerrilleros. Llegaremos al final.
Sigue la operación máquina de escribir Mayo de 1973
Todas las pistas habían sido trabajadas sin resultado. Ningún informante había traído alguna información de importancia. A casi un año del secuestro, parecía que la policía estaba empezando.
El comisario Dimas Olivero seguía revisando y analizando cartas y documentos de guerrilleros. Por sus manos habían pasado miles de documentos descartados.
Una tarde, mientras revisaba papeles, encontró una carta fechada en el año 1969, escrita por un preso de la cárcel de La Pica, en la ciudad de Maturín, al oriente del país. La carta, requisada por las autoridades del plantel, estaba firmada con el seudónimo de Agapito. Al hacerla experticia, Olivero notó que estaba escrita en la misma máquina de los mensajes del secuestro. La carta presentaba idénticas características que los mensajes del secuestro: todas las "q" aparecían superpuestas. Inmediatamente Olivero llamó al comisario José Antonio González, y ambos se comunicaron conmigo para das ene la noticia; disponíamos de una pista. Lo importante era localizar la máquina de escribir.
Al día siguiente, los comisarios Dimas Olivero, José Antonio González y yo, nos trasladamos a la cárcel de La Pica. Allí pedimos revisar los archivos del año 1969. En aquel año había 12 presos en el plantel, de los cuales seis habían obtenido la libertad. Se interrogaron los seis que quedaban, para ver si se acordaban de una máquina de escribir "Adler" y de su dueño. Un preso se acordaba de la existencia de la máquina; también se acordaba de su propietario, quien resultó ser Horacio Wills Olivero. En los archivos del penal encontramos la lista de visitantes de Wills Olivero: una muchacha se nombre Lucrecia, lo visitaba frecuentemente.
Los comisarios y yo regresamos a Caracas y planificamos la siguiente operación: un grupo de funcionarios trataría de ubicar a los seis presos que había sido liberados, incluyendo a Horacio Wills Olivero. Sin detenerlos, averiguarían dónde se encontraban para la fecha del secuestro, o sea los primeros quince días del mes de junio de 1972. Otro grupo ubicaría a la joven amiga de Wills Olivero y la pondría bajo vigilancia.
El primer grupo de funcionarios ubicó a todos los presos liberados, con excepción de Wills Olivero. Se pudo averiguar que para la fecha del secuestro se encontraba en la Isla de Trinidad y Tobago, por lo que también fue descartado como participante. Los otros cinco presos, después de investigaciones minuciosas, fueron descartados.
Algunos no estaban en Caracas para la fecha del secuestro y otro, que sí estaba, se mantuvo bajo vigilancia por quince días, sin arrojar ningún resultado. Este último fue detenido e interrogado y se comprobó que tampoco había participado.
El segundo grupo, dirigido por el subcomisario Hernán Reyes, ubicó a Lucrecia, la joven que visitaba a Wills Olivero, y la mantuvo bajo vigilancia por varios días. La joven vivía en una pensión de estudiantes frente al restaurante chino Ling Nam, en la Urbanización Chaguaramos. La vigilancia a que fue sometida y las investigaciones que se le practicaron arrojaron el siguiente resultado:
- Había sido novia de Wills Olivero, pero no continuaba el noviazgo.
- Mantenía relaciones con los grupos de izquierda en la Universidad Central de Venezuela.
- Era íntima amiga de una funcionaria de la DISIP, cuyo seudónimo era Zoraida. Esta se encontraba en aquellos momentos en París. Cuando el grupo de analistas entregó los resultados de la vigilancia, planifiqué varias acciones a seguir.
1. Mantener bajo vigilancia a los amigos de Lucrecia.
2. Como el director de la DISIP, Dr. Uzcátegui, se encontraba en París, se aprovechó la oportunidad para llamarlo por teléfono para que localizara a Zoraida y la interrogara.
3. Por último, detener e interrogar a Lucrecia.
Los puntos dos y tres no dieron ningún resultado. En cambio, la vigilancia a los amigos de Lucrecia en la Universidad, sí dio resultado. Se estaba sobre la pista de un grupo de BR. Se reunía en la Universidad con dos sujetos; tenía mucha actividad y repartían propaganda de BR. Se decidió mantener bajo vigilancia a los dos; uno resultó ser El Ciego Mantilla y, el otro, Segundo; ambos guerrilleros del BR y participantes en el secuestro de Domínguez.
Descubrimos sus direcciones. Segundo vivía en la avenida San_ Martín, esquina de Albañales N° 153. Parroquia San Juan, Caracas. El Ciego Montilla, en la calle El Carmen, Letra B, entre las calles Santa Teresita y Real del Prado de María, también en Caracas.
Pronto la vigilancia demostró que El Ciego tenía mucha más actividad que Segundo, dentro de la organización. Por lo tanto, se decidió concentrar toda la vigilancia en él. Durante su seguimiento se fotografiaban y ubicaban todas las personas que de una u otra forma tenían contacto con él. Los informes diarios de la vigilancia, así como las fotografías, eran enviadas al Departamento de Análisis para ser procesadas. El Departamento de Análisis aconsejó intensificar la vigilancia de El Ciego, después de sacar las siguientes conclusiones:
- El Ciego era responsable de varias casas de seguridad de la organización.
- Era controlado por un individuo de la organización al que llamaban Brito. Brito tenía contactos con Otilio.
Con estos datos se dejó de vigilar a Segundo y se centró todo el potencial en El Ciego.
Bandera Roja ataca una patrulla de la Policía Metropolitana Mientras, los guerrilleros están activos. En la Urbanización El Cementerio, Otilio y un grupo de sus hombres acechan una patrulla de la Metropolitana que circula por el sector. La patrulla 822 lleva a los agentes Luis Crisántomo Rico y Angel Pablo Adrián Hernández; se desplaza lentamente. Un grupo de hombres, en actitud aparentemente pacífica, conversan en una esquina. Al pasar el carro policial, los guerrilleros sacan sus armas y la atacan a balazos. Los policías, sin oportunidad de repeler la agresión, reciben varios disparos y caen gravemente heridos. La unidad recibe veinticinco impactos de bala.
La vigilancia y el seguimiento al Ciego Montilla
El Ciego Montilla Cedeño ha sido plenamente identificado; se conoce su dirección, los lugares que frecuenta y está fotografiado. Decido que se le monte un operativo de vigilancia y seguimiento con toda la capacidad de la División.
El subcomisario Hernán Reyes, Jefe de la División de Vigilancia y Seguimiento tendrá toda la responsabilidad de la operación. Desde hace varios años trabajo con Hernán y es un funcionario muy eficiente y con gran sentido de la responsabilidad. Juntos recibimos cursos con el Servicio Secreto Israelita, perfeccionándose en seguimiento y vigilancia, con una gran experiencia. Ha formado un equipo bien entrenado, que ha adiestrado personalmente; casi siempre participa en los operativos y supervisa los más mínimos detalles.
La ciudad de Caracas, con casi cinco millones de habitantes, presenta grandes dificultades para el seguimiento. El tránsito es muy intenso; hay gran cantidad de motocicletas circulando; empleamos las motos combinadas con carros en la mayoría de los seguimientos. Estas se desplazan con rapidez entre los vehículos que circulan y, además, pasan desapercibidas entre las miles de motos que circulan.
La vigilancia estacionaria también presenta problemas. La ciudad está rodeada de barrios marginales, donde se desarrolla gran parte de este tipo de trabajo y es muy difícil establecer puestos de vigilancia sin que sean notados: La imaginación juega un gran papel para poder situar estos puestos y mezclarlos con el ambiente sin ser detectados.
El equipo de especialistas de Hernán Reyes está formado por un grupo de funcionarios entre los que destacan: Teobaldo, Fredy, Tobías, Carlos, Sixto, Ricardo, Diego, Raimundo y Alirio. Este grupo lleva mucho tiempo trabajando junto y está bien compenetrado. Todos son expertos en la conducción de vehículos y motos, en comunicación, señales, fotografía operativa, etc. Sobre ellos caerá todo el peso de la operación que va a desarrollarse.
La red de comunicación de la División es un equipo Motorola, con radio-transmisores pequeños y de gran alcance. Tiene una repetidora situada en una zona muy alta que bordea la ciudad, llamada El Avila.
Comienza la vigilancia del Ciego Montilla. Diariamente se le sigue con mucha discreción, tratando de identificar a sus contactos. Se le ve reunirse frecuentemente con Marco Antonio Ludeña, ya identificado y ubicado y con un sujeto conocido como Brito, que posteriormente se le ubicó en el edificio Ulimar, Apto. 16, Colinas de Bello Monte; sus contactos fueron "fijados" por fotografias y seguidos hasta conocer su dirección.
Diariamente los funcionarios hacían un reporte escrito sobre las actividades del sujeto vigilado. El reporte me lo llevaba Hernán todas las mañanas y después de leerlo discutíamos las acciones a seguir. Después se enviaba a la Sección de Análisis para ser procesado. Día a día se acumulaba información valiosa y el Ciego "contaminaba" a más personas y lugares.
El Ciego es seguido hasta una quinta en la calle Occidente de la Urbanización San Bernardino. Penetra en el garaje de la casa y permanece allí por 30 minutos. Dado lo avanzado de la hora, se decide dejar allí la vigilancia.
Vigilancia de la quinta
Al siguiente día se le encarga a la División de Inteligencia que identifique la quinta,su propietario y la relación que existe con el vigilado. Este trabajo se le encarga al inspector jefe Amílcar quien, con un grupo de hombres, obtiene la información sin levantar sospechas. Haciéndose pasar por funcionarios de Catastro, logran averiguar que la quinta es propiedad de una señora llamada Carmen Marchena. La señora alquilaba habitaciones y había rentado el garaje a un señor de nombre Juan Elías Paredes, quien resultó ser el Ciego, que usó una identificación falsa con ese nombre.
Amílcar, auxiliado por personal de Departamento Técnico, al mando del subcomisario Alí, usando cerrajeros, lograron abrir las cerraduras y penetraron en el garaje en horas de la noche. Allí encontraron un Buick Le Sabre, blanco, con techo de vinyl negro modelo 1971, uniformes militares, pelucas, municiones, cacerinas de ametralladoras y gran cantidad de documentos. Posteriores investigaciones indicaron que el Buick había sido robado a un odontólogo en la ciudad de Maracaibo. Omaña, el fotógrafo del Departamento, toma las fotografías.
Con todo lo obtenido, se decide establecer una vigilancia estacionaria en las cercanías del garaje. Hernán Reyes y Teobaldo reconocen el área de la vigilancia para preparar la operación.
El barrio donde está situada la quinta es poco frecuentado. Es un inmueble de dos pisos, rodeado de un jardín con una cerca como de un metro. El garaje es amplio, con una puerta que abre hacia arriba. Está ubicada en la calle Occidente de San Bernardino. Junto a la calle Occidente está la avenida Mariscal Sucre. En esta avenida y cerca de la quinta está una plazoleta bastante grande. Aquí se estaciona un vendedor de salchichas y un vendedor de chicha (bebida en base a agua de arroz). A las 12 del mediodía y a las 5 de la tarde el área es frecuentada por estudiantes que salen de un instituto de segunda enseñanza, que se encuentra en la parte final de la calle Occidente.
No es fácil instalar puestos de observación en el área sin ser detectados. Tampoco la zona ofrece facilidades para mantener desapercibidos a los hombres que harían el seguimiento a las personas que visitaran el garaje.
Hernán, minuciosamente, como era su costumbre, tomó nota de todo y regresó al despacho para preparar la operación. Después de hacer el proyecto de trabajo, me lo mostró y lo discutimos. El plan me pareció bueno y quedamos en que lo pondríamos en ejecución al día siguiente.
Poco a poco, sin llamar la atención, se va estableciendo el puesto de vigilancia estacionaria. Hernán, personalmente, habló con el vendedor de salchichas, le mostró las credenciales y le dijo que están vigilando un contrabando de drogas, cuyos contactos se realizan en la plazoleta. Le pide que le permita poner a uno de sus funcionarios como ayudante suyo en la venta, para que de esta manera pueda observar las actividades del área. El vendedor accede y comienza de inmediato a entrenar a uno de los hombres en preparar y servir salchichas. En dos días el funcionario aprende y hace como un vendedor normal. Desde allí tiene una buena observación de todos los vehículos y personas a pie o en moto que toman la calle Occidente y se dirigen a la quinta. Esconde un transmisor en el carrito de venta y lo mantiene apagado; solamente lo activará para alertar al personal que se encuentra en los alrededores, si alguna persona o vehículo toma la calle vigilada.
La calle Occidente, donde está situada la quinta, es de poca circulación y termina en calle ciega. Hernán, con sus conexiones en el aseo urbano, consigue un carrito de los que usan los barrenderos y pone a uno de sus hombres a barrer las calles y aceras de todo el sector cercano a la quinta.
Uno de sus hombres consigue alquilar una habitación en la quinta y, con el pretexto de que trabaja de noche, pasa todo el día en la habitación como si estuviera durmiendo. Desde ahí puede escuchar todos los movimientos del garaje. Tiene un receptor que capta la emisión de dos pequeños transmisores que posteriormente se instalarán en el garaje. Al escuchar actividad en el garaje, con su radio-transmisor alertará a los funcionarios que vigilan el área. Ya casi está listo el operativo. El inspector Amílcar, de la División de Investigaciones, contacta al subcomisario Alí, de Medios Técnicos y, usando cerrajeros, entran en el garaje en horas avanzadas de la noche. Observan que todo está igual e instalan dos pequeños micrófonos o transmisores en lugares ocultos.
Todo funciona a la perfección. Solamente tienen dificultades los funcionarios esparcidos en la zona con sus motos y autos para seguir a las personas que llegan al garaje. Se detecta fácilmente que existe una actividad inusual en el barrio. Sin embargo, Hernán resuelve esa dificultad esparciendo á algunos de sus hombres en la plazoleta. Allí van sirvientas de las casas cercanas a cuidar los niños mientras juegan. Los funcionarios tratan de entablar amistad con las sirvientas y así no se verá extraña su permanencia en la zona. Los vehículos, con sus conductores, estarán situados estratégicamente a varias cuadras del área vigilada.
El operativo funciona de la siguiente manera: si un carro, moto o persona a pie toma la calle Occidente, el observador del carro de venta de salchichas alerta a todo el personal por medio de su radio-transmisor. Si la persona o personas penetran en el garaje, el funcionario que se encuentra en el puesto de escucha, en el interior de la quinta, también alertará a todo el personal. Todo el equipo de vigilancia alertado esperará la salida de la persona para seguirla con la finalidad de identificar los contactos que pueda tener, "fijándolo", si es posible, con fotografías y ubicando los lugares que visite. Al final de un seguimiento se elaborará un informe escrito. Este pasará al Departamento de Análisis para ser analizado, evaluado y posteriormente enviado a mi División. La identificación de los contactos del sujeto vigilado y la investigación de los sitios por él frecuentados, quedará a cargo de la División General de Inteligencia. Los resultados serán analizados y, por último, enviados a mi oficina, que es el centro de todas las operaciones.
Hace ya diez días que está funcionando el operativo de vigilancia y nada ha ocurrido. La calle Occidente es la vía más limpia de la ciudad: nuestro barrendero la ha limpiado infinidad de veces. El funcionario del carro de venta de salchichas ha preparado y vendido miles; es tanta la habilidad adquirida, que el dueño lo deja solo y se toma unos pequeños descansos. En el puesto de escuchas, Raimundo lee prensa y novelas. Pidió llevar un pequeño televisor y su petición fue negada. Hernán pensó que el televisor distraería su atención. Corre la última quincena del mes de mayo.
Llega el Ciego Montilla
Un sujeto pequeño, delgado, de piel oscura, que usa lentes, toma la calle Occidente a pie. El funcionario del puesto de observación de la venta lo ve y alerta a todo el personal. Camina despacio y, al llegar a la quinta, se detiene y mira en todas las direcciones. Entra y, sacando una llave del bolsillo, abre el garaje. Sus movimientos son escuchados por Raimundo en el interior de la quinta. También alerta al personal de vigilancia. El barrendero lo ha reconocido: es El Ciego Montilla.
Inmediatamente se moviliza todo el operativo. El Ciego permanece en el-garaje durante 30 minutos. En el puesto de escucha Raimundo oye cuando prende el carro; claramente escucha el sonido del motor; alerta a los funcionarios de que saldrá en el vehículo. Falsa alarma. Sólo está calentando el motor del auto para mantenerlo en buenas condiciones.
Sale El Ciego; va a pie hasta la primera esquina, comenzando por la avenida Mariscal Sucre. De aquí sigue bajando, hasta la calle Guaicaipuro. Los hombres lo siguen de lejos para evitar ser detectados. Un hombre por cada acera, siempre a prudencial distancia. Llega a la calle Alameda. Regresa de nuevo a la calle Guaicaipuro, efectuando un chequeo para ver si lo vigilan. Los funcionarios piensan que ha detectado algo anormal, pero no es así. Como lo ven que se dirige hacia la avenida Andrés Bello, se suspende la vigilancia a pie y se envía una orden por los transmisores para que las motos y los vehículos vayan hacia allá.
En los vehículos va el personal de vigilancia a pie que ha sido previamente recogido. Llega a la avenida Andrés Bello, pasando por la calle Arauca, que está antes de llegar a la avenida. Mira en todas las direcciones, pero los funcionarios están alertados sobre su forma de actuar. Se para en una bomba de gasolina. De aquí va a una parada de autobús; toma uno con rumbo al centro de la ciudad. Se baja y antes de que los hombres puedan seguirlo de nuevo, se pierde entre los transeúntes, burlando la vigilancia.
Se suspende la vigilancia por ese día. En el despacho se celebra una reunión y se analiza la actitud del sujeto y de todos los pormenores que llevaron al fracaso del seguimiento. Estoy disgustado y reclamo a Hernán, pero considero y comprendo que siempre existe un porcentaje de que se pierda el objetivo y esto siempre es mejor que ser detectado. Hernán me dice que, teniendo el sitio de su vivienda y de la quinta donde caerá de nuevo, es preferible esperar y poder tener otra oportunidad.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
A los tres o cuatro días, como a las 2 de la tarde, llega El Ciego de nuevo. En el puesto de escucha lo oyen cuando llega y prende el carro y deja el motor escondido por un rato. Al poco tiempo apaga el carro y sale del garaje a pie. Sigue la misma ruta, hasta llegar a la avenida Andrés Bello, siempre seguido por nuestros hombres. Esta vez, al llegar a la parada de autobús, hay uno de nuestros hombres también esperando. El Ciego y el funcionario toman juntos el autobús. Un carro de seguimiento y vigilancia se adelanta al autobús y, varias cuadras adelante, deja un funcionario que toma también el autobús: el que iba adentro se baja en la siguiente parada.
El Ciego se baja en Carmelitas y continúa a pie hasta Caño amarillo, donde toma un autobús hacia Catia, la zona Oeste. Sigue la vigilancia de la misma forma. Se baja en la plaza de Catia. Allí toma otro autobús que va hacia el Junquito. Los funcionarios de a pie se cambian camisas y franelas, usan lentes de sol y bigotes, para así evitar ser detectados.
El autobús llega a la entrada de la Urbanización Gramoven. Aquí hay una estación de donde salen los autobuses para los distintos barrios. Aquí El Ciego, siempre bajo vigilancia de los funcionarios, toma de nuevo el autobús hacia el reparto Niño Jesús. Penetra en una panadería, compra algo de comer y rápidamente se mezcla entre los transeúntes. Se les pierde a casi todos los funcionarios que lo siguen a una distancia prudencial, pero no así a Teobaldo, que continúa solo el seguimiento en una moto. El Ciego toma uno de los barrios que se encuentran en el área. Esta vez es el barrio Olivetti: después de caminar unas tres cuadras, cerca de una redoma se introduce en una casa. La vigilancia permanece allí y se mantiene por dos horas más y, al ver que no sale, se suspende.
Al siguiente día, bien temprano, Hernán ordena a sus funcionarios que vayan al sitio donde quedó el objetivo y traten de "fijar" fotos del barrio, de la calle y de la casa.
Continúa la vigilancia en el garaje de la calle Occidente. También la casa del barrio Olivetti, en El Junquito, se vigila esporádicamente, porque es muy dificil de vigilar.
En la calle Mis Encantos, en Caracas, se ha visto al Ciego entrevistarse con un guerrillero conocido como Brito. Es el segundo de Otilio y el único que tiene contactos directos, frecuentemente con él. La unidad de guerrilla urbana ha cambiado de nombre.
Captura y reclutamiento de Brito
Por los seguimientos al Ciego Montilla se habían detectado sus contactos con Brito: éste se había ubicado en el edificio Ulimar, Apto. 16, en las Colinas de Bello Monte, donde vivía con una joven estudiante de Sociología de la Universidad Central. Ocupaban una habitación del pequeño apartamento de dos habitaciones. La otra estaba desocupada y siempre disponible para Otilio, que dormía allí ocasionalmente.
Aquel viernes, cuatro de nuestros agentes de la división de Control y Manipulación de Fuentes Vivas (informantes) esperan a Brito cerca del edificio para capturarlo sin llamar la atención. El plan era detenerlo e inmediatamente reclutarlo, para que sirviera a nuestra causa.
El subcomisario Arnoldo había estudiado detenidamente la historia y personalidad de Brito. Había sido guerrillero rural y combatido en las montañas del Bachiller, en el Oriente del país. Llevaba mucho tiempo en Caracas, siempre militando en Bandera Roja. Era un combatiente muy efectivo y de toda confianza de la Dirección. Se sabía que estaba muy enamorado de la joven con quien hacía vida marital. A pesar de sus condiciones y de su historial, nunca había ascendido a posiciones de importancia dentro de la organización. Esto, sumado a los largos años de lucha sin conseguir realmente nada, había minado su moral combativa. Ya no creía mucho en la causa por la que luchaba.
Cuidadosamente, Arnoldo sopesaba todas estas circunstancias. En su aguda mente planificaba cómo efectuar la operación de reclutamiento que yo le había pedido.
El reclutamiento de un agente enemigo se puede realizar de tres formas: gradual, semigradual y directo. En el reclutamiento gradual el reclutante va lentamente ganando a su objetivo. Después de haber hecho un estudio de su personalidad, ideología, costumbres, vicios, necesidades, etc., lo va captando, según sea el caso, con dinero, fiestas, mujeres, etc. Después le pide pequeños favores, hasta que casi sin darse cuenta, el sujeto se encuentra trabajando para él.
El reclutamiento semigradual tiene una técnica parecida al gradual, con la diferencia de que una vez que la persona que está siendo reclutada ha suministrado información, si se negara a seguir informando, se le hace saber que ya no puede negarse pues se haría pública su deslealtad, con las consecuencias que podrían derivarse de su acción.
El reclutamiento directo es el más rápido, pero el que ofrece mayor riesgo. En este tipo de reclutamiento, el funcionario encargado de efectuarlo, presiona al sujeto intimidándolo con prisión, publicación de cosas ocultas y comprometedoras o cualquier otro tipo de chantaje, obligándolo así a trabajar para los intereses del reclutador. Este reclutamiento tiene la gran desventaja de que el reclutado puede negarse a acceder y así quedar al descubierto las intenciones del agente reclutador. Sin embargo, hay ocasiones en las cuales, debido a las circunstancias, hay que tomar ese riesgo. Ese era el caso del subcomisario Arnoldo con relación a Brito. El tiempo, como siempre, estaba en nuestra contra.
Los funcionarios que esperaban dentro de un carro, como a unos cincuenta metros del edificio Ulimar, observaron con unos binóculos que, a las 8:30 de la mañana salió un sujeto de unos 30 años, de 1.70 metros, de estatura, delgado, de pelo rubio, con un fino bigote. Inmediatamente lo interceptaron, llevándolo al auto que esperaba con el motor encendido. Arnoldo se encargó de hablar con él. En un lugar oculto, conocido como Las Canteras, se le sometió a interrogatorio intenso; se le mostró el expediente que le teníamos elaborado y se le enfrentó con la opción de trabajar para nosotros o sufrir largos años de prisión. Aceptó nuestras condiciones y comenzó a trabajar para el Servicio.
Dada la importancia del sujeto reclutado, en adelante y mientras durara la investigación del caso del secuestro de Domínguez, Arnoldo personalmente controlaría a Brito. Se le dio el nombre clave de Jeremías. En seguida, y para probar su lealtad, se le encomendaron dos o tres trabajos de búsqueda de información. Estas informaciones eran del conocimiento de Arnoldo. Se le preguntó la dirección de la casa de El Junquito y del garaje de San Bernardino. Respondió con exactitud y, así, quedó establecida la primera parte del reclutamiento: la buena fe de la fuente.
Desde ese momento Brito actuaría como agente. Esta es la etapa más delicada, pues siempre se corre el riesgo de que el agente traicione y ponga al descubierto todo el plan, o que sus compañeros lo descubran y lo maten. El caso de Brito no fue así. Empezó a trabajar de buena fe y as¡ fue minuciosamente comprobado. El subcomisario Arnoldo puso a su mejor manipulador, Amílcar, para los futuros contactos con Brito.
Después de establecer lugares y horas en que tendrían los contactos, se establecieron "señales de peligro". Por ejemplo, cuando Amílcar fuera a ver a Brito, éste tendria siempre un lapicero rojo en el bolsillo izquierdo de su camisa; si Amílcar pasaba cerca de Brito y éste no tenía puesta la señal, eso quería decir "peligro": había cualquier conocido cerca o estaba bajo vigilancia, etc. Entonces se pondría en ejecución un plan alterno, elaborado para estas eventualidades. Se verían en otro lugar y a otra hora. Brito tendría a su disposición un teléfono de emergencia, al que podría llamar las 24 horas al día.
El operativo en contra del BR estaba dando frutos. Se conocía la ubicación de varios guerrilleros, la mayoría de ellos participantes en el secuestro de Domínguez. Decidimos que una vez que Brito ubicara a Otilio o a Gerónimo, entraríamos en la fase de captura de todos los irregulares.
Un grupo de Punto 0 secuestra avión de AVENSA
19 de mayo de 1973
Un comando guerrillero de Punto 0, comandado por Federico Bottini (hermano del guerrillero muerto Rafael Bottini) y acompañado por Rafael Guzmán Grim y Dalia Rojas, secuestran un avión de AVENSA y lo llevan a Cuba. Son recibidos por el gobierno cubano y les conceden asilo político. Bottini y Dalia Rojas, después de recibir entrenamiento en Cuba, son enviados a Venezuela. Ambos mueren en diferentes encuentros con los cuerpos de seguridad. Federico Bottini resulta muerto en San Juan de los Morros al enfrentar una comisión de la policía. Dalia Rojas muere en un tiroteo con la DISIP, en Valencia.
Captura de los guerrilleros de Carlos Domínguez
6 de junio de 1973
Brito depende de las directrices de Otilio para planificar y ejecutar las operaciones. Sin embargo, tiene la facultad de mantener contacto con los integrantes de la unidad. Los contactos los hacía periódicamente y en sitios previamente escogidos. Ya nos ha dado todo lo que sabe y sólo esperamos que sea contactado por Otilio para capturarlo y proceder a la detención de los demás.
Los equipos de seguimiento y vigilancia mantienen los operativos. Por las vigilancias, ya se tiene la ubicación de El Ciego, de Segundo, de Pancho y de Regis. todos los participantes en el secuestro de Domínguez.
Brito nos dice por fin que esa noche, a las 9, Otilio lo visitará en su apartamento y que por la mañana tendrá un contacto con El Ciego y Segundo en la calle Mis Encantos.
Se organiza un operativo para capturar a los guerrilleros lo más discretamente posible. Yo voy al frente de la operación de captura. Situados estratégicamente se encuentran el comisario Ernesto y el subcomisario Hernán, cada uno con un grupo de hombres. El secretario general del Cuerpo, Joaquín Chaffardet, aunque ese no es su trabajo, siempre se las arregla para ir a las riesgosas operaciones de captura. Ese día, cuando vamos a salir, se aparece con su subametralladora y se une al grupo. Para no llamar mucho la atención llevo una muchacha; con ella me siento en una mesa de un cafetín cercano al sitio donde tendrá lugar el contacto con los guerrilleros. El primero en llegar es Brito. Son las 8:45 de la mañana. El sitio de la entrevista es un lugar bastante concurrido. De un lado a otro circulan obreros de una cercana gran fábrica de aceite; la fábrica de aceite Branca. El lugar tiene pequeños comercios, barberías, etc. La calle es larga; por el norte llega hasta la avenida Francisco de Miranda; por el sur hasta la avenida Libertador, donde está la fábrica. Una vez que los guerrilleros entren en la calle Mis Encantos, no tendrán escapatoria.
Llega El Ciego a pie e inmediatamente después llega Segundo, conduciendo una moto Yamaha 250. Hacen contacto con Brit o. Cuando están hablando, en otra moto llega otro guerrillero llamado el Maestrico Requena. Salimos de nuestros puestos de observación nos vamos acercando al sitio donde conversan los guerrilleros. Sin percatarse de lo que está sucediendo, son de repente encañonados por nuestras armas y conminados a que penetren en dos carros que ya se acercan. En un carro ponemos a Segundo y a El Ciego; en otro a Brito y al Maestrico Requena. Los transeúntes casi no se dan cuenta de la operación. Los funcionarios que quedan en el sitio del suceso corren la voz de que fueron detenidos unos atracadores.
El Maestrico Requena, según nos dice Brito, no tiene nada que ver con ellos. Solamente de casualidad se acercó para conversar. No pertenece a BR. Lo dejaremos en libertad al siguiente día, cuando hayan pasado todas las operaciones de captura.
Segundo y El Ciego son sujetos a fuertes interrogatorios. No tardan mucho en quebrarse y lo dicen todo: su participación en el secuestro y en los otros sucesos en los que participó la Unidad "Américo Silva". Ni Brito ni los dos guerrilleros capturados saben dónde fue recluido Domínguez. El Ciego nos dice que en la casa de El Junquillo hay algunas armas. Segundo también tiene su arma personal en su casa. No allanamos ninguno de los dos sitios. Lo dejamos para el siguiente día, para no llamar mucho la atención.
Captura de Otilio
Comienza el operativo para la captura de Otilio. Hernán Reyes, con un grupo de sus hombres, se dirige al edificio Ulimar, donde tendrá lugar la entrevista de Otilio con Brito. Muy discretamente los funcionarios toman posiciones. El edificio es un pequeño inmueble de seis pisos con un pequeño ascensor; al entrar hay una sala de recepción. Al final de la misma está el ascensor. El apartamento donde tendrá lugar la entrevista es el apartamento No. 16, donde vive Brito. Está en el tercer piso. Son las 8 y media de la noche. Hernán y dos funcionarios se sitúan estratégicamente en el vestíbulo. Los otros funcionarios se encuentran fuera, en lugares ocultos. El cuarto piso, un piso más arriba del piso donde está el apartamento 16, también está tomado. Hay muy poca actividad en el área y en el edificio mismo. Entre los funcionarios que se encuentran vigilando la parte externa, se encuentra Joaquín Chaffardet, a quien se le dio un lugar en el operativo.
Alas 9 en punto llega Otilio, que estaciona un carro Hillman blanco como a unos cien metros del edificio. Se baja y hace el trayecto a pie. Tomando precauciones y tratando de detectar algo anormal, entra al edificio. Al ver a Hernán y a sus funcionarios, se da cuenta de que algo inusual está ocurriendo. Los funcionarios no tratan de detenerlo. Solamente lo conocen por viejas fotografías y no están muy seguros. Otilio toma el ascensor. Los funcionarios toman las escaleras y van viendo por los indicadores de pisos, que éste va subiendo. Pasa el tercer piso y en el cuarto se abre. Otilio tiene una pistola Browning en la mano, pero no se atreve a defenderse al ver tantas armas apuntándole. Tobías, un funcionario de la división de Hernán, dispara un tiro de advertencia. Otilio se rinde y entrega el arrua. Lo bajan hasta el vestíbulo y allí lo registran. Trata de sacar una granada M-26 que tiene en un bolsillo. Hernán le pega fuertemente, los funcionarios lo dominan y lo conducen al despacho. Inmediatamente llamo al director que está en su casa y se apersona en el despacho; allí le refiero los pormenores del caso.
Siguen los operativos de captura
Siguen los operativos. Allanamos el apartamento 16 y detenemos a la amante de Brito. En el apartamento hay armas, municiones, uniformes militares, placas de vehículos, documentos. Se allana también la casa de El Junquito donde, entre otras cosas, encontramos el revólver del policía que Otilio mató en la Urbanización Altamira. Allanamos el garaje de la calle Occidente y ocupamos el Buick LeSabre. También en otro garaje, cercano al primero, donde había un Malibú, se encontraron armas y propaganda.
El operativo sigue toda la noche; por la mañana, en una clínica de la ciudad, se detiene a Pancho. Está herido a causa de un accidente de tránsito sufrido recientemente.
Con un grupo de hombres me dirijo a la calle Mis Encantos, donde Brito tendrá una entrevista programada anteriormente con Sonia. Esta llega puntual a la cita y la detenemos. Resiste todos los interrogatorios y no da la dirección de Raúl, con quien sabemos que vive en la avenida principal del Llanito. Se envía a los funcionarios a probar casa por casa, apartamento por apartamento, las llaves que le encontramos a Sonia. A las 9 de la noche, una llave abre un apartamento; es la vivienda de Sonia y Raúl, pero éste ya no está. Al ver que Sonia no regresó de su entrevista, huyó del apartamento.
Salgo con diez hombres para la ciudad de Valencia y allí detenemos a Regis, el guerrillero que inyectó la droga a Domínguez cuando lo secuestraron.
En otro operativo, en el que participo con mis hombres, detenemos a Florindo, hermano de Gerónimo, el máximo líder.
Tratamos de capturar a Track, pero llegamos tarde a su casa. Fue alertado y logró escapar.
En los allanamientos practicados se ocuparon las siguientes armas y vehículos:
- Un revólver Smith & Wesson Cal. 38, serial tambor 51346, serial de cachas C 311836.
- Un revólver Smith & Wesson Cal. 38, serial tambor 86425. serial de cachas C 52361.
- Un revólver Smith & Wesson Cal. 38, serial tambor 10802, serial de cachas esmerilado, números ilegibles.
- Un revólver RG6 de fabricación alemana Cal. 22 sin seriales.
- Una pistola Browning HP Cal. 9 mm. serial 00609, de fabricación belga, perteneciente a las Fuerzas Armadas de Venezuela.
- Una pistola Star Cal. 9 mm., de fabricación española, sin seriales.
- Una pistola Colt Cal. 45. de fabricación norteamericana, serial 441887.
- Una pistola Colt Cal. 45, de fabricación norteamericana, serial 22244.
- Una subametralladora Thompson Cal. 45, seriales borrados.
- Una subametralladora UZI Cal 9 mm. de fabricación israelí, serial 053, robada de la Gobernación del Estado Sucre.
- Una subametralladora Sten de fabricación inglesa, Cal. 9 mm., modelo MK II, serial L8-588.
- Una subametralladora UZI de fabricación israelí, Cal. 9 mm., seriales borrados.
- Una escopeta High Standard Cal. 12, modelo Riot, serial borrado.
- Placas de vehículos, uniformes militares, cédulas de identidad falsas, equipos de comunicaciones y los siguientes vehículos:
- Un Buick LeSabre, blanco, modelo 71, robado en Anzoátegui.
- Un Malibú Classic, color mamey, modelo 1970, robado en Caracas.
- Un Hillman Arrow, color blanco, modelo 1970.
- Un Fiat 2300, color rojo oscuro, modelo 1970.
Mientras esto ocurría, el máximo líder de la organización, el comandante Gerónimo, no se había podido capturar. Gerónimo sabía manejar muy bien la clandestinidad. Jamás había sido detenido.
Tampoco conocíamos la ubicación del sitio de reclusión del secuestrado. Ninguno de los guerrilleros detenidos habían llevado a Domínguez al sitio de reclusión, ni habían estado con él durante su permanencia; por lo tanto, desconocían dónde estaba. El único que conocía el sitio de reclusión de Domínguez era Otilio, y éste resistía el interrogatorio y no cooperaba.
Ubicación de la baticueva
Los guerrilleros llamaban "la baticueva" al sitio donde habían tenido secuestrado a Domínguez. Tenían programados cinco secuestros en sucesión. En los documentos incautados figuraban cinco nombres de personas que serian secuestradas. En cada uno de los secuestros se pediría un rescate de cinco millones de bolívares. La operación se llamaba Operación "Rey", pues a los proyectos de secuestros se les llamaba "reyes". Carlos Domínguez era Rey 1; el próximo objetivo, el Embajador de Japón en Venezuela, sería Rey 2; y así sucesivamente.
Antes de la captura de Otilio y de los miembros de la Unidad "Américo Silva", ya tenían todo listo para el secuestro del Embajador de Japón. Pero como una gran casualidad. el día programado para secuestrarlo, éste salió de vacaciones para su país, dejando sin efecto la operación Rey 2. La baticueva sería utilizada como sitio de reclusión de los secuestrados. Ninguno de los guerrilleros capturados, a excepción de Otilio, había participado en su construcción, ni tampoco en la reclusión del secuestrado, por lo tanto desconocíamos su ubicación.
Por los interrogatorios hechos a los prisioneros se pudieronsaber varias cosas referentes a la baticueva, éstas eran:
- La baticueva estaba ubicada por la carretera de Los Teques, más arriba del poblado de Los Teques.
- Había sido construida por un constructor conocido en la zona, cuyo seudónimo era Track, miembro de BR, que se encontraba prófugo.
- Track había trasladado los materiales de construcción en un camión de su propiedad, marca Fargo, color verde.
- Track había comprado los materiales de construcción en Los Teques.
- Junto con Track, habían participado en la construcción de la baticueva y, posteriormente en la reclusión del secuestrado: Otilio, Alcides, Alí. Sabían también de su ubicación: Raúl y Anzoátegui, ambos prófugos.
Por los interrogatorios que se le hicieron a Domínguez sabíamos:
- Que la baticueva estaba situada (él creía) debajo de la tierra, pues necesitaban un extractor de aire para su ventilación.
- Que estaba recién construida, pues sus paredes lucían como acabadas de frizar y pintar.
- Que era un lugar muy húmedo. Sus zapatos se llenaron de moho.
- Que estaba situada en una loma o en una curva, donde lo vehículos tenían que cambiar de velocidad para tomar impulso.
- Que los fines de semana el tránsito se intensificaba, circulando de 500 a 600 carros por hora.
- Que era un lugar muy reducido, de unos 3 ó 4 metros cuadrados.
- Que cerca había una cocina de donde le llevaban los alimentos calientes, acabados de hacer.
- Que había una planta auxiliar de electricidad.
Con los datos aportados por los guerrilleros detenidos y por el propio Domínguez, se iniciaron una serie de operaciones.
Se consiguió un camión de volteo Fargo y se pintó de verde, igual al de Track. Se tomaron fotografías del camión y se sacaron 100 copias a colores. Se enviaron 60 funcionarios, cada uno con una foto para que, partiendo de Los Teques, fueran indagando casa por casa, a la orilla de la carretera, preguntando:
- Si habían visto un camión igual al de la foto en el mes de mayo del año pasado, usado para construir una obra pequeña.
-- Si conocían a Track, el constructor, y si sabían dónde estaba.
Los funcionarios, pacientemente, actuaron en todas las casas a la orilla de la carretera por varios kilómetros. Al tercer día, cerca de las 6:00 p. m. (hora en que se detenía la operación para reanudarla el día siguiente), preguntaron en una bodeguita: el muchacho repartidor recordaba que un camión igual al de la foto, perteneciente a un señor conocido por Track, había estado construyendo algo en la casa de enfrente. La casa era una vivienda rural. Estaba ubicada en lo alto de una pequeña loma y la carretera pasaba a unos diez metros. También tenía pendiente muy inclinada en donde los carros que pasaban tenían que cambiar velocidades para impulsarse y subir. La comisión estaba formada por Hernán Reyes y un grupo de funcionarios. Tocaron la casa y nadie respondió. La puerta estaba cerrada por fuera con un candado. Violentaron el candado y penetraron en la casa. Hay un sombrero de pelo de guama sobre la mesa; Hernán lo toma y nota que está mojado por la lluvia que ha caído recientemente. Revisan la casa por dentro. Esta tiene, al entrar, una sala con una mesa y cuatro sillas tapizadas en vinyl beige y rojo. Después le sigue un comedor y cocina y, por último, una habitación amplia con una cama matrimonial y un tocador. Todo indica que sus moradores han estado allí recientemente. Revisan todo minuciosamente, pero no encuentran nada. Hernán decide dejar la búsqueda para el día siguiente. Deja la luz exterior, un bombillo, encendida.
Al día siguiente, una comisión integrada por los subcomisarios Alí y Francisco, con un grupo de hombres, comienza de nuevo la operación en el punto donde se ha dejado. Hernán los ha puesto en antecedentes sobre todo lo acontecido en la casa. Les dice también que si la luz exterior que dejó encendida, no ha sido apagada, quiere decir que los moradores del inmueble no han regresado y, por lo tanto, deben registrar de nuevo antes de comenzar la búsqueda.
Cuando llega la comisión, la luz de afuera está encendida.
Comienzan el registro minuciosamente, habitación por habitación, pared por pared. Al final de la casa, detrás del tocador, cuando tocan la pared con un martillo, ésta suena hueca. Al registro se ha presentado el subcomisario Arnoldo, quien toma parte en la operación. Deciden romper la pared. La rompen, abriendo un agujero, como a un metro del suelo. Siguen rompiendo y aparece la baticueva, tal como la describió Domínguez cuando fue interrogado.
Después del secuestro, los guerrilleros habían rellenado el agujero de 80 x 80 cms., habían frizado y pintado la pared y no se notaba nada. Dentro de la baticueva se encontraron cuatro fusiles AK-47 de fabricación soviética. Las armas habían venido de Cuba cuando el desembarco de cubanos por las costas de Chichiriviche y Machurucuto, en 1967. Las expediciones, al mando de Luben Petkoff y de Arnoldo Ochoa Sánchez (cubano), se internaron en las montañas y reforzaron las guerrillas del Frente "José Leonardo Chirinos", que estaban establecidas en el triángulo montañoso de los Estados Lara, Yaracuy y Falcón.
Carlos Domínguez, días después fue trasladado a la baticueva y con lágrimas en los ojos por la emoción, reconoció el sitio.
Captura de Gerónimo y otros guerrilleros 13 de junio de 1973
Gerónimo, el máximo líder de BR, se mantenía activo desde hacía más de 8 años. Nunca había sido detenido por las autoridades. Su sistema personal de seguridad era impenetrable. Ninguno de los miembros de la organización, a excepción de su hermano Florindo, sabía dónde vivía; ni siquiera Otilio conocía su ubicación. Por eso, cuando fueron capturados todos los guerrilleros no se mudó de lugar; sabía que nadie de los capturados podría delatarle, pues todos desconocían la dirección de su vivienda.
De los interrogatorios a los capturados, se trataba de obtener alguna información que nos pudiera conducir a la captura de Gerónimo. Un punto vulnerable, una brecha, en su sistema de seguridad.
- Se analizaron todos los interrogatorios que hacían referencia a este tópico y pudimos conocer lo siguiente:
- Con la obtención del dinero del secuestro se compró en la ciudad de Caracas, una maquinaria de imprenta por la cual pagaron Bs. 125.000.00.
- La organización tenía una imprenta en la que se imprimía propaganda.
- Gerónimo manipulaba la propaganda. La recogía en la imprenta y posteriormente la ponía en diferentes sitios, avisando por teléfono a los distribuidores para que éstos a su vez la repartieran.
Con estos fragmentos de información, llegamos a la conclusión de que el punto más débil del sistema de seguridad de Gerónimo era cuando iba a buscarla propaganda a la imprenta.
El subcomisario Arnoldo, utilizando varios funcionarios, comenzó la búsqueda de la imprenta. Visitaron todas las casas que se dedicaban a la venta de maquinaria especializada. Trataban de averiguar si después del 15 de junio de 1972, alguien había hecho una compra de maquinaria por el valor de Bs. 125.000.00.
Después de visitar varios lugares, revisando recibos de venta, se descubrió que una empresa había vendido maquinaria de imprenta el año anterior, por valor de Bs. 125.000.00, a un negocio llamado Litografía Orinoco. El propietario del negocio recordaba que el pago había sido hecho en dinero en efectivo, lo que le extrañó mucho, pues este tipo de transacciones siempre se hacen por medio de cheques.
En el recibo de venta aparecía la dirección del comprador; pero cuando se llegó allá, ya se había mudado. Después de algún trabajo, se ubicó la Litografía Orinoco en la Urbanización San José, al Oeste de la ciudad, en la Parroquia San José, de las calles Esperanza y Caucecita.
La imprenta estaba situada en un pequeño inmueble. Al lado del mismo había un abasto (tienda de víveres) que hacía esquina. El barrio estaba habitado por personas de clase marginal, mezclados con clase media baja. Por el día, el lugar era concurrido por vendedores y transeúntes, con mucha actividad. Por la noche, era un vecindario tranquilo.
Esa misma noche me trasladé al sitio con el comisario All y el inspector Pablo, ambos expertos en cerrajería. La imprenta tenía una puerta que daba a la calle con una cerradura Yale. Al¡ y Pablo no tuvieron ningún problema en abrir la cerradura y penetramos al inmueble. Eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada. En el interior encontramos unos afiches de propaganda de Noel Rodríguez, alias Beltrán (este sujeto era quien hacía las llamadas telefónicas del secuestro), guerrillero del BR, recientemente desaparecido. Sabíamos que habíamos descubierto la imprenta de la organización. Ahora dependía de nuestra habilidad montar una operacióny capturar a Gerónimo.
Primero hicimos una nueva penetración a la imprenta e instalamos varios micrófonos o transmisores, situados estratégicamente y bien escondidos.
Como no había teléfono en la imprenta, usaban el teléfono monedero que estaba en la esquina. El departamento técnico interceptó el teléfono con un equipo especial, para oír a corta distancia.
Varios hombres de la División de Seguimiento y Vigilancia se situaron con sus vehículos y radio-transmisores en las calles cercanas a la imprenta. Esperaban que les avisara desde un puesto de observación cercano para seguir, identificar y ubicar la vivienda de cualquier persona que entrara o saliera de la misma.
Alquilamos un apartamento en un edificio que estaba como a unos 70 metros de la imprenta. Ofrecía una buena vista diagonal. Ocho funcionarios permanecerían allí todo el tiempo, sin salir, hasta llegar al final del operativo. Dentro del apartamento instalamos:
- Un puesto de observación con fotografías operativas. Desde el puesto se fotografiaba a todas las personas que entraban y salían de la imprenta. También se avisaba a los funcionarios de seguimiento y vigilancia por radio para que siguieran y vigilaran su objetivo.
- Un puesto de escucha, dividido en dos operaciones. Un funcionario escuchaba todo lo que captaban los micrófonos instalados en la imprenta; el otro se ocupaba de oír las conversaciones telefónicas del teléfono monedero interceptado.
- Un grupo de 4 funcionarios, listos para capturar a Gerónimo cuando llegara a la imprenta. Estos funcionarios estaban dirigidos por el inspector Amílcar y su segundo el inspector Jaime, ambos veteranos y que conocían a Gerónimo personalmente.
28 de julio de 1973
Dos semanas llevaba funcionando la operación de captura. Durante ese tiempo ha habido cuatro penetraciones en la imprenta. Nuestros cerrajeros ya no usan ganzúas, han fabricado una llave para abrir. Alí personalmente se ocupa de estos trabajos que se realizan siempre en la madrugada. En la última penetración encontramos que la emisión de afiches está terminada y empacada; listos para ser retirados de la imprenta.
El sábado 27, sale Oscar Cedeño, el operador y encargado de la imprenta y se dirige al teléfono monedero. En el puesto de escucha se capta »su conversación. La voz del otro lado dice que al siguiente día pasará a recoger la mercancía. La llamada es sospechosa: al día siguiente es domingo y no se trabaja. Tendrá que ser un "cliente" muy importante para que él le abra la imprenta y le entregue la mercancía, un día domingo. Todo el operativo se pone en estado de alerta.
Son las 6:30 de la tarde del domingo. Llegan Cedeño y su esposa, vienen a pie, abren y se introducen en la imprenta.
Conversan y sus conversaciones se captan por el receptor. dicen que pronto llegarán a recoger el material.
A las 7:30 un Mercedes Benz gris se estaciona como a 40 metros de la imprenta. Gerónimo se baja del vehículo, mira hacia todas las direcciones y se dirige a la imprenta. Al llegar allí, mientras toca, es reconocido por Jaime y Amílcar. Los funcionarios bajan inmediatamente del edificio y se sitúan estratégicamente en las cercanías. Sale Gerónimo cargando una caja que contiene propaganda; a su lado van Cedeño y su esposa Coromoto, que lo ayudan a cargar la mercancía. Sobre la caja Gerónimo lleva una pistola 45 y una granada de fragmentación M-26. Los funcionarios los enfrentan y dan la voz de arresto. Gerónimo trata de tomar la pistola, Jaime le dispara una ráfaga de ametralladora sobre su cabeza y Gerónimo se rinde sin tomar su arma. Cedeño corre y se mezcla con la multitud, los funcionarios no disparan por miedo a herir a los transeúntes. Amílcar pone las esposas a Gerónimo y a la mujer de Cedeño: Aleida Coromoto Pacheco.
Posteriormente, y en diferentes operaciones, fueron capturados el Gordo Manzanilla y el Negro Jimmy: Tito González Heredia muere en combate con la DISIP. También fue muerto, al resistir el arresto, el guerrillero conocido como El Motilón. Posteriormente serían detenidos Raúl, Track, Larry Espinoza y el Policía.
El Ciego se baja en Carmelitas y continúa a pie hasta Caño amarillo, donde toma un autobús hacia Catia, la zona Oeste. Sigue la vigilancia de la misma forma. Se baja en la plaza de Catia. Allí toma otro autobús que va hacia el Junquito. Los funcionarios de a pie se cambian camisas y franelas, usan lentes de sol y bigotes, para así evitar ser detectados.
El autobús llega a la entrada de la Urbanización Gramoven. Aquí hay una estación de donde salen los autobuses para los distintos barrios. Aquí El Ciego, siempre bajo vigilancia de los funcionarios, toma de nuevo el autobús hacia el reparto Niño Jesús. Penetra en una panadería, compra algo de comer y rápidamente se mezcla entre los transeúntes. Se les pierde a casi todos los funcionarios que lo siguen a una distancia prudencial, pero no así a Teobaldo, que continúa solo el seguimiento en una moto. El Ciego toma uno de los barrios que se encuentran en el área. Esta vez es el barrio Olivetti: después de caminar unas tres cuadras, cerca de una redoma se introduce en una casa. La vigilancia permanece allí y se mantiene por dos horas más y, al ver que no sale, se suspende.
Al siguiente día, bien temprano, Hernán ordena a sus funcionarios que vayan al sitio donde quedó el objetivo y traten de "fijar" fotos del barrio, de la calle y de la casa.
Continúa la vigilancia en el garaje de la calle Occidente. También la casa del barrio Olivetti, en El Junquito, se vigila esporádicamente, porque es muy dificil de vigilar.
En la calle Mis Encantos, en Caracas, se ha visto al Ciego entrevistarse con un guerrillero conocido como Brito. Es el segundo de Otilio y el único que tiene contactos directos, frecuentemente con él. La unidad de guerrilla urbana ha cambiado de nombre.
Captura y reclutamiento de Brito
Por los seguimientos al Ciego Montilla se habían detectado sus contactos con Brito: éste se había ubicado en el edificio Ulimar, Apto. 16, en las Colinas de Bello Monte, donde vivía con una joven estudiante de Sociología de la Universidad Central. Ocupaban una habitación del pequeño apartamento de dos habitaciones. La otra estaba desocupada y siempre disponible para Otilio, que dormía allí ocasionalmente.
Aquel viernes, cuatro de nuestros agentes de la división de Control y Manipulación de Fuentes Vivas (informantes) esperan a Brito cerca del edificio para capturarlo sin llamar la atención. El plan era detenerlo e inmediatamente reclutarlo, para que sirviera a nuestra causa.
El subcomisario Arnoldo había estudiado detenidamente la historia y personalidad de Brito. Había sido guerrillero rural y combatido en las montañas del Bachiller, en el Oriente del país. Llevaba mucho tiempo en Caracas, siempre militando en Bandera Roja. Era un combatiente muy efectivo y de toda confianza de la Dirección. Se sabía que estaba muy enamorado de la joven con quien hacía vida marital. A pesar de sus condiciones y de su historial, nunca había ascendido a posiciones de importancia dentro de la organización. Esto, sumado a los largos años de lucha sin conseguir realmente nada, había minado su moral combativa. Ya no creía mucho en la causa por la que luchaba.
Cuidadosamente, Arnoldo sopesaba todas estas circunstancias. En su aguda mente planificaba cómo efectuar la operación de reclutamiento que yo le había pedido.
El reclutamiento de un agente enemigo se puede realizar de tres formas: gradual, semigradual y directo. En el reclutamiento gradual el reclutante va lentamente ganando a su objetivo. Después de haber hecho un estudio de su personalidad, ideología, costumbres, vicios, necesidades, etc., lo va captando, según sea el caso, con dinero, fiestas, mujeres, etc. Después le pide pequeños favores, hasta que casi sin darse cuenta, el sujeto se encuentra trabajando para él.
El reclutamiento semigradual tiene una técnica parecida al gradual, con la diferencia de que una vez que la persona que está siendo reclutada ha suministrado información, si se negara a seguir informando, se le hace saber que ya no puede negarse pues se haría pública su deslealtad, con las consecuencias que podrían derivarse de su acción.
El reclutamiento directo es el más rápido, pero el que ofrece mayor riesgo. En este tipo de reclutamiento, el funcionario encargado de efectuarlo, presiona al sujeto intimidándolo con prisión, publicación de cosas ocultas y comprometedoras o cualquier otro tipo de chantaje, obligándolo así a trabajar para los intereses del reclutador. Este reclutamiento tiene la gran desventaja de que el reclutado puede negarse a acceder y así quedar al descubierto las intenciones del agente reclutador. Sin embargo, hay ocasiones en las cuales, debido a las circunstancias, hay que tomar ese riesgo. Ese era el caso del subcomisario Arnoldo con relación a Brito. El tiempo, como siempre, estaba en nuestra contra.
Los funcionarios que esperaban dentro de un carro, como a unos cincuenta metros del edificio Ulimar, observaron con unos binóculos que, a las 8:30 de la mañana salió un sujeto de unos 30 años, de 1.70 metros, de estatura, delgado, de pelo rubio, con un fino bigote. Inmediatamente lo interceptaron, llevándolo al auto que esperaba con el motor encendido. Arnoldo se encargó de hablar con él. En un lugar oculto, conocido como Las Canteras, se le sometió a interrogatorio intenso; se le mostró el expediente que le teníamos elaborado y se le enfrentó con la opción de trabajar para nosotros o sufrir largos años de prisión. Aceptó nuestras condiciones y comenzó a trabajar para el Servicio.
Dada la importancia del sujeto reclutado, en adelante y mientras durara la investigación del caso del secuestro de Domínguez, Arnoldo personalmente controlaría a Brito. Se le dio el nombre clave de Jeremías. En seguida, y para probar su lealtad, se le encomendaron dos o tres trabajos de búsqueda de información. Estas informaciones eran del conocimiento de Arnoldo. Se le preguntó la dirección de la casa de El Junquito y del garaje de San Bernardino. Respondió con exactitud y, así, quedó establecida la primera parte del reclutamiento: la buena fe de la fuente.
Desde ese momento Brito actuaría como agente. Esta es la etapa más delicada, pues siempre se corre el riesgo de que el agente traicione y ponga al descubierto todo el plan, o que sus compañeros lo descubran y lo maten. El caso de Brito no fue así. Empezó a trabajar de buena fe y as¡ fue minuciosamente comprobado. El subcomisario Arnoldo puso a su mejor manipulador, Amílcar, para los futuros contactos con Brito.
Después de establecer lugares y horas en que tendrían los contactos, se establecieron "señales de peligro". Por ejemplo, cuando Amílcar fuera a ver a Brito, éste tendria siempre un lapicero rojo en el bolsillo izquierdo de su camisa; si Amílcar pasaba cerca de Brito y éste no tenía puesta la señal, eso quería decir "peligro": había cualquier conocido cerca o estaba bajo vigilancia, etc. Entonces se pondría en ejecución un plan alterno, elaborado para estas eventualidades. Se verían en otro lugar y a otra hora. Brito tendría a su disposición un teléfono de emergencia, al que podría llamar las 24 horas al día.
El operativo en contra del BR estaba dando frutos. Se conocía la ubicación de varios guerrilleros, la mayoría de ellos participantes en el secuestro de Domínguez. Decidimos que una vez que Brito ubicara a Otilio o a Gerónimo, entraríamos en la fase de captura de todos los irregulares.
Un grupo de Punto 0 secuestra avión de AVENSA
19 de mayo de 1973
Un comando guerrillero de Punto 0, comandado por Federico Bottini (hermano del guerrillero muerto Rafael Bottini) y acompañado por Rafael Guzmán Grim y Dalia Rojas, secuestran un avión de AVENSA y lo llevan a Cuba. Son recibidos por el gobierno cubano y les conceden asilo político. Bottini y Dalia Rojas, después de recibir entrenamiento en Cuba, son enviados a Venezuela. Ambos mueren en diferentes encuentros con los cuerpos de seguridad. Federico Bottini resulta muerto en San Juan de los Morros al enfrentar una comisión de la policía. Dalia Rojas muere en un tiroteo con la DISIP, en Valencia.
Captura de los guerrilleros de Carlos Domínguez
6 de junio de 1973
Brito depende de las directrices de Otilio para planificar y ejecutar las operaciones. Sin embargo, tiene la facultad de mantener contacto con los integrantes de la unidad. Los contactos los hacía periódicamente y en sitios previamente escogidos. Ya nos ha dado todo lo que sabe y sólo esperamos que sea contactado por Otilio para capturarlo y proceder a la detención de los demás.
Los equipos de seguimiento y vigilancia mantienen los operativos. Por las vigilancias, ya se tiene la ubicación de El Ciego, de Segundo, de Pancho y de Regis. todos los participantes en el secuestro de Domínguez.
Brito nos dice por fin que esa noche, a las 9, Otilio lo visitará en su apartamento y que por la mañana tendrá un contacto con El Ciego y Segundo en la calle Mis Encantos.
Se organiza un operativo para capturar a los guerrilleros lo más discretamente posible. Yo voy al frente de la operación de captura. Situados estratégicamente se encuentran el comisario Ernesto y el subcomisario Hernán, cada uno con un grupo de hombres. El secretario general del Cuerpo, Joaquín Chaffardet, aunque ese no es su trabajo, siempre se las arregla para ir a las riesgosas operaciones de captura. Ese día, cuando vamos a salir, se aparece con su subametralladora y se une al grupo. Para no llamar mucho la atención llevo una muchacha; con ella me siento en una mesa de un cafetín cercano al sitio donde tendrá lugar el contacto con los guerrilleros. El primero en llegar es Brito. Son las 8:45 de la mañana. El sitio de la entrevista es un lugar bastante concurrido. De un lado a otro circulan obreros de una cercana gran fábrica de aceite; la fábrica de aceite Branca. El lugar tiene pequeños comercios, barberías, etc. La calle es larga; por el norte llega hasta la avenida Francisco de Miranda; por el sur hasta la avenida Libertador, donde está la fábrica. Una vez que los guerrilleros entren en la calle Mis Encantos, no tendrán escapatoria.
Llega El Ciego a pie e inmediatamente después llega Segundo, conduciendo una moto Yamaha 250. Hacen contacto con Brit o. Cuando están hablando, en otra moto llega otro guerrillero llamado el Maestrico Requena. Salimos de nuestros puestos de observación nos vamos acercando al sitio donde conversan los guerrilleros. Sin percatarse de lo que está sucediendo, son de repente encañonados por nuestras armas y conminados a que penetren en dos carros que ya se acercan. En un carro ponemos a Segundo y a El Ciego; en otro a Brito y al Maestrico Requena. Los transeúntes casi no se dan cuenta de la operación. Los funcionarios que quedan en el sitio del suceso corren la voz de que fueron detenidos unos atracadores.
El Maestrico Requena, según nos dice Brito, no tiene nada que ver con ellos. Solamente de casualidad se acercó para conversar. No pertenece a BR. Lo dejaremos en libertad al siguiente día, cuando hayan pasado todas las operaciones de captura.
Segundo y El Ciego son sujetos a fuertes interrogatorios. No tardan mucho en quebrarse y lo dicen todo: su participación en el secuestro y en los otros sucesos en los que participó la Unidad "Américo Silva". Ni Brito ni los dos guerrilleros capturados saben dónde fue recluido Domínguez. El Ciego nos dice que en la casa de El Junquillo hay algunas armas. Segundo también tiene su arma personal en su casa. No allanamos ninguno de los dos sitios. Lo dejamos para el siguiente día, para no llamar mucho la atención.
Captura de Otilio
Comienza el operativo para la captura de Otilio. Hernán Reyes, con un grupo de sus hombres, se dirige al edificio Ulimar, donde tendrá lugar la entrevista de Otilio con Brito. Muy discretamente los funcionarios toman posiciones. El edificio es un pequeño inmueble de seis pisos con un pequeño ascensor; al entrar hay una sala de recepción. Al final de la misma está el ascensor. El apartamento donde tendrá lugar la entrevista es el apartamento No. 16, donde vive Brito. Está en el tercer piso. Son las 8 y media de la noche. Hernán y dos funcionarios se sitúan estratégicamente en el vestíbulo. Los otros funcionarios se encuentran fuera, en lugares ocultos. El cuarto piso, un piso más arriba del piso donde está el apartamento 16, también está tomado. Hay muy poca actividad en el área y en el edificio mismo. Entre los funcionarios que se encuentran vigilando la parte externa, se encuentra Joaquín Chaffardet, a quien se le dio un lugar en el operativo.
Alas 9 en punto llega Otilio, que estaciona un carro Hillman blanco como a unos cien metros del edificio. Se baja y hace el trayecto a pie. Tomando precauciones y tratando de detectar algo anormal, entra al edificio. Al ver a Hernán y a sus funcionarios, se da cuenta de que algo inusual está ocurriendo. Los funcionarios no tratan de detenerlo. Solamente lo conocen por viejas fotografías y no están muy seguros. Otilio toma el ascensor. Los funcionarios toman las escaleras y van viendo por los indicadores de pisos, que éste va subiendo. Pasa el tercer piso y en el cuarto se abre. Otilio tiene una pistola Browning en la mano, pero no se atreve a defenderse al ver tantas armas apuntándole. Tobías, un funcionario de la división de Hernán, dispara un tiro de advertencia. Otilio se rinde y entrega el arrua. Lo bajan hasta el vestíbulo y allí lo registran. Trata de sacar una granada M-26 que tiene en un bolsillo. Hernán le pega fuertemente, los funcionarios lo dominan y lo conducen al despacho. Inmediatamente llamo al director que está en su casa y se apersona en el despacho; allí le refiero los pormenores del caso.
Siguen los operativos de captura
Siguen los operativos. Allanamos el apartamento 16 y detenemos a la amante de Brito. En el apartamento hay armas, municiones, uniformes militares, placas de vehículos, documentos. Se allana también la casa de El Junquito donde, entre otras cosas, encontramos el revólver del policía que Otilio mató en la Urbanización Altamira. Allanamos el garaje de la calle Occidente y ocupamos el Buick LeSabre. También en otro garaje, cercano al primero, donde había un Malibú, se encontraron armas y propaganda.
El operativo sigue toda la noche; por la mañana, en una clínica de la ciudad, se detiene a Pancho. Está herido a causa de un accidente de tránsito sufrido recientemente.
Con un grupo de hombres me dirijo a la calle Mis Encantos, donde Brito tendrá una entrevista programada anteriormente con Sonia. Esta llega puntual a la cita y la detenemos. Resiste todos los interrogatorios y no da la dirección de Raúl, con quien sabemos que vive en la avenida principal del Llanito. Se envía a los funcionarios a probar casa por casa, apartamento por apartamento, las llaves que le encontramos a Sonia. A las 9 de la noche, una llave abre un apartamento; es la vivienda de Sonia y Raúl, pero éste ya no está. Al ver que Sonia no regresó de su entrevista, huyó del apartamento.
Salgo con diez hombres para la ciudad de Valencia y allí detenemos a Regis, el guerrillero que inyectó la droga a Domínguez cuando lo secuestraron.
En otro operativo, en el que participo con mis hombres, detenemos a Florindo, hermano de Gerónimo, el máximo líder.
Tratamos de capturar a Track, pero llegamos tarde a su casa. Fue alertado y logró escapar.
En los allanamientos practicados se ocuparon las siguientes armas y vehículos:
- Un revólver Smith & Wesson Cal. 38, serial tambor 51346, serial de cachas C 311836.
- Un revólver Smith & Wesson Cal. 38, serial tambor 86425. serial de cachas C 52361.
- Un revólver Smith & Wesson Cal. 38, serial tambor 10802, serial de cachas esmerilado, números ilegibles.
- Un revólver RG6 de fabricación alemana Cal. 22 sin seriales.
- Una pistola Browning HP Cal. 9 mm. serial 00609, de fabricación belga, perteneciente a las Fuerzas Armadas de Venezuela.
- Una pistola Star Cal. 9 mm., de fabricación española, sin seriales.
- Una pistola Colt Cal. 45. de fabricación norteamericana, serial 441887.
- Una pistola Colt Cal. 45, de fabricación norteamericana, serial 22244.
- Una subametralladora Thompson Cal. 45, seriales borrados.
- Una subametralladora UZI Cal 9 mm. de fabricación israelí, serial 053, robada de la Gobernación del Estado Sucre.
- Una subametralladora Sten de fabricación inglesa, Cal. 9 mm., modelo MK II, serial L8-588.
- Una subametralladora UZI de fabricación israelí, Cal. 9 mm., seriales borrados.
- Una escopeta High Standard Cal. 12, modelo Riot, serial borrado.
- Placas de vehículos, uniformes militares, cédulas de identidad falsas, equipos de comunicaciones y los siguientes vehículos:
- Un Buick LeSabre, blanco, modelo 71, robado en Anzoátegui.
- Un Malibú Classic, color mamey, modelo 1970, robado en Caracas.
- Un Hillman Arrow, color blanco, modelo 1970.
- Un Fiat 2300, color rojo oscuro, modelo 1970.
Mientras esto ocurría, el máximo líder de la organización, el comandante Gerónimo, no se había podido capturar. Gerónimo sabía manejar muy bien la clandestinidad. Jamás había sido detenido.
Tampoco conocíamos la ubicación del sitio de reclusión del secuestrado. Ninguno de los guerrilleros detenidos habían llevado a Domínguez al sitio de reclusión, ni habían estado con él durante su permanencia; por lo tanto, desconocían dónde estaba. El único que conocía el sitio de reclusión de Domínguez era Otilio, y éste resistía el interrogatorio y no cooperaba.
Ubicación de la baticueva
Los guerrilleros llamaban "la baticueva" al sitio donde habían tenido secuestrado a Domínguez. Tenían programados cinco secuestros en sucesión. En los documentos incautados figuraban cinco nombres de personas que serian secuestradas. En cada uno de los secuestros se pediría un rescate de cinco millones de bolívares. La operación se llamaba Operación "Rey", pues a los proyectos de secuestros se les llamaba "reyes". Carlos Domínguez era Rey 1; el próximo objetivo, el Embajador de Japón en Venezuela, sería Rey 2; y así sucesivamente.
Antes de la captura de Otilio y de los miembros de la Unidad "Américo Silva", ya tenían todo listo para el secuestro del Embajador de Japón. Pero como una gran casualidad. el día programado para secuestrarlo, éste salió de vacaciones para su país, dejando sin efecto la operación Rey 2. La baticueva sería utilizada como sitio de reclusión de los secuestrados. Ninguno de los guerrilleros capturados, a excepción de Otilio, había participado en su construcción, ni tampoco en la reclusión del secuestrado, por lo tanto desconocíamos su ubicación.
Por los interrogatorios hechos a los prisioneros se pudieronsaber varias cosas referentes a la baticueva, éstas eran:
- La baticueva estaba ubicada por la carretera de Los Teques, más arriba del poblado de Los Teques.
- Había sido construida por un constructor conocido en la zona, cuyo seudónimo era Track, miembro de BR, que se encontraba prófugo.
- Track había trasladado los materiales de construcción en un camión de su propiedad, marca Fargo, color verde.
- Track había comprado los materiales de construcción en Los Teques.
- Junto con Track, habían participado en la construcción de la baticueva y, posteriormente en la reclusión del secuestrado: Otilio, Alcides, Alí. Sabían también de su ubicación: Raúl y Anzoátegui, ambos prófugos.
Por los interrogatorios que se le hicieron a Domínguez sabíamos:
- Que la baticueva estaba situada (él creía) debajo de la tierra, pues necesitaban un extractor de aire para su ventilación.
- Que estaba recién construida, pues sus paredes lucían como acabadas de frizar y pintar.
- Que era un lugar muy húmedo. Sus zapatos se llenaron de moho.
- Que estaba situada en una loma o en una curva, donde lo vehículos tenían que cambiar de velocidad para tomar impulso.
- Que los fines de semana el tránsito se intensificaba, circulando de 500 a 600 carros por hora.
- Que era un lugar muy reducido, de unos 3 ó 4 metros cuadrados.
- Que cerca había una cocina de donde le llevaban los alimentos calientes, acabados de hacer.
- Que había una planta auxiliar de electricidad.
Con los datos aportados por los guerrilleros detenidos y por el propio Domínguez, se iniciaron una serie de operaciones.
Se consiguió un camión de volteo Fargo y se pintó de verde, igual al de Track. Se tomaron fotografías del camión y se sacaron 100 copias a colores. Se enviaron 60 funcionarios, cada uno con una foto para que, partiendo de Los Teques, fueran indagando casa por casa, a la orilla de la carretera, preguntando:
- Si habían visto un camión igual al de la foto en el mes de mayo del año pasado, usado para construir una obra pequeña.
-- Si conocían a Track, el constructor, y si sabían dónde estaba.
Los funcionarios, pacientemente, actuaron en todas las casas a la orilla de la carretera por varios kilómetros. Al tercer día, cerca de las 6:00 p. m. (hora en que se detenía la operación para reanudarla el día siguiente), preguntaron en una bodeguita: el muchacho repartidor recordaba que un camión igual al de la foto, perteneciente a un señor conocido por Track, había estado construyendo algo en la casa de enfrente. La casa era una vivienda rural. Estaba ubicada en lo alto de una pequeña loma y la carretera pasaba a unos diez metros. También tenía pendiente muy inclinada en donde los carros que pasaban tenían que cambiar velocidades para impulsarse y subir. La comisión estaba formada por Hernán Reyes y un grupo de funcionarios. Tocaron la casa y nadie respondió. La puerta estaba cerrada por fuera con un candado. Violentaron el candado y penetraron en la casa. Hay un sombrero de pelo de guama sobre la mesa; Hernán lo toma y nota que está mojado por la lluvia que ha caído recientemente. Revisan la casa por dentro. Esta tiene, al entrar, una sala con una mesa y cuatro sillas tapizadas en vinyl beige y rojo. Después le sigue un comedor y cocina y, por último, una habitación amplia con una cama matrimonial y un tocador. Todo indica que sus moradores han estado allí recientemente. Revisan todo minuciosamente, pero no encuentran nada. Hernán decide dejar la búsqueda para el día siguiente. Deja la luz exterior, un bombillo, encendida.
Al día siguiente, una comisión integrada por los subcomisarios Alí y Francisco, con un grupo de hombres, comienza de nuevo la operación en el punto donde se ha dejado. Hernán los ha puesto en antecedentes sobre todo lo acontecido en la casa. Les dice también que si la luz exterior que dejó encendida, no ha sido apagada, quiere decir que los moradores del inmueble no han regresado y, por lo tanto, deben registrar de nuevo antes de comenzar la búsqueda.
Cuando llega la comisión, la luz de afuera está encendida.
Comienzan el registro minuciosamente, habitación por habitación, pared por pared. Al final de la casa, detrás del tocador, cuando tocan la pared con un martillo, ésta suena hueca. Al registro se ha presentado el subcomisario Arnoldo, quien toma parte en la operación. Deciden romper la pared. La rompen, abriendo un agujero, como a un metro del suelo. Siguen rompiendo y aparece la baticueva, tal como la describió Domínguez cuando fue interrogado.
Después del secuestro, los guerrilleros habían rellenado el agujero de 80 x 80 cms., habían frizado y pintado la pared y no se notaba nada. Dentro de la baticueva se encontraron cuatro fusiles AK-47 de fabricación soviética. Las armas habían venido de Cuba cuando el desembarco de cubanos por las costas de Chichiriviche y Machurucuto, en 1967. Las expediciones, al mando de Luben Petkoff y de Arnoldo Ochoa Sánchez (cubano), se internaron en las montañas y reforzaron las guerrillas del Frente "José Leonardo Chirinos", que estaban establecidas en el triángulo montañoso de los Estados Lara, Yaracuy y Falcón.
Carlos Domínguez, días después fue trasladado a la baticueva y con lágrimas en los ojos por la emoción, reconoció el sitio.
Captura de Gerónimo y otros guerrilleros 13 de junio de 1973
Gerónimo, el máximo líder de BR, se mantenía activo desde hacía más de 8 años. Nunca había sido detenido por las autoridades. Su sistema personal de seguridad era impenetrable. Ninguno de los miembros de la organización, a excepción de su hermano Florindo, sabía dónde vivía; ni siquiera Otilio conocía su ubicación. Por eso, cuando fueron capturados todos los guerrilleros no se mudó de lugar; sabía que nadie de los capturados podría delatarle, pues todos desconocían la dirección de su vivienda.
De los interrogatorios a los capturados, se trataba de obtener alguna información que nos pudiera conducir a la captura de Gerónimo. Un punto vulnerable, una brecha, en su sistema de seguridad.
- Se analizaron todos los interrogatorios que hacían referencia a este tópico y pudimos conocer lo siguiente:
- Con la obtención del dinero del secuestro se compró en la ciudad de Caracas, una maquinaria de imprenta por la cual pagaron Bs. 125.000.00.
- La organización tenía una imprenta en la que se imprimía propaganda.
- Gerónimo manipulaba la propaganda. La recogía en la imprenta y posteriormente la ponía en diferentes sitios, avisando por teléfono a los distribuidores para que éstos a su vez la repartieran.
Con estos fragmentos de información, llegamos a la conclusión de que el punto más débil del sistema de seguridad de Gerónimo era cuando iba a buscarla propaganda a la imprenta.
El subcomisario Arnoldo, utilizando varios funcionarios, comenzó la búsqueda de la imprenta. Visitaron todas las casas que se dedicaban a la venta de maquinaria especializada. Trataban de averiguar si después del 15 de junio de 1972, alguien había hecho una compra de maquinaria por el valor de Bs. 125.000.00.
Después de visitar varios lugares, revisando recibos de venta, se descubrió que una empresa había vendido maquinaria de imprenta el año anterior, por valor de Bs. 125.000.00, a un negocio llamado Litografía Orinoco. El propietario del negocio recordaba que el pago había sido hecho en dinero en efectivo, lo que le extrañó mucho, pues este tipo de transacciones siempre se hacen por medio de cheques.
En el recibo de venta aparecía la dirección del comprador; pero cuando se llegó allá, ya se había mudado. Después de algún trabajo, se ubicó la Litografía Orinoco en la Urbanización San José, al Oeste de la ciudad, en la Parroquia San José, de las calles Esperanza y Caucecita.
La imprenta estaba situada en un pequeño inmueble. Al lado del mismo había un abasto (tienda de víveres) que hacía esquina. El barrio estaba habitado por personas de clase marginal, mezclados con clase media baja. Por el día, el lugar era concurrido por vendedores y transeúntes, con mucha actividad. Por la noche, era un vecindario tranquilo.
Esa misma noche me trasladé al sitio con el comisario All y el inspector Pablo, ambos expertos en cerrajería. La imprenta tenía una puerta que daba a la calle con una cerradura Yale. Al¡ y Pablo no tuvieron ningún problema en abrir la cerradura y penetramos al inmueble. Eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada. En el interior encontramos unos afiches de propaganda de Noel Rodríguez, alias Beltrán (este sujeto era quien hacía las llamadas telefónicas del secuestro), guerrillero del BR, recientemente desaparecido. Sabíamos que habíamos descubierto la imprenta de la organización. Ahora dependía de nuestra habilidad montar una operacióny capturar a Gerónimo.
Primero hicimos una nueva penetración a la imprenta e instalamos varios micrófonos o transmisores, situados estratégicamente y bien escondidos.
Como no había teléfono en la imprenta, usaban el teléfono monedero que estaba en la esquina. El departamento técnico interceptó el teléfono con un equipo especial, para oír a corta distancia.
Varios hombres de la División de Seguimiento y Vigilancia se situaron con sus vehículos y radio-transmisores en las calles cercanas a la imprenta. Esperaban que les avisara desde un puesto de observación cercano para seguir, identificar y ubicar la vivienda de cualquier persona que entrara o saliera de la misma.
Alquilamos un apartamento en un edificio que estaba como a unos 70 metros de la imprenta. Ofrecía una buena vista diagonal. Ocho funcionarios permanecerían allí todo el tiempo, sin salir, hasta llegar al final del operativo. Dentro del apartamento instalamos:
- Un puesto de observación con fotografías operativas. Desde el puesto se fotografiaba a todas las personas que entraban y salían de la imprenta. También se avisaba a los funcionarios de seguimiento y vigilancia por radio para que siguieran y vigilaran su objetivo.
- Un puesto de escucha, dividido en dos operaciones. Un funcionario escuchaba todo lo que captaban los micrófonos instalados en la imprenta; el otro se ocupaba de oír las conversaciones telefónicas del teléfono monedero interceptado.
- Un grupo de 4 funcionarios, listos para capturar a Gerónimo cuando llegara a la imprenta. Estos funcionarios estaban dirigidos por el inspector Amílcar y su segundo el inspector Jaime, ambos veteranos y que conocían a Gerónimo personalmente.
28 de julio de 1973
Dos semanas llevaba funcionando la operación de captura. Durante ese tiempo ha habido cuatro penetraciones en la imprenta. Nuestros cerrajeros ya no usan ganzúas, han fabricado una llave para abrir. Alí personalmente se ocupa de estos trabajos que se realizan siempre en la madrugada. En la última penetración encontramos que la emisión de afiches está terminada y empacada; listos para ser retirados de la imprenta.
El sábado 27, sale Oscar Cedeño, el operador y encargado de la imprenta y se dirige al teléfono monedero. En el puesto de escucha se capta »su conversación. La voz del otro lado dice que al siguiente día pasará a recoger la mercancía. La llamada es sospechosa: al día siguiente es domingo y no se trabaja. Tendrá que ser un "cliente" muy importante para que él le abra la imprenta y le entregue la mercancía, un día domingo. Todo el operativo se pone en estado de alerta.
Son las 6:30 de la tarde del domingo. Llegan Cedeño y su esposa, vienen a pie, abren y se introducen en la imprenta.
Conversan y sus conversaciones se captan por el receptor. dicen que pronto llegarán a recoger el material.
A las 7:30 un Mercedes Benz gris se estaciona como a 40 metros de la imprenta. Gerónimo se baja del vehículo, mira hacia todas las direcciones y se dirige a la imprenta. Al llegar allí, mientras toca, es reconocido por Jaime y Amílcar. Los funcionarios bajan inmediatamente del edificio y se sitúan estratégicamente en las cercanías. Sale Gerónimo cargando una caja que contiene propaganda; a su lado van Cedeño y su esposa Coromoto, que lo ayudan a cargar la mercancía. Sobre la caja Gerónimo lleva una pistola 45 y una granada de fragmentación M-26. Los funcionarios los enfrentan y dan la voz de arresto. Gerónimo trata de tomar la pistola, Jaime le dispara una ráfaga de ametralladora sobre su cabeza y Gerónimo se rinde sin tomar su arma. Cedeño corre y se mezcla con la multitud, los funcionarios no disparan por miedo a herir a los transeúntes. Amílcar pone las esposas a Gerónimo y a la mujer de Cedeño: Aleida Coromoto Pacheco.
Posteriormente, y en diferentes operaciones, fueron capturados el Gordo Manzanilla y el Negro Jimmy: Tito González Heredia muere en combate con la DISIP. También fue muerto, al resistir el arresto, el guerrillero conocido como El Motilón. Posteriormente serían detenidos Raúl, Track, Larry Espinoza y el Policía.
Re: Los Caminos del Guerrero *** Luis Posada Carriles
8: Situación en que quedaron los grupos subversivos al esclarecerse el secuestro de Carlos Domínguez Chávez Por Bandera Roja (BR)
Carlos E. Betancourt (a) Gerónimo C. I. 584.036 Detenido
Gabriel Puerta Aponte (a) Otilio C. I. 1.982:242 Detenido
Erebo de Jesús Ruiz (a) Track C. I. 1.150.921 Detenido
Pedro Véliz Acuña (a) Raúl C. 1. 2.927.005 Detenido
Emperatriz Cordero de Guzmán (a) Sonia C. I. 5.594.514 Detenida
Noel Rodríguez (a) Beltrán C. I. 2.748.603 Desaparecido
Iván Montilla Cedeño (a) El Ciego C I. 2.154.767 Detenido
Marco Antonio Ludeña (a) Segundo C. I. 2.512.778 Detenido
Jesús Marrero Romero (a) Regis C. I. 3.774.461 Detenido
Argenis Betancourt (a) Florindo C. 1. 3.345.388 Muerto
Rubén Ricardi (a) Alcides C. I. Detenido
Alí del Carmen Torres (a) Pancho C. I. 2.256.551 Detenido
Tito González Heredia (a) Tito Muerto
Jesús Márquez Finol (a) Motilón Muerto
Andrés Cova Mata (a) El Gordo Manzanilla C. I. 2.078.597 Detenido
Ramón Omar Gutiérrez (a) Fermín C. I. 3.440.779 Prófugo
Eduardo Candiales (a) Anzoátegui C. 1. 3.336.564 Prófugo
Antonio Tirado Tirado (a) Brito C. 1. 3.569.082 Pacificado
Por el Frente Armado de Liberación Nacional (FALN)
Douglas Ignacio Bravo (a) Andrés C. I. 923.235 Pacificado
Elías Morales Ross (a) El Carite Morales C. 1. 3.015.211 Detenido
Larry Espinoza Rojas (a) Larry C. 1. 2.990.004 Detenido
Alí Rodríguez Araque C. 1. 1.270.756 Pacificado
José Luis Soto Cisneros (a) El Policía Detenido
Armando Daza Zurita (a) El Chino Díaz C. I. 3.477.499 Prófugo
Edgar Rodríguez Larralde (a) El Catire C. I. 1.740,060 Prófugo
Luis E. Murillo González (a) El Negro Jimmy Detenido
Honorio José Navarro (a) Colina Muerto
Por Punto 0
Ramón Antonio Olivares (a) Rubén Muerto
Federico Bottini Marín (a) El Loco Muerto
José Rafael Bottini Marín Muerto
Orlando José Mauta (a) El Maute Detenido
Gilberto Hernández González (a) El Nené Detenido
Dalia Antonia Rojas Muerta
Brenda I. Esquivel Hernández Detenida
Luis Rafael Guzmán Grim Prófugo
Luis Eduardo de Colls González (a) Jimmy Muerto
Eduardo Francisco Hernández Cruz (a) Rigoberto Muerto
José Ello Sánchez Romero (a) Fredy Muerto
José Rafael Toro Torres (a) Alarcón Detenido
José Rafael Zamora (a) Saúl Detenido
Apolinar Ceballo (a) El Viejo Detenido
Carlos Alberto Padua Pulido (a) El Flaco David Detenido
Régulo Calzadilla Carballo Detenido
Oswaldo Enrique Alcalá González (a) Augusto Prófugo
Víctor E. Brizuela (a) El Jorobado Detenido
(a) Horacio Pacificado
(a) Wladimir Pacificado
Pabel Leobaldo González Alvarado Detenido
Juan Bautista Cruz Salcedo Detenido
Luis Eduardo Rodríguez Obregón Detenido
José Alejandro Pereira (a) Elio Detenido
Tulio Rafael Hernández Cruz Detenido
Germán Darío Ferrer (a) Félix Detenido
Isnard Ismael Izarra Peña (a) Carvajal Detenido
Francisco Acosta García (a) Fidel Detenido
Godofredo Segundo Torres Noriega Detenido
Johan Humberto Peña Rivero Detenido
Simón Enrique Melean (a) El Chino Detenido
José Gregorio Guerrero Zambrano Detenido
Tomás Temístocles Ramos Detenido
Iván Roberto Cruz Detenido
Además dos guerrilleros no identificados fueron muertos en combate en La Victoria, Edo. Aragua, al enfrentar a los organismos de seguridad del Estado.
* C. I.= Cédula de Identidad
Carlos E. Betancourt (a) Gerónimo C. I. 584.036 Detenido
Gabriel Puerta Aponte (a) Otilio C. I. 1.982:242 Detenido
Erebo de Jesús Ruiz (a) Track C. I. 1.150.921 Detenido
Pedro Véliz Acuña (a) Raúl C. 1. 2.927.005 Detenido
Emperatriz Cordero de Guzmán (a) Sonia C. I. 5.594.514 Detenida
Noel Rodríguez (a) Beltrán C. I. 2.748.603 Desaparecido
Iván Montilla Cedeño (a) El Ciego C I. 2.154.767 Detenido
Marco Antonio Ludeña (a) Segundo C. I. 2.512.778 Detenido
Jesús Marrero Romero (a) Regis C. I. 3.774.461 Detenido
Argenis Betancourt (a) Florindo C. 1. 3.345.388 Muerto
Rubén Ricardi (a) Alcides C. I. Detenido
Alí del Carmen Torres (a) Pancho C. I. 2.256.551 Detenido
Tito González Heredia (a) Tito Muerto
Jesús Márquez Finol (a) Motilón Muerto
Andrés Cova Mata (a) El Gordo Manzanilla C. I. 2.078.597 Detenido
Ramón Omar Gutiérrez (a) Fermín C. I. 3.440.779 Prófugo
Eduardo Candiales (a) Anzoátegui C. 1. 3.336.564 Prófugo
Antonio Tirado Tirado (a) Brito C. 1. 3.569.082 Pacificado
Por el Frente Armado de Liberación Nacional (FALN)
Douglas Ignacio Bravo (a) Andrés C. I. 923.235 Pacificado
Elías Morales Ross (a) El Carite Morales C. 1. 3.015.211 Detenido
Larry Espinoza Rojas (a) Larry C. 1. 2.990.004 Detenido
Alí Rodríguez Araque C. 1. 1.270.756 Pacificado
José Luis Soto Cisneros (a) El Policía Detenido
Armando Daza Zurita (a) El Chino Díaz C. I. 3.477.499 Prófugo
Edgar Rodríguez Larralde (a) El Catire C. I. 1.740,060 Prófugo
Luis E. Murillo González (a) El Negro Jimmy Detenido
Honorio José Navarro (a) Colina Muerto
Por Punto 0
Ramón Antonio Olivares (a) Rubén Muerto
Federico Bottini Marín (a) El Loco Muerto
José Rafael Bottini Marín Muerto
Orlando José Mauta (a) El Maute Detenido
Gilberto Hernández González (a) El Nené Detenido
Dalia Antonia Rojas Muerta
Brenda I. Esquivel Hernández Detenida
Luis Rafael Guzmán Grim Prófugo
Luis Eduardo de Colls González (a) Jimmy Muerto
Eduardo Francisco Hernández Cruz (a) Rigoberto Muerto
José Ello Sánchez Romero (a) Fredy Muerto
José Rafael Toro Torres (a) Alarcón Detenido
José Rafael Zamora (a) Saúl Detenido
Apolinar Ceballo (a) El Viejo Detenido
Carlos Alberto Padua Pulido (a) El Flaco David Detenido
Régulo Calzadilla Carballo Detenido
Oswaldo Enrique Alcalá González (a) Augusto Prófugo
Víctor E. Brizuela (a) El Jorobado Detenido
(a) Horacio Pacificado
(a) Wladimir Pacificado
Pabel Leobaldo González Alvarado Detenido
Juan Bautista Cruz Salcedo Detenido
Luis Eduardo Rodríguez Obregón Detenido
José Alejandro Pereira (a) Elio Detenido
Tulio Rafael Hernández Cruz Detenido
Germán Darío Ferrer (a) Félix Detenido
Isnard Ismael Izarra Peña (a) Carvajal Detenido
Francisco Acosta García (a) Fidel Detenido
Godofredo Segundo Torres Noriega Detenido
Johan Humberto Peña Rivero Detenido
Simón Enrique Melean (a) El Chino Detenido
José Gregorio Guerrero Zambrano Detenido
Tomás Temístocles Ramos Detenido
Iván Roberto Cruz Detenido
Además dos guerrilleros no identificados fueron muertos en combate en La Victoria, Edo. Aragua, al enfrentar a los organismos de seguridad del Estado.
* C. I.= Cédula de Identidad
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