CUBA Y LA MASONERÍA


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Mensaje por Admin Miér Nov 12, 2014 8:30 pm

LA REVOLUCIÓN DEL 4 DE SEPTIEMBRE DE 1933
SÍNTESIS DE SU PROCESO HISTÓRICO
1933 - 1944


Por: Roberto A. Torricella

Para poder conocer las causas de la Revolución del 4 de Septiembre hay que examinar el gobierno del presidente Gerardo Machado y Morales. El General Machado resultó triunfante en las elecciones presidenciales de 1924, tomando posesión en los primeros meses del próximo año. En sus primeros cuatro años, su gobierno es generalmente reconocido como uno de los períodos más productivos de la era republicana. Fue tal su popularidad, que las organizaciones nacionales compitieron entre sí para rendirle honores. La Universidad de la Habana le confirió el título de “Doctor Honoris Causa”. Los estudiantes lo cargaron en hombros, y tanto la iglesia como las clases vivas de la nación lo exaltaron. Fue, sin dudas, un verdadero ídolo. Dado ese proceso de exaltación de su popularidad, los partidos políticos Liberal y Popular, que estaban en el poder, y el Conservador, de oposición, propugnan la prórroga de poderes, modificando la Constitución de 1928 (que había sustituido a la de 1901) y, como resultado, Machado es re-elegido presidente por un período de seis años sin oposición, ya que no se permitió la participación de nuevos partidos políticos.

La re-elección del Presidente Machado coincide con la debacle económica de Wall Street en los Estados Unidos, y las correspondientes consecuencias en Cuba. Los sectores que estaban en desacuerdo con la prórroga de poderes, considerándola inconstitucional, comienzan a rebelarse y a crear problemas al nuevo gobierno. Los métodos que utilizan algunos sectores de la oposición, encuentran reacción similar en las esferas gubernamentales: la violencia engendra violencia.

Los primeros en rebelarse fueron los caudillos tradicionales: el General Mario García Menocal y el Coronel Carlos Mendieta en Río Verde. También ocurre el desembarco en Gibara dirigido por el Ing. Carlos Hevia y el periodista Sergio Carbó. Las fuerzas armadas ponen fin a ambas sediciones

Comienza, al propio tiempo, la etapa de lucha de las agrupaciones revolucionarias que propugnan una acción más directa y violenta. Por un lado, El Directorio Estudiantil y por otra parte, la formación del ABC, una organización celular revolucionaria de gran contenido nacionalista. La situación nacional empeora tanto en el plano económico como en el político y llega a un punto en que la oposición pide la “mediación” de los Estados Unidos para tratar de lograr una solución nacional. Recordemos que la Enmienda Platt estaba en vigor y este apéndice a la Constitución de 1901 le daba a éste país el derecho a intervenir en los asuntos de Cuba en ciertas circunstancias.

En Noviembre de 1932 resultó electo presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, quien cambia el rumbo de las relaciones políticas y económicas de ese país con respecto a la América Latina, a través de un programa que se conoció como “La Política del Buen Vecino”. El Sr. Summer Welles fue nombrado embajador de los Estados Unidos en Cuba, con la encomienda de tratar de lograr algún tipo de arreglo entre el gobierno y la oposición. Lejos de ello, Summer Welles y su agregado militar, el Coronel Gunpernick, favorecen a la oposición, tanto civil como militar.

Es tal la presión de los grupos revolucionarios y el deterioro de la situación política, que se produce una rebelión de las Fuerzas Armadas el 11 de agosto de 1933. Esta rebelión fue dirigida por el Coronel Julio Sanguily, quien controlaba la aviación, y por el Coronel Erasmo Delgado.

El Presidente Machado se dirigió al campamento militar de Columbia en busca de apoyo y dispuesto a continuar la lucha. Allí se encuentra con el jefe del campamento militar, el Coronel Castillo, quien era su amigo. Ante su petición, el Coronel Castillo le responde: “Presidente, yo estoy con usted, pero las fuerzas armadas están divididas y una gran parte no lo apoya”. Ante esa realidad, el Presidente Machado se retira y al día siguiente, el 12 de agosto, renuncia y se marcha al extranjero.
Toma el poder, aunque solo por un día, el General Herrera. Como en la Constitución de 1928 se había eliminado el cargo de vice-presidente, el General Herrera fue designado Secretario de Estado, lo que le dio acceso a la presidencia. Las Fuerzas Armadas no aceptaron al General Herrera, a pesar de que había sido Secretario de Defensa y Jefe del Ejército por once años.

Después de varias gestiones, se llega a una transacción: nombrar Secretario de Estado al Dr. Carlos Manuel de Céspedes, hijo del “Padre de la Patria”, lo que lo llevaría a ocupar la presidencia. El Dr. de Céspedes era un diplomático de carrera y ex-Secretario de Estado durante el gobierno del Presidente Machado. Esa mediación, que según muchos fue dirigida por los Estados Unidos, atrajo a varios sectores de la política cubana. Sin embargo, desde el principio de las negociaciones, el Directorio Estudiantil se opuso a ellas. Igualmente opuesto estuvieron otros grupos revolucionarios como el ABC Radical, que era un desprendimiento del Partido ABC. El General Mario García Menocal, caudillo Conservador, tampoco acepta. Otros partidos, por el contrario, apoyaron la mediación y formaron parte del gabinete del Dr. Carlos Manuel de Céspedes.

El país, después del 12 de agosto, vivió una situación caótica. El ejército pierde autoridad y es evidente que el Presidente de Céspedes, un verdadero patriota y excelente diplomático, no era la persona que pudiera controlar la situación. De inmediato comienzan las conspiraciones y movimientos contra el gobierno de mediación.
¿Qué sucede dentro de las Fuerzas Armadas? La situación también es caótica. De los doce coroneles en activo, en ese momento (tres de ellos con el grado de “generales transitorios”) solo quedaron cuatro. Unos habían sido separados del servicio y otros permanecían arrestados en la fortaleza de La Cabaña. El Coronel Sanguily asume la jefatura del ejército, pero sufre un ataque de peritonitis aguda. Se va a su casa y es sustituido por el Coronel Héctor de Quesada como Jefe de Estado Mayor Suplente.

Como el Coronel Sanguily no mejoraba, es llamado al servicio activo el General Armando Montes, quien había sido Jefe del Ejército durante el gobierno del Presidente Alfredo Zayas. El General Montes no gozaba de gran respaldo dentro de las Fuerzas Armadas, sobre todo entre las clases y soldados. Él se había opuesto a una ley del Presidente Zayas conocida como la “Ley de los Sargentos”, la cual favorecía a los sargentos en el proceso de sus ascensos. Al propio tiempo, el Secretario de Defensa, el Coronel Castillo Duany, fue sustituido por el Coronel Horacio Ferrer, médico quien estaba retirado del servicio activo. Con tantos cambios, había una consecuente confusión entre las funciones del Coronel Sanguily, el Coronel de Quesada y el General Montes, recientemente designado.

Es en este período cuando comienzan las conspiraciones dentro del ejército contra el gobierno de mediación. La “Conspiración de los Sargentos” fue una de ellas, pero no la única. Para mayor complicación, son llamados al servicio activo cuatro coroneles que habían servido durante el gobierno del General Menocal. Esto da lugar a que se fortalezca una tendencia “menocalista” dentro del ejército. Al propio tiempo, la oficialidad joven se agrupaba en una organización conocida como “Renovación del Ejército” mayormente formada por tenientes y capitanes. Éstos oficiales jóvenes son los que se pusieron en contacto con el Directorio Estudiantil.

Mientras esto ocurría, los sargentos y otras clases también empiezan a conspirar. Es precisamente en esta coyuntura histórica cuando se destaca la intervención y la ejecutoria del Sargento Mayor Fulgencio Batista y Zaldívar y cuando comienza su liderazgo.

El Sargento Mayor Fulgencio Batista y Zaldívar asistía, en calidad de taquígrafo, a los Consejos de Guerra que se llevaban a cabo contra los revolucionarios durante la última etapa del gobierno del Presidente Machado. Es entonces cuando el Sargento Batista comienza a relacionarse con los líderes estudiantiles y revolucionarios. Durante los juicios, conoce a muchos de ellos, mostrándoles su simpatía. Al propio tiempo, Batista pertenecía a una célula del ABC. Una de esas células radicaba en el Cuerpo de Ingenieros, donde el Sargento Miguel Ángel Hernández fue arrestado y finalmente ultimado por sus actividades conspirativas contra Machado.

Subsiguiente al 12 de agosto, la situación caótica se mantiene dentro y fuera de los cuarteles. La falta de control trae como consecuencia saqueos y hasta linchamientos por las turbas enardecidas. Es entonces cuando Batista comienza a reunirse con un grupo de sargentos, cabos y soldados. Las reuniones tuvieron lugar, al principio, en el Batallón 2 de Infantería del campamento de Columbia. Este grupo se fue ampliando rápidamente en otras unidades.

El Sargento Batista, que pertenecía al Ramal 7 del ABC, se comunica con el jefe del mismo Sr. Manuel Martí, para ofrecerle el movimiento que se estaba gestando. Martí lo cita a un “punto de contacto” y le dice: “No, no. Permanezcan tranquilos... el ABC apoya al gobierno”. Batista decide moverse en otra dirección y hacer otros contactos con elementos civiles.

El día 18 de agosto en el Cementerio de Colón, se efectuó el entierro del Sargento Miguel Ángel Hernández, del líder obrero Margarito Iglesias, y del líder estudiantil Ernesto Alpízar. En ese acto, despidieron el duelo en memoria de Iglesias y de Alpízar, dos representantes de sus respectivos sectores. Sin embargo, en la sección del cementerio donde se estaba efectuando el sepelio de los restos del Sargento Hernández, nadie había sido designado para hablar a nombre del Estado Mayor del Ejército. Es entonces cuando sus compañeros pidieron al Sargento Batista que hiciera uso de la palabra. Con palabras encendidas y elocuentes, Batista habló de las injusticias del momento, de reformas necesarias y de otros temas candentes.

A partir de este momento, los hechos comienzan a precipitarse rápidamente. Las reuniones son continuas: unas en la casa de Batista y otras en diversos lugares. Se establece contacto con los miembros de “Pro Ley y Justicia”, que fue la agrupación civil de origen estudiantil que se unió al grupo de los sargentos.

El contacto más importante en todo este proceso lo fue Sergio Carbó. Este combatiente de la lucha contra Machado, era director y editor de la Revista “La Semana”, aquella que había publicado en su portada una fotografía a toda plana, en la que aparecían “de brazos” un soldado, un estudiante y un obrero y el pié de grabado solamente decía:
 ¡“Paso a la Revolución Auténtica”! El Sargento Batista, acompañado por un grupo de alistados, visita a Carbó para expresarle sus inquietudes y para pedirle que les publicara unas declaraciones. Carbó les aconsejó que no lo hicieran porque serían procesados por rebelión. Esa fue una visita de importancia decisiva, por lo que vendría después.

El día 3 de septiembre por la mañana, Batista con un grupo de civiles y militares se dirige a Matanzas e involucra a elementos del Regimiento 4 de la Guardia Rural. Regresaron ese mismo día a La Habana. Los únicos contactos de ese movimiento fuera de la capital, se encontraban en Matanzas y Pinar del Río.

Se había solicitado un permiso del Estado Mayor para celebrar una reunión en el Club de Alistados el 4 de septiembre, con el pretexto de discutir y resolver ciertos agravios. Así pues, Batista se presentó esa mañana en Columbia, dirigiéndose al Cuartel Maestre que estaba a pocos pasos del Club de Alistados.

Al llegar, camina al encuentro de un grupo de soldados quienes le informaron que el Capitán Torres-Menier (un piloto muy conocido y de prestigio, ayudante del Coronel Sanguily y quien fungía de jefe en la Fuerza Aérea) estaba allí. Todos se dirigen hacia el lugar de la reunión. Pero... ¿cuál sería la razón de la inoportuna presencia del Capitán Torres-Menier en aquel lugar en momento tan crítico y culminante? Al parecer, según le informan a Batista, un cabo imbuido de las mejores intenciones, le había hablado de la reunión al capitán, invitándole a que participara de la misma. Batista, sin amilanarse, va al encuentro de Torres-Menier que estaba parado en las afueras del Club de Alistados y en posición de atención lo saluda y le dice respetuosamente: “Capitán, ¿en que lo puedo servir?. ¡Ordene!”. “Me han dicho que ustedes tenían esta reunión y quería saber de que se trataba”, respondió Torres-Menier. Batista con firmeza le dice: “Capitán, ¿por qué no pasa al Club y allí continuamos hablando?”.

Adentro estaba el grupo de sargentos y otras clases comprometidos en el movimiento sedicioso. Mientras tanto, la noticia de lo que estaba ocurriendo en el Club de Alistados se fue esparciendo por todas las unidades militares en el campamento militar de Columbia, haciendo que sus componentes acudieran presurosos al lugar de reunión. Es entonces que se produce un careo entre Torres-Menier y Batista, durante el cual se habla de reivindicaciones y otros reclamos clasistas, hasta que se oye una voz muy sonora de un soldado que grita: “Batista, está bueno ya y habla de los asuntos que nos trajeron aquí”. Entonces Batista empieza a hablar del maltrato a los soldados y de la tensión en que se vivía por el estado de anarquía. Empiezan a excitarse los ánimos y la gente a gritar: “!Viva Batista!. ¡Viva el Sargento Batista!”. En ese preciso momento se confirmó su liderazgo. Torres-Menier se retira comprometido a aceptar un pliego de reivindicaciones que esa misma tarde le harían llegar. Este documento nunca se llegó a presentar.

Inmediatamente, Batista deja Columbia en manos de sus compañeros y comienza a recorrer distintas unidades militares situadas en otros puntos de la ciudad, regresando finalmente a Columbia.

También se había decidido que los Sargentos Pablo Rodríguez y Eleuterio Pedraza regresaran a Matanzas para consolidar la situación allí. La revolución también se había extendido a otros campamentos militares importantes como La Cabaña, Atarés, y otras instalaciones de las Fuerzas Armadas.

Al regresar Batista a Columbia, se encuentra con la noticia de que el Batallón #1 de Infantería, prestando servicios en La Habana y acantonado en la antigua Maestranza de Artillería (situada donde después se construyó la Jefatura de Policía) no acataban el movimiento. Batista, sin peder un minuto de tiempo, se dirigió a ese lugar. Allí se presenta en el Batallón y pregunta: “¿Qué es lo que pasa con ustedes?”. Le responden: “Nada, que los sargentos no quieren aceptar ni el movimiento ni los cambios”. Batista se dirigió al cabo Oscar Díaz, perteneciente a esta unidad y le ordenó: “Usted cabo, asuma el mando”. Y así lo hizo. Ese Batallón era muy importante porque respondía directamente al Estado Mayor del Ejército radicado en aquellos tiempos en el Castillo de La Fuerza y tenía bajo su responsabilidad la guardia del Palacio Presidencial.

Ya controlada la situación, Batista se marcha y se dirige a la casa de Sergio Carbó. Una vez en su presencia le dice: “Mire, el movimiento está en marcha y ya no hay quien lo detenga. Queremos que usted se nos una. Es preciso que usted cite a los elementos civiles más importantes para que acudan al campamento de Columbia esta noche”. Carbó acepta la invitación y la encomienda. Por supuesto, cualquiera que hubiera sido su respuesta, ya el mecanismo de los grandes acontecimientos había sido puesto en marcha y no había nada ni nadie que pudiera detenerlo.

En el momento que el conocido periodista se incorporó al movimiento, ya se había convocado a todas las delegaciones militares en cuarteles y guarniciones para que acudieran a las ocho de la noche al Cine de Columbia. En ese lugar y a la hora señalada, Batista asumiría el liderazgo total de las fuerzas armadas. Sus órdenes fueron las siguientes: “El Estado Mayor es éste y las órdenes emanarán de aquí”. Seguidamente dijo: “Cada Sargento Mayor tomará cargo de su respectiva unidad. Si no, lo hará el Sargento o el Cabo. Y si por cualquier eventualidad las clases mencionadas no aceptaran esa responsabilidad, se harán cargo de esas unidades los soldados que la asuman”.

Mientras esto sucedía, los primeros civiles llegaban a Columbia. Primero los de “Pro Ley y Justicia” y luego los del Directorio Estudiantil, los del ABC Radical y otros elementos revolucionarios.

A esa reunión del Cine de Columbia, a la que concurrieron las delegaciones de sargentos, cabos y alistados de todas las unidades del ejército y la marina, asistieron también varios oficiales. La mayoría eran buenos jefes. Sin embargo, otros no tanto, y a los que los soldados no veían con simpatía. Batista, percatado de eso, se dirige a las delegaciones y les dice: “Todos los oficiales deben ser tratados con absoluto respeto y serán debidamente protegidos”. Después, dirigiendo su mirada hacia donde ellos se encontraban, les rogó que abandonaran el local y que ya, en su oportunidad, serían llamados.

Una vez terminada la reunión, pasaron a la Jefatura del Regimiento donde esperaban Sergio Carbó y otros civiles. De allí todos se trasladaron al Club de Oficiales. Se integró una “Junta Revolucionaria”, la cual designó a cinco eminentes ciudadanos para que asumieran las funciones de gobierno constituyendo “La Pentarquía”. La misma estaba integrada por el Dr. Ramón Grau San Martín, el periodista Sergio Carbó, el profesor Dr. Guillermo Portela, el banquero Porfirio Franca, y el abogado Dr. José Miguel Irisarri. Lo primero que hicieron fue redactar un documento, “La Proclama del 4 de Septiembre”, que recogía el pensamiento revolucionario de reivindicaciones y de justicia social que latía en todos en aquellos momentos. El documento fué firmado por diecinueve personas. La primer firma que aparece en la Proclama es la del Dr. Carlos Prío Socarrás y la última es la de Fulgencio Batista, Sargento Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación.

Mientras Batista se quedaba en el campamento de Columbia, consolidando la revolución en todos los mandos de la nación, el 5 de Septiembre se trasladó al Palacio Presidencial una delegación para informarle al Dr. Carlos Manuel de Céspedes que estaba destituido. Al informarle al Presidente de lo ocurrido, éste preguntó que a quienes representaban. Le respondieron que estaban involucrados el Directorio Estudiantil, el ABC Radical y otros sectores. Esto no impresionó a de Céspedes ya que él también contaba con factores importantes. Pero al Dr. Prío Socarrás informarle que también contaban con el ejército y la marina, el presidente accedió a abandonar el Palacio Presidencial.

El día 7 de septiembre, hubo una reunión en el Palacio Presidencial con los antiguos oficiales convocada por Sergio Carbó, a la que asistieron Batista y otros sargentos, quienes aceptaban inclusive, que la jefatura del ejército fuera desempañada por oficiales de prestigio, entre los cuales estaban los coroneles Quesada y Perdomo. Éstos no aceptaron y un gran número de oficiales se marcharon junto al Coronel Sanguily, que se encontraba en el Hotel Nacional. No obstante, unos cien oficiales aceptaron el movimiento.

Así fue como el día 8 de septiembre, Sergio Carbó, como “Pentarca” y Comisionado de Defensa, con el apoyo del Directorio Estudiantil (con el que se había reunido previamente en Palacio), ratifica a Batista como jefe de las fuerzas armadas y lo asciende al grado de Coronel del Ejército, confirmando lo que ya era una realidad.

Como el gobierno de la pentarquía no funcionaba, los grupos revolucionarios, principalmente el Directorio Estudiantil, decidieron que se le debía sustituir por una sola persona, un presidente. Se decidió, con la aprobación de las Fuerzas Armadas y su Jefe, que el Dr. Ramón Grau San Martín sería la persona indicada, tomando posesión del cargo el 10 de septiembre.

El Dr. Grau era un médico y profesor universitario que había brindado su apoyo a los estudiantes. Durante su gobierno, se redactaron importantes leyes sociales y laborales, tales como la creación de la Secretaría de Trabajo, la jornada de ocho horas, y la ley del 50% (Ley de Nacionalización del Trabajo), la cual ordenaba a las empresas o negocios que sus empleados fueran al menos la mitad cubanos. ¡No era mucho pedir!.

Este gobierno, llamado de los Cien Días, enfrentó serios problemas el 2 de octubre cuando los antiguos oficiales que se habían ubicado en el Hotel Nacional, fueron desalojados, tras fuertes combates contra el ejército, la marina y agrupaciones civiles como el Ejército del Caribe de los estudiantes. Luego, el 8 de noviembre, hubo una contra revolución por parte de elementos del ABC y militares desafectos. Finalmente, fueron vencidos por las fuerzas gubernamentales en un encuentro en el Castillo de Atarés.

También habían ocurrido, después de la caída de Machado, problemas laborales graves. Los obreros, algunos comunistas, habían ocupado mas de treinta centrales azucareros, especialmente en las provincias orientales. En varios lugares se izó la bandera roja (como en el Municipio de Antilla) y se crearon “soviets” al estilo de Rusia. Después del 4 de septiembre, el ejército, bajo la jefatura del Coronel Batista, pudo desalojar a estos elementos y establecer el orden, evitando así una intervención por parte de los Estados Unidos, amparándose en la Enmienda Platt, aún en vigor.

A pesar de todo, el gobierno no lograba ser reconocido por los Estados Unidos y otros países. También sufría divisiones internas ya que algunos miembros radicalizaban su postura. El Directorio Estudiantil también le retiró su apoyo. Por tales motivos, se buscaban soluciones y se determinó por varios sectores, incluyendo el ejército, la sustitución del Dr. Grau. Éste accedió con tal que recayera la presidencia en un revolucionario y se escogió al Ing. Carlos Hevia, pero éste duró un par de días ya que no encontró el apoyo de otros sectores políticos tales como el Partido Acción Republicana, el ABC y el Partido Unión Nacionalista.

En enero de 1934 el Dr. Hevia es sustituido por el Coronel Carlos Mendieta y Montefur, veterano de la Guerra de Independencia y jefe del Partido Unión Nacionalista, que había combatido al Presidente Machado. Lo apoyaron otros partidos pero no aquellas figuras que habían formado parte del gobierno del Dr. Grau, los cuales crearon el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico). Otras más radicales, crearon la “Joven Cuba” liderados por el Dr. Antonio Guiteras, quién había sido Secretario de Gobernación del gobierno del Dr. Grau San Martín.

El gobierno del Coronel Mendieta, reconoció las leyes que ya se habían promulgado, añadiendo otras como el de la Maternidad Obrera y la ley del Descanso Retribuido, la Comisión Técnica del Salario Mínimo y las Bolsas de Trabajo. Pero su logro mayor fue obtener la abolición de la Enmienda Platt en tratado con los Estados Unidos, aunque ya, desde el 4 de septiembre, de hecho se había ignorado, pues se derrocó a un gobierno producto de la mediación de los Estados Unidos. Cuba, al fin, era plenamente soberana.

El Coronel Mendieta encontró oposición que culminó en una huelga general en marzo de 1935, respaldada por los comunistas, y entre otros elementos, la Joven Cuba. Esta organización se situó en la clandestinidad, realizando actos violentos. En el mes de mayo de 1935, Guiteras y un grupo de partidarios incluyendo al Coronel Sandinista Carlos Aponte, fueron rodeados por efectivos militares en las afueras de la ciudad de Matanzas. Al disparar Aponte, se inicia un tiroteo en el que mueren éste, Guiteras y el Cabo Man del ejército. Los supervivientes fueron entregados a los tribunales correspondientes.

Al resolverse la huelga, se encaminó a la nación hacia la celebración de elecciones generales en 1936. Los partidos gubernamentales formaron una coalición integrada por el Partido Unión Nacional, la Acción Republicana y el reorganizado Partido Liberal (al cual había pertenecido Machado y proscripto después de su caída). Por la oposición iba el General Menocal con el Conjunto Nacional Democrático (nuevo nombre del Partido Conservador). Unos comentarios de Menocal expresando sus dudas sobre la imparcialidad del Presidente Mendieta, provocó que éste renunciara a la presidencia. Lo sustituye por unos meses, el Dr. José A. Barnet en su carácter de Secretario de Estado, ya que no había vice-presidente.

Las elecciones, en las que votaron por primera vez las mujeres, las gana el Dr. Miguel Mariano Gómez, ex-alcalde de La Habana e hijo del General José Miguel Gómez, segundo presidente de la República. Surgen conflictos por una ley que fijaba un impuesto de nueve centavos al saco de azúcar para financiar el plan de Escuelas Cívico Rurales que quería llevar a cabo el Coronel Batista. El Presidente Gómez veta esta ley aprobada por el Congreso. Éste hecho, unido a reiteradas declaraciones públicas del Presidente que faltaban a la consideración del Congreso, hicieron que la Cámara de Representantes y el Senado de la República lo acusaran de excederse en sus atribuciones con el Congreso. Por eso, y de acuerdo con las normas constituyentes vigentes, es destituido por el Senado de acuerdo a la denuncia de la Cámara de Representantes.

A Miguel Mariano Gómez lo sustituye el Vice-Presidente Coronel Federico Laredo Brú. Este veterano de la Guerra de Independencia logra conducir al país con gran habilidad ya que concuerda con que el Coronel Batista llevara a cabo proyectos de índole social y educacional a la vez que se hacían gestiones con todos los partidos políticos, para conducir al país hacia una situación institucional aceptada por todos.

Como iniciador del proceso revolucionario del 4 de Septiembre, el Coronel Batista, consciente de la enorme responsabilidad que habían adquirido tanto él como las Fuerzas Armadas, sintió la necesidad de realizar sus más deseados anhelos: emprender varias obras en beneficio de las clases mas humildes. Batista, y la mayoría de los nuevos líderes de las Fuerzas Armadas, procedían de estos estratos sociales.

Por tanto, en 1936, crea el Consejo Corporativo de Educación, Sanidad y Beneficencia. Bajo este organismo se encontraban otras instituciones como: la Corporación Nacional de Asistencia Publica (que ayudaba a las obras benéficas); el Consejo de Tuberculosis (que construyó varios hospitales y dispensarios y el gran Hospital Topes de Collantes que se inició en esa época); el Servicio Técnico de Salubridad (que laboraba en la prevención y cura de las enfermedades, sobre todo en el campo); el Instituto Cívico Militar (escuela que atendió a miles de niños huérfanos y necesitados y que eventualmente se edificó una en cada provincia); y, las Escuelas Cívico Rurales. Todos estos organismos, que brindaban sus servicios gratuitamente, fueron producto de aquella iniciativa del Coronel Batista.

Las Escuelas Cívico Rurales estaban bajo la dirección del Cuerpo de Cultura del Ejército. Se entrenaron maestros rurales, se le dio el grado de Sargentos, y éstos, siguiendo órdenes, se trasladaron a los mas apartados rincones de la Nación para llevarle la educación, que nunca habían tenido, a los niños campesinos. Se crearon mas de mil escuelas. Por cada veinticinco o más de éstas, había un Hogar Infantil Campesino, donde estudiaban los alumnos mas avanzados. En ellas estaban ubicadas las Misiones Educativas, compuestas por maestros agrícolas, maestras hogaristas, dentistas e higienistas, que brindaban sus servicios a donde fueran requeridos. Estas escuelas, junto a los Institutos Cívico Militares, pasaron posteriormente al Ministerio de Educación cumpliendo los mandatos de la Constitución de 1940. Ya, en 1944, habían mas de 2,700 escuelas rurales, sin contar las urbanas.

En el orden económico, el Coronel Batista, con la aprobación del Presidente Laredo Brú, auspició la Ley de Coordinación Azucarera, que regulaba los derechos y participación de tres sectores: hacendados, colonos y obreros. De los más de 30,000 colonos, unos 19,000 eran arrendatarios. Éstos adquirieron el derecho de permanencia siempre y cuando continuaran cultivando caña. La cuota de producción que les tocase era transmisible, inclusive por herencia. También se beneficiaron más de 400,000 obreros, quienes además de su salario, recibían una cantidad adicional de acuerdo con el diferencial en el precio del azúcar. Esta ley, formaba parte del “Plan Trienal” comenzado en 1937 y auspiciado por el Coronel Batista. Otros logros de este Plan fue el reparto de tierras del estado a campesinos y también se inició la construcción de hospitales de maternidad obrera, donde las obreras y las esposas o compañeras de los obreros, recibían asistencia gratuita.

Mientras esto ocurría, en diciembre de 1937, el Presidente Laredo Brú firmó una ley de amnistía política, y seguidamente, inició una serie de contactos para lograr llevar a todos los sectores políticos del país a una Asamblea Constituyente. Se celebraron varias reuniones en la finca “Párraga”, de su propiedad, a las que acudieron todas las personalidades del gobierno y la oposición. En una de esas reuniones, se sella el proceso político al darse la mano el Dr. Grau y el Coronel Batista. Esta tarea daría como resultado que se celebraran elecciones en 1939 para delegados a la Asamblea, a las que acudieron todos los partidos, desde la extrema izquierda hasta la derecha, pasando por todos los matices. El resultado favoreció a la oposición, y el primer presidente de la Asamblea lo fue el Dr. Ramón Grau San Martín y más tarde el Dr. Carlos Márquez Sterling. El documento final fue firmado en 1940.

El Coronel Batista renunció a la jefatura del Ejército y se acogió al retiro para postularse a la presidencia de la República apoyado por una coalición que eventualmente la constituyeron siete partidos políticos, al pasarse el General Menocal de la oposición y apoyarlo.

Como la constituyente se prolongó mas de lo estimado, las elecciones presidenciales debían posponerse, ya que el término del Dr. Laredu Bru terminaba en febrero de 1940. Fue necesario darle una extensión a su mandato hasta octubre. Aquí se produce un hecho de grandísima importancia por su simbolismo. El Coronel Batista, ya civil, recoge en su auto a su contrincante el Dr. Ramón Grau San Martín para trasladarse a Palacio Presidencial y ambos darle su apoyo al Presidente Laredo Bru. Los acompañaron el Dr. Carlos Prío Socarrás y Eduardo Chivas. Es decir, coinciden en este gesto político un presidente, tres futuros presidentes y uno que tal vez lo hubiese sido. ¡Que ejemplo de patriotismo!

Se establece la Constitución de 1940 culminando el proceso iniciado el 4 de septiembre de 1933. Después de siete años de luchas y conflictos, se había logrado encaminar a la República a una estabilidad cívica con el concurso de todos los sectores políticos. En las elecciones de ese año, triunfa el Coronel Batista y durante su mandato estalla la Segunda Guerra Mundial. Cuba se une a los Estados Unidos tras el ataque a Pearl Harbor. Por tal razón, se invitaron a todos los partidos políticos a formar un Gabinete de Unidad Nacional. Esta iniciativa fue aceptada por todos los partidos a excepción del Partido Autentico que se mantuvo en la oposición, aunque varios de sus miembros ocuparon posiciones importantes en el gobierno.

En diciembre de 1942, el Presidente Batista es invitado por el Presidente Franklin D. Roosevelt a visitar a los Estados Unidos y allí se dirige, en sesión conjunta, al Congreso de ese país. Como reconocimiento a su trayectoria política, Batista es también invitado por casi todos los países de América a visitarlos, lo que realiza al concluir su mandato presidencial.

En 1944, se celebran nuevas elecciones generales y gana las mismas el Dr. Grau San Martín, derrotando al Dr. Carlos Saladrigas y Zayas que tenía el apoyo del gobierno. El Presidente Batista, que no había aspirado a la reelección porque lo prohibía la Constitución, entregó la presidencia a su adversario, dando un ejemplo de civilismo. Durante los cuatro años del Presidente Batista, no hubo ni un solo preso político, ni un solo exilado. El escritor Emil Ludwig que se hallaba presente durante el acto de transmisión de mando, al ver a Batista entregando el poder a su enemigo político, comentó en su libro “Biografía de una Isla”: “la derrota de Batista es su mayor victoria”.

Podría decirse que la más joven de las repúblicas de América, en aquel instante, había alcanzado su madurez política.
“La del 4 de Septiembre es la única revolución que se ha hecho en Cuba sin intervención extranjera, y la única que ha destituido un gobierno impuesto por la Enmienda Platt, interpretando la soberana voluntad del pueblo”



LA REVOLUCIÓN DEL 4 DE SEPTIEMBRE DE 1933 SÍNTESIS DE SU PROCESO HISTÓRICO 1933 - 1944  ***  Por Roberto A. Torricella 10632715_10152521456952423_3466063821231847769_n

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